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Hasta que digas que me amas por LunaPieces

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Notas del capitulo:

Hasta que digas que me amas: Capítulo 11

Pareja principal: KidLaw
Género: Angst/Drama
Rating: T
Autor Original: Ginshirou 
Traductora japonés: Amaitsumi 
Traductora inglés: LunaPieces
Beta: LunaPieces

Bueno, pues… hemos llegado al clímax de esta historia.
Prepárense >n< porque este capítulo es extremoooooo <--se aleja corriendo.

Hasta que digas que me amas: Capítulo 11

 

Este es el final.

“Domingo, a las 2 p.m. donde siempre.”

Este es mi último juego. Sé lo que él quiere, pero también sé lo que yo quiero.

Sí, soy despreciable.

“Estaré esperando… Eustass-ya.”

 

XXXXX

 

Gruesas nubes oscurecieron el cielo y emitieron una sombra oscura sobre el piso.

Era temprano por la tarde, pero aun así ya estaba oscureciendo y haciendo un poco de frío. Sin embargo, el flujo de gente por las calles era más intenso que nunca, probablemente debido a que era domingo.

Law caminó solo, frunciendo el ceño mientras se hacía camino entre el gentío usual pululando a su alrededor enfrente de la estación de tren.

Eran la 1:45 p.m. Faltaban quince minutos para el encuentro.

Dondequiera que se reunieran, el pelinegro siempre había sido el que llegaba ligeramente tarde. De hecho, esa era la primera vez que llegaba antes de lo esperado.

Llevaba los auriculares puestos y estaba escuchando algo de música mientras jalaba el móvil de su bolsillo.

“Estoy ocupado este domingo.”

Law había estado recibiendo mensajes cortos de Kid como esos, todo el día.

“Toma el móvil. Necesito hablar contigo.”

Pero el moreno no había contestado ninguno de los mensajes anteriores.

“...En serio. No puedo hacerlo este domingo. ¿Podemos hacer esto otro día?”

Después de leer cada mensaje, los había eliminado todos, uno por uno.

“¿Por qué eres tan obstinado…? Deja de ignorarme y regrésame la llamada.”

Law recordaba que una vez Kid le había dicho que tenía citas con su novia todos los domingos.

Sabiendo eso, había decidido su último juego.

El pelinegro sabía que estaba forzando la situación, pero también sabía que de ser de otra forma, nunca habría una conclusión.

“Por favor, déjame ser egoísta sólo esta vez. Con esto, tú finalmente serás libre.”

Sonrió. Sí, Kid sería libre, pero no de Law, sino de ella. Y cuando eso sucediera, finalmente regresaría a su lado.

Estaba dispuesto a apostarlo todo.

“Trafalgar”.

Ese fue el último mensaje que le envió. El moreno sólo podía imaginar la frustración surcando los rasgos del pelirrojo. Por un breve momento, se preguntó si ella le había dicho a Kid lo que había sucedido en su departamento dos días antes. Lo que Law le había hecho al pelirrojo mientras dormía…

La ansiedad ardió en su pecho mientras se recargaba contra la estatua y miraba el cielo.

Salió corriendo de casa esa mañana sin siquiera revisar el pronóstico del tiempo. Ahora, fruncía el ceño mientras miraba las nubes negras agrupándose.

Se debatió entre ir a la tienda de la esquina para comprar un paraguas, o continuar esperando en un café cercano. Al final, decidió permanecer donde estaba, aterrado de poder perder a Kid de vista si él se desviaba.

Sí, era mejor esperarlo.

Law deslizó el móvil de nuevo en su bolsillo y miró alrededor buscando entre la gente. No podía distinguir ni una señal del pelirrojo a pesar de que en el reloj de la torre más cercana mostraba que ya eran pasadas las 2 p.m.

“Está bien… él seguro vendrá. Está en su naturaleza; siempre ha sido muy gentil.”

Law mordió su tembloroso labio inferior y forzó una sonrisa, sabiendo que si no lo hacía, las lágrimas comenzarían a salir.

 

XXXXX

 

—...Hace mucho frío…

Las tardes en febrero eran heladas, pero el clima de ese día sólo empeoraba las cosas.

Law se arrepentía de no haber comprado una bufanda nueva mientras frotaba sus manos y las soplaba con su aliento, intentando ganar algo de calor.

Eran las 3 p.m. En la última hora, Law había estado de pie paseando alrededor de la estatua y sentándose en el piso, incapaz de calmarse.

