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En el amor no se manda por MidNightFlower

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Notas del capitulo:

Holitas a todos! sip, no he muerto y esta historia tampoco, ¡YEY! jeje realmente lo siento por no actualizar antes, pero entre una y otra cosa no me doy un chance para aclarar mis ideas y auqneu ya tenia semanas que lo dejé a medias, no hayaba la manera correcta de unir todo lo que se me habia ocurrido pff** asi que aqui estoy, con algo mas o menos descente para ustedes, que espero que sea de su agrado!!

quiero mandarles saludines especiales a Megasikent, Kaorugloomy, Cris, Marshalperroyaoista, Nekita_u, Nataly, Arlequina Lunatica Snape, Rene, Suichiro y mi querida Alexandra! este capi va para ti~

a leer se ha dicho!! +w+

 

Harry por escasos cinco días cantó victoria ante tal derrota de aquella insufrible pelirroja que acosaba día y noche a su querido Severus. Casi podía ir dando saltitos por los pasillos cantando a todo pulmón que Severus era suyo…pero nada mas no lo hizo porque Snape le insistió que no lo hiciera porque si no lo iba a castigar sin besos por lo que restaba del año.


“Vaya que es tímido” fue lo que Harry pensó con ternura.


Sin embargo, toda su alegría y emoción por los arrumacos que podía ver en el futuro se fue al caño cuando notó que la guerra no estaba ganada y Lily Evans parecía dar todo de sí para recuperar a su ex –novio.


-Lo está haciendo apropósito…- murmuró cancinamente.


Como si asaltar los aposentos del pocionista a entradas horas de la noche no fuera suficiente, esta no dejaba de aprovechar cada descuido de Severus para tocar su suave piel, tomarlo del brazo o murmurarle algo en su oído como si fuera un secreto y lo peor de todo que SU Severus (porque estaba más que seguro que era suyo) no mostraba trazas de querer alejarla ni dejarle claro que él no quería estar con ella pues ya estaba saliendo con alguien. Eso como le recalentaba y no estaba dispuesto a dejarlo pasar.


Con pesadumbre le dio un trago a su zumo de calabaza sin perder de vista a su pocionista favorito. Consideraba que ese día lucia maravilloso con su siempre fiel túnica negra y su cabello suavemente peinado a los lados; casi podía suspirar y más aun cuando Severus le dedicó una pequeña mirada por arriba de su nuevo ejemplar “pócimas, sueros y antídotos volumen XVIII” podía sentir como sus ojos acerina sonreían solo para él, trayéndole esa deliciosa sensación de sentimientos correspondidos… claro, hasta que su ahora peor enemiga se sentaba cómodamente al lado de su Severus y se recargaba  como si nada sobre su hombro. Apretó sus manos en puño.


-¿No crees que es muy temprano para acosar a Snape?- preguntó Draco mirándolo unos instantes para después enfocar a la curiosa escena del profesor de pociones siendo atosigado por esa entrometida de Evans que, por lo que había escuchado, perfilaba para ser la nueva profesora de Runas.


 Harry no lo escuchó y solo se crispó cual gato cuando vio los ojos verdes de Lily en su dirección y una sonrisa de ¿satisfacción? –y todavía tiene el descaro de burlarse…- siguió refunfuñando para sí mismo.


Draco desganado rodó los ojos “y de nuevo el troll a la montaña” pensó dando un bufido resignado a su plato. Está claro que esos momentos Harry no era una compañía digna ni mucho menos una conversación interesante; por tanto quiso ver de qué iba la conversación en la mesa, pero estaba más que peor. Greg y Vince se limitaban a comer y reír entre sí en su “charla privada” que estaba casi seguro que consistía en cual era mejor, si los bollos de fresa y nata o los biscochos de chocolate y salsa de menta. No, en definitiva, no una plática constructiva.


Theo por su parte estaba dedicado a estudiar de su libro y hacer breves anotaciones en un pergamino, mientras Zabinni charlaba animosamente con el más que ensimismado Ron que regresaba a ver a Hermione con un suspiro y a la mesa de Gryffindor con una mueca de desagrado. Era más que obvia su problemática, pero no entendía porque se estaba ahogando en un vaso de agua. Tal vez dientes de castor no era su persona favorita del mundo mágico, pero hasta él podía reconocer (no a viva voz, claro está) que era inteligente, moderadamente atractiva, buena persona y demás, pero aquella tensión que se respiraba entre los gemelos Weasley y el pelirrojo menor era por demás interesante y mucho mejor que lo que podría ofrecerle alguna vez la Ravenclaw simplona que parecía suspirar por la extravagante y diabólica presencia de Pansy.


