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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaa! 

Yo aquí con un nuevo cap...la verdad no he tenido tiempo de revisarlo asi que les agradecería que si encuentran algún error me lo hagan  saber n.n

Ya desde el prox capítulo comienza lo bueno 1313

Espero que les guste n.n 

PD: Ya no sé si podré actualizar tan seguido, la verdad es que el trabajo me consume x.x 

PD2: Personajes nuevos ><

Cassie 

Teo

Capítulo 6: ''Rescate''




Tan sólo bastó que Ivy pronunciara el nombre de Claire para que Ethan se apresurara en entrar nuevamente en la habitación, tomar sus armas y salir disparado de allí junto a ella. Les seguí junto a un estúpido instinto de querer hacerme el héroe. Escuché unos pasos tras de mí y la voz de Eden y dos chicos más que no conocía me hizo pensar que no era el único ahí con instintos estúpidos. Todos subimos por unas escaleras húmedas, típicas de un subterráneo.

Habíamos estando en un búnker todo el tiempo, bajo tierra.

Eden se adelantó y se apresuró en abrir la puerta sin cuidado. Salimos fluidamente y en mi campo visual entró lo que parecía una recepción de una gran casa o edificio; vacía completamente, con las ventanas y puertas cubiertas de madera sobre madera, en un buen intento por evitar el paso de los muertos vivientes que rondaban afuera.

   —Por aquí… —dijo y me tomó del brazo. La pareja de desconocidos nos siguieron y volvimos a toparnos con unas escaleras eternamente largas. Conté tres plantas; dos pisos, y la tercera pertenecía a una especie de azotea inmensa—. Cassie, Teo… —dijo dirigiéndose a la pareja de chicos que había subido junto a nosotros. Cassie era una chica guapa, pero plástica; tenía el cabello pintado de un rosa demasiado chillón para mi gusto, lo traía suelto por los hombros y caía hasta la mitad de su espalda, sus ojos eran grandes, marrones y eran resaltados por maquillaje ¿De dónde sacaban maquillaje las chicas de hoy en día?

Su ropa era ajustada, demasiado.

¿Cómo es que esta imitación de Barbie había sobrevivido tanto tiempo?

El chico, Teo, pasó por mi lado. Sus ojos eran verde opaco, semejantes a cómo se veían los míos y se escondían tras unos lentes de marco negro. Vestía desaliñadamente, con una camiseta negra con el logo de Batman estampado en ella y unos jeans gastados, rajados en las rodillas.

   —Quédense aquí junto a Aiden… —sentenció Eden y esa fue su forma de presentarnos. Apuntó hacia un rincón de la gran azotea e indicó con su dedo índice el arsenal que tenía para nosotros. Un par de fusiles, sí, fusiles de francotirador destacaban entre todo el montón de armas que Eden guardaba ahí. Era extraño, cuando conocí a Ethan traía una magnum con él, cosa que es bastante rara en estos días. Anoté mentalmente preguntarle por qué su familia tenía armas tan sofisticadas.

Tomé un rifle sin dudarlo y Teo me imitó. La chica optó por un arco profesional y un bolso con flechas. Le dirigí una mirada confusa.

  —Soy la campeona de tiro al blanco en la región —dijo, adelantándose y posando su pie izquierdo al borde de la azotea para apuntar, soltar la cuerda y disparar una flecha que atravesó en la cabeza a uno de los más de cincuenta zombies que se encontraban abajo, a muchos metros de distancia.

Impresionante.


«Nota mental, no juzgar por las apariencias»

Seguí con los ojos el recorrido de la flecha. Como lo había dicho Ivy, ahí estaba el automóvil en medio de la calle, balanceándose de aquí para allá, siendo empujados por ambos lados por todas esas bestias hambrientas. Me estremecí en un escalofrío y sin esperar más me aparqué en el piso junto al rifle en mis manos. Quedé frío ante la imagen que me regalaba la mira telescópica del fúsil y un escalofrío me recorrió la espalda.

Todo se veía tan endemoniadamente cerca.

Suspiré y agradecí que mi padre me haya adiestrado con lo básico en armas. Comencé a ejecutar disparos a la vez que Teo hacía lo mismo. Habíamos entendido perfectamente, nuestra misión era mantener lo más alejados aquellos monstruos de la camioneta que cada vez se sacudía con más fuerza y parecía estar a punto de volcarse. A través de la mira pude ver el rostro de Claire. Estaba pálida como un fantasma y lloraba desconsoladamente, mientras sujetaba con fuerza la cruz que le colgaba del cuello. Parecía estar recitando algo, lo leí en sus labios.

