Si alguien le preguntaba cuándo y cómo se enamoró de Makoto, él no podría dar una respuesta clara. Tal vez desde el primer día que lo miró o cuando por error se besaron siendo unos niños o cuando le sonrió de esa manera tan hermosa, no sabría, solo estaba seguro de que estaba enamorado de él y que por él era el primer motivo (había que admitirlo) que competía por todo con Haruka.
Le enfermaba de celos la amistad que tenía con el chico delfín, parecía más novio de Haru que suyo. Si, se conocían de toda la vida y entendía ese lazo que los unía pero ¿tenían que pasar tanto tiempo juntos? ¿Se tenían que comportar de esa manera? Si, gracias a Haruka, él y Makoto eran novios y se lo agradecía pero prefería que se mantuviera un poco alejado de Makoto y también por él es que habían peleado hasta el punto de que no sabía si habían terminado.
No, para que mentía, todo había sido su culpa. Ya habían peleado antes pero jamás hasta ese grado. Habían cumplido unos meses de noviazgo y Rin había propuesto dar el siguiente paso, tener relaciones sexuales. Makoto aceptó y fue ahí donde todo comenzó.
Ninguno quería ser el de abajo en la primera vez. Cada uno argumentó porque debería ser el seme y el otro el uke, la discusión se salió de control y él dijo cosas que no debió decir, simplemente se dejó llevar por el enojo y los celos. Le dijo que si hubiera sido Haru, se hubiera dejado y le habría abierto las piernas sin pensarlo y muchas cosas más de las que ahora se arrepentía.
Cuando paró de gritar con la respiración agitada y levantó la mirada para verlo, supo que se había pasado y que realmente había lastimado a Makoto. El rostro del castaño era una máscara destrozada de dolor y sus ojos cristalizados por las lágrimas, que de un segundo a otro, recorrieron su cara. Solo pudo observar como Makoto se limpiaba el rostro, le dirigía una mirada vacía y como dio media vuelta sin decir nada y echarse a correr.
Rin sólo lo miró irse sin saber qué hacer, a decir verdad, aun no procesaba lo que acababa de pasar. Fue hasta que después de un agotador entrenamiento cuando se encontraba en las duchas (no había nadie aparte de él) que su mente término de procesar todo y no sólo lo sucedido hacia unas horas, sino todo lo malo de su relación.
Todo, absolutamente todo, era su culpa. Todas las ridículas discusiones que habían tenido y todo por sus celos y su, adiós orgullo, inseguridad. Estar en escuelas distintas hacia complicada la relación y las únicas veces que se miraban eran cuando tenían práctica en conjunto y cuando pedían permiso para salir de la escuela sin contar que todas las noches hablaban por celular.
Makoto era un chico atractivo y por su forma dulce y amable de ser, lo volvían una persona popular, siempre atraía las miradas de todos, tanto mujeres como hombres y Makoto, siendo tan inocente no se daba cuenta y ese era el primer detonador de sus celos.
Siempre que peleaban duraban un par de días sin hablarse hasta que Makoto venía a pedirle perdón, siempre era así aunque el castaño no era el responsable pero él era el que pedía perdón.
Lloró, no supo cuánto tiempo pero se quedó ahí llorando camuflajeando sus lágrimas con el agua. Había roto su promesa, había lastimado a Makoto y se sentía como un monstruo.
Después de ese día no se atrevió a buscarlo, tenia (había que admitirlo) miedo de que Makoto no quisiera verlo. No podía enfrentar lo que ocasionó.
Tres días después, se sorprendió de que Haruka viniera a buscarlo y cuando fue a su encuentro, el pelinegro (para aumentar su asombro) lo golpeó sin más en la cara y luego se fue. Rin se quedó atónito sintiendo la sangre escurrir ya que no entendió el motivo del golpe ni tiempo le dio de regresarlo y reclamarle hasta que Gou, Nagisa y Rei vinieron al día siguiente para hablar con el sobre Makoto. Según ellos Makoto no era el mismo desde que habían discutido, como Rei dijo, lo había escuchado y visto varias veces llorar siendo consolado por Haru. En pocas palabras, Makoto no estaba bien y necesitaban arreglar todo, Rin tenía que pedir perdón. Haruka lo había golpeado por haber lastimado a su mejor amigo y no pudo culparlo, se lo merecía.
Cuando ellos se fueron, Rin fue a la piscina donde se sumergió para nadar y despejar la cabeza de todo, bueno, para aclarar todo la confusión que sentía. ¡Por kami! ¡Como lo extrañaba! Su voz, su risa, sus ojos, todo. Era una tortura no verlo y más después de esa discusión.
Unos días más bastaron para que Rin se atreviera a ir a buscarlo para hablar con él. Fue a su casa donde lo recibió la señora Tachibana pero Makoto no estaba, había recibido una llamada y había salido, por lo que Rin fue en su búsqueda. Encontrarlo no fue difícil, solo tenía que ir directo a donde se escuchaba la risa escandalosa de Nagisa y no le gusto lo que vio.
Como Makoto retenía en un abrazo a Haru evitando que se quitara la ropa para meterse a una pecera. Hirvió en celos pero al ver como Makoto reía y como sus ojos verdes recobraban la chispa que por su culpa había perdido, no se pudo mover.
Makoto merecía algo mejor, ser feliz y si no era a su lado, lo iba a dejar ir. Ahora lo entendía, el amor no eran celos, inseguridad; era aceptar, desear lo mejor para la otra persona. Sonrió al verlo sonreír a él y llevó una mano al pecho.
-Te amo Makoto.
Era la primera vez que decía esas palabras y el castaño no estaba cerca para escucharlas. Lo miró una última vez como sacaba su celular para contestar una llamada y se dio media vuelta dejando su corazón con el chico orca antes de irse.
Caminó sin tener un lugar fijo ya que tenía los ojos entrecerrados y la mirada borrosa por las lágrimas que se amontonaron en sus ojos para poder salir. Se detuvo en una banca del parque y dio rienda suelta a las lágrimas.
¿Así se sentía sufrir por desamor? ¿Por pérdida? ¿Así es como se sentía Makoto después de cada pelea? ¡Era horrible! ¡Maldito karma!
Se permitió llorar por unos minutos y luego se limpió las lágrimas. Todo está había sido su culpa y lo aceptaba. Echó los codos a la banca, recargó la cabeza en ella mirando hacia arriba y cerró los ojos. Era irónico porque hoy, cumplían otro mes de noviazgo.
-¿Rin? ¿Estás bien?
Sintió el pecho encogerse al reconocer la voz y no se pudo mover. No podía ser posible, de todas las personas ¿tenía que ser precisamente él? Respiró hondo para mantener la calma y abrió los ojos encontrándose con unos verdes que por primera vez, no pudo descifrar lo que transmitían.
-¿Qué haces aquí? ¿No debería estar con los demás?-dijo intentando sonar tajante e indiferente cuando se moría de ganas de besarlo.
Makoto sonrió y se sentó a un lado.
-¿Así que si eras tú? Lo sabía. Mi mamá me llamó para decirme que habías ido a la casa a buscarme y…- se encogió de hombros-supongo, ¿tienes algo que decirme?
Rin lo miró a los ojos y ante la idea de perderlo para siempre, no dudó en decir lo que sentía. No podía ser orgulloso, ni inseguro, tenía que hacerlo, eso era el amor.
-Perdón. Perdóname Makoto por todo, por todas las veces que no lo dije cuando tenía que hacerlo, por hacerte llorar, sufrir, por no ser un buen novio y sólo ocasionar problemas y sobre todo por no decirte que te amo, por no hacerte feliz como debería pero yo…-“Dilo”, pensó, mordió su labio inferior e hizo las manos puños-tenía miedo. Miedo de que encontraras a alguien mejor que yo y me dejaras, te amo demasiado como para ser egoísta y no querer que te vayas, retenerte a mi lado pero hoy me di cuenta de mi error-suspiró hondo-y entenderé si quieres que terminemos y no darme una segunda oportunidad pero si me permites enmendar mi error, te prometo no volver a fallar y esta vez hacer las cosas bien.
Silencio fue lo único que se formó cuando dejó de hablar y se atrevió a mirarlo y grande fue su sorpresa al verlo. Makoto lloraba con las mejillas rosadas y sintió su corazón encogerse.
¿Por qué siempre sus palabras terminaban haciendo a Makoto llorar?
Se asustó pero se desconcertó cuando Makoto sonrió y cogió sus manos entre las de él.
-Dilo otra vez-pidió.
Rin enarcó una ceja al no entender pero luego sonrió y beso las manos del más alto con suavidad.
-Te amo Makoto.
De pronto Makoto le echó los brazos al cuello y lo besó. ¡Gloria! A eso sabia besar los labios de Makoto. Definitivamente los había extrañado, todo de él. Al separarse Makoto le dedicó esa sonrisa que tanto amaba.
-Sí, te doy una segunda oportunidad Rin, yo también te amo.
Rin sonrió de oreja a oreja sintiendo su corazón estallar. Se quedaron platicando tomados de la mano hasta que Makoto lo invitó a cenar en su casa y fueron. No había nadie, Makoto iba a llamarles pero recordó que iban a visitar a sus abuelos y que regresarían mañana en la noche.
Rin se sonrojó un poco. Tenían la casa para ellos solos. Era el momento para terminar de decirle todo. Armándose de valor, se lanzó sobre él cuándo entraron al cuarto y lo besó con pasión. Sintió al otro seguir el ritmo del beso y se atrevió a acariciarlo por encima de la ropa.
-Ah…Rin-gimió al separarse.
Rin lo miró con deseo y las mejillas rosadas.
-Quiero hacerlo Makoto, quiero entregarte mi virginidad. No lo hago por lo que crees sino porque realmente quiero hacerlo, solo contigo. Por favor...
Makoto lo miró con duda unos minutos por lo que Rin se apartó y se quitó la camisa y el pantalón quedando únicamente con el bóxer al sentarse en la cama. Sonrió al ver como los ojos de Makoto oscurecían por la lujuria que comenzaba a ganar terreno en el chico y sacó la lengua humedeciendo sus labios invitando al otro que no lo soportó más y se lanzó sobre Rin para besarlo.
Había que admitirlo, sentía miedo porque sabía que iba a doler pero ya no iba a rajarse, quería, realmente deseaba hacerlo. Ser de Makoto y de nadie más.
Calor. Deseo. Placer. Esa y muchas más sensaciones tenia por el cuerpo al sentir las manos y los besos de Makoto por su cuerpo. Las palabras pudor y vergüenza desaparecieron de sus cabezas cuando toda la ropa desapareció dejándolos como llegaron al mundo, desnudos.
Todo pensamiento desapareció de su cabeza y mejor se concentró en las sensaciones que Makoto le hacía sentir. Pronto se encontró gimiendo con fuerza al sentir una mano de Makoto acariciando su miembro con maña y los dedos de la otra dilatando su entrada. Era incómodo pero a la vez sólo lo puso más ansioso y no dejó de morder la piel de Makoto que tenía al alcance.
No soportó más las descargas de placer y se corrió con brusquedad, manchando con su esperma ambos cuerpos.
-Rin, voy a entrar. Si quieres que me detenga, dímelo.
Él asintió y abrió un poco más sus piernas. Lo sintió entrar en él lentamente y sólo atinó a aferrarse al cuerpo contrario sin dejar de besarlo. Si, dolía, pero valía la pena.
Makoto comenzó a moverse en círculos con suavidad sin salir de él y cuando se le escapó un suspiro, Makoto comenzó lento para no lastimarlo, las embestidas eran pausadas y no muy profundas. Poco a poco se fue acostumbrando pero el castaño no cambió de ritmo y fue cuando Rin abrió los ojos.
Makoto tenía el ceño fruncido y se mordía los labios con fuerza. Se estaba conteniendo y Rin sintió su pecho encogerse. ¿Por qué Makoto era tan bueno? Así que fue él quien empezó a mover las caderas provocándolo y cuando el castaño lo miró, Rin le sonrió seductoramente.
-No te contengas Makoto, dame duro.
Miró como Makoto dudaba por miedo a lastimarlo, así que no le quedó de otra. Con algo de dificultad se movió (sin dejar que se saliera de él) de tal manera de que Makoto se encontró sentado con la espalda recargada en la cabecera de la cama y él sobre su pelvis.
¿Quién dijo que aunque se fuera el uke no se podía dominar?
Sin despegar la mirada de los ojos de Makoto y perder la sonrisa comenzó a moverse de arriba-abajo sosteniéndose de los hombros del otro. Al sentir de nuevo placer por cada embestida, aumentó el ritmo y cuando Makoto lo tomó de las caderas para ayudarlo, gimió con más fuerza.
Se estaba volviendo loco, el placer era inmenso y sólo lo ponía más ansioso, no quería que parara. Makoto encontró su Punto G cuando él comenzó a mover sus caderas en círculos para hacer el acto más placentero y Rin soltó un grito jalando del cabello castaño. El más grande cambió posiciones dejándolo contra la cama y para así marcar su ritmo.
Rin enrolló sus piernas en la cintura de Makoto retorciéndose de placer. Sentir a Makoto penetrarlo de forma profunda, rápida y fuerte lo estaba llevando al orgasmo sin necesidad de masturbarse. Rin continúo mordiendo, dejando sus marcas de propiedad y gimiendo por más.
Las embestidas continuaron y cuando Makoto se corrió dentro de él, Rin también lo hizo sintiendo una fuerte oleada de placer que lo dejó exhausto. ¡Demonios! ¿Por qué se había negado tanto en ser el uke? Definitivamente lo volvería a repetir.
El cuerpo de Makoto cayó sobre el suyo jadeando y rió un poco al no poder moverse.
-Creo que mañana no me podré mover.
Makoto se alejó para verlo entre asustado, preocupado y culpable.
-¿Te lastime? ¡Oh lo sien..
Lo besó para callarlo y negó con la cabeza.
-No. Aunque dicen que la primera vez nunca es perfecta, se equivocan. Esta lo fue y no me arrepiento de nada. Te amo Makoto.
Makoto sonrió y recargó su frente en la de él.
-Me alegro.
Makoto se acomodó a su lado pero Rin sonrió socarrón y se giró colocándose encima del castaño empezando a mecerse para excitarlo.
-¿Qué? ¿Creías que aquí iba a parar? Es mi turno Makoto, yo también quiero probar.
Rin mordió su labio inferior cuando Makoto gimió y se inclinó para besarlo.
Rin había descubierto lo que era el amor y no lo iba a perder, por ello había encontrado la solución, ser sukes después de todo había disfrutado ser uke y era turno de ukear a su lindo noviecito.
Sin duda esto era el verdadero paraíso.
Fin MakoRin