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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Hola-hola, angelillos de Dios *-*

Lo prometido es deuda y aquí está un nuevo capítulo…hagan sus apuestas :o

No los molestaré con notas de cap largas, como siempre…tengan ojo con los errores ortográficos (por favor :p)

Espero que les guste n.n

PD:  NUEVO personaje aparece!

Ian Stone (Oh! ¿Se han dado cuenta que todos mis personajes son maravillosamente guapos *-*?) Me paso horas buscando imágenes de personas reales que se parezcan a mis pervertidas imaginaciones, para así hacer las suyas más agradables… así que…cliken el link! >___<

Gracias por leer :3

Capítulo 36: “La muerte no siempre significa destrucción…”

Corrí junto a Amy sin mirar si nos seguían o no, abrí la puerta de la camioneta y lancé a la chica dentro sin ser demasiado cuidadoso. Tomé el arma que alguien me había dado en medio de todo el escándalo y empecé a disparar para intentar alejar a las bestias que se acercaban a mis amigos mientras ellos intentaban llegar hasta donde yo estaba. Dentro de mí, sentía aflorar la necesidad de cuidarlos. La pérdida de seres queridos era algo demasiado doloroso, incluso en esta situación. Y no sabía si podría soportar una más.

A diferencia de lo que creí en un principio, los zombies no eran muchos, pero los disparos siempre atraían a más y más. Estábamos en plena carretera. ¿Cómo sería cuando llegásemos al centro? ¿Cómo sería cuando estuviésemos a punto de cruzar el Great Bridge? La zona en la que nos encontrábamos era rural. ¿Qué pasaría cuando llegáramos a la capital? ¿Con cuántos de estos monstruos íbamos a encontrarnos?

¿Lograríamos... sobrevivir?

Alguien me tomó del brazo y me arrastró al interior de la camioneta.

   —¡Arranca ya! —La voz juvenil de Jack resonó junto a mí en el preciso instante en que cerraba la puerta. Chris había tomado el volante y pisaba el acelerador con cierta desesperación. El vehículo derrapó un par de veces por culpa del suelo mojado antes de arrancar.

Llevé una mano a mi pecho, el corazón me latía con fuerza y podía sentirlo sobre mi piel. Creo que nunca me acostumbraré a estas persecuciones, a este estado de alerta. ¿Estaríamos siempre corriendo? ¿Lograríamos escapar? ¿Acabaría esto algún día?

«Analizaré el informe de Rossvet...»

Aquella frase escrita en ese diario asaltó mis pensamientos de repente. Llevé la mano a la chaqueta de Ethan para tomarlo y leerlo, como si ese escrito tuviese la respuesta a todas las preguntas que estaban a punto de hacer estallar mi cabeza.

   —Quédate tranquilo, ya estamos bien —Jack me detuvo. Le dediqué una fingida sonrisa e hice un esfuerzo por tranquilizarme. Aún no le agradecía por lo de ayer, pero no sabía si era el momento. Distinguí una figura desconocida a su lado, un rostro nuevo. Di un salto sobre mi asiento y por un momento perdí todo el aire que había en mis pulmones. Parecía un chico de no más de dieciséis años; de cabello castaño oscuro, un peinado que sugería "quiero parecer un chico emo y rudo pero no soy nada de eso" y vestía una camisa de franela con cuadros rojos y negros. Quizás fue sugestión mía, agravada por la creciente fiebre que había comenzado a sentir, pero su forma de vestir y la mirada infantil que tenía me recordaron mucho a mi hermano.

Al parecer, él se percató de mi mirada persistente sobre él.

   —¡Hola! —saludó con alegría y tendió una mano hacia mí—. Soy Ian Stone.

Tomé su mano, aún algo aturdido.

   —Aiden Rossvet —me presenté.

   —Un gusto, Aiden... —Nos miramos en silencio unos segundos, él no me soltó—. ¿Rossvet?

   —Sí, Rossvet.

Él se encogió de hombros.