Con una mueca de fastidio se preguntó, como más de una vez lo había hecho, “¿Por qué insisto en juntarme con gente que no me presta la debida atención?”


 El director Dumbledore con su siempre bonachón semblante y estrambótico sentido del humor, se paró frente a ellos como si fuera a hacer un anuncio trascendental y para romper el silencio, quiso comenzar con un chiste sobre ¿Qué le dijo un Kelpie a un calcetín?


Draco pensó que había caído muy bajo en su escala de centro de atención y puso los ojos en blanco; solo al centenario director se le ocurrían cosas como esas, pero para bien o para mal ya no se enteró de la respuesta de su “chascarrillo” pues la profesora McGonagall lo reprendió seriamente con la mirada y el venerable hombre tras carraspear procedió a hacer un anuncio.


-Buenos días queridos alumnos, como bien saben, el día de San Valentin se acerca y por tanto hemos decidido organizar una fiesta para tan dichosa festividad que nos recuerda que el amor se manifiesta de muchísimas formas y puede llegar a ser nuestra más preciada fortaleza…- dijo con una sonrisa bonachona mirando a los pequeños Slytherin por arriba de sus gafas de media luna.


Harry se tensó involuntariamente y regresó a ver a Draco murmurándole un “él lo sabe”. El rubio se quedó turbado pero supo disimularlo más o menos bien.


-Aunque claro hay que tener muy bien abiertos los ojos para poder reconocerlo cuando pasa frente a nosotros… no les vaya a pasar como el chiste de la doxy y el espejo peludo…- McGonagall lo miró severamente y se aclaró la garganta –bueno, emm… debido a que queremos que sea una fiesta interesante, será una fiesta temática y deberán venir en parejas, de preferencia de casas contrarias- hubo reproches y expresiones de júbilo en el aire y con un movimiento de varita cambió la decoración del techo estrellado por una lluvia de pétalos rojos con corazones brillantes que no tocaban el suelo –cualquier sugerencia o duda, favor de pasar con la profesora McGonagall…-


-Bueno Potty, creo que tu plan de invitarme falló- dijo Draco muy seriamente que Harry tras su momento amargo, se relajó para regresar a ver a su rubio amigo y sacarle la lengua con fingido reproche.


-Claro, como era mi sueño húmedo invitarte a un baile, creo que mi corazón está roto- se llevó las manos al pecho fingiendo dolor, ganándose de paso que un bollo de crema le diera en la mejilla.


-¡Eso es!- exclamó Ron por fin saliendo de su estupor – ¡podré invitar a Hermione y darle por fin la poción alisadora como disculpa, seguro y me perdona!- El rubio solo rodó los ojos, esperaba esa clase de barrabasada de su amigo y para su sorpresa fue en tiempo record. Harry intentó darle ánimos diciéndole que seguro Mione se apiadaba de él y lo perdonaba por su metida de pata, pero Draco estaba incrédulo que sería así de fácil.


-Oye comadreja, pero ¿Cuándo hiciste la poción? ¿No debiste de pedir mi ayuda?- arqueó la ceja y el pelirrojo pareció ignorarlo, su cerebro trabajaba a mil por hora y su bobalicona sonrisa se ampliaba en su rostro.


-Soborné a McLaggen para que me la hiciera… aunque no me pregunten que le di a cambio- sonrió con suficiencia.


-¿Tu? ¿Sobornando a alguien?- Draco aun no podía creerlo, eso era lo más Slytherin que hubiera hecho en su vida y debía aplaudirse pues ya estaba dudando que realmente perteneciera a esa casa “tal vez si tiene algo Slytherin muy en el fondo” pensó sonriendo.


-Me impresionas Ron- dijo Harry dándole una palmadita en el hombro pues intuía sobre que iba el soborno “seguro y unas fotos de Draco durmiendo cual angelito pues parece que el tal McLaggen babea por él” pensó entre silenciosas risas.


–Con esto seguro les demuestro a esos idiotas que no me interesan en lo más mínimo- dijo mirando directamente a Fred y George quienes parecían estar contando algo gracioso acerca de él. Con las mejillas enrojecidas les sacó la lengua y siguió comiendo de su montaña de pollo frito.


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Tras terminar sus deberes en la sala común, decidió dar un paseo como cada día lo hacía para despejarse y olvidarse un poco de lo pesado que se ponían las cosas con los exámenes a la vuelta de la esquina. Dando silenciosos pasos llegó al salón de música y cuando estuvo a punto de abrir la puerta su corazón se aceleró.


