Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

[Reviews - 1104]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaa, querubines :D 

En primer lugar, desearles un feliz día del amorsh y próspera velada de TWD, que se estrena a la madrugada -creo-  (?) (Sé que el título del cap no va mucho con un "san valentin" pero bueno, no estamos precisamente en un buen momento de la historia, no podía darles rosas y chocolates cuando lo único que tengo es sangre, heridos y...no voy a seguir xD

Es un Scorvo n.n 

Espero que les guste :D 

PD: Ya lo dije por la página de facebook, pero lo vuelvo a decir. Muchísimas gracias por los 1000 reviews! Nunca creí que llegaríamos a tanto
Bueno, como siempre...si encuentran algún error háganmelo saber. 

Un abrazo


PD2: El comienzo puede llegar a ser un poco confuso (?) pero luego entenderán por qué. 

Capítulo 81: “Dolor”

 

El sonido de unas botas atravesando un charco entra en mis oídos, fuerte como un trueno, haciéndome retumbar el cerebro.

Mi garganta emite un jadeo.

   —¿Estás despierto, cabrón? —Una voz me llega, lejana, muy lejos. Algo me mantiene en el aire, estoy flotando, en algún lugar, perdido.

Todo está absolutamente negro.

Algo hace ruido en mi interior, lo siento bajo mi piel y bajo todos mis músculos. Es mi estómago que resuena como si estuviese haciendo una difícil digestión. Por mi esófago sube algo ácido, rápido como una avalancha invertida, lo siento quemarme por dentro. Comienzo a toser.

Ya no estoy flotando, estoy en el suelo, sobre tierra mojada. Abro los ojos, todo me da vueltas y distingo unas manos apoyadas contra el piso, están embarradas. Mi boca se abre, pero no la siento en ese momento, lo hago cuando el ácido me molesta en los labios. Empiezo a vomitar.

   —Joder... —La lejana voz me llega un poco más de cerca. Puedo sentir un extraño calor sobre alguna parte de mi cuerpo, creo que alguien me está dando pequeños golpes en la espalda. Empiezo a ser consciente de la lluvia que cae sobre mí, la primera gota se siente bien, despertándome y dándome una extraña sensación; me emociono como si fuera la primera vez que siento agua sobre mi piel. Continúo vomitando, el líquido rojo-verdoso se esparce con el agua y se me escapa entre los dedos, perdiéndose y fundiéndose con la tierra mojada.

Hasta que me detengo. Mis manos continúan en la misma posición, hasta que mi vista se aclara por completo. Por unos momentos, no reconozco el lugar en donde estoy, veo un árbol frente a mí y distingo una carretera que se muestra más allá de los arbustos, pero no sé muy bien si había visto un árbol así o no antes, me extraña. Es un roble, pero no sé muy bien cómo demonios llegué a saber el nombre de ese árbol, sé que está en alguna parte de mi memoria, pero me cuesta encontrar el recuerdo, sólo sé que está ahí; eso es un roble, está, pero no sé cómo llegó a estarlo. Las hojas verdosas se sacuden brutalmente por el viento y la lluvia y yo me quedo pasmando viendo aquella escena, la escena más hermosa que he visto en toda mi vida. Hay algo más en mi interior, son mis pulmones, sé que ellos están ahí, como el árbol que está frente a mí. Inspiro sin ser demasiado consciente de esta acción y el aire humedecido me llena por completo. Mi pecho se comprime en una angustia que me es difícil explicar. Así se debe sentir un bebé la primera vez que respira al nacer.

Siento calor sobre mis mejillas. Estoy llorando.

Sigo mirando ese árbol como si fuese la única cosa viva que tengo a mi alrededor, porque, de pronto, me siento como si hubiese estado rodeado de muerte toda la vida. Las lágrimas me vuelven otra vez la vista borrosa, pero se siente bien, ellas caen sobre mis manos y las limpian, también lo hace la lluvia que se cuela entre mis ropas y baña todo mi cuerpo. Aquel frío, esos estremecimientos causados por el viento... es como si fuera la primera vez que los sintiera.

