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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa! D: 

OMFG Perdón por no actualizar antes! juro que el universo entero a conspirado para que no pudiera subir este cap! :( 

Pero aquí esta...

Porfis tengan ojo con la ortografía. 

Espero que les guste...o no me odien tanto. 

Gracias por leer n.n 

Un abrazo :) 

Capítulo 50: “El chico de mirada alegre y alma triste. Ése que me recordaba a mí hermano”

De pronto me vi de pie en una azotea. Las mesas y sillas tiradas por el suelo daban la sensación de que ese lugar antes fue un restaurante o algo así. El aire estaba frío, pero de alguna forma no lograba tocarme. Divisé una figura más adelante y avancé hacia ella. No tardé en notar que era Ian.

   —Me encantan los atardeceres… —murmuró. Sin decir nada caminé hasta él y me quedé de pie a su lado, en silencio, observando lo mismo que él; todo y nada a la vez. El cielo estaba oscuro y apenas si podía verse una pequeña esfera anaranjada a lo lejos—. Pero este está muy triste, apenas sí puedo ver el sol. Supongo que la noche estará más linda —miré hacia un rincón en el cielo y noté que la luna llena ya empezaba a asomarse, su silueta apenas se notaba, pero era visible. Quizás él tenía razón, la noche parecía mucho más prometedora. Unos murciélagos pasaron volando frente a nosotros. La falta de vehículos y de movimiento en la ciudad permitía que la naturaleza volviera a reclamar lo que era suyo, estos murciélagos paseándose libremente eran la prueba.

   —Espero que Aiden esté bien… —susurró en voz baja.

   —Estoy bien, ¿no ves? —dije, sintiéndome algo ofendido porque él aún no se diese cuenta de que yo estaba ahí. Miró en mi dirección y sonrió.

   —Claro que sí.

Nos quedamos ahí hasta llegada la noche. La luna le daba algo más de luz al lugar, supuse que eso pondría a Ian de mejor humor.

Oí un ruido tras nosotros.

   —¿Quién está ahí? —Ian saltó como un gato hacia atrás, poniéndose en guardia.

Una respiración agitada nos puso en alerta. ¿Zombies? ¿Habían podido entrar? ¿Cómo? Ian llevó las manos a su cinturón, donde solía guardar una pistola. ¡Demonios! ¡No la traía consigo! Corrió hacia la puerta.

Intenté seguirlo, pero mis piernas de pronto se paralizaron.

Algo le detuvo y le agarró del brazo antes de que él abriera la puerta de la azotea.

   —¡Ian! —grité.

Intentó zafarse y golpearle, pero lo que le sujetaba no tambaleó ni un poco. La poca luz no permitía ver qué era lo que le estaba atacando, pero podía apostar que era uno de ellos. Gritó alto e intentó llamar a los demás, su mano tocó la manilla de la puerta para abrirla, pero otra mano sujetó la suya y la apartó.

   —¿Qué?

Ian soltó un grito. Le habían clavado algo en el cuello.

   —¡Déjalo, maldición! —grité. Mis piernas simplemente no avanzaban, mis brazos tampoco se movían. Todo mi cuerpo estaba paralizado. Era como estar en un….

Era como estar en un sueño.

¿Estaba soñando? No, no. Se sentía muy real. Esto estaba ocurriendo y yo no podía moverme.

Ian se tambaleó de un lado a otro, iba a desmayarse.

   —Van a comerme… —le oí decir. Cayó al suelo y el atacante, que me daba la espalda, también cayó con él. Ian le miró, se asustó y luego pareció sonreír burlonamente—. Así que eras tú…, hijo de puta —balbuceó apenas, pero sus palabras se escucharon muy fuertes en mi mente.

Mis piernas se soltaron. ¡Iban a matarlo! Corrí hacia ellos, él le saltó encima. ¡Iba a devorárselo!

    —¡Espera! —Y justo cuando estaba a punto de llegar, ambos se desvanecieron ante mis ojos.

Aparecí en otro lugar, o quizás era la misma azotea, no lo sé. Todo estaba oscuro, todo estaba completamente negro; el suelo, el aire. Todo. Nada había en ese lugar salvo una cosa, un pequeño papel bajo mis pies. Lo tomé y lo abrí con cuidado:

“Sabía que cuando todo volviese a iluminarse los vería de nuevo. A mi padre, a mi madre, a mis hermanos. A mí querida abuela…

A todos”

Supe que Ian había sido quién escribió esas palabras.

