Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

[Reviews - 1104]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaas! n.n 

Aquí llego con otro capítulo, para aclarar algunas dudas y que ustedes saquen sus propias conclusiones :p 

Sé que las cosas van lentas...pero desde el prox capítulo se pondrán más interesantes *risa malvada* ya verán :D 

Como siempre, si encuentran algún error avísenme para corregirlo n.n 


Aclaraciones del capítulo: 

Enoclofobia: Miedo irracional a las multitudes 

¿Quieren hacerse una idea de como son Ethan y Aiden? Bueno, son solo aproximaciones, pero es lo más cercano que encontré. 

Ethan (Algún parecido con Zess de Uraboku? Exacto, en realidad está inspirado en él) 

Aiden (Siendo ukeado por Ethan, obvio xd) 

Claire (Personaje nuevo :p)

Ivy (Personaje nuevo :P) 



*Volvímos a los capítulos narrados por Aiden

Fin de las aclaraciones 




Espero que les guste n.n 

Gracias por leer

Capítulo 4: ''Cazadores'' 

Llegué junto a la puerta y presioné el botón, sin dejar de apuntar, como si de alguna forma estuviese esperando a ver algo aterrador escondido detrás de aquella dulce voz que había oído. La luz de un incipiente sol dio justo en mi rostro y me obligó a cubrirle con el antebrazo.

   —¡Dios! —bajé el arma ante el grito de espanto de una chica. Quité mi brazo y mis ojos no pudieron evitar abrirse por la sorpresa.

«Estoy viendo a un ángel» Fue lo que pensé cuando la vi frente a mí. Despampanantemente hermosa, de pie, asustada. El cabello rojizo cayendo en suaves risos sobre sus delicados hombros, pequeñas pecas adornando su pálida piel en el rostro infantil. Labios carnosos y unos grandes ojos marrones que parecían bellísimos a pesar de reflejar espanto puro en ellos.

   —¡Han llegado cazadores! —gritó en un salto sin prestarle mucha atención a mí presencia, haciendo que ese par de perfectos senos escondidos en un vestido largo que le cubría hasta el cuello, digno de una monja, se sacudieran, captando inevitablemente mi atención. Miré entre ellos, una llamativa cruz colgaba de su cuello.

¿Será que ella...?

   —¿Qué dices, Claire? —Ethan llegaba a mi lado de pronto mientras terminaba de vestirse. La pelirroja le miró y luego de notar que yo tampoco traía camisa, me lanzó una fulminante mirada de desaprobación. Me estremecí. Mi terrible primera mala impresión.

   —¡Lo que oíste! —Una nueva chica entraba apresurada en la escena. Era rubia y de ojos castaños oscuro, el excesivo maquillaje en sus ojos y el rojo intenso de sus labios le daban un aspecto rudo y el extraño peinado, típico de los punks le daba un aire masculino. Vestía una camiseta rasgada blanca sin mangas con el símbolo de anarquía en medio de ella, junto a unos pantalones rojos algo holgados y unas botas estilo militar. Toda su vestimenta y su cabello le hacían ver como un chico con senos—. Esos hijos de puta han entrado y lo están quemando todo —informó, mientras terminaba de cargar una escopeta. Me lanzó una mirada rápida de arriba abajo, como si intentara analizarme. Sonrió levemente cuando asintió con la cabeza, como señal de aprobación—. Tomen sus cosas, debemos irnos.

Les sentí moverse, les sentí correr y de pronto un verdadero caos se dio a mí alrededor. Ambas chicas se fueron, aparentemente a buscar algunas cosas mientras que Ethan se movía de acá para allá, llenando una para mí gran mochila, como aquellas que se usan para ir a acampar, con comida, agua y otros objetos que indicaban que teníamos que salir volando luego de allí.

   —¿Qué esperas, niño? —gruñó nervioso cuando se detuvo frente a mí—. Termina de tomar tus cosas y vámonos.

   —No me digas ni... —Me detuve. Otra vez me había lanzado aquella fulminante y odiosa mirada, como diciéndome «Cállate de una puta vez y vámonos»

Además, él era casi ocho años mayor que yo. Supongo que tenía derecho a llamarme de esa forma.

Tomé mi mochila y la escopeta y cargué ambas en mi espalda, luego le seguí.

