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Rumores por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

(N/A: nota del autor)

[1], [2], etc. Notas al pie.

 

Pareja: Yuuram.

Advertencias: Lemon, +18, sexo explícito.

Rumores – Capítulo 2
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Había terminado de leer su novela, era un volumen bastante grande y tuvo que tomarlo con calma luego de las contracturas de hace unos días. Volvía adentro del castillo por uno de los corredores cuando vio una silueta agachada espiando hacia el patio entre los pilares de la barandilla de mármol. Tenía una capucha color terracota que le llegaba hasta medio cuerpo, no podía ver su rostro pero sabía que no se había percatado de su presencia. Camino con sigilo, cuidando que sus botas no hagan ruido, y se acercó. Se puso en cuclillas despacio y su boca a la altura de su oreja. Pensó un momento las palabras exactas.

Tomó su brazo por el codo con fuerza y le dijo fuerte y claro, con la voz firme que usaba para dar órdenes a sus soldados: —No escaparás a ningún lado hoy.

Yuuri pegó un salto y cayó de lado. Cuando se apresuró a sacarse de encima los dedos que lo sostenía le agarro la mano con fuerza, en ese momento salió del pánico y lo reconoció.

—¡Me has dado un susto de muerte! —le gritó enojado y aliviado a la vez, se puso una mano en el pecho y tomo aire—. Oh dios, mi corazón late muy fuerte.

—De que te asustas tanto, aquí no hay asesinos ni nadie que pueda hacerte daño, estamos dentro del castillo. —Sonrió, había querido asustarlo pero no era para tanto.

—¡Lo sé! Pero me sorprendiste mucho. Podría haber sido cualquier cosa, incluso pensé en algo horrible como un monstruo o un fantasma.

—Ya no hay monstruos en el castillo. Y ya estás grande para tenerle miedo a las historias de miedo.

—¡Tú le tienes miedo a los bichos! Y también te dan escalofríos las historias de Anissina.

—Los bichos me dan asco, y todos le tienen escalofríos con las historias de Anissina.

Yuuri entrecerró un poco los ojos, solo bastaba que los rasgara un poco para volverlos dos líneas negras. —Conrad me dijo que siempre llorabas si te contaban historias de miedo antes de dormir y no ibas al baño solo.

—¡Tenia 30 años! ¡Era totalmente normal! —al quejarse apretó su mano y notó que aun sostenía la de Yuuri. Estaba por soltarle pero él apretó su manó también. Se comportaba con naturalidad y lo miraba a los ojos, aprovecho para quedarse de ese modo.

—Oye, te estaba buscando —le dijo Yuuri recordando algo—. No te levantes, no podemos dejar que nadie nos vea.

Yuuri se puso en cuclillas de nuevo y lo soltó para poner una mano en su hombro. Volvió a espiar por la barandilla, el seto al otro lado tenía un agujero.

—¿Que estas mirando?

—La puerta Norte, allí.

Wolfram ya sabía de qué iba todo eso. —¿No estarás planeando escapar al pueblo de nuevo verdad? Te he encontrado in fraganti, no iras a ninguna parte.

Yuuri lo miró fingiendo inocencia. —Pero me aburro. Y no es como si alguna vez me ha pasado algo, y ya sabes que voy siempre. Además, le avisé a Josak, siempre le digo cuando saldré del castillo. Sus subordinados me vigilarán todo el tiempo.

Josak era un soldado muy confiable, y además la persona más capaz para salir de situaciones de extremo peligro. Era inteligente y extremadamente fuerte, nadie podría dudar que fuera la mejor opción para cuidar del rey junto a sus espías fuera del castillo. Pero no le gustaba, envidiaba no poder ser él su protector y haber tomado el papel de quien lo castiga y tiene que negarse a dejarlo ir con tal de que no corra peligro. Apretó su mano y la aflojó de inmediato al suprimir esas emociones.

—¡Ah! ¡El guardia se ha ido! ¡Ahora! Vamos ahora —dijo Yuuri apresurado y tiró de él llevándolo hacia el patio. Comenzaron a correr.

—¡¿Qué haces?! ¡¿A dónde crees que te vas?!

—¡Vamos al bar! —rió Yuuri y corrió más rápido tirando de su mano. Ya estaban al otro lado de la portezuela. Se detuvieron unos metros más lejos para esconderse detrás de una caseta de vigilancia vacía.

—¿A un bar? —dijo enojado— ¡¿Al lugar donde has estado escapando todo este tiempo es a un bar?!

—Si, por eso te estaba buscando. Hemos tenido suerte, llegaste justo para el cambio de guardias de esta hora, si no hubiéramos tenido que esperar dos horas más y no hubiéramos tenido tanto tiempo para aprovechar allá.

—¿Quieres que vaya contigo? —le pregunto incrédulo.

—Si —le respondió Yuuri también incrédulo—. ¿Qué tiene de malo?

Se puso a pensar un momento. Estaba feliz de que por primera vez le invitara a acompañarlo en uno de sus escapes, lo estaba incluyendo en sus planes y eso era especial. Pero no podía entender por qué lo invitaba justo a él, debería saber que sería quien más quejas tendría al respecto.

—¿Eres tonto? ¿Qué te hace pensar que te voy a dejar ir? Debería arrastrarte de vuelta adentro ahora mismo.

—¡No seas así! —lloriqueó—. No tienes por qué ser siempre tan correcto y estirado. Dale una oportunidad a algo nuevo, ya sé que no te gustan los lugares como esos porque eres un noble, pero solo olvida los rangos por un día.

Ciertamente no le atraía la idea de ir a un bar de pueblo, pero Yuuri era tan simple que estaba convenciéndolo de a poco. Parecía haber notado su duda y comenzaría a insistir.

—Mira, tienes ropas bastante normales hoy, no vas a llamar tanto la atención. Tengo mis lentillas y la capucha, mi apariencia nunca me ha traído problemas. Y la gente que va allí sabe que soy amigo del dueño.

—¿Amigo del dueño?

—Sí, Josak ya sabe que iba a invitarte.

—¿Gurrier? ¿Tiene un bar?

—Sí. Es un tanto extraño, ya sabes los gustos particulares que tiene, pero resulta divertido y he hecho un par de amigos allí.

Amigo con los plebeyos, por favor. Suspiró, se esforzó en recordar que él era sumamente feliz de ese modo.

—No pongas esa cara. No son malos, y no son más peligrosos que mi padre borracho. Incluso me dan los mismos consejos sin sentido. ¿Qué dices, vendrás? Solo dale una oportunidad, “solo por hoy seré un plebeyo”, ¿así lo dirías tu verdad? ¿Era plebeyo la palabra?

Movió un dedo, Yuuri aun sostenía su mano y lo miraba tan contento. Resopló por la nariz.

—Bien —dijo con cansancio—, te acompañaré si tienes tantas ganas de que valla.

—¡Sí! Realmente quería que vinieras. —Esa felicidad lo tomó desprevenido, ¿tanto quería que vaya? No otra persona, no su hermano, si no él.

Tuvo que esforzarse para que su corazón no palpitara más fuerte, se mordió el labio para no sonreír. Se supone que tenía que mantenerse estoico, se supone que él era el guardián que no lo dejaba salir, no quien lo acompañara contento cual compinche de travesuras. Su mayor problema siempre fue no controlar sus emociones, pero Yuuri fue su reto más grande al ser tan complicado de tratar y había comenzado a lograrlo. Él soltó su mano y su calor se fue con ella. Comenzaron a bajar caminando por la colina al no ver a nadie cerca.

—¿Crees que necesitarás una capucha? Tu cabello es muy bonito y siempre estás bien peinado, aunque eres rubio y eso es más común de ver aquí. Al menos no tienes tu uniforme. A Gwendal siempre lo reconocen por eso, pero él va a todos lados sin importarle y además tiene un cabello muy oscuro que llama la atención. En cambio Conrart a veces pasa desapercibido, pero es demasiado famoso en el pueblo.

—¡¿Gwendal va al bar?! —abrió los ojos como platos, ¿entonces todo el mundo iba ahí menos él?

—Si, a veces. Normalmente Josak tiene que insistirle mucho, pero yo creo que se divierte y no quiere admitirlo. Desde hace un tiempo tiene el puesto número uno en el strip béisbol. A menos que vaya Anissina con él.

Su cara no necesitaba palabras para decir lo que estaba pensando en este momento sobre este descubrimiento.

—Lo sé, lo sé. Ella también va, y lo más extraño, se divierte más que todos nosotros juntos. Realmente disfruta torturar a esos tipos, y no parece que a ellos les moleste, es como una relación simbiótica perfecta… Sumamente escalofriante.

—¿Q-qué tipo de lugar es ese?

—Es solo un bar. Pero le va bien, es muy popular, ya ha ganado la fama de que incluso lo visitan nobles, aunque nunca se dan sus nombres exactos para evitar demasiados rumores. La comida es buena, y no tengo otro lugar donde gastar mi dinero así que prefiero que Josak saque provecho.

—Ciertamente eses el rey que menos ha gastado en toda la historia de Shin Makoku. ¿Y el único dinero lo gastas en un lugar así? ¿Cuánto gastas por noche?

—Unos 30 pesos, tal vez 50 si decido invitar a todos.

—¿Cuánto dinero tienes?

—¿Hoy? Traje unos 100 pesos, tal vez un poco más. Para ti y para mí. No sabía si tenías dinero siempre contigo, supongo que sí, pero no importa. Hoy invito yo, después de todo te he arrastrado conmigo a un lugar que nunca irías.

