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Relatos vampíricos por lorienficachi

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Notas del capitulo:

Deseo. Erógeno. Humedad. 

 

:3

Escúchen la canción por favor. Si alguien lo lee en celular y no se puede ver, la canción es System, de Korn.

Cuando llegaron, los sirvientes aún se encontraban dispersos por las habitaciones, menos la de Lestat, que estaba terminantemente prohibida debido a que ahí se encontraban los ataúdes de Louis y el suyo.

– Amo – le saludó una joven de piel tostada, bajando la mirada, al entrar. El rubio no se volvió a verla siquiera. – Amo Louis – saludó cordialmente con más confianza y una débil y tímida sonrisa. El castaño inclinó la cabeza un poco, jovialmente.

– Leana, querida – le llamó Lestat, quien dio la vuelva con ímpetu y la miró con una sonrisa sarcástica, mientras juntaba sus manos en un sonoro aplauso. – ¿Puedes decirle a todos que salgan de inmediato de la casa? Nadie puede entrar hasta que salga el sol, y por ningún motivo ¿entiendes? – dijo haciendo énfasis en lo último.

– Correcto, señor – se inclinó y se dio a vuelta.

– ¡Ah, Leana! Lo olvidaba. 

– ¿Señor? – la chica le miró con el ceño fruncido.

– No dejes entrar a Claudia hasta poco antes del amanecer – le ordenó expresamente cerrando un poco los ojos y con una sonrisa… traviesa y malévola.

– ¡Lestat! – le reclamó Louis, visiblemente enfadado por la actitud infantil de su amante. Se le acercó con la clara intención de golpearlo, pero el rubio lo detuvo por la muñeca, sin mirarlo y agrandando la sonrisa. Louis lo miró con odio.

Leana le miró, dudando ¿Cómo había sabido el señor que la niña no estaba presente? Y ¿Acaso no era demasiado peligroso el que la niña se quedara sola fuera de casa? Era ilógico. Hizo caso omiso a la “pelea” de sus amos, estas eran ya una costumbre.

– ¿Leana?

– ¡Lo siento, señor! – se disculpó con las mejillas coloradas y salió caminando a paso veloz por el pasillo.

Lestat miró a Louis con el ceño fruncido, borrando la sonrisa.

– No me gusta pelear frente a los sirvientes – aclaró severamente, y su amante le miró con fastidio. Gesto que se transformó en sorpresa cuando el rubio se dio la vuelta mientras soltaba su muñeca y a cambio le sostenía de la mano.

Louis suspiró, resignándose a la personalidad de su amante y dejó guiarse hasta la habitación de Lestat.  El entró primero, nervioso en su interior. El rubio cerró la puerta tras su espalda.

– ¿Te pasa algo? – preguntó Lestat, sonriendo pícaramente mientras se acercaba muy lento. – Te ves nervioso.

– N-no… es sólo qué ¿qué sentido tendría hacer esto? – el castaño buscaba atrasar lo más que se pudiera el momento. No era porque no quisiera hacerlo, obviamente, el sexo con Lestat era el mejor que había tenido y que recordaba, sino más bien porque le causaba terror que su hija llegara y los encontrara así. Ella ya había peleado bastante con el rubio a causa de que no podía envejecer, no quería agrandar más el rencor que este hecho le causaba a Claudia. Además… bueno, en realidad ya no recordaba cómo era el hacer aquello con el rubio.

– ¿¡Que qué sentido tiene!? – preguntó atónito acercándose más, hasta estar justo enfrente, a pocos centímetros de su cuerpo. Se inclinó y besó el cuello del otro – Te extrañé – dijo suspirando mientras le estrechaba por la cintura. Louis cerró los ojos, disfrutando del contacto y pasó los brazos por su espalda, apretando con fuerza por un segundo. Lestat rio. – Supongo que ya no necesito responder tu pregunta.

 

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– Claro que sí – exclamó el castaño un tono más fuerte de lo que quería, consecuencia de los nervios. Y apartó a su amante, que le veía con frustración.

– ¡Eres un terco! – le reprochó el rubio girando sus orbes. – ¿Quieres que te conteste? ¡Bien! El sentido de hacer esto es que haré estremecer todo tu ser cuando acaricie cada centímetro de tu piel – comenzó a decir en un tono grave, seductor, sensual… lascivo, mientras daba vueltas alrededor de su amante, que apretaba los puños con ansiedad. – Y gritarás de placer cuando este dentro de ti mandando corrientes eléctricas a través de tu columna. Luego esa sensación se unirá al éxtasis de beber mi sangre.

– Deja que me vaya – comentó Louis con voz ahogada. Lestat se acercó peligrosamente, apoyó sus labios en su oreja y le susurró comprometedoramente.

– ¿En serio quieres irte? Te haré sentir… bien.

Lestat tenía razón, Louis se estremeció de pies a cabeza. Su respiración se aceleró, al igual que su corazón. Lo entendía, por supuesto, le deseaba muy intensamente, deseaba que le besase, le tocase y le penetrase. Pero…

– Louis – le llamó el rubio para que el vampiro volviera a la realidad. – Mírame.

El castaño le tomó la palabra y lo miró detenidamente mucho tiempo, o eso le pareció. Pudo notar la excitación en los ojos azules de su amante, sus labios rojos, expectantes. Escuchó su corazón desbocado, justo igual que el suyo, y su respiración al punto de la desesperación.

– Louis… ¿en verdad quieres…?

– Cállate de una vez – le interrumpió, prohibiéndole que dijera una palabra más. Se acercó él mismo y unió sus labios con su amante, quien, sorprendido, solamente atinó a rodearle la espalda y atraerlo hacia sí.

