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VOLVER A CREER; 1ra temporada por Haku1008

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaa!!!!!!!!

bueno, tarde... un poco u.u pero actu al fin n.n por cierto, tengo anuncios que hacerles, cambiare el nombre del fic, bueno, no realmente, tan sólo le agregare un "primera temporada" ya que me decidí a dividir la trama en dos temporadas :O no parte una y parte dos, sino primera y segunda temporada u.u ya ven que a la autora le da por desvariar y bueno, pero en fin, aun nos falta para terminar, así que no piensen que ya casi termina esta temporada, nooop, aun nos faltan cosas por ver, calculo unos 8 o 9 caps más (más o menos), se vienen cosas muy hermosas, por cierto n.n 

y también por cierto, hay dos finales que tengo en mente pero no sé por cual encaminarme, así que voten: 1 o 2 (?) no les voy a decir en que consisten (por evidente spoiler) para que puedan decidir, nada más tienen que elegir 1 o 2, me lo hacen saber en sus comentarios, por fa, o incluso sino quieren comentar tan sólo mandenme el número que escojan, luego no se quejen del que haya salido ganador ¿eh? como dicen el que caya otorga, y esta vez no es elección entre un final feliz y uno triste así que tampoco pueden elegir en base a eso :/ perdón.

Amm ¿qué más? la segunda temporada no tardara en salir luego de ésta, quiza deje pasar un tiempo intermedio de un mes o un poco más mmm todo depende de cómo se den las cosas. Ahora sí, al fic.

Cap17# Abecés sin querer

 

 

A pasado ya una semana desde que ocurrió todo el asunto de Yen, no ha vuelto a buscarme por eso de que me daría tiempo, supongo. Cada vez me siento peor, tantas ideas que cruzan en mi mente, todas contradictorias las unas con las otras, unas me dicen que aproveche esto y me vengue de todo el daño que me hizo, jugar con ella como en su momento lo hizo conmigo, pero otras me dicen que lo vuelva a intentar, que recupere esos días de felicidad en el que la amaba y darnos una segunda oportunidad, comprobar si ha cambiado y olvidar el pasado y la amargura que, desde que me dejó, me consume…

Detesto esto, tomo mi baso y doy un sorbo a mi bebida.

-¿tomando de nuevo?- dice el chico rubio a manera de regaño, yo suspiro y le miro, está parado frente a la puerta de la cocina y me mira con su rostro “enojado” me dan ganas de reírme pero me aguanto, es tan tierno cuando no se lo propone.

 

-sólo es una- miento, llevo ya rato bebiendo pero lo digo intentando justificarme a pesar de que, sé que no tengo que justificarme con él, pero últimamente se ha vuelto más… ¿cómo describirlo? Más… más…

 

-y después serán “sólo” dos y luego “sólo” tres y por último “sólo” la botella entera- dice reprendiéndome, se ha cruzado de brazos y yo, no sé a ciencia cierta si por el alcohol en mi sistema o por otra razón, no puedo más que sonreír pensando en lo lindo que luce así “molesto”, supongo que sí debe haber mucho alcohol en mi cerebro -¿¡de qué se ríe!?- y ahora se sonroja con lo cual luce incluso sexy

 

-nada, nada- respondo sin dejar de sonreír, bebo otro trago

 

-…- él aprieta los labios completamente frustrado por no haber logrado que lo dejara, se apresura entonces hasta mí y me arrebata la bebida -¡no lo haga más!- dice ahora con más determinación

 

-…- le miro, él me mira y no sé qué hay en su mirada, me incorporo y mi mano; casi actuando por sí sola; acaricia su mejilla con delicadeza, la piel es suave al tacto, siento con delicia como todo su cuerpo se estremece ante mi tacto

 

-¡¡…!!- el color rojo no tarda en inundar su rostro

 

