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El cielo está en tus ojos por Zeny

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Notas del capitulo:

Advertencias: Lemon shota

El cielo está en tus ojos

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Capítulo XXI

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El agua se escurría por el tragante, caía desde la ducha y se desplazaba como una suave cascada por su piel fuerte y canela; despertaba un apetito que nunca pensó tener por la piel o la fuerza en los músculos de otra persona. Pensaba que esa clase de deseo ciego e irracional solo existía por el poder, pero ahora – tras conocerlo, tras ahogarse en ese azul milagroso que funda mil sonrisas – lo había experimentado y una parte de sí estaba muy segura de que era solo el comienzo.

La desdicha, la oscuridad de los días pasados y las noches en vela llenas de pesadillas a ojos abiertos parecían desvanecerse a una lejanía incontable; si les daba las espalda y enfocaba su mirada en aquella sonrisa enmarcada por curiosas marcas de zorro, podía hacer como si nunca hubieran existido.

Era como si fuera él mismo y a la vez una persona completamente diferente.

Se dejó llevar por los besos sobre su piel húmeda, por las manos que ansiosamente trazaban el mapa de su cuerpo de arriba abajo. Era un tipo de codicia de la que disfrutaba ser objeto como nunca antes. Naruto era su primera vez en demasiadas cosas.

Y ya no había vuelta atrás.

Respiraba cuando no podía aguantar el aire por mucho más, y sus jadeos se ahogaban en el golpeteo del agua de la ducha, o en aquella boca. Naruto no había emitido una palabra desde que habían salido de la cocina, y hacía mucho que se habían limpiado. El agua y el jabón no eran más que una dulce excusa para tocarse el uno al otro.

Para que Naruto le tocara y…

“Mucho más.”

Cumpliera, al menos, una de aquellas promesas hechas en el silencio.

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Sasuke nunca antes había visto el miembro de otro hombre, a excepción de los diagramas e imágenes de aquel condenado libro que no valía la pena mencionar ni contaba como ejemplo. Ni siquiera en la rara ocasión cuando Kakashi se había apiadado de las miradas miserables de los genin de su equipo y los había llevado a las aguas termales Sasuke había visto las partes íntimas de alguien más. Sus padres le enseñaron lo que era el decoro, el respeto al espacio personal de las personas y que la discreción era una virtud.

Cuando Naruto tomó sus manos y, con sus ojos azules clavados en los suyos las bajó hacia donde estaba su miembro erguido y duro lo primero que sintió fue extrañeza. Luego fue como si el calor que emanaba de aquella piel firme y suave a la vez trepara por sus manos y sus brazos hasta expandirse por todo su cuerpo como un escalofrío agradable y vibrante. Sintió su propia excitación aumentar, y aunque no podía notarlo muy bien por la temperatura del agua de la ducha, su rostro debía arder. Todo  era más calor, con cada toque y cada mirada: se expandió en su pecho como una explosión, y la impresión le hizo olvidar que debía respirar para no ahogarse con todo lo que estaba pasando.

Le envolvió en una toalla con tanto cuidado que Sasuke se hubiera quejado si no fuera por la mirada reverente de aquellos ojos. Contenían un brillo que le hacía perderlo todo: el habla, el aire y los sonidos. Era como si solo existieran esos ojos, y desde cuándo, se preguntó: ¿desde cuándo aquellos ojos se habían vuelto una parte tan fundamental de su vida? ¿Desde cuándo esa mirada que era solo para él era todo lo que necesitaba para olvidarse de su linaje, de sus metas y sus ambiciones?

¿Desde cuándo?

¿Qué era aquel calor que le inundaba, como si penetrara cada una de sus células? ¿Qué eran esos escalofríos, esos tremores que le hacían cerrar los ojos y tratar de recordar que debía respirar si no quería que su pecho explotara?

Fue una mezcla de desesperación y ansia lo que le hizo agarrar su cuello con ambas manos y arrastrarlo consigo a la cama para que sus labios volvieran a encontrarse, chocando como dos puños, como dos puntos de la creación enfocados en hacer florecer el más exquisito de los fuegos.

Tuvo un fugaz, muy fugaz pensamiento de que si muriera en ese momento no lo lamentaría.

La idea desapareció al instante.

_ Naruto…

Tenía que decir su nombre, llamarlo. Era una necesidad apremiante, vergonzosa.

_ Shhh. – No sabía por qué le había llamado, pero él pareció entender. Se había quitado la venda del cuello para bañarse y ahora los sellos en su cuerpo estaban al descubierto: marcas negras en su pálida piel, malditas y anormales, un caos de poder ordenado en líneas de tinta imborrables.

