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Rumores por RedGlassesGirl

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Rumores – Epílogo
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Lo que en un principio había sido un bote pesquero de madera bastante humilde, se había convertido en un barco de metal el doble de grande. La cabina nueva tenía los vidrios relucientes y el corredor era lo suficientemente amplio para incluir algunas mesas y sillas.

Las redes de pesca hoy estaban solo de decoración. El capitán aceleró la marcha y salieron a mar abierto con el viento de frente. Sus cabellos negros revolotearon.

—Owww, mira Wolf, ¡las gaviotas están volando muy cerca!

—Oh dios, porque va tan rápido. —Apenas le dirigio la mirada a las aves y se cubrió la boca con la mano.

—¡No vomites! ¡Si quieres subir al barco no vomites, si no quieres vomitar no subas al barco! —le dijo y frotó con fuerza su espalda.

—¿Está todo bien, Yuuri? —preguntó Conrart que se acercaba caminando desde la cabina. Tenía puesta la gorra blanca con un ancla metálica de adorno que había visto colgada en la pared adentro. Le quedaba perfecta, imaginó que necesitaba todo un traje blanco a juego.

—See. Wolf está mareado como siempre. —miró a Wolfram, estaba pálido y transpirado—. Te sentirás mejor cuando pare.

—¡Hee, su majestad, excelencias! —Ernest se acercó con varias cañas de pescar bajo el brazo, una valija cuadrada en una mano, saludando con la palma en alto. Su sonrisa alegre y avejentada cambió a una expresión más preocupada al ver al chico inclinado sobre la borda. —Oh, ¿el mar está siendo duro de nuevo con su excelencia?

Conrad sonrió y se llevó una mano a la boca. —Toda su vida ha tenido problemas con las embarcaciones.

—Supongo que no es para nada divertido tener ese problema, es algo vergonzoso. —dijo a modo de apreciación general.

Wolfram se irguió recto y lo miró a los ojos. —Pero que dices, yo siempre he vomitado con dignidad.

—Bweahahahaha —rio Ernest—, un hombre es un hombre después de todo —Adoraba a Wolfram de una manera un tanto extraña.

No pudo evitar hacer una mueca de disgusto. —No sé si eso es algo por lo cual sentirte orgulloso. Pero te ves un poco mejor ahora.

—Por supuesto que me siento mejor —le dijo y se pasó la mano por el cabello. Como le gustaba ese gesto. Se inclinó hacia adelante para besarlo y él le sonrió y se inclinó un poco para acercar su rostro. El barco chocó con una ola. —¡Bwehgh! —Se tapó la boca con la mano y se abalanzó contra la barandilla, él se quedó de piedra y escucho el ruido.

—¡No volveré a besarte en todo el día! —le gritó y le frotó la espalda con furia. El barco se meció más fuerte al chocar contra otra ola. —Oh, hombre, qué asco… como te estoy odiando —le dijo siendo poco serio.

—¡Su majestaaaaaad!

Volteó e hizo una mueca de sorpresa y disgusto ante la visión que tenía en frente. Günter venia corriendo emocionado saludando con una mano y agitando el puño de forma delicada a ritmo con el trote. Tenía puesto un marinero de colegiala. Le costó hilar en su cerebro sus pensamientos para recordar que eso era el equivalente a un pirata en este mundo. No comprendía como lograba ser tan perturbador un hombre tan hermoso como ese. Conrart se estaba riendo ante su expresión de disgusto.

—¿Majestad donde estaba? —le reclamó su tutor y le tomó las manos alejándolo de Wolfram. —¡Lo he estado buscando por todo el barco! La princesa lo está esperando, no podemos empezar la pesca si no se presenta.

—¿Dónde está Greta, hace bastante que no la veo?

Conrart se llevó la mano a la barbilla. —Estaba con Anissina durante la mañana cuando salimos del puerto. Pero luego de que se terminara de instalar el motor nuevo dijo algo acerca de revisar alguna cosa en el casco del barco y Greta se fue con ella.

