Hasta que digas que me amas: Capítulo 4
Si lo hubiera forzado a escoger entre nosotros desde el principio, estoy seguro de que lo tendría conmigo.
Pero justo ahora, se abrumaría por ello y finalmente nos habría escogido a los dos.
Él no querría elegir y tampoco querría que ninguno de los dos estuviera triste.
Y nos aceptaría a los dos.
Y estaría cómodo con ese sencillo pensamiento.
Por otro lado, mis pensamientos siempre habían sido egoístas e infantiles.
Nosotros ya no éramos niños. No podíamos exigir algo y esperar conseguirlo.
Ahora, necesitábamos pelear por nuestros deseos:
Ya sé qué es lo que tengo que hacer, pero no puedo hacerlo… debido a ese pensamiento que él tiene.
Su amor por ella, su diversión conmigo, su confianza en ambos.
¿En verdad sería feliz si los destruyera?
No importa cuánto lo piense, nunca puedo encontrar una respuesta.
XXXX
Hoy era su cumpleaños.
Estaban a finales de enero y los días se hacían más fríos a medida que avanzaba el invierno.
Con la graduación acercándose, Kid y Law raramente tenían tiempo para verse, estudiando mucho para finalizar sus cursos respectivos.
Fue justo en esos días ocupados cuando el celular de Law sonó, dejándolo perplejo.
Suavemente tiró del móvil vibrante de su bolsillo. Law miró la pantalla, cuidando de no perturbar su conferencia.
Era él.
Parecía que habían pasado meses desde que había escuchado algo de Kid. Aunque en realidad, sólo había pasado una semana, pero parecía una eternidad para el moreno.
Sus facciones se suavizaron mientras abría el mensaje, pero pronto frunció el ceño.
“¿Vendrás para el cumpleaños de mi chica, cierto?”
El mensaje concluyente estaba acompañado por un ridículo emoticón.
Law había estado ocupado esos días, así que había olvidado por completo ese evento anual.
Cuando Kid se había juntado con ella cuatro años antes, cada uno de sus cumpleaños se había convertido en una celebración de tres personas y Kid se aseguró de que todos recordaran el día especial de cada uno.
Al principio, Law había protestado. Ellos eran amantes, ¿no deberían celebrarlo solos sin él de por medio?
A pesar de eso, Kid y ella habían permanecido juntos, insistiéndole a Law que se uniera a ellos.
Al final, era un participante involuntario en cada celebración. Aunque se esforzaba siempre que tenía oportunidad para vengarse de ella.
Law se aferraba a Kid siempre que podía, tratando de hacerla sentir celosa, tratando de tomar cualquier oportunidad para separarlos cuidadosamente.
Sin embargo, nunca había funcionado. De hecho, le molestaba verlos actuar tan amorosamente uno con el otro a pesar de sus esfuerzos.
Law suspiró. Parecía que ese año no sería diferente. Envió una corta respuesta afirmativa antes de meter de nuevo el móvil en su bolsillo.
XXXXX
Una campanilla carismática sonó mientras presionaba el timbre de la puerta. Kid abrió la puerta y el olor de la comida se coló por el corredor.
—Hola, hace mucho que no te veo. Entra.
Ver ese rostro familiar una vez más hacía que el corazón de Law revoloteara en su pecho.
El calor escoció sus mejillas y se propagó rápidamente a sus orejas.
Se reprendió a sí mismo por comportarse como un tonto enamorado.
Sólo había pasado una semana desde su último encuentro, ¿por qué reaccionaba así?
¿Por qué sentía tanta alegría?
Law se sentó en la entrada para quitarse sus botas. No pudo evitar notar un par extra de tacones pulcramente colocados al otro lado de la puerta.
Deslizando la cortina de la sala de estar, Law la distinguió. Habían pasado meses desde la última vez que la había visto.
Estaba inclinada de manera casual sobre el sofá y al ver a Law, sus labios se ensancharon en la sonrisa gentil de siempre.
—Hola Law-kun, ha pasado tiempo.
—Sí. Feliz cumpleaños.
—Fufu. Gracias.
Law se hundió en uno de los grandes cojines esparcidos por el cuarto. Kid se había retirado a la cocina para continuar cocinando. Miró la mesa que estaba repleta de platillos calientes.
—Eustass-ya es muy bueno cocinando— comentó.
El pelirrojo siempre había estado orgulloso de sus habilidades de cocina alardeándole a cualquiera que lo escuchara cuando regresaba del colegio. Law sonrió al recordarlo.
Mientras los años pasaban, Kid había perfeccionado sus habilidades, creando más platillos deliciosos.
En ese momento, muchos estaban seguros de que si él se convertía en un chef, tendría un éxito indudable.
Sin embargo, el pelirrojo ignoraba a los que lo instaban, determinado a hacerse cargo de la compañía de su padre en un futuro.
Law sabía que Kid tenía sus propias razones para hacer eso y esos sinceros y fuertes sentimientos, lo ayudaban a seguir adelante.
Era otra cosa que Law amaba del pelirrojo.
XXXXX
—¡Salud!
Estaban reunidos en la mesa, cada uno sosteniendo una copa de vino, listos para celebrar la ocasión por la que se habían reunido.
—¡Feliz cumpleaños!
