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El cielo está en tus ojos por Zeny

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El cielo está en tus ojos

Capítulo XXIV

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En las horas de la medianoche, a Sarutobi Hiruzen, tercer Hokage de la Aldea Oculta de la Hoja, casi le da un infarto cuando Naruto entró en su despacho seguido del estruendo de la puerta al abrirse y cerrarse de golpe, su rostro atípicamente serio.

Si hubiera venido dos horas antes, se habría encontrado con Itachi.

_ …Naruto. Estas no son horas de hacer visitas. – Regañó con tono tranquilo. Se dio cuenta de que no era el Naruto verdadero, sino un clon, y eso le hizo fruncir el ceño.

_ ¿Dónde está tu yo real?

_ Con Sasuke, por supuesto. – El rubio camino a zancadas hasta el escritorio de madera y se apoyó sobre este. – Viejo, vengo a pedirte un favor. 

Aquello era más extraño aún.

_ ¿Qué sucede?

_ Necesito que me hables de Uchiha Itachi.

 

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El pelinegro terminó de colocarse la camiseta oscura que le servía de pijama, y luego procedió a vendarse los dedos y la palma de su mano izquierda. Naruto lo contemplaba sentado en la orilla de la cama; Sasuke le daba la espalda, ignorante de la mirada casi analítica que aquellos ojos tenían en su figura.

Habían ido a entrenar otra vez, y Sasuke no había hecho caso a Kakashi cuando este le había dicho que era suficiente. Tampoco había escuchado a Naruto: el pequeño Uchiha casi se había quemado la mano al intentar hacer el chidori por tercera vez.

Con destreza y metódica paciencia Sasuke enroscaba la venda en sus dedos, uno por uno, con sumo cuidado.

Naruto no despegó la vista de sus manos.

Él y Sasuke no habían hablado desde que habían regresado a la casa, y el Uzumaki no quería forzar una conversación y correr el riesgo de despertar de nuevo la ira del menor. Entendía por qué se sentía así, y a diferencia del sensei peliplateado, no se sentía en el derecho de poder recriminarle a Sasuke su conducta.

Él se había portado mucho peor con Jiraiya.

Naruto soltó un suspiro audible. Se puso de pie y colocó detuvo la mano de Sasuke a medio camino de comenzar a vendar otro dedo. Un par de orbes oscuras se alzaron hasta encontrar sus ojos y el rubio le ofreció una pequeña sonrisa.

_ Déjame hacerlo.

Sin decir nada, Sasuke se dejó llevar hasta la cama y se sentó junto a él. Naruto cubrió sus pálidos dedos magullados y enrojecidos con delicadeza, y se cercioró de que la venda no quedara demasiado apretada.

Sasuke seguía el movimiento de sus manos, casi cabizbajo. Su rostro impasible inquietaba a Naruto, la curva pálida de sus labios estaba dibujada en una línea inexpresiva que aguijonaba su pecho.

Cuando terminó, anudó la venda con la punta de sus dedos y se felicitó a sí mismo de hacerlo bien. Esbozó una sonrisa y miró al pelinegro.

_ ¿Qué quiso decir…con que fuiste suyo también?

Naruto parpadeó, un poco perplejo. Se echó hacia atrás sobre la cama hasta quedar acostado, y cerró los ojos, una mano sobre su estómago, la otra sobre el colchón. Sasuke se acomodó junto a él silenciosamente, y Naruto lo rodeó con un brazo para apegarlo más a su cuerpo con un amago de sonrisa.

Que Sasuke buscara su contacto por sí mismo era algo que aún le hacía sentir un calor agradable en el pecho.

_ Fue cuando tenía trece años. Estaba en los Exámenes Chunin…

 

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A su lado tenía una bandeja con una tetera humeante y otra tasa. Solía tomar té antes de dormir. Al escuchar que tenía un visitante, había buscado otro vaso y le había dicho al sirviente que lo dejara pasar.

La habitación daba hacia el exterior. Las rocas del jardín resplandecían cubiertas por la nieve, y el agua del estanque estaba helada. Reflejaba el cielo y la sombra de Neji en líneas imprecisas.

Inmediatamente al verlo, las cejas de Neji se juntaron.

_ ¿Por qué usas un clon?

_ Gah, tú siempre lo adivinas rápido, Neji!

_ Por supuesto.

El rubio se encogió de hombros.

_ No puedo dejar a Sasuke solo-tebayo. – dijo y se sentó junto al pelilargo. Neji sirvió otro vaso de té y se lo dio. Naruto acunó el recipiente en sus manos y exhaló de gusto.

_ ¡Gracias!

_ De nada.

Naruto sorbió un poco de té y protestó por lo bajo cuando se quemó la lengua. El Hyuuga bufó y le miró de soslayo por unos segundos. A diferencia del verano, las noches invernales eran más silenciosas; no había grillos ni ranas ni otros animales nocturnos.

