POV Loki
No podría describir el sentimiento que se apoderó de mí en aquellos momentos. Amaba a Anthony, por supuesto, había comenzado a aceptarlo en mi corazón y darle un espacio en este, y quizá no con la misma intensidad que amaba a Thor… Había amado a Thor… Pero, ahí estaba, ocupando un espacio importante en mi ser. Pero mirarlo con aquel rubio… Ese rubio que lo amaba de manera sincera y única, hizo que mi corazón diera un nuevo vuelco. Celos, ira, decepción. No sabría describirlo.
Sonreí apenas sentí la mirada zafiro de Steve Rogers sobre mí. Claro Steve. Consuélalo. Te doy todo el permiso del mundo, porque cuando acabe con esto, necesitará de tus brazos y de tus tiernos besos para salir adelante.
Unas cuantas palabras y me desvanecí para pronto aparecer en las afueras del departamento de la pelirroja. Sentí como el piso se movía ante mí. ¿Un mareo? Había usado demasiada magia aquel día y mi cuerpo comenzaba a pasarme factura. Salir de ahí con Hela no sería tarea fácil.
Apenas iba a tocar la puerta cuando esta se abrió y el pequeño cuerpo de mi pequeña se aferró a mí con todas sus fuerzas, más específicamente a mi pierna derecha.
— De alguna manera ha sabido la hora exacta en que vendrías — Murmuró la mujer mientras se recargaba en el marco de la puerta. — Menos mal que aun siendo hija tuya y de Stark, es completamente diferente a ambos — Agregó suspirando profundamente.
— Agradezco también ese punto — Respondí mientras cargaba a mi pequeña en brazos — También agradezco tu ayuda. Paso a retirarme. — Agregué dando la media vuelta.
— Stark ha llamado. Sabe que está aquí. Si yo fuera tú… —
— Me es indiferente lo que haga o no ese hombre — Natasha me observó con los ojos como platos poco antes de darse la media vuelta y susurrar un apagado “De nada”, y cerrar la puerta casi al mismo tiempo.
— Quiero ver a papá Tony — Murmuró Hela mientras jugaba con las hebras negras de mi cabello en su pequeña manita. — El niño del espejo dijo cosas muy raras —
— ¿El niño del espejo? — ¿Se refería a Magni? La piel se me erizó al instante mientras comenzaba a caminar hacia el elevador del lugar.
— El rubio… Dice que su mamá se llama como tú — Agregó mi pequeña mientras se acomodaba en mi hombro y se disponía a dormir, cayendo casi de inmediato a los brazos de Morpheo.
No quedaba duda alguna. Hela de alguna manera se comunicaba con Magni a través de los espejos, y Magni… Mi pequeño retoño estaba al tanto de mi existencia. Aquello me dio unos minutos de alegría, al menos Thor no había mentido en ello. Dios del trueno… Los cielos aún yacían en la penumbra de la tormenta, lo que me indicaba que aún no abandonabas Midgard, pero de igual manera, sabía que no irías en mi búsqueda.
Si Jane Foster no hubiese existido, estoy seguro que nos hubiésemos desposado e ido contra toda ley en Asgard, habida y por haber, y por supuesto… Magni habría nacido… Pero de haber sido así, jamás hubiese conocido a mi hermosa Hela. De alguna manera todo aquel suplicio tenía una razón de ser; y estaba seguro que volvería a vivirlo tan solo para conocer a Hela.
Caminé tan solo un par de pasos poco antes de sentir las gotas de agua cayendo sobre mi rostro. La lluvia finalmente hacía acto de presencia. De alguna forma aquello estrujó mi corazón. ¿Estás triste, Thor? ¿Lloras? ¿Por mí?
Solté un suspiro profundo poco antes de dirigirme a un café cercano al lugar. Entré y tomé asiento en un sillón de satín rojo, colocando a la pequeña a mi lado, quien tan solo se quejó levemente, mientras se acomodaba y retomaba su siesta. Observé por el cristal de la ventana como la tormenta comenzaba a empeorar, y era acompañada de fuertes vientos y gotas más gruesas de agua.
No, no quería ver a Thor en aquello momentos. Ni a Thor ni a Tony. Quería estar solo. Debía encontrar la forma de recuperar a mi hijo, y a su vez, recuperar el tiempo perdido. Pero no estaba seguro de que mi pequeño quisiera venir conmigo. Aunque supiera de mi existencia, no me conocía. No podía usar magia. Él era un príncipe, sacarlo de Asgard era prácticamente una misión suicida. Y además… Solté un suspiro mientras observaba a Hela. Ella se comunicaba con él. ¿Ambos poseían magia? Aquello apenas y me llegó a la mente. ¡Claro! Ambos poseían magia. Aunque en grados distintos debido a los padres de cada uno. Pero no, no estaba pensando claro. Jamás podría pedirle a Hela aquella estupidez.
