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Las madres siempre saben lo que es mejor para sus hijos por kimee_de_capricornio

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Notas del capitulo:

Después de más de un año, una actu corta para este olvidado fic. No tengo más excusa que quedarme sin ideas, subí en FF (que es donde estoy más activa) y ahora posteo aquí.

La propuesta salía a la luz como si fuese el típico comentario genérico que las personas suelen decir cuando no se les ocurre un tema de conversación interesante. Sin embargo, dicha conducta humana estándar a veces podía provocar un efecto de parálisis momentánea de tiempo y espacio… como en el caso de esa tienda de dangos y el escondite improvisado.

Asomado por una rendija de su local, el dueño de «Konpeitou» no sabía si compadecer o desearle suerte al joven Sakata. Ese chico siempre andaba quejándose de que no ligaba por culpa de su permanente y resulta que si levanta hombres en uniforme.

El señor será viejo, pero no denso. Sus ojos habían presenciado mucho a lo largo de su vida y hacía tiempo había pillado que ambos oficiales convenientemente visitaban su tienda cuando el jefe de la Yorozuya venía a comer dangos. Con el más chico, Sakata mantenía una conversación cordial llena de ironías; con el fumador, la conversación transcurría entre gritos, reproches porque «pensaban igual» y hasta uno que otro golpe.

Sakata se mantenía como territorio neutral, indiferente a los afectos que recibía. A este punto él no sabía si el muchacho se hacía el idiota o ya lo era de nacimiento, porque la situación era obvia.

Él se beneficiaba porque ahora tenía un par de clientes nuevos, eso sí.

Escuchó a la camarera sollozar. Pobre chica, con este escenario nunca va a tener oportunidad.

-oOo-

Semejante oración fue —en cierto modo— muy inesperada incluso para ellos y su sentido del oído, ya bastante acostumbrado a los chistes sucios; tanto así de inesperada fue que retumbaba, dando la innecesaria sensación de eco.

Por fortuna, todo efecto pasa —señal de que los engranajes del cerebro comenzaban a reaccionar a paso lento— y este no es la diferencia: Ya lo que queda es la reacción e interpretación que cada quien le quiera dar.

Hijikata escupió el sorbo de té que tenía en la boca como su principal reacción a las palabras de un impasible Okita. A su lado escuchó un sonido estrangulado y no miró, seguramente no queriendo que el idiota experto en joderle la paciencia fuera a partirse de risa como el sádico que era.

Gintoki —quien se acababa de meter un trozo de dango a la boca— se había limitado a mirar al piso como si lo encontrase interesante. Aunque si se le podía ver más de cerca, el pobre tenía la cara azul y buscaba a tientas su taza de té. Okita en uno de sus raros arranques de amabilidad le daba palmadas en la espalda, ayudándolo a pasar el bocado atorado.

Al menos esas eran las suposiciones del trío de espías improvisados que intentaban volver a la normalidad.

Shinpachi se había quedado enganchado en la punta de la nariz de su sonrojado humano, señal de que había entendido la connotación que las palabras conllevaban.

Una sonora carcajada lo despertó del shock y miró a uno de sus lados. Kagura estaba doblándose de risa para su total desconcierto. Enserio, la chica tenía la cara roja ante tal festín.

—¡Sonó como personaje de manga yaoi! —exclamó entre risas, jurando que veía corazoncitos rodeándolo—. ¡Al Sádico le gusta que le den bien duro! Se comporta como todo un pasivo de pornografía sensible (1), si —Kagura casi deseaba que Gin lo eligiera por una vez y le hiciera el favorcito, tanto que lo dejara sin caminar por un buen tiempo y claro, ella se burlaría a sus costillas.

Escuchando a Kagura, Sacchan fue traicionada nuevamente por su retorcida e inoportuna imaginación: Un aprendiz de sádico y un sádico natural… una lucha por el control que el aprendiz inevitablemente perdería al punto de revelar entre las sabanas —con ayuda de velas, látigos, cadenas, el potro y lo que se le ocurriera— su M interior y así completar el ciclo.

«El mocoso no es un sádico en entrenamiento, es un switch», se dio cuenta; limpiándose con el pañuelo ya manchado de sangre. Nuevamente gritó, destrozando los tímpanos de los chicos, quienes le gritaban que se callara para que no los descubrieran.

Inmediatamente, escapó de sus fantasías (y la lucha interna entre su mitad fujoshi y su mitad Gintoki-fangirl se desarrollaba mientras tanto) y ya tenía kunai en mano, lista para apuntarlo hacia Okita.

—Sádico y sádico se repelen, Masoquista y sádico se atraen. Ese niñato debería saberlo —refunfuñó, un poco decepcionada de que él hubiese olvidado lo que le enseñó cuando era Souko.

—¿Qué reglas son esas? —explotó Shinpachi, sin poder creer tantas tonterías.

—Reglas que un fanboy virgen nunca comprenderá.

—¡No me llames virgen! —se indignó, cabreado porque le echara en cara ese detalle.

—Ya cállate, fanboy virgen —se entrometió Kagura.

Shinpachi siguió reclamando, pero las dos hacían oídos sordos. Estaban concentradas en la escena de la tienda.

—Eres muy gracioso, Souichirou —comentó un Gintoki ya recuperado.

—Es Sougo, Jefe. Y hablaba enserio —contestó él, tranquilo.

—Seguro, Souji —murmuró, ignorando al chico corregir su nombre otra vez.