_ No creo que vinieras sólo para hacerme compañía, Naruto.

El rubio soltó una corta risa. Su aliento flotó como humo en el aire por un instante.

_ Qué desconfiado, Neji. Ni que fuera la primera vez que vengo a verte.

_ Es la primera vez que vienes desde hace meses. – Señaló el ojiperla, y puede que en su tono hubiera algo recriminatorio. Todos los amigos de Naruto habían sentido su ausencia cuando este se había dedicado completamente a Sasuke.

Naruto suspiró, y se volteó hacia él.

_ Lo siento-tebayo. – Ante su disculpa, el Hyuuga negó con la cabeza.

_ Sé que tienes tus razones.

El rubio colocó una mano en su hombro. El gesto le tomó un poco desprevenido, y el ojiperla correspondió su mirada.

_ Gracias, Neji. Por lo que hiciste.

Formal y respetuoso, Neji inclinó la cabeza. Algunos mechones de su cabello castaño se deslizaron sobre sus hombros con el gesto.

_ No tienes que agradecer, Naruto. Cumplía mi deber.

_ No importa. – El rubio sonrió genuinamente – Lo que hiciste nos salvó a todos. Salvaste a Sasuke.

Ah, Uchiha Sasuke. Estaba al tanto de la “relación” de Naruto con aquel chico. Detalles en los que prefería no pensar ni reflexionar demasiado. A Neji le gustaba su privacidad y por tanto prefería respetar la de los demás.

Aunque había que decir que Sai estaba muy equivocado respecto al tamaño de cierta “cosa”.

El rubio sopló varias veces el té cuando Neji rellenó su vaso, y ambos bebieron mientras contemplaban el jardín. Era extraño que Naruto estuviera tan callado; a lo largo de los años, sin embargo, Neji había aprendido que este solía tener momentos como este, cuando se perdía en sus propias reflexiones o meditaba en los entrenamientos.

Después de colocar el vaso en la bandeja, Neji volteó su cuerpo hasta estar frente al Uzumaki. Apoyó las manos en sus rodillas y se inclinó hacia adelante. Su larga cabellera se movió como una sedosa cortina que cubría su rostro casi completamente, pero Neji no se enderezó hasta terminar de hablar.

_ Naruto, te pido disculpas por haber invadido tu privacidad. Mis intenciones nunca fueron maliciosas, sólo buscaba cumplir con mi deber. Y proteger a mi amigo.

El Hokage lo había incluido en la escuadra por eso mismo.

_ Hey, Neji, está bien. – Con ambas manos sostuvo sus hombros y le hizo incorporarse. El rubio esbozó una sonrisa. – Entiendo por qué lo hiciste, no tienes que explicármelo.

Una vez Neji le había dicho que sus ojos eran capaces de ver la verdadera esencia de las cosas, aun si no tenía ningún poder especial como los suyos.

Aun lo creía.

_ Ahora que lo pienso…Estuviste espiando tooodo este tiempo… Heeh, de seguro viste muchas cosas, Neeeji – entonó con un tono juguetón y fastidioso que irritó un poco a pelilargo.

_ No vi nada. - se apresuró a decir. Con las mejillas levemente sonrojadas, Neji alzó la cabeza como el príncipe respetable y altivo que era.

_ ¿Aaaah, sí? Porque estoy seguro de que-

_ Naruto.

_ ¡Está bien, está bien!  – levantó las manos en rendición y se echó a reír.

Neji se permitió una pequeña sonrisa.

 

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Naruto soltó una risita cuando los recuerdos de la conversación con Neji aparecieron en su memoria. El Uchiha se dio la vuelta y le miró con una ceja alzada.

_ ¿De qué te ríes?

El rubio sacudió la cabeza.

_ Envié a un clon a hablar con Neji hace un rato.

Esto hizo que el pelinegro frunciera el ceño. Se dio la vuelta y terminó de preparar la leche. Colocó ambos vasos sobre la mesa y se sentó.

Naruto tenía los ojos muy abiertos y le miraba con inocencia.

_ ¿Qué?

_ Podías haber ido tú mismo.

_ Nah. – descartó con un ademán despreocupado, y le dio un sorbo a su leche con chocolate. Cuando volvió a hablar tenía un bigote marrón sobre sus labios – Prefiero pasar mi tiempo contigo-tebayo.

Eso era cierto, pero ambos sabían la verdadera razón por la que Naruto no le abandonaba en ningún momento. No quería decir que tuviera que recordárselo a Sasuke. Ya de por sí tenía su orgullo demasiado dañado por los fracasos en su entrenamiento.

El susodicho chasqueó la lengua y murmuró algo por lo bajo. Naruto alzó la vista de su bebida y estrechó los ojos.

_ ¿Qué fue eso?

_ Cállate.

_ ¿Eh?

