Hasta que digas que me amas: Capítulo 8
Los dedos de Law se posaron ligeramente sobre los de Smoker, deteniendo su progreso.
El rostro del mayor estaba muy cerca del suyo, sus narices se rozaban y sus alientos empañados se mezclaban con el viento helado.
Smoker frunció el ceño mirando al menor. Law estaba temblando con su rostro enrojecido, mientras pequeños copos de nieve caían sobre las pestañas de sus ojos cerrados.
—...Law.
—Lo siento, Smoker…
—Está bien… ¿ésta es tu respuesta entonces?
—Sí...—murmuró él inclinando ligeramente la cabeza.
Kid podría haberlo rechazado, pero su corazón aún se rehusaba a ceder. Era débil y solitario, pero eso no significaba que podía entregarse a otro hombre sólo por ello.
Si no era Kid, nadie más sería.
—Gracias… Smoker…
—Está bien…
Smoker pasó su mano por el cabello del pelinegro una vez más, antes de dejarlo ir. Se quitó su bufanda azul oscuro de su cuello, y gentilmente la colocó alrededor de la garganta de Law.
—No quiero que te resfríes.
—Pero tú también te resfriarás —protestó él con una ligera sonrisa en el rostro. Y en efecto, el corto cabello de su mentor, no parecía ofrecerle mucha protección contra el viento helado.
—Tú eres el que siempre termina enfermándose. —Replicó Smoker encendiendo un nuevo cigarro.
La nieve continuó cayendo mientras los dos se separaban amigablemente.
XXXX
De regreso a casa, el pelinegro sacudió su abrigo en la entrada antes de pisar su oscuro departamento.
Encendiendo las luces, se dirigió a la cocina para beber un poco de agua. El frío líquido caló su garganta mientras bebía y recordaba los eventos catastróficos de esa noche.
“¿En qué… estaba pensando...?”
Terminando de beber, se dirigió al baño esparciendo su ropa por todo el piso al azar.
Giró el grifo de la regadera antes de apoyarse contra la pared del baño y dejar que el agua caliente cayera sobre su espalda. Cerró los ojos y recordó la dulce sonrisa de Kid, su voz emblemática y de pronto comenzó a sentir su cuerpo acalorado.
Bajó su mano para sostener su miembro ya endurecido. Con los ojos cerrados, se imaginó al pelirrojo enfrente de él, imaginó sus labios sobre los suyos, las manos de Kid en su cuerpo, en lugar de las de él mismo.
“Tócame...Más, más…”
Imaginó sus manos enredándose en los cabellos carmesí, sus brazos envolver su musculoso cuello, acariciando los hombros y el pecho de Kid. Se imaginó a sí mismo sonriendo mientras le regresaba los besos.
Incrementó el ritmo de sus estocadas mientras el líquido preseminal comenzaba a gotear los azulejos del piso.
—Mmn… uhh… ah...
“Tócame… déjame tocarte también…”
Law enredaba sus brazos alrededor de la ancha espalda del otro y se apegaba más a él mientras Kid dejaba un camino de marcas hacia su torso. Su mano se había movido para tocar un pezón, frotando y pellizcando el sensible botón. El pelinegro se sacudió mientras una mano presionaba su boca intentando amortiguar sus gemidos.
Levantó su propia mano hacia su pecho, tocando su pezón de la misma manera en la que lo hacía el pelirrojo en su mente. Sus gemidos hacían eco en las paredes del baño.
—¡Haa!... Mnn… Haa…
Kid le dio una pequeña sacudida a su pezón con una de sus pulidas uñas negras antes de lamer la abusada extensión causándole espasmos que subían por toda su espalda. Le sonrió antes de seguir su camino hacia abajo, depositando un suave beso en su ombligo. Entonces levantó las piernas de Law para descansarlas sobre sus anchos hombros. El moreno desvió la vista avergonzado. Kid le sonreía, inclinándose hacia él para susurrarle dulces palabras en su oído, mientras sus dedos jugueteaban con su entrada.
—¡Eu...sta…! ¡Haah, Eustass-...ya…!
Law aceleró el ritmo de sus arremetidas, el vapor del baño lo rodeaba. Estaba apenas consciente de que estaba llorando, sus lágrimas se mezclaban sin distinción con el agua cayendo de la ducha.
Imaginó los dedos de Kid frotar lentamente en círculos su entrada antes de poner un solo dígito en el interior.
A pesar de su imaginación, no podía conjeturar una sensación similar en la realidad. Nunca se había tocado en ese sitio y como tal, la escena en su cabeza siempre se detenía en ese momento.
—¡...Ahhh…! Haah, ¡Eu...stass-ya…!
Con una estocada final, se corrió en el piso del baño. El líquido blanquecino se arremolinó durante un momento en el agua en sus pies antes de desaparecer por el drenaje.
Luchando por recuperar el aliento, dejó que sus piernas se doblaran mientras se recargaba de la pared, deslizándose hasta sentarse en los fríos y húmedos azulejos. Una sensación de vacío amenazaba con sofocarlo.
—...Haa... Kid… Kid…
Siempre terminaba así. Se autocomplacía imaginando esos escenarios con el otro hombre para después ahogarse en los sentimientos de soledad y culpabilidad.
“¿Por qué no me quieres? ¿No soy lo suficientemente bueno?”
No podía detener sus lágrimas.
Quería sonreír y regresar el tiempo para decirle a Kid sus sentimientos antes de que todo eso hubiera pasado.
¿Hubiera cambiado algo? ¿Kid estaría a su lado en esos momentos?
Y sin embargo, las promesas permanecían rotas junto con sus sueños destrozados.
Sus manos se levantaron para envolver algo invisible en el aire vacío.
Efectivamente, no tenía nada.
—...Te amo…
Ya no quedaba nada, aparte de esas inútiles palabras…