No sabía porque, pero tenía un mal presentimiento sobre eso.

—Ciertamente estamos yendo bastante rápido, el nuevo motor parece muy eficiente —dijo Günter.

—Mmmhh, creo que debería invertir en comprar uno para el carguero, ¿he? —dijo Ernest frotándose la barbilla contemplando la idea. —Después de todo ahora soy un hombre cuasi rico, bweheheheha.

Yuuri se apenó un poco. Se alegraba por la felicidad de los ganadores del Espe-Ac, especialmente de Ernest, pero que el destino de su vida sexual haya definido la ganancia económica de muchas personas era bastante incómodo. Günter se tapó la nariz con las dos manos, estaba murmurando algo que no quiso oír, ese era el momento para comenzar a ignorarlo completamente.

—No sé si es buena idea lo del motor, tal vez deberías esperar a que lo prueben algunas veces primero…

Ernest lo miro sin entender. —¿Por qué lo dice su majestad?

—Ya te dije que pueden llamarme Yuuri. Mi único requisito especial es que me llamen Mitsuemon en el bar.

—Yuuri —le llamo Conrart—, creo que es hora de ir yendo.

—Oh, sí. Tienes razón. Wolf, tu puedes esperar aquí, ¿o quieres venir ahora?

—No lo sé, creo que iré luego —le dijo aferrado a la baranda.

—Günter, ¿puedes quedarte con él un rato? Iré a ver a Greta y volveré a buscarlos enseguida, creo que deberíamos parar pronto.

—Por supuesto —se recompuso el hombre apenas escucho su pedido—. Pero aún faltan bastante camino para el arrecife.

—¿Tanto? —se decepcionó, pero tenía razón, hacía poco habían salido a alta mar.

Decidió que igualmente iría a ver a Greta primero, le dio un último vistazo a Wolfram y se quedó tranquilo de que no estuviera solo. Miró a Conrart y cuando avanzaron unos pasos alguien se asomó de la cabina. Era el capitán del barco, Arnet, vestido a la moda de un marinero de su mundo con una camiseta ajustada y pañuelo al cuello.

—¡¿Cómo va todo?! —alzo la voz desde la plataforma de arriba.

—¡Bien! —respondió contento.

Josak apareció detrás de él. —¡Por favor no desfallezca aun excelencia, nos falta un gran trecho a gran velocidad! ¡La pintura de Sassy está recién hecha!

Sassy era el nombre de este barco.

—¡¿Cuánto tiempo queda de viaje?! —le preguntó Conrart a Josak.

Ellos cruzaron algunas palabras allá arriba y volvieron a mirar hacia abajo.

—¡Al menos una hora, tal vez un poco más!

—Ughh, ¿una hora? —se quejó Wolfram.

—¡¿Majestad no quiere algo de medicina para su esposo?! —preguntó Arnet.

—¡¿Tienen medicina?!

—¡Si, tenemos!

Arnet entro a la cabina y Josak les dio la espalda.

—No creo que la medicina ayude de mucho, nunca me hace efecto.

—Pero con una hora de viaje es mejor que la tomes. Ya sé que no te gustan los remedios, pero no puedes estar todo el día sufriendo.

Wolfram le esquivo la mirada, era muy infantil a veces. Josak bajó por la escalera y le entrego un pastillero a Günter mientras Conrart iba a conseguir un vaso de agua. Miró hacia el mar, el agua saltaba llena de espuma mientras el barco avanzaba con fuerza. Wolfram se tomó la medicina e intentó mejorar su aspecto parándose recto y apoyando las manos en vez de los codos sobre la barandilla. Parecía que iba a estar bien, así que miro a Conrart de nuevo y él comprendió que quería que lo acompañara a ir a buscar a Greta.