_ Eres un idiota. – volvió a decir, pero esta vez mirándolo a los ojos - ¿Qué, vas a dejar de ver a tus amigos y de ejercer como ninja por cuidar de mí?

La manera en la que dijo “cuidar de mí” era como si las palabras le supieran ácidas.

_ No. – pronunció el rubio con seriedad, al tiempo que ponía el vaso sobre la mesa. Sasuke hizo lo mismo con el suyo. – Sabes que no puedo ir de misión, el viejo Sarutobi ya me tenía fuera de servicio antes de que me asignara a protegerte.

_ Eso no es más que una excusa, Naruto. Los ANBU nos vigilan todo el tiempo. – El pelinegro se puso de pie – ¿Y tus amigos? ¿Para ellos también estás fuera de servicio?

No era la primera vez que lidiaba con un Sasuke enojado. Pero esto no era sólo enojo, u odio, o frustración. Había un fijo venenoso en su tono de voz que calaba en Naruto como si le pincharan una vieja herida.

_ Ellos saben por qué lo hago, Sasuke. – Sabía que tenía que irse con cuidado, controlar su lengua y no decir estupideces que hicieran enojarlo – Tú sabes por qué lo hago.

El Uchiha entrecerró los ojos, sus cejas juntas, y se cruzó de brazos con los labios apretados.

_ ¿Por qué lo haces?

Naruto cabeceó hacia adelante escondiendo una pequeña sonrisa triste en sus labios. Cuando volvió a alzar los ojos se llevó la mano al corazón y la dejó ahí, aun si la mano que quería sobre su pecho era la de Sasuke.

_ Sé por qué actúas así, y no voy a darte el gusto de pelear contigo sólo porque quieres desquitarte con alguien, Tomatito-chan. – ladeó levemente la cabeza y amplió su sonrisa – Lo hago porque eres importante para mí.

Los parpados de Sasuke se movieron imperceptiblemente, y sus ojos resplandecieron por un segundo, vidriosos y profundos. Sus brazos cayeron a sus costados como si Naruto le hubiera desarmado con sus palabras.

_ ¿Acaso no puedo proteger a alguien preciado para mí?

 

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Los clones habían salido del apartamento sin que los ANBU se dieran cuenta. El que Naruto había usado para ir a comprar unas golosinas había dejado en una bolsa tres inocentes kunais que luego se habían transformado en tres idénticos rubios de ojos azules.

Uno de estos tres había ido hacia el recinto Hyuuga.

El otro, al recinto Nara.

Había cosas que Naruto no podía hablar en frente de Sasuke. Sabía que el chico odiaba sentirse débil, que lo trataran como si fuera alguien del que había que cuidar. Pero la realidad era que Sasuke necesitaba protección, le gustara o no.

Y ahora la aldea en sí misma era un monstruo a punto de cerrar las mandíbulas sobre el pequeño Uchiha.

Naruto no podía permitirlo.

Su fuerte no serán las estrategias, sin embargo, Naruto sabía lo que podía hacer. Era tan simple como sacar a Sasuke de Konoha sin que nadie se enterara.

Pero Konoha era una aldea ninja y por cada aldeano con casa había dos pares de ojos vigilando. Aunque quisiera no podía estar seguro que los ANBUs no hubieran seguido a sus clones.

La mamá de Shikamaru abrió la puerta e inmediatamente frunció el ceño.

_ ¿Y tú qué haces aquí tan tarde?

_ Buenas noches, Yoshino-san. – saludó con una sonrisa de oreja a oreja – ¿Puedo ver a Shikamaru?

_ Shikamaru está dormido. – Contestó ella desconfiada. Naruto realmente no sabía por qué siempre le veía feo. ¡Gracias a él Shikamaru era menos vago!

_ Sí, verá, pero lo que tengo que hablar con él es muy importante-tebayo.

_ ¿No puede esperar? – preguntó ella finalmente con un tono algo exasperado.

El rubio sacudió la cabeza con vehemencia.

_ Es super super importante-tebayo.

Con un suspiro y una expresión que delataba el no estar del todo convencida, le dejó pasar.

_Shikamaru, tienes visita. – llamó tras cerrar la puerta.

Una voz desganada replicó:

_ Pasa, Naruto.

El rubio la miró con los ojos muy abiertos y la madre de Shikamaru le dedicó una sonrisa ladina, como de quien se sale con la suya

_ Normalmente se acuesta a las nueve cuando no está de misión, pero parece que algo le tiene preocupado.  – le dio la espalda y se encaminó a la cocina con un ademán de su brazo que lo instaba a entrar al cuarto de su hijo – Tal vez a ti te lo cuente.

 

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¿Acaso no puedo proteger a alguien preciado para mí?

Aquello pareció abrir una puerta cuya existencia Naruto había desconocido. Algo más de Sasuke que no sabía, otro de los recuerdos que lo habían convertido en la persona y en el ninja que era hoy.