Él tenía casi 800 en el bolsillo en este momento, y era lo que siempre llevaba por cualquier eventualidad. Yuuri era tan modesto que le hacía sentir incómodo.

—Deja de hacer eso —se quejó Yuuri sin mirarlo.

—¿Qué cosa?

—Fruncir el ceño como Gwendal. Últimamente lo haces muy a menudo. No te queda, tú no puedes ser como él.

Eso había sido rudo, y dolió un poco. No se había percatado que tenía esa expresión tampoco. Se quedó pensando en ello mientras caminaban en silencio. Al voltear Yuuri lo estaba mirando algo molesto.

—¿Qué pasa?

—Nada —le restó importancia, su expresión cambio a una levemente decepcionada y luego volvió a ser natural—. Ya estamos por llegar al pueblo.

—¿Qué tan lejos tenemos que ir?

—Unas cinco o seis cuadras, no estoy seguro. Siempre llego de memoria.

Eso era bastante cerca, siempre tuvo curiosidad de a dónde iba a pasear Yuuri en sus escapadas, pero no solían hablar mucho sobre el tema. Él ya no cuestionaba tanto las cosas que hacía, había aprendido a no presionar todo el tiempo pidiendo explicaciones o indagando sobre cada pequeño detalle de su vida. Como obtuvo muy buenos resultados en relacionarse con él de esa manera, lo había mantenido así. Siempre podía enterarse de algunas cosas preguntando a sus informantes, aunque hacia mucho que no pedía información sobre estas salidas al pueblo, por eso no se había enterado de esto hasta ahora. Tal vez se estaba dejando estar demasiado, no era bueno no estar al tanto de sus movimientos.

El lugar era un negocio normal de doble piso, aunque la parte superior parecía ser una vivienda privada, tenía flores en los canteros y algunos adornos viejos en el balcón. Podría ser la casa de Gurrier, o tal vez solo alquilaba la parte de abajo. Las luces de las lámparas de aceite que colgaban afuera estaban encendidas, ya había penumbra y en cuestión de minutos terminaría de oscurecer. Había un cartel de madera colgante sobre la puerta, era una típica cantina, pero conociendo al dueño no sabía que esperar del interior.

Yuuri se sacó la capucha.

—¿Te has teñido el cabello?

—Sep. Pensé que ya lo habías notado —le dijo extrañado—. Es la tintura que ha hecho Anissina para mí, dura hasta que me lavo la cabeza con el quitacolor-kun. Es más práctico que decolorarlo como hacíamos antes, y no me daña tanto el cabello. Aunque no es que me importe, pero Günter insistió que debía cuidarlo lo más posible.

¿Desde cuándo Yuuri escondía tan bien su cabello? Había notado los lentes de color apenas lo vio en el corredor del castillo, pero nunca se percató del cabello. Su tono de marrón era muy oscuro, pero notorio.

—Vamos —le dijo y entró como si fuera un lugar demasiado familiar para él. Por un momento parecía ser cualquier chico de los recados que vieras en cualquier lado. —Cierto, mi nombre es Mitsuemon aquí, y tú te llamas Suke-san. Conrad es Kaku-san cuando jugamos a Mito Komon, porque suele ser más tranquilo. Pero a ti te va mas Suke, porque es más alegre. [1]

—No creo entender nada de lo que dices, como siempre.

—Yo soy Mitsuemon, tus eres Suke. Solo recuerda eso. Luego te contare de qué va la historia completa otro día.

—Mitsuemon, bien.

—Si alguien pregunta algo sobre mí, no te inventes nada. Ya tengo tapadera, así que tendrás que escuchar lo que Josak o yo digamos y recordar lo que puedas.

Se sorprendió de ver que tenía todo planeado con tanto detalle. Esperaba que saludara a todo el mundo apenas entró, había gran cantidad de gente sentada en las mesas y dando vueltas por el lugar, pero avanzo sin hablar con nadie directo hacia un lugar solitario de la barra. Saltó sobre ella colgando las piernas y metió la cabeza al otro lado.

—¿Josak? ¿Estas por ahí? Ya llegamos.

No lo encontró ahí, salió de la barra y miró hacia el escenario. No había nada en él en este momento.

—Creo que llegamos muy temprano —le dijo Yuuri—. Vamos a sentarnos y esperar un rato. Todos deberían llegar pronto.

—¿Todos? —le preguntó mientras se sentaba a su lado. Por lo que podía ver el lugar estaba limpio y bastante bien decorado para lo que era. Incluso había un par de macetas con flores colgando en una esquina. La variedad de licores de la estantería frente le llamó la atención.

—A las siete salen todos los marineros del puerto y vienen hacia aquí. Lo mismo pasa con algunos negocios cercanos como las herrerías y los establos cercaos. También se llena de soldados.

—Déjame adivinar, los conoces bien a todos.

—No a todos. Bueno, un poco. ¿Por qué?

—Por nada, solo que era de esperarse de ti.

—¿Crees que eso es malo?

—Es una buena pregunta —los ojos de Yuuri lo miraban expectantes. —Supongo que tú simpleza es envidiable.

Apoyó el rostro sobre su mano y continuo mirándolo, no pudo analizarlo mucho tiempo porque él se distrajo con algo al instante como siempre.

—¡Yo, Arnet! —saludo levantando la mano a alguien detrás de él. Al darse la vuelta vio que se acercaba un tipo que tenía un físico comparable a Lord von Grantz. Sus brazos parecían macizos como leños. Llevaba la barba recortada prolijamente de forma cuadrada y el cabello rubio casi blanco peinado para atrás.

—¡Hee! ¡Pequeño renacuajo! —una mano enorme le revolvió el cabello a Yuuri como si fuera un niño pequeño, aunque ya era casi un adulto por lo cual era raro. El hombre se sentó en el banco junto a él de espaldas a la barra. —Hace mucho que no te veía por aquí, ¿Cómo has estado? No has crecido ni un poco, chico, ¿estas comiendo bien?

—Estoy bien. Tal vez no esté tan grande como tú todavía, pero he estado haciendo más ejercicio, ¿no se nota?

Yuuri levantó el brazo, comparado con el tipo de al lado era dos veces, o más, pequeño. Pero comparando con su físico de hace unos meses, estaba más fornido.

—¡Eso es bueno, es bueno! Pero aun te falta mucho, chico. ¿Qué tal venir a ayudar en el pesquero? Harás más musculo en un mes de pesca que en cinco de lo que sea que estás haciendo.

—Suena divertido, pero ya tengo un trabajo que ocupa todo el día.

—Eres un chico de oficina, es verdad, es verdad. Entonces no está mal lo que sea que hagas para volverte un hombre fuerte.

La palma del pescador golpeó a Yuuri en la espalda y lo sacudió, a pesar de que eso debía ser como ser azotado por un pequeño terremoto él parecía soportarlo con naturalidad.

—Sabes, hoy te traje un regalo —dijo Yuuri alegre. ¿Así que realmente este era su amigo aquí? No sabía que pensar de esto, pero no había maldad en la mirada de ese hombre, sus ojos azules brillaron con curiosidad ante la noticia.

Yuuri revolvió en su bolsillo trasero y sacó algo, tuvo que apoyarse en su nombro para mirar sobre él a ver que era. Una carta de las que le gustaba coleccionar. Resopló, tenía que ser beisbol de nuevo, típico de él.

—¡¿Maou dorado N°1?! —gritó el hombre y tomó la carta con las dos manos acercándola a centímetros de sus ojos bien abiertos. Los enormes brazos rodearon a Yuuri y tuvo que alejarse. El hombre se paró y lo sostuvo en el aire, apretó tanto que estuvo seguro de oír el crujir de los huesos de su espalda. Se preocupó un poco, pero eso solo suponía quiropraxia gratuita. —¡Oh, chico, es el mejor regalo que me han dado en mucho tiempo!

—D-de nada —dijo el rey en un suspiro con lo que parecía ser lo último de aire que le quedaba. Cayó sobre la silla desecho como mermelada y tuvo que pararse para sostenerlo.

—Enclenque no te caigas.

—¿Quién eres tú? —preguntó el hombre que parecía haberse hecho consciente de su presencia ahora que había hablado.

Tuvo que pensar cuál era su nombre mientras un sostenía a Yuuri. —Suke.

—Lo he traído conmigo esta vez —aclaro Yuuri mientras se enderezaba—. ¿Dónde está Ernest? Él siempre llega más temprano.

—El carguero tuvo algunos problemas según se. ¡Hee! Hablando del rey, allí está.

Miró hacia la puerta, un enorme grupo de hombres musculosos entró al bar charlando con voces fuertes. Uno de ellos se separó del resto y caminó hacia ellos con una sonrisa radiante. Tenía los mismos ojos amables, barba recortada redonda y cabello corto y lacio color marrón rojizo. Las arrugas en su rostro eran más notables que en el otro hombre, debía tener unas décadas más.

—Mira quien está aquí, ¿he? ¡Si es mi amigo Mitsuemon! ¿Quién es este chico?

A diferencia del primer hombre, este si reconoció su presencia ni bien llegó.

—Yo, Ernest. —Yuuri levanto la palma de la mano, era la primera vez que lo veía hacer tan seguido ese gesto, parecía ser parte de su acto de aquí—. Él es Suke, lo he traído hoy conmigo.

El hombre moreno le dio una mirada a Yuuri que no logró entender, parecía sorprendido.

—¿Has traído a tu novio, chico? —dijo Ernest sonriendo.

—¿Novio? —miró sorprendido Arnet con mucho más interés en el que antes.

Dudó que decir, Yuuri le dijo que ya tenía una coartada. Pero aunque era probable que negara una relación con él, a diferencia del compromiso que los unía, no sabía cuál era la historia que se había inventado.

Yuuri lo miró y luego miró a Arnet y sonrió mostrando los dientes. —Yap —Lo tomó por los hombros y apoyo su cabeza contra la suya—. Este es Suke.

Ernest tomó asiento a su lado y le extendió la mano sonriente. —Yo soy Ernest, y ese tonto de ahí es Arnet.

—Mucho gusto —respondió y estrecho su mano. Le hacía sentir incomodo ser dos veces más pequeño que esos tipos, aun tenia esperanzas de crecer un poco al menos.

—Oye, Suke —Yuuri enfatizo su nombre falso—, ¿puedes dejar de hacer esa cara?

—¿Qué cara?

Yuuri lo dio la vuelta tomándolo por los hombros y lo miro con el ceño fruncido. —Estás como ido todo el tiempo, o con la cara de tu hermano mayor, se te va a arrugar la frente si sigues así. También puedes hablar un poco más, ¿ok?

Sus dedos le tomaron el rostro y le obligaron a formar una sonrisa con sus pulgares, corrió la cabeza para liberarse.

—No hagas eso.

—No te enojes, apenas hemos llegado —Yuuri se sentó a su lado y apoyó la mejilla contra su cabello sosteniendo su cabeza con una mano. Hoy estaba más dado al contacto físico que de costumbre—. Solo estoy preocupado, ya no sonríes tanto como antes. Te traje aquí para que te diviertas.

Se quedó pensando. ¿Realmente parecía triste? No lo estaba, se sentía bastante tranquilo últimamente. Pero no tenía idea de que Yuuri lo veía de esa forma. Sus brrazos eran cálidos y reconfortantes, estaba comenzando a suavizarse y pensar que no estaría mal dejarse llevar un poco. Él le acaricio el cabello como si fuera un niño y metió más la nariz contra su cabeza.

—Sé que no me dirás que te pasa, pero al menos puedo hacer esto para levantarte el á--ánim--¡aa-ACHOO!

Las gotas le salpicaron el rostro y tuvo que cerrar un ojo, se quedó quieto conteniendo su ira.

—Primero, no estoy deprimido ni nada parecido. Segundo, ¡no me estornudes en la cara enclenque idiota!

—P-perdón —se disculpó rascándose la nariz—, tu cabello se me metió en la nariz.

—Eso no pasaría si dejaras de meter tu cara en mi cabello.

Yuuri se ruborizó, se lo tenía merecido por andar toqueteándole tanto.

—Bweahahahaha —rio Ernest, era una risa muy particular. Se había olvidado que tenían público. —Se llevan muy bien, ¿he?

—¿Hace cuánto que están juntos? —preguntó Arnet.

—Cuatro años —dijo Yuuri con normalidad y perdió la atención en la conversación al ver algo a lo lejos. Saludo con la mano. —¡Hey, Joseph!

Un hombre joven apareció tras la barra, tenía un delantal a rayas blancas y rosas. —Oh, joven amo, ¡me alegro de verlo! ¿Cómo ha estado? Ernest, Arnet, es bueno verlos también.

El hombre lo miró a él también y le sonrió saludándolo con un gesto de su mano. Asintió en respuesta.

—Bien, ¿Cómo estás tú? ¿Tu familia?

—Bien, como siempre. Gracias por preguntar. ¿Trajiste compañía? ES bueno ver caras nuevas.

—Sí, él es Suke, es su primera vez aquí. Ya que somos muchos, ¿qué te parece un menú completo para hoy?

—¡Por supuesto! Marchando entonces. —El cocinero se fue por la puerta de atrás de la barra.

—Hee, chico, pareces muy contento el día de hoy —dijo Arnet.

—Sí, lo estoy —rio Yuuri mostrando los dientes. —Volteó para hablar con él de nuevo, su rostro estaba bastante cerca, le llamaba la atención que estaba muy descuidado frente a él.

—¿Estas aburrido? El espectáculo debería estar por comenzar.

Había mucho ruido en el lugar desde que entraron más personas, y se había vuelto peor ahora que apagaron algunas luces. Yuuri arrimo más su rostro para hablarle en voz baja.

—Es un tanto extraño, pero es divertido.

Si en este momento volteara, seguramente le daría un susto por la corta distancia entre ellos. Dejo pasar la oportunidad y él se alejó. Los cuatro se dieron la vuelta para mirar hacia el pequeño escenario.

Se había quedado parado desde que se levantó cuando entró Ernest, no tenía ganas de sentarse, se cruzó de brazos y se puso cómodo apoyando la espalda contra la madera. Yuuri estaba sobre el banco alto muy arrimado a él, el brazo con el que se apoyaba en la barra estaba pegado a su espalda, sintió la palma de su mano sobre su hombro. No estaría haciendo nada de esto si estuvieran en algún lugar en privado, Yuuri era muy dado al contacto físico con él, pero solo se sentía cómodo en público porque sabía que no intentaría ningún avance.

Hacia bastante tiempo que no hacía nada radical. Cualquier ataque directo resultaba en el rey corriendo en pánico. Ernest se cambió de lado para conversar con Arnet, era fácil darse cuenta que los estaban dejando solos, pero Yuuri no lo vería de esa forma aunque fuera él quien estaba comportándose cariñoso. Había aceptado que eran una pareja frente a esos tipos, pero eso no era exactamente correcto comparado a su relación real.

El espectáculo ciertamente era extraño, bastante ridículo. Ladeo la cabeza cuando Yuuri se acercó a hablarle de nuevo, el ruido de los gritos de la gente era más fuerte.

—¿Aun estás enojado?

La pregunta termino de ablandarlo por completo. No podía luchar contra su amabilidad.

—No estoy enojado. ¿Qué pasa con este espectáculo? Es bastante vergonzoso.

Yuuri estaba tan cerca que sintió su sonrisa sin verla, la mano sobre su hombro lo apretó un poco y luego su brazo rodeo su hombro. —Da un poco de vergüenza ajena, pero se pondrá divertido, no lo juzgues del todo aun.

Intentó no pensar en la cercanía de ambos y se concentró en el escenario. Le hubiera gustado tomar la mano que estaba apoyada en su hombro, estos últimos días habían estado estrechándolas muy seguido. Se quedó de brazos cruzados. Yuuri rio con algunos chistes que parecían tener algún contexto de trasfondo que él no conocía, al parecer era un acto por capítulos, pero luego no pudo evitar reírse con otras situaciones estúpidamente divertidas. Se podría decir que el espectáculo era tan malo que era bueno.

Llego la comida y al voltear hacia la barra su nariz roso algo suave, era la mejilla de Yuuri. Sabía que estaban cerca, pero no calculo que fuera tanto, debía haberse acercado más mientras miraban el escenario. Sintió un pálpito fuerte en el pecho. Lo miró a los ojos y él volteo el rostro para verlo. Miró sus labios y automáticamente se inclinó un poco hacia adelante, fue apenas un movimiento de milímetros dejándose llevar por las ganas de besarlo. Yuuri abrió los ojos de par en par y sintió como se tensaba, eso lo hizo reaccionar poniendo una mano en su hombro y empujándolo con fuerza para separarlo de él. Tuvo que sostenerlo por la ropa para que no se caiga de la silla, el cuerpo de Arnet ayudó a que se mantenga estable.

—¿Qué pasa chico? —le preguntó el hombre, Yuuri no respondió, ese era el modo pánico.

Le clavó la mirada, esperaba que entienda su pensamiento: “No te acerques a mi si no puedes lidiar con las consecuencias”. Estaba enojado, con él por provocarlo y consigo mismo por dejarse llevar.

—Ya llegó la comida —avisó y lo soltó. Se dio la vuelta y se sentó hacia la barra, no tenía intenciones de esconder su mal humor. —¿Dónde esta Josak? Quiero tomar algo.

—Hee, ¿tú también conoces a Gurrier, muchacho? —preguntó Arnet.

—Hey, ¿porque él es muchacho y yo “chico”? —se quejó Yuuri.

El espectáculo había terminado. Solo se prendieron algunas lámparas, la iluminación era tenue.

—Él no parece un renacuajo —dijo Ernest—. Incluso si es joven, un hombre es un hombre, y se nota. ¿Qué edad tienes muchacho?

—86.

—Y yo 85, ¡no hay mucha diferencia!

Así que Yuuri estaba fingiendo ser un mazoku completo. Suponía que la convertibilidad de su edad era bastante buena, nunca había pensado cuantos años significarían su edad humana y se complicaba más con su relentizamiento desde que llegó.

—¡Joven amo! —Era la voz de Josak, se acercaba por detrás de la barra vestido para matar como siempre. No lo había visto en el escenario con el resto de los hombres-mujer. Se sorprendió al verlo junto a Yuuri. —¡Excel—joven amo! Es increíble verlo por aquí, a que se debe la visita.

—Yuu--Mitsuemon me arrastro aquí.

Josak noto enseguida que algo había pasado, corrió la vista para no ver al espía a los ojos directamente. Siempre se sentía incómodo al sentir que él podía leerlo fácilmente.

—Que pasa, chico, ¿porque la cara larga? —le preguntó Ernest a Yuuri.

—No, por nada —contestó y se rascó la cabeza como siempre que estaba incómodo.

—Han estado peleando de nuevo —afirmó Josak—. ¿Por qué no solo se besan de una buena vez y ya? Incluso lo has traído a un lugar como este, ¿no es romántico?.

Había tocado justo la fibra sensible y se dio cuenta cuando ambos saltaron y evitaron mirarse el uno al otro con más evidencia. Los ojos del espía los evaluaban aún más curiosos.

—Déjalos en paz Gurrier, están bien como están. Aunque son jóvenes están mejor sin dejarse llevar en público.

—Muy cierto, muy cierto. Se ven adorables juntos. Tienes un buen novio, chico —le dijo Ernest y palmeo a Yuuri, esta vez no pudo soportarlo tan bien como antes con la guardia baja, quebró un poco las rodillas teniendo que sentarse—. Has atrapado uno bueno y lo tienes hace bastante tiempo.

Josak pareció comprender que había cierto cambio en la versión de la historia que conocían estos hombres. —¿Novios? —pregunto mordaz mirándolos. —¿No están acaso comprometidos?

—¡¿Comprometidos?! —se asombró Arnet. Parecía ser el más interesado en cuestiones sobre el amor.

—¿Te vas a casar, chico? Son muy jóvenes.

—Err… bueno. Es algo así como un compromiso arreglado por nuestras familias.

Tuvo que prestar atención, la coartada estaba cambiando sobre la marcha al parecer.

—Un matrimonio arreglado, ¿he? ¿Entonces no están en pareja por decisión propia? —el tono de Arnet se volvió algo triste.

—Oh, bueno, no es tan malo. No es como si estuviéramos enamorados de alguien con quien no podemos estar por culpa de eso. Y somos bastante cercanos además.

—Yo pensé que eran una pareja —dijo Arnet decepcionado—. Parecían estar bien juntos.

Así que Mitsuemon y Suke mantenían la misma relación que ellos mantenían normalmente, eso hacia las cosas más fáciles de seguro. Era mejor que intentar fingir la relación que no tenían.

—Bueno, incluso si no se aman no pueden esperar que pase nada sin intentar —dijo Ernest.

El rostro de Josak apareció de repente frente a él, se apoyó sobre sus brazos cruzados en la mesa y le sonrió. —No ponga una cara tan triste excelencia, alégrese. —le susurró dulcemente de forma seria, se sintió peor por un momento, pero logro distraerse cuando cambio a su voz fuerte y alegre—. ¿Qué le gustaría tomar a mi nuevo cliente?

—Vino espumante frio, aquella botella.

Arnet golpeó la mesa con un dedo varias veces con fuerza frente a Yuuri. —¡He, Gurrier! La primera ronda para aquí la invito yo. Es un agradecimiento por el regalo.

Saco la carta de su pecho y se la mostro a Ernest. —Heee, ¡es un gran regalo hermano de rio! Pero un trago no lo vale, deberías invitar la comida completa y sus rondas de toda la noche.

—No es necesario, ya me han invitado la vez anterior que vine —dijo Yuuri comenzado a desinhibirse. Incluso lo miró a los ojos un momento al voltear.

Mientras ellos charlaban y Josak serbia las bebidas, comenzó a comer algunos aperitivos de los platos cercanos. La comida era buena y tenía bastante apetito para disfrutarla con ganas, se entretuvo con eso mientras pensaba. Nunca se disculparía por intentar algo con él, incluso si actuaba fuera de lugar, pero tendría que haberse controlado más. ¿Qué esperaba lograr en un lugar como este? Tendría que haberlo apartado antes sin pensar en siquiera acercarse. Se llevó un aperitivo a la boca lentamente, su boca había estado tan cerca de tocar la de él que podía imaginar lo que se sentiría. Se quedó un rato con la mano apoyada sobre sus labios y tardó en darse cuenta de que Josak había puesto una copa delante de él y lo observaba de nuevo.

Se tomó todo el contenido de una vez. —Otra por favor. —el cantinero pelirrojo sonrió y le sirvió de nuevo, volvió a tomarla de una vez y empujo el vaso para que le sirva una tercera.

—Esta es la última por un rato, hazla durar más, tengo otros clientes que servir —le advirtió.

—Está bien, ya es suficiente con eso —le aseguró. Yuuri estaba agarrando un vaso con manija y le sorprendió. —¿Desde cuándo tomas alcohol?

—¿He? Ah, sí, siempre que vengo tomamos. Ya soy mayor de edad ¿recuerdas?

Se lo quedó mirando. —A veces olvido que creces muy rápido.

—¿Qué es ese comentario de viejo? Tienes casi la misma edad que yo, y tomas cinco veces más.

—Oh, el muchacho sabe tomar —comentó alegre Ernest desde la otra punta. —¿Que tal un concurso?

Sonrió orgulloso, se tenia confianza y era justo lo que necesitaba.

—Por supuesto.

—¡¿He?! ¡¿Concurso?! Pero Wol—Suke, ¿estás seguro que está bien? No puedo cargarte a casa de vuelta.

—¿De que estas hablando? Probablemente el que termine cargandote a casa seré yo a ti.

—¡¿He?! ¡¿Yo también voy a participar?!

Ernest y Arnet rieron con fuerza, a su vez se desato la primer pelea detrás de ellos y se escuchó el ruido fuerte del jaleo.

—Nunca hemos tenido un concurso, ¿he? Mitsuemon.

—Sera divertido, será divertido.

—¡Bieeen, ya está decidido! ¡Gurrier-chan será el anfitrión de hoy~! —gritó Josak alzando las manos. Se dio la vuelta y colocó cuatro enormes jarras con manija pegadas una al lado de la otra y sirvió el contenido de un barril pequeño en todas de una vuelta. —Primera ronda, ¡lista!

Puso la mano en la jarra al igual que los dos marineros, Yuuri tardó en comprender que esto tenía un sistema preestablecido y puso la mano en su vaso a destiempo. Apenas lo hizo, los tres alzaron la bebida y la tomaron de una vez, en cambio él además de demorarse en levantarla estaba lejos de seguirles el ritmo para tomar.

Los jarros vacíos chocaron contra la mesa y se arrastraron con fuerza aplastando el de Yuuri. Ernest y Arnet lo miraron desafiantes del otro lado, ni siquiera se molestó en observar la cara de no entender nada del rey en el medio. La pelea no era con él, era con los otros. Esta no sería la primera vez en su vida que bebía con marineros. Para sorpresa de Yuuri, que solía pensar que no era de asociarse con plebeyos, se enteraría de que él ya había tenido experiencias de este tipo. Todo era culpa de él mismo, si no fuera porque tuvo que andar persiguiéndolo alrededor del mundo no habría vivido este tipo de situaciones nunca.

—¡Va la segunda!

Levantaron los vasos, los bajaron vacíos. Yuuri se ahogó en el proceso.

—¡Tercera!

Ahí se terminó el primer barril.

—¡Cuarta!

Ya tenían público. Y por el bien de su prometido, empujó su jarra con la suya haciéndola caer al otro lado de la barra, el golpe nunca se escuchó por culpa de los gritos a sus espaldas.

—¡Quinta, y nos quedamos sin uno!

Ahora comenzaba a sentir el alcohol del primer y segundo vaso.

—¡Sexta! ¡Séptima! ¡Octava! ¡Novena!

La gente gritaba más, y Arnet desistió haciendo el gesto de un corte con la mano. Se acabó el tercer barril.

—¡Decima, y se fue el segundo!

Ernest se veía mareado y se apoyaba con el codo sobre la mesa, lo miró desafiante. Pensó que no llegaría a ganar, se sentía más o menos bien pero no creía poder tomar más líquido.

—¡Onceaba!

—¡¿Oye, estas bien?! —le gritó Yuuri al oído y puso una mano en su hombro, antes de que se le ocurriera quitarle el vaso lo alejó.

—¡Si! —lo miro penetrante. Él dudó pero se hizo a un lado.

Ernest parecía más mareado que antes, al parecer le bajó el alcohol de golpe. Imaginó que no debía verse mejor que eso, también tenía que sostenerse con los codos sobre la mesa y el mareo hacia que no sintiera coordinar bien su cuerpo. En segundos el alcohol haría efecto del todo y no podría continuar.

—¡Doceava!

Josak grito e incitó a la multitud a hacer más ruido. Algunos animando por él, otros por Ernest. Aguantó la respiración y comenzó a tomar la jarra a tragos enormes. Miró a Ernest de reojo, el hombre se ahogó. Sentía que estaba por sucederle lo mismo y cerró los ojos esforzándose por terminar ese vaso. Al terminar se tapó la boca con fuerza y tragó.

—¡Tenemos un ganador! —Josak tomó la mano que sostenía la jarra y la alzo en alto, su fuerza lo levantó de la silla y Yuuri lo sostuvo abrazándolo por la espalda. Si le apretaba, vomitaría. Pero por suerte fue delicado.

—¡Wol—Suke!! ¡Ganaste! No puedo creerlo, ¿cómo es que puedes beber tanto? —Yuuri reía y hablaba rápido—. ¿Estás bien? ¿Estas lucido? ¿Cuántos dedos ves?

—¡Veo una mano! —respondió y la golpeo con fuerza, cerró los dedos sobre los de él y lo sostuvo. Se dejó caer de lado contra su pecho y le permitió que lo sostenga.

—¡Hey, no te duermas!

—No me estoy durmiendo.

—¡¿Cómo qué no?! ¡Ya cerraste los ojos y te acomodaste y todo!

—Solo un rato.

Lo que sea que paso después fue un lapsus perdido. Se despertó tardando en recordar donde estaba, había pies cerca y manchas de líquido en un piso de madera. Se movió de golpe y casi se cae del asiento, era demasiado alto, unos brazos que ya estaban alrededor de su cintura lo sostuvieron con fuerza.

—¿Wolf? —era Yuuri—. ¡Oye, Josak, ya despertó! ¡Trae eso que dijiste! —gritó hacia la barra y volteo la cabeza para hablarle más suavemente preocupado—. ¿Te sientes bien? Ya están por traer una bebida para evitarte la resaca.

—Aquí tiene joven amo, asegúrese de tomarlo todo —dijo el espía apoyando los codos sobre la barra.

—¿Me desmayé?

—Unos veinte minutos. Pero al menos no vomitaste —le respondió Yuuri.

Tomó la bebida que le habían preparado. —¡Gbleagh! —tuvo que taparse la boca.

—¡No vomites ahora! ¡No vomites si tomas, no tomes si no quieres vomitar! —le gritó Yuuri frotándole la espalda con fuerza.

—Es asquerosamente amargo.

—Pero es bueno para eliminar el alcohol. Es una buena receta secreta, tendrás que tomarlo todo. —Aseguró Josak—. El truco es no respirar.

No había caso, si quería sobrevivir la noche tendría que hacerlo. Se tapó la nariz y lo tomó de una vez recordando lo que hizo para el concurso. Apenas terminó agarró un puñado de aperitivos agridulces y se los metió en la boca sin el menor decoro.

Yuuri estallo de la risa—. ¡Es la primera vez que te veo hacer algo como eso! ¿Ya no importan las apariencias?

Ernest apareció campante como si no hubiera pasado nada, vio que se avecinaba una palmada que le revolvería el mundo, pero Yuuri se interpuso.

—Ernest, Suke no puede aguantar tu cariño justo ahora.

—Eres un buen novio, ¿he? Y tienes un gran hombre ahí, ¡es solo una pequeña rana pero me ha ganado y todo!

—¿Porque él es una rana y yo un renacuajo? —se quejó Yuuri.

—Bweahahahahaha.

Estaba mareado, pero su estómago había dejado de sentirse como un volcán. Pudo despegar la frente de la mesa y enderezarse. Estaba más lucido.

—¿Ya te ha hecho efecto la bebida? —preguntó Josak.

—Así parece —respondió y se pasó los dedos por el cabello peinándolo hacia atrás.

—Últimamente hace mucho eso, te hace lucir bien.

—¿Qué?

—Peinarte el cabello hacia atrás de esa forma.

Yuuri estaba colorado, parecía entonado. Cuatro vasos deberían haber sido suficientes para él.

—Hum.

Comió las últimas dos barritas de pescado que habían en un palto y decidió levantarse.

—¿A dónde vas? —le preguntó Yuuri.

—Al baño.

—¿Necesitas que te acompañe?

—No, estoy bien. Gracias. —No se molestó en mirar atrás y se fue solo. Luego de lavarse las manos se lavó también la cara con agua fría, se miró al espejo y lucia dentro de todo respetable. Tal vez no había sido tan buena idea tomar así, pero le había sacudido todas las ideas y ahora estaba en blanco. Eso se sentía bien.

Al volver, el pasillo estaba abarrotado de gente tapando el camino. Se escurrió entre los cuerpos aprovechando que era delgado y más bajo que la mayoría allí. Todos esos tipos le recordaban lo mucho que Yuuri hablaba siempre de querer crecer para convertirse en adulto, él también estaba a medio camino aun. No tenía ningún complejo en particular, pero de tanto escuchar sus quejas se volvió más consciente de lo joven que era. Al menos habían sufrido un pequeño cambio en estos años, o eso era lo que decía su madre al quejarse de que estaba dejando de ser tierno.

Una mano lo tomó por la muñeca, volteó, era un desconocido. No pudo leer sus labios cuando le dijo algo, había demasiado ruido, frunció el ceño cuando sonrió pero no le sirvió para intimidarlo. El tipo tiró de él y se desestabilizo de la sorpresa, y lo que había bebido antes, cayó contra su pecho y sintió una mano en el trasero.

—¡¿Qué mierda crees que haces?! —gritó lo suficientemente fuerte como para todos a su alrededor lo escucharan. Su primera reacción fue pisotear con furia todo lo que encontró cerca, incluidos los pies del resto de la gente, hasta que se sintió satisfecho. Hacia muchísimo que no le pasaba algo como esto, se dio media vuelta orgulloso, y enojado por el abuso.

Volvió a la barra, estaban en medio de una conversación. Le sorprendió que hablaban de él, pero como Lord von Bielefeld.

—Oh, muchacho, has vuelto. Queríamos saber por quién apuestas. Ah, ¿Por qué esa cara? ¿Ha pasado algo?

—Por nadie, no he apostado —contestó ya sabiendo que la conversación que mantenían era sobre el Espe-Ac. Prefería cambiar el tema, así que decidió admitir lo de recién—. Había un mano larga en el pasillo. El muy imbécil pensó que no sabía defenderme.

Arnet lo miró sorprendido. —Hee muchacho, ¿tu personalidad no ha cambiado un poco? Pensamos que eras algo tímido y no hablabas mucho, ¡pero es todo lo contrario!

Estaba cabreado. —Por supuesto que puedo hablar normalmente —respondió con dureza.

—¡¿Acoso sexual?! ¿Qué paso? ¿Qué te hizo?

—Una muy mala idea, meter su mano en mi trasero. Tiene suerte de que no se me haya ocurrido prender algo fuego inconscientemente porque me tomo desprevenido.

—¡Agradecería que no incendiara mi bar! —gritó Josak agachado detrás de la barra.

—¡¿Te tocaron el culo?! ¡¿Quién?! ¡¿Dónde?! —Se enojó Yuuri.

Estuvo a punto de reprenderlo por su vocabulario pero se sorprendió de verlo mirar hacia el pasillo. Esperaba que no haga una estupidez, pero era tarde.

—¡Hey! ¡¿a dónde vas?! —le gritó y se levantó de la silla, la mano de Josak lo detuvo.

—Déjalo, realmente quiero ver esto —sonrió, intentó soltarse tirando pero lo apretó con más fuerza—. ¿Recuerdas lo que dijo el capitán? A veces deberías está bien dejarlo intentar protegerte.

—¿Qué? ¿Estás loco? Podría pasarle cualquier cosa, él no sabe pelear.

—Tranquilo, conozco a toda la gente de mi bar —le guiñó un ojo—. ¿No es ese Robert? —le pregunto a Albert.

—Oh sí, es él. Hace mucho que no lo veía por aquí, ¿he? Así que está haciendo de las suyas de nuevo.

Ernest fue hacia allí a paso lento, tuvo que ladearse para observar a un lado de la espalda del hombre. Yuuri fue directo hacia él y le dijo algo enojado, el hombre parecía no entenderle. Era imposible escuchar a esa distancia y más aun con el ruido del lugar. Cruzaron varias palabras hasta que el tipo de pelo largo que lo había acosado lo atrapó en un abrazo. Lo apretó tanto que casi lo quiebra, le tocó el trasero y Yuuri puso el grito en el cielo igual que él minutos antes. Albert llegó y lo apartó de la capucha, saludó al hombre muy amistosamente con un abrazo y comenzaron a hablar. Empujó a Yuuri para que volviera con ellos.

—Eso fue patético… —le dijo cuándo se acercó—. Idiota, ¿ahora lo ves? Lo único que has logrado es que te manosearan a ti también, ¡qué era lo lógico con la imagen de chico lindo que tienes!

Yuuri estaba rojo.

—Bweahahahah. No hay de qué preocuparse —dijo Arnet y le palmeó la espalda—. Lo que vale es la intención, te has comportado como un hombre, chico. No se preocupen por Robert, es un buen tipo, aunque su pasatiempo sea molestar chiquillos como ustedes.

—Lo siento, creo que no es lo mío ponerme celoso —dijo apenado.

¿Celoso? Eso lo sorprendió un poco. No pudo más que desestimarlo cuando Yuuri perdió la atención de nuevo, viendo ver si Albert volvía y pidiéndole algo fresco para tomar a Josak.

—Volviendo al tema de las apuestas, que no has votado es lo peor que podrías haber dicho, muchacho —le dijo Arlet—, ahora ese viejo de Ernest intentará convencerte a toda costa de que vayas por Lord von Bielefeld. Ha estado los últimos dos meses tratando de convencer al chico. Tarde o temprano siempre saca el tema.

Yuuri lo miraba curioso, si esperaba que admitiera haber votado por sí mismo no lo haría.

—Saben, Lord von Bielefeld votó por sí mismo hace unos años. Yo mismo fui quien le dio la dirección de donde hacerlo.

Le clavó a Josak una mirada asesina. Yuuri sonrió apenado y él intentó evitar darle importancia.

—Por supuesto, es de esperar que voten por sí mismos. ¿Quién no lo haría? —dijo Arnet.

—Lord von Voltaire no lo ha hecho, Weller tampoco —aclaró Josak.

Por la cara de Yuuri debía estar pensando que mejor ni mencionar a Günter.

—Estoy casi seguro de que mi amigo aquí está a punto de cambiar su voto —dijo Ernest y rodeo con un brazo gigante los hombros de Yuuri, ya había ocupado su lugar en la barra de nuevo y se unió a la conversación a tiempo. Apretado, tuvo que inclinar la cabeza hacia arriba para poder respirar. —Cuando quieras te acompañaré a votar por Lord von Bielefeld. Ganas no te faltan, siendo que sabes tanto sobre él.

Yuuri rio apenado, así que había estado hablando de él. Le molestaba, y le intrigaba a la vez. Comenzó a sonar música de fondo, esto atrajo su atención y miró hacia el otro lado del lugar. Había un piano, un chelo y un grupo de personas sacando otros instrumentos. Parecía ser algo habitual.

—Entonces —las manos de Ernest se posaron en sus hombros—, que dices, ¿quieres apostar?

—Especulando sobre ello, creo que lo más acertado seria votar no-cama —dijo y miró de reojo a Yuuri mordaz.

—¡Oye!

—¡No, muchacho, no digas eso! ¡Mitsuemon y todos nosotros somos fans del Maou! Aunque él chico parece ser el más informado. Podrían tener una pelea de pareja por esto. Bweaahhahahaah.

—Solo bromeaba. Aunque sea el Maou no tengo más palabras para describirlo que torpe y debilucho. —dijo y todos los ojos se posaron en él—. Pero es un buen hombre y el mejor rey que podríamos tener.

Yuuri se asombró y luego dijo: —Wolfram también es un buen hombre.

Resoplo suavemente por la nariz y sonrió resignado. Yuuri lo miro con duda otra vez.

—¿Qué es eso de allá? —cambio el tema preguntando por la música.

—¿La banda? A esta hora siempre comienzan a tocar. Una vez todos se pusieron a cantar y fue bastante divertido, aunque se arma mucho jaleo —le dijo Yuuri.

—El joven amo tiene mucho interés por la música ¿verdad? ¿Puede ser que fuera un muy buen violinista hace años, si no me falla la fuente de información? —especuló Josak.

—Tocaba cuando era mucho más joven, hace décadas.

—¿Tocas el violín?

—Oh, ¿es un muchacho de buena familia entonces? —Preguntó Arnet—. Tocando el piano y esas cosas.

—¿Tocas el piano? —pregunto Yuuri mas interesando y muy alegre—. ¿Y qué más?

—Durante un tiempo intente el chelo. Y algunos otros instrumentos por curiosidad. —Josak le sirvió agua y luego de tomar siguió hablando. —He ganado algunos concursos. Pero realmente fue hace mucho tiempo y era solo un niño.

Yuuri tenía cara de estar imaginando cosas de nuevo. —Un pequeño Wol--Suke, tocando el violín. Suena tierno.

—Vamos, les presentaré a la banda —dijo Josak, y camino por detrás de la barra. El primero en seguirlo fue Yuuri y él lo siguió de cerca.

—¿Tienen un timbal? —Preguntó algo asombrado.

—Tiene buen ojo joven amo, aunque no lo parezca en este bar de marineros y soldados también tenemos cultura. —El espía le guiñó un ojo—. Muchachos, estos son mis amigos, Suke y Mitsuemon, están interesados en ver los instrumentos. Suke es toda una celebridad, incluso tiene premios encima.

—Oh, ¿enserio? Soy el pianista, Joseph. —El hombre que se acercó a saludar era el cocinero, aun tenia puesto el delantal a rayas rosadas y blancas, y ahora llevaba una rosa en el cabello largo y ondulado peinado hacia atrás.

—Soy el chelista, Reinold. —El chelista era un hombre sumamente alto y fornido, aunque no tanto como los marineros. El chelo se veía incluso pequeño junto a él.

—Yo toco el timbal, ese que estabas mirando con tanto interés. Mi nombre es Roderica, cariño. —Era la primer mujer que veía en ese bar, lucía más femenina de lo que hubiera esperado, pero era bastante ruda. Le sacaba una cabeza de altura y parecía tener más de 150 años de seguro.

—Strom, la flauta. —Este era un joven bastante apuesto de cabellos oscuros, le recordó un poco a su hermano mayor. Parecía de pocas palabras.

Un muchacho que lucía mucho más joven que él o Yuuri le tendió una mano flacucha, en la otra tenía un violín. —Soy Yale, mucho gusto. ¿Qué instrumento tocas?

—¿Has ganado concursos, cariño? Eso es bastante impresionante para un bar como este.

Estrecho la mano del más joven y respondió a ambos. —Mi instrumento principal siempre ha sido el violín. Además de eso he estudiado otros, pero solo me han interesado el chelo y el piano en profundidad. Gané a los 32 el concurso Nacional Spitzberg de Tecla, y el de Rochefort de Cuerda a los 68. No he tocado por varios años, no me dedico a la música, es solo un pasatiempo que he dejado de lado.

Yuuri parecía hacer cuentas mentales. —¡Eras muy joven! ¿Por qué nunca me contaste que eras un prodigio?

—No soy un prodigio, tampoco soy tan excepcional, en esa época practicaba mucho. Me gustan las artes en general, la música siempre ha sido de mi interés.

—¡Wow, quiero que toques para mi algún dia! No, tienes que tocar para mí, ¡quisiera escucharte ahora mismo! Cuando volvamos a casa toca algo por favor.

—Por más que te emociones tanto, todos mis instrumentos han quedado en Biel--, en mi casa en las afueras.

Yuuri se puso algo triste. Había un piano en el castillo, pero no podían ponerse a conversar sobre donde vivian delante de todos. Tal vez esto sería algo que Greta disfrutaría mucho también.

—Sería un honor si quisiera tocar con mi instrumento, aunque solo es un violín barato de tres sueldos —le dijo Yale, el niño pecoso, entre apenado e ilusionado.

Miró el instrumento primero y luego lo tomó. Lo levanto a la luz y observo dentro. —Kabernikoff, 4/4. —logró llegar a leer en la etiqueta—. Creo que un 3/4 sería mejor para ti en este momento, pero este te servirá por unos cuantos años cuando seas adulto. Para este tipo de violines, es de una buena calidad.

Tal vez era incluso un poquito mejor de lo que esperaba, para ser algo barato y de poca durabilidad estaba bien. Se lo tendió de nuevo al chico. —Realmente hace muchísimo que no toco, no creo que sea el mejor momento y hay demasiado ruido.

—Oh, ¿no vas a tocar? —dijo Yuuri apenado.

—Vamos joven amo, no necesitamos de un concierto para los aristócratas aquí. Además, tiene a su nuevo fan N°1 aquí esperando —dijo Josak poniendo una mano sobre el hombro de Yuuri.

—Una canción estaría bien, muchacho. Será divertido.

—Somos viejos de mar, pero apreciamos la música.

—Toco de oído, así que soy bueno con las improvisaciones. La mayoría de aquí ni siquiera sabemos leer partituras como deberíamos —dijo el pianista. Era evidente que era el líder de esa banda tan particular.

—Yale esta emocionado, te agradeceríamos todos si le dieras el gusto cariño, porque si no tendremos que aguantarlo sollozando por el rechazo.

Miró el instrumento y el chico flacucho le extendió el arco, lo tomó por educación sin pensarlo. Ya había aceptado el violín y al parecer no podría negarse. No había nada de malo en divertirse un poco aunque no tuviera la práctica de antes. Era perfeccionista y orgulloso de sus talentos, pero ciertamente esto no era un concurso ni una velada para impresionar invitados. Era un bar, y tocaría algo digno de un bar, no era un lugar para música romántica o los clásicos. Pero aunque tuviera que ser una melodía alegre, decidió intentar una pieza algo complicada.

—Mirror Haus —observó a ver si alguien la conocía. [1]

—Yo conozco esa, cariño, era la favoria de mi marido —la chelista sonrío y se marcaron algunas arrugas alrededor de sus ojos vivaces—, apuesta todo para impresionar a tu chico, ¿he? Es una pieza complicada.

Wolfram sonrió y comenzó a tocar. Si, quería impresionar a Yuuri, así que estaría pendiente de su expresión en ese momento. Todos tomaron el resto de instrumentos, aunque solo el pianista y la chelista comenzaron a tocar con él, el resto no conocía la melodía y se quedaron escuchando atentos para intervenir si lograban aprenderlo sobre la marcha. La música comenzaba con sonidos largos y melodiosos del violín, pero al poco tiempo sus dedos tuvieron que comenzar a moverse un poco más rápido y su cuerpo comenzó a recordar como tocar. Tuvo que concentrarse un poco, vigilar los tiempos, y se recordó a si mismo mucho más joven practicando en el salón de la casa de su tío.

Esta pieza en particular era rápida y alegre, no era una de las favoritas de Waltorana que prefería los clásicos más apacibles y melódicos. Pero a él le gustaba su energía. El violín sonaba solo a su ritmo, no esperaba a nadie con la velocidad, el piano tocaba algo y el chelo saltaba partes de por medio, pero no importaba. Sonaba horrible para el perfeccionismo, y excelente para un bar luego de 12 jarras de licor. Yuuri estaba fascinado.

Tuvo que dejar de mirar su cara impresionada para concentrarse en una parte particularmente rápida y complicada. La música llenaba sus oídos y el ritmo guiaba su cuerpo, sonrió y marco el compás con el pie contra el piso con fuerza, esto ayudo a los demás músicos a continuar más coordinados. Se sentía bien como para liderar, sus músculos comenzaban a moverse por costumbre sin necesidad de pensar, y sus dedos apretaban las cuerdas rápidamente ya sin tanto esfuerzo. Comenzó a dejarse llevar y cerró los ojos un momento, sonrió mostrando los dientes y observo a Yuuri, estaba feliz y el también. Era divertido.

El primer tema termino y decidió no parar. —¡Hesit! —comenzó de forma mas agresiva, el sonido golpeaba cortante y luego se extendía en largas notas agudas, los bajos se entremezclaban contrastando con el resto. Se balanceo mientras tocaba, las notas eran largas, pero una extremadamente larga y aguda fue la que llamo la atención del público y más gente comenzó a escuchar. Comenzaron a rodearlo el escenario y la melodía se repitió para la segunda parte con el resto de los instrumentos acompañándolo con más aciertos que errores.

—¡Rountable Rival! —Algunas personas gritaron, esta era más conocida entre el pueblo llano por el ritmo agresivo y festivo que tenía. Los músicos la sabían, se escuchó el timbal con fuerza por primera vez. Se acercó a Yuuri marcando el compás con los pies a pisotones y giro alrededor de él. El rey lo miraba atónito, sabía qué hacía mucho no se mostraba tan abierto y juguetón con él. Josak se rio y alentó a que la gente bailara también.

No podía bailar y tocar como los demás, pero no le importaba fallar por saltar o hacer algún movimiento brusco. Era buen bailarín, así que alardearía de eso también. Bajó del pequeño escenario al piso para poder moverse mejor, el resto de los instrumentos se quedaron allí, pero el podía caminar a donde quisiera con el violín. Tenía la necesidad de moverse. A la gente le gustaba. Continuo con un cuarto tema contento de complacerlos, contento de que vitorearan y sonrieran por la música que tocaba.

Todos le abrían paso para que se moviera entre ellos y algunos comenzaron a tararear la música de las cuerdas con fuerza, las voces de los marineros eran fuertes y llenas de energía. Se paró en medio de todos, cerró los ojos y continuó tocando una de sus partes favoritas y complicadas de Take Flight. Se sentía lleno de todo, la música oprimía su pecho y a la vez era completamente liberadora. Las notas ocuparon el lugar de cualquier sentimiento propio dentro de su pecho. Dejo la mente en blanco y los dedos moverse con rapidez sobre las cuerdas, sintió que se perdía en ello. Se meció con suavidad y se contorsiono a gusto dependiendo de la melodía. Le gustaba dejarse llevar, hacía años que no lo hacía. Dejar que la música lo conquistara por completo era un hábito exclusivo para el salón de prácticas estando a solas. Donde nadie lo viera ni cuestionaría sus acciones, donde no le molestaran ni se sintiera juzgado, donde no tuviera vergüenza de mostrarse un poco más ridículo que de costumbre. Ahora, estando entre una multitud de gente y con los ojos cerrados, sentía que estaba solo.

Suspiró profundamente y sonrió, termino un tema y comenzó otro nuevo. Caminó por el lugar observando algún punto de la nada en el techo, pensando en cosas hermosas. Andar a caballo, el viento en el rostro, los paseos por los jardines, las visitas al lago, paisajes que lo dejaban atónito en sus viajes. Volteó y vio a Yuuri entre la multitud, lo estaba mirando atónito y él no dejo de sonreír ampliamente. Cerro los ojos un momento de nuevo. Cuando los abrió Yuuri continuaba pasmado, pero sonreía con la boca abierta, mostrando los dientes y sus ojos simpáticos relucían. Estaba contento y eso lo hacía aún más feliz.

Intentó acercarse a él rebotando entre la gente que lo empujaba, se había formado una línea de baile tomados de las manos mientras saltaban al compás. No pudo continuar tocando, Yale apareció entre la gente, le entregó el violín rápido y apenas tuvo a Yuuri a su alcance le tomo la mano con fuerza y tiró. La marea de gente los llevo, solo tenían que saltar al mismo ritmo para no ser pisoteados o aplastados. No pudo evitar reírse de la situación, tomo la otra mano de Yuuri y él también rio. Lo miro a los ojos, lo a la distancia de sus brazos tomado por ambas manos y algo cambio. Hasta ahora, se sentía tan contento y libre, se desenvolvía con alegría y sin frenos. Los ojos de Yuuri eran sinceros y parecían llenos de esa misma sensación, sintió el estómago revuelto. Yuuri perdió la sonrisa mientras lo miraba, pero apenas pudo notarlo.

Todo lo que tenía en el pecho giró y se contorsiono, no supo qué hacer con esa sensación. Se mareó, como cuando había tomado la bebida. Pero esta vez el piso se volvió el techo y todo dio varias vueltas sintiéndose en el aire. Se soltó, camino tambaleándose entre los cuerpos calientes hacia algún lugar, buscando escapar de todo lo más rápido posible. Necesitaba salir de ahí, sentía pánico. El corazón le latía rápido, sintió un escalofrió y las manos le temblaban con fuerza. El sonido del lugar llenaba su cabeza y no podía pensar, solo sabía que se tenía que alejar de todo.

Encontró una puerta y salió por ella. El patio trasero era descuidado, pequeño y con una cerca de madera roída. Tenía los ojos bien abiertos, se quedó parado en el medio del lugar. Había silencio y aire fresco, pero no estaba respirando.

Hacia frio, era de noche y el cielo estaba oscuro y sin estrellas. La luna ofrecía la única luz del lugar. Aun le zumbaban los oídos, jadeo y miró el piso con la boca abierta. El aire frio le lastimo los pulmones, pero dudó si ese dolor no era parte de las sensaciones que tenía en ese momento. Estaba pensando en lo que le pasó, se había sentido tan turbado luego de estar tan libre. Se había dejado llevar por completo con sus sentimientos y luego estaba Yuuri. Estaba solo en la multitud y aprecio él, al verlo supo que era lo que más quería en ese momento. Había deseado que lo mirara mientras tocaba todo el tiempo, quería que le llegaran los mismo sentimientos que él estaba sintiendo.

Las lágrimas le corrieron por el puente de la nariz y jadeo de nuevo, no supo si era una risa o el llanto. Se movió luego de un rato de estar quieto y volvió a sentir cada parte de su cuerpo como si fuera nueva y no hubiera estado ahí. La garganta se le comprimió. Paso los dedos nervioso por su cabello, luego por sus pantalones, y dio vueltas caminando por el lugar sin saber qué hacer. No se podía quedar quieto. Vio un barril con lleno de agua a rebalsar. Se apoyó con ambas manos del borde y miro su reflejo, sus lágrimas le impedían formar una silueta en la oscura superficie ondulada, era un pozo ciego con líneas plateadas de la luz de la luna. Aferrado al barril sintió que caería dentro y se apoyó en un codo. Se mojó la cara desesperado, el agua helada chorreo por sus ropas y le empapado los hombros al mojar su cabello, pero aun sentía que ardía.

Era un desastre, era peor que estar borracho. Sollozó con fuerza, se tomó la cara con una mano y se dejó llevar ya que no podía pararlo. Tenía algo atravesado en el pecho y sentía ganas de arrancárselo tironeando de su ropa o incluso de su piel.

—Oh, niño.

Volteo y parado en la oscuridad a pocos metros de él estaba Josak. Tenía una expresión preocupada y sus ojos claros lo miraban con pena.

—Ja —jadeó y frunció el rostro, no pudo parar y esta vez comenzó a reír. —Oh, mierda—maldijo por su estado de vulnerabilidad y Josak se quedó parado mirándolo. Agachó la cabeza y se ahogó, sorbió los mocos e intentó limpiarse con la manga. Se apoyó en el balde y sintió que perdía el equilibrio del todo al fallarle las rodillas. Estaba temblando, sus caderas golpearon el barril lleno hasta el tope y el agua le mojo toda la cintura pero no le importó. Los brazos del espía lo sostuvieron y se dejó sostener.

—No tengo nada bueno para decirle —su voz sonó genuinamente decepcionada de no tener un buen consejo, y mucho más amigable que de costumbre— creo que en el fondo sabía que algún día su excelencia iba a explotar. Tal vez sea mejor que lo deje salir, al menos puedo ser un hombro donde llorar.

Así lo hizo, dejo salir todo de una buena vez. Josak lo sostuvo todo el tiempo y le hablo amable. —No soy bueno para comprender los sentimientos de otros, menos de alguien que vive en un mundo tan diferente al mío. Pero supongo que hoy ha sido un día extraño para alguien que no está acostumbrado a este tipo de vida tan simple. Ha cambiado excelencia, y es gracias al Maou, él nos ha tocado a todos. Pero aunque su excelencia siempre fue un caso especial, nunca esperé que fuera el último en darse cuenta de cómo se sentía realmente respecto a él. A veces es difícil auto evaluarse, ¿verdad?

Se calmó un poco y Josak intentó apartarse, pero se sostuvo de su brazo y apoyó la frente contra su hombro. Había crecido, antes no hubiera llegado a esta altura de él. No eran amigos, tampoco eran tan cercanos, solo era alguien que le conocía y eso era suficiente como para aceptar su compañía en este momento. No se pondría sentimental, ni pensaba agradecer. Tampoco necesitaba hablar, esperaba que entendiera eso.

Ladeo el rostro mirando el piso, había alguien parado a unos metros, levantó la vista y vio a Yuuri. Lo miraba dolido, era de esperarse con él con este aspecto, pero cuando miró a Josak se puso serio y sus ojos eran fieros.

—Josak por favor vete —su voz había sonado irritada. ¿Por qué habría de enojarse con Josak? Cuando el espía se movió se dio cuenta de lo cerca que estaba ambos y como debía de verse en esta situación. No era la primera vez que Yuuri lo miraba así, había pasado lo mismo en los baños, y esta noche lo había visto de reojo mirarlos serio cuando hablaban entre ellos. Había hablado de celos antes, ¿era eso enserio?

—Como ordene —respondió el espía y desapareció dentro del bar.

Se recompuso un poco y pasó sus dedos por el cabello para arreglarlo, esta vez fue consciente de esta costumbre y recordó como Yuuri había halagado su apariencia al hacerlo. Ahora no se vería tan bien, ¿he? No con un aspecto desastroso como este. Yuuri se tensó, lo miró a la cara y vio que tenía lágrimas en los ojos. El rey revolvió su bolsillo nervioso.

—Toma, aquí tienes un pañuelo —su voz había salido quebrada. Le temblaron los labios y se alejó luego de dárselo. Le dio la espalda y froto sus pantalones nervioso. Volvió a mirarlo y sonrió. Le resulto horrible.

—¿Porque haces eso? —le dijo enojado y Yuuri lo miro con asombro—, ¿Por qué te fuerzas a sonreír así? ¿Qué es lo que te molesta? Si no quieres sonreír no lo hagas. Si quieres llorar, llora.

—Soy del tipo que se forzaría a sonreír incluso si todos en el instituto dejan de hablarle. Incluso si me siento miserable.

—Prefiero verte como realmente te sientes antes que actuando de esa manera tan desagradable. No seas falso, o todos terminaran despreciándote.

Se dio cuenta de que estaba siendo sumamente rudo. Se acercó y le devolvió el pañuelo. —Me gusta mucho más cuando sonríes feliz como antes mientras bailábamos. Verte feliz me hace sentirme feliz a mí también.

Tomo su mano para obligarle a agarrar el pañuelo y se la quedo sosteniendo un momento, las manos aun le temblaban un poco. Las de Yuuri estaban calientes. Lo miró y estaba rojo como un tomate, se sorprendió y estaba por volver a poner distancia entre ellos, pero Yuuri agarró sus dedos.

—¿Vas a decir que no es nada como la otra noche? ¿O algo solo para cambiar el tema de nuevo? —otra vez lucia la misma mirada que tanto le inquietaba y no podía comprender—. Si es así, prefiero que no digas nada.

No sabía que decir. Pensó en la actitud de Yuuri mientras miraba sus manos, logro comprender lo que había estado haciendo todo este tiempo para evitarlo.

Recordó las palabras de Josak: “Pero aunque su excelencia siempre fue un caso especial, nunca esperé que fuera el último en darse cuenta de cómo se sentía realmente respecto a él. A veces es difícil auto evaluarse, ¿verdad?”

Si lo era, al parecer todo este tiempo estuvo equivocado. Siempre supo que sentía algo especial por Yuuri, se pasó año y medio persiguiéndolo esperando que le notara, y luego un par de años más esperando oportunidades. Pero esto ya no se trataba de sexo, atracción o cariño, se trataba de amor. Había pensado antes en el amor, pero no era nada parecido a esto. Incluso estaba convencido de que amaba a Yuuri, pero en el fondo no sabía absolutamente nada de que significaba esa palabra en realidad. Algunas personas lo tomaban muy a la ligera, pero él intentó ponerse serio, pensó que podía reconocer sus límites y como controlarse.

Había intentado reprimirse con tal de poder madurar y encontrar una forma con la cual lidiar con su relación estando cómodos. Pero había hecho todo mal, lo único que hacia era inventar evasivas cuando se sentía incómodo con el rechazo, bajo la excusa de que era para que Yuuri no se cohibiera con él. Solo había sido sincero era con sus deseos sexuales, ¿pero dónde había dejado lugar para desahogar las frustraciones de sus sentimientos? Se supone que tenía que canalizar eso que se acumulaba dentro de él en algún lado. Debería haber quemado ese fuego interior que tenía guardado en privado. Por más que lo reprimiera en el momento indicado necesitaba sacarlo fuera, pero no lo hizo. Este era el resultado que le demostraba que aún era inmaduro y que le había llevado a esta situación.

Las lágrimas estaban por caer de nuevo, soltó su mano y se dio la vuelta. Se puso la mano en la cadera y otra sobre el rostro mirando al cielo e intentó contenerse. ¿Por qué no era suficiente con lo de antes?

—Soy un desastre ¿verdad? No solo no sé cómo comportarme, incluso he llegado a mostrar esta apariencia deplorable.

Se rio por el dolor en el pecho y ya no saber qué hacer con él. Tenía que enfrentar a Yuuri, se dio la vuelta y se veía tan triste que le dio pena. Se sintió culpable de hacerlo preocupar.

—No pongas esa cara, ¿qué pasa? —se acercó y limpio una de sus lágrimas con el pulgar y sonrió dulcemente. Se sentía más tranquilo si tenía que cuidar de él, este era su lugar en esta relación.

—¡¿Por qué me estas consolando tu a mí?! —Yuuri quebró en llanto al fin y apartó su mano de un golpe—. ¡¿Por qué eres tan amable si soy yo el que te ha hecho sentir así de miserable?! ¡¿Por qué no me gritas algo?! ¡Enójate conmigo si quieres, me lo merezco por ser tan estúpido y nunca saber que hacer!

Lo abrazó, rodeo sus hombros con fuerza para contenerlo lo más que pudiera. No había segundas intenciones en este abrazo, no necesitaba pensar en nada y se sentía aliviado.

—No me siento miserable, es todo lo contrario. Es hermoso, el amor es hermoso, es solo que es tanto que no puedo manejarlo. Nunca me había sentido así, y no podré olvidarlo jamás. Me has cambiado Yuuri, cambiaste mi vida desde el momento en que llegaste aquí. Gracias. No necesito que lo comprendas y no hay necesidad de que digas nada.

No necesitaba nada a cambio, estaba en paz. No necesitaba sexo, ni atenciones especiales, ni siquiera palabras bonitas de su parte. Era más que suficiente haber podido llegar a sentirse como este momento, sería algo que atesoraría y recordaría por el resto de su vida.

Yuuri se colgó de su chaqueta arrugándola en su espalda. Rio un poco. —Te he contagiado el llanto.

Recordó que siempre le pasaba eso a él cuando Yuuri se emocionaba con algo, no podía evitar llorar si el lloraba también.

—Tienes que parar antes de que yo empiece de nuevo o estaremos aquí toda la noche.

No sirvió para mucho pedirle eso, no pudo parar durante un rato y continúo abrazándolo de la misma manera. Cerró los ojos y sostuvo su cabeza, Yuuri se abrazó con fuerza a su espalda. Hacia frio y su cuerpo estaba caliente. Miró al cielo, aún no habían estrellas. Si alguien los viera parecería una escena romántica perfecta en vez del momento luego de una crisis histérica. La respiración de Yuuri se había calmado, pero le parecía que sus lágrimas no, así que se quedó así un largo rato.

—¿Quieres ir adentro de nuevo? —le preguntó al soltarlo. Vio sus ojos rojos y aun acuosos, el cabello se le había despeinado y humedecido por estar aplastado contra el suyo.

No les vendría mal un espejo y algo de agua y jabón para intentar ponerse presentables de nuevo. No importaba si alguien los veía dentro, a esta altura de la noche la mayoría debían de estar borrachos y aquí solo eran dos jóvenes de clase media alta. No había ningún rey y ningún noble a los cuales avergonzar.

—No —se negó Yuuri con voz rasposa mirando el piso. Se veía mal, tomó una de sus manos y la sostuvo con fuerza, él devolvió el apretón sin levantar la mirada.

La puerta trasera del bar se abrió y se escuchó con más fuerza el barullo del interior, un poco de luz los iluminó. Josak los miró un momento, él fue el único quien le devolvió la mirada, por su cara imagino que esta era toda una escena. —Creo que volveré luego.

Antes de que se fuera Yuuri lo detuvo.

—Josak —su voz aun sonaba rasposa pero era firme, incluso más serio que de costumbre—, volvemos al castillo ahora. Quiero hablar con Wolfram en privado, así que encárgate de que entremos sin que nadie nos vea.

El espía se lo quedó mirando un momento y luego reaccionó. —Como ordene su majestad.

Desapareció dentro del bar y tendrían que esperar un rato. Yuuri apenas lo miró y fue a apoyarse contra la tapia de madera. Lo siguió y se colocó a su lado a esperar en silencio. No sabía que pasaría después de esto, pero se sentía sumamente tranquilo.
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Continuará…

 

 

Notas finales:

[1] Mito Kōmon (en japonés) 水戸(644;門 Mito Koumon es una serie o drama japonesa transmitido por la cadena TBS, es una de las series más largas que han existido. Cuenta con más de mil capítulos y no se ha dejado de de emitir en Japón desde 1969 hasta la fecha. Acompañado de sus fieles sirvientes y protectores, Mito Komon camina por las afueras de la ciudad ayudando a aquellos que necesitan de su ayuda. Al final que casi todo episodio ocurre una batalla, en esta, unos de sus ayudantes muestra escudo Tokugawa, revelando así la verdadera identidad del personaje principal, anunciando que éste es el dueño y señor de Mito, tio del Shogún. Mito Komon siempre arregla todo el mal incurrido por el villano. (Wikipedia).


Sasaki Sukesaburō y Atsumi Kakunoshin son sus dos ayudantes. Cuando Yuuri tiene que elegir una identidad secreta en la novela durante la velada en el barco vez toma el nombre de Mitsuemon y decide que Conrad será Kaku-san, su sirviente. Extendí el chiste eligiendo Suke para Wolfram, porque como dice Yuuri, su personalidad es más alegre. 


 


[2] Todos los temas que se nombran en el fic pertenecen al álbum Shatter Me de la violinista Lindsey Starling. Si alguien esta curioso por escucharlos, pueden buscar los que aparecen con nombre en el fic, o escuchar el álbum completo en youtube. Ese álbum es un favorito personal, y la inspiración para estas escenas mientras escribía. Cuando tengo que narrar a Wolfram siempre escucho música clásica o instrumental, creo que me ayuda jaja. La escena final la hice mientras escuchaba Love Story de Beethoven, por si quieren tener música ambiental y llorar un poco (?)


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