Estaba rezando.

No pasó mucho tiempo para ver a un grupo, conformado por Ethan, Eden e Ivy salir de la casa, armados hasta los dientes, corriendo hacia la camioneta. Cambié la dirección de la mira y sólo entonces entendí mi misión.

Debía mantener a los zombies alejados de ellos, no del vehículo.

Vi todo tan cerca que me estremecí de terror al sólo pensar en qué se sentiría estar allí, parado frente a todo ese montón de bestias a punto de devorarte. Mis manos temblaron ligeramente, debía alejar esos pensamientos y conservar la calma. Después de todo, yo no estaba ahí.

Pero Ethan sí.

Él y los demás vestían un traje extraño, semejante a los que usan los policías en las manifestaciones y portaba una Armsel Striker al igual que Ivy, la escopeta antidisturbios por excelencia, que tenía una potencia endemoniadamente fuerte.

En serio ¿De dónde sacaban semejantes armas?

Por un momento les perdí de vista, lo zombies se habían abalanzado sobre ellos en masa, haciéndolos desaparecer entre el mar de gente. Mi corazón se paralizó y casi me da un infarto, pensando en que la misión había fracasado. Esperé inmóvil durante tres eternos segundos, hasta que el rugir feroz de las escopetas me avisó que me había equivocado.

Seis bestias salieron disparadas, elevándose algunos centímetros antes de caer al suelo para no moverse más. Un grito de alegría escapó de mi boca sin poder evitarlo.

Esas escopetas…ahora entendía por qué se les llamaba antidisturbios.

La operación fue rápida, pero no por ello menos estresante. Los chicos se hicieron paso entre la gente a punta de balazos, seguramente luego de eso quedarían sordos por un par de horas. Aunque las armas de fuego fuesen poderosas, no podían evitar que más y más bestias comenzaran a acercarse, atraídas por el ruido. Noté como sin decir una palabra cada uno de nosotros se encargó de defender a alguien. Cassie se preocupaba de Edén, Teo de Ivy y yo me encargaba de cuidarle el culo a Ethan.

¡A eso le llamo trabajo en equipo, joder!

Mi trabajo era el que se hacía más difícil. Sólo un par de veces había tomado un arma como la que tenía en mis manos y a pesar de la mira mi puntería seguía apestando. No tardé en darme cuenta como gastaba el doble de balas de las que gastaba Teo.

Por un momento, la vista de Ethan se dirigió al edificio. Estaba lejos, pero pareció verme y clavar aquellos terribles ojos negros en los míos y esbozó una sonrisa.

Sabía que le estaba cuidando.

Lejos de reconfortarme, aquella sonrisa me pareció un “sé que estás ahí, si me pasa algo lo pagarás tú.”

Jalé del gatillo, para quitarle de encima a uno que se había abalanzado sobre él. Cayó de un solo tiro, uno en la cabeza.

Creo que esa sonrisa sirvió de algo.

Vi como entre Ethan y Eden tiraban de la puerta trancada de la camioneta y la quitaban con rapidez. Enseguida Ethan tomó a la asustada chica que lloraba encogida en el asiento del copiloto y la sacó de ahí, entregándole su cuidado a su hermano. Entonces comenzaba la operación de regreso. El mismo sistema, Ethan e Ivy alejaban a las bestias con las escopetas mientras que Eden se apresuraba en dejar en la seguridad del edificio a Claire.

Nosotros no dejábamos de disparar ¿A cuántos habíamos abatido ya? Yo llevaba unos quince, aun así podía ver a más aparecer y aparecer. Era desesperante.

Los tres entraron a la casa. Suspiré relajado, pero enseguida mis músculos volvieron a tensarse.

   —¿¡Qué está haciendo este hijo de puta!? —grité, con algo parecido a la desesperación ensuciándome la voz, mientras me apresuraba nuevamente a tomar el rifle para seguir disparando. El muy idiota había vuelto en sus pasos y se dirigía otra vez a la camioneta.

   —¿¡Ethan!? ¿¡Qué demonios estás haciendo!? —le oí gritar a Teo, al parecer no era el único asustado con la situación.