Cuando salí una camioneta pasó disparada frente a mí, rompiendo una de las rejas metálicas de seguridad que los muertos no habían tirado ayer, causando un gran alboroto. Reconocí la figura de la chica rubia al volante.

   —Llamarán a más zombies con tanto escándalo —dije molesto, fijándome que Ethan ya no llevaba su mochila «Seguramente la ha dejado con ellas…» Pensé, restándole importancia.

   —Los zombies es de lo que menos deberías preocuparte ahora —dijo con la garganta seca y noté como las manos le temblaban. Él que no movía un músculo a la hora de deshacerse de más de una docena de muertos vivientes, parecía notablemente nervioso ante la presencia de estos cazadores ¿Qué demonios eran?

   —¿Qué se supone que...? —intenté decir.

   —¡Cuidado! —sentí como me embistió y cayó sobre mí al mismo tiempo que el sonido de una bala inundó todo el lugar. Se quejó en un gemido ahogado y se llevó la mano a la pierna, le habían dado.

   —¡Eth...! —intenté llamarle por su nombre pero no lo logré. Un extraño nudo en mi garganta se formó cuando quise hacerlo. Levanté la vista, sobre un hangar le vi, un francotirador. Vestía completamente de negro. Un escalofrío corrió por mi espalda y me impulsó a moverme y a mover a Ethan, buscando algo de cobertura. Tomé su rostro entre mis manos.

   —Estoy bien, joder —gruñó apartando mis manos y se sentó con dificultad en el suelo. Mi estómago se retorció cuando le vi meter sus dedos en la herida para buscar la bala y quitarla de su pierna. Cerró los ojos en una mueca de dolor y se quejó en voz baja. Oí el sonido de las yemas de sus dedos entrando en la carne, buscando y tuve que contener una arcada. Cuando terminó su cometido, lanzó la bala lejos y me dirigió una mirada, preocupada—. ¿Sabes conducir una moto? —preguntó.

   —B-Bueno....en teoría —respondí, refiriéndome a que sabía andar en bicicleta.

   —Muy bien —apuntó hacia mi izquierda—. Allí, entre esos hangares hay una, tráela —obedecí al notar como una horda de hombres, o zombies, no sabía muy bien lo que eran, se acercaban hacia nosotros, corriendo como energúmenos.

Como si todo el caos que gobernaba a su alrededor no le tocara, aquella motocicleta negra marca Harley Davidson lucía inmaculadamente brillante, bien escondida entre dos hangares. La tomé y la arrastré con dificultad, pesaba lo que seguramente pesaría una vaca. Cuando volví, Ethan ya estaba de pie. Se apresuró en llegar hasta mí cojeando y fue ahí cuando me percaté de que los hombres estaban ya muy cerca. Vestían chaquetas y pantalones negros, traían extraños peinados e incluso algunos estaban maquillados de manera extraña. Todos y cada uno de ellos tenía una notoria cicatriz que les atravesaba diagonalmente el rostro, parecía una especie de marca. Detuvieron su carrera a unos veinte metros de nosotros y comenzaron a caminar, mientras reían energéticamente, portando pistolas, ametralladoras, bates, cadenas y cuanta arma pueda existir en este mundo. Esa visión, todos esos tipos amenazantes caminando hacia nosotros, me recordó a la sádica pandilla de Alex Delarge en la película “La naranja mecánica”

Estos cazadores eran aterradores.

   —¿¡Qué esperas!? —me gritó Ethan ya arriba de la motocicleta, sentado en el asiento delantero. Sin preguntar nada corrí hacia él y me subí, abrazándome torpemente a su cintura. Arrancó apenas el último de mis dedos se ciñó contra su fibroso abdomen—. Me he arrepentido —dijo, alzando la voz para que le escuchara, explicando—. No dejaré que toques a mí bebé si no tienes idea cómo manejarla —solté el aire en un bufido molesto, pero el mal humor se me quitó enseguida. Los hombres nos seguían desde lejos y Ethan con dificultad maniobraba la moto para esquivar sus disparos. Una bala rozó y rompió de lleno la luz trasera, haciéndome dar un salto. Suspiré intentando controlar mi respiración. Esa bala bien pudo haber dado a parar a mi trasero.

