Cap4# Tratos y costumbres
Regrese bastante tarde, tuve algunos problemas con un trabajo que la… de mi jefa me hizo repetir ¡uff!
Entre a la casa, escuchaba levemente el ruido de la televisión de la sala, cuando llegue me encontré con el rubio dormido en el sillón, automáticamente las imágenes de su cuerpo desnudo vinieron a mi mente, lo fina de su piel, las gotas de agua resbalando por ella, su sutil figura ¡¡…!! Moví la cabeza de un lado a otro ¿qué rayos me pasaba?
Me dirigí a la cocina, la mesa estaba preparada para dos personas y la comida estaba en el frigo ya lista, sólo se tenía que calentar, caí en la cuenta de que la cena ahora si corría a cargo del mocoso, era “arroz blanco”, tenía una consistencia algo aguada (casi sopa) pero en ese momento comería lo que fuera, además debo agregar que a pesar de su deplorable aspecto huele bastante bien, pero sobre todo, tiene un no sé qué hogareño, hace tanto tiempo que no tenía una comida casera…
Flash Back
-ta-tan!! Espero que te guste- dijo la chica que por tanto tiempo quiso, mientras colocaba un plato con pescado perfectamente elaborado como una gran experta
-todo lo que tú haces es delicioso, Yen, estoy seguro que me encantara- el moreno tomó la sutil y bien formada figura de la chica para proseguir a besarse, primero lento y luego son pasión
-te amo
-y yo a ti, Kurogane
End flash back
…
…
¿eh? ¿por qué rayos pienso eso? Me reprimí a mí mismo por aquellos pensamientos, yo pensando en tonterías, me moleste en gran medida pero el sonido de mi estómago me recordó lo mucho que quería comer, aunque fuese el experimento fallido de un mocoso, calenté la comida y me serví, al probar el arroz (que tuvo que ser con una cuchara) supe que no estaba tan mal o tal vez era el hambre que sentía
-me hubiera despertado- me dijo el mocoso entrando algo adormilado
-supuse que estarías cansado al haber aseado toda la casa
-lo notó- sonrió emocionado aunque aún adormilado
-el olor fresco del detergente llagó a mí en cuanto entre- le explique sin prestarle mucha atención pues seguía comiendo –por cierto ¿por qué no has comido?
-no me gusta comer solo, por eso lo estaba esperando
-en mi trabajo mis horarios abecés son así, por lo que no deberías esperarme
-ya lo dije, no me gusta comer solo, así que lo esperare
-entonces ¿qué esperas?
-no tengo hambre
-haya tú
-… ¿l-le gustó?- preguntó bajito
-no está del todo mal
-^^ por cierto- se sentó frente a mí –necesita algunos víveres y además quería algunas revistas de comida
-¿eh?- le mire
-su libro tiene recetas muy buenas, pero son muy complicadas- dijo nerviosamente y también avergonzado, recordé el libro de recetas, ese libro era lo único que me había quedado de ella, lo único que Yen dejo…
-está bien, por qué no vas al súper mañana- le sugerí
-etto… yo… no sé dónde es
-¿¿…?? ¿pues desde dónde escapaste?- me sorprendió el hecho de que no conociera la ciudad
-…- bajo la mirada en señal de que no quería hablar de aquello supongo, además sería menos problema para mí el no saber ¿cierto?
-pasado mañana es mi día libre, podemos ir entonces
-mmm- hizo una leve mueca –me gustaría ir mañana
-entonces toma un taxi y ve tú solo- le pase el dinero que creí sería suficiente
-am, no me gustaría ir solo- dijo casi suplicante
-entonces será pasado mañana
-podríamos ir después de su trabajo
-como vez no suelo salir muy temprano
-entonces en la hora de su comida
-¿bromeas? Apenas sí puedo comer algo, mucho menos tengo tiempo para ir hasta el súper
-pero…
-… pero nada- me levante dando la conversación por terminada y me dirigí a la sala para ver un poco de televisión, sólo un poco más y recibiría mis vacaciones, claro, si a una semana se le puede llevar “vacaciones”…
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Sus ojos se abrieron al escuchar al ruidoso aparatito, Kurogane al lado suyo se levantó casi de inmediato, él se quedó en la cama por un ratito más, luego recordó que tenía que hacer el café para el pelinegro, se levantó y fue a la cocina con la pijama que el mayor le había comprado, claro, Kurogane dijo que le sería descontado de su salario pero, a Fye le gustaba más pensar en que el mayor la había comprado para él y de hecho hasta no pagarla era así.
El rubio preparo el café, no podía creer aún que a Kurogane le gustase amargo, ¡dua!, de pronto el moreno apareció con el pelo húmedo
-prepare su café- dijo el rubio con una sonrisa
-si, gracias, lo tomare por el camino- Kurogane tomó su tasa y salió de prisa
-… no se despidió de mí- susurró como una nota mental, quería acostumbrarse a las costumbres de ese hombre, sonrió y se dispuso a realizar sus quehaceres.
El día se le había transcurrido realmente rápido, sonrió al ver la casa tan limpia gracias a su esfuerzo, sí tan sólo la comida se le hiciera así, que con un poco de esfuerzo extra los platillos le quedaran a la perfección, o por lo menos con un buen aspecto.
-y yo que me queje de él- recordó cuando el dueño de la casa le preparo de comer la primera vez que estuvo ahí, sonrió y comenzó a guardar su comida en algunos recipientes para preparar con ellos una canasta con comida, esperaba que a su “jefe” le gustara la sorpresa.
Con algo de entusiasmo tomó la canasta y salió de la casa en busca de algún taxi.
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Me encontraba concentrado en algunos documentos cuando escuche tocar la puerta.
-adelante- dije simplemente
La persona del otro lado entró, me sorprendió ver al chico rubio entrar con una canasta en sus manos y las mejillas sonrojadas.
-¿qué haces aquí?- pregunte confundido
-yo… vera- se acercó a mi escritorio y colocó la canasta sobre éste –l-le traje el almuerzo- dijo aún un poco sonrojado
-¿¿eh??
-mhm, ayer dijo que no podía alimentarse debidamente, por eso…- no me sostuvo la mirada al decirme esto, lo mire por unos segundos y luego solté un suspiro
-hay algo detrás ¿cierto?- sentencie
-¿¿eh?? No- dijo levemente nervioso, mala señal
-¿qué paso? ¿quemaste la cocina? ¿¡toda la casa!? ¡Por dios dime que mi casa está a salvo!- dije totalmente alterado
-n-no, no es eso, su casa está bien
-uff, que alivio
-si… en realidad yo…
-… ¡¡aja!!- solté de pronto
-¿¿eh??... ¿qué?
-si hay algo detrás, ¡lo sabía! Anda déjate de rodeos y habla claro
-vine para, después, ir a, al súper- termino con un hilo de voz
-testarudo- dije molesto entre dientes, ya le había dicho que no
-…- entonces me miró directo a los ojos, esos ojos… los mismos ojos… y ese fue mi punto detonante…