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Recopilación por Zhena HiK

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—Instinto—

Para algunas personas jugar se trataba de instinto más que de simple técnica y práctica constante. Esas personas, que sólo eran unas cuantas, bien podían llamarse prodigios. Esos que sólo necesitaban tener la curiosidad de involucrarse en algún deporte para volverse expertos jugándolo.

Esto es lo que pasaba con Tajima, que no sólo jugaba béisbol sino también fútbol soccer y que estaba seguro que de interesarse en otras disciplinas podría con ellas también. Tajima era un chico pequeño en estatura, pero grande en habilidades y él estaba consciente y seguro de ello. Se conocía y transpiraba esa seguridad en sí mismo digna de admirarse. Pero no por eso se volvía alguien pedante u odioso, al contrario, su actitud siempre tan alegre creaba en muchos una atracción amistosa e incluso amorosa hacia él.

Pero cabía mencionar que esa habilidad, ese instinto y gracia natural para los deportes, no se aplicaba en todo lo demás. Porque para la escuela no era igual de listo, tampoco para relacionarse con otras chicas a pesar de que éstas estuvieran interesadas en él y fuera obvio que lo estaban.

Había alguien que lo admiraba, alguien que estaba pendiente de todos sus movimientos y que en su interior deseaba ser tan bueno y habilidoso como Tajima. Ese es Hanai, el capitán del equipo en donde ambos jugaban béisbol.

Abe, el cátcher del equipo se había dado cuenta primero que nadie sobre ésta situación, sin embargo, no estaba en su naturaleza inmiscuirse en la vida de los demás y era por ello que no había hecho nada al respecto. No importaba si ambos eran amigos de él, ese no era su asunto y no se metería.

Parecía que todos los demás ignoraban el hecho de que su capitán sentía una admiración muy particular por el cuarto bat del equipo. Pero no era así, había alguien más que estaba enterado de dicha situación y que planeaba hacer algo al respecto.

—¿En serio crees que sea correcto hacer algo así? —Cuestionó el rubio hablando con Izumi mientras comían.

—Estoy seguro que va a funcionar —dijo sonriendo cómplice Izumi, seguro de sí mismo y de su idea—. Después de todo si no fuera por lo que yo hice, no estaríamos juntos así que mis ideas son buenas —comentó, mirando a su pareja rascarse con el dedo índice la mejilla derecha haciéndose el desentendido.

Hamada e Izumi habían comenzado a salir después de que Izumi comenzara sutilmente a invitar al rubio a salir de vez en cuando. Fue gracias a las ideas del pecoso que tras una salida se aventuró a tomar la iniciativa y besar al más alto, arriesgándose quizás a recibir una negativa a pesar que sentía que la atracción era correspondida. Buscar pelea constante con el más alto no era casualidad y así se lo hizo saber esa ocasión en que lo tomó del antebrazo para jalarlo hacia sus labios y crear un choque con los contrarios, uniéndose en un beso que duró lo suficiente para que ambos comprendieran que estaban en el mismo camino.

Se gustaban.

Ahora, tras casi un año de relación, todos estaban en segundo año y era para Izumi demasiado obvio lo que Hanai sentía por Tajima. Estaba seguro que no era sólo la admiración y el querer ser como él, esa mirada indicaba algo más. Tajima por su parte era demasiado despistado en ese sentido. Parecía muy despierto a la sexualidad gracias a sus comentarios sobre pornografía y masturbación que hacía tan abiertamente ante todos, pero podía ver que el chico ni se daba cuenta cuando una chica se derretía por él desde las gradas, y tampoco parecía interesado en ninguna.

No quería arruinar todo y meter la pata, así que quería de alguna manera saber si Tajima se sentía atraído por Hanai al igual que éste.

—Oye Mihashi, tú te llevas muy bien con Tajima… —dijo iniciando la plática mientras ambos limpiaban parte del campo estando algo apartados de los demás. El pitcher le miró sin comprender a dónde iba con eso hasta que Izumi continuó—. ¿Crees que a Tajima le guste alguien? —Sí, era lo más bajo que podía caer pero era por una buena causa.

Mihashi puso un dedo junto a su boca abierta y miró hacia arriba mientras pensaba. Pasó una eternidad —según Izumi—, y no obtuvo una respuesta ya que fue Abe quien a grito limpio se acercó hacia Mihashi quejándose sobre una caída que había tenido el chico en el partido de práctica y que debía cuidarse más porque era el único pitcher y… todas esas cosas que siempre le decía y que Mihashi siempre se empeñaba en ignorar.