Draco estaba nervioso. Bueno, no realmente “estoy intrigado, que es la palabra correcta. Los Malfoy no se ponen nerviosos… nosotros somos los que ponemos nerviosa a la gente… sip” asintió irguiendo su cabeza con su clásica mueca desdeñosa y giró el pomo.


No es que estuviera “intrigado” por los hermanos Weasley y las horriblemente penetrantes miradas que le dirigieron durante todo el almuerzo, como esperando algo… ok, tal vez estaba un poquito nervioso, pero no lo admitiría… “Todo por lo que dijo el viejito amante de los caramelos de limón” hizo una comisura y se acercó al piano. Con sus finos dedos acarició las teclas tiernamente.


-¿Planeas tocar, pequeño dragón?- preguntó un murmullo en su oreja que lo erizó hasta la punta de sus pies. Escapó un pequeño jadeo de su boca y un sonido desafinado del piano.


-Idiota…- murmuró regresándolo a ver antes de que se abalanzara contra sus labios en un agresivo y muy corto beso. “Demasiado” pensó con un gruñido cuando el mayor se separó con una sonrisa cínica lamiéndose sus labios, demasiado divertido por dejarlo ansioso por mas –Charlie…- lo llamó en advertencia.


-Descuida hermoso, no podemos ponernos cachondos sin la aprobación de Billy… tristemente reglas son reglas- haciendo una comisura se giró con el resto de su orgullo intacto y se sentó en el banquillo frente al piano. No le iba a rogar porque lo besara, si alguien tenía que rogar era él, aparte, ya se desquitaría con Bill, él no se negaría a complacerlo.


Comenzó a tocar lentamente sonata para piano No. 14 de Beethoven. Hacía tiempo que quería practicarla pues era su favorita desde que escuchó a su padre tocarla. Esa delicada melodía, tan llena de melancolía y esperanza, entremezclada con pequeños destellos de añoranza… era tan sublime, la perfección hecha melodía… pero tristemente en ese momento no lograba concentrarse por ciertas incongruencias en su mente, haciéndole fallar de nota en repetida veces; más de las que estaba dispuesto a pasar y tolerar… eso era absurdo y terrible, solamente conseguía que comenzara a estresarse. “Estúpido Charlie…” era obvio que era su culpa. Con una comisura se cruzó de brazos y dejó de intentar de tocar. No tenía cabeza para ello y le dedicó una furiosa mirada al ojicafe.


-Veo que están muy divertidos- dijo Bill entrando en el cuarto cerrando la puerta tras de él con un hechizo para que ningún oportuno los interrumpiera. Draco bufó y Charlie solo se alzó de hombros sacando su violín de su estuche.


-Puedes apostarlo Billy- murmuró desganada comenzando a afinar su instrumento. El mayor de los Weasleys miró a uno y luego a otro con una ceja arqueada.


-Chazzy, más te vale que no le has hecho nada a Drake- dijo abrazando por detrás la pequeña figura de Draco quien al sentir su aliento en su cuello suspiró.


-Son unos pegostiosos…- murmuró tomando con firmeza el rostro del profesor de defensa contra las artes oscuras. Colocándose de rodillas se aproximó a él con mirada depredadora para plantarle tremendo beso que estaba ansioso por recibir.


Se besaron ansiosamente poniendo todo de sí, probándose cadenciosamente. Bill lo ciñó mas con sus fuertes brazos para profundizar más su unión, arrancándole sus dulces gemidos que cantaba suavemente. “Eso es un beso” pensó Draco tratando de recuperar el aliento.


-Dragón gruñón- trinó Charlie desde su lugar y Draco solo le sacó la lengua.


-¿Y quién tiene la culpa?- siseó aun sin soltar al mayor.


-Ya, niños cálmense- amenazó Bill negando efusivamente la cabeza acariciando los platinados cabellos de Draco.


-No me trates como niño, él es el idiota que me saca de mis casillas, él tiene la culpa…- más que acostumbrado a esa clase de rabietas infantiles, solo se limitó a palmear la espalda de su niño.


-Ya… bueno, no importa quien haya comenzado, quiero que hagan las paces porque no quiero que sigan enojados…- los dos bufaron –vamos, que no tenemos mucho tiempo y aparte, ansió escucharte tocar el piano Drake…- le mordió el lóbulo de su oreja recorriendo sus pequeños brazos desde el hombro a los dedos como insinuando algo más.


-Nada mas tocaré el piano, no prometo nada más…-  dijo abochornado dándole un asentimiento de cabeza a Charlie quien bufó haciendo un movimiento con su mano restándole importancia. El rubio aunque quería seguir molesto con el odioso domador de dragones, tuvo que darle la razón, por esa vez, a Bill. Así que separándose de su cálido abrazo se aproximó al hosco ojicafe.


