Cuando los rayos del astro rey acariciaron las tierras asgardianas, el castillo ya había comenzado su vida matutina. Los sirvientes se preparaban para el desayuno de la recién formada familia del rey, reacios ante el notorio cambio, pero al fin y al cabo emocionados por el hecho.
El hechicero se levantó al sentir los rayos acariciándole el rostro y obligándolo a salir de la cama. Decidió darse una ducha antes del desayuno, necesitaba despejar su mente ante los crecientes cambios de su vida. Cuando la tina estuvo lo suficientemente llena, se despojó de sus ropas y se sumergió en la calidez del agua que lo recibía.
Su mente viajó entonces hasta su vida pasada, la vida que había compartido con cierto castaño en Midgard…
FLASH BACK
Después de aquel día, la torre Stark jamás había estado sola de nuevo. Hela finalmente había regresado a casa, mientras que Magni se integraba a la familia, sabiendo que su Padre lo visitaría y además, tendría la oportunidad de visitar Asgard cuando lo quisiera.
El pelinegro sabía las consecuencias que todo aquello tendría, pero tenía en claro lo que quería. Entendía sus sentimientos por el tronador, pero también entendía lo que sentía por el multimillonario; y finalmente, se había decidido a consumar estos últimos y llevarlos hasta su esplendor. Los días pasaban rápido y llenos de la felicidad que siempre había añorado, y finalmente, a lado de sus dos pequeñas y amadas creaturas. Las visitas de Thor eran bastantes seguidas en un principio, casi diarias por no decirlo, pero pasado cierto tiempo, el tronador desapareció por completo durante años enteros.
Esos 6 años que compartió solo con sus hijos y su amante le habían hecho reflexionar sobre varios actos en su vida, entregándose finalmente y sin ataduras a Stark, y aunque el otro luciera cansado con cada nuevo día, intentaba hacer los días más amenos para este.
Los cumpleaños, los aniversarios y aquella bella sortija que el castaño había colocado una tarde de diciembre en su anular, ¡Por los dioses! Bien recordaba aquella tarde de invierno la que el multimillonario le había llevado a comer en una pastelería de esos postres a los que se había vuelto adicto, ¿Cómo se llamaban? ¡Pudín! Si, pudín. Lo había hecho comer hasta hartarse, y en el bocadillo final, el otro se había levantado de su asiento y se había hincado frente a él, ofreciéndole una hermosa sortija mientras una esmeralda adornaba finamente el centro de la joya. Los midgardianos y sus extrañas costumbres. Pero debía admitir que aquello había sido algo que jamás se hubiese esperado, y lo había aceptado con gusto al ver la emoción en el rostro del otro.
—Lo siento, cuernitos, pero Pepper insistió demasiado y no me pude negar—Comentó el castaño mientras continuaba bebiendo de su copa de vino.
—En realidad no entiendo del todo sus costumbres, ¿Es esto lo normal? ¿Ahora que sigue? ¿Debo ponerme un vestido blanco o qué? —Bromeó el hechicero mientras le daba otro bocado a su pudín.
—Sí, y después irnos de luna de miel a tener otro bebé —Agregó divertido Stark mientras le observaba fijamente con una sonrisa cómplice.
—Me parece que ya has malcriado bastante a los que ahora tenemos como para ponernos a malcriar otro —Respondió el otro con una ceja enarcada mientras procedía a beber finalmente de la copa de vino que habían servido para él.
—Les he dado lo necesario, eso es todo —Murmuró el castaño con el orgullo a flote.
—La carta de la maestra de Magni dice lo contrario, estas citado para este viernes, no pienso ir yo, la ultima vez tuve que aguantar el desahogo de esa mortal y estuve a punto de cortarle la lengua… —Murmuró un tanto divertido mientras el castaño le devolvía el gesto.
FLASH BACK END
Aquella plática se le había quedado demasiado grabada en la mente. Ladeó el rosto para observar la sortija que había colocado cuidadosamente en la mesa a un lado de la tina, soltó un suspiro poco antes de salir de su confortable posición, secándose de inmediato y preparándose para salir, pues aquel día, tenía una importante cita que cumplir.
