-Tu anuncio estaba muy feo, por eso nadie llama —Mello le recriminó mientras aventaba la mochila a una esquina de la habitación.
—No escuché ninguna sugerencia así que lastima, tu argumento es inválido —Matt esquivó la bota que le lanzó por pocos centímetros—. Además, encontrar un compañero lleva tiempo, no esperes que por tu linda cara vengan millones de personas a querer vivir contigo.
Mello refunfuñó un par de cosas más mientras se sentaba en el sillón—. ¿Cuánto tiempo más aguantaremos?
—Según mis magníficos cálculos, preveo que un mes más como máximo —Matt sonrió.
—Carajo, deja de gastar tanto en tus cosas.
—Sí, Mello, sí, mis cosas, los chocolates no cuestan nada —se alzó de hombros e iba a agregar algo más cuando su teléfono empezó a sonar.
—¿No vas a contestar? —Mello rodó los ojos al ver que no contestaba.
—Es que no lo conozco… —murmuró, levantándose los goggles para ver mejor el número. Después de unos segundos, contestó—. ¿Sí? Eh, sí, soy Matt… ¿¡Enserio!? Vaya, eso fue rápido… Claro, dame tu correo para enviarte la dirección.
Mello lo observó, suponiendo de qué iba todo aquello y sintiendo un ligero alivio de que no dejaría de comprar su delicioso chocolate que tanto necesitaba.
—¿No tienes correo? Bueno, entonces es… Calle St. Thomas, en la esquina con Queen Victoria Rd. Es un edificio café, parece más una casa pero son varios departamentos podrías tomar el… Oh, está bien, está bien, a las 4, ¿te parece bien? Bien.
—¿Estabas hablando con un estudiante o un profesor? —Mello miró con entretenimiento como Matt parecía más confundido que él en sus exámenes para cuando colgó.
—Tenía voz de joven pero personalidad de hombre amargado… —Matt se sentó en el sillón a su lado—. Dice que viene a las cuatro… ni siquiera se despidió.
—¿Vas a llorar? —Mello rio, ganándose la mirada de enojo de Matt—. Aunque un amargadito, quedará difícil con nosotros.
—Habrá que ver, oye, es una gran oportunidad, respondió muy rápido… Pues hay que preparar esto para que no se vea tan desacomodado.
[…]
A las cuatro en punto, el timbre del departamento sonó, sorprendiendo a los dos inquilinos por la puntualidad del recién llegado. Mello caminó hacia la puerta, esperando encontrar algún chico de apariencia desagradable y tendencias suicidas, se imaginaba que sería un “te odio” a primera vista.
—Veo que eres puntual… —la abrió, quedando sorprendido de ver a un chico de cabello completamente blanco y piel demasiado pálida, sus ojos, de un tono gris obscuro, le miraron fijamente.
—¿Mello, sí es? —La voz de Matt le obligó a salir de su minuciosa inspección.
—Ah sí, pasa —se movió de la puerta para dejarlo pasar.
—¿Cuál es la cantidad de renta que me corresponde? —Preguntó directamente, ni siquiera molestándose en saludar o presentarse.
—Doscientas cuarenta libras mensuales, sé que es un poco caro pero es un buen lugar —Matt sonrió, le sorprendía levemente su actitud pero fuera de eso, parecía alguien tranquilo—. Sí me sigues puedo mostrarte.
El recién llegado asintió antes de caminar detrás de él, depositando la mirada en Mello por unos segundos antes de seguir.
—Mi nombre es Mail y mi compañero es Mihael, pero nos conocen por Mello y Matt. —Dijo, mirándolo de reojo pero no recibiendo nada a cambio, por lo que optó en seguir—. Tiene dos habitaciones bastante amplias, sólo que usamos una como almacén de muchas cosas, aunque si quieres podríamos desocuparla para que la uses tú.
—La misma está bien, no dispongo de muchas cosas —contestó secamente mientras seguían caminando.
—Bien, tiene un baño completo… cocina integral, sala, comedor. Como puedes ver es muy amplio —sonrió nerviosamente, no sabiendo si todo valía el precio que decían.
—Lo tomaré —contestó con seguridad.
—¿¡D-De verdad!?¿No quisieras pensarlo antes?
—No, ¿existe algún inconveniente para mudarme lo antes posible? —aunque sus palabras tenían ese acento que encerraba una pregunta, el tono de voz era duro y frío.
—Pues —volteó a ver a Mello quien seguía con los ojos clavados en el chico—, no, ninguno. Sólo necesitamos los papeles para informar a los vecinos que alguien más vendrá a vivir aquí… Mañana los tendríamos, podríamos vernos a la misma hora para llenarlos.