Naruto mordió ahí, con lentitud hasta que la presión de sus dientes fue tan fuerte que Sasuke emitió un quejido.

_ Ghh…

¿Acaso quería eliminarlos con sus dientes, su boca y su lengua? ¿El resentimiento en esas mordidas era hacia Sasuke o hacia sí mismo? Tenía tantas preguntas y ninguna a la vez, no era capaz de contenerlas en su mente por demasiado tiempo. Sin pensarlo le hizo espacio en su cuello, ladeó la cabeza, sus mejillas ardientes, y el calor se extendía por todos lados hasta su pecho. Como si se asfixiara.

_ Haz eso que hiciste hoy. – El susurro ronco en su oído le sorprendió. – Con tu pie.

Obedeció sin peros; su voz envió una corriente directo a su miembro y su pierna tembló un poco cuando se alzó ligeramente en el espacio entre sus cuerpos. Naruto tenía una rodilla a cada uno de sus costados: lo acorralaba con su cuerpo, su calor, su sobrecogedora presencia.

Lo mismo que antes, lo mismo que cuando habían estado en la habitación del hospital, en la cama metálica que ocupaba Sasuke. Sin embargo, ahora era diferente. No había riesgo de interrupción, la tensión de haber estado en peligro se había disipado y,  sobre todo, ambos estaban desnudos, más sensibles al tacto de sus pieles. El dorso de su pie se frotó contra la entrepierna del mayor parsimoniosamente, con cuidado. La acción pareció afectar más al rubio de lo que debería, porque emitió un corto gemido cerca de su oído antes de lamer su lóbulo.

_ ¿Sabes algo, Sasuke? – murmuró en voz muy baja, como si le contara un secreto. Le gustaba la manera en la que decía su nombre. Como si fuera solo suyo. Como si lo probara y lo saboreara viciosamente, renuente a soltarlo.

El menor no dejó de mover el pie. Le gustaba escuchar la respiración entrecortada de Naruto.

_ …¿Qué? – No reconoció su propia voz.

_ Eres jodidamente provocador. – Una de las manos del rubio se desplazó desde su costado hacia su estómago, tentando con las puntas de sus dedos. Sasuke tragó saliva. – Creo que…La mayoría del tiempo no es a propósito, pero ahora…

Sí, ahora. Ahora Sasuke había sido el instigador de aquella situación. Sasuke lo había incitado, Sasuke lo había pedido.

Y no se arrepentía.

¿Qué trataba de decirle Naruto?

_ No tengo miedo.

Los ojos azules estaban consumido por una de las más oscuras lujurias cuando se fijaron en su rostro. Los entrecerró y sus labios, rojos como los suyos por los besos, se curvaron en una sonrisa lánguida.

_ Heh… Esa es una de las cosas que me gustan de ti.

Su corazón latía furiosamente, como si quisiera salir disparado de su pecho y arrojarse sobre Naruto. ¿Era posible que su mente se quedara en blanco de la nada?

Te amo.

Fue una certeza tan clara, tan desconcertantemente verdadera que quedó paralizado, con la boca entreabierta, los ojos fijos en los del otro. Millones de pensamientos, recuerdos y emociones se fundieron y cobraron sentido. Tras la mundana convivencia, tras las miradas y las chispas en el tacto, tras la niebla del pasado lejano y reciente; tras todo lo inconcreto, tras toda la ira y el odio y la sed de venganza, aquello tenía más sentido que cualquier otra cosa. El tiempo y el espacio perdían importancia porque eso, eso-

Amo a Naruto

Fue más importante que nada, y murió en el silencio fogoso de un suspiro cuando Naruto descendió por su cuerpo como un sacerdote reverente a devorar su cuerpo con su boca y sus manos de la manera más impúdica de todas.

Sasuke adoró cada segundo en que su cuerpo se retorció en la dulce frustración que le regalaba Naruto, y en cada gemido expelido entre sus labios, en cada estremecimiento, se sintió dichoso.

Feliz.

Atado y libre.

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Al estar sobre su estómago Sasuke dejaba a la vista de sus ojos la cremosa expansión de su espalda, que le llamaba al tacto y al gusto de manera irresistible. Trazó la columna con sus dedos antes de marcarla con su boca, lamiendo con gusto el sudor. El olor de Sasuke, aquel que no tenía nada que ver con el jabón o el agua, llenaba sus fosas nasales y se clavaba en su interior como una flecha. Como si una herida fuera abierta en alguna parte ilocalizable de sí mismo. Su sangre ardió como la pólvora, el deseo impregnó todos sus pensamientos.