Los dos hombres dijeron sus felicitaciones juntos y ella se sonrojó con una sonrisa tímida.
Law tomó un sorbo del vino que ardió en su garganta. El sabor agridulce no era nada nuevo para él.
—No bebas nada más, también come. —Kid tomó una pieza de carne con sus palillos y la agitó en la cara de Law.
Con el alcohol, es acción no era nada nuevo.
—Bien, abre.
Cerrando sus ojos, Law separó sus labios temblorosos y sintió que Kid depositaba la suave pieza de carne en su boca.
Law abrió sus ojos mientras Kid retiraba los palillos. Masticó cuidadosamente la carne antes de lamer sus labios.
—¿Y bien?
—Está delicioso.
—¡Lo sé! Mira, aquí, he hecho muchos, así que come los que quieras— decía el pelirrojo mientras sonreía.
Con eso, Kid comenzó a apilar la comida en el plato de Law, quejándose de él y mirando la reacción de Law en cada mordisco. Era como si estuvieran celebrando el cumpleaños de Law en lugar del de ella.
Así era Kid. La atención que ponía para asegurarse de la comodidad y bienestar de Law nunca había cambiado.
¿Se sentía avergonzado haciendo eso? ¿Tan siquiera se daba cuenta de que los demás a menudo lo miraban, juzgando sus acciones?
Law siempre había querido preguntarle, pero nunca lo hacía.
Porque si él permanecía en silencio, podía pretender que era el único en el corazón de Kid, que todo lo que él hacía era para verlo feliz.
Con mucho gusto se ahogaría en los sentimientos de control y supremacía que esos momentos le ofrecían…
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—Kid y Law son amigos muy cercanos. — Ella estaba sonriendo, pero Law veía el destello de celos en sus ojos. — Fufu, siento tanta envidia.
Kid dejó escapar un suspiro mientras levantaba una mano para frotar su cabello.
—Tonta. ¿Por qué te pones celosa de un hombre? ¿Verdad, Trafalgar?
“No, Kid, tú eres el tonto” Law quería gritarle.”Tú no entiendes. Eres inconsciente de la confusión en mi corazón mientras tú sonríes y ríes.”
Desvió la mirada hacia abajo, inclinando la cabeza ligeramente, sabiendo que esas palabras nunca podrían ser escuchadas.
Quizá sólo debía terminar todo justo en ese momento. Colocar un lazo alrededor de su cabeza y sólo estrangularse. Porque no podía imaginarse viviendo así, donde cada respiro que daba estuviera mezclado con tanto dolor. Pero, ¿cómo podría enamorarse de alguien más? ¿Cómo podría vivir sin Kid?
Law se forzó a subir la mirada, sacudiendo su cabeza para disipar todos esos mórbidos pensamientos.
No, él tenía que sonreír. Tenía que felicitarla.
Repitiéndose esas palabras en su cabeza como mantra, Law le regaló una pequeña sonrisa.
—Oh, cierto… Aquí tienes… —actuando como si recordara algo, Law metió la mano en su abrigo para sacar un pequeño paquete de su bolsillo frontal, el cual le pasó a ella—. Un regalo para ti.
—Oh… Gracias— Con sus manos hermosamente cuidadas, desenvolvió cuidadosamente el regalo para revelar un par de pequeños aretes adornados en forma de copos de nieve.
—Oh, son hermosos.
—Me alegra que te gusten—. Susurró Law mientras le lanzaba una mirada a Kid.
—Gracias, Trafalgar.
—¿Por qué me agradeces?
La habitación se llenó de risas mientras ellos continuaban su comida, divirtiéndose con su compañía.
Era lo mismo cada año. Law se forzaba a comprar un regalo que no quería dar. Se forzaba a sí mismo a entregárselo con una sonrisa, cuando él prefería tirarlo en el basurero más cercano.
Pero era lo menos que podía hacer y si eso significaba ver a Kid sonreír, lo haría sin pensarlo dos veces.
—Bien… ahora es mi turno.
Kid se levantó de la mesa y sacó una pequeña cajita de su bolsillo. El pelinegro inmediatamente lo reconoció, era la caja que contenía el anillo de compromiso que él le había ayudado a escoger.
—Sé que esto no es mucho… pero juro que te compraré uno mejor la próxima vez… así que, ¿aceptarías esto?
Ella entre lágrimas tomó la caja de las manos de Kid.
—¿Por qué…? Debió haber sido muy costoso.
—En realidad no fue muy caro, lo siento.
—¡No digas eso...! —Lloró mientras se lanzaba sus brazos alrededor del cuello de Kid.
Law sólo vio cuando Kid tomó el anillo de la caja y lo deslizó en su dedo, justo como lo había hecho con Law ese día en la joyería.
El anillo destelló maravillosamente como si capturara la luz, brillando con el resplandor que el pequeño anillo de plástico de Law nunca podría tener.
Law se sintió aplastado de nuevo por la realidad, destrozado.
Podía fingir todo lo que quería, pero nunca podía tomar el lugar que tenía ella.
Sí, el anillo en el dedo de Kid era igual al suyo y lo hacía sentir especial, pero el único en la mente de Kid, siempre había sido de ella.
Ella era su prometida y él sólo era su mejor amigo.