Tras una ligera mueca de desaprobación, asintió, dando media vuelta para salir del lugar sin decir nada más.
—Mínimo podrías darnos tu nombre, ¿sabes? Vas a vivir con nosotros y no sabemos un carajo de ti —Mello abrió la boca por primera vez en todo el recorrido, haciendo que se detuviera.
—Near, llámenme Near —contestó, reanudando su andar y saliendo de la misma manera en la que había entrado.
—¿Near? ¿Qué carajo? —Mello miró con desprecio la puerta cerrada, deseando traer de las orejas a aquel tipo y darle su merecido por la actitud tan obstinada.
—Vaya que es muy singular… —Matt, al igual que el otro, se encontraba bastante atónito ante su actitud.
—¿De verdad tendré que aguantarlo?
—Pues ya se le dijo que sí, aunque podemos decirle que no y arriesgarnos a esperar otra llamada.
—Mejor olvídalo, la vida está llena de sacrificios.
[…]
A pesar de que Matt había dicho “tendremos”, refiriéndose a Mello y él, Mello se excusó de ir a visitar a los vecinos para recolectar firmas de consentimiento, diciendo que le habían debía de preparar un proyecto final, cosa que era mentira por dos razones, primero, no era semana de proyectos finales y segundo, Mello nunca “prepara” un proyecto, siempre lo hacía dos días antes de la fecha final de entrega.
Sin embargo, había aceptado hacerlo solo para evitar sus típicas escenas y porque, por alguna razón, estaba bastante sensible con respecto a los temas que involucraban a Near.
—Bien, sólo falta otro más… —Murmuró, viendo la hoja y la hora, tenía una hora aún para llegar a tiempo.
Caminó hasta al apartamento marcado con el número trece y tocó el timbre, preguntándose cómo sería ese vecino, siendo sinceros, ni él ni Mello se habían puesto a conocer a los demás del edificio y eso que llevaban dos años viviendo ahí.
La puerta se abrió, mostrando a un joven de cabello negro y muy desacomodado, vestía una playera simple de color negro y pantalones de mezclilla holgados, Matt lo hubiese tomado como alguien normal de no ser por el color carmesí de sus ojos—. H-Hola, soy Matt, del departamento 12… de aquí alado, de hecho. —Ni el mismo podía dar una explicación del por qué tartamudeaba o se sentía levemente nervioso ante esos ojos que se habían clavado en él y se negaban a dejar de observarlo.
—¿Matt? Interesante —su voz encajaba a la perfección con su apariencia, un tanto misteriosa y desequilibrada.
—Bueno, Mail… Sólo que me llaman normalmente así —se rascó levemente la cabeza mientras bajaba la mirada a la hoja—. Verás, mi compañero y yo compartiremos nuestro departamento con alguien más y debo de juntar el consentimiento de los vecinos más cercanos.
—Pasa, Mail, el pasillo no es lugar para hablar —Matt titubeó mientras veía alrededor. No era un tema serio así que se sentía inseguro para entrar, ¿la razón? Ni él la conocía—. ¿Tienes demasiado tiempo viviendo aquí? No recuerdo haber visto tu rostro antes y no tienes facciones que se puedan olvidar fácilmente.
—Ah… gracias, creo —se rascó la cabeza nuevamente—. Llevo dos años viviendo aquí solo que no salimos demasiado, entre la universidad, el trabajo y otras aficiones, no pasamos demasiado tiempo aquí… ¿No te molesta que compartamos, verdad? —optó por retomar el tema central, aquella persona era interesante pero inquietante.
—Claro que no —le sonrió de manera un tanto tétrica, en definitiva quería salir de ahí—. Mi nombre es Beyond, Beyond Birthday —le extendió la mano, clavando esos ojos rojos de nuevo en el nervioso chico que tenía delante.
—Mail Jeevas, un placer —correspondió el gesto—. Sólo hace falta la firma… prometo no molestarte más.
—No es ninguna molestia, Matt —la mano de Beyond, delgada y un tanto fría al taco se colocó sobre su hombro—. Déjame firmar esto.
Matt permaneció mirándolo mientras firmaba en la hoja de papel.
—Gracias, tengo que volver, un gusto —Matt prácticamente corrió a la puerta y salió.
—Hasta pronto, Mail Jeevas —Beyond sonrió, algo en ese chico había despertado su curiosidad y cuando ella despertaba, difícilmente dejaba de investigar.
—¿Y ahora a ti que te pasa? —Mello le preguntó cuándo entró al departamento.
—Mello, si pensabas que Near es extraño, debería de visitar al vecino de alado… Es todo un caso que no sé por qué me da tanta curiosidad y espero conocerle más.