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To Remember por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Bien, creo que me tardé un poco...

 


 


To Remmber


VIII


Regreso


 


 


Unas semanas después, en el cuartel general de Central, un científico rubio era acechado por un general. Cuidando sus movimientos, el general se acercaba cada vez más, el rubio estaba inmerso en unos papeles haciendo comparaciones que no lo notaría…


--Hola Roy, ¿Listo para ir a casa? –dijo el rubio.


--¿Cómo te das cuenta cuando estoy cerca? En casa es comprensible pero, aquí, en la base… ¿Me lo dirás? –pedía el pelinegro mientras abrazaba al pequeño rubio.


--Mmm… nop. Vamos, Sam y Jimy deben estar esperando en su escuela. –dijo el rubio para dirigirse a la salida.


Era extraño, en la base el General Roy Mustang era una persona estoica, analítica y de temer, sin embargo, cuando está cerca del científico rubio… cambia totalmente, todo él podría catalogarse de infantil e inmaduro. Es como si fuera otra persona. Los primeros días que lo vieron no podían alejar su mirada del general, con el paso de los días fueron acostumbrándose más eso no quietaba lo extraño.


--¿Por qué esa cara, cariño? ¿Algo anda mal? –preguntaba Roy mientras conducía.


--No, nada. Lo que pasa es que los voluntarios para mis experimentos son muy pocos y, no quiero abrumarlos. –decía Ed observando la ventana del auto.


--Creo que deberías aclarar lo de ‘experimento’, la mayoría de las veces esa palabra está asociada a ‘algo malo’, si es lo primero que dices y no aclaras es comprensible que tus voluntarios huyan. –explicaba Roy.


--No es como que les colocara cascos, les sacara sangre, les explorara los intestinos o les suministrara sustancias extrañas… no hay gente tan cruel, bueno, tal vez lo hay pero yo no soy uno de ellos. –dijo Ed.


El silencio que siguió fue tenso. Roy miraba a Ed con discreción. “…Ed… no recuerdes, por favor…” rogaba el pelinegro.


--¿Qué sucede Roy? –preguntó Ed al no obtener respuesta.


--Pensaba… en obligar a los cabos indisciplinados a que sean voluntarios en tu investigación. –contestó.


--Roy, es una investigación no una forma de castigo para tus cabos. –dijo Ed algo irritado.


--Solo les advertiré… parece que te tienen miedo. Me pregunto qué les habrías hecho. –dijo Roy buscando estacionamiento.


--¿Yo? Nada… que no se merecieran. Mira allá están. –dijo Ed para luego salir del auto con prisa.


Roy sonrió, así es como le gustaba ver a su Ed, no quería que recordara, no con la felicidad que estaba experimentando. Salió del auto para reunirse con su hijos y su esposo, hoy comerían fuera y qué mejor que el pequeño restaurant donde hacen el mejor filete y los postres de sus tres adoraciones.


Pasaron un rato agradable, platicaron de lo que hicieron durante el día y se vieron interrumpidos por un hombre rubio, conocido por Roy y por Ed.


--Hola, al fin los encontré. –dijo el hombre alto.


--Hohenheim, Hace tiempo que no nos vemos. –dijo Roy ante la atónita mirada de Ed.


--Bueno, se mudaron, no recuerdo que lo hayan mencionado. –dijo Hohenheim.


--¿No lo mencionamos? –preguntó Ed –Lo siento.


--Tranquilo Ed, cuando le acompañé a la salida olvidé decírselo. –dijo Roy mirando a su esposo.


--Bien, ya nos encontraste. Siéntate. –dijo Roy.


--Oto-san, oto-chan, ¿Quién es ese señor? –preguntó Sam.


--Él es… su abuelo. –dijo Ed mirando a Sam y también a Jimy.


--¿Abuelo?... ¡Abuelo! Mira Jimy, tenemos un abuelito. –decía con alegría el más pequeño de los rubios.


--¿Tenemos? –repitió Hohenheim observando a los niños. Que él recordara, sólo le habían dicho que tenían un hijo, ‘uno’, y ahí hay dos… aunque no se parecen.


--Hemos adoptado a Jimy. –dijo Roy mirando a Hohenheim –Ahora tienes dos nietos.


--Es grandioso ¿Cierto? –dijo Ed con una sonrisa.


Hohenheim miró a Roy, nuevamente esa muda advertencia le cayó encima, parece que tendría ir paso a paso si quería recuperar a Ed. Se volvió hacia los niños y empezó a platicar con ellos, hablaron de la escuela, de sus gustos y disgustos, de travesuras y delos trabajos de sus padres. Al parecer, el que haya aparecido un ‘abuelito’ de la nada no afectaba a los niños, parecían tan contentos…


Al cabo de algunas horas, cayó la tarde y el cansancio se hizo presente en los niños, ambos estaban dormidos en el regazo de Ed.


--Ya debemos irnos, supongo que nos veremos la próxima semana. –dijo Ed tratando de levantarse.


--Déjame ayudarte. –ofreció Roy.


--Tranquilo, puedo con ambos. –dijo Ed ya de camino hacia el auto.


--Hasta la próxima semana. –dijo Hohenheim.


Roy asintió y siguió a su esposo. Se adelantó cuando estaban cerca del auto, debía abrirle la puerta trasera. El camino a casa fue silencioso, Ed miraba a sus hijos y Roy maldecía el que Hohenheim les haya encontrado. 


 


 


>>Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.


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