Thor caminaba derrotado, con la cabeza baja, observaba al pequeño bebé que yacía en sus brazos y que no paraba de llorar. Estaban por llegar al palacio cuando fueron interceptados por aun más soldados, que escoltaron a los dioses al interior del recinto, alejándolos de las miradas curiosas de los asgardianos ahí presentes. En cuanto entraron al palacio, un selecto grupo de sanadoras tomó al pequeño tesoro del dios del trueno, quien aunque renuente a esto, terminó por entregarlo ante la mirada autoritaria de su padre.
– ¿Qué pretendes, Odín? – Cuestionó claramente molesto el rubio mientras el dios anciano procedía a tomar asiento en su trono.
– Ve a tus aposentos, Thor, toma un baño y prepárate. Esta misma noche tomaras por esposa a Sif – Sentenció el anciano sin vacilar.
– ¿Piensas que voy a ceder tan fácilmente? – Cuestionó mientras torcía la boca en un gesto atemorizante.
– Es la única opción que te queda, hijo mío, y la tomaste. Dejaré vivir a Loki y a su estirpe en la tierra. La otra creatura no es de mi interés, pero si desobedeces… – No terminó la frase. La mirada del dios rubio lo estaba taladrando sin piedad.
– No traicionaré mi amor por Loki con Sif –
– Lo hiciste con la chica Foster, no me vengas ahora con sentimentalismos, Thor. Y haz lo que te digo, o me veré obligado a faltar a mi palabra de no hacerles daño –
– ¿Por qué tomarías al niño como heredero? Es mío y de Loki… No tienes ningún derecho a… – El cambio de tema tan solo ensombreció mas la figura cansada de Odín.
– Sif lo tomará a su cuidado como hijo propio – Interrumpió Odín poniéndose de pie – Tu primogénito será el heredero al trono. Ya lo he dicho, la blasfemia con Loki ha finalizado con esta promesa de paz. No me saques más de mis casillas. – Finalizó Odín sujetando su cetro y preparándose para cualquier cosa.
– ¡Pero Padre..! –
– Basta, hijo mío – La dulce voz de Frigga había brotado de la nada. Su figura claramente cansada y su mirada yacían clavadas en el piso. No era digna de mirar a su rey. Le había traicionado, y aunque Odín fue indulgente al no propinarle castigo alguno, se le habían arrebatado ciertos privilegios momentáneamente. – Haz lo que te ordena tu Padre. Por ti… Por Loki –
Aquel nombre resonó en la cabeza del dios del trueno. Soltó un suspiro profundo antes de darse la media vuelta y retirarse a sus aposentos.
– ¿Por qué haces esto, esposo mío? – Cuestionó la diosa llevándose una mano al pecho aun sin mirar a Odín.
– Por su bien, mujer, por su bien y por el bien de Asgard – Contestó el anciano tomando asiento de nuevo.
– Ese niño… Tiene las características de Loki en su ser, ¿Piensas que olvidará a su hermano con este castigo? –
– Lo hará de buena o mala manera. Ahora vete a arreglar, esposa mía. La ceremonia será en unas horas. –
– ¿Puedo…? … –
– Tienes todo el permiso de visitar a tu nieto, pero cualquier desliz sobre su origen será castigado – Finalizó Odín mientras masajeaba su sien y se preparaba mentalmente para enfrentar el desenlace de su plan.
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El rubio caminaba a toda prisa. Apenas divisó las puertas del cuarto de sanación, su corazón se aceleró. Entró al recinto sin reparo, observando cómo las sanadoras finalizaban su trabajo, dejando al pequeño en una cuna por demás ostentosa, mientras este vestía una blanca prenda con terminaciones doradas. Su visión se hizo acuosa de un momento a otro, mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas.
Se aproximó al pequeño, quien al notar su presencia, abrió sus ojitos descubriendo de igual manera un hermoso par de esmeraldas. Una sonrisita se dibujó en su rostro mientras extendió sus bracitos en dirección al dios del trueno, quien no dudó de tomarlo en sus brazos con suavidad.
– Magni… Ese será tu nombre… – Susurró al oído del pequeño – Porque tendrás que ser fuerte hijo mío, tendrás que ser fuerte y esperar antes de que pueda reunir a nuestra verdadera familia – Finalizó mientras depositaba tiernos besos en la frente del pequeño, quien reía suavemente ante aquellos gestos.
– Y sé que lo harás – Agregó Frigga mientras entraba a la habitación, despachando a las sanadoras al momento para quedarse a solas con su hijo y el pequeño retoño.
– Madre… No sé como continuar… No sé qué hacer – La voz del rubio sonaba cortada, las lagrimas y el llanto se apoderaban de su rostro.