Algo me sacude con fuerza.

   —¿¡Qué mierda ocurre contigo!? —Unas manos palpitan en mis mejillas. El árbol ya no está, sólo veo unos ojos, una boca, una nariz... es un rostro.

Me estremezco como si no hubiese visto un rostro desde hace mucho tiempo. Reconozco unos ojos azules que parecen enfadados, pero aún así estos me parecen hermosos y algo escalofriantes. Si la muerte tuviese forma, su mirada sería justamente esa.

Debo estar muerto.

   —¿Estoy muerto? —doy un respingo al oír mi propia voz.

Una carcajada ruidosa me inunda los oídos.

   —¿¡Muerto!? —pregunta, entre risas histéricas—. ¿¡Qué es lo que tenía esa cura!? —me suelta, sin dejar de reírse y cae sentado al suelo. Reconozco a ese hombre, lo conocí alguna vez. Trato de recordar su nombre.

Noah.

No. Scorpion.

Todo pasa frente a mis ojos cómo un relámpago que entra en mi cabeza y la revuelve por dentro. Recuerdo mi vida, recuerdo a mi padre, recuerdo cuando entré a E.L.L.O.S, recuerdo el día en qué me trasformé en cazador, recuerdo a cierto chico, muy parecido físicamente al que tengo riendo ahora frente a mí, podría decir incluso que son la misma persona, pero no es así. El chico que entró en la guarida poco tiempo después de que el virus se desatara era débil y una víctima. Este que tengo en frente no lo es, él se ve fuerte, duro y frío como un témpano. Está sangrando.

Su risa me despierta otro poco. Este hombre mató a mi padre, recuerdo ese día... ese día decidí seguirle.

Podría seguirlo hasta la muerte.

   —¿Muerto, has dicho? —repite y sus hombros se sacuden de arriba abajo. Su risa se ahoga de pronto y escucho un sollozo—. ¿Dices que estás... muerto? Qué hijo de puta —Su voz se quiebra y me estremezco. Siglos han pasado desde que no la oía así.

Él también estaba llorando. Logro ver lágrimas cayéndole por las mejillas.

   —¿Por qué estás llorando? —pregunto y gateo con lentitud hasta él. Mis extremidades están cansadas, pesadas, me cuesta controlarlas y no entiendo el por qué. Él me hace una seña para que me quede en mi lugar y yo obedezco, como si toda la vida le hubiese obedecido.

   —Deben ser las píldoras de Anniston —aclara—. Esas mierdas tienen mi humor por las nubes —Con un movimiento lento, Scorpion se seca las lágrimas con la manga de su camiseta empapada y sólo entonces empiezo a volver completamente en mí y ser consciente de lo que está ocurriendo y de lo que acaba de pasar.

¿Acabo de ver llorar a Scorpion?

Intenté recordar el apellido Anniston, busqué en mi memoria, es el médico de su escuadrón.

   —¿Por qué Anniston te está dando pastillas? —Los azulados ojos me dirigieron una mirada de furia, tan típica de él. Ya no hay lágrimas en ellos.

   —Para salvarte el culo, imbécil —gruñó—. Tuvimos que aliarnos con viuda y con el grupito de Rossvet para poder entrar a E.L.L.O.S y robar la cura...

Por unos momentos, me sentí aturdido, como si sus palabras no entraran completamente en mi cabeza, como si el hombre que tenía delante y yo no hablásemos el mismo idioma.

   —¿Qué tiene que ver eso con las pastillas? —pregunté.

   —Él lo sugirió. Dijo que, si no lo hacía, acabaría matando a todo el mun...

   —Espera —le interrumpí, mientras en mi mente recién comenzaba a procesar la información—. ¿Has dicho robar la cura?

   —Estuviste muerto más de una semana, idiota —su declaración me sacudió. ¿Me había convertido? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Otra vez, lo recuerdo. Cuando intentamos entrar a E.L.L.O.S Wolfang me inyectó el virus.