Ian…

Ian…

Entonces, un sonido arrítmico, rápido y desesperado llamó mi atención y rebotó brutalmente dentro de las paredes de mi cabeza, como un reloj descompuesto o una bomba a punto de estallar.

No, no era un reloj ni una bomba. Era el latido de un corazón.

   —¡Sigue presionado! ¡Sigue presionando!

Ciento sesenta, ciento ochenta. Doscientos. Doscientos veinte. Los oía todos. Latía rápido.

Gritos.

   —¡No, no, no! ¡Vamos, Aiden! ¡No me hagas esto ahora!

Algo dolió en alguna parte de mi cuerpo; mi pecho, mi brazo, mi cuello y mis hombros, lo sentí y entonces dejé de hacerlo. Silencio. El latido se detuvo, un sólo segundo.

    —¡Les dije que no era una buena idea, demonios! —La voz de Ethan despertó mis sentidos, cierta zona en mi cerebro que parecía estar dormida.

   —¡Cálmate y sigue presionando! ¡Presiona! —El ruido volvió, los latidos volvieron a oírse. Veinte, treinta, cuarenta. Habían bajado.

Entonces lo supe, eso sí era un corazón. Mi corazón.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue un rostro desconocido sobre mi cara, y más abajo, las manos de Ethan sobre mi pecho. Sonrió al verme, no una de sus sonrisas normales, no; una sonrisa que bien pudo haberle ocupado toda la cara. Estaba sudado y sus ojos estaban llorosos.

   —A-Aiden… —balbuceó.

Recordé a Ian… Él estaba en peligro.

   —I-Ian… —intenté levantarme de la cama en la que estaba, pero muchas manos intentaron detenerme. ¿Por qué había tanta gente en ese lugar? ¿Dónde demonios estaba? Miré a mí alrededor. ¿Debí haberme sentido tranquilo por saber que todo había sido un sueño? No, no lo sentí así, seguía siendo real para mí. ¿Dónde estaba Ian?—. ¿Dónde está?

   —Aiden, cálmate —Los brazos de Ethan me apresaron contra la cama y pataleé para que él me dejara levantarme. Fue entonces cuando sentí un fuerte dolor que absorbía mi pecho y todo mi brazo izquierdo. Me sentía como si un camión me hubiese pasado por encima—. ¡Aiden! ¡Casi sufres un infarto, cálmate!

   —¡Es Ian, Ethan! —grité y en ese momento no pude entender lo que me dijo, no pude procesarlo. Tenía una sola preocupación y esa era Ian—. Ethan, levántame —ordené y le miré a los ojos, él me devolvió una mirada confundida, pero algo debió haber visto en mí que le hizo obedecer y ayudarme a ponerme de pie, ignorando los gritos que le ordenaban que no lo hiciera.

   —¿A dónde? —me preguntó y me sujetó fuerte cuando yo me tambaleé y estuve a punto de caer—. ¿Qué demonios pasa, Aiden?

   —Es Ian… —balbuceé, intentando avanzar más rápido, dirigiéndome hacia un lugar que no conocía ni recordaba, pero que sabía que estaba aquí—. Necesito llegar ahí.

   —¿A dónde? —repitió.

   —¡Eh, Eh! ¿Estás bien? —Mi cuerpo chocó contra el pecho de Jack—. ¿Para dónde creen que van? Tú acabas de despertar.

   —¿Dónde está Ian? —interrogué.

   —No lo sé… Ethan, tú dijiste que había subido a la azotea, ¿no?

   —¿¡Una azotea!? —grité y de seguro mi tono alarmó a Jack—. ¡Chicos! ¡Ian está en peli…! —me quedé paralizado al ver llegar a Yü; completamente pálido, con la respiración agitada y los ojos abiertos como un par de platos en una expresión de horror puro.

Me aparté como pude de Jack y Ethan y me tambaleé hacia el salón. Localicé la escalera y la subí, Yü me gritó que no lo hiciera, pero no escuché. Si me detenía ahora me desmayaría de todas formas, apenas podía moverme.

Mi cuerpo cayó cuando le vi allí.

Solté un grito, aterrado.

Alguien me cayó encima, me cubrió los ojos y me sacó a la fuerza de ahí.

Comencé a llorar.

Ian… él estaba….

   —¿¡Qué le han hecho!? —grité—. ¿¡Qué le han hecho a Ian!?