Cuando estaba por dar un paso, el barco se estremeció como si hubiera chocado contra algo. Se asustó y abrió la boca para gritar, pero algo cambio en las fuerzas del movimiento y se sintió suspendido en el aire. Luego el barco salió disparado a pique, cortando el agua sin encontrar resistencia alguna y tomando una velocidad de cero a ciento cincuenta en cuestión de un segundo. Cayó al piso y se agarró de lo que tenía a mano, quedo enganchado a la pierna de Wolfram mientras él se sostenía como si no hubiera mañana de los tubos de metal de la barandilla.

Vio a Conrart golpearse contra una de las paredes y sentarse en el piso para no salir volando. Pero Günter no tenía nada de dónde agarrarse, al caer de espaldas dio una vuelta hacia atrás ofreciéndole una vista debajo de su pollera que mejor olvidaría al instante. Ernest estaba recostado en el piso, agarrado al pasamano de la escalera. Confiaba en que la fuerza de sus brazos podría mantenerlo a salvo.

Miró hacia arriba asustado, el paisaje eran solo líneas de colores sin sentido. El vientó golpeaba contra su rostro y dolía. Wolfram gritó y no pudo escucharlo, entendió luego de un rato que había dicho que no podía sostenerse más. Se asustó, pero vio a Josak recomponerse un poco y acercarse, los sostuvo a ambos agarrado con fuerza a la baranda. Miró hacia el piso de arriba, Arnet estaba bien, veía su espalda aplastada contra los barrotes del barandal por la fuerza de la velocidad.

De repente el barco aminoró la marcha y sintió que la estabilidad volvía a su cuerpo. No sabía que había pasado y se sostenía como un gato asustado a la que tenía bajo las manos, aunque ahora ya estaban completamente detenidos. El barco se mecía un poco muy suavemente.

—¡La reducción del tiempo de viaje ha sido de una hora a 2.37 minutos! ¡Es un éxito!

—¿Solo 2.37 minutos ha durado este infierno? —gimió Wolfram.

—Pues yo me he sentido como en la academia al hacer flexiones de brazos de una hora media de duración —dijo Josak estirando los músculos y haciendo una mueca de dolor al tocar su hombro.

—Pensé que iba a morir —se quejó y miró a lo lejos. —¿Günter, estas bien?

El consejero era una mata de pelos violeta despeinados. Gimió y se quedó dónde estaba levantando una mano. Conrart se veía bien, al igual que Ernest, pero claramente no había sido un momento placentero.

—¡Greta! —recordó y entro en pánico. —Anissina, ¡¿donde esta Greta?!

La mujer de cabellos rojo fuego lo miró incrédula.

—En el asiento de seguridad por supuesto.

Wolfram y él se desinflaron al mismo tiempo. Por un momento había imaginado cosas horribles en el mar a la deriva.

—¡Anissina! —se escuchó un grito lejano. —¡¿Qué demonios es lo que has hecho esta vez?!

La voz no parecía estar acercándose y sonaba forzada. Hubo un silencio y nadie pudo verlo. Anissina se cruzó de brazos y esperó algo.

—¡¿Po-podría alguien venir a ayudarme?!

Sentado sobre su trasero miró hacia el otro lado del barco, había dos manos del lado de afuera de la barandilla agarradas a un caño.

—¡Gwendal se está cayendo del barco! —grito alarmado. —¡Hombre al agua! ¡Hombre al agua!

—¡Yuuri, eso es para cuando ya está en el agua! —le reprochó Wolfram a gatas en el piso.

Conrart parecía calmado, pero no pudo avanzar un paso. Josak estaba en la misma situación, de pie pero sin equilibrio. Los dos viejos marineros se levantaron, pero la ráfaga de cabello rojo fue más rápida que ellos, y con pasos largos para su estatura, la mujer se abalanzó sobre el borde. Todos dudaron por un momento que fuera de alguna ayuda, pero ella se dobló como si nada trabando las botas en el metal y de un solo tirón levantó medio cuerpo del hombre hasta arriba. Él se aferró al borde con una pierna, se veía agitado.