Todo este tiempo estuve...

Volví a estremecerme en un escalofrío que me recorrió con lentitud y me cerró la garganta.

   —¿Por qué...? —la voz me tembló para preguntar—. ¿Por qué robaste la cura? —Scorpion hizo rodar los ojos.

   —Te la debía, por la vez que me salvaste en la guarida de Alexa.

   —¡Eso se lo debes a Rossvet! —alcé la voz y mis músculos se movieron torpemente para acercarme a él—. ¿¡Por qué usaste la cura!? ¿¡Hay más!?

   —Deberías agradecérmelo, imbécil. Te he salvado de...

   —¿¡Tuviste la cura en tus manos y la usaste en mí!? —grité. Todo mi cuerpo empezó a despertar con pesadez a medida que mi enfado crecía. Mis manos intentaron alcanzarlo, pero fallaron—. ¿¡Acaso eres idiota!? ¡La puta humanidad dependía de esa cu...! —No vi venir el puñetazo que me dio en la mejilla y me hizo caer hacia un lado. Una corriente eléctrica me recorrió todo el cuerpo cuando me golpeó.

   —Me importa una mierda la humanidad —se abalanzó sobre mí, apresando mis caderas con la fuerza de sus piernas y levantó su puño para darme otro golpe. Lo esperé, pero no lo hizo. Una gota de sangre cayó sobre mi rostro.

Es cierto, él estaba sangrando.

Con dificultad me senté para quedar a su altura, él aflojó la presión de sus muslos para dejar que me moviera y ambos quedamos frente a frente.

   —¿Qué te ocurrió? —llevé mi mano a su hombro, tenía una especie de torniquete mal atado. Lo ajusté con torpeza, mis manos no respondían bien a mis órdenes.

   —Nada, sólo me crucé con una bala de Wolfang.

   —¿Qué pasó con él? —quise saber.

   —Te lo devoraste —contestó y sonrió. Nuevamente, sentí cómo el ácido me subía por la garganta. Intenté apartarme, pero las piernas de Scorpion no me lo permitieron. Atiné a mover la cabeza hacia un lado y volví a vomitar.

   —¿¡Por qué no me detuviste!? —chillé, mientras lo expulsaba todo.

   —¡Anda! —rió—. ¡Tú también querías acabar con él!

   —¡Pero no de esa forma! —me detuve y me sequé con la manga de una chaqueta que no recordaba haberme puesto.

   —Créeme, lo disfrutaste.

   —¿Estás loco?

Sus manos me agarraron por los hombros y me empujaron, volviéndome a plantar contra el suelo en un golpe frío que me despertó un poco más.

   —¿Vas a decirme que no te habías dado cuenta? —preguntó, con sus ojos clavándose sobre mí en una mueca indescifrable que me estremeció—. Todo el mundo está un poco loco, Cuervo.

La lluvia comenzó a caer con más fuerza sobre nosotros. Ambos nos quedamos en silencio por algunos minutos, sólo mirándonos. Scorpion tenía esa costumbre, a veces inquietante, de mirar siempre fijamente.

Y, si lo veía a los ojos, nunca podía saber exactamente en qué estaba pensando.

   —¿Qué pasó después de...? —quise preguntar.

   —Oh, no mucho —me interrumpió—. Te metimos en una cabaña y te amarré a la cama para que no te comieras a nadie. Luego, cuando Viuda y los demás se unieron a nosotros, te encadené —tardé en darme cuenta que el calor que sentí en mis mejillas se debió a un sonrojo que él no tardó en notar. Me había puesto duro de sólo imaginarme atado en una cama por él, pero fue sólo una segundo. Tenía más cosas de qué preocuparme ahora.

Él soltó una carcajada.

Me quitó las manos de encima y se levantó. Tardé un par de minutos en ponerme de pie yo también. Empezó a caminar y le seguí.

   —¿Ya terminó? —pregunté.

   —¿Qué cosa?