Lo quería de tantas formas. Había tantas cosas que podía hacerle. A pesar de la fuerza que había cultivado entrenando desde siempre, ese pequeño cuerpo guardaba una fragilidad e inocencia terriblemente atrayentes. Sentía que podía marcarlo como suyo, con sus uñas y sus dientes.

Y era algo tan depravado, porque Sasuke no podía ser de nadie, ni siquiera de él mismo.

Oh, pero como quería pensar que lo era.

Tal vez, en esa ocasión, podría permitirse creerlo…

Con una sonrisa culpable y resignada abofeteó una de sus nalgas.

_ ¡Ah!

Casi rió por el grito del menor.

_ Lo siento. – Dijo deshonestamente, con tono ligero. No lo sentía en lo más mínimo.

Sasuke lo miró por encima del hombro con algo de dificultad. Intentaba mirarlo asesinamente con el ceño fruncido, pero en vez de eso la mirada mortificada en su rostro resultaba malditamente adorable. Instaba a Naruto a darle otra nalgada, solo para seguir viendo esa expresión.

Cierta malicia se asentó en sus ojos azules.

_ ¿Qué pasa, Sasu-chan? – Tomó con sus manos abiertas ambos glúteos y los amasó tranquilamente, como si fuera lo más normal del mundo. Como si no se le estuviera poniendo la polla más dura que nunca en su vida. - ¿No te gusta esto?

Quería ver qué pasaría. Tal vez Sasuke se echaría hacia atrás cuando se diera cuenta de todas las perversiones que Naruto tenía en la cabeza. Tal vez le daría una de sus fuertes patadas, o más de una, hasta que se le cayeran los dientes, y luego lo mandaría a volar. Por un lado, eso sería lo mejor.

Pero Sasuke no haría nada de eso. Oh, no era solamente su orgullo, no.

Podía verlo en sus ojos, en las palabras que no lograban salir de sus labios; en la forma en que su cuerpo se rendía a sus caricias.

Sasuke quería. Recibiría todo lo que Naruto quisiera darle, tomaría lo que sea que le hiciera aun si no sabía lo que era.

Se inclinó hacia adelante y encajó su boca en una de sus nalgas. Cerró los ojos y aspiró el olor del menor al tiempo que succionaba y luego mordía. Le gustaba marcar a Sasuke con sus dientes. Las marcas desaparecerían con el tiempo, mas verlas en ese momento hacía que una profunda y oscuramente deliciosa satisfacción se asentara en su estómago.

_ ¿Por qué muerdes mi trasero, idiota? – masculló con la voz afectada.

_ Me gusta-tebayo. Quiero comerte. Todo tu cuerpo, Sasu-chan. – Susurró con picardía – ¿Me vas a dejar?

El menor tragó saliva, y no dijo nada.

El silencio era tan bueno como un sí.

Pasó el pulgar levemente por el prieto agujero. Gracias a su ilícita “investigación” previa conocía las posibilidades que le ofrecía, y se mordió el labio. La espalda del menor se tensó, y permaneció así por largos segundos hasta que algo le hizo relajarse: era su determinación a hacer aquello.

Otra de las tantas cosas que le gustaban de él.

Cuando lo movió en círculos Sasuke se arqueó ligeramente, y era como si quisiera alejarse y presionarse contra el pulgar de Naruto al mismo tiempo. Alzó la vista al mismo tiempo que empujaba su pulgar solo un poco sobre el apretado anillo de carne. Un tremor agitó el cuerpo del menor, y Sasuke hundió su rostro en el colchón.

Aquel apretado y cálido anillo de carne, ¿cómo se sentiría alrededor de…?  Quiso usar su índice, enterrar su dedo y-

Naruto movió ambas manos hacia sus muslos con un suspiro extraño, buscando despechar la imagen que había conjurado su mente.

Los muslos de Sasuke, blancos, fuertes y suaves, sensibles en el interior cuando sus dedos los acariciaron con lentitud.

Inconscientemente o no el menor estaba frotando sus caderas contra el colchón, probablemente para aliviar la presión en su entrepierna. Lo sostuvo de su cintura y lo movió hasta que Sasuke no tuvo más remedio que sostenerse sobre sus rodillas. Aun con sus uñas cortas el mayor pudo arañar delicadamente sus muslos. Luego, empapó las marcas rojizas en las temblorosas piernas con su propia saliva.