La multitud había disminuido un poco, dándole un poco de protección contra los vientos tempestuosos que lo habían estado azotando.

Aún no había señal de Kid.

Law se sentía enfermo. Y en su corazón se debían la ansiedad y la esperanza tratando de dominarlo.

El frío finalmente le había ganado. Se dirigió a una máquina de bebidas cercana para comprar un vaso de café.

Regresando a su punto de espera, se sentó con su espalda contra la estatua y drenó el vaso entero de un golpe. El sabor amargo de la bebida se propagó por toda su boca, regresándole algo del mucho calor que necesitaba en su cuerpo.

Law dobló las rodillas y las acercó a su pecho enterrando su rostro entre sus brazos.

Quizá debió haber escogido otro lograr para encontrarse. Los recuerdos de esa localización, simplemente eran demasiado abrumadores. Ese era el lugar donde ellos dos se encontraban regularmente después de la escuela. También era donde Kid le había dado su preciado anillo, deslizándolo gentilmente en su dedo.

Se preguntaba dónde estaba el anillo ahora. Quizá Kid lo había tirado, o lo había escondido en algún rincón olvidado. Fuera como fuera, se reprendía a sí mismo por haberlo lanzado tan fácilmente.

Levantando su cabeza ligeramente de la cuna de sus brazos, Law miró a la gente que pasaba. Algunos transeúntes le lanzaban unas miradas sospechosas y ligeramente despreciables con el rabillo de sus ojos mientras pasaban apresurados. Otros apenas le podían atención; padres tomando a sus hijos de las manos y algunas parejas que paseaban abrazados y felices.

Cuán sospecho debía lucir; un hombre densamente tatuado sentado en las sombras, usando una playera delgada con una simple sudadera en un día tan frío.

Pero a pesar de eso, Law se sentía tan lamentable, sentado solo en un lugar tan acordonado. Se imaginó a sí mismo como alguna heroína en un drama de televisión, y ese pensamiento le brindó una sonrisa amarga en los labios.

“...Qué difícil es ser humano… el deseo es la verdadera fuerza detrás de las acciones de cada persona; una maliciosa e infame realidad carcomiendo nuestros corazones. Nos impulsa a cometer actos insensatos, nos hiere, burlándose de nosotros mientras buscamos a ciegas la felicidad.”

Law pasó una mano por su cabello con frustración y cubrió sus oídos.

No podía soportar escuchar la verdad, incluso si venía de sí mismo.

 

XXXXX

 

Temeroso de que alguien lo confundiera con un criminal y llamara a la policía, Law se levantó y sacudió sus pantalones antes de recargarse en la estatua de al lado una vez más.

Eran pasadas las 5 p.m.

Sacó el móvil de su bolsillo y cuando lo abrió, fue atacado con un montón de mensajes no leídos. Perdido en sus pensamientos, no se había dado cuenta de que el móvil estaba vibrando.

“Por favor no me digas que aún estás esperando”.

“Llámame. Estoy preocupado por ti”.

“Vamos. Te prometo que hablaré contigo en la escuela mañana.”

“Si todavía estás esperando, por favor ve a casa”.

“Va a llover. No quiero que te enfermes, así que ve a casa.”

“Si tenemos que encontrarnos hoy, iré a tu casa esta noche, ¿de acuerdo?”

El último mensaje había sido enviado unos minutos antes.

—...Eres un idiota...—murmuró Law para sí mismo.

Sabía que Kid había tenido una cita con ella, pero el hecho de que aún estuviera preocupado por él, agitó una chispa de débil esperanza en su corazón. Kid era un idiota, pero también era muy amable.

Los labios de Law curvaron una ligera sonrisa. Sí, él ganaría ese juego.

Apretando el móvil contra su corazón, el moreno rezó.

“Por favor ven por mí, Eustass-ya… Sé que vendrás, así que esperaré por ti. Yo sé que no quieres escoger entre nosotros. Sé que te estoy causando mucho dolor. Sé que soy despreciable, pero por favor, ven por mí…”

 

XXXXX

 

Eran las 6 p.m. cuando Law sintió la primera gota de lluvia caer en su rostro.

Dejando escapar un ligero suspiro, miró hacia las nubes oscuras. Hubo un repentino estallido de actividad en la calle mientras las personas apresuraban su paso hacia el refugio más cercano o abrían sus paraguas contra el inminente diluvio. Los faroles de la calle se habían encendido, reflejando los colores pastel de los paraguas que parecían danzar en el viento de la joven noche.