_Hace un año y medio, cuando me gradué de Genin, me asignaron a un equipo.

Sasuke le miró directamente a los ojos. Sin parpadear, sin mostrar un rastro de emoción. Palabra tras palabra la historia brotó de sus labios como un suspiro apenas audible, como el viento que sopla en una noche callada. Naruto no se atrevería a tocarlo hasta que Sasuke terminara.

_En nuestra primera misión fuera de la aldea, fuimos emboscados por ninjas renegados. Querían algo que estaba en manos de los nobles. Debía ser algo de mucho valor. Si Kakashi no los detuvo, probablemente lo consiguieron.

_ … ¿Y tu equipo? – un susurro temeroso.

Sasuke parpadeó. Su rostro estaba tan tieso y quieto como una lápida de mármol blanco.

_ Murieron. Kakashi y yo regresamos a la aldea para reportar el incidente.

El vacío doloroso de aquellos ojos le hizo sentir un peso incómodo en su cuerpo, como si su corazón se endureciera, y se quebrara, y de entre las grietas brotara el sufrimiento que Sasuke no podía expresar.

_ Kakashi iba a abandonar el tutelaje, pero mi Sharingan había despertado. Prometió quedarse hasta que aprendiera a usarlo. – se encogió de hombros casi imperceptiblemente, y esbozó una mueca seca que nada tenía de sonrisa – Creo que se siente culpable y por eso sigue siendo mi maestro.

Los recuerdos habían nublado sus ojos, y cuando se enfocaron en el rostro de Naruto, tenían un brillo intenso, una subyacente desesperación que Sasuke enmascaraba con una voz determinada.

_ Perdí a mi equipo ese día. Y no pude hacer nada para impedirlo. No voy a dejar que eso ocurra de nuevo, Naruto.

Naruto asintió, incapaz de decir nada que no sonara vano o inútil. Se puso de pie y avanzó los cortos pasos que le separaban de él. Tenía un nudo forzoso en la garganta que sólo podía ser desatado de una manera. Sostuvo el rostro de Sasuke entre sus manos y asaltó sus labios de la manera más cariñosa, más desesperada y torpe que conocía.

Yo te entiendo, quería decirle.

Yo sé lo que sientes, y voy a estar contigo, Sasuke.

No voy a dejarte solo.

Sasuke tal vez comprendió. Sus manos vendadas volaron hacia los antebrazos de Naruto; no para alejarlo o acercarlo. Se quedaron ahí, firmes, temblorosas, como si fueron lo único que lo mantuvieran a flote en un mar de tormentas silenciosas.

 

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La nieve que cubría la Torre Hokage resplandecía a la luz de la luna y de las lámparas de la calle. Era increíble que no se derritiera con la ardiente rabia que destilaba del joven Uzumaki.

_ ¿Has venido a esta hora para preguntarme sobre Uchiha Itachi? – entonó Hiruzen con tono mesurado, sin esperar respuesta – Muy bien, te diré quién es. Uchiha Itachi es un desertor, un criminal de rango S que se unió a Akatsuki hace una considerable cantidad de años.

Los ojos de Naruto se estrecharon.

_ Es el hermano de Sasuke.

_ También es el hombre que llevó a cabo la masacre de los Uchiha.

Hiruzen encendió su pipa con aparente calma. Necesitaba zanjar este asunto con Naruto cuanto antes para poder comenzar con los preparativos. Podía sentir la mirada penetrante del rubio en su frente, pero no se apresuró por proseguir.

¿Debería contarle a Naruto la verdad? ¿Qué haría el Uzumaki con esa información? Compartir el conocimiento que él tenía sobre ello sería poner en riesgo una misión de infiltración que Itachi había estado llevando a cabo por años.

Tomó una bocanada y exhaló el humo con lentitud antes de volver a hablar.

_ Por ese tiempo, las relaciones entre Itachi y el resto de su clan estaban tensas. Su increíble fuerza lo había hecho desarrollar una obsesión por el poder y, finalmente, lo poseyó una inexplicable locura. Fue sospechoso de la muerte de Uchiha Shisui, su primo, poco antes de que asesinara al resto de su familia.

Una pausa extensa e incómoda se extendió entre ellos. En su cabeza, Naruto debía estar atando los cabos sueltos que probablemente nunca había notado que estaban ahí. El Hokage cerró los ojos y volvió a inhalar de la pipa.

Esa mentira la había construido el maestro mismo de las ilusiones. Aquel que estaba sentenciado como uno de los peores criminales del mundo Ninja, aquel perjurado enemigo era el más fiel aliado de Konoha.

_ ¿¡Por qué yo no supe sobre esto!? Cuándo- Cómo fue que no me enteré?!

_ Mi memoria me falla en ocasiones, Naruto, pero si no recuerdo mal tú y tu equipo estaban fuera en una misión cuando sucedió.