   —Fui uno de los que logró escapar de la guarida de Viuda Negra... —dijo. Hice una mueca, no recordaba haberlo visto—. Bueno, fui uno de los pocos que no cayó bajo los efectos del veneno —agregó. Quizás por eso no reparé en su presencia, porque no participó de la orgía que se montó delante de mis ojos. Le dediqué una sonrisa a ese chico. Me gustó la actitud que tenía y en cierto modo..., se parecía mucho a Ethie.

Me sentí con el derecho de decirlo.

   —Bienvenido al grupo, Ian.

   —Gra...

   —¿¡Q-Qué demonios!? —La voz de Chris retumbó en mis oídos como un chillido asustado y ahogado. El auto se desvió y derrapó por todo el suelo mojado. Miré hacia el asiento del copiloto, Teo estaba forcejeando con un zombie que había salido de no sé dónde y que seguramente se había lanzado contra el vehículo cuando Chris bajó la velocidad para no volcarnos. La bestia le estaba mordiendo la mano a Chris mientras Teo y Eden intentaban quitarlo de encima. Entre gritos, tomé la pistola y me acerqué a ellos, pegando la boca del arma contra la cabeza de esa bestia y disparando sin pensar, la bala pasó de largo y atravesó también el parabrisas, resonando fuerte y doliendo en mis oídos. Volví a dispararle sólo para estar seguro. La camioneta perdió el control y el lado derecho chocó contra la barrera de contención. La maniobra de alguno de los tres nos salvó de caer y volcarnos.

El vehículo se detuvo.

   —¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —Chris sacudía la mano de un lado a otro, con un notable ataque de nervios invadiéndolo mientras contenía una mueca de dolor. La sangre le corría hasta el codo e inmediatamente supe que no era una mordedura como la que había sufrido Jack—. ¡Me ha mordido! ¡Ese hijo de puta me ha mordido!

   —¡Cálmate, Chris!

   —¿¡Cómo quieres que me calme!? ¡Me ha mordí...! —El sonido agudo de una bofetada produjo un silencio, Eden le había golpeado. Chris pareció recobrar algo de su perdida compostura.

Noté que Amy lloraba a mi lado, asustada. La envolví con mi brazo para hacerla sentir más protegida.

   —¿Chris? ¿Me oyes? —preguntó Eden y el aludido asintió con la cabeza. Sus labios temblaban—. Bien, quédate tranquilo... —Eden limpió un poco la herida con la manga de su chaqueta y tuve que cerrar los ojos cuando vi la mano de Chris que estaba desecha. No sabía que la dentadura humana pudiera causar tantos estragos en tan sólo segundos. Estaba insalvable. No había otra solución—. Tendremos que amputar toda la mano —sentenció.

Muchos murmullos asustados llenaron el interior de la camioneta.

Chris inhaló y exhaló varias veces, intentando tranquilizarse. 

   —Está bien —dijo.

Sin que nadie le dijera nada, el chico nuevo, Ian, se hizo un espacio entre nosotros y pasó hacia el asiento del conductor.

   —Yo manejaré —anunció. Todos parecieron aprobar la idea.

   —Debemos salir... —ordenó Eden—. Aiden, Teo, Jack. Vengan conmigo —Yo obedecí sin preguntar y me bajé de la camioneta no sin antes susurrarle a Ivy que cubriese los oídos de Amy cuando el momento llegara.

La lluvia caía sin piedad afuera y el viento hacía que el cabello se me pegase a la cara. Eden y Chris bajaron después de mí, el pelinegro se acercó a la cajuela de la camionera y desplegó su puerta para usarla como mesa de trabajo. Supuse lo que haría después.

   —Chris, será mejor que cierres los ojos —Chris estaba temblando, no era para menos. Todos sabíamos cómo iba a hacerlo Eden y mis sospechas fueron acertadas cuando le vi sacar una especie de machete de la cajuela, luego posicionó el brazo de Chris sobre la puerta.

   —¿Por qué siempre debo hacer el trabajo sucio? —Le oí quejarse, pero noté que esa frase fue sólo una manera de desahogar sus notables nervios. Estaba a punto de cortarle la mano a alguien y, si se equivocaba, podía incluso matarlo.

