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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaa! n.n

Como lo prometí, aquí está la actualización :3 

Le he dado una rápida revisión, pero como siempre estén atentos a la ortografía y redacción. 

Espero que les agrade n.n Seguramente el domingo volveré a actualizar. 

Muchas gracias por leer n.n 

Un abrazo! 





PD: En este capítulo se hace referencia a unos colgantes he aquí la imagen de ellos (Se, fue muy imitación de Devil May Cry :3) 

Capítulo 9: “Miedo”


  
—¡Ethan! —La voz de mi hermano me había salvado de un momento incómodo. Solté un “dame un segundo”, mientras me apresuraba en salir de la cocina, sosteniendo el dibujo que Aiden me había entregado hace tan sólo momentos atrás. Lo recordaba, lo recordaba todo y no podía evitar el no querer mirarle a la cara. Soy un idiota, lo sé. Un imbécil.

Yo estaba más sobrio que él. No debí haber permitido lo que ocurrió la noche anterior.

Abrí la puerta sin cuidado, Eden se encontraba meditando en el suelo, sentado en posición de flor de loto. Respiraba profundamente y su cuerpo parecía estar en perfecto equilibrio. El olor a incienso y la música con sonidos relajantes le rodeaban de un aura especial y pacífica, un aura que en otros tiempos me gustaba y que había olvidado que él tenía. Él no había cambiado.  

Carraspeé la garganta.


   —Buenos días… —dijo sin abrir los ojos y exhaló una última vez todo el aire que guardaba, como si se estuviese limpiando por dentro. Para cuando se levantó, yo estaba demasiado ensimismado mirándole. Me abrazó de pronto—. Feliz cumpleaños —susurró, apoyando su cabeza en mi hombro ¿Cumpleaños? Lo había olvidado por completo.


   —Feliz cumpleaños, Eden —gruñí, mientras intentaba quitar su cabeza de mi hombro. Atrapó mis manos y las tomó para dejar algo en ellas antes de apartarse. Revisé lo que había dejado allí y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

   —Pensé que lo había perdido… —dije, sin poder evitar una sonrisa y observé el curioso colgante de topacio rojo con forma de lágrima. Mi madre nos lo había obsequiado antes de nacer, cuando estaba embaraza. Según mi padre, ella solía decir que esos colgantes servirían para distinguirnos el uno del otro. La gema roja para mí, la azul mar para Eden.

El día en que Eden se fue de nuestro lado, cuando apenas teníamos doce años, perdí el mío.

Ahora sabía que siempre había estado con él.


   —¿Recuerdas la última discusión que tuvimos, antes de que yo me fuera? —preguntó de pronto, ignorando mi pesada mirada sobre su cuello, donde llevaba su colgante.

   —No… —mentí con descaro—. Pasó hace más de diez años, Eden.

   —Sé que lo recuerdas —aseguró, clavando los ojos vacíos en los míos. Éramos tan distintos entonces, y ahora seguíamos siéndolo, incluso siendo gemelos. Él siempre pudo ver a través de mí ¿Yo? Nunca logré hacerlo—. Se te cayó en aquella discusión, entonces lo guardé conmigo hasta qué…

   —Hasta que se te ocurrió aparecerte otra vez y joderme la existencia una vez más —gruñí, dejando relucir todo el odio que me traía guardado. Él y yo nos habíamos separado cuando éramos unos niños. Antes de eso, nuestra relación había sido muy estrecha, demasiado. En esos tiempos le amaba, le amaba sólo como un niño de doce años puede amar a otra persona. Un amor inocente, puro, que creí eterno en algún momento. Y un poco narcisista también, enamorarse de su gemelo es como enamorarse de sí mismo. Pero a esa edad poco me cuestionaba yo esas cosas, y lo enfermas e inmorales que eran.

Simplemente un día se fugó, sin dar mayores explicaciones. Su huida del hogar dejó una profunda herida en mí, una marca y un vacío que sólo hace poco había comenzado a llenarse. Comencé a fumar a los trece años, en parte porque aún le extrañaba demasiado.