-Bueno, bueno, ¿Qué vas a querer tocar Dragoncito?- dijo con una forzada sonrisa. Siempre detestó la imagen santurrona de la justicia y la rectitud que Bill quería demostrar así que no le hacía la más mínima gracia que aun, a esas alturas, siguiera tratándolo como un niño. Antes de asimilar la cercanía del pequeño Slytherin, Draco lo jaló de su gruesa bufanda, plantándole tremendo beso haciéndole pagar lo de antes.


-Quiero tocar algo de Dvorak… ¿lo conoces verdad Charlie?- el domador de dragones más relajado por el súbito buen humor de Draco sonrió ampliamente.


-Ponme a prueba… si lo dudas…-


Durante largo rato tocaron maravillosamente para deleite de Bill. Draco mas que exultante con la energía que recorría su cuerpo por la sintonía en la que se acoplaba la música, como fluía de él hacia Charlie quien le correspondía con su misma pasión con el violín y las sonrisas exudando del cuerpo de Bill; con una pasión ajena a su tranquilo ser, tan cargada de electricidad que le hacía difícil respirar con normalidad, de resistirse a esa atracción animal que simplemente tras terminar su partitura, se sentó a horcajadas del ojiazul para comenzar a devorarlo abrasivamente.


Colocando su espalda sobre su pecho, acomodó su cabeza en el hueco de su hombro, dejándose acariciar con esas manos seguras que abarcaban todo y nada, desabotonando su camisa arrugada botón a botón, tan lentamente que dolía; ansiosas por conocer el mapa de su piel localizando sus dulces puntos.


Con sus brillantes ojos grises ojos inyectados de anhelo, miró a Charlie quien mordiéndose el labio inferior solo se limitaba a observar, hirviendo en deseo por esos descarados jadeos que soltaba al aire su dragoncito. Accedió a la muda suplica de Draco y se acercó a ellos.


Su diestra se enredó en los cabellos rojos de Bill, tan suaves al tacto que se escapaban entre sus dedos. Cerró los ojos cuando sintió la frialdad del cuarto invadiendo de lleno su pecho expuesto. Aunque se sentía vulnerable ante las dedicadas atenciones del mayor de los Weasley besando sus labios, la cargada mirada del ojicafe que lo devoraba pausadamente, esa mano que recorría su costado nublaba su raciocinio y toda las negaciones que debía de imponerles. Su sangre veela y licantropa estaba en paz, ronroneando a gusto por la atención de aquellos hombres de su vida y soltó un ahogado jadeo cuando la ardiente lengua del Charlie delineó su pezón antes de comenzar a succionarlo.


Por más que el torbellino de sensaciones mas allá de la imaginación que sentía en su interior, Bill recordó aquello que ansiaba decirle a Draco antes de que este comenzara a besarle, era primordial decirlo pues sabía que después no tendría oportunidad de hacérselo saber.


-No vas a ir con otro chico al baile pequeño… no permitiremos que vayas con alguien más…- su furor  se apagó en un instante ante esas palabras que consiguieron irritarlo.


-¿Qué?- preguntó frunciendo el ceño subiendo su camisa a sus hombros nuevamente, esperando haber escuchado mal.


-Lo que oíste dragón…- exclamó Charlie aclarándose la garganta mientras Bill se le quedó mirando de manera culpable -Billy y yo estuvimos hablando y no dejaremos que nadie ponga sus zarpas en ti… eso es inconcebible…- dijo como si fuera lo más natural del mundo que solo logró aumentar su ira.


-¡Yo tomo mis propias decisiones y  puedo ir con quien se me da la gana!- dijo saltando del regazo de Bill. Aquello le ofendía a diferentes niveles. ¿Realmente creían que querría ir con alguien más si no podía ir con ellos? ¿Así confiaban en él?


-Pero Drake…- dijo en tono conciliador del mayor tratando de detenerlo, pero el Slytherin logró escapar de su agarre.


-¡Nada de pero Drake!- chilló acomodándose su arrugada camisa, colocándose su capa – ¡voy a ir al baile quieran o no!- y tras vociferar en todo lo alto salió de la habitación azotando la puerta.


Con una tarde de pasión y arrumacos arruinada, los mayores se sentían impotentes.  El ojiazul suspiró rascando su nuca; de todos los escenarios planteados, no se imaginó aquel. Charlie con una mueca sacó de su bolcillo su cajetilla de cigarros y encendió uno para tranquilizar su necesidad de correr tras Draco y encerrarlo en el salón de música hasta que recapacitara.