—¿Qué es eso? —preguntó al verlo frunciendo el ceño. —No le pega.

Gwendal tenía un gorro de pescador grande y ondulado en los bordes, sostenido a su barbilla por un cordel. Incluso llevaba los anzuelos clavados encima. Tampoco combinaba su aspecto con esos pantalones cortos a media pantorrilla. Cayó del lado de adentro sobre pies y manos delante de la inventora.

—Es por esto que te dije que tendrías que haber ido con la princesa en vez de quedarte afuera.

—¡¿Cómo podría… —tomo aire—, ¡¿Cómo podría haber sabido de que se trataba de algo asi?!

—¡Anissina! —Greta apareció con una enorme sonrisa en su rostro.

Llevaba el cabello largo castaño y ondulado atado en un moño a la altura de la coronilla. Y un conjunto de camiseta sin mangas abotonada al frente con pantalones cortos igual al de la científica, pero en otros colores. Un estirón más y ya tendría su misma altura, y sería aún más aterrador.

—¡Ha sido fantástico! ¡Impresionante! —gritó emocionada, Anissina sonrió con simpatía y orgullo—. ¡Hagámoslo de nuevo!

—Por el amor de dios, no —gimió Gwendal. Wolfram gruño de forma demasiado similar a la de su hermano.

—¿Dónde estamos? —preguntó Günter, su cabello era desastroso pero se había recompuesto un poco.

—¡Es el arrecife! —gritó Arnet desde la plataforma.

Greta se apresuró a la proa y él salió corriendo para perseguirla. Miraron por la barandilla, el agua era cristalina y calma. Podía verse las siluetas de colores en el fondo, los distintos corales eran hermosos. A varios metros por delante podía verse la isla más cercana.

—Wooaa —exclamo la adolescente.

—¿Es hermoso verdad? —le sonrió.

Ello lo tomó por el brazo contenta y él la sostuvo para que se arrimara más sobre la varadilla. —¡Puedo ver los peces de colores! ¿Papá, podemos nadar?

—No lo sé, ¿se puede nadar aquí? —le pregunto a Conrart que llego a su lado.

—Sí, no hay problema.

Wolfram se sentó pesadamente en una reposera, Gwendal asumió una pose similar frente a él en la de al lado. Había cuatro reposeras más colocadas cerca de la proa mirando hacia el mar.

Anissina se acercó a ellos y despreocupadamente le untó crema en las mejillas a la princesa mientras sostenía un neceser en la otra mano.

—Ha sido bastante conveniente utilizar el modo turbo. Hemos ganado una hora extra para disfrutar del día. —Se tapó el sol con la mano y miró el cielo. —El sol es fuerte. Majestad, haga el favor de cuidar su piel.

Tomó el tubo de crema de las manos de la mujer y las dejo conversar. Realmente hacía calor y el sol era fuerte, lo sintió sobre su piel. Sacó la gorra que tenía enganchada en el cinto y se la puso. Se sentó en la reposera donde estaba recostado Wolfram, miró a Gwendal en “modo vacaciones”.

—Las cañas de pescar se han caído por la borda —le dijo el mazoku. Su cabello suelto le molestaba sobre el rostro, lo hizo a un lado y movió los dedos por costumbre como si lo atara, pero había perdido la cinta.

—Es raro verte con el cabello suelto —le dijo y los ojos del hombre se le clavaron con una expresión apacible pero imposible de leer—. Es bueno verte más relajado.

Le sonrió ampliamente mostrando los dientes y Gwendal formo una sonrisa y cerró los ojos. Se recostó, su reposera estaba en posición más vertical que la de ellos. Günter acomodó un bolso en la reposera que seguía y le sonrió amablemente cuando vio que le observaba, luego siguió acomodando sus cosas. Se distrajo cuando Wolfram se apoyó contra su espalda, se inclinó un poco para verlo sobre el hombro.