   —Si Viuda se unió a ti no debe ser precisamente porque le caes bien, seguramente te dijo que quería entrar a la base de E.L.L.O.S para acabar con todos.

   —Sí, eso dijo.

   —¿Y qué pasó?

   —No lo sé —se encogió de hombros—. Les dije a nuestros hombres que se retiraran, es una batalla perdi...

   —¿Estás jodiéndome? —me detuve en seco. Él volteó hacia mí, pero no se me acercó—. ¿Dónde están nuestros hombres?

   —¿A qué mierda viene tanta pregunta?

   — ¿¡Dónde están nuestros hombres!? —exigí saber—. ¿¡Por qué les dijiste que se retiraran!? ¿¡Vas a dejar a Viuda sola!? —Sus ojos me miraron extrañados.

   —¿Qué es lo que pasa contigo, Cuervo?

   —¿¡Qué es lo que te ocurre a ti!? —grité—. ¿Hiciste un trato con ella, ¿no? ¿¡Y ahora la dejas sola dentro de esa base de mierda!?

   —¿Desde cuándo te preocupas por ese montón de bru...?

   —¿¡Desde cuándo eres tan idiota!? —le interrumpí—. ¡Esta era la oportunidad para acabar con E.L.L.O.S! ¿¡Y me dices que no te interesa!?

   —Me importa un carajo.

   —¡Te recuerdo que de E.L.L.O.S eran los hombres que te torturaron y te convirtieron en esto, Scorpion!

   —No te preocupes, no soy rencoroso —se burló.

   —¿Qué no eres rencoroso? —caminé hasta él—. ¡Estás lleno de odio! Esta es la primera vez que puedes hacer algo bueno en toda esta mierda y...

   —¿¡Desde cuando te importa hacer las cosas bien, imbécil!? —me tomó por el cuello de la chaqueta—. Tú y yo somos exactamente la misma basura. ¡La misma basura que el resto de los hombres de E.L.L.O.S! ¡Has matado y les has torturado de la misma forma que ellos, maldito hipócri...!

   —¡Pero yo fui entrenado para esto! —interrumpí—. ¡Tú no! —grité sobre su rostro y un escalofrío me recorrió cuando me lanzó esa mirada que bien podría petrificar. Bajé el tono de voz—. Tú no estabas hecho para esto... —continúe—. A ti te transformamos en un monstruo.

   —Hazte cargo de ello, entonces —dijo.

   —Eso hago... ¿Es que no lo ves? Esta es tu maldita oportunidad para compensarlo.

   —¿¡Compensarlo? ¿¡Crees que quiero compensar algo!? —Sin soltarme, me arrastró y me empujó contra un árbol—. ¿¡Por qué querría algo como eso!? ¡Eres tú el imbécil que quiere salvar al mundo!

   —¡Yo no quie...!

   —¿¡No!? —me sacudió por los hombros y mi espalda volvió a chocar contra el tronco—. ¿¡Quién fue el idiota que se lanzó encima de Wolfang para que le inyectara el virus!?

   —¡Te estaba protegiendo!

   —¿¡Por qué!? —gritó—. ¿¡Qué te hizo pensar que necesitaba ser protegido por ti!?

   —¿¡Vas a decirme que podrías solo con él!? ¡Ya casi te había inyectado el virus!

   —¡Pude haberlo matado!

   —¡No, no habrías podido! —volví a alzar la voz—. ¡Sigues siendo el mismo chiquillo que conocí en la guarida de Cuer...! —Un puñetazo me obligó a callar. Me levantó con rapidez y rodeó mi cuello con sus manos, comenzando a asfixiarme.

   —Debí haberte matado cuando eras un puto cadáver.

   —D-Debiste... —jadeé, mientras comenzaba a llenarme de nuevos escalofríos. No me dolía, sino todo lo contrario.

   —¿Sabes lo molesto que fue tener que aliarme con las putas de Alexa y con el resto de idiotas, para que tú despiertes más imbécil de lo que eras antes?