Le encantaba esa posición, pero extrañaba contemplar el rostro sonrojado de Sasuke y ver los pálidos párpados que cubrían sus ojos. Le dio la vuelta con suavidad, acomodándolo a su gusto como si fuera un precioso muñeco, y se deslizó hacia arriba para encontrar su mirada.

Oh, sus finos labios; el pequeño debió haberlos mordido más de una vez para contener sus sonidos, aun cuando Naruto le había dicho en la cocina que no debía. De ellos salían jadeos entrecortados; su pecho subía y bajaba, sus manos tomaron en puños la sábana bajo su cuerpo. Con la mirada trazó el largo de su cuerpo y devoró el pequeño miembro, erecto y duro, humedecido con presemen.

Rogaba por ser tocado, pero sabía que Sasuke nunca lo pediría con palabras.

Era una imagen demasiado perfecta como para ser real. Le invadió un mareo de excitación, el oxígeno en sus pulmones pareció contraerse en su garganta, impidiéndole moverse y respirar. Solo podía mirar.

Apretó los ojos, y luego, lo atrajo hacia así, hasta que estuvo sentado en su regazo y pudo rodearlo en un abrazo. El pecho desnudo de Sasuke pegado a su torso: el desorden de acelerados latidos que sentía en la unión de sus pieles le hizo tragar saliva.

 

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_ Sasuke…

_ ¿Hn? – Fue lo único que emitió en señal de estar escuchando. Estaba demasiado ocupado regodeándose en el calor que emanaba ese pecho fuerte y esos brazos que lo rodeaban. Cerró los ojos sin darse cuenta, su boca apoyada levemente contra el hombro del rubio.

El abrazo era diferente, y le permitió calmarse un poco. Parpadeó un par de veces. La voz del mayor dejó ver un pequeño atisbo de desesperación.

_ Si algo de lo que haga te molesta…Golpéame o algo…

Esperó a que el rubio continuara, pero era como si hubiera perdido el hilo de lo que estaba diciendo. Pasaron algunos segundos en silencio. Se sentía nervioso, inquieto, ansioso. Las manos de Naruto acariciaron su espalda suavemente. Sasuke se sintió tentado a relajarse en el agradable tacto.

_ Yo no… - un suspiro impaciente, tal vez porque esas palabras le costaban trabajo. Sasuke pensó que Naruto se sentía frustrado consigo mismo. – Heh…Es algo vergonzoso…Aunque soy un adulto… Nunca he estado así con nadie…

Le tomó por sorpresa. Sus ojos se agrandaron levemente. El ojizazul lo apretó más contra su cuerpo, como si temiera que Sasuke se le escapara de los brazos. Qué equivocado estaba; era todo lo contrario.

¿Nunca…?

_ Las cosas que he pensado hacerte…Son como para que intentes matarme.

Sintió sus mejillas arder. “Las cosas que he pensado hacerte…” ¿Qué había pensado Naruto? Calor corrió hacia la zona baja de su cuerpo y se expandió como hilillos hormigueantes por todo su pecho. Tuvo la extraña sensación de que se le aflojaban las piernas cuando el rubio comenzó a trazar patrones con los dedos de una de sus manos sobre la espalda; tal vez para distraerse a sí mismo de lo que estaba diciendo.

Aquello sonaba tan peligroso y excitante.

Sasuke levantó su cabeza hasta que su boca estuvo a mero centímetros del oído del rubio. Decirlo de frente pondría en evidencia el estado de su rostro. Se sentía más confiado para decir aquello si no tenía que mirarlo a los ojos.

Sonrío levemente de lado. Sintió al rubio tensarse cuando su aliento chocó contra su oreja.

_ IdiotaPervertido… - La mano de Naruto se quedó tiesa en su espalda. Su respiración irregular chocaba contra la piel canela. –  ¿Quién crees que soy?... Sé cuándo tengo que golpearte.

Se sintió apartado con mediana brusquedad. Naruto lo miraba con los ojos muy abiertos, y Sasuke tuvo tiempo de componer una expresión retadora y arrogante que escondiera sus crecientes nervios.

Una mano más grande que la suya acunó su rostro. La expresión del rubio se suavizó, sus ojos azules repararon en cada detalle de su rostro, como si lo estuvieran memorizando. Su pecho se contrajo, como adolorado, como demasiado invadido por esa embriagadora emoción.

_ ¿Estás seguro?

Frunció el ceño.

_ No soy un niño.

El otro esbozó una sonrisa que no le llegó completamente a los ojos.

_ Sí lo eres.

En ese momento Sasuke quiso golpearlo de verdad.