«Lo voy a matar…»Era lo único que podía pensar mientras le veía avanzar entre ese mar de muertos vivientes. Seguí un poco con la vista su recorrido y entendí por qué lo estaba haciendo.


Dentro de la cajuela de la camioneta se encontraba la gran mochila donde días antes había guardado comida y agua, pero yo sabía que no iba a por eso, al lado de esa mochila se encontraba la Harley Davidson, su amada motocicleta.

Joder, no puede ser.

Como pudo, se encaramó sobre la cajuela y tomó la motocicleta, cargándola en su espalda y sujetándola con uno de sus brazos, mientras que con la otra ejecutaba a duras penas disparos para alejar a los zombies que se le acercaban como si él fuera un jugoso filete. Detuve mis disparos para mirar hacia los lados. Teo y sobretodo Cassie parecían tan concentrados como yo, en completo silencio, tratando de alejas lo más posible a aquellas bestias de Ethan.

  
—¿¡Qué haces, Ethan!? —se escuchó a lo lejos. Eden gritaba desde la puerta, portando la escopeta de Ivy y disparando a diestra y siniestra, tratando de apartarles. Era increíble que un tramo que a simple vista se veía tan pequeño, no más de cincuenta metros de distancia entre la camioneta y la puerta, se hiciese tan eterno e insoportable.

Todo mi cuerpo se paralizó cuando vi a Ethan lanzar la escopeta lejos.

Se le habían acabado las balas.

¡Demonios! ¡Demonios! Los nervios me llenaron el estómago, estaba asustado. Ahora todo estaba en nuestras manos ¿¡Por qué no dejaba la maldita motocicleta atrás!? Noté como el ritmo aumentó en nuestros disparos, todo dependía de nosotros y de Eden que se encontraba abajo, intentando cuidar de su hermano.

En un momento, ambos se reunieron y el mayor de los gemelos intentó ayudarle a cargar la motocicleta. A lo lejos, pude notar como una nueva horda se acercaba, alertados por los gritos y disparos. No íbamos a poder con treinta más. Solté un grito exasperado y dejé el arma a un lado para levantarme.

   —¿¡Qué demonios estás haciendo!? —preguntó Teo, sin dejar de disparar. Le ignoré y me puse de pie para correr hacia donde estaban todas las armas amontonadas y busqué y busqué hasta que le encontré. Tomé el artefacto entre mis manos y apoyé uno de mis pies en el borde del edificio, quité el seguro.

   —¡Granada va! —grité, con todas mis fuerzas, captando la atención de los hermanos que no tardaron en moverse y comenzar a correr como alma que lleva el diablo. Lancé el proyectil hacia el nuevo grupo de zombies que se les acercaba y no tardó en explotar, poco antes de llegar al suelo.

Fue un desastre, la camioneta salió disparada sin destruirse por completo y un montón de cadáveres andantes volaron por los aires en pedazos, dejando una lluvia de sangre, vísceras, riñones y otras cosas asquerosas que ni si quiera sabía que estaban dentro del cuerpo humano. Pero Ethan, su maldita motocicleta y su pervertido hermano estaban dentro. Suspiré, cansado y caí sentado al suelo.

Había terminado.

   —¡Eso fue hermoso! —gritó Teo, cayendo sentado a mi lado, igual de cansado.

Oí unos pasos apresurados debajo de la terraza en la que estábamos, escuché la escalera crujiendo y la puerta abriéndose estrepitosamente.

Ethan entró furioso.

   —¿¡Qué demonios crees que haces!? —gritó, llegando hasta mí y tomándome por el cuello de la camisa—. ¿¡Acaso querías matarme!?

   —¿¡Matarte!? —respondí y mi paciencia bajó de cien a cero en un instante—. ¡Tú eres el que se quería suicidar, idiota! ¿¡Por qué volviste a buscar la estúpida moto!?

   —¡Es mi motocicleta, idiota!

   —¡Casi te devoran esas bestias, imbécil!

   —¿¡Ah, sí!? ¿¡Y por eso me lanzas una jodida granada!? —me tiró más hacia él y pude sentir el contacto de la piel de su pecho ardiendo contra el mío. Su corazón palpitaba con fuerza. Sentí su respiración chocar contra la mía, estábamos cerca. Eso sólo me hizo enfadar más.