Law continuó de pie en la estatua mientras comenzaba a llover ligeramente. Pronto terminó empapado de pies a cabeza.

“Sé que vendrás por mí, así que esperaré un poco más.”

Su visión estaba borrosa; ¿era debido a la lluvia o a sus lágrimas? Mordió fuertemente su labio inferior, tratando de distraerse del dolor en su corazón.

No podía respirar. Creía en Kid, pero la ansiedad y la desesperación continuaban carcomiéndolo de todas formas. Estaba sofocándose; los celos y el dolor intentaban sobrepasar la inicial victoria y alivio. Law desesperadamente luchó contra la desesperación de vomitar.

 

XXXXX

Estaba sentado en el piso de nuevo, sus sollozos eran callados por el sonido de la lluvia cayendo.

Las calles estaban vacías, con unos pocos transeúntes caminando por la avenida. Nadie le había hablado u ofrecido un paraguas para protegerse de la lluvia.

Llorando ligeramente, Law enterró su rostro una vez más en sus brazos.

—...Eustass-ya… Eustass-ya…

“Por favor ven pronto. Te estoy esperando, así que por favor… ven.”

La campana del reloj de la torre más cercana sonó. Eran las 7 p.m.

Sabía que tenía que regresar a casa, pero aun así, su corazón se negaba a rendirse. Se dijo a sí mismo que tenía que irse, pero sus piernas no lo obedecían.

Hacía tanto frío. Y dolía tanto…

Aún estaba solo, escuchando los sonidos de la gente pasar, la lluvia chocando contra el pavimento y sus propios sollozos patéticos.

Repentinamente, el sonido de la lluvia disminuyó y ya no sintió las gotas caer sobre él.

—...Te dije que regresaras a casa, ¿no? Eres un bastardo obstinado…

En un instante, Law se levantó lanzando sus brazos alrededor del cuello del hombre que había estado esperando. Miró vagamente un paraguas negro volando de las manos de Kid y cayendo varios pasos atrás, antes de que la lluvia cayera de nuevo sobre ellos.

—...Eres un idiota—murmuró Kid en su oído.

Law dejó escapar una pequeña risita, sujetando más fuerte a Kid. Dejó que el calor del hombre más alto se filtrara por su cuerpo congelado y suspiró profundamente, inhalando la esencia familiar de la colonia de Kid.

El pelirrojo había ido por él. El pelinegro sentía que su corazón explotaba de tanta felicidad.

—Lo sé… pero tú siempre eres muy amable… sabía que vendrías por mí…

Kid estaba usando una chaqueta de cuero negro que no se empapaba con la lluvia. Su cabello carmesí estaba húmedo y caía ligeramente por su rostro enmarcándolo. Durante el intercambio, mantuvo los brazos a los lados, sin regresarle a Law el abrazo.

—Trafalgar… no puedo escoger… no quiero perder a ninguno de los dos…

La voz de Kid era tan suave y débil, tan desigual a su tono habitual. Law cerró sus ojos hundiendo su rostro en el cuello del pelirrojo.

—...Está bien...—susurró. Sintió a Kid ponerse rígido.

Era hora del juego final.

—Estoy cansado de todo este dolor… y no quiero herirte más. Eustass-ya, he decidido dejar de amarte…

¿Era verdad o mentira lo que estaba diciendo? Law no lo sabía. Su cabeza dolía y esperaba que no se derrumbara con fiebre por haber estado en la lluvia tanto tiempo.

Pero valía la pena. Una enfermedad atenuaría todo lo que había pasado ese día, en caso de que apostara todo y perdiera. Lentamente aflojó sus brazos alrededor de los hombros de Kid antes de mover su mano para posarla en la mejilla del pelirrojo.

—...Dejaré de amarte, así que… ¿me concederías un último deseo...?

Esperó, escuchando el sonido de la respiración de Kid y la lluvia cayendo. Después de unos momentos, sintió los brazos de Kid moverse y envolver su cintura con una silenciosa afirmación.

Law respiró hondo y miró a Kid directamente a los ojos.

—...Hazme el amor…

 

 

 



Notas finales:

¡¡¡¡Chan, chan, chan, chan!!!! ¡¡DIOS!! ¡¿Qué cosas pides Law?!


Hasta aquí el capítulo de la semana m(_ _)m recuerden dejarle una pequeña opinión a la autora sobre su trabajo, gracias a todos por leer :)


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