_ Solo que no quieres verlo, o no puedes admitirlo. – continuó. Su pulgar barrió con dulzura el pómulo de la sonrosada mejilla. La caricia lo distrajo lo suficiente como para olvidar el reciente impulso violento. – ¿Pero sabes qué, Sasuke?...

Naruto debería darse cuenta de que besar su cuello e interrogarlo no eran actividades que debía hacer al mismo tiempo; el pelinegro no era capaz, orgullo aparte, de mantener su concentración en ambas. Y su mente tendía a centrarse en lo más agradable.

_ Te quiero de cualquier forma.

Enterró sus dedos en los anchos hombros. Una deliciosa tensión comenzó a formarse en su bajo vientre. Gotas de sudor perlaron su frente, sus mejillas, la columna de su cuello que estaba ahora siendo devorada. Sería un milagro si al próximo día su cuello no amanecía de un color diferente. Mordidas contenidas y largas lamidas; las manos de Naruto se ceñían a sus costados, como si Sasuke fuera el ancla que le permitía no perderse. Naruto era brusco y salvaje, y tuvo la insana idea de que le gustaría que verlo descontrolado, obedeciendo completamente a sus instintos, era algo que Sasuke disfrutaba tremendamente.

Era voraz. Impaciente. Pero aun con la tensión de quien se recuerda constantemente que hay un límite. Estuvo a punto de sentirse ofendido ante la idea de que el rubio sintiera que tenía que restringirse con él, como si Sasuke no fuera capaz de soportar todo lo que Naruto quería hacerle.

“Las cosas que he pensado hacerte.”

Como si Sasuke no las quisiera.

No se dio cuenta de que había estado dejando escapar sus jadeos hasta que intentó hablar. Podía sentir el miembro duro de Naruto contra su muslo, y eso no hizo más que enviarle otra ola de ansia y adrenalina arrasando dentro de su cuerpo, haciendo un desastre de su autocontrol.

_ ¿Para qué… hah…tanta advertencia?... - Sintió los dientes del mayor apresar su clavícula y quedarse ahí cuando comenzó a hablar. Echó la cabeza hacia atrás sin proponérselo. Naruto  se había detenido, esperando probablemente a que Sasuke continuara. El pelinegro recuperó un poco el aire que le faltaba con un par de cortas bocanadas. La lengua de rubio emergió de entre sus labios y limpió la gota de sudor que se movía lentamente hacia uno de sus pezones.

Tembló y los dedos de sus pies se crisparon. Mordió su labio inferior y se forzó a recordar lo que tenía que decir.

_ Tú… - otro jadeó lo interrumpió cuando Naruto descendió su mano para sostener su entrepierna. Parpadeó varias veces. Sus pupilas estaban dilatadas. Y Naruto parecía determinado a no dejarlo hablar. Lo empujó de los hombros y profirió un casi ininteligible insulto.

“¡Déjame hablar!”

El mayor se quedó tieso y lo miró con mutismo. Había shock y temor en sus grandes ojos azules.

Oh.

_  ¡No, no es eso! – exclamó Sasuke con los colores brillando en su cara. Maldición.

_ Pero me golpeaste…

Chasqueó la lengua y empujó su cabeza contra el pecho del mayor. Era tan vergonzoso. ¿Qué era lo que le iba a decir? Ahora ya no se acordaba.

_ Eres un idiota… - masculló con la voz algo enronquecida. Se sentía indefenso de repente, y los hombros le temblaron levemente. Naruto pareció interpretar esto como que había sido suficiente y trató de sentarlo a un lado de la cama, de alejarlo-

Pero Sasuke enterró los dedos en sus hombros y se negó a soltarlo.

_ ¡Que no es eso!

_ ¡¿Entonces por qué me golpeas!? – estalló el rubio, quien al parecer se había estado aguantando. Su rostro expresaba la mortificación que estaba sintiendo.

_  ¡Solo te empujé! – se defendió el pelinegro e incluso a sus oídos sonaba como una excusa muy pobre. Apretó los labios y bajó la mirada a un lado con un movimiento brusco; con cierta impotencia.

_  ¡¿Si no es eso entonces qué es?! ¡¿Me estás volviendo loco, no lo entiendes?! – Sus ojos azules chillaban el deseo, la angustia y la desesperación que ahora lo carcomían. Naruto le tomó de los brazos y lo sacudió levemente. Sasuke se negaba a mirarlo a los ojos – ¡Mírame, Sasuke! ¡Me pediste que te mostrara-tebayo! ¡Me dijiste lo dijiste! Dime para que pueda entender, porque yo- Sasuke…

Si Naruto no se hubiera quedado en silencio no se habría dado cuenta. Demasiadas emociones lo embargaban a la vez: una pasión que lo quemaba y oh, esos sentimientos que se moldeaban dentro de su pecho dolorosamente, como una pequeña hoguera. Sentimientos que lo hacían caer y flotar al mismo tiempo, algo tan irracional que sería imposible explicar con simples palabras.