Estaba haciendo su investigación de campo cuando entró a uno de los baños para orinar ya que había tomado demasiada agua durante el entrenamiento y entonces pudo escuchar en el pasillo afuera de los baños dos voces que conocía demasiado.

—La verdad es que… bueno, yo… no sé cómo decirlo —la voz insegura de Hanai resonó casi con eco. Asomó un ojo por la puerta y miró a varios pasos de distancia a ambos chicos. Hanai parado frente a Tajima que estaba recargado en la pared.

—¿Qué cosa? —Apresuró el pecoso, inquieto y curioso de lo que tuviera que decirle el más alto.

Hanai miró hacia un costado y fue su turno de sobar su nuca con la mano mientras buscaba las palabras correctas para declararse.

—Sólo iba a decir que en verdad te admiro —dijo acobardándose en el último minuto ante la mirada de Tajima y su gesto de confusión.

—Pensé que te ibas a declarar —fue la respuesta del menor. Izumi quiso reírse pero se suponía que él no estaba ahí, así que mejor se tapó la boca y se mantuvo atento a lo que sucedería.

Hanai estaba más rojo que un tomate, incluso sus orejas se sentían calientes debido a la impresión de ese comentario tan inesperado. Lo siguiente que sintió fueron las manos del más bajo aferrarse a los costados de su cuello obligándolo a agacharse para darle un beso.

Era inexperto debido a la impresión que causó en ambos y al hecho de que ninguno lo tenía planeado. Pero tras varios segundos después del inicio, se coordinaron de tal manera que fueron capaces de profundizar el beso.

Y siendo un par de adolescentes llenos de hormonas revolucionadas al mil, no era suficiente para ellos ese simple intercambio de saliva, por lo que las manos de Hanai se tornaron curiosas y abrazaron al chico más bajo, sacando la camisa deportiva de éste que estaba bajo el pantalón para así colar sus manos y tocar directamente la piel. Fue inevitable para Tajima jadear al sentirse sin aire sólo con esa simple acción en la que ambas manos de su capitán rozaron sus pezones después de viajar desde su estómago hasta la parte más alta de su pecho.

Pero si de curiosidad se trataba, él no se quedaba atrás y fue por ello que aprovechándose de su estatura, llevó ambas manos a la cadera del más alto y después las recorrió hasta el bien formado trasero que apretó con ganas, ocasionando que el beso fuera más intenso y profundo, enredando sus lenguas como si quisieran devorar la contraria y ésta no se dejara. Una mano de Hanai apretaba un pezón del pecoso y la otra se enredaba en su cabello atrayéndole hacia su boca para evitar cualquier tipo de posible huída.

—¿Izumi? —El grito de Hamada que iba llegando les hizo separarse de inmediato, Hanai se hizo hacia atrás en un impulso que lo llevó a chocar su espalda contra la pared contraria a la que estaba Tajima. Quedaron frente a frente, Tajima sonreía, Hanai se sentía avergonzado de lo que hicieron ahí en donde cualquiera los pudo haber visto— ¡Izumi! —Volvió a gritar apareciendo ante los chicos que se habían separado apenas— Hola chicos, no sabía que estaban aquí —dijo sonriendo amable, apenas les iba a preguntar por su novio cuando ésta salió del baño, sus labios apretados tratando de reprimir una sonrisa cómplice ante lo que acababa de ver.

—Vámonos Hamada —dijo apresurado caminando hacia afuera y llevándose al rubio jalándole del brazo sin dar ninguna explicación a los otros dos que se quedaron sorprendidos.

—¿Qué sucede, Izumi? —Cuestionó Hamada apenas saliendo, los dos chicos que quedaron dentro del pasillo no lograron escuchar la respuesta a esa pregunta.

—¿Crees que haya visto todo? —Preguntó Tajima mirando el sonrojo de Hanai y después soltando la carcajada al igual que el más alto.

—Creo que… quiero volver a besarte —dijo despegando su espalda de la pared y acercándose hasta Tajima, le abrazó por la cintura y aprovechando ahora él la diferencia en estaturas bajó sus manos hasta el trasero del pecoso y lo elevó para que le rodeara con las piernas, recargando el peso del cuarto bat contra la pared.

Ésta vez el beso fue más hambriento y las manos más atrevidas en su búsqueda de nuevas partes de piel contraria. Poco les importó que alguien más pudiera verles. 

:Fin:

—¤Žhena HîK¤—

“La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea.”
—Alberto Moravia

Notas finales:

~Esto es una locura, pero es tu locura. 

Besos~


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