-Vaya… eso salió bien…- dijo con sarcasmo mientras soltaba una bocanada de humo por su boca.


-Y que lo digas…-


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“Recuestaste lindo conejito” murmuró la voz de Fred en su oído, recorriendo travieso con su lengua su lóbulo, degustándolo con lentitud como una fresca frutilla hasta darle un mordisco “este nuevo traje te gustará”


-No…- exclamó nervioso. Eso era por demás surreal; estar nuevamente en la cama con sus hermanos, de aquella forma que seguro y era ilegal en varios estados le hacía temblar; aunque ya no sabía si de terror o de excitación…


Sin aviso previo, George comenzó a delinear con las yemas de sus dedos los músculos de su estomago, recorriéndolo tan tortuosamente lento, tomándose su tiempo, repartiendo pequeños besos por cada fracción de su piel haciéndole estremecer con cada exhalación.


“Vamos Ronnie, solo déjate llevar”


-¡¡Noo!!- prorrumpió tan fuerte que despertó a sus compañeros de habitación.


-¿Qué sucede Rojo?- preguntó Blaise frotando perezoso sus parpados entre bostezos.


–Yo no quiero… ¡no me pueden obligar a usar una botarga de gato!- Harry soltó un bufido poniendo los ojos en blanco y volvió a quedarse dormido, Draco furibundo por ser interrumpido en tan preciado sueño de belleza le aventó su “pequeño” libro de pociones en el rostro y refunfuñó entre diantres algo parecido a “muérete estúpida comadreja”.


Zabinni en modo conciliador, le quitó el libro del rostro a un Ron más que desubicado, quien asintió volviéndose a acurrucar en su cama.-Ya tranquilo, nadie te obligará a usar algo que no quieras…-


Con más claridad en su cabeza y con mucho trabajo regresó a ver el porqué sentía húmedo el pantalón. “OH MERLIN! ¿Por qué a mí?” pensó horrorizado escapando del apretón de hombros de Blaise y corrió a encerrarse al baño. “¡Perfecto! ¡Mi primer sueño húmedo y con ese par de terroristas!” se sintió desfallecer.


-¿Acaso esto puede empeorar?-


*%*<%<*2 semanas después*<%*%<*


Harry estaba más que frustrado pues Severus se negaba a hablar respecto al baile y mucho menos sobre su plan de ir “juntos”, parecía que para el líder de Slytherin aquello era un tema tabú o algo así que lo escandalizaba.


-Pero Sev…-


-He dicho que no, Potter- siseó con ese tonito que tantas veces adquiría cuando se molestaba y Harry hizo puchero –sería el colmo presentarme ahí en plan intimo dado que nuestra relación es secreta ¿sabes lo que diría tu odioso padre si se enterara? O peor aún, el ministro Riddle-


Harry lo meditó unos instantes. Tal vez eran justificados sus insistentes rebatimientos, pues sus padres no eran los más abiertos del mundo y su papi podía ser muy escandaloso cuando se trataba de su Severus, pero ¿acaso no era la fiesta para celebrar el amor que se tenían?


-Pero yo solo quiero ir contigo, puede que tengas razón, sin embargo…-


-Claro que tengo razón, así que da por zanjado el tema- Harry sorbió su nariz y subió sus piernas a la silla para estrecharlas contra su pecho. La ira se apaciguó en el pecho del pocionista y suspiró pesadamente ¿Qué hacerle? Su niño era especial y era imposible que durara mucho su enojo.


-Seguro vas a ir con Evans…- murmuró por lo bajo y Severus se frotó el puente de la nariz “Merlín dame fuerzas”


-No, no iré con Lily, de hecho creo que invitará a uno de los Weasley… tiene cierta debilidad por los músculos- dijo con ironía pues él no se caracterizaba precisamente por tenerlos de exhibición como ese par, pero bueno, no le importaba no tenerlos y parecía que a Harry tampoco lo cual agradecía de corazón –aparte, Dumbledore me encomendó hacer guardia, así que tendré una noche ocupada- claro que lo último que quería hacer era vigilar adolescentes hormonales, pero órdenes eran ordenes.


-¿Entonces no vas a ir con nadie?- rodó los ojos ante tan obvia respuesta, pero prefirió negar con la cabeza. Harry se veía genuinamente aliviado con sus ojitos verdes aun más brillantes por las lágrimas contenidas.


-No Harry, no iré con alguien, así que ven aquí- no solía ser muy afectuoso, ni siquiera en su tiempo de noviazgo con Lily, sin embargo, ese necesitado anhelo de proteger a su pequeño ojiverde iba más allá de cualquier razón y lógica en su mente, esa ternura que lo embriagaba era única y aunque le hacía sentir voluble, vaya que valía la pena.