— Mami… — Susurró Hela por lo bajo — No te preocupes… Yo ya sabía lo de Magni — Aquello me dio un claro infarto mientras mi pequeña se sentaba perezosamente. ¿Podía leer acaso mis pensamientos? — Si mami… Puedo hacerlo… Perdóname si no te lo había dicho — Murmuró con la cabecita baja, pensando en que la había regañado.
Solo atiné a abrazarla contra mi pecho, susurrándole que no estaba mal, que estaba en todo su derecho… Pero si podía leer mis pensamientos… Entonces… ¿Sabría lo de Thor? ¿El enredo de mi corazón?
— Sin embargo hay pensamientos que no puedo leer, mami — Murmuró —En especial los que se vinculan con el papá de Magni —
— ¿Entonces entiendes que es tu hermano? — Cuestioné separándola de mi pecho y mirándola a los ojos.
—Lo entiendo. Y él también. —
La cabeza me dio vueltas. Podía entablar una conversación de esa magnitud con mi hija de escasa edad. Mi pequeña sabía lo de Magni. Entendía que tenía un hermano de otro padre, pero no sabía de quien. ¿Cómo es que había madurado tan rápido? ¡Dioses! ¡Y Magni! Poseía tanta o más magia que Hela y ambos estaban enterados de su situación.
— Puedo traerlo papi. Y él también quiere venir con nosotros, pero si lo hace, ese hombre anciano nos hará daño… — Murmuró mi pequeña llevándose una manita al pecho.
No cabía duda. La ira de Odín podía caer sobre Hela y sobre mí si decidía arrebatarle a Magni de su cuidado. Sentí un nudo en la garganta. No entendía quien les había dado el derecho de decidir sobre mis hijos.
— Está bien, mi pequeña… No es necesario arriesgarse por ahora…— Susurré recitando un par de palabras, colocando un pequeño escudo sobre mis pensamientos y arrancando un puchero de los labios de mi hija.
De alguna manera, había cosas que no quería que ella supiese, y aunque de alguna manera ya lo había demostrado ocultándole mis pensamientos hacia Thor, no quería entrometerla más en el caos de mis pensamientos. De nuevo sentí un leve mareo. Había olvidado el estado de debilidad de mi cuerpo. No tenía a donde ir. No tenía donde esconderme. Aquello me caló en lo profundo, tampoco podía hacer uso de mi magia, ¿Cómo iba a proteger a Hela en ese deplorable estado? No podría arrastrarla a todos esos sucios lugares en los que me escondí de Thor en Midgard. No podía acudir a Natasha, o a Banner, mucho menos a Clint y fuera de ellos y de Stark, no conocía a nadie.
Busqué en mis bolsillos y saqué unos cuantos dólares. Me servirían para unos días. Al menos los suficientes para recuperarme y poder usar mi magia de nuevo.
— Vámonos… Querida. — Murmuré dejando un par de dólares sobre la mesa y tomando en brazos a mi pequeña, que de nueva cuenta se acomodaba en mis brazos para una nueva siesta.
— Mami… Ese hombre nos ha estado mirando desde que llega... — Bostezó —mos… — Susurró mientras comenzaba una nueva siesta.
Observé al hombre en la esquina del café mientras un escalofrío recorría mi cuerpo.
~*~*~
POV Tony
Podía sentir mi corazón acelerarse en mi pecho, mientras surcaba a toda prisa los cielos de Manhattan. No sabía la razón por la qué había hecho todo aquello. La cara del capi aun rondaba por mis pensamientos, pero fue abruptamente borrada al recordar aquel para de ojitos esmeraldas. Mi pequeña, mi Hela. Te había fallado, a ti y a Loki. El amor que pacientemente había cultivado y cuidado día a día; la familia que tanto trabajo me había costado obtener. No podía simplemente permitirme tal estupidez. Lo admitía. Steve Rogers, aquel idiota vejete, era mi primer amor. Pero ahora había encontrado al que quizá era el amor de mi vida, aunque sonara cursi y trillado. Ese dios del engaño, aquel pelinegro reacio a enamorarse.
Me detuve de inmediato mientras aquellas palabras rondaban mi cabeza. Me sentí estúpido al pensar aquellas cosas, cual colegiala enamorada. Loki me había dado la dicha de concederme una hija. Del fruto de nuestro amor y pasión había nacido la pequeña Hela. Con Steve tan solo había recuerdos, y su ausencia que aun lograba inundarme. El dolor que me había dejado su partida sin palabra alguna. Pensar que se había paseado con James todo ese tiempo en el que a mí, me hizo de lado. ¡No! ¿En qué jodida cosa estaba pensando al besarlo? Mi cuerpo aun recordaba, aun lo añoraba, pero estaba claro que mi corazón ya estaba en manos de alguien más.