-lindo, realmente lindo- susurro, ni siquiera me preocupa la distancia que acabo de romper, ni el espacio que acabo de invadir ¿qué me pasa? No lo sé y no me importa, dejo que mis impulsos me guíen, mi pulgar se desliza por sus labios, rozándolos y éstos se entreabren a mi paso -¿qué pasa, Fye?- susurro chocando nuestros alientos, el mío alcohólico y el suyo… el suyo perfectamente irresistible, me mira y de nuevo no sé qué es aquello que hay en sus ojos, suspira abandonado, yo le sonrió y antes de que mis impulsos me ordenen profanar sus labios me alejo rumbo a la sala, sin más, tomo mis llaves y me dispongo a salir de la casa, pero su voz me detiene, me vuelvo y notó que me mira preocupado…

 

-ya no se vaya- pide casi suplicante

 

 

-…- le miro ¿qué no puede ver que me hundo? ¿no puede entender cómo mi mente me consume? No quiero estar en aquella casa, no quiero pensar en ella, no quiero volver al pasado ni esperar por el futuro, tan sólo quiero huir, huir, olvidarme de todo, olvidar sus caricias, olvidar sus palabras, olvidar los besos, olvidar las heridas, olvidar su aroma, olvidarme de su traición, olvidar que la ame, olvidar que la odio, olvidar mi estúpida debilidad… pero él está ahí, con mirada suplicante, intentando protegerme, hm, pequeño torpe, no se da cuenta de que las cosas deberían ser completamente al revés, yo soy mayor y él es tan puro e inocente, yo debería ser quien le protegiera, pero ni siquiera sirvo para ello, supongo, al menos, no ahora –volveré pronto, lo prometo

 

-…- su mirada baja pero la levanta casi al instante intentando decirme algo pero es tarde, no le doy tiempo y me alejo…

Salgo de la casa y subo al auto, arranco y emprendo rumbo indefinido, siento amargura y un dolor intenso en el pecho, Yen no tenía por qué haber vuelto a mi vida…. No tenía, pero ahí estaba, regresando a mí.

 

–el amor no existe- me repito –el amor no existe… yo no creo más en el amor

 

 

oOoOoOoOoOoOoOoOo

 

Suspira preocupado, mira la hora en el reloj digital, ya es muy tarde, pasa de la una de la madrugada y no hay rastro de él ¿dónde está? Preocupado baja las escaleras y va a mirar por la ventana que da a la calle… nada, su corazón se oprime, va por el teléfono y vuelve a intentar llamar al pelinegro… nada, suena apagado, sus ojos se humedecen ¿y si le pasó algo? ¿qué debe hacer? Tiene la necesidad de salir a buscarlo pero ¿a dónde? Ni siquiera conoce bien la ciudad… se mueve de aquí para haya preocupado, rogando a los cielos porque nada malo le hubiera sucedido al moreno, no puede evitar pensar en que había tomado demasiado antes de salir de casa y el hecho de que se hubiera ido conduciendo no le dejaba nada tranquilo, ¿¡y si chocó!? No, no quiere ni imaginarlo, la sola idea de que le haya ocurrido algo grave le atormenta de sobremanera.

 

-piensa, piensa… ¿qué debo hacer?- siente ganas de llorar pero se contiene, no puede ponerse a llorar ahora cuando Kurogane podría estar en peligro, tiene que hacer algo, algo, algo, la idea llega de pronto a su cabeza como un flechazo “¡un directorio!”. Comienza a buscar en los cajones de la sala, luego va a los de la cocina y sube las escaleras corriendo rumbo al cuarto, comienza a rebuscar entre las cosas del pelinegro, saca algunas de sus ropas mientras busca desesperado alguna agenda en donde pudiese encontrar el número de alguien que pudiese ayudarle, talvez el de la policía del lugar, él no conocía el número de emergencias ni nada por el estilo… entre su desesperada búsqueda una cajita negra cae por accidente -…

La observa durante unos segundos, sus manos van hacía ella. Se ha abierto por la caída y él puede apreciar el contenido: un hermoso anillo con una piedra en el medio aún más preciosa, tanto que no se atreve a calcular su valor, le parecía algo extremo como para ser usado para simplemente adornar un dedo, al menos eso piensa, en sí ya le era algo irracional gastar tanto en un adorno para un dedo, a menos que ese anillo se trate de otra cosa… curioso saca el anillo, el aro es pequeño, demasiado, nunca cabria en los dedos de Kurogane, entonces ¿por qué lo tiene?...

