Veneno
Enamorado de un demonio. Valla fantasía. Aquí en la nobleza se escuchaban sutiles rumores de un demonio que andaba de mansión en mansión, de castillo en castillo, de lecho en lecho. Se decía que un hombre en sus veintes, de piel clara, cabello ébano e hipnotizantes ojos rojos acechaba a la nobleza… claro que la nobleza no se resistía. Este demonio era un caballero andante, era un príncipe de cuento, era el hombre soñado.
Era de esperarse que yo no prestara atención, mi papel en esos círculos eran más sutiles, mi presencia en esos eventos tenían un propósito. A mis trece años yo había obtenido el título de Conde… Conde Phantomhive. A mis ‘cortos’ trece años yo ya sabía más del mundo que esos aristócratas de la nobleza, yo tenía experiencia, tenía ingenio, tenía cerebro.
Por desgracia, mi cerebro no funcionó en aquella ocasión.
Me lo advirtieron
que no eras bueno,
que eras un hombre de piedra
para amar
Se lo atribuyo a las hormonas propias de la edad. Fue tan solo un instante. Mientras investigaba un caso que la Reyna me había encomendado, mientras sacaba información de la boca del sospechoso bajo una perfecta coartada… mientras hacía mi trabajo… una mirada robó mi atención. Una mirada escarlata me había atrapado.
El dueño de la intensa mirada… se paso entre la gente, se acercó a mí, me alejó de mi sospechoso, me llevó a un lugar más privado. Me llevó al jardín de la mansión en la que estábamos reunidos a conmemoración del vigésimo quinto aniversario de una compañía de té perteneciente a un allegado a la Reyna… nos detuvimos cerca de una fuente exuberante.
Me lo advirtieron que no eras bueno
que tu alma era tan fría como hielo,
que tu corazón esta echo de hierro
que eras un hombre de piedra para amar
Me arrancó una conversación, me arrancó un par de sonrisas, me provocó un extraño sentimiento… después de la catástrofe que me obligó a hacerme cargo del apellido Phantomhive no había tenido tiempo de sentir. Pero ese hombre, se hizo cargo de mi tristeza, de mi determinación… del odio que me mantenía con vida… hasta ese preciso momento.
Me atrapó por completo. No hay necesidad de explicar a detalle, no vale la pena. Lo relevante es que ese hombre se ganó mi total… interés. No puso excusa al enterarse de mi edad. No indagó detrás de mi nombramiento de ‘conde’. No preguntó por las razones que dejé atrás mi infancia y adolescencia para convertirme en adulto.
Tampoco me acusó de ‘niño que juega a ser grande’.
me lo advirtieron que eras veneno
que fingías ser un ángel el más tierno,
pero dentro de tu ser, eras malo y eras cruel
y aun sabiendo todo eso te llegue a querer
No voy a negarlo… no quiero admitirlo pero, creo que quien quiera que haya leído esto ya lo intuye. El amor me atacó con todo. Después de esa charla le siguieron muchas otras, su forma de ser, su mera presencia me volvía loco, me sacaba de mi mundo de odio y resentimiento… me hizo sentir vivo de nuevo.
Sucedió lo inevitable. Sucedió lo que debía pasar. Sucedió y no me arrepiento.
Le entregué todo de mí. Di el paso que me introduciría de lleno al mundo de los adultos, mi experiencia ya lo abarcaba todo. Sus manos, su boca, su cuerpo… todo fue una grata experiencia. Me sentí tan desbordante del sentimiento llamado amor que, estuve a punto de renunciar a lo que me salvó de la muerte una vez.
Si yo sabía que entre tus labios había veneno y que de espinas
era tu cuerpo por qué me fui enamorando así de ti
si yo sabía porque razón te entregue mi vida
sabiendo que era una vil mentira
cuando decías que me querías, si me advirtieron
que dirías ¿Por qué aun te di mi amor?
Claro que la experiencia no estaría completa si… si no me rompían el corazón. Los rumores que había escuchado, jamás los relacioné con él, jamás creí que el demonio sería él.
A causa de otro trabajo encomendado por la Reyna, asistí, esta vez, a un baile de gala. El sospechoso, era uno de los invitados de honor, se supone que me acercaría a él con el pretexto de ofrecerle un trato entre mi empresa de juguetes y su empresa de ensambles, todo iba bien. Junté las pistas y obtuve algunos indicios de su parte. Cuando él pareció dudar de mis palabras, le distraje con otro tema de conversación.
Alguien más se nos unió, un conocido de él, quien vino con el clásico cuento del demonio. Antes de poder excusarme de tan banal charla, el nombre que dijo me clavó al suelo. “Sebastian Michaelis… el demonio entre la nobleza.”
me lo advirtieron que eras veneno
que fingías ser un ángel el más tierno
pero dentro de tu ser eres malo y eres cruel
y aun sabiendo todo eso te llegue a querer...
Sin ganas, escuché que ese demonio atacaba dos noches por semana, que ese demonio ya tenía a sus presas listas… que nunca faltaba. Intervine diciendo que si ese sistema de caza seguía vigente en las fechas presentes. Hice lo posible por no estallar. Él jamás paró de visitar otros lechos durante el tiempo que estuvimos juntos. Mi mundo se paró cuando Sebastian, mi Sebastian, entró por la puerta principal acompañado de una dama “Ella es con quien más tiempo pasa” dijeron. “El demonio sigue buscando almas para devorar… miren cómo observa a la hija del anfitrión” seguían diciendo.
Me excusé con mis ‘compañeros’, salí del baile lo más rápido que pude. ¿Cómo fui capaz de caer en el absurdo juego del amor?… ¿Cómo fui a dejar mi guardia baja?… ¿Cómo permití que alguien entrara a mi corazón de papel?… ¿Cómo fui tan iluso de permitirme creer… que podría ser feliz?
Si yo sabía que entre tus labios había veneno y que de espinas
era tu cuerpo por qué me fui enamorando así de ti
si yo sabía porque razón te entregue mi vida
sabiendo que era una vil mentira
cuando decías que me querías, si me advirtieron
que dirías ¿Por qué aun te di mi amor?
Simplemente imperdonable… simplemente, fui el perdedor en un juego de niños. Me negué a recibirte en mi mansión. Me negué a concretar citas contigo. Me abstuve de asistir a esos eventos aristocráticos que tú tanto frecuentas. Me obligué a olvidarte.
No sé si parezca infantil mi comportamiento… no lo sé ni me interesa. Sólo sé que nunca fuiste mío así como yo fui tuyo. Me siento avergonzado de haber olvidado mi camino con tal de escuchar algunas palabras de tu boca… eres el demonio que me hizo amar.
Te evito a toda costa, simplemente no quiero escuchar tus mentiras. Tus explicaciones parecen tan falsas… no te creo.
Sólo quiero sacar de mí ese veneno ponzoñoso llamado amor.
No seré nadie más que Ciel Phantomhive, el Conde, el Empresario, el perro de la Reyna… el muchacho que jugó con fuego y terminó quemándose.
Fin.