Pero pasó el tiempo y la compañía de Noah y mis obligaciones de la escuela y luego la universidad me apartaron poco a poco de su recuerdo, comenzando a cicatrizar la herida que él había provocado.

Y justo cuando parecía estar sanado, él volvía a aparecer.


   —De hecho, tú llegaste hasta mí —aclaró y sentí como la ira comenzaba a brotar desde lo más profundo de mí.

   —Vine aquí sólo porque esta casa era de mi padre —respondí.

   —Yo creo que fue una cosa del destino —sonrió, con aquella tan cálida sonrisa que tampoco había cambiado—. Debíamos encontrarnos.

   —No creo en el destino —di media vuelta para marcharme, esta conversación no tenía sentido y no terminaría bien para ninguno de los dos. Él me tomó del brazo.

   —Eth… —se abrazó a mi espalda de pronto y yo luché contra las ganas de apartarlo—. Lo siento mucho… —comenzó—. Pero…necesitaba alejarme, necesitaba encontrarme a mí mismo…

Eso fue la gota que rebalsó el vaso.

   —¿¡A los doce años!? ¡Joder, Eden! ¿¡Quién se encuentra a sí mismo a los doce años!? ¡No me vengas con estupideces! —alcé la voz. Eden era especial, siempre lo fue; un niño reflexivo que pensaba demasiado para la corta edad que tenía. Mientras yo me dedicaba a jugar a escondidas con las armas de mi padre, él pasaba horas leyendo a Jean Paul Sartre y su basura existencialista. Pero eso no justificaba nada, no justificaba lo que había hecho.

Me tomó de la cintura para girar mi cuerpo y voltearme hacia él.

   —Ethan, yo… —me abrazó nuevamente. Intenté apartarle.

El contacto de su piel quemaba.

   —Suéltame… —advertí e intenté alejarme de él. Tuvo el descaro de mover una de sus manos a mi cabello para acariciarlo, como solía hacerlo cuando éramos pequeños. Eso disparó mi ira—. ¡Suéltame o te romperé la cara a golpes! —grité, exasperado, pero sin mover un músculo en mi rostro.

   —¡Eth! ¡Cálmate y escucha! —forcejeó conmigo ante mis intenciones de escapar—. Siempre te extrañé —susurró, en voz baja, quería tranquilizarme. Me solté de él.

   —¡No quiero escuchar tus estupide…! —me tomó del brazo y forcejeamos nuevamente, caímos al suelo. Intenté aferrarme a algo y sólo logré sacudir un escritorio lleno de cosas. Unas botellas cayeron al suelo y él cayó sobre mí, apresándome por las muñecas—. ¡Qué me sueltes, idio…! —su respuesta a mis gritos fueron sus piernas atrapándome también, queriendo evitar con éxito mi escape, y sus labios, acercándose peligrosamente a los míos y estrechándolos en un beso por el que esperé muchos años, pero que ahora no quería.

   —Dejen ya de pele… —una voz entró y se detuvo al instante. Me aparté como pude de Eden y le vi allí, de pie bajo el umbral. Aún tengo el recuerdo palpitante de la mueca de sorpresa que tenía en el rostro, enojado, confundido. Dolido.  

«I need a heart, that carries on through the pain when the walls start collapsing again…»

La música se hizo más lejana a mis oídos y se adentró más en mi interior, como si todo mi cuerpo vibrara con ella a través de los auriculares. Esa canción…era la que Aiden me mostró para quedarse aquel día.

Suspiré.

Joder. Definitivamente nada de esto estaría pasando si Aiden no nos hubiese visto.

Me quité los audífonos cuando vi a Teo acercándose a mí.


   —Tienes que estar tranquilo, Ethan… —su voz me apartó de mis pensamientos—. No es que sea egoísta, pero tú eres uno de los más fuertes entre nosotros y… —carraspeó la garganta, parecía algo nervioso—. Tienes que comer algo.