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El rubio se revolvió en la seda las sabanas, tentando a ciegas el bulto que se suponía debía estar a su lado, pero solo encontrando el enredo de telas vacías. Se levantó casi de inmediato, buscando con la mirada al pelinegro, pero solo encontrando un silencio sepulcral que casi podía haberlo devorado. Soltó un suspiro al aire poco antes de dirigirse al baño, tenía que tomar una ducha antes de continuar con sus labores el día, pero al entrar al lugar, pudo notar rápidamente que el hechicero se le había adelantado aquel día. Sin más demora, se aseó y se vistió para el día.
Bajó rápidamente al comedor, esperando encontrarse con el pelinegro, pero solo observó la silla que le correspondía a este completamente vacía.
—¿En dónde está? —Murmuró al aire mientras lo buscaba rápidamente con la mirada.
—Se ha dirigido al bifrost rápidamente esta mañana—Respondió su madre, amorosa como siempre y sabiendo a lo que se refería su hijo mayor.
—Gracias —Respondió el dios del trueno poco antes darse la media vuelta, dispuesto a abandonar la habitación.
—¿No comerás conmigo y tus hijos? —Cuestionó la diosa mientras le observaba con un gesto de desaprobación —Estoy segura de que Loki te agradecería que le dieras su espacio, después de todo… —
—Creo que nada me agradaría más que compartir mi mañana contigo y mis hijos, madre, pero … —Interrumpió sus palabras con un gesto de tristeza en su mirar.
—Bien, espero verte al menos en el almuerzo, date prisa —Añadió la diosa mientras le dedicaba una sonrisa a su hijo, quien sin más demora, salió hecho una bala hacía el puente arcoíris.
En cuanto llegó a este, el guardián de la mirada dorada ya yacía esperándolo en la entrada, observando con firmeza cada gesto y acción el rey de Asgard.
—Heimdall, ¿A dónde has llevado a Loki esta mañana? —cuestionó apenas sus pies estuvieron en firme en el lugar.
—Sabía que vendrías, al igual que él. Le he llevado a Midgard, y he de añadir, que esta vez no se ha preocupado en nada por cubrir sus pasos. —Respondió el moreno mientras sujetaba la espada y se disponía a abrir el bifrost.
Aquello confundió al tronador, pues de alguna manera, Loki nunca había sido descuidado con sus acciones. Bien, al menos no tuvo que decir nada más, pues de un momento a otro, se encontraba viajando hacia Midgard.
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Aquel lugar no le era del todo grato, pero ahí era donde solían dejar los mortales a sus seres queridos mientras sus almas eran llevadas al otro mundo. Soltó un suspiro mientras se hincaba, quedando a la altura del frío mármol de la lapida y deslizando sus blanquecinos dedos sobre la inscripción de esta. El nombre de su amor caído yacía grabado en este, acompañado de alguna frase que Hela y Magni habían escogido para ello. El corazón se le estrujó en el pecho en aquel momento, sintiéndose desfallecer ante el mero recuerdo de aquel día…
FLASH BACK
Sabía que aquel día tendría que llegar, y aun cuando se había dicho a sí mismo que estaría listo para las consecuencias, no había podido afrontarlo. Días atrás, el multimillonario había caído en cama, sus hermosas hebras castañas habían sido reemplazadas por unas bellas y blanquecinas canas. Las arrugas que surcaban su varonil rostro lo hacían ver aun resplandeciente. Stark siempre sería Stark, sin importar los años que cayeran sobre él.
—Perdóname… —Murmuró el playboy mientras acariciaba la mano del dios, que yacía a su lado, como lo había hecho desde que su cuerpo le había dejado de responder.
—No hay nada que perdonar —Murmuró Loki mientras le sonreía tan bien como podía.
—Hay muchos errores que he cometido, amor mío… Y creo que no podría marcharme sin tu perdón —Añadió mientras le sonreía.
—No bajar la tapa del inodoro no cuenta —respondió el pelinegro con el mejor humor que pudo.
—Sabes a lo que me refiero —
—Ya te he perdonado muchos años atrás, Anthony, no tienes porque seguirme pidiendo perdón. Es un asunto cerrado. Muy al contrario, soy yo el que debería estar agradecido por el hecho de que me hayas brindado esta oportunidad, estos años… —Las palabras se ahogaban en sus labios, pero quería ser fuerte al menos en ese momento.