   —Aiden, cálmate. Casi sufres un maldito infarto, no te alteres.

   —¿¡Qué le hicieron!?

Sin reconocer completamente el rostro demacrado y mordido que tenía unos metros más allá, supe que era él. Le habían mordido en el rostro y en el pecho; donde parecía tener una especie de agujero, como si le hubiesen quitado el corazón. Un rastro de sangre se perdía en el borde de la azotea. La bestia que lo atacó había saltado.

Yo lo había visto. Estoy seguro de ello. ¿Cómo? No lo entendía y no importaba. Lo había visto, pude haberlo evitado.

   —¡Ian! ¡Ian! —intenté zafarme de los brazos de Jack que me tenían apresado firmemente, pero no lo logré. Mi cuerpo estaba al máximo.

Ethan, Ivy, Claire, Cassie, Teo, Chris, Allen y todos los demás llegaron al lugar. Su reacción fue exactamente la misma, quedarse paralizados frente a la puerta, gritando. Ethan fue el primero en avanzar hacia el cuerpo, se quitó la chaqueta y le cubrió el rostro y el pecho al cadáver que antes fue Ian Stone.

Intenté levantarme, pero no lo logré y caí otra vez al suelo. Jack me abrazó por la espalda.

   —Calma, Aiden.

Los chicos de la resistencia reaccionaron y se adelantaron para tomar el cuerpo de Ian y sacarlo de allí rápidamente.

   —¡Maldición, Ian! ¡Ian! —Chris parecía estar al borde de la histeria. Estaba llorando—. ¿¡Cómo demonios entraron zombies aquí!?

   —Esas no parecían simples heridas hechas por un zombie… —dijo alguien.

Continué arrodillado en el piso, a pesar de que una tormenta se apresuró y comenzó a caer con fuerza, empapándonos a todos y a pesar de las advertencias que recibí. Me dijeron que lo que había en el disparo que recibí habían sido tranquilizantes que me habían mantenido dormido y que me habían inyectado estimulantes que estuvieron a punto de matarme, pero eso no me importó. Nada de eso me importó. Mis ojos estaban fijos en el suelo, no podía sacarlos de ahí mientras no pudiera controlar mis lágrimas.

La puta vida era injusta.

Ian… él era un chico joven aún, con tanto que vivir. Hace poco habíamos descubierto nuestro parentesco, sabía que eso le había ayudado. Sabía que eso me había ayudado a mí también y me había dado fuerzas.

Pero duró tan poco… Se lo habían llevado.

Jack me soltó y fue con Cassie que al parecer sufría un ataque de nerviosismo. En ese instante, unos brazos me levantaron.

Y frente a mí, sus ojos negros.

   —A-Allen…

   —Shhh… —me hizo callar y me apoyó contra su pecho. No pude soportarlo más, me aferré contra su camiseta y las lágrimas se hicieron más intensas. Me tomó en brazos, me sacó de la azotea y me llevó hasta la cama donde había despertado minutos antes. Todos los demás se dirigieron ahí.

   —Eso no fue un zombie… —le oí insistir a un chico de La Resistencia.

   —¿Qué más pudo haber sido, si no? —le respondió un camarada. Vi que los ojos de Allen se cruzaron con los de Ethan por un momento. Luego, el peliblanco pareció explotar en furia.

   —¿¡Fuiste tú, no!? —dirigió un dedo acusatorio hacia él. En ese momento desperté un poco de mi letargo y un golpe de adrenalina me obligó a dar un respingo sobre la cama.

   —¿Qué estás diciendo, Allen? —Yü se interpuso y evitó que avanzara más hacia Ethan.

   —¿¡Que qué estoy diciendo!? —gritó, intentando pasar a pesar de que Yü estaba entre ambos—. ¿¡Acaso ustedes no lo saben!? —Eden intentó avanzar hacia Allen para callarlo, pero fue detenido por Steve—. ¡Ethan está infectado! ¡Él es un portador! ¡Y se ha descontrolado, está claro! ¡Él ha matado a Ian!

   —¿¡Qué demonios dices, Allen!? —Ethan dio paso hacia delante. Iba a golpearlo, pero se detuvo al oír el ruido de las armas, apuntándole directamente.

Todo el grupo de La Resistencia le estaba apuntando directo a la cabeza, incluyendo Yü.

   —¡E-Espera un momento, Yü! —Teo intentó intervenir, pero el chico apuntó el arma hacia él.