Lestat saboreó sus labios, frenéticos, ansiosos y que aún tenían el ligero sabor a sangre. Sus movimientos se descontrolaron, sus manos paseaban por los muslos de Louis, acariciando con lujuria, a veces enganchándose con deseo. Su boca dominó la del castaño, buscando algo más… fue su lengua, traviesa, juguetona, eufórica la que irrumpió casi con violencia en la boca del otro, y también la que fue bien recibida. No se detendrían. Para esos instantes la razón había abandonado la mente de Louis. No importaba ya Claudia, importaban sólo los dos y lo que estaban haciendo, aunque…

– Lestat… Claudia... – susurró con dificultad.

– Tiene una noche para ella sola después de más de cincuenta años ¿crees de verdad que va a llegar pronto? – preguntó el rubio separándose y mirando directamente esos ojos verdes – Llegará justo antes del amanecer. Ahora deja de hablar – fue su última palabra, antes de besar de nuevo sus deseosos labios.

La lengua de Lestat de nuevo invadió la boca de su amante, saboreando, reconociendo y ahora sólo se mantenía jugando con la del castaño, produciendo sonidos realmente excitantes. De repente, de un instante a otro Louis fue a dar contra la cama, la cual crujió amenazando con hacerse trizas. Lestat lo había arrojado ahí con rudeza. Al instante siguiente el rubio se encontraba sobre él y entre sus piernas, besando su cuello y acariciando uno de sus muslos. Louis cerró los ojos y suspiró, enterrando sus dedos en las hebras rubias del cabello de su amante, jugando con su lengua, disfrutando. Su cuerpo comenzó a reaccionar cuando sintió entre sus piernas el miembro del rubio despertar, haciendo que el suyo propio empezara a llenarse de sangre.

Lestat se separó un momento para mirar la obra de arte erótico que tenía debajo. Su cuerpo llenaba la cama, su lacio cabello se esparcía en abanico por las almohadas. Sus labios estaban entreabiertos y húmedos, expectantes por otro beso. Sus ojos verdes, llameando de pasión fijos en los suyos. El castaño mordió su labio inferior y paseó la lengua por este, tentando al rubio, quien bajó las manos y comenzó a desabotonar el chaleco del otro, cuando lo consiguió solo tomó del cuello la camisa y la rasgó con desesperación dejando a la vista la piel nívea de su amante, junto con sus pezones rosas, que se encontraban ya erizados. Louis soltó un quejido por la agresividad del rubio, pero no se quedó atrás y también dejó que sus manos le quitaran aquella molesta camisa al otro para poder ver su pálido cuerpo.

El rubio, con la respiración por las nubes posó sus manos sobre el pecho del castaño y con uno de sus dedos comenzó a jugar con uno de sus pezones. De inmediato, su amante jadeó con fuerza y se aferró a su espalda desnuda. ¡Ah, sí! Aquella era una de las zonas erógenas de Louis, acababa de recordarlo. Lestat se inclinó y comenzó a besar su pecho, poco a poco acercándose a uno de sus pezones.

– Le-Lestat… – jadeó sonoramente. Este, con una sonrisa pilla, sacó la lengua y delineó el contorno de aquella zona. Louis se estremeció y gimió mientras temblaba. Luego comenzó a juguetear con él, moviendo su lengua en un vaivén sensual en tanto jugaba con el otro, pero con sus dedos. El castaño gimió de nuevo, una y otra vez en tanto que sus uñas paseaban por la espalda del rubio, dejando una serie de caminos rojizos sobre su piel. Sus piernas no se quedaron atrás, apretó con ellas las caderas de su amante mientras se acercaba a su oído y gemía con lascivia.

El rubio dejo que su pecho se apoyara en el contrario mientras reía por ver de nuevo esa faceta encendida de Louis, permitiendo que sus pieles hicieran contacto. Una corriente eléctrica les cruzó a ambos por la columna, quemándoles, excitándoles. Piel con piel… Comenzaron a sudar, y sus pieles pálidas se tiñeron poco a poco de rojo, logrando que se vieran unos tonos más oscuras.

– Ahh – suspiró el castaño antes de que Lestat juntara de nuevo sus bocas en un ruidoso beso. Luego comenzó a acariciar la espalda baja de su amante, delineando cada músculo. – Muévete – le susurró en una breve pausa del beso.

Lestat no dudó ni un instante, de inmediato comenzó a hacer movimientos lentos circulares entre sus piernas. Louis sonrió, divertido con esa sonrisa que volvía loco al rubio, para después morder su labio inferior y reanudar el beso. Lestat gimió suavemente y llevó sus manos a las caderas de castaño y las apretó aún más contra las suyas, cambiando los movimientos circulares por un delicioso vaivén, lo que provocó que todo su cuerpo se moviera y sus pezones chocaran con los de Louis y resbalaran entre sí debido al sudor. Ambos se separaron un segundo para mirarse entre sí, mirar sus sonrisas traviesas.

– Más profundo. – pidió el castaño y el rubio obedeció, haciendo chocar sus miembros, duros, palpitantes con más énfasis. La tela de sus pantalones comenzó a humedecerse, era agradable, pero la ropa restante comenzaba a molestarles.

Lestat miró profundamente a su ojiverde y se inclinó hacia su cuello.

– Quítate los pantalones – dijo antes de morder su cuello y comenzar a beber su sangre.

 

 

 

CONTINUARÁ...

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capi ;) Lamento haber tardado, pero los estudios son algo... difíciles. Espero me perdonen u.u

El siguiente ya es la última parte de este relato y sabrán porqué se llama Cristales rotos c: 

Gracias por leer y comentar ¡Besos! 

 

P.D Disculpen si hubo alguna falta de ortografía, pero lo escribí a mitad de la noche y justo ahora son las 7:15 de la mañana x_x tengo mucho sueño.  


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