– Esperar, hijo mío, no queda otra cosa que hacer más que esperar – Respondió con dulzura la diosa mientras acomodaba la rubia melena del dios – Tu Padre está cegado por sus ambiciones, por sus tradiciones sin sentido, pero ha de llegar el momento en que este absurdo encuentre su final. Mientras tanto te pido paciencia y fuerza, por Loki… – El corazón de ambos se estrujo ante la mención de aquel nombre – Por el momento está a salvo en Midgard, y quiero que así continúe hasta que encontremos la solución a este problema – Finalizó la diosa mientras besaba los rubios cabellitos del menor y posteriormente la mejilla de su hijo. – Ahora ve a prepararte. –
El rubio tan solo asintió levemente con la cabeza poco antes de ceder a su preciado tesoro a los brazos de Frigga, quien sostuvo a su nieto con dulzura. Abandonó la habitación un poco más tranquilo consigo mismo, pues con las palabras de aliento de su madre, había obtenido la fuerza, o al menos un poco de ella, para continuar con la atrocidad de aquella noche. De igual manera, Sif no era mala, había sido una gran amiga en innumerables ocasiones, y de alguna manera, encontraría la forma de hacerla entender que cuando llegara el momento tendría que abandonarla a su suerte, y estaba por demás seguro, que ella le entendería.
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La ceremonia fue pomposa. Padre de Todo lo había planeado todo calculadoramente y con tiempo de sobra. Nobles y demás acudieron a la unión entre los asgardianos. Todos irradiaban felicidad, todos menos él. El rubio tan solo estaba ahí como si su mente no estuviese en su cuerpo. Y Sif, la hermosa Sif lucía radiante aquella noche, acompañando a los invitados, riendo y fingiendo felicidad. Por supuesto, ella no amaba a Thor, ella amaba a cierto rubio que se la pasaba con cualquier otra menos con ella, claro, Fandral no la consideraba una dama y la ignoraba desde tiempos inmemorables. Y ahora con tal acontecimiento, la añoranza de la chica se observaba aun mas lejos de lo que ya era.
– Basta Thor – Murmuró la chica al rubio que estaba a su lado con cara de los mil demonios – Al menos podrías fingir que estás feliz… – Agregó mientras le observaba de reojo. Su hermosa figura resaltaba aquella noche, la asgardiana lucía un hermoso conjunto blanco con un generoso escote, mientras su cabello yacía recogido y lucía una hermosa tiara dorada en su frente.
– No lo disfruto para nada, estamos a punto de jugar a la familia feliz. ¿Es lo que quieres, Sif? ¿Criaras a un hijo que no es tuyo? –
– A mí tampoco me agrada la idea de compartir el lecho contigo, mi estimado amigo y mucho menos me agrada la idea de usurpar el lugar de… – Bajó la voz – Loki… – Añadió con un dejo de melancolía – Pero no estoy dispuesta a desobedecer el mandato de Padre de Todo… Además... – Sonrío por lo bajo mientras le observaba detenidamente – En cuanto asciendas al trono, tu palabra es la que será la ley – Añadió complicemente antes de besarlo fugazmente en los labios – Por ahora finge, es lo único que te queda para ganar la confianza de Odín – Finalizó la pelinegra antes de ponerse de pie y dirigirse hacia un reducido grupo de asgardianos que platicaban al otro lado de la sala.
El rubio quedó pasmado ante la respuesta de la chica. Ciertamente no había pensado en ello, había estado demasiado cegado por su sufrimiento y se había cerrado a todas las posibilidades en su vida, resignándose a vivir con Sif hasta que pudiese escapar, llevándose a Magni en el intento. Tomó la copa abandonada en la mesa y bebió su contenido ávidamente. Gracias a su “esposa” las esperanzas y un nuevo plan, llegaban a él.
– Aguanta, Loki… –
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La oscuridad reinaba en el lugar. Pero podía escucharla, Hela lloraba a la distancia mientras cientos de carcajadas acompañaban el llanto de la niña, y aunque gritara su nombre no podía hallarla. La desesperación se apoderaba de él. Y entonces, de un momento a otro se hizo la luz, pero su angustia tan solo aumentó al observar como Odín se llevaba a la pequeña en brazos… Y la alejaba de él. Quiso gritar, pero su voz no se escuchó. Y entonces ahí lo vió: Thor estaba a un lado de Padre de Todo, pero ambos le dieron la espalda y se llevaron a su hija, lejos de él….
Abrió los ojos y se sentó de un brinco en la cama. La herida de su vientre le escoció de dolor, pero lo ignoró, una tenue línea de perlado sudor adornó su frente en aquel momento. Se puso de pie de inmediato y se acercó a la bella y lujosa cuna que Stark había adquirido para la niña, y tal cual la había dejado un par de horas atrás, la pequeña seguía durmiendo.