_ Hey… no llores, Sasuke…Lo siento, ¿sí? No quise…Ah, joder… - Naruto intentó secar sus lágrimas con manos temblorosas, pero apenas, sus propios ojos cristalinos mientras una solitaria gota resbalaba por su mejilla y atravesaba las tres cicatrices. – Lo siento…

Sasuke explotó en ese momento.

_  ¡PARA! ¡PARA DE UNA VEZ!

Naruto pareció dejar de respirar.

_ ¡DEJA DE DISCULPARTE! – apartó las manos que tan dulcemente secaban sus lágrimas y lo miró con furia a los ojos.  – ¡No soy un niño! ¡No soy inferior a ti! ¡Deja de tratarme como si en cualquier momento fueras a romperme! ¡¿Quién te piensas que eres!? ¡¿Quién te piensas que soy!?

Con su figura bañada por la impotencia y la frustración, sus hombros se sacudían incontrolablemente. Le ardía la garganta y tenía ganas de que la tierra se lo tragara, de desaparecer completamente de ahí. Le rechinaron los dientes y cerró con fuerza sus ojos. ¡Era tan… humillante! ¿Por qué tenía que traicionarle su cuerpo y dejar que se le escaparan esas condenadas lágrimas? Quería dejar de respirar, porque tratar de tomar oxígeno significaba que uno de los sollozos que quería evitar se escaparían sin que pudiera evitarlo.

Él no era un niño. ¡Sollozar, llorar y necesitar ser consolado estaba fuera de la cuestión! Había dejado de ser un niño hacía mucho tiempo. Hace cinco años su inocencia había muerto junto al cadáver de sus padres, y un odio espinoso había florecido en su corazón.

Sí, esa era la verdad. Pero entonces ¿por qué no detuvo a Naruto? ¿Por qué lo dejó abrazarlo de nuevo?

Se sintió envuelto otra vez por ese calor. Ah, no importa cuánto tiempo pasara, nunca su cuerpo dejaría de exhalar un suspiro de alivio al sentir la pulsante vitalidad del Naruto rodeándolo. Era como si le transmitiera su energía, como el sol que aparece en el cielo y deja caer su luz como besos en su piel después de una cruel noche de invierno.

_ Sasuke… - su nombre, susurrado de esa manera.

Su nombre moldeado con algo parecido a la devoción.

_ Sasuke… ¿Realmente quieres…? – Naruto habló en voz baja, con la mejilla pegada a la sien sudada de Sasuke. Apartó los cabellos de la frente y dejó un corto beso ahí. Poco a poco se sintió más calmado.

Se irguió. Quería ponerse a su nivel. Se limpió el rostro con una mano y frunció el ceño. Tragó saliva y engulló sus propios sollozos. No soy un niño. Lo miró fijamente, a pesar de que esos ojos azules lo hicieran sentir vulnerable y expuesto. Tenía que decírselo a los ojos, y Naruto tenía que entender.

No soy un niño. No soy débil.

No necesito que me cuides.

Quiero todo.

No sabía hasta donde llegaba ese todo, y si tenía límites  o no, pero lo deseaba. En eso no tenía dudas. Todo lo que Naruto quería hacerle –el recuerdo de su voz pronunciado aquellas palabras hacía que su abdomen se encogiera y se tensara– Sasuke también lo quería.

Quería saber qué cosas había hecho a Naruto desear hacer.

Pero en vez de pronunciar lo que no paraba de repetirse una y otra vez en su cabeza estampó su boca sobre la del rubio. Como si con aquel alucinante, eléctrico y estimulante y desesperado contacto pudiera hacerle saber a Naruto sus pensamientos, sus verdaderos deseos. Naruto emitió un sonido contra su torpe beso y Sasuke sintió como todo dentro de sí mismo se aceleraba. Enterró sus dedos pálidos en los dorados mechones, tironeando de vez en cuando.

Tenía que entender. Naruto tenía que entender.

Gruñendo, casi como si le doliera separarse el rubio lo apartó. Sus ojos refulgieron oscurecidos: excitados y amenazadores al mismo tiempo, como si advirtieran a Sasuke de que estaba tentando demasiado a la bestia. Y la bestia solo quería tragárselo, someterlo a sus más profundos e indómitos deseos.