Los demás y yo mirábamos expectantes la escena, pero sin dejar de estar alerta a lo que ocurría a nuestro alrededor. No sabíamos cuándo un nuevo grupo de zombies podía aparecer.

   —Contaré hasta tres... —dijo. Chris asintió con la cabeza, manteniendo los ojos bien cerrados.

   —Uno... —sé que hizo algunos cálculos, pero no sabría explicar cuáles fueron precisamente. Supongo que buscó el lugar exacto dónde cortar, intentando no comprometer alguna vena o arteria importante, tarea muy difícil para la gruesa hoja del arma—. Dos... —levantó el cuchillo gigante y lo clavó directamente en su brazo, cortando rápidamente piel y músculos, pero atascándose cuando llegó al hueso. Eden tuvo que cargar su peso sobre el arma para ejercer presión y así terminar de cortar. Corrí la vista cuando escuché una especie de crujido que me hizo temblar y el desgarrador y doloroso grito de Chris que me ensordeció. Rogué para mis adentros que sólo hubiese cortado esa parte que no le haría correr demasiado peligro. Si el filo había rozado el lugar equivocado, él podía morir desangrado—. Tres.

Mis ojos se dirigieron a Jack, quién sostenía vendas y una botella de lo que supuse era alcohol. Sin poder borrar la mueca de pánico en su rostro, mi amigo se acercó con rapidez y roseó encima de la herida que no me atreví a mirar otra vez, pero que alcanzaba casi la totalidad del antebrazo. Chris se quejaba, a duras penas, con gemidos suaves que podrían pertenecer perfectamente a la categoría de llanto. Estaba sufriendo mucho. Por un momento imaginé que mi muñeca y parte de mi brazo eran cortados y un escalofrío invadió mi cuerpo e incluso pude sentir algo de dolor en mi antebrazo. Pasaron un par de minutos para que Eden improvisara unos puntos y terminara de vendarle, presionando muy fuerte con la tela para evitar que la herida se abriera más de la cuenta.

En ese momento me adelanté y tomé por el hombro a un pálido y lastimado Chris que apenas podía mantenerse en pie y que no hablaba, presa de un dolor que yo no podía entender. En silencio, ambos subimos a la camioneta junto a los demás. Estaba temblando, así que me las arreglé para encontrar una frazada y cubrirlo con ella. Mientras tanto, me dediqué a ejercer presión sobre su brazo al que se notaba claramente que le faltaba un gran trozo.

Nadie habló más en el camino.

 

 

 

Dejamos la carretera y de pronto nos encontrábamos en una especie de avenida. Pude reconocer algunas casas y edificios; aún no llegábamos a la zona centro, pero comenzábamos a entrar en los pueblos que le circundaban. Todavía había algunas bancas y focos en buen estado en las calles, como recordando que ese sitio había sido un lugar poblado antes de que todo el caos del virus se desatara. En la entrada, podía leerse en un polvoroso y maltrecho cartel la frase "Bienvenidos a Sweetville" y supe más o menos dónde estábamos. Sweetville era reconocido por tener las mejores pastelerías de la región. Sabía que en otros tiempos, se formaban filas larguísimas para comprar algo en alguno de sus locales. Si necesitabas encargar un pastel, debías pedirlo con anticipación de un mes por lo menos, debido a la alta demanda. Una sola vez comí algo de éste lugar: una torta de chocolate y nueces que mi hermano junto a la servidumbre compraron para mí en uno de mis cumpleaños. Creo que jamás experimenté un placer más grande.

Mi estómago rugió de sólo recordar el sabor del chocolate.

No pude evitar sentir nostalgia; ese lugar destruido debió estar antes lleno de niños corriendo por sus calles, de señoras regordetas limpiándose las manos con harina en los pulcros delantales blancos y mujeres que venían desde el centro a encantarse con las delicias que este pequeño pueblo solía dar.

Sin haber estado nunca antes aquí, supuse que aquellas calles por las que pasaba nuestro vehículo no debían estar tan sucias y grises, que esas casonas a medio quemar eran antes coloridos hostales para los visitantes y que los vidrios rotos de las pastelerías que pasábamos brillaron de lo limpios en tiempos mejores.