—¿Te sientes mejor ahora que paramos?

—Si —le respondió con voz cansada. Su mano rodeo su cintura y escondió la cara contra su cuerpo en posición de dormir. Estaba bien si descansaba un rato, podría despertarlo en media hora cuando decidieran que hacer. Acaricio sus dedos y sintió el tacto del anillo que llevaba puesto.

—Yuuri —le llamo Conrart, al verlo él le sonrió como siempre.

—¿Mmm?

El hombre miró a su hermano. —¿Wolfram va a dormir ahora? —le preguntó curioso.

—Sí, dejémoslo un rato. No la pasa bien cuando el barco está en marcha, pero seguro querrá venir con nosotros cuando se sienta mejor. Con la medicina y algo de sueño estará bien.

Conrart asintió estando de acuerdo. Anissina camino con tranquilidad y se sentó haciéndose lugar al lado de las piernas de Gwendal. Acomodó el pequeño bolso de mano en la reposera y colocó una mano sobre su pierna de forma muy natural. Ese tipo de gestos la hacían ver más cariñosa de lo que solía aparentar.

—No es hora de dormir —le regañó y él solo la miro levantando un poco la visera del gorro. Volteó hacia él y Conrart. —Greta ha ido a cambiarse, todos vamos a nadar más tarde.

Siempre que Anissina hablaba, sus palabras sonaban a órdenes que no podían refutarse. Ya que no tenían más las cañas de pescar, podrían cambiar los planes de un día de pesca a un día de buceo. No le extrañaría que la inventora ya tuviera algo preparado para eso. Wolfram se giró y se apoyó más contra su espalda, vio sus pantorrillas blancas desnudas, llevaba pantalones cortos. Recordó que tenía que decirle que se ponga protector solar cuanto antes.

Una sombra enorme los tapó a todos. Arnet tenía una sombrilla abierta en la mano y Ernest dos más bajo sus enormes brazos.

—¿Quién quiere comer algo? ¿he? —preguntó el mayor de los dos marineros con una sonrisa.

Josak se acercó cargando una mesa pequeña de las que se habían caído, el resto aun no las habían levantado. Era un milagro que no hubieran perdido demasiados muebles en el camino. La colocó detrás de sus reposeras y acomodaron las tres sombrillas. Günter dispuso la vajilla sobre la mesa con su típico cuidado por el detalle. Greta volvió con una maya enteriza y unos pantaloncitos cortos, en sandalias.

El almuerzo era ligero pero abundante. Despertó a Wolfram y él solo tomo el jugo y apenas probó la comida. Decidieron reservar una parte en el canasto para más tarde. Saboreó un sándwich de fruta y tomó un sorbo de jugo de naranja. Recordó algo que con todo el jaleo del viaje había olvidado por completo.

—¡Oh, mierda, la cámara!

—Yuuri —dijo Wolfram con esa voz que usaba para regañarlo, no lo había mirado, pero recordaba los ojos severos que ponía en esos momentos. Normalmente se hubiera disculpado por su mala forma de hablar, pero estaba más preocupado por el equipo.

Se levantó rápidamente y buscó su mochila sobre la reposera de Günter. Revolvió dentro y sacó el aparato. Comenzó a inspeccionarlo para ver si se había golpeado, era la primera vez que compraba algo tan caro y querría morirse si ya se había arruinado.

—¿Está todo bien, chico? —preguntó Ernest, olvidando su título por un momento. No se corrigió, y a él no le importaba.

Suspiró. —Creo que no se ha roto, pero voy a probarla para estar seguro.

La llevó a la mesa y la apoyó encima mientras se sentaba.

—¿Qué es este artefacto? —preguntó Anissina con interés.