   —Nunca...nunca debiste aliarte con ellos —balbuceé, la respiración se me empezaba a cortar —. Debiste... debiste haberme dado un tiro —Sus uñas se clavaron en mi piel, esta cedió y comencé a sangrar. Quizás el haber estado muerto la hizo más sensible.

Acercó su rostro al mío.

   —Debí haberlo hecho... —susurró en mi oído—. Pero no pude —lamió el lóbulo de mi oreja y me estremecí—. Es tu culpa —Sus dedos aflojaron un poco, permitiéndome respirar. Su pierna se coló entre las mías—. No puedo matarte... es tu culpa —repitió.

   —¿Por qué? —pregunté. Sus manos subieron por mi cuello hasta mi cabello y lo jalaron de golpe. Solté un gemido. Su lengua lamió la sangre que sus uñas habían sacado de mi piel.

   —Lo que dijiste... —jadeó sobre mi cuello.

Sí... recordaba esa estúpida y vergonzosa escena. No debí haber hablado aquella vez. Pero ya estaba hecho, ya me había confesado como una quinceañera.

   —Es verdad —gemí, al sentir la dureza de su pantalón frotándose contra mi pierna.

   —Dilo otra vez —acarició mi mejilla.

   —Me enamoré del monstruo... —solté. Sus manos tomaron mi chaqueta y me la quitaron de un solo tirón, no traía otra prenda superior encima. Sus dedos subieron por mis brazos desnudos y los rasguñaron.

   —Eres un idiota... —Su boca se dirigió a mi cuello y lo mordió. Me estremecí.

   —Lo sé —Las manos me temblaron de sólo sentir las suyas sobre mi piel. Me quedé quieto, helado; otra vez me estaba dominando, otra vez no podía hacer nada mientras él ejercía el poder que tenía sobre mí.

Otra vez... el monstruo estaba a punto de desatar el caos.

Sus dedos se colaron dentro de mis pantalones, quitaron el botón y los hizo caer hasta mis rodillas. Me dio un nuevo empujón contra el tronco del árbol y la corteza dura e irregular me rasgó la espalda. Emití un jadeo, pero luego, algo me hizo gemir.

   —¿¡Scorpion!? ¿Q-Qué estás...?

   —Quise hacer esto mientras estabas muerto, Pero Anniston me dijo que podía contagiarme con la mierda que tenías dentro... —Una de sus manos sujetó mi polla y él se la llevó a la boca.

Todos mis sentidos despertaron de golpe y al mismo tiempo. Me cubrí la boca y ahogué un gemido.

   —P-Puedo estar infectado todavía... —jadeé con dificultad. La calidez de su lengua húmeda contrastaba con la fría lluvia que se colaba entre las ramas y hojas que no lograban protegernos por completo. Sentí cómo lo succionaba, lento, con maestría y las pequeñas mordidas que me daba me hacían pensar que estaba a punto de perder la razón. Aferró su otra mano a mi pierna y me clavó las uñas en el muslo, causándome más placer. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal.

   —A-Ah, joder... —Aún así busqué detenerlo—. Te dije que podría estar... —se detuvo de pronto y subió hasta mí.

Sus manos tomaron mis mejillas y sus ojos se clavaron directamente sobre los míos.

   —Ya no me importa si sigues con esa porquería dentro —susurró, con voz ronca y lasciva—. Voy a follarte ahora y lo haré como se me dé la gana —Sus palabras produjeron una excitación que me hizo temblar de pies a cabeza.

Volvió a descender, pero esta vez lo hizo para quitarme el resto de la ropa. Temblé por el frío, pero mi temperatura no tardó en subir cuando le vi desnudándose frente a mí. Scorpion estaba bueno. Maldición, su cuerpo era simplemente perfecto. Se quitó la ropa lentamente, sin apartar esos ojos de mí que me miraban furiosos y llenos de lujuria. Cuando se halló completamente desnudo, no se movió, él sabía que lo estaba observando y necesitaba hacerlo, porque de pronto tuve miedo de olvidarme otra vez cómo lucía. La lluvia que caía sobre su cuerpo hacía que la sangre acumulada en sus vendas se desparramada sobre su pecho y lo tiñera completamente de rojo, cubriendo los tatuajes que ocultaban viejas heridas y mostrando otras nuevas de las cuales no me había percatado.