– Solo fue un sueño… – Musitó para sí mientras acariciaba la cabecita de la pequeña con suavidad, cuidando no despertarla.
Soltó un suspiro poco antes de darse la media vuelta y salir de la habitación. Tenía la boca seca, necesitaba de aquel líquido vital y si no mal recordaba, estaba en el mismo piso en el que Stark poseía su pequeño bar. Bien, habría algo ahí.
– Parece que no puedes dormir – La voz del castaño sonó de la nada, apenas la figura de Loki se asomó por el enorme cuarto donde el multimillonario, pues este ya se encontraba bebiendo en el lugar de siempre.
– Pues parece ser que no soy el único – Respondió mientras ocupaba el lugar vacío justo a un lado del castaño.
De alguna manera, había evitado hablar con el castaño durante un par de días. No tenías palabras para él, lo había ofendido de cientos de maneras con el único objetivo de alejarlo. Pero al final, la creatura que había engendrado era del playboy y no del dios. Se sentía culpable. Lo había lastimado en vano, o al menos eso parecía.
– Lamento… Yo... – No encontraba las palabras que necesitaba, ladeó la vista mientras se llevaba una mano a los delgados labios, como si quisiera impedir lo que estaba por decir. – Hela es tu hija y yo… Yo intenté – El dios de las mentiras ahora ahogaba la verdad en sus labios. Su corazón quería salir de su pecho.
– No es necesario esto, Loki. – Interrumpió el castaño mientras colocaba su vaso vacío en la mesita que estaba enfrente del sillón ahora carmín. Si, el dorado y el beige se ensuciaban en múltiples ocasiones y por distintas razones, por lo que había optado en cambiar al color carmín. – Tampoco voy a exigirte que me ames. No voy a exigirte que formemos una familia, pero lo único que quiero pedirte, es que no me alejes de ella – Finalizó observándolo seriamente.
Loki continuó con la mirada clavada en la alfombra del lugar mientras permanecía en silencio.
– No lo haré – Respondió en voz baja poco antes de finalmente clavar sus esmeraldas en las almendras del multimillonario. – No me alejaré de nuevo de ti, Anthony Edward Stark – agregó poco antes de sellar el momento depositando un beso en los labios ajenos.
Él mismo lo había dicho, amaba a Stark, y aunque no lo amaba de la forma en que amaba a Thor, sentía una enorme necesidad de permanecer a su lado. Si bien, podía atribuirle aquello al temor de perder de Hela, también había algo más implícito.
Por su parte, el castaño correspondió el beso como si la vida se le fuese en ello. En su cabeza aun sonaba aquella voz, aquella culpa que le había robado el sueño noche a noche, pero esta vez, comenzaba a alejarse, dejándolo finalmente disfrutar de aquel momento, llevándose el nombre de Steve Rogers junto con ella…. Oh Steve…
– Por cierto… – Musitó el castaño interrumpiendo el beso y deslizando los dedos de su diestra en la alborotada cabellera negra ajena. – Pepper vino esta tarde. Le ha comprado cientos de prendas a la pequeña. Estoy seguro que te van a gustar – Comentó con una sonrisa en los labios. La hermosa Virginia Potts siempre velando por el bienestar de Anthony, y que aun con el corazón hecho mil pedazos por la noticia, había encontrado fortaleza para enfrentar la extraña situación. – Nat, Banner y Clint están interesados en conocer a Hela, pero todo será siempre y cuando tú quieras –
– No sé cómo hacerlo… – Murmuró Loki por lo bajo mientras desviaba la mirada.
– ¿Hacer qué? – Contestó Tony sin entender.
– Esto… No es normal para mí. Estoy acostumbrado a otro tipo de cosas, a otro estilo de vida. No sé como criaré a una hija por el camino correcto cuando yo he dado tantos tropiezos en el mío. Cuando yo no he tomado las mejores decisiones de mi vida… – Lagrimas brotaron de sus ojos aun sin su consentimiento. Aun estaba sentimental.
– No lo harás solo, Loki. – Se apresuró a contestar el castaño mientras envolvía el delgado cuerpo de Loki en sus brazos.
– ¿Y tú que sabes de cuidar niños? – Cuestionó un tanto divertido el pelinegro mientras se dejaba hacer.
– Absolutamente nada, pero nos vamos a divertir averiguándolo –
Loki sonrío de nuevo, pero ahora un tanto más tranquilo. Pese a todo, quería pensar que aquello saldría bien; que aprendería a amar a Stark de esa otra manera con el tiempo, y que por supuesto, Hela crecería felizmente a lado de sus dos padres.