   —No te metas en esto, Teo.

   —¡Esperen un segundo! —me interpuse entre Yü y Ethan, intentando protegerlo.

   —A-Aiden… —balbuceó Ethan. La mezcla producida por los nervios y la amarga duda que me hizo pensar que él pudo haber matado a Ian por culpa de un descontrol logró que las lágrimas comenzaran a escapar de mis ojos sin control. Me temblaban las manos, dolía mi pecho y me sentía mareado, pero intentaba mantenerme en pie e iba a hacer desaparecer esas dudas. Iba a creer en él.

   —Estoy seguro que Ethan no ha sido… —declaré—. Él no es un asesino —intenté que mi voz sonara calmada, a pesar de estar aterrado. Debía convencerme yo primero.

   —¿Cómo puedes asegurar eso?

   —¡Es verdad, joder! —cerré los ojos al oír que los gatillos de todas esas armas estaban a punto de ser accionados. Levanté las manos en son de paz—. ¡P-Puedo demostrarlo!

   —¡Hazlo! —ordenó Steve, apuntándome a la cabeza. Moriría junto a Ethan si no hacía algo luego.

   —Denme un cuchillo —dije.

   —No le den un cuchillo, intentará atacarn…

   —¡Que me den un maldito cuchillo! —grité. Fue Ethan el que en un movimiento lento me lo entregó, mientras me lanzaba una mirada que quería decir: “¿En qué demonios estás pensando?”

Retrocedí unos pasos con cuchillo en mano y me alejé de él.

«¿Qué demonios estoy haciendo?»

Miré mi hombro izquierdo, ahí donde me habían disparado, ahí donde no veía ninguna herida salvo un pequeño piquetazo, hecho por algún dardo. Un dardo, sí; me habían disparado un dardo con tranquilizantes, me lo habían dicho. Quizás por eso aún me sentía algo aturdido.

Cerré los ojos y me clavé el cuchillo en el hombro. No lo sentí demasiado como para sufrir por ello, pero los nervios llegaron al escuchar los gritos de asombro de todos los que estaban ahí. Aún con los ojos cerrados, intenté que el filo entrara más en mi piel, pero seguía sin sentir nada. Me detuve cuando abrí los ojos y me vi sangrar.

   —Les demostraré que Ethan no es ningún asesino —dije, retirando el cuchillo y mostrando la herida. Los ojos de Ethan estaban fijamente clavados sobre mí, molestos, rencorosos y algo asustados. Avancé un paso hacia él y él retrocedió uno, como si estuviese huyendo de mí. Me estaba evitando—. ¿Qué? —me burlé y una sonrisa torcida y nerviosa salió de mis labios—. Se supone que no soy yo el que debería morder —me adelanté y le agarré del brazo, acercándolo a mí.

   —¡Aiden! ¡No lo hagas! —Allen intentó avanzar hacia nosotros, pero fue detenido por Ayame que lo apuntó con su arma en la cabeza.

   —¿Qué estás haciendo, Aiden? —susurró Ethan en mi oído antes de que yo tomara su cabeza por la fuerza y le obligara a acercarla a mi hombro que sangraba. Sentí cómo su cuerpo se retorcía en un escalofrío.

   —Estoy confiando en ti, idiota —contesté. Apretó los dientes y los oí rechinar con fuerza, sus manos apretaron mis brazos y empezaron a sudar. Intenté concentrarme para no notarme demasiado nervioso, su respiración estaba muy cerca de mi herida y por un momento creí que de verdad iba a morderme.

   —¡No me jodas! —se apartó repentinamente de mí en un movimiento rápido. Su cuerpo había cambiado; se notaba tenso mientras apretaba los puños, tanto que creí iba a romperse la piel por tanta fuerza. Las pupilas oscuras parecieron dilatarse, como lo había visto tantas veces en aquellas bestias. Quizás Allen tenía razón, quizás Ethan sí sentía esa “hambre” de la que hablaba, pero mientras los demás no se diesen cuenta de todo lo que le afectaba a Ethan, estaba bien. Volví a acercarme a él, hasta quedar frente a frente y alejar la atención de su rostro.

   —¿Vas a morderme, Ethan? —pregunté. Vi que tenía más cara de querer golpearme que de cualquier otra cosa. Todo quedó en un tenso silencio expectante.

Se abalanzó sobre mí y me abrazó.