Era una lástima. Nada de eso volvería ahora.

Un fuerte estruendo y una sacudida al interior del vehículo me apartaron de mis pensamientos. Ian se detuvo al instante. Chris, quien recientemente se había dormido, despertó torpemente.

   —¡Creo que arrollé algo! —gritó Ian e inmediatamente miré a Abercrombie, sólo para asegurarme de que siguiese con nosotros, estaba echado en el suelo de la camioneta y soltó un gruñido cuando le miré. Al parecer, a él también le habían despertado.

Tomé mi arma y salí del auto junto a Jack y Eden. Rodeamos la camioneta. Alguien se encontraba en el suelo; un hombre, un hombre se movía, quejándose bajo nuestro vehículo.

   —¿¡Estás bien!? —pregunté en un grito, intentando llamar su atención. Él no respondió—. ¿Estás...? —me acerqué y giré su cuerpo para verle. Di un paso hacia atrás y casi suelto un grito de horror cuando le vi.

Su rostro...

El hombre se levantó con una rapidez que me asustó y me sujetó por los hombros. Su cara a pocos centímetros de la mía, su piel, sin sentirla, parecía fría. Era aterrador. No lucía como la piel de un zombie pero aun así...

Mi corazón volvió a palpitar cuando caí en cuenta de que ese rostro aterrador era tan sólo maquillaje. Uno muy bueno.

La piel de ese hombre asemejaba escamas, como las de un reptil.

Cayó repentinamente al suelo, al mismo tiempo que una bala resonó en mis oídos.

   —¿¡Qué demonios hiciste, Ian!? —grité, al verle sujetando un arma cuando volteé, siguiendo el ruido del disparo. Se había bajado de la camioneta sigilosamente y le había disparado al hombre.

   —¡Ese tipo iba a atacarte! —exclamó en su defensa—. ¡Estaba armado! —se acercó al cadáver y tomó una pistola que estaba en la parte trasera del pantalón del hombre reptil—. ¿Ves? —me dedicó una mirada molesta.

Miré unos segundos al cuerpo que yacía tirado en el suelo. Después de todo no parecía tan amigable.

   —¿Sería..., un cazador? —pregunté, pensando en voz alta.

Mi respuesta llegó casi inmediatamente.

Disparos. Disparos que no venían de ninguna de nuestras armas.

   —¡Todos al auto! —gritó Jack. Obedecimos inmediatamente y corrimos hacia la camioneta para refugiarnos en su interior. El desorden causado por el miedo a ser asesinados nos hizo correr a cualquier asiento y yo acabé en el lugar del piloto.

   —¡Echa a andar ya! —gritaron. No tenía idea de cómo manejar un auto. Las balas comenzaron a chocar contra el blindaje del vehículo—. ¡Presiona el embrague de una puta vez! —ordenó alguien y yo atiné a pisar uno de los dos pedales que estaban ahí. El motor emitió un sonido extraño, pero no lo tomé en cuenta y moví la palanca hacia algún lugar, como había visto en las películas y pisé el que creí era el acelerador a fondo.

La camioneta partió, de una forma extraña que casi nos mata. Oí que todos me gritaban diferentes instrucciones a la vez y mi cerebro selectivo tomaba sólo las que le parecían más fáciles de obedecer. Íbamos muy rápido, y necesité la ayuda de Eden para tomar el volante en un forcejeo difícil de controlar. Avanzamos varios metros, hasta que una certera bala, venida de algún lugar, dio justo en uno de los neumáticos e inevitablemente chocamos contra la muralla de una estructura a medio construir. Recuerdo la fuerza del impacto y cómo el airbag evitó que acabara con la cabeza rota, pero el golpe que me dio me dejó con un dolor insoportable en el cuello. Algo me arrastró hacia fuera.

Un dolor invadió mi pierna cuando Jack me ayudó a ponerme de pie. Con horror, observé cómo la rótula de mi rodilla derecha se había vuelto a desencajar. Contuve un grito de espanto.

