Sin quererlo me encontraba en medio de la oscuridad, estaba recostado en una superficie algo incómoda. Traté de mover mis brazos y los sentía muy pesados lo mismo paso con mis piernas, me dolía demasiado mi espalda baja; giré mi vista a la derecha y empecé a distinguir dos manchas color carmín viéndome fijamente y en mi mano sentí como la acariciaban, sólo con este gesto me sentí tranquilo. Sin previo aviso una luz me segó.
Al abrir mis ojos noté que por una ventana entraba los primeros rayos de sol, intente mover mis brazos y sentí como algo estaba arriba de mi mano derecha, al bajar la vista noté una cabeza la moví y se despertó esa persona. Cuando me miro a los ojos eran de la misma tonalidad que las manchas anteriores, sin quererlo me hipnotizaba su mirada. Tenía el cabello largo azabache algo despeinado pero se veía bien, sus rasgos finos era como si los mismos ángeles hubieran esculpido su rostro, y su sonrisa era sarcástica pero a la vez impregnada de una confianza y tranquilidad que hace mucho no sentía después de la muerte de mis padres.
-Hola, por fin despiertas- dijo él, su voz me sonaba familiar sentía que la había escuchado antes pero no recordaba en dónde. Su voz era seductora.
-Quien eres? - Dije con desconfianza- en dónde estoy?- Empecé a alterarme y de pronto una lluvia de imágenes llegaron a mi cabeza, recordé a los tres pandilleros y como uno de ellos me violaba. Él al percatarse de que me estaba alterando decidió abrazarme fuertemente en ese momento sentí tranquilidad y mis dudas se fueron de una forma que no sentía desde hace demasiado tiempo. Sin querer me aferre a él escondí mi rostro en su cuello y su aroma era exquisito.
-Tranquilo, ahora estas a salvo- dijo con voz suave - Estás en el hospital Saint Thomas, te traje aquí un señor mayor me dijo que aquí estaba tu doctor
-Tanaka- San? - como sé había enterado? Me estaría buscando?
-Es tú abuelo no?
-No, es mi mayordomo
-Déjame decirte que...
-Joven Ciel, que bueno que esta consiente- era Bard el cocinero- joven-dirigiéndose al desconocido- si quiere ya puede retirarse. Tengo que hablar con el joven
-Oh sí, claro. Que te recuperes pronto Ciel
-Para ti soy el joven Phantomhive, no permito a desconocidos que me llamen por mi nombre- dije con arrogancia. Que se creía?
-Así tratas a los que se preocupan por ti? -dijo sonriendo de forma sarcástica
-Nadie te pidió tu ayuda, sabes? - dije con sorna.
-Ja, eso me ganó por andar defendiendo a chicos soberbios y orgullos como tú- ahora tanto su voz como mirada se tornaron serios y fríos
-Pues nadie te detiene para irte, la puerta es demasiado ancha para que puedas salir- yo también tomé esa actitud, nadie podía hablarle así a Ciel Phantomhive y menos una completo desconocido
-Bien me voy, pero no sin antes decirte esto. Yo no tengo la culpa de que te haya pasado esto tan terrible pero eso no te da derecho a tratar a los demás como basura, tienes a una familia que te adora y se preocupa por ti y también tienes una buena posición. Qué más quieres? Yo en tu lugar me sentiría la persona más afortunada del mundo entero
-No sabes lo que dices- dije con un nudo en las garganta
-Claro que lo sé
-NO, NO SABES NADA, SOLO HABLAS A LO ESTÚPIDO. NO ME CONOCES NO PUEDES OPINAR SOBRE MI VIDA, NI MUCHO MENOS MI ACTITUD!!!- había llegado a mi límite ese imbécil- ASI QUE TE PIDO DE LA MANERA MAS ATENTA QUE TE LARGUES DE AQUÍ AHORA MISO, IMBÉCIL!!! Y APRESURATE QUE SI NO LLAMÓ A LOS DE SEGURIDAD
-Pues me voy señor orgulloso- fue lo último que dijo
-joven Ciel, no debió de tratarlo así-dijo Bard con una mirada llena de reproche
-Quien se cree ese imbécil- Realmente no sabía porque me había comportado a así. A veces pensaba que era bipolar
-El joven Michaelis se quedó al cuidado de usted por tres días
-QUÉ????-no podía ser estuve inconsciente por tres días, imposible
-Si, le pedíamos que se fuera y hasta vivieron sus amigos por el pero él se negaba a alejarse de sus lado.
No lo podía creer estuvo conmigo por tanto tiempo. Pero porque?
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