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Tras terminar su ensayo de 10 centímetros de encantamientos, Hermione contempló el envase de poción alisadora que Ron le había regalado cuando la invitó al baile. Suspiró.


Realmente le caía bien el pelirrojo pese al desastre de confesión que le hizo. Incluso después de una larga meditación la podría considerar dulce, pero… como detestaba no poder decirle que si porque su corazón ya le pertenecía a alguien más y para ser precisos, ese alguien más parecía tan ensimismada con sus asuntos que ni caía en cuenta de sus sentimientos.


-¡¡Ahh!! ¡Estúpida Sinistra con sus estúpidas estrellas! ¡No entiendo nada!- chilló desganada la pelinegra a su lado haciendo berrinche cual pequeña -¡ardillita, dime que tú tienes resuelto el cuestionario que dejó!- sus ojos verdes resplandecían como el césped matutino cubierto con rocío. Tan encantador y ensoñador que le costó articular algo coherente.


-Por supuesto P-Parkinson. Y no me digas ardillita- dijo sintiendo sus mejillas enrojecer. No es que le desagradara que la llamara con apodos cariñosos, pero dudaba que el sentido en el que se lo decía fuera tierno –si quieres que te ayude tienes que llamarme por mi nombre-


-Ok, Ok, Granger. Se buena por mí, ¿sí?- esos ojitos de cachorrito abandonado era difícil resistirse y mucho más cuando aprendió a dominar la técnica desde que la estúpida apuesta que llevaron acaba entre ella y Zabinni donde Pansy terminó perdiendo y siendo obligada a hacer todas las tareas dos veces por cierto moreno que se la pasaba de lo lindo a cuesta suya.


-Eh... mmm…- carraspeó –si quieres te dejo ver mi pergamino, ¡pero no para que lo copies! Si no para que te des una idea de cómo contestar y si quieres te doy el nombre del libro del cual lo saqué- Pansy jubilosa la abrazó dándole un beso en la mejilla.


-Eres un sol, pequeña- Hermione se sintió desfallecer cuando percibió el peculiar hormigueo en la zona donde los labios con aroma a cereza de Pansy se posaron.


En definitiva, el amor era complicado.


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Si había algo peor que los deberes kilométricos de pociones que tan alegremente Severus Snape les dejaba, era un Draco malhumorado.


Cada que podía rezongaba entre gruñidos sobre pelirrojos estúpidos y sus injustificados e infantiles celos. “Como si fuera a enamorarme así sin mas de alguien más cuando mis poderes veela y lobo ya eligieron… zoquetes…” pensaba algo defraudado.


Ya que ir con Harry o con Pansy al baile era imposible por ser de la misma casa, decidió que era tal vez tiempo de checar su repertorio de chicos que andaban tras sus delicados huesitos.


-No lo sé Draquito, creo que está mal que quieras picar a los Weasels mayores… seguro te dejan sin poder sentarte por un mes… seguro que la tienen enorme…- Draco enrojeció por el comentario torcido y le dio un zape.


-Guarda tus comentarios vulgares donde no pueda oírlos, Zabinni- siseó con desagrado. No necesitaba, ni quería imaginarse a esos idiotas como serían sus virilidades, muchas gracias; necesitabas seguir molesto con ellos, pues se lo merecían y les demostraría que no debían de meterse con su integridad ni de chiste. –ya solo dime quienes crees que este a la altura de un Malfoy- Lupin- dijo levantando la nariz con orgullo que el moreno prefirió acceder a sus ridículas exigencias con un suspiro.


-Amm lo que tu digas ¡Oh gran señor de la ancestral familia Malfoy!… ¿Qué tal Goldstein? Escuché que esta que babea por ti- Draco hizo mueca de asco y negó -¿Qué tal Hannah Abott? Es linda-


-¿Enserio Blaise? Una Hufflepuff- negó con la cabeza.


-¿Por qué no Granger? Tal parece que no te desagrada-


-No seas tonto, Ron la va a invitar y si por mi culpa lo rechaza no detendrá el teatro que me armará hasta el nuevo siglo-  


Blaise puso los ojos en blanco y siguió dando uno a uno los nombres anotados en su lista mientras que Draco no hacía más que rechazarlos. Eso le estaba tomando más tiempo del que estaba dispuesto a derrochar en algo tonto como lo que estaba haciendo Draco. Pero ni como decirle porque estaba seguro que le daría tremendo sermón hasta el día siguiente sobre los Malfoy que “no son berrinchudos”


Viendo a un peculiar chico con cabello castaño, nada mal para ser sinceros, con una sonrisa dulce y un bueno porte, a Draco le parecía el indicado y se puso en pie.