   —¡Allá! —Eden apuntó hacia unos hostales, de esos típicos que están a un costado de la calzada y que parecían abandonados. Desde la distancia, noté que estaban cerrados por fuera, seguramente sus dueños salieron de ahí creyendo que en algún momento volverían a abrir.

Todos empezaron a moverse, el choque nos había dejado muy heridos. Eden fue el primero en llegar a la puerta y forcejear con ella, mientras sostenía a Chris que apenas podía mantenerse en pie. Me asustó el hecho de que estuviese tan pálido.

Me tambaleé.

   —¡Joder! —De algún modo, sentí que no podría dar un paso más. Me solté de Jack—. Vayan ustedes primero —Estábamos a mitad de camino, escasos veinte o treinta metros nos separaban de la puerta del hostal donde Eden y Cassie, quienes recientemente habían llegado y forcejeaban con la entrada. Pero me dolía demasiado para seguir avanzando.

   —¿Qué dices?

   —Olvidé algo en el auto.

   —No me jodas —Jack me tomó del brazo e intentó arrastrarme con él. Me zafé y le enseñé mi rodilla, su rostro se contrajo en una mueca de dolor cuando la vio. Me soltó, y aún bajo su preocupada mirada, caminé arrastrando una pierna con dificultad por la sucia calle hasta tomar un par de botellas que estaban tiradas por ahí. A lo lejos, podía ver cómo un pequeño grupo de zombies se acercaba, pero eso no me preocupó demasiado, lo hicieron las personas que venían tras ellos, seguramente eran los que nos habían disparado. ¿Mi idea? Aprovechar la camioneta volcada y chocada para usarla a nuestro favor.

   —Ayuda a los demás —le dije, dedicándole una mirada suplicante—. Tengo una idea, luego iré con ustedes.

Jack miró a Ivy que sostenía a Amy con una mano, mientras intentaba controlar un sangrado en su pierna con la otra, luego me miró a mí, y volvió a mirarla. Asintió con la cabeza y se alejó para ir en su ayuda.

   —¡Volveré por ti si tardas más de dos minutos! —me advirtió en un grito antes de alejarse lo suficiente.

«Un solo individuo se sacrifica por la supervivencia de toda la manada» pensé.

Tomé aquella cajita que había caído, esa especie de botiquín improvisado donde sabía había alcohol, lo vacié en las dos botellas y rompí mi camiseta para formar los tapones.

Había algo que se me daba espectacularmente bien, y eso eran las bombas.

Tomé el encendedor de Ethan y encendí las dos al mismo tiempo. Los zombies estaban muy cerca, así que les lancé una a ellos, uno comenzó a incendiarse y la luz del fuego me permitió ver el rostro de todas esas personas que caminaban detrás de los monstruos, silenciosos, sabiendo que esas bestias tenían sus ojos puestos en nosotros y no en ellos. Otra vez reconocí caras con maquillaje de reptil. No cabía duda, eran cazadores, o algo peor.

Se separaron mecánicamente e intentaron rodear el pequeño incendio que se había formado, corriendo hacia la camioneta. Fue allí cuando usé la segunda botella. Me arrastré hacia el vehículo también.

No lancé la segunda bomba, la incrusté en la camioneta.

Cuando retrocedí para comenzar a correr para escapar de la inevitable explosión, noté que los chicos ya habían roto la cadena que resguardaba la puerta del hostal. Las chicas habían entrado, mientras que los demás me daban ánimos para que lograra alcanzarles. Sonreí. Quienes quieran que sean esos cazadores, ya estaban demasiado cerca de la camioneta como para no explotar junto a ella. Di los primeros dos pasos para correr.

Y noté que me había olvidado de un pequeño detalle.

Yo no podía correr.

«Aiden... eres un imbécil»

Caí con un golpe seco luego de avanzar un escaso metro. Lo único que me despertó fue el contacto con el suelo empapado por culpa de la reciente lluvia. Quizás el dolor no había calado tan profundamente en mí por culpa de la adrenalina o la notable fiebre que parecía intensificarse por cada segundo que pasaba, quizás eso me ayudó a olvidar por un momento que no podría seguir corriendo.