   —¿Vas a querer que te las cubra? —pregunté.

   —No ahora —avanzó hacia mí en un movimiento rápido, volteó mi cuerpo y me embistió contra el árbol nuevamente. Sus uñas recorrieron mi espalda y mis caderas, sus dedos estrujaron mis muslos mientras él mordisqueaba mi hombro. La presión aumentó y sentí cómo empezaba a perder el control. Mi corazón aceleró de una forma que no recordaba y mi respiración aumentó su ritmo justo cuando él me tomó por la cintura para penetrarme. Solté un gemido y una corriente eléctrica me llenó de placer. Entró de golpe y se abrió paso dentro de mi rápidamente. Me mordí los labios. Su vaivén era duro y violento y todo mi cuerpo comenzó a regodearse en inevitables escalofríos cada vez que salía para volver a entrar.

Con mis manos, rodeé el tronco para mantenerme firme mientras lo recibía, una y otra vez. Una de sus manos me jaló del cabello para atraer mi cabeza hacia él y pude sentir su respiración agitada mientras él jadeaba y susurraba cosas que no lograba comprender del todo.

   —Vas a tener que pagarme todo el esfuerzo que hice por ti, hijo de puta —alcancé a oír cuando se acercó a mi oreja para mordisquearla. Quise responder en ese momento, pero no pude hacerlo. Sus manos habían cruzado mi pecho para follarme con más fuerza e inevitablemente todo su cuerpo estaba pegado al mío. Gemí más alto, no me importaba si estábamos en medio de un bosque, no me importaba si había muertos dando vueltas por ahí, la lluvia probablemente los confundiría. Quizás sí le debía algo y tampoco me importaba tener que pagarle, no me importaba si el costo era mi propia vida, no me importaba si acababa conmigo esta noche. Quise decírselo.

   —Puedes tomar lo que quieras.

Su respuesta vino a mi en un gemido sobre mi oído y en sus uñas rasgando la piel de mi pecho. Una de sus manos bajó por mi abdomen hasta alcanzar mi pene y empezar a masturbarme. Sentí cómo la respiración se me cortaba y cómo la sangre comenzaba a bullir drásticamente en mis venas. No podría controlarlo mucho más.

   —S-Scorpion... —gemí su nombre. Sus embestidas se volvieron más violentas entonces, su pulso aumentó todavía más; podía sentirlo sobre mi espalda como si de mi propio corazón se tratase. La mano que sacudía mi miembro se sincronizó con el propio ritmo de sus jodidas, aumentando mi excitación que estaba a segundos de desbordarse. Su otra mano resbaló, sudorosa, hasta mis caderas y se quedó ahí, hundiéndose en mi piel y presionando contra mis huesos. Sentí cómo su pene palpitaba en mi interior, cómo los movimientos se hicieron más bruscos y erráticos, cómo sus gemidos me ensordecieron hasta el punto de hacerme perder la razón. Dejé de sentir mi propio cuerpo y sólo fui capaz de sentir el suyo; atacándome, acabándome, destruyéndome sólo como él sabía hacerlo.

Porque sabía que no existía otra persona en este mundo que fuera capaz de esto. Nadie en toda la tierra me haría sentir de esta forma.

   —Joder...Branwen... —Sus labios se pegaron a mi oído para susurrar, me estremecí en un último escalofrío que subió de arriba abajo y me quemó por dentro—. E-Eres...eres... —El resto de la frase se perdió entre sus gemidos que ahogó contra mi piel.

Me entregué al orgasmo que llegó violento y arrasador. Su mano se manchó con mi semilla y aún así él siguió masajeando mi miembro incluso después de que terminé de eyacular, relajándome mientras sus cogidas seguían por unos minutos más.

Hasta que él también acabó.