   —No puedes deprimirte tanto como para dejar de comer… —La voz de Eden se coló en la habitación, completando lo que seguramente Teo iba a decir. El pelirosa fue testigo de la mirada tensa y molesta que le lancé a mi hermano y seguramente salió de allí disparado por la misma razón. Como siempre, sin importar cómo le mirara, Eden avanzó hacia mí como si nada y se sentó a mi lado.


   —No estoy deprimido —dije—. Sólo estoy molesto, conmigo mismo.

   —No es tu cul…

   —Lo es —interrumpí. No es que yo sea de esas personas que se castigan demasiado así mismas, pero el rapto de Aiden había herido una gran parte de mi orgullo. No podía evitar sentir la culpa e impotencia.

Primero Noah.

Ahora Aiden.

La historia se estaba repitiendo.

   —Soy un fracaso —dije junto a una pequeña risa y tomé una cajetilla de cigarrillos mentolados que había encontrado en el almacén donde nos habíamos refugiado recientemente.

   —Eso es estar deprimido —suspiró Eden mientras con su mano apartaba el humo que sin querer había dado a parar a su rostro—. Jamás te había visto así.

   —Claro que no lo habías hecho. No me habías visto en los últimos doce años, idiota.

Eden soltó otro suspiro.

   —Has cambiado, hermano.

   —Lo sé —di otra profunda calada al cigarrillo.

«Joder, necesitaré algo más fuerte que esto»

   —¿Por qué te preocupa tanto ese chico? —preguntó de pronto.

   —No lo sé… —fui sincero—. Pero no puedo evitarlo —hice una pausa, como queriendo rebatir su pregunta con otra—. Dime, Ed…

   —¿Sí?

   —¿Por qué besaste a Aiden hace unos días? —pregunté, recordando aquella incómoda imagen.

Sus ojos bajaron al suelo y su rostro se sonrojó levemente.

Él no había cambiado.

   —Quería saber…

   —¿Saber qué? —interrumpí.

   —Quería saber qué era lo que él tenía para que tú le prestaras tanta atención. Pensé que podría engañarlo fácilmente —dijo, casi en un imperceptible susurro.

   —No sé de qué hablas.

   —Cuando llegaste aquí con él, mientras le tenías en brazos…te veías realmente preocupado. Pensé que ustedes eran…algo —carraspeó la garganta—. Y eso me molestó.

   —Tú estabas follando con Cassie en una habitación y yo no me molesté por ello —dije, medio burlándome.

   —Sabes que Cassie está enamorada de ti, Ethan —dijo.

   —Y que Teo está enamorado de ella —debatí—. Teo es mi amigo, jamás lo traicionaría.

   —Pero ellos son hermanos.

   —Nosotros también lo éramos cuando pequeños… —volví a debatirle.

   —Lo seguimos siendo —recalcó. Rodeé los ojos.

Toda esta conversación me estaba cansando. Me levanté repentinamente.

    —No deberías hacerte tantas ilusiones… —dijo, sabiendo que lo estaba escuchando a pesar de que me estaba marchando de ahí—. Si los cazadores lo tienen, seguramente él ya está muerto.

   —Cierra la boca —solté, alejándome y dirigiéndome hacia otro lugar, hacia donde estaba Ivy. Desde que llegamos aquí ella no había hablado con nadie y tampoco había comido. Seguramente a ella le dolía más que a mí.

La encontré en una pequeña habitación subiendo unas estrechas escaleras. Estaba en el piso sentada, abrazando sus rodillas ¿Desde hace cuánto estaba así? Conocía a esta chica desde hace algún tiempo, ambos íbamos a la misma universidad, ella cursaba sociología y yo artes, pero estábamos en el mismo campus. La veía casi todos los días, aunque en ese tiempo no le hablaba…pero podía asegurar que jamás la había visto tan deprimida.