   —¡Les lancé esa granada a la horda que se les acercaba a ti y a Eden mientras estaban ocupados jugando con la motocicleta! —grité con todas mis fuerzas sobre su rostro. Por primera vez, clavé mis ojos en los suyos en una mirada desafiante que respondía a la suya.

   —Está bien, está bien. Ambos cálmense… —Eden entró en escena y nos separó, para tranquilizarnos—. Todos estamos muy nerviosos, no debemos pelear entre nosotros —puso una mano sobre mi hombro—. Hagan el amor y no la guerra ¿Sí?

   —No digas estupideces, Eden —Ethan suspiró, calmándose—. Está bien… —me miró fijamente y esbozó una mueca molesta, giró la cara hacia un lado y susurró algo que no alcancé a oír.

   —¿Qué dijiste? —acerqué mi rostro al suyo para escucharle mejor.

   —Que lo siento… —dijo, con la voz seca. Sonreí.

   —Así me gusta, hermanito. Además, él sólo trataba de salvarte la vida… —Eden le dio una palmada en la espalda que Ethan rechazó inmediatamente, alejándose algunos metros, ofuscado.

El gemelo mayor apoyó su mano otra vez en mi hombro.

   —Sabía que podía confiar en ti —dijo, con una amable sonrisa en el rostro—. ¿Qué tal si tenemos una sesión de sexo tántrico para calmar los nervios? —bromeó. Me ruboricé por completo. No tenía idea de lo que era eso, pero seguramente no era nada bueno.

   —¿Qué le dijiste? —Ethan llegó a mi rescate cuando volvió con nosotros. Me vio, completamente sonrojado y seguramente notó que su hermano me estaba molestando, otra vez.

   —Nada, nada… —Eden se alejó levantando las manos en son de paz—. ¿Qué tal si entramos y tomamos unas copas? Tengo algo de vodka y cerveza dentro —terminó, alejándose y bajando las escaleras junto a Cassie y a Teo.

Suspiré.

   —Yo también lo siento, Eth.

   —Está bien. Creo que sí buscabas salvarme el trasero —sonrió casi imperceptiblemente mientras mantenía sus ojos fijos en el cielo, en el atardecer que indicaba que el día estaba muriendo.

Desde hace mucho tiempo que no podía contemplarlo.

Nos quedamos en silencio un buen rato, viendo cómo el día iba apagándose con lentitud. Antes esto me habría parecido un espectáculo común, ahora era una obra de arte dibujada con maestría sobre el lienzo ya oscurecido, una maravilla, algo hermoso que antes no había valorado, algo que quizás era la última vez que veía. Nos quedamos allí, hasta que el telón nocturno cubrió el cielo con pocas estrellas y una luna incipiente que salió a dar algo de luz.

   —Los zombies son más activos durante la noche —dijo Ethan—. Es mejor que entremos… —Y comenzó a caminar junto a mí hacia las escaleras.

Me detuve unos segundos antes de bajar el primer escalón.

   —Dime, Eth… —susurré apenas.

   —¿Qué pasa? —volteó hacia mí.

   —No, no es nada.

   —Dilo ya —se detuvo con cierto desconcierto en el rostro al ver mis mejillas rojas como un par de tomates. Tomé aire.

   —¿Qué es el sexo tántrico? —pregunté rápidamente, rezando porque no me hubiese oído. De pronto, vi algo que me pareció tan espectacular como el atardecer que habíamos visto minutos atrás. Se había sonrojado, tanto como yo.

   —¿Cuántos años tienes? —rebatió mi pregunta con otra. Eso no venía al caso.

   —Diecisiete —respondí.

   —En algunos países, la mayoría de edad se da a los dieciocho…cuando los cumplas, te diré lo que es el sexo tántrico —se burló, mientras comenzaba a caminar de nuevo, sin esperar a que le siguiera. De seguro estaba escondiendo su notable sonrojo—. Estas muy pequeño aún para eso, pero no para unas cervezas ¡Apresúrate! —alzó la voz, ya demasiado lejos de mí ¿En serio no iba a decirme?

Aún faltaba mucho para mi cumpleaños.  


Notas finales:

Y ustedes...saben lo que es el sexo tántrico? 

Se llevaran una gran sorpresa xd

Dejen sus reviews :3 

Un abrazo! 


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