—Una cámara relfex. Es para tomar fotografías, es como la compacta que han visto antes, pero esta es semi profesional.

—¿Le interesa la fotografía? —preguntó Conrart, quien era el que podía hablar con más soltura sobre cosas de la Tierra.

—No. En realidad, no sé porque la he comprado —se rasco la mejilla—, fue un impulso. Pensé que sería lindo tener fotos mejores, incluso podría imprimir algunas para enmarcarlas en grande.

Se ruborizó un poco al ver la mirada que le daba Wolfram, sentía calorcito en el pecho cuando ponía esa expresión tan dulce. Tomó de nuevo el aparato y lo encendió, Conrart se levantó para dejarle amablemente el asiento a Anissina y Greta se paró detrás de él con la barbilla sobre su hombro. Levantó la vista y sonrió al notar el interés de todo el mundo por la novedad.

—¿Quieren ver cómo funciona? —preguntó retóricamente y la acercó más al centro de la mesa donde todos pudieran ver. —Esta es la pantalla, tiene muchísimas opciones que aún no se usar, no he leído el manual.

—¿No puedes sacar fotos? ¿No sabes cómo funciona? —preguntó algo decepcionada Greta.

—Tienen un modo automático. Aunque la idea de este tipo de cámaras es saber programarlas dependiendo de cada foto.

—Pero ¿puedes sacar fotos? —repitió su hija.

—Sí, podemos —se rio y tomó su cabeza con la mano apretándola contra su mejilla. Ella le dio un beso.

Miro a Anissina y le extendió la cámara ofreciéndosela con confianza. —¿Quieres verla?

—Gracias su majestad —respondió con sus modales correctos de siempre. Era linda cuando estaba tranquila. Gwendal, que estaba sentado en la silla de al lado, corrió un mechón de cabello de su cara y lo colocó detrás de su oreja. Ella lo miró a los ojos con su expresión seria de siempre y luego sonrió de una manera especial.

Mientras dejaba que ella revisara la cámara vio que Günter se acercaba a conversar con ellos.

—¿Podemos tomar una foto? —le preguntó Greta alegre, parándose entre Wolfram y él.

Se volteó un poco para no darle la espalda a su tutor, incluyéndolo en el circulo.

—¿Ahora?

Greta se sentó sobre la rodilla de Wolfram y él la sostuvo.

—Creo que es un día hermoso para una fotografía —dijo solemne Günter. —Votaré a favor de la idea de la princesa.

La miró y sonrió mientras ella tiraba la cabeza hacia atrás para apoyarse contra él. Su hija gustaba de abusar del cariño de todos. El hombre le acomodó el cabello con gracia.

—Va a caerse, compórtese como una señorita —le dijo con calma y la enderezó.

—Podemos tomar la fotografía antes de ir a nadar —dijo Wolfram, dando a entender que él no tomaría el almuerzo ahora, aunque la sobremesa hubiera durado un rato. —No quiero salir en traje de baño.

—Es solo un traje de baño, no estás desnudo —lo molestó.

—Adhiero con Wolfram, no es particularmente decente —dijo Günter, con su traje de colegiala aun puesto.

—Pero no te importa salir con eso —murmuró bajito.

—¿Qué ha dicho su majestad? No lo he escuchado —le dijo sin ironía en su tono de voz.

—No es nada. —Se levantó y acomodó la silla. —Anissina, tendrás que dejarla por el momento, vamos a tomar una fotografía. Si prometes no desarmarla, puedes tenerla el tiempo que quieras luego.

—Seria particularmente interesante ver el interior —le dijo cuándo se la devolvía. Tenía la sospecha de que pronto encontraría a la venta aparatos similares en su tienda.

—¡Oigan! —le grito a Josak, Ernest y Arnet que preparaban un bote para bajar al mar a varios metros. —Vamos a tomar una fotografía, ¡vengan!