Miré hacia la camioneta y noté los primeros signos de una explosión; dos grandes chispas salieron de ella y una parte comenzó a incendiarse, muy cerca de donde se almacenaba el combustible. Comencé entonces a arrastrarme, en un desesperado intento por llegar.

«No llegaré nunca de esta forma» me obligué a mí mismo a levantarme nuevamente e intenté dar unos pasos más, pero mis piernas no respondieron. Caí arrodillado al piso y miré el horror pintado en los rostros de mis compañeros. Cerré los ojos y una sola frase resonó en mi adolorida cabeza.

«La muerte no siempre significa destrucción»

Intenté nuevamente descubrir el verdadero significado escondido en las palabras de Ethan.

«Mi muerte... ¿Qué podría significar?»

Oí un estruendo, el ensordecedor estallido de la explosión hizo temblar mis huesos al mismo tiempo que una fuerza brutal me levantaba y me empujaba hacia adelante.

«Esto no es como supuse que sería la onda expansiva de una explosión.» Pensé. Algo me había levantado y me había elevado levemente, pero nunca con la fuerza que suponía un estallido como ese.

«Esto definitivamente no es la onda expansiva de una explosión»

Ese algo me dejó en el suelo, muchos metros más allá. Me sentí mareado y cansado, la fiebre no cedía. Vi como algunas piezas de la camioneta, vidrios y lata salían disparadas a una velocidad mortal, cayendo alrededor de mí.

Pero por algún motivo, ninguna lograba golpearme.

Por algún motivo, estaba a salvo.

Algo me estaba cubriendo. Unas manos rodearon mis hombros, las mismas que me depositaron en el suelo. Unas manos cálidas y agradables, podría reconocer su tacto aun así me borrasen la memoria.

Todo a mí alrededor era fuego y llamas, pero a pesar de eso logré reconocerlos; esos inconfundibles ojos negros como ébano parecían incluso más oscuros ahora. Vacíos, profundos, insondables y aun así despiertos, llenos de vibrante vida.

«La muerte no siempre significa destrucción»

Y noté algo... algo distinto, algo nuevo en aquellos orbes que reflejaban una noche sin estrellas. Miré la eternidad directamente a los ojos, la esencia misma de la existencia. Era una de las leyes fundamentales de la materia.

«A veces, también es algo nuevo»

Nada muere, sólo se transforma.

Sentí que mí alrededor se retorcía en tan sólo segundos y una oscuridad semejante a las esferas brillantes que estaban frente a mí me cubrió la vista.

«¿Estoy alucinando?»

Pero parecía tan real...

Y quería aferrarme a esta nueva realidad.

Podría jurar que el gesto que vi en el rostro ensombrecido por el cabello oscuro cayéndole por la frente fue una de sus típicas sonrisas que creí haber perdido para siempre.

Sonreí yo también, mientras sentía cómo mi cuerpo se apagaba.

«Ethan...»

Notas finales:


Me tomaré un momento para dedicar este capítulo a todos aquellos que sufrieron con la “muerte” de Ethan (lamento haber sido tan malvada) , a aquellas personas que a pesar de todo creyeron que mi maldad no era tanto como para matarlo realmente y tuvieron la esperanza que estuviese vivo y…quiero dedicarlo especialmente a Elioth (espero que lea esto, si no, le obligaré a hacerlo ewe) me dio tanta lástima cuando me dijo “dejaré de leer el fic porque no soporto la muerte de Ethan, para mí el final está en el capítulo 30” y tuve ganas de girtarle “Nooo! Maldita sea >_< Ethan está vivo! ¿Cómo puedes creer que soy tan mala para matarle?” Pero no hice nada, trato de no dar spoiler ante ninguna situación.  

Chico/as el dolor de Aiden ha terminado… (Parcialmente)

Espero que les haya gustado n.n Como siempre…comentarios, críticas o preguntas, pueden dejarlo todo en un lindo –o no tan lindo- review :3

Un abrazo! 



PD: Lo había olvidado...¡Gracias por los + de 300 reviews!


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