—Agradezco que me hayas escogido, y quiero que me prometas algo —Murmuró el multimillonario mientras acariciaba con suavidad la mejilla derecha del dios.
—Dime… —
—Que vas a dejar el pudin, porque sino vas a engordar —Añadió divertido Stark mientras sonreía por lo bajo.
—Idiota… ¿Cómo es que sigues diciendo estupideces aun en esta situación? —Cuestionó divertido mientras besaba con suavidad el dorso de la mano ajena. —Te amo Stark… —Agregó con la voz entrecortada mientras cerraba los ojos y aspiraba el aroma que emanaba el cuerpo del otro.
Anthony solo sonrió y revolvió sus sabanas, sacando un pequeño papel grácilmente doblado para posteriormente entregárselo al otro.
—Léelo cuando el momento haya llegado —Sentenció el hombre mientras se acercaba al rostro del otro y depositaba un beso en los labios del hechicero —Y no olvides que yo también te amo… —
Aquellas palabras había atravesado al pelinegro. Sostuvo el papel en sus manos mientras dibujó la mejor de las sonrisas en sus labios.
FLASH BACK END
Las lágrimas finalmente hicieron acto de presencia en sus esmeraldas. Lo extrañaba. Todos los años que había vivido a su lado lo habían enriquecido con gratos recuerdos que jamás podría olvidar, y cuando su corazón finalmente había dejado de latir, gran parte de él lo había hecho con este. Tras las ceremonias mortales, se decidió finalmente a leer la carta, soltándose a llorar como un niño al encontrar los últimos deseos de Stark escritos en esta. Fue entonces cuando finalmente decidió comenzar de nuevo, atesorando esos momentos en su mente para siempre, dispuesto a rescatar el amor que siempre sintió por el rubio, dispuesto a sanar y a perdonar los errores de este para volverse a enamorar, tal como él otro hubiese querido.
Sus lágrimas se vieron interrumpidas cuando una mano conocida se posó en su hombro. Rápidamente giró su cuerpo para encontrarse con el rubio, que lo observaba con un rostro ensombrecido debido a la situación.
—Lo lamento yo… —
—Está bien, lo entiendo —Interrumpió el dios del trueno poco antes de tomar el delgado cuerpo del otro entre sus brazos. —Aprecio también que hayas vuelto a mí, Loki, pero si no estás listo para esto, no tienes razones para forzarte —Murmuró el rubio contra el oído del pelinegro, mientras este aun intentaba contener las lagrimas.
—Lo amé…—Murmuró el pelinegro mientras se dejaba hacer, sintiendo la calidez del cuerpo del mayor cobijándole —Y estoy listo para continuar nuestra historia en donde la dejamos… —
—Loki yo siempre… Yo… —Interrumpió sus palabras, sabía que no el momento correcto.
—Aún pese a que los amé a ambos, lo escogí porque sabía que esto pasaría, Thor, y él también, quise vivir plenamente el poco o mucho tiempo que me brindasen los dioses a su lado, para eventualmente… —No pudo continuar.
—¿Escogerme a mí? —
—No podías haberlo dicho mejor —Añadió poco antes de limpiar su rostro y observar los zafiros ajenos. —Siempre has sido mi primer amor, Thor Odinson, ¿Sabes el poder que eso tiene? —Cuestionó con una sonrisa sin dejar de observarlo.
—Si me lo explicaras, podría entenderlo mejor… —
—Sin importar los años, las eras, el momento o la circunstancia, nada ni nadie podrá desplazarte de mi corazón —Finalizó poco antes de depositar un beso en los labios del tronador.
—Madre nos espera para el almuerzo, estoy seguro de que Magni y Hela también… —Murmuró al finalizar el beso, arrancando una sonrisa de los labios del otro. —Están emocionados por la visita a las valkyrias … Creo que más Magni que Hela—
—Heredó tu calentura —Añadió divertido el menor separándose de los brazos del rubio, quien solo rió ante el comentario del hechicero.
El pelinegro soltó un último suspiro poco antes de recitar unas palabras por lo bajo, haciendo que unas hermosas rosas rojas aparecieran para adornar el mármol frente a él.
—Gracias por todo, Stark… —Murmuró por lo bajo, poco antes de darse la media vuelta y retirarse del lugar junto con el rubio.
La vida seguía, y la razón para continuarla viviendo, ahora tenía un nuevo nombre.