Recuerda su objetivo principal y se guarda el anillo en uno de sus bolsillos y continua rebuscando, casi sonríe al encontrar una libretita negra pero la preocupación se lo impide, la abre encontrando dentro varios números telefónicos, cuando logra localizar el de los padres de Kurogane respira un poco más aliviado, no sabe si podrán ayudarle desde tan lejos pero seguramente ellos sabrían decirle que debía hacer, o al menos eso esperaba.

Se apresuró a bajar las escaleras hasta la sala y marcar el número, le contestó la voz adormilada del padre de Kurogane, el rubio se apresuró a contarle lo que estaba pasando, al notar la preocupación en la voz de Fye el padre de Kuro también se preocupó, le dijo al rubio que se tranquilizara, también le dijo que llamaría al primo de Kuro que se encontraba en aquella ciudad por asuntos de trabajo, que le diría que fuera a con él y que lo esperara en la casa, que él (el primo de Kuro) se encargaría de todo y le ayudaría a buscar al moreno, luego de ello colgaron. Fye esperó impaciente a que el primo de Kuro, llegara, por suerte éste no tardó en llegar.

 

-hola- le saludo entrando en la casa luego de que el rubio le abriera la puerta, observó de reojo a Fye mientras andaba con total familiaridad por la casa, no era la primera vez que visitaba a Kurogane, incluso en aquella última ocasión que le visitó llegó a conocer a la prometida de su primo, claro que aquello ahora no tenía importancia, lo que le preocupaba era Kurogane ¿dónde demonios se habría metido? –mi tío me explicó todo ¿dónde está el teléfono?

 

-por aquí- Fye le dio el teléfono inalámbrico que tenían en la sala.

Seishirou, el primo de Kuro al que el rubio había conocido en aquella fiesta de año nuevo, comenzó a marcar algunos números de hospitales y delegaciones, Fye observaba mientras se movía de un lado a otro, incapaz de tranquilizarse ni un poco, observaba impresionado la calma que Seishirou mostraba, en esos casos la calma es muy útil, te permite pensar con claridad, pensó, se sintió completamente impotente ante la situación, tenía unas inmensas ganas de llorar pero bien sabía que eso no le traería noticias sobre Kurogane, así que se contuvo cómo pudo.

 

-sí, de acuerdo, yo espero

 

-¿qué pasó?- preguntó Fye preocupado, ya eran las 02:42 de la madrugada

 

-parece que tiene detenido a alguien con sus características- explicó Seishirou

 

-¿¡qué!? ¿¡detenido!? ¿¡mató a alguien!?- preguntó horrorizado

 

-… no- le miró extrañado –cuando conduces ebrio también te detienen o por alterar el orden

 

-oh… ¿¡y va a quedarse muchos años!?- preguntó asustado

 

-¿¿…?? Ah, no conoces mucho de estas cosas ¿cierto?- dijo entre divertido y enternecido ¿de dónde habría sacado su primo a alguien tan inocente? No creería que hubiera alguien así de puro de no ser porque él mismo conocía a alguien así, su Subaru era igual de ingenuo, sonrió levemente al recordarlo -¿sí?- volvió al teléfono –sí… de acuerdo, muchas gracias- colgó

 

-…- Fye le miró impaciente

 

-sí, es él, hay que ir a sacarlo

 

-sí, vamos- dijo impaciente, el rubio iba a salir pero el primo de Kuro le detuvo -¿eh?

 

-está bien, tranquilo- le dijo –primero trae tu abrigo y tus zapatos

 

-eh- entonces el rubio reparó en que estaba en pijama y pantunflas -¡no tardo!- corrió a ponerse sus tenis y a por una chamarra y se apresuró a bajar de vuelta con Seishirou mientras éste pedía un taxi. El taxi no tardó demasiado en llegar, bueno, para el rubio que estaba impaciente le pareció eterno el tiempo que esperaron, incluso había salido a esperarlo fuera de la casa sin importar el frio para no retrasar más el asunto y subir apenas llegara.