Con sus manos Naruto enmarcó el rostro pálido. Su respiración estaba pesada cuando juntó sus narices casi bruscamente. Su aliento chocó sobre los labios de Sasuke, y el causó un placentero hormigueo.

_ Dilo. – su voz brotó de su garganta rasposa y ronca, vibrante. Era imposible no estremecerse al escuchar esa voz.  Su pecho subía y bajaba notoriamente. – Sé que no quieres que te trate como un niño. Sé que no eres débil. Pero debesdecirlo, Sasuke.

Tomó aire y cerró los ojos. Sus mejillas ardieron. Apretó sus manos en puños.

_ Sí quiero…Lo quiero todo.

 

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Naruto tenía la casi certera corazonada de que Sasuke no se escuchaba a sí mismo.

Oh, joder, su voz.

Como gemía.

Como jadeaba.

Como trataba de decir su nombre y no podía porque Naruto no le dejaba.

No sabía que haría si alguna vez el pelinegro se enteraba del poder que tenía sobre él. Conociendo su lado sádico y ligeramente malvado, se aprovecharía. Oh, sí que lo haría. Esbozó una sonrisa zorruna.

_ Naru…to…

Di mi nombre. Dilo todo lo que quieras, Sasuke.

_ Hmm…¿Te gusta esto, Sasu-chan?... Si no te gusta tendré que parar…

Sasuke se cubrió los ojos con un antebrazo y se mordió el labio inferior. Oh, no, eso no podía ser. Naruto deseaba continuar escuchándolo. Cada sonido que emitía esa linda boca mandaba un impulso en dentro de su cuerpo hacia la parte más baja entre sus piernas. Su miembro estaba duro y humedecido con presemen.

_ Cállate,… pervertido…

_ Hmm…

Había algo completamente erógeno en el hecho que Sasuke lo estuviese ofendiendo mientras le hacía eso.

_ ¿Sabes? Me gusta cuando me insultas… – le dijo con una risita entre dientes, y mordió descaradamente el lóbulo de la oreja del pelinegro después de apartar su brazo. Un jadeó ahogado brotó de entre los finos labios. Sonrío con picardía y lamió desde la barbilla hasta el oído. Luego, le susurró en voz baja, íntima. – Hazlo de nuevo. Me excita.

Sasuke se sonrojó hasta las orejas. Era tan adorable. Deslizó su mano sobre el torso pálido y rodó un rosado pezón entre sus dedos. Vio al menor enterrar los dedos en el colchón y eso no hizo más que hacerlo sentir más caliente.

Bajó más su mano por el cuerpo de cremosa blancura – enrojecido a causa de mordidas y chupetones – y tomó de nuevo el miembro de Sasuke. Sin dejar de verle el rostro, comenzó a masturbarlo con rapidez. Apartó los cabellos que se enredaban en la frente de Sasuke con cariño.

_ Aah…Maldito… Idiota…Eres un…pervertido…Aah…Mghh

_ ¿Lo soy? Hmm…No me había dado cuenta –  Contestó burlón. Llevó su rostro hasta el pezón que antes había sufrido sus pellizcos y lo succionó sin detener su mano.

Sasuke no paró de removerse, buscando de qué sostenerse. Una parte de Naruto aún estaba esperando a que lo golpeara, a que le dijera que todo lo que estaba haciendo era demasiado despreciable y que era un enfermo, un desgraciado pervertido.

Esas palabras nunca salieron de la boca del menor.

_ ¡Ahh! Nah-Naruto…

El rubio apretó los ojos y hundiéndose en el abismo que le creaban esos jadeos y esa voz. Succionó con más fuerza el pezón y jugó con el otro entre sus dedos. Sentía que en cualquier momento se correría sin siquiera tocarse a sí mismo. La voz de Sasuke era todo el estímulo que necesitaba para que la tensión dentro de sus pantalones estallara.

_ Na…ru…to…Yo-Aahh…Me…yo… - A Sasuke le era imposible articular una oración coherentemente. Eso le hacía sentir una oscura satisfacción.

_ Está bien, Sasuke…hazlo.

Las caderas de Sasuke embistieron hacia arriba sin que el pelinegro fuera consciente.

_ ¡Agh! ¡Mhh!

Espasmos recorrieron su figura sudada. Arqueó la espalda y crispó los dedos de sus pies. Una de sus manos agarró el brazo de Naruto, como si estuviera agarrando de lo único que lo mantenía dentro de este mundo y le impedía perderse completamente en el placer que azotaba su cuerpo.