—¿Qué es una foto-fia? —pregunto Arnet a Josak cuando estaban cerca de ellos.

—Ustedes dos son nuevos en esto —les dijo Yuuri a los dos mayores. —Y Josak no estaba la anterior vez que lo hicimos.

—El joven amo siempre deja de lado al pobre Gurrier-chan —dijo Josak exagerando una mueca de pena y juntando las manos.

—Bueno, hoy es el día. Tendrás tu foto. —Caminó unos metros, miro alrededor y se puso a pensar. —¿Cuál sería el mejor fondo…? A ver, los cuatro más altos párense allí contra la baranda. Así saldrá la isla y el cielo de fondo.

Josak, Günter, Albert y Arnet se pararon allí.

—¿Aquí está bien su majestad? —preguntó Günter algo emocionado.

—Sepárense un poco. Gwendal por favor ve delante de Ernest y Arnet, y parate en el medio. Que Anissina se pare frente a ti. Conrart, tú con Günter. Wolfram y Greta en el medio de todo.

Con cada uno en su lugar, encendió la cámara y los encuadro en la pantalla. Sacó una.

—Noo, ¿porque estas sacando? —se quejó Greta. —¿No vas a salir? ¿No podemos salir todos?

Los dos marineros miraron confundidos, Ernest estaba por hacerse a un lado. —No, no, no. Quédense ahí. Solo quiero sacar algunas y veremos que hacer luego.

—Yuuri, deme la cámara, yo tomare una para que pueda salir con todos. —Conrart intentó acercarse.

—Quieto ahí —ordenó y él se detuvo, Conrart sonrió mostrando los dientes. —Tú te quedas ahí. Wolfram, tú también, antes de que vengas. Todos se quedan ahí.

Se colgó la cámara al cuello y la apagó un momento. Trajo una mesilla que estaba caída cerca, negándose a que Josak le ayudaran e insistiendo en que todos se quedaran quietos. Buscó rápidamente en la mochila el disparador remoto.

—Bueno, estaba preparado para esto —dijo orgulloso de ello—. Puedo sacar también a distancia.

Apoyó la cámara en la mesa y puso la gorra debajo para ajustar el ángulo. Cuando estaba en el lugar indicado, fue a ocupar su lugar en el grupo. Se paró junto a Wolfram y acomodó a Greta delante de ellos.

—Bien, ¿ya practicaron su pose? Sonrían. —apretó el botón y sacó la foto.
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Días después hizo un corto viaje a la Tierra para conseguir varias copias impresas.

En la fotografía salían Arnet y Ernest compitiendo en músculos contra Josak con los brazos en alto. Günter y Conrart contrastaban con ellos como la dupla apacible de un apuesto alumno y su hermoso maestro. Anissina resaltaba con su belleza, aunque se había quejado de que se veía bajita al lado de Gwendal. Pese a la diferencia de altura, él se veía cómodo sosteniéndola por la cintura. Wolfram miraba al frente sonriendo en esta foto, pero tenía otra versión de fondo de pantalla en su computadora que le gustaba porque había salido mirándolo de reojo. Estaba apoyado contra él con una mano en el hombro de Greta y la de ella sobre la suya. Él sostenía la otra mano de su hija en el aire y ambos miraban al frente con una gran sonrisa mostrando los dientes.

Su familia de Shin Makoku era perfecta.

Colocaron una copia enmarcada en su habitación. Un marco pequeño a su lado tenía una hermosa fotografía de Cecilie que había tomado hace un tiempo. Había otra de ella con Stefan saludando desde un crucero, la había pasado a blanco y negro porque le recordaba a la escena de una película. Junto a todas esas, había una última fotografía que fue tomada en Japón. En ella salían su madre, su padre, Shouri, Murata y él en el parque, todos sentados en un picnic bajo los árboles de cerezos.

La próxima vez compraría un marco más grande donde entraran todos.
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Fin.


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