Seishirou le indicó al conductor a dónde quería que lo llevase; él no conocía la ciudad pues apenas había llegado esa misma mañana por asuntos de trabajo, e incluso tenía planeado volver mañana (o ese día más bien ya que ya era de mañana técnicamente) de regreso a su casa, pero con la situación actual sería mejor posponer las cosas.

 

-no sabía que ya vivieran juntos- mencionó el mayor para romper aquella atmosfera de silencio

 

-¿eh?- Fye le miró confundido

 

-sí, tú y Kurogane, su relación va muy bien por lo que veo

 

-…- el rubio bajo la mirada, ahora recordaba que para la familia de Kurogane él era su novio… ojala fuera así

 

-¿qué pasó? ¿tuvieron una pelea?- preguntó preocupado, y es que básicamente él y Kurogane se habían criado juntos y sabía que su testarudo primo no era la clase de persona que se largaría a tomar dejando a su novio preocupado en casa de manera desconsiderada, además de que no tomaría de manera irresponsable a menos que algo le hubiese pasado y esa expresión en el rostro de Fye se lo había corroborado.

 

-…- Fye le miró, quería contarle todo, quería que ayudara a Kurogane pero… sería cómo traicionar al moreno, no, no podía contarle –algo así…- murmuró

 

-hm, no te preocupes- le acarició la mejilla –esas cosas pasan, pero veras que todo mejorara, tú le has hecho mucho bien a Kurogane, no sé si él te haya contado de su antigua relación. Él la amo mucho, demasiado, pero ella lo dejo, Kurogane estuvo muy mal durante mucho tiempo, inclusive se distancio de nosotros, su familia- comentó con una mueca, recordar a Kuro tan devastado no era agradable

 

-…

 

-pero ¿sabes? Tú le has cambiado de nuevo, has curado sus heridas, ha vuelto a reunirse con nosotros y le eh visto sonreír de nuevo y todo eso es gracias a ti, eres, cómo decirlo, como dice esa canción, “su curita”

 

 

 

-…- al rubio se le encogió el corazón, como le gustaría que fuese cierto, como le gustaría en verdad poder ser la cura para el moreno –esa mujer…- susurró –la que me cuentas… ¿s-su nombre es Y-Yen?

 

-… sí

 

Fye sintió un apretón en el corazón, ahora lo entendía todo mejor, era ella, ella… por eso el moreno estaba como estaba. Sus manos se apretaron y su mirada se nublo… ¿tendría de verdad una oportunidad él frente a alguien que significo todo para Kurogane como lo fue ella?

 

Una vez que llegaron a su destino Seishirou se encargó de todo y los tramites fueron algo lentos a causa de la hora, pero finalmente el rubio pudo ver salir a Kurogane, ileso, algo desalineado pero a salvo.

-¡¡…!!- sus ojos se humedecieron mientras corría hasta él para abrazarse a su cuerpo, tomando al más alto por sorpresa

 

-¿Fye?

 

-…- comenzó a sollozar ocultando su rostro en el pecho del mayor, mientras experimentaba alivió, miedo y molestia al mismo tiempo, quería gritarle tantas cosas, tantas que, al final, no pudo salir ninguna.

 

-…- el moreno le abrazó también, intentando consolarle, miró a su primo ¿qué hacía Seishirou ahí? Éste le saludo desde su lugar con un simple movimiento de mano y un mudo “hola”, no quería interrumpir la escena, Kuro regresó su atención al chico rubio que lloraba desconsolado entre sus brazos –perdóname- le susurró acariciando sus rubios cabellos con ternura –perdóname- repitió, aspiró el aroma de su cabello y depositó un dulce beso  sobre su cabeza -no volverá a pasar

 

-… prométalo- pidió con voz quebrada aún oculto en su pecho, intentando contener su llanto, cosa que le resultaba imposible en esos momentos

 

-…- tomó su rostro entre sus manos, apartándolo de él y logrando que sus ojos se encontraran… sintió una dolorosa sensación al verle llorar por él –te lo prometo

 

 

 


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