_ ¿Una misión?... Yo… ¡Acababa de llegar, lo recuerdo! Menos de una semana Y luego tú…Tú me mandaste a llamar, nos asignaste una misión, proteger a… a un noble, creo, que iba de viaje, y me dijiste que debíamos salir esa misma tarde.

_ Así es. – concedió el Hokage tras unos segundos

_ …Viejo. – Naruto dio un paso hacia atrás, como si hubiera recibido un golpe invicible - ¿Viejo, lo hiciste a propósito?

La ausencia de una respuesta lo confirmaba todo.

_ ¡Me mandaste lejos para que no supiera nada!

Y luego Naruto no volvería en tres años, porque justo después de acabar la misión Jiraiya se encontró con él, y le informó que debían ver al Sabio Sapo para escuchar una profecía, porque era urgente, y luego se fueron a la Isla Tortuga porque Naruto necesitaba entrenar antes de que el Kyuubi terminara matándolo.

_ ¿Qué podrías haber hecho, Naruto? Uchiha Itachi es un psicópata que asesinó a su familia, e incluso a esa edad hubiera resultado un peligro para ti. Para la aldea.

Lo más juicioso era mandar al jinchuriki lejos. Los Uchiha gestionaban un golpe de estado, y el poder del biju les hubiera otorgado la mayor de las ventajas sobre el Consejo; eso había dicho Danzo, y los consejeros lo habían secundado.

Hiruzen nunca creyó que Mikoto fuera a permitir que Fugaku llevara a cabo un plan como ese. Ni ella ni ningún otro Uchiha tuviera la oportunidad ni el permiso de acercarse a Naruto ni de verlo crecer. Sin embargo, recordaba a Mikoto, y su sonrisa maternal al tocar delicadamente con sus dedos pálidos una mejilla marcada. La única ocasión en la que tuvo al pequeño bebé de ojos azules en sus brazos, lo había sostenido como si fuera su propio hijo.

Los ojos claros de Naruto estaban cargados de angustia.

Mientras Naruto dormía en el bosque junto a su nuevo capitán y sus compañeros de equipo, la sangre Uchiha corría por las calles y salpicaba las paredes del barrio familia. La vida de Sasuke cambiaba para siempre, e Itachi se convertía en un criminal condenado, en la pesadilla de un niño, en el objetivo de un vengador.

_ Pude… ¡Pude luchar! Hacer algo, ¡cualquier cosa menos no hacer nada!

_ No tenía nada que ver contigo, Naruto. No era tu responsabilidad.

El rubio arrojó una patada contra el escritorio y masculló entre dientes.

_ ¡Demonios!

El Hokage eligió mantenerse en silencio. El Uzumaki giró sobre sí mismo y dio vueltas por el despacho como una fiera enjaulada; su mirada era un poso de desesperación e impotencia. Soltó un gruñido y se detuvo de espaldas al Hokage. Tomó aire y respiró con profundidad intentando calmarse.

Oh, su corazón gentil sufría por Sasuke, y Hiruzen no sabía qué hacer para consolarlo.

_ No podías hacer nada, Naruto. – repitió con voz suave y baja. – Fue inevitable.

Su postura rígida dejaba ver que no había logrado tranquilizarse ni un poco.

_ ¿Por qué nunca me enteré? Tuve que presionar a Iruka para que me lo dijera.

_ Es un secreto a puertas abiertas. Todos lo saben, pero no hablan de ello.

Naruto bufó una sonrisa triste, cabizbajo.

_ Como cuando todos sabían de mí menos yo, ¿verdad?

Otra vez, el Hokage no supo que contestar. Cuando Naruto se mantuvo sin decir una palabra por un minuto, con la mirada perdida en el suelo, Hiruzen suspiró.

_ Es mi deber proteger la aldea, Naruto. Tal responsabilidad acarrea tomar decisiones muy difíciles, pero necesarias. – El Hokage era el ninja más fuerte de la aldea, pero había otro poder tras bambalinas, y a cada paso que Hiruzen daba en su gobierno los murmullos del Consejo le pisaban los talones: discordantes, objetantes, censuradores. – Después de la masacre, hice lo posible para que Sasuke recuperara su vida, hasta donde se pudiera. Un apartamento nuevo para que no tuviera que volver a aquel barrio. Consultas con los especialistas de los Yamanaka. Entrenamiento supervisado. Un equipo. Misiones.

Naruto estampó el puño en la mesa con una fuerza rotunda.

_ ¿Y usted cree que eso fue suficiente? ¿Que lo único que necesitaba Sasuke era un lugar para dormir y dinero para no morirse de hambre? ¿Nunca se le ocurrió que podría necesitar algo más!? ¿No se le ocurrió?!