   —No me jodas con esas cosas, Aiden. Claro que no voy a morderte —Mientras me decía eso, sus manos temblaron aferrándose a mi espalda. Suspiré, más relajado—. L-Lo lamento… —balbuceó en mi oído—. Lamento haberme enfadado contigo —di una bocanada de aire al escucharle, para evitar el ahogo producido por el nudo que se formó en mi garganta. Me aferré con fuerza a él. Lo ocurrido con Allen, el nuevo escuadrón de cazadores, el regreso de Ethan y que esté infectado, lo que acababa de ocurrir con Ian… Todo llegó a mí como un huracán que intentaba derribarme y aplastarme bajo los escombros. Sin poder evitarlo, empecé a llorar sobre su pecho, lo más silenciosamente que pude. Me daba igual si todos estaban mirando, solamente él podía sosegar un poco todo lo que se revolvía en mi interior—. Está bien… —susurró, acariciando mi cabello—. Está bien.

Al cabo de unos minutos, me separé de él e intenté recobrar un poco de la compostura que había perdido deshaciéndome en lágrimas entre sus brazos.

   —¿Ven? —pregunté apenas con la voz quebrada, secándome el rostro—. Ethan no es un asesino.

   —P-Pero… —Allen intentó hablar.

   —¡Si él hubiese matado a Ian no habría reaccionado a mí! —me acerqué a Allen y le tomé por los hombros—. ¿Por qué estás haciendo esto?

   —Sólo estoy intentando protegerte —contestó.

   —Pero no hace falta, ¿ves? —me aparté de él y le hablé a todos—. Es verdad que Ethan es portador del virus. Le mordieron hace más de una semana —Los susurros de asombro cubrieron todo el lugar—. Raro, ¿no? El virus tarda tres o cuatro días en enloquecer y matar a alguien, pero ahí está, completamente cuerdo y vivo —me acerqué a Steve—. Capitán, imagino que a La Resistencia le interesaría mucho el caso de alguien que fue mordido y su cuerpo se resistió a ello.

   —No estoy seguro… —dijo—. Él podría ser peligroso.

   —¿Peligroso? —reí—. Ethan no es peligroso, lo acabo de comprobar —El capitán abrió la boca para protestar, yo interrumpí—. ¡Usted vio cómo temblaban sus manos! —omití el cambio en sus pupilas por una razón obvia—. Si él hubiese matado a Ian simplemente no habría reaccionado de ninguna forma, porque no debería tener hambre o lo que sea que lleva a esas bestias a matar. ¡Pero lo tiene! —La voz se me quebró ligeramente—. Está ahí y él está luchando contra ello —posé mis manos sobre sus hombros. Me sentí como si estuviese suplicando piedad—. Ayúdenlo.

Un silencio cubrió todo el lugar, un silencio que a pesar de durar tan sólo unos segundos, me pareció eterno.

El pelirrojo chasqueó la lengua.

   —Está bien —dijo—. Seguirán con nosotros hasta el Great Bridge, cuando lleguemos al refugio, Morgan le hará algunos exámenes y te prestará atención médica a ti. Estuviste a punto de sufrir un paro cardiaco por la inyección de estimulantes, necesitas que te revisen y descansar. Decidiremos qué haremos con ustedes cuando lleguemos al punto de encuentro —asentí con la cabeza, molesto por tener que dejarle mi futuro a alguien como Steve.

   —Me parece perfecto —sentí como todo el mundo se destensaba ante nuestro nuevo trato que proponía una tregua hasta llegar al puente. Las piernas me temblaron, creí que iba a desmayarme.

   —A-Afuera… —Ayame interrumpió—. Hay un jardín saliendo por la puerta trasera, ahí… podríamos enterrar al chico —Un nuevo nudo se me hizo en la garganta y me impidió respirar bien. Se supone que debería estar acostumbrado a este tipo de cosas, después de todo estábamos en una constante lucha por sobrevivir y cada día que pasaba parecíamos estar más cerca de la muerte.

Pero nunca me acostumbraría a esto.

   —No voy a quedarme a ver esto —Allen tomó de la mano a Eve e intentó arrastrarla hacia fuera para marcharse. Lo agarré por el brazo cuando iba a pasar por mi lado.

   —¿A dónde vas?

   —Me voy de aquí —dijo, clavando los ojos negros en los míos. Estaba molesto.

   —¿¡Cómo que te vas!? ¡Acaban de matar a Ian! ¡Los cazadores están afuera! ¡Podrían atacarlos!