Okita miraba fijamente a Gintoki, como sopesando decir algo más. Pero fue interrumpido por un carraspeo:

—Sougo, este no es lugar para este tipo de cosas. A algunas personas no nos interesan tus intimidades —lo regañó Hijikata.

—¿Celoso, Hijikata? —Okita parecía divertirse de lo lindo, notaron los entrometidos.

Kagura (en el fondo y lamentándolo) y Sacchan si estuvieran allí también preguntarían lo mismo. Shinpachi ya no sabía a donde iba este fanfic.

—Asqueado —le corrigió el vicecomandante, echándole mayonesa a sus dangos.

Shinpachi se tapaba la boca, sintiendo ganas de vomitar. Gintoki miraba con lamento —él estaba seguro, porque a ojos de su jefe eso era un sacrilegio— como el oficial arruinaba ese delicioso manjar. Kagura y Sacchan sentían náuseas.

—Jefe —continuó Okita—. A diferencia de algunas pestes del closet que conozco, yo estoy muy claro con lo que quiero.

«¡Esto es mejor que la novela de las cuatro, si!», Kagura sintió ganas de carcajearse de nuevo.

Shinpachi contenía el aliento y Sacchan estaba revolviendo natto en un platillo que de quien sabe dónde había sacado. Kagura escuchaba el numerito con atención:

—¿A quién le estás diciendo «peste del closet», cabrón?

—Hijikata, yo no dije nombres. Si tú te sientes aludido, no es mi culpa —moduló con fingida inocencia.

Gintoki rio entre dientes y Hijikata le dirigió una mirada asesina.

—Él tiene razón —Gintoki se encogió de hombros— Si te queda el zapato, póntelo.

—Vete al cuerno, Yorozuya —Hijikata se limitó a replicar con presteza.

Okita sonrió. Sus rojizos ojos brillaban con malicia, regodeándose con este asunto.

—Créeme, soy muy buena opción —se dirigía a Gintoki—. Yo que tú, lo consideraría.

Con esto, Kagura aun contenía la risa y ya estaba golpeando el pobre mostrador al punto de casi romperlo, aún sin perder de vista la escena. Sacchan estaba agradecida por las funciones especiales que Gengai agregó a sus gafas y por eso pillaba todo en alta resolución y Shinpachi aún no procesaba nada de esto, pero sus pies no se movían para huir y regresar al departamento.

—Aprende a limpiarte bien el trasero antes de estar haciendo el tonto. ¡Ponte a trabajar, niñato!

—El bastardo aquí presente es un jodido perro del hortelano: No deja comer, pero tampoco tiene las bolas para hacerlo —se mofó—. Molestar a quien te gusta para llamar su atención es un cliché muy gastado, ¿no crees?

—Sougo, si piensas con esa lógica sería como decir que China te gustara —lo picó.

El normalmente inexpresivo Okita ahora tenía cara de asesino serial.

—Busca tu muerte natural, Hijikata —advirtió—. Y con muerte natural me refiero hasta que me ponga serio y te mate de una buena vez.

—¡Eso no tiene nada que ver con una muerte natural!

Desde el escondite, el espanto de Kagura se reflejaba en su cara, cuya tonalidad era un verde preludio a devolver todo lo que había consumido en el día. Y era bastante.

Crack.

—No lo permitiré.

Sacchan y Shinpachi notaron un aura peligrosa de color rojo sobresalir de la niña. Su tez ya había recuperado su color normal y sus ojos azul eléctrico estaban cargados con la más fría ira. ¿Acaso los binoculares tienen una fisura?

Shinpachi tragó grueso, sospechando por donde venía la cosa.

—Ya me había preparado mentalmente y había aceptado que si mi estúpido mocoso quiere que su túnel sea profanado por una sádiconda o una mayoraconda...

—¡La Ayaoconda pertenece a ese túnel S! —interrumpió Sacchan, regresando momentáneamente a su modo fujoshi.

»—...Si la Ginconda tiene ganas de adentrarse en los confines de un mayo-agujero, o en la cueva del Sádico, si... —continuó Kagura, ignorando a Ayame.

—¡Mi conducto M tiene derecho por antigüedad! —protestó Sacchan.

»—...No le importa a nadie más que él. Puede utilizar el culo como se le dé la gana porque al fin y al cabo es suyo, si —completó Kagura con voz inusualmente glacial—. ¡Estaba dispuesta a ser una madre de mente abierta! Pero…

Si, como lo imaginó: Kagura ya había activado el «modo madre»

—Pero… ¡No sacrifiqué los mejores años de mi vida para que mi hijo esté esparciendo Shinsenmonas (2)! —lloriqueó—. ¡Mi juventud y belleza no van a terminar así, si!

Nota para Shinpachi: Recortar el tiempo de Kagura en la televisión. ¡Ya estaba demasiado enganchada a los doramas!

—Yo me encargaré que el maldito sádico no vuelva a ver otro día, si —prometió, tronándose los nudillos.

Sus compañeros cotillas vieron esa mirada maniaca y supieron que iba enserio cuando estuvo a punto de revelar el escondite.

Horror.

 

Notas finales:

(1) Mención al manga/OVAs yaoi Sensitive Pornograph, Suzumura fue el seiyuu de Sono en la primera OVA

(2) Combinación de palabras entre "Shinsengumi" y "feromonas". Parodia de "Usamonas" (Usami + feromonas), otro guiño a Junjou Romantica.

XD lo continuaré  cuando esté más desahogada :). ¡Muchas gracias por leer!


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