_ Naruto-

_ Tal vez podía haber hecho más, viejo, o tal vez no. – sus ojos se endurecieron, y cristalinos, contenían lágrimas – Usted me dio también un apartamento. Me cuidó, me dio dinero para comprar mi leche y mi ramen. – Una sonrisa algo rota se dibujó en sus labios, y se desmoronó al instante – Me dio lo mismo que a Sasuke, y aun así ambos nos sentimos como las únicas personas a las que nadie en el mundo amaba.

Su anciano corazón se quebró un poco ante esas palabras, y la inutilidad de muchas de sus acciones salió a la luz de sus pensamientos. Hiruzen sabía que a veces no había tomado las mejores decisiones, sabía que en ocasiones sus errores y su actitud pasiva habían participado en inolvidables e imperdonables tragedias.

¿Podría alguna vez hacer algo por remedar sus pecados?

_ Que tenga buena noche, viejo. – Con la voz entrecortada y contenida, Naruto se dio la vuelta para irse – No se quede trabajando hasta tan tarde, no es bueno para su espalda.

La puerta se cerró silenciosamente. Hiruzen se inclinó hacia adelante y sostuvo su frente en la palma de su mano. Como si la carga de los años en aquella silla pesara sobre sus hombros.

Se disculpó en la soledad de su despacho, donde nadie podría escucharlo.

_ Lo siento mucho, Naruto.

 

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El Naruto real reposaba junto al pequeño Uchiha, las ventanas cerradas para no dejar entrar el frío, una manta grande que acunaba sus cuerpos y sus memorias.

_ Sabes, al principio…Siempre estuve solo. Es lo que puedo recordar. La gente mi miraba con odio, desprecio… Cada vez que quería jugar con algún niño en el parque, sus padres los alejaban de mí. Era…doloroso de ver. Ellos siempre tenían a alguien que los llevara a casa.

Sasuke escuchaba atentamente. Recostado sobre el cuerpo de Naruto, con la barbilla sobre el pecho de este, el ángulo le permitía ver las expresiones del rubio mientras hablaba. Sentía que era un momento íntimo, y la sola voz de Naruto lo envolvía completamente.

Podía entenderlo. Tal vez para él había sido algo diferente, pero su vida no distaba demasiado de la de Naruto. Huérfanos, sin nadie que quisiera acercarse a ellos o interesarse honestamente. Sasuke siempre había mantenido una actitud esquiva hacia la gente; sabía que nunca aparecería una persona que lo hiciera sentir el amor que él sentía por su familia. Que aun sentía de manera angustiosa dentro de su pecho.

Escuchar a Naruto lo hacía calmarse. Se olvidaba de sí mismo por un rato interminable, y solo estaba su cuerpo, como una vasija, absorbiendo cada cosa que el rubio le daba. Sus palabras, su voz, su confianza.

_ A veces solía jugar y hacer travesuras con Shikamaru, Kiba y Chouji…Heh, creo que de las pocas personas que nunca me trató mal, Shikamaru es uno de ellos.

Podía sentir su calor irradiar y derramarse en su cuerpo como una agradable manta. Estaba ahí con su pequeño trozo de verano en el medio del invierno. Naruto tenía los brazos cruzados tras la nuca, y los ojos cerrados. Hablaba en voz baja y tranquilamente, cosa que era tan extraña como fascinante para Sasuke. Nunca se había imaginado que tendría esa faceta tan…

Su corazón palpitó fuerte.

La mano del rubio acarició los cabellos oscuros. Sin darse cuenta había cerrado los ojos con la mejilla sobre el pecho del rubio. Un poco más y se hubiera quedado dormido.

De repente escuchó un sollozo. Levantó a cabeza y vio que los ojos de Naruto contemplaban el techo cristalinos. Dos lágrimas se escurrían por sus sienes, perfectas líneas húmedas que hicieron que el corazón de Sasuke se encogiera, como si un puño injusto lo apretara.

_ ¿Naruto? – se sentó sobre la cama, preocupado - ¿Qué pasa?

El rubio negó con la cabeza. Se pasó una mano por el rostro al tiempo que soltaba una risa líquida.

_ Nada, nada. Sólo recordaba algo-tebayo. – dijo con tono forzado, y tiene la audacia de sonreírle a Sasuke, como si realmente no sucediera nada.

El pelinegro frunció el ceño. Su mente no podía comprender aquello, no podía entender la mentalidad que había tras esa actitud.

_ ¿Siempre eres así? ¿Siempre sonríes? – preguntó en voz baja, la vista fija en sus puños, como si se lo preguntara a sí mismo – ¿Por qué sonríes? ¿Cómo es posible que pudieras perdonas a esas personas que siempre te trataron tan mal?

Sasuke no entendía.

Y aquellos ojos azules también sabían sonreír.

_ El odio que yo pude sentir solo me hacía sufrir a mí al final. Alguien tenía que dejar de odiar, ¿no? Si no creo en mis propias convicciones y me dejo llevar por el pasado, no sería yo mismo.