Por suerte, logramos perder a los hombres luego de algunos minutos de frenética carrera. Pero no podíamos si quiera pensar en detenernos, estábamos en plena calle y pequeños grupos de zombie iban de acá para allá. Cuando escucharon el feroz rugir del motor, todos se agruparon en una horda de alrededor de treinta. Mi rostro horrorizado cuando les vi tras nuestro solo es comparable quizás con el de la chica de la ducha en Psicosis. Me aferré con más fuerza nerviosa a la cintura de Ethan.

   —¡Apresúrate! ¡Apresúrate! —grité con la voz quebrada y con el corazón a punto de saltar fuera de mi garganta. Los teníamos cerca, tan cerca que casi podía sentir su putrefacto olor a mi lado—. ¡Esto solo puede empeorar! —mi voz salió quebrada al notar como una docena más nos rodeaba por los lados.

   —¡Agradece que no estás en New York y guarda silencio, niño! —gritó exasperado Ethan. Intenté controlarme mientras sentía como una crisis de pánico venía a mí. Mi corazón aceleró dolorosamente y mi respiración se agitó con violencia, las manos que tenía aferradas a su cuerpo comenzaron a resbalar producto del sudor en ellas. Intenté respirar profundo, recordando viejos ejercicios para conservar la calma. En un momento, no aguanté más.

—¿Mencioné que tengo enoclofobia? —murmuré apenas, ya que mi voz no lograba salir. Me estaba ahogando. Giró su cabeza hacia mí.

   —¿Qué dijiste?

   —Enoclofobia. Tengo enoclofobia.

   —¿¡Qué!? —gritó y casi pude sentir fuego saliendo de su voz enfurecida—. ¿¡Cómo llevas sobreviviendo tanto tiempo con eso!?

   —Por eso mismo... —musité y me sentí mareado.

   —¡Mierda! —perdió el control y la masa de muertos corrió hacia nosotros. Caí al suelo y sentí que estaba a punto de perder la conciencia «Jodida crisis, tenía que venir ahora» fue una de las cosas que me dije mentalmente mientras mi cuerpo se azotaba contra el suelo y rápidamente era levantados por los brazos de Ethan, que se apresuraba en correr hacia unos callejones.

Nunca había visto los efectos de la adrenalina como los vi en él. A pesar de tener una pierna herida, corría cargándome como si no hubiese un mañana, y en realidad no lo había. Me sentí más tranquilo una vez en sus brazos, se movía con una agilidad felina y poco a poco la horda de muertos iba quedando atrás, pero no del todo, seguía aún escuchando alguno de sus alaridos y casi nos atrapan cuando uno le agarró de la chaqueta. Por suerte, logró escabullirse.

   —¿Estás bien?  —preguntó en un momento sin dejar de correr, cuando clavó sus ojos en los míos para ver mi estado. Seguramente no le gustó, lo vi por la mueca de preocupación que se le dibujó en el rostro.

Cerré los ojos para mostrarle que me movía y aún estaba vivo, de todas formas mi vista ya se había nublado completamente. Lo que siguió fue algo extrañamente caótico, quizás producto de la inconciencia en la que estaba a punto de caer. Ethan se detuvo y pareció titubear unos segundos, desenfundó su arma y disparó tres veces, tres cuerpos cayeron al suelo, lo sé porque escuché los tres golpes contra el piso. Corrió aun sujetándome entre sus fuertes brazos y pateó lo que a mi parecer fue una puerta, ésta se abrió y él la cerró tras de sí. Agitado, jadeando, podía oír el latido de su corazón palpitando contra mi mejilla. Poco a poco mis sentidos comenzaron a apagarse, iba a desmayarme otra vez.

   —P-Perdón... —intenté decir, no sé si logró escucharme porque no pude oír el sonido de mi voz saliendo de mi boca y él no respondió. Le escuché moverse rápidamente y quedarse quieto de pronto, desenfundó su arma al mismo tiempo que otra era apuntada hacia él, sentí el frío de una pistola pasar sobre mi rostro para tocar el cuello de Ethan.

   —Hola, Ethan —musitó una voz masculina, grave y tranquila. Eso fue lo último que oí antes de arrojarme a la inconciencia. 

Notas finales:

¿Les gustó :p? Espero que si ^^ El prox capítulo ya está listo :D así que lo subiré en cualquier momento n.n 

Criticas? Reclamos? Déjenlo todo en un lindo review

Un abrazo! :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).