Sus ojos azules bebieron de la visión que Sasuke le regalaba: El orgasmo atropelló su cuerpo hasta dejarlo hecho un reguero de respiraciones agitadas. Boca entreabierta, ojos entrecerrados. Se veía completamente agotado. Sus irises negros estaban nublados y no enfocaban a ninguna parte. No le soltaba el brazo, pero la fuerza de su agarre había disminuido un poco.

Sacudió su propio miembro una, dos, tres veces, con los ojos entrecerrados y fijos en el abdomen del menor. La mirada oscura se quedó prendada en lo que hacía su mano y sintió un estremecimiento atravesar su espalda. La culminación de aquella deliciosa tensión estaba a punto de llegar, pero aun- Quería…

_ Quiero… 

Apartó la mano de su entrepierna con renuencia y cerró los ojos con fuerza. Los ojos de Sasuke estaban en los suyos cuando volvió a mirarlo. Descendió hacia su rostro y deslizó un besó húmedo sobre la enrojecida mejilla.

_ Quiero… intentar algo.

El menor le permitió moverlo de nuevo a su gusto. Era como si aún no fuera él mismo y su mente estuviera en otro lugar, y no protestó cuando Naruto sostuvo sus piernas unidas con un brazo. Su cabeza estaba ladeada, los mechones de oscuro cabello húmedos en su frente y su mejilla. Los peinó con delicadeza y le regaló una sonrisa.

Sasuke abrió la boca para hablar en el mismo momento en que el rubio tomó con su polla con su mano libre y la guió a la línea suave de los cremosos muslos. Se acomodó y deslizó su hinchada polla entre ellos. Dejó salir un suspiro de gusto y alivio en forma de gemido. Sí. Sí. Podía hacerlo de esa manera. Podía…

Besó las plantas de los pies del menor, que lo contemplaba sin parpadear. Su rostro de pómulos sonrojados mostraba estupefacción, y algo más que Naruto no pudo descifrar. La fricción que creaba la piel de Sasuke era suficiente para saciarlo, para incitarlo a embestir el calor divino que creaba entre sus muslos.

Probó varios ritmos, imaginando furiosamente que su entrepierna estaba en otro lugar, que los gemidos de Sasuke se debían a algo más que solo la acción de su miembro rozando el interior de sus piernas.

Estaba completamente enfocado en llegar al extasis, y la voz de Sasuke llegó a sus oídos de milagro, pues la sangre que bullía en sus venas le había dejado casi sordo.

_Naruto…

Se masturbaba entre sus muslos, y le encantaba.

_ Solo un poco más, Sasuke… - dijo presuroso, agitado, y podía sentirlo. Las embestidas se volvieron cortas y rápidas. Aguantaba las piernas del menor con un brazo alrededor de las pantorrillas y otro más abajo rodeando los muslos, casi en un brazo abrazo: para  que apretara más su polla, que ahora se deslizaba con más facilidad gracias al sudor y el presemen que mojaba los muslos del menor.

Sus miradas se cruzaron de nuevo, y entonces-

_ Algún… - jadeó - Algún día, Sas-…ke…

-como un golpe, la presión se deshizo en mil pedazos.

_ Algún día-

…me correré dentro de ti.

Pero no aun. Esta vez, la explosión del placer en su entrepierna le hizo derramarse entre las piernas del menor. El obsceno líquido manchó la piel de Sasuke y Naruto embistió dos, tres veces, hasta acabar completamente.

Se dejó caer de lado con la respiración pesada. Atrajo a Sasuke hacia sí y lo acurrucó contra su pecho. Había tantas cosas que quería decirle, pero su mente no funcionaba, y se limitó a acariciar su frente, su cabello y todo lo que sus manos encontraran.

Minutos después el pelinegro murmuró contra su piel, la nariz un poco arrugada.

_ Estoy pegajoso.

Una risita cansada emergió de la garganta de Naruto.

_ No te preocupes-tebayo. – Besó su frente – Luego nos bañamos -tebayo.

_ Hn. – Con los ojos cerrados, la voz de Sasuke se notaba adormilada – Vas a… pagar toda el agua que…gastas, …idiota.

Lo estrechó contra sí, agotado, la curva feliz de sus labios permaneció intacta hasta que se quedó dormido, y Sasuke no demoró en seguirlo.

A través de la ventana, la nieve caía: el silencioso testigo que les regalaba una noche de calma antes de la tormenta.

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Notas finales:

Espero que les haya gustado.

Se aprecian los reviews y las críticas~


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