Sus ojos conectaron con los suyos. Naruto se había sentado también, y había tirado de su brazo hasta que la espalda del pelinegro estuvo recostada contra su pecho. Su voz ligeramente ronca acarició cálidamente el oído de Sasuke, y cerró los ojos, como si pudiera envolverse en ella.

_ Pase mucho tiempo llorando. Hasta que me di cuenta de que llorar no lograba nada.

Lo sé.

Las lágrimas no impidieron que aquel hombre asesinara a su familia.

Las lágrimas no abrieron los ojos de sus compañeros de equipo, porque la sangre que brotaba de sus heridas era mucho más espesa.

_ ¿No es mejor ver lo bueno de la vida y sonreír? – La voz de Naruto estaba cargada de esperanza y firmeza; la pregunta, tal vez, se la había hecho a sí mismo hacía mucho tiempo, y ya le había dado respuesta – Encontrar razones para sonreír y hacer que otros sonrían…Quiero vivir ese tipo de vida.

¿Encontrar una razón para sonreír?

Sasuke dejó que lo estrechara entre sus brazos y que aquel calor se ciñera a su cuerpo como una segunda piel. Naruto enterró su nariz en su cuello y respiró con profundidad, y presionó su boca a la piel de Sasuke que no estaba cubierta por la venda.

Naruto…Tú eres mi razón para sonreír.

 

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Sentado en el suelo de su cuarto, Shikamaru jugaba contra sí mismo una partida de shogi. O eso parecía. Tenía los codos apoyados sobre la mesa, las palmas de las manos juntas delante de su cara.

También tenía el cabello suelto, lo que quería decir que seguro se había ido a dormir y que se había levantado por una que otra razón.

_ Te ves cansado, Shikamaru.

El Nara alzó la vista y curvó su boca en una corta sonrisa que no escondió la sombra de las ojeras bajo sus ojos.

_ Sabía que vendrías tarde o temprano.

Naruto correspondió el gesto, y se sentó del otro lado de la mesa de shogi.

_ ¿Esperabas por mí, Shika? – comentó un retintín juguetón que no llegaba a sus ojos. Sin esperar a que Shikamaru dijera nada, movió la primera pieza que le llamó la atención. Le había enseñado a jugar hacía un par de años, si bien Naruto siempre perdía. Por lo menos Shikamaru se molestaba en explicarle cómo le había ganado, por más problemático que fuera.

Su amigo lo pensó dos segundos, y luego movió su pieza.

_ ¿Dónde estás realmente?

_ Con Sasuke. – respondió en voz baja. La mención de ese nombre hizo que Shikamaru alzara la vista del tablero.

Naruto no trató de esconder la consternación que abatía su cuerpo y atormentaba su mente. El Nara exhaló un suspiro y se echó hacia atrás apoyado en sus manos.

_ Tus clones se han vuelto muy buenos. Me tomó más tiempo darme cuenta.

El rubio esbozó una sonrisa corta.

_ ¿Para qué te crees que entreno-tebayo? Algún día los haré tan indetectables que ni Neji se dará cuenta. – aquello le ganó un bufido de parte del pelinegro. Naruto suspiró y bajó la vista de nuevo hacia al tablero. Tras rascarse la cabeza y contemplar sus opciones detenidamente movió otra pieza.

Shikamaru se enderezó con lentitud, ligeramente encorvado, las piernas abiertas a cada lado de la mesa. Cielos, todo en su postura hablaba de cansancio.

Excepto sus ojos.

Como una flecha, su mirada se clavó en la azul, e hizo su jugada en el tablero sin apartar la vista.

_ Naruto, no hace falta que intentes hablar en clave de todas formas, no se te da bien. – Con el pulgar señaló el espacio de tatami sobre el que estaban sentados – Puse un jutsu de supresión de sonido. Nadie puede escucharnos fuera de esta habitación.

Naruto dejó salir una larga exhalación.

_ Maah, qué bueno-tebayo. Me estaba rompiendo la cabeza pensando en cómo te lo iba a decir… - Su expresión de alivio mutó de súbito a una de espanto y sorpresa – ¡Shikamaru!

La exclamación hizo saltar al otro, quién parpadeó sin entender a qué tanto alboroto.

_ ¿Qué pasa?

_ ¿Desde cuándo tienes puesto ese jutsu!? – preguntó el rubio alarmado, como si fuera una cuestión de vida o muerte.

_ Pues… - el pelinegro estaba totalmente desconcertado - Desde hace ocho meses, creo. Cuando regresamos de aquella misión en la que-

_ ¡Ocho meses! – ¿¡El rubio le señaló con un dedo acusatorio – ¿Estás teniendo sexo desde hace ocho meses y no me habías dicho nada?!?!!

Silencio.

Shikamaru lo miró como si le hubieran salido verrugas en la frente.

_ … ¿Qué?

_ ¡A mí no me engañas, eh! Ese “jutsu de supresión de sonido” es para suprimir sonidos que no quieres que nadie escuche-- Las cosas sucias que haces aquí dentro. – el impertinente incluso se atrevió a hacer las comillas con los dedos.