Aquel dios, orgulloso, herido y escondido detrás de una máscara que parecía no ceder. Pero con Hela todo había cambiado. Había conocido aquel lado tierno, aquel lado amoroso que se preocupaba por su pequeña, pasando noches en vela. El miedo en sus ojos al notar la piel azulada de la herencia de su pueblo en nuestra hija. Nuestra… Jamás me había imaginado como un buen padre. Había dado lo mejor de mí con Hela, claro, jamás le había cambiado un solo pañal, pero le brindaba todo mi tiempo, y todos los lujos que el dinero pudiese comprar. Pepper la había aceptado, y la inundaba de cariño. Esa pequeña había llegado a iniciar la más maravillosa de las etapas de mi vida.
Aterrice en un mirador cercano. Minutos atrás me había enterado de que Hela estaba al cuidado de Nat, pero estaba seguro que Loki ya se había asegurado, al menos a esta altura, de reubicarla. Además el idiota de Thor me había sugerido dejar en paz a Loki… Thor y Loki. ¿Cómo podía aún amarlo? Recordar todo el dolor que hubo en sus esmeraldas cuando Jane estuvo entrometida en medio de todo este asunto, la aflicción que me demostró en el central park, cuando lo encontré en medio de la lluvia, poco antes de que se entregara por vez primera a mi tacto y cuerpo. Entendía que los años no transcurrían de la misma manera en su reino, y que podían vivir miles de años., lo que me hacía sobreentender que llevaba unos miles de años amando a Thor. Pero, ¿Por qué él? Bueno, no podía negar que ricitos tenía lo suyo al igual que Steve… Bueno, omitamos mi último comentario.
De alguna manera quería preguntarle, pero si lo pusiera en aquel predicamento, estoy seguro que lo orillaría a tomar una decisión, pero a este punto, ¿Qué tan seguro podía estar de que fuera yo el elegido?
También existía un hijo con Thor. Podría tener una familia fuera quien fuera su elección. Y yo no había sacado precisamente la calificación perfecta al ocultarle aquello. Pero, ¿Qué más podía haber hecho? De haberle dicho la verdad, hubiese corrido a Asgard, sentenciado a muerte… O lo que sea que hagan los dioses en aquellos casos.
No, no podíamos obligarlo a elegir. Él tendría que hacerlo por su cuenta, y salir a nuestro encuentro cuando estuviese seguro.
Solté un suspiro. De alguna manera, estaba seguro que Hela tendría que quedarse. Aún si no me eligiese, no me podría apartar de ella.
~*~*~
POV Thor
Las gotas aun lamían mi rostro. Mi mirada yacía clavada en la bóveda nocturna del cielo, mientras la tormenta comenzaba a disiparse poco a poco. Debía volver a Asgard, como el rey de los nueve mundos estaba cometiendo el primer error en mi reinado.
Tomé aire poco antes de observar Manhattan una vez más. Recordé entonces el rostro de Magni, confundido al enterarse de que Sif no era su madre, al enterarse de que su madre se hallaba en otro mundo, lejos de él. Y todo aquello en cuanto, ¿Dos semanas? Su crecimiento acelerado, su madurez apresurada. Todo aquello hacía notorio que no era un asgardiano común, por eso Odín le había elegido…
Odín, ciertamente yo no poseía el poder de derrotarlo. Aún sin ser el rey de los nueve mundos, poseía el poder incluso para vencer a Thanos. Y por alguna razón, había estado resistiendo entregarse a su sueño, y era notorio, no era por el simple hecho de estar cuerdo para entregarme la corona, había resistido por otras razones, que hasta el momento el tan solo imaginarlo, me helaba la sangre.
¿Acaso debía renunciar y dejar marchar a mi Dulcinea? ¿Resignarme a pagar mis errores alejado de él? ¿Sin verlo crecer, sin verlo madurar? Quizá… Dejarlo ser …. Lejos de mí. Dejar de luchar lo que sería una batalla perdida, dejarle criar a Magni bajo su tutela, aun si eso significara desatar la furia de Odín, la cual estaría orgulloso de enfrentar.
¿Cuánto tiempo me había costado darme cuenta de ello? Toda mi estúpida juventud, poseyéndolo, amándolo en silencio aun si saberlo, ignorando su dolor. Me siento tan solo, sufro en este infierno por todo lo que no te dí. Por todo lo que te negué. ¡Dioses! ¿Qué debo hacer?...
De mis labios estuvo a punto de salir el nombre del guardián de ojos dorados, pero me detuve de inmediato al observar la figura de Loki materializarse de la nada. Su piel estaba lacerada, la sangre manaba de las múltiples heridas de su cuerpo. ¿De nuevo aquella escena? Un escalofrío recorrió mi cuerpo poco antes de acercarme hasta él y sujetarlo en brazos.
— H...Hela… — Murmuró con debilidad mientras se aferraba a mi cuerpo.
Sus esmeraldas se clavaron en mí, pude leer la desesperación en sus ojos.
— ¿Qué ha sucedido? — Cuestioné mientras enterraba su rostro en mi pecho y se echaba a llorar amargamente, sin decir palabra alguna.