Sus manos me rodearon y me abrazaron con fuerza, mis piernas temblaron al recibir toda su descarga dentro de mí. Me quedé ahí, quieto, hasta sentir la última gota en mi interior.

Pero incluso después de terminar, sus manos seguían abrazándome. Mi respiración comenzó a calmarse junto a la suya, su pecho, aferrado a mi espalda, dejó de palpitar sobre mi piel poco a poco. Los minutos pasaron en silencio y sus manos seguían aferradas a mí. Me estremecí, incluso si no estaban haciendo daño, esos dedos se sentían bien sobre mi pecho, acariciando los rasguños que habían dejado.

Jamás alguien me había acariciado así.

   —No vuelvas a hacer eso... —susurró sobre mi oído de pronto.

   —¿Qué...qué cosa?

   —Si vuelves a hacer una idiotez como la que hiciste con Wolfang, voy a matarte. Me la debes.

   —Ya te dije... —rogué porque sus manos no me soltaran, porque si lo hacían, acabaría cayendo al suelo por mis piernas tambaleantes—. Ya te dije —repetí bobamente—. Puedes tomar lo que quieras.

Me volteó hacia él y ambos quedamos frente a frente.

Sujetó mis mejillas con fuerza y, otra vez, me dirigió aquella penetrante mirada que nunca supe ni sabría descifrar. Scorpion era un misterio en sí mismo, un enigma sin respuesta, una caja de Pandora; contenedora de todos los males de este mundo. Y de las cosas más hermosas también. 

Aproximó su rostro al mío. 

   —¿Sabes por qué decidí llamarme de esta forma? —susurró, muy cerca. Todo mi cuerpo tembló en una extraña sensación que no puedo describir—. Me preguntaste eso antes de convertirte. 

   —¿P-Por qué decidiste llamarte así? —pregunté otra vez, con la voz quebradiza y temblorosa. Él sonrió. 

   —Fue por ese tatuaje que me hiciste... —confesó. Él lo recordaba. 

   —Siempre te han gustado los escorpiones —dije, titubeando, como si no estuviera realmente seguro de eso. 

   —Y siempre lo supiste —afirmó, haciéndome estremecer. ¿Cómo debía saber eso yo? Él nunca me lo dijo y aun así, siempre... 

Scorpion acarició mis labios con el borde de su pulgar. Su tacto era caliente, tembloroso. Y tal vez algo suave. 

   —Dijiste que podía tomar cualquier cosa... —dijo, sobre mi boca, haciendo que el vahó que escapaba de sus labios me hiciera cosquillas sobre la piel—. Así que creo que tomaré esto —Sus manos subieron hasta mi cabello, pero no lo jalaron, sólo dejó sus dedos enredándose en el. Rodeé su cuello con mis brazos, por miedo a perder el equilibrio. De pronto, un remolino de emociones me sacudió por dentro.

Y entonces, me besó.

Ese beso, un beso suave y tembloroso, significó el verdadero caos para mí. Algo ardió en el centro de mi pecho y dolió, dolió como nunca antes me había dolido nada, dolió cuando creí que ya no podría sentir algo como el dolor. No fue mi piel siendo rasgada, no fueron mis músculos acalambrados. Algo en mi interior se había destrozado y quemó tanto que creí no sería capaz de soportarlo.

Fue ese beso lo que me hizo sentir dolor otra vez. 

Notas finales:

Jo xD, las imágenes que subí a face fueron una terrible troleada! xD (pero ojo, no eran mentira xD ) ¿Scorpion lloró? Si, lo hizo y sí, fue por culpas de las pastillas (los que hayan tomado alguna vez ansioliticos/antidepresivos o esa clase de médicamentos sabrán lo mucho que te jode el humor en un sube/baja terrible) pero eso no quita que Scorpy se haya "emocionado" (por que sí tiene emociones e.e) por ver que Cuervo estaba bien.

Y Cuervo...ese "dolor" se llama amor xDDD

Críticas? Comentarios? Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo - o no tan lindo- review

Que tengan buena semana!

Abrazos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).