-Creo que encontré lo que buscaba para que esos idiotas sufran- dijo malicioso ya que en sus palabras “nadie le dice a Draco Malfoy que hacer” (claro, salvo sus padres y hasta eso puede ser negociable).


Blaise miró en la dirección que el rubio comenzó a avanzar y se limitó a rodar los ojos rogando paciencia a Merlín.


-Claro Draco, Cedric Diggory es una excelente opción si le tienes aversión a los Hufflepuff…- dijo sarcástico regresando a sus anotaciones esperando que las cosas no le salieran chuecas al príncipe de Slytherin.


*%*<%<*1 semana después*<%*%<*


Las exuberantes decoraciones desde el punto de vista de Pansy eran incomodas para mirar con todo ese rojo y rosa chillón pasado de moda, pero eso no era nada en comparación a lo que estaba sintiendo en su interior… como detestaba tener que haber aceptado ir al baile sola, pero estaba más que segura que el único culpable de eso era el vejete senil que tenían por director, ya que ¿Por qué no podía ir con su querido Draquis o Blaise? Ambos sangre pura con una  acaudalada dote, cualidades que tanto hincapié habían hecho sus padres.


Pero no, ahí estaba, sola, sin pareja y viendo como medio mundo acaramelado bailaba en medio de esa infantil decoración.


“¡Esto es el colmo!” se cruzó de brazos tomando un poco de ponche buscando con la mirada a alguno de sus amigos. Ni rastro de Draco, Harry o mínimo Ronald en un radio de 20 metros. “¡Bastardos! Seguro ya están dándole vuelo a la hilacha con sus amores y yo solo tengo un vil vaso de ponche para desquitarme” frunció el ceño.


Dispuesta a no tolerarlo mas decidió irse a solo unos segundos de haber llegado. Ya había hecho acto de presencia como el viejito amante de los dulces de limón y chistes malos exigió y se dio la media vuelta. Al llegar a la puerta algo, o mejor dicho alguien chocó con ella pisando de paso su costoso vestido verde esmeralda y para colmo derramando una bebida helada sobre ella. Gruñó iracunda.


-¡P-Pansy! ¡Lo-lo lamento!- dijo una voz abochornada frente a ella.


-¡Granger!- chilló viendo a la Ravenclaw como esperando que se la tragara la tierra por semejante fallo a su hermosa presencia.


Se le bajaron un poco los humos cuando notó que extrañamente la castaña no se veía tan mal. Tenía un escotado vestido corte princesa con vuelos azul cielo y se iba degradando el tono hasta las puntas llegando a blanco. Su siempre cabello de nube café sobre sus hombros, iba firmemente peinado con bucles estratégicamente acomodados que de no haber escuchado su voz, seguro y no la hubiera reconocido.


-Lo siento, yo no…- dijo avergonzada limpiando la mancha que estaba segura que no saldría con nada.


-Ya déjalo Granger y deja de tocarme deliberadamente las tetas- los colores subieron al rostro de la Ravenclaw quien tembló apartando sus manos. “Eso ya compensa su torpeza” pensó divertida.


-Lo lamento Pansy, no quería… bueno… no se… creo que no me siento bien…- dijo llevándose la mano a la cabeza y pareció que de un momento a otro se desmayaría.


-¡Wow, oye Granger, estas ardiendo!- dijo atrapándola antes de que cayera –maldición, no te atrevas a morirte en mis brazos porque cruciaré tu tieso trasero- dijo llevándola a rastras a la enfermería. Solo esperaba que la dichosa sanadora estuviera en su lugar y no en plena fiesta.


Nunca imaginó que tendría que hacer una obra de caridad como aquella, pero, estaba segura que Merlín algún día se lo recompensaría. Los pies comenzaban a dolerle por culpa de sus preciosos zapatos de tacón de agua, pero, ese era el problema si había dejado su varita resguardada en su recamara.


-Enserio Granger pareces que estas en pleno comal, estas bastante caliente…- dijo sintiendo su piel arder antes de depositarla en la cama. No había ni rastro de Pomfrey y aquello no le gustaba para nada.


Los ojos cafés de la Ravenclaw se posaron en los suyos y pudo ver una extraña sonrisa que nunca le había visto a la inteligente chica. Demasiado perturbadora que le erizó la medula. La chica se relamió sus labios con una traviesa sonrisa y se inclinó hacia ella.