   —No voy a quedarme aquí, esperando a que ataque de nuevo —contestó y sus ojos se dirigieron a Ethan. El pelinegro no dijo nada.

   —¡Sabes que no ha sido él, Allen!

   —¡No me importa! —alzó la voz—. No pienso quedarme aquí un segundo más. Además, tenemos que buscar a Jacob —soltó a su hermana para tomar mi rostro con ambas manos—. Lo siento, Aiden —acercó su rostro al mío—. Me habría gustado que todo esto hubiese sido distinto. Me habría gustado que acabara de otra forma —Sus labios pálidos besaron mi mejilla—. Lo siento.

Me quedé helado en mi lugar. Eve murmuró una despedida suave antes de salir que no alcancé a entender. Allen chocó contra el hombro de Ethan cuando pasó por su lado y luego, la puerta retumbó en un sonoro portazo que indicaba que ya se habían marchado.

 

Sólo volví en mí cuando todos nos hallábamos en el jardín. Era extenso y aún algunas mesas de madera antigua quedaban intactas y de pie en el lugar, rodeadas de macetas y rosales que le daban un aspecto cálido al sitio. Comenzamos a cavar un hoyo justo en medio del jardín, muy cerca de unos claveles anaranjados. Yo elegí el lugar, por algún motivo el color naranja me recordaba a Ian.

Terminamos de cavar luego de casi una hora.

Verlo envuelto en aquella sábana blanca que habían conseguido para cubrir su cuerpo me rompió el corazón. De verdad nunca me acostumbraría a ver morir a mis amigos y familiares.

Le dejamos dentro de ese hoyo y comenzamos a tapar. No hubo discursos, no hubo despedidas, sólo nosotros lanzando tierra sobre el cadáver de lo que alguna vez fue Ian. Sin poder evitarlo, algunas lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos sin que pudiera controlarlas, pero me sentí tranquilo al notar que no era el único que lloraba ahí. Ian me recordaba a mi hermano, me recordaba a lo que fui antes, me recordaba los buenos tiempos. Ian me había recordado a todo lo que alguna vez perdí.

Otra vez sentí que la vida era horriblemente injusta.

Cuando acabamos nos quedamos en círculo alrededor de la improvisada tumba. Todo era completo silencio, incluso la lluvia y el viento parecieron cesar durante ese tiempo. Cerré los ojos y recordé el sueño, esa visión que había tenido sobre él junto antes de despertar. Recordé el pequeño papel que aparecía en ese sueño. Supe que todo eso no había sido casualidad.

“Sabía que cuando todo volviese a iluminarse los vería de nuevo. A mi padre, a mi madre, a mis hermanos. A mí querida abuela…

A todos”

Sentí las manos de Ethan sobre mis hombros y su respiración calmada tras de mí e intenté dejar de llorar. En el fondo, sabía que Ian estaría descansando en paz al alejarse de todo el caos que estaba sobre nosotros.

Yo no creía en el cielo ni en el infierno, pero últimamente estaba necesitando algo en qué creer. Decidí creer entonces en aquel papel que encontré en medio de la oscuridad de mi sueño, en el que él se reuniría con sus padres, con sus hermanos y familiares allí, a donde fuera que fuese.

Y en mi mente murmuré una pequeña despedida para él:

“Adiós al chico de sonrisa alegre y alma triste… a ese…, que me recordaba a mi hermano”

Poco a poco los chicos de La Resistencia se fueron retirando, luego Ivy, Claire, Eden y todos los demás. Pero Ethan y yo nos quedamos allí, en silencio, bajo la lluvia, junto a la tumba de Ian hasta que vimos aparecer el sol nuevamente.

Ian se había equivocado: esa noche no fue mejor que el atardecer, ni la mañana tampoco. No lo sería ninguno de los atardeceres ni ninguna de las noches que le seguirían a su muerte.

Los buenos días habían muerto junto a él.

Notas finales:

Lo siento mucho por los/las lectores a los que Ian le agradaba (En especial a NicouNeko) ...pero él fue un personaje concebido para morir :( 

Incluso a mí me duele haberlo matado u.u 

Lamento no haber contestado los reviews del cap anterior aún...como dije antes el universo a conspirado para mantenerme lejos de la pc :( 

Comenzaré a contestarlos inmediatamente. 

Preguntas? Críticas? Comentarios? pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Besoos! Nos leemos luego


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