   —Ivy… —me senté a su lado. Ella levantó el rostro levemente, dejándome ver los ojos castaños oscurecidos por las lágrimas y las notables ojeras que asomaban de sus ojos llenos de angustia. No sabía qué era Claire para ella, pero sabía que era algo importante. Lo noté en el momento en que la pelirroja decidió saltar después de Aiden, en un arrebato de auto sacrificio, heroísmo, o estupidez. Ivy quiso lanzarse junto a ella en el momento en que la vio tocando el piso.

Volvió a bajar el rostro y a esconderlo entre sus piernas, mientras comenzaba a sollozar nuevamente. Por fuera, ella parecía una mujer seria, dura y madura.

Pero estaba quebrada por dentro.

   —Ella está bien, Ivy… —intenté darle ánimos aunque sabía que no era muy bueno para eso—. Aiden está con ella, él la protegerá, seguro —Las palabras escapaban de mi boca en un intento por autoconvencerme de que ambos estaban bien.

   —Suenas muy tranquilo para decirlo en serio —balbuceó entre sollozos—. ¿Acaso no estás preocupado por él?

   —Bueno, yo… —intenté decir.

   —A mí no me engañas, Ethan —comenzó la rubia, levantando su rostro para clavar los doloridos ojos en los míos. Por un momento, sentí cómo su desesperación me contagiaba en una corriente eléctrica que corrió por mi cuerpo en forma de escalofrío—. Sé lo mucho que te preocupa ese chico —No era la primera persona que lo decía en el día—. Sé también que el chico es débil y que intentará protegerla… —Las lágrimas en sus ojos comenzaban a escapar de nuevo—. ¿Acaso no tienes miedo?

¿Miedo?

   —¿No te da miedo no verles nunca más? —Un nuevo escalofrío me recorrió de pies a cabeza. No lo había pensado así, quizás porque aún no asumía que Aiden y Claire estaban en estos momentos en la guarida de algún cazador. Si es que no estaban muertos.

No lo asumía, de la misma forma que aún no asumía la manera en la que se habían llevado a Noah ¿Vería desaparecer a Aiden de la misma forma?

Recordé sus labios, su calidez, la extraña ternura que me produjo sentirlos cuando nos besamos la primera vez, la angustia que sentí la segunda. Sus ojos asustados antes de saltar de la camioneta, el momento en que saltó. Cómo me sentí, la forma en que grité, intentando que me escuchara, que volviera.

Saqué la maltrecha hoja, ese dibujo sin terminar y lo extendí frente a mí. Ahí estaba él. Una sonrisa involuntaria escapó de mis labios al recordar cómo dormía aquella vez.

Se me revolvió el estómago.

Creo que esto era miedo.

   —Creo que sí tengo miedo —dije, más para mí que para ella.

Me levanté y le extendí la mano.

   —Vamos —le dije. Ella me miró extrañada, sin muchas ganas de levantarse, así que  le tomé la mano con fuerza y la obligué a hacerlo—. Vamos a buscarles, es mejor que quedarnos aquí deprimiéndonos —Sus ojos se iluminaron y una pequeña sonrisa asomó en su rostro, alegrándolo por completo.

Sin soltarla de la mano, en parte para darme fuerzas, en parte para dárselas a ella, nos encaminamos hacia donde estaban las armas y tomamos algunas, ante la mirada atónica de Eden, Teo y todos los que se encontraban ahí. De sus bocas salió algo que no alcancé a oír porque estaba demasiado ensimismado dirigiéndome hacia la puerta.

Lo que estaba a punto de hacer era la locura más estúpida que jamás había hecho.

Creo que me contagié algo de la idiotez de Aiden.

Sólo espero que él esté bien. 

Notas finales:

OMFG Será que Ethan comienza a tener conciencia de su amor por Aiden? 


:3 Espero que les haya gustado. 



Como siempre, si les gusto, si no, críticas, un simple comentario o si quieren realizar alguna pregunta a alguno de los personajes (Cosa que se me hizo muy divertida en el cap anterior xD) Déjenlo todo en un lindo review :3 


Nos leemos el domingo! :D

Saludoos! nwn 



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