Un resoplido quejumbroso brotó de Shikamaru, quién se dejó caer en el suelo como si la conversación le hubiera provocado cansancio físico.

_ Últimamente de lo único que hablas es de sexo, Naruto. – volvió a suspirar –  Bueno, es de esperarse de alguien que acaba de hacerlo por primera vez.

Al rubio en cuestión se le cayó la geta.

_... Tú… ¡Yo no hablo solo de sexo-tebayo!! – las mejillas se le colorearon escandalosamente –… ¿Cómo lo sabías?

El Nara rodó los ojos.

_ Se te nota en la cara, idiota.

Naruto aún no se lo podía creer.

_ Yo-

_ NO. No me digas nada. – dijo con énfasis con una mano alzada en el aire – No quiero saber nada.

El rubio hizo un puchero y se sentó de nuevo, de brazos cruzados. Luego pareció recordar a lo que había ido ahí y sacudió la cabeza.

_ Esto no se va a quedar así, Shika. Me lo tienes que contar-tebayo. – Aseveró el rubio, mas Shikamaru sólo alzó una ceja. Naruto siguió como si nada – De todas formas, no vine a hablar de eso.

El Nara inhaló por la nariz en silencio y se enderezó de nuevo.

_ Lo sé. El problema es que la edad no te va a quitar lo cabeza hueca. – La pequeña sonrisa que le había causado la expresión de su amigo abandonó su rostro. - ¿Has decidido lo que vas a hacer?

Naruto asintió con seriedad, y sus facciones se oscurecieron cuando se inclinó hacia adelante.

_ Voy a sacar a Sasuke de aquí. – sus manos se cerraron en puños sobre la mesa – Lo voy a llevar a un lugar donde nadie, ni Orochimaru ni Danzo puedan hacerle daño.

La sobriedad de su voz pareció contagiar a Shikamaru, quien irguió su espalda y cuadró sus hombros, sus ojos atentos y su expresión afilada.

_ ¿Dónd----

Naruto desapareció en una bola de humo.

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Entraron en la casa.

Sucedió en un espacio de tiempo en el que Naruto estaba en dos lugares a la vez: en la cama con Sasuke, mientras Naruto le contaba sobre una de sus misiones, y en el cuarto de Shikamaru, con su amigo a punto de hacerle una pregunta.

Perdió la conciencia de dos sucesos al mismo tiempo. Para cuando las memorias de su clon flashearon en su memoria, su mente estaba en blanco.

Luego un profundo negro.

No supo cuándo regresó al mundo. Le dolía la nuca, las sienes, la cabeza, y se sentía mareado. La voz de Kurama era un grito lejano, como si Naruto estuviera bajo al agua, incapaz de nadar a la superficie.

Eventualmente lo hizo.

La cocina estaba impecable, tal como la había dejado Sasuke.

Sasuke…

¿Sasuke?

Se puso se pie de un salto y giró sobre sí mismo. Sus ojos azules, manchados de desesperación se movieron de un lado a otro.

No está.

Corrió hacia el cuarto, hacia el baño, hacia el pequeño balcón. Abrió la puerta de la entrada; cometió la ridícula acción de mirar bajo la cama, en el closet, tras la cortina de la ducha.

No está.

No está. No está. No está. No está.

Naruto. Naruto, cálmate y escúchame.

Casi arranca la puerta del apartamento.

¡Naruto! Deja de gritar y escúchame.

¿Cuándo había empezado a hacerlo? No se había dado cuenta.

_ ¡SASUKE!

El viento de invierno rasgó su cuerpo, la gélida masa invisible le hizo detenerse. Estaba en el techo, la noche ante sus ojos como tantas otras, mas ahora opacada por el sentimiento de lo terrible que parecía llenar cada uno de sus órganos vitales.

No podía respirar.

Balbuceaba su nombre con el poco aire que le quedaba. Se llevó una mano al pecho, la otra a su garganta. Sus ojos ardieron, su corazón se expandía, a punto de explotar en mil pedazos. Sus pulmones llenos del aire invernal y no podía respirar.

Escuchaba sus propios jadeos.

Luego, un tirón en su estómago que iba más allá de lo físico y de lo mental. Se vio frente a la inmensa bestia de pelaje naranja que habitaba en su interior.

Afuera, sus ojos se habían teñido de rojo.

Adentro, Kurama trataba de captar su atención

-Naruto!

El aliento del bijuu le hizo soltar un jadeo ahogado. Calló de rodillas en el suelo de la dimensión que ambos compartían. Naruto se dio cuenta de que su cuerpo no paraba de temblar, y se forzó a levantar la vista de sus puños apretados para tratar de oír a Kurama.

En ese estado no vas a lograr nada. ¡Contrólate!

No está, Kurama. No puