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Susurros En El Silencio por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Hola a todos, una vez más me disculpo por el atraso pero bueno, acá van las novedades...

 

1.- Dada mi falta de tiempo he decidido cambiar el día de actualización a los domingos, que es cuando más tiempo tengo nwn

 

2.- Viendo el éxito medianamente obtenido, la cuota de mínimo 6 reviews de diferentes autores, se va a mantener pues porque a parte de que me encantan los reviews, amo aun más leer sus comentarios y opiniones nwn

 

3.- Y bueno, por hoy solo disfruten del capítulo, nos leemos abajo y gracias por leer nwn

IV

Simplemente Inevitable

 

Sentado sobre su cama, Lucian Lyon Von Schein, contempla en silencio el único retrato de su padre que su madre le permitiera conservar, pensando en la última vez que lo viera, el día que Lucien murió, no, el día que su padre, Lucien, se quitó la vida…

Las memorias permanecen frescas en su mente, la sonrisa triste y dolida en el rostro de su padre, su mirada vacía, y el arma en su mano, después el aroma de la sangre y el conocimiento de que ya nunca más estarían juntos, todo por culpa del egoísmo de su madre, porque su madre empujó a su padre a hacer aquello.

Si Rosalind, su madre, no lo hubiese forzado todo con tal de que ellos se casaran, si Rosalind no hubiese amarrado a su padre usándolo a él, entonces no solo su padre estaría vivo, sino también, también su hermano menor, el pequeño niño al que por culpa de su madre, el anterior Concilio, ordenara asesinar.

Lucian recuerda también las palabras de su ya difunto tío Lucas: “Ossiris era un niño tan bello, pequeño y dulce, un niño nacido del amor, un niño al que no solo le quitaron a sus padres, sino también su propia vida…”

Pensando en ello, aprieta las manos en puños, casi peleándose por aplacar la rabia que lo corroe al saber que aquello que tanto ha odiado, ahora también forma parte de su vida, el Concilio, el maldito Concilio al que ahora pertenece y que llena de orgullo a su madre.

Más tal vez no tenga que ser así, tal vez simplemente deba recordar las últimas palabras que escuchara de su tío: “Sigue tu propio camino y construye tu destino, porque ambos son tuyos, de nadie más que tuyos”. Si, esa es la respuesta, una por la cual luchará, una que no parece tan distante, no cuando tiene presentes las condiciones del nuevo Concilio y de su muy peculiar Líder, Yoru Avalon Nacht, un joven tal y como su hermano pequeño alguna vez pudo haber sido, y es el recuerdo de Ossiris, a quien nunca conoció, el último impulso que necesita para ponerse de pie y encaminar sus pasos hacia el camino que lo lleve a alcanzar su destino.

Por eso es que esta vez ignora la voz de su madre, ignora todo aquello que sea un impedimento para llegar a su nuevo lugar de trabajo, uno que no guarda parecido alguno con el lugar donde su tío y su hermanito fallecieran.

La nueva sede del Concilio se alza justo frente a él, un edifico blanco de grandes ventanales que permiten el paso de la luz, la misma que ilumina su interior, y a pesar de que casi no hay nadie en él, se siente cálido, diferente, lleno de dudas, expectativas y esperanzas por un futuro mejor, uno que se supone él y los otros, junto con su Líder y los Guardianes, deberán labrar.

Su primera reunión está por llevarse a cabo y apresura sus pasos hacia allá, sintiendo los nervios comenzar a apoderarse de él; entrando en silencio, se dirige a pasos rápidos hacia el asiento vacío marcado con una placa que lleva su nombre, la silla se siente cómoda, con un aroma a nuevo, tal y como todo en ese lugar, pero no importa, porque así es como se supone que todo sea, para empezar de nuevo, desde cero, tal y como los Emperadores desean.

En silencio y tímidamente, todos comienzan a mirarse entre ellos, apartando las miradas en cuanto son descubiertos, y ahí, sin duda, quien luce más nervioso es su Líder; Yoru Avalon Nacht juega casi obsesivamente con una sortija que lleva en una de sus manos, girándola en torno a su dedo, concentrado en quién sabrá qué cosas, evitando mirar a cualquiera de los presentes, suspirando hondo antes de finalmente levantar la mirada.

-“Yo realmente no sé cómo comenzar…”- vuelve a suspirar, negando levemente con la cabeza –“Es la primera vez que estoy con personas como ustedes… de la “Sociedad” así que tampoco sé cómo debería comportarme o hablar, pero…”- se interrumpe, igual que si estuviese replanteándose cualquier cosa que quiera decir, y al verlo, no puede sino sentirse igual, nervioso, confundido, perdido.

-“Estamos igual”- alguien interrumpe, haciendo que de inmediato todos dirijan su mirada hacia el dueño de esa voz, Alain Amid Saluja, quien sonríe nerviosamente, haciendo que los demás le imiten, dando con el hecho de que esos sentimientos son los mismos que todos los presentes experimentan.

-“Gracias…”- murmura apenas Yoru, sonriendo con suavidad hacia Alain, suspirando una vez más y cerrando por breves instantes los ojos, antes de volver a abrirlos y centrar la mirada en todos los presentes –“Pero hay algo que sí sé, algo que quiero hacer…”- y de nuevo se detiene, tal vez volviendo a pensar en aquello que esta por decir –“Yo… yo quiero liberar a todos los prisioneros que se encuentran encerrados en los calabozos del antiguo Concilio”- esta vez todos se quedan callados, observándolo con miradas sorprendidas ante tan descabellada idea.

-“No creo que eso sea realmente posible… después de todo estamos hablando de supuestos criminales”- el primero en hablar es Tsuchimikado Kazuto, quien probablemente de manera inconsciente, tira levemente de la pequeña llave que pende del peculiar collar que lleva en el cuello. –“Antes de que me mal interpreten, creo que primero deberíamos revisar los casos y entonces tomar la decisión sobre quienes merecen estar libres”- sí, al menos en eso lleva la razón, porque probablemente lo que menos deseen tanto ellos como los Emperadores y los Guardianes, es que algún peligro vuelva a amenazar a su Sociedad.

-“Comprendo eso pero… antes he hablado con personas que estuvieron encerrados por haber cometido algún “crimen” y… me pareció tan absurdo”- Yoru replica con sutileza, entrelazando sus manos sobre la mesa frente a la que todos ellos se encuentran sentados.

-“Por… un “absurdo”, alguien de mi familia fue ejecutado años atrás”- Alain vuelve a intervenir, solo que esta vez ya no sonríe, en su mirada se muestra un vacío y desolación que consiguen poner en alerta a los demás –“Su único “crimen” fue amar a un hombre casado, y solo por ello… solo por eso, el anterior Concilio la asesinó”- aprieta las manos en puños y se muerde los labios, apartando la mirada, dejándola sin querer justo sobre Lucian –“Por… por amar a TU padre mi tía tuvo que morir”- casi puede leerse el reproche y la molestia que aquello causa en él, más Lucian solo lo observa en silencio, unos momentos, antes de apartar la mirada.

-“Mi padre también la amaba… él… él se quitó la vida la noche que ella murió”- su voz es solo un susurro, y la respuesta no solo deja a Alain paralizado sino también desarmado, se había planteado odiarlo por ser el hijo del hombre que le costara la vida a su amada tía pero, pero ahora que puede verlo ahí, sentado frente a él, confesando algo que parece herirlo tanto, simplemente no puede.

Justo en ese momento se da cuenta de que ambos perdieron algo tan querido, de forma tan injusta, que resulta tal y como su Líder lo ha dicho minutos atrás: Absurdo, muy tonto y muy absurdo. Yoru los observa en silencio, comprendiendo ese sentimiento tan desolador que ambos muestran, porque sabe muy bien cómo se siente, la impotencia y el dolor ante la pérdida de algo amado.

-“Creo que todos lo saben pero, mi madre también fue “La Otra” y si ella no hubiese escapado, entonces yo no estaría aquí hoy, no, más bien, yo no estaría vivo”- no es una confesión, es algo que resulta tan obvio y al mismo tiempo tan terrible, que finalmente los demás comprenden la razón de su propuesta, Yoru Avalon Nacht quiere liberar a aquellos que como él, fueron acusados del “crimen” que comprende el haber nacido.

-“Pero no es solo por ti, ¿Verdad?”- se atreve a cuestionar el joven consejero Ryan Crane, observándolo fijamente a través de sus anteojos de negra montura, porque él, al igual que los demás, saben no solo del pasado que Yoru y su madre arrastran, sino también de una parte de la historia de la Familia Avalon que es imposible de olvidar.

-“No, no es solo por mí, también es por Hisui… y por… por Yuury”- sí, aunque le cueste admitirlo, también es por Yuury, porque con solo recordar las consecuencias que a Yuury le tocó vivir tan solo por amar a Hisui, no, más bien, es porque le basta con recordar la imagen de Yuury postrado en la cama de un hospital, en coma por meses, tan solo por desafiar al antiguo Concilio, por anteponer su amor a Hisui a todo lo demás, como para tener el suficiente recordatorio para cimentar su idea de liberarlos a todos, de arriesgarse con semejante decisión.

-“Aquel día, el día que el otro Concilio ejecutó al Emperador Hisui… fue lo más horrible que había y he visto”- por primera vez desde que iniciara la reunión Alois Devine se atreve a hablar, reflejando en su mirada color verde musgo, el desasosiego que le produce recordar tan terrible momento de su vida –“Era… era solo un niño, no mayor que yo o que cualquiera de nosotros en esa época, y ellos, ellos lo torturaron… él había perdido a toda su familia, y aun así ellos… ellos…”- no consigue terminar la oración, el recuerdo de aquel día le resulta tan doloroso y tan cruel, que involuntariamente no solo piensa en ello sino también en las pesadillas que desde aquel día no lo dejan dormir en paz.

-“Creo entonces que no necesitamos discutir más el tema”- finalmente resulta ser el propio Kazuto quien se retracta de su anterior negativa, sonriendo de un modo un tanto apagado, porque tal vez él no haya experimentado sensaciones tan intensas como los otros pero, pero si recuerda aquel momento de la historia de su Sociedad que al igual que a Alois, aún le causa cierto sentimiento de desazón, uno que ya no puede ignorar más y que está dispuesto a calmar aunque sea corriendo un riesgo como el que se le presenta.

-“No, no hace falta, lo mejor sería proponérselo tanto a los Emperadores como a los Guardianes para conseguir llevarlo a cabo”- y eso parece ser todo, porque otra vez se miran en silencio, casi preguntándose quién será aquel destinado a llevar a cabo semejante tarea, la de hablar con los demás, la de plantear tan descabellada idea.

Hasta que al final, las miradas terminan quedando sobre Yoru una vez más, después de todo, él es su Líder, y sería extraño que no fuese él, el responsable de hablar por ellos, justo cuando han conseguido llegar a un acuerdo. Él igual los mira, suspirando hondo, porque puede que antes considerara a los Emperadores como parte de su familia, pero con todos los cambios recientes, casi los siente como extraños, ajenos a él y a todo su mundo.

-“Creo que yo podría hablar con los Guardianes”- de inmediato las miradas se dirigen hacia la puerta, sorprendidas al dar justamente con la pequeña figura de la Emperatriz Nocturna, sonriendo tranquilamente, siendo abrazada por su esposo, Arwin igual les sonríe, como si ambos esperaran al momento para hacerse notar.

-“¡Ma-Majestades!”- el tartamudeo es general, al igual que la prisa por levantarse y hacer una reverencia ante los recién llegados. Tanto Haylley como Arwin se miran unos momentos antes de soltar una muy leve risita, y es que para ellos, ver a los jóvenes miembros del Nuevo Concilio portarse así, resulta un tanto gracioso, sobre todo tomando en cuenta que probablemente con varios de ellos compartan la misma edad.

-“Ya, tranquilos todos, por favor, y no nos traten así, es un poco cansado”- Haylley vuelve a sonreírles, apoyándose en su esposo y estirándose un poco entre sus brazos, casi como tratando de mantenerse despierta o algo parecido.

-“Además, nosotros teníamos que hablar con los Guardianes sobre un asunto pendiente así que no hay problema alguno en plantearles su propuesta, seguro que a ellos igual les parece buena”- sí, era muy seguro que así fuera, porque aquello era algo que todos ellos llevaban pensando desde la primera vez que se enfrentaran al antiguo Concilio, porque se trataba de algo que ninguno podía dejar pasar más, no tomando en cuenta lo que significaría para todas aquellas personas atrapadas, el recuperar no solo su libertad, sino también, la posibilidad de iniciar de nuevo, de ser felices, tal y como seguramente se merecían.

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Después de su primera reunión, el tiempo parece transcurrir a veces lento y otras rápido, como los dos días que tuvieron que esperar antes de saber la respuesta de los Guardianes, quienes no sólo accedieron a su propuesta sino también se encargaron de localizar todas y cada una de las sedes que el antiguo Concilio se ocupara de ocultar por todo el mundo, pero aun así, la tarea a llevar a cabo no iba a resultar tan fácil, pues ante la amenaza de encontrar Centinelas aun fieles al antiguo Concilio, refugiados en los viejos edificios, convirtiéndose en una más que palpable realidad, y, teniendo en cuenta eso, no quedó más opción que dividirse y comenzar con todo.

Así, los días se convirtieron más pronto de lo que Yoru esperaba, en semanas, semanas compuestas por días durante los cuales el infierno pareció desatarse dentro y fuera de él, todo por descubrir la cada vez más larga lista de crímenes cometidos por su padre, y si antes sentía guardarle ya un gran rencor, en el presente no podía más que tratar con todas sus fuerzas por no odiarlo, aun cuando fuese un monstruo, odiarlo sólo lo haría sentir igual a él.

Pero cada vez era más difícil, sobre todo al ver las condiciones inhumanas en las cuales cientos de personas se hallaban al estar encerrados en los calabozos subterráneos ocultos bajo cada edificio perteneciente al antiguo Concilio, a veces era ya demasiado tarde, y se sentía tan impotente, tan miserable y también, culpable, como si tuviese que cargar con la culpa generada por ser el hijo de ese hombre.

A veces simplemente deseaba cerrar los ojos, dormir y no abrirlos más, pero los recuerdos convertidos en pesadillas parecían simplemente no darle tregua alguna, había noches en las cuales podía escuchar los gritos de todos esos inocentes, recriminándole, pidiendo auxilio desesperadamente, suplicando; entonces despertaba en medio de la oscuridad, con la respiración agitada y cortada, casi sintiéndose paranoico, observado, pero luego, con el pasar de los minutos se daba cuenta de que estaba solo, que no eran más que pesadillas, y ante el pensamiento de volver a vivirlas, no le quedaba más que ponerse de pie y revisar caso por caso, hasta que el alba o el sueño, de nuevo llegaran.

¿Cuánto más faltaría? No podía evitar preguntarse, mucho menos cuando como en el presente, una vez más se hallaba bajando las escaleras ocultas que lo conducirían con seguridad hacia un nuevo calabozo, seguramente igual a los demás: repleto de personas inocentes esperando que alguien las ayudara, que alguien las salvara.

Más todo eso se fue al olvido apenas alcanzar el pasillo que se encontraba en medio de las dos largas hileras de celdas, pues solo el silencio y la presencia de la muerte le dieron la bienvenida. Sintió su mano temblar, y por un momento, la pequeña llama que había creado en ella, para iluminar su camino, casi se apaga; respirando hondo y cerrando los ojos por unos instantes, comenzó a recorrer el pasillo, siendo recibido únicamente por cuerpos sin vida, algunos ya en un avanzado estado de descomposición, haciéndole pensar que las pesadillas ya jamás se irían, que jamás podría sacar de su mente las imágenes de todos esos cuerpos sin vida, mujeres, niños, incluso ancianos, todos ahí encerrados, abandonados sin escapatoria alguna.

Al llegar al final del tramo, tuvo que apoyarse por unos momentos contra la pared, respirando hondo, inhalando y exhalando una y otra vez, negando suavemente con la cabeza, sintiéndose impotente, vacío, culpable, y… y entonces sus pensamientos se vieron cortados cuando sin querer su mirada se encontró con otra, unos vacíos y apagados orbes azules apenas lo observaban, fue solo un momento, porque después lentamente se cerraron, como si no fueran a abrirse ya nunca más.

Con el aliento casi cortado, se apresuró hacia la reja de la celda, tirando con todas sus fuerzas hasta lograr hacerla ceder, de inmediato se acercó al cuerpo en el frío piso, su corazón latía apresuradamente, sintiendo el tacto de la piel helada bajo sus manos, pero aunque demasiado débil, consiguió hallar un pulso.

Ni siquiera se detuvo a pensarlo una vez más, tomándolo en brazos se apresuró a correr todo el camino de vuelta, en busca de los Guardianes que lo acompañaban, y mientras corría, concentrado en el débil pulso, en el mismo instante en que su mirada dio con la figura del Guardián del Trueno, Leo Laine Mazahua, lo sintió apagarse, detenerse al completo.

No estaba del todo seguro pero su primer instinto fue gritar por auxilio, el Guardián se volvió hacia él al instante, corriendo a pasos apresurados mientras se retiraba los guantes que llevaba en las manos.

-“¡Ponlo en el piso!”- la orden llegó fuerte, clara y al mismo tiempo con un tono de alarma imposible de ignorar, y Yoru obedeció, dejando el desconocido cuerpo sobre la fría superficie, se apartó a una seña de Leo, observando casi con terror la forma en que el Guardián usaba sus manos y su poder para improvisar una corriente eléctrica como si fuese un máquina de electroshock, una vez, dos veces, tres, antes de inclinarse y respirar profundo.

Sus miradas se encontraron mientras el sonido de la sirena de una ambulancia se dejaba escuchar, probablemente algún otro de los Guardianes había llamado al personal médico que aguardaba por ellos en el exterior del edificio.

Casi sin aliento los contempló entrar, levantar con sumo cuidado el cuerpo pequeño y delgado y colocarlo sobre una camilla antes de emprender una carrera hacia la salida, trabajando aprisa antes de finalmente alcanzar a ver la luz del exterior.

Sin saber por qué, no dudó ni un segundo en abordar también la ambulancia, siendo apenas consciente del ruido de las portezuelas cerrándose, rogando en silencio porque esa persona sobreviviera, porque resistiera un poco más, solo un poco más…

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Primero los segundos se habían vuelto minutos, luego horas, después días, semanas, meses y, finalmente, años, pero no importaba, no cuando no tenía noción alguna del tiempo; su mente, apenas consciente, no conseguía recordar la última vez que alguien había entrado al calabozo, mucho menos conseguía recordar la última vez que había visto la luz… ¿Luz? ¿Qué era eso? ¿Dónde estaba? ¿Por qué…?

Mantenerse consciente cada vez se volvía una tarea aún más difícil y Ossiris no lograba comprender el por qué lo hacía, por qué se esforzaba por permanecer despierto aun a sabiendas de que el estado en el que se encontrara no cambiaría nada, por eso, soltando un apenas perceptible suspiro, cerró los ojos, agotado, sintiendo por fin tocar el límite de su resistencia.

Entonces escuchó pasos, pero los párpados ya le pesaban demasiado y pensó que probablemente se tratara de un invento de su mente, más los pasos cada vez se escuchaban más y más cercanos, pero seguía sin poder abrir los ojos, ya no había caso, tal vez era mejor así, tal vez rendirse incluso en eso era lo mejor, estaba tan cansado ya, que respirar se tornaba realmente difícil mientras su consciencia se hundía más y más en la oscuridad, tanto que apenas consiguió escuchar el momento en que alguien abría la reja de su prisión.

Alguien lo tocaba, y deseó tanto que no fuera así, era mejor estar solo, no sentir ya nada, olvidarlo todo, igual que había olvidado cómo era antes de que lo encerraran ahí; dormir y no despertar más, ¿Qué tan complicado sería? Ojalá que no mucho, porque ya no tenía aliento alguno para seguir, ni siquiera intentó moverse al sentir que aquel que antes lo tocaba, fuera quien fuera, lo levantaba del frío suelo, sosteniéndolo firmemente, haciéndolo sentir su calor, pero estaba tan cansado y adolorido, que ya no le veía sentido alguno, todo por fin estaba por terminar, dormir para siempre no debía ser tan malo, tal vez ya no habrían más pesadillas, solo ese abismo negro que cada vez lo atrapaba más y más, ¿Para qué seguir cuando no había nada para él? ¿Para qué?

Si dormía todo estaría bien, si, muy bien, el sueño eterno le traería aquella paz que durante los años de su encierro, tanto había anhelado, por eso, decidió no intentarlo más, era mejor tan solo entregarse al frío, al vacío, de esa forma ya no dolería más, ya no más… el cansancio, el dolor y el miedo por fin se irían, si, por fin, incluso su corazón pareció abrazar aquel anhelo, lo recibió con todo el alivio que pudo, y con un último latido, se dejó ir... por fin…

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Notas finales:

Eso es todo por el día de hoy, dudas, comentarios, todo es en extremo bien recibido y agradecido nwn

Les agradezco enormemente el llegar hasta acá y bueno, les dejaré la Galería de Imágenes actualizada nwn

http://s753.photobucket.com/user/Hanna_Darko/library/Susurros%20En%20El%20Silencio?sort=6&page=1

También, mis más sinceras y enormes gracias a: Princess Natsu, Princesa Tsunade, Artemis, Tsubaki-chan y Mar (Bienvenid@).

Tengo sueño así que por ahora, eso es todo, espero que el capítulo les haya gustado y también, estaré ansiosamente inquieta deseando leer sus reviews, de nuevo gracias y hasta pronto, que tengan una excelente semana, cuídense mucho y éxito en todo lo que hagan nwn

Au Revoir~~~~~


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