-No tanto como tú, Pansy….-


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Diggory probablemente era el chico más dulce que había conocido… elegante, detallista… aunque tal vez demasiado…


Draco no estaba prestando mucha atención a lo que le estaba diciendo; solo sabía que era algo sobre escobas, su padre y la materia de Herbologia. Ninguna de esas cosas tenía relación alguna si se lo preguntaban, pero el Huffle estaba más que extasiado hablando sobre ello.


De vez en cuando asentía para que no se sintiera mal y miraba con disimulo a su alrededor. Ni rastro de Harry o Ron, tampoco de Pansy y Granger… bufó molesto porque de tanta dulzura sentía que se le picarían los dientes.


Se sentía extraño. El veela en su interior estaba molesto por no estar con su pareja destinada, pero el lobo era el que estaba haciendo más escándalo. Gruñía y se erizaba sin control tensando sus músculos de paso. El crepúsculo apenas comenzaba a desteñirse y la luna todavía no hacia acto de presencia.


Se irguió totalmente cuando una idea cual ráfaga azotó contra su cara. “¿Qué día es hoy?” se preguntó y con creciente pánico recordó que no había tomado para nada su poción matalobos. Había estado tan distraído por culpa de esos Weasley y sus tonterías de negarle algo que el de por si no iba a hacer y ya no tenía cabeza para nada.


“Mierda” pensó angustiado. Esperaba que no tuviera problemas, aunque lo que sentía era bastante doloroso… “no puede ser, no puede ser…” se decía en la mente. No era posible que ese día fuera luna llena… ¿o sí?


-¿Te sucede algo Draco? Bueno, no sé si puedo llamarte así… pero creo que es un lindo nombre…- dijo con una sonrisa tierna el chico que Draco solo atinó a negar con la cabeza.


Su sentido del olfato agudizado detectó aquel aroma a menta y tabaco que tanto le gustaba.


-¿Malfoy?- llamó esa voz tan varonil que le erizaba cual felino de solo escucharla. Quiso responderle, pero no pudo. El dolor se incrementaba. Su cabeza taladraba incansable; era más de lo que se podía soportar y trató de acallarlo con sus manos.


Las manos fuertes de Charlie lo tomaron por los hombros tratando de hacer que reaccionara, pero no podía. Su cuerpo estaba temblando, anticipándose al inminente cambio y el no estaba preparado. Pese a odiar con toda su alma la pócima matalobos, en ese momento la consideraba una bendición pues acallaba cualquier molestia que pudiera presentar y ¿ahora? No estaba seguro que pasaría a continuación.


-¡Maldición Draco! ¿No te tomaste tu pócima?- dijo ese hombre de ojos tan azules como el agua clara del mar que siempre lograba calmarlo con su ternura y calidez… aunque por cómo iban las cosas, parecía que en ese momento las cosas serian diferentes.


Pudo escuchar las advertencias que lanzaban a los alumnos y el sórdido sonido de la luna ascendiendo gloriosa al punto máximo del cielo presagiando lo que su error le depararía.


Gritos ahogados de su parte y gritos horrorizados de sus compañeros.


Eso se ganaba por su negligencia, solo esperaba que no se transformara en una tragedia. Tenía que huir de ahí. La poca conciencia que aun le reataba en su mente, tenía que prevalecer. Esperaba que fuera suficiente para poder domar su instinto animal.


-¿Dracó?- la voz trémula de Bill le llamó, pero no obtuvo respuesta. La dolorosa transformación había terminado y se sentía expuesto, avergonzado e iracundo consigo mismo.


Parándose en cuatro patas emprendió la salida hacia el bosque prohibido. Ahí no haría daño a nadie.


-Maldición…- murmuró Bill sintiéndose incapaz de procesar lo que acababa de pasar.


Todos los alumnos estaban en shock. Muchos gritos ahogados y desmayados entre la multitud. Los prefectos y algunos maestros intentaron calmarlos y tanto Bill como Charlie se regresaron a ver.


-y entonces… ¿Qué es lo que haremos William?- preguntó Charlie sumamente preocupado por Draco.


Regresando a ver el lugar ese punto donde había partido su querido niño hasta perderse en la densidad del bosque, ambos habían llegado a la misma conclusión y comenzaron a avanzar.


Un lobo aulló a la luna.


 

Notas finales:

chan, chan, chan!! jeje se que se muchos se preguntaran ¿donde estan Harry y Ron? ¿que le pasa a Hermione? ¿que sucedera con Draquis? pues bueno, todo eso y mas vendra resuelto para el proximo capi que espero, no me demore tanto como con este! 

los adoro muchisimo y espero que realmente hayan disfrutado este capi ;) 

les mando muchso besitos y espero sus dudas, preguntas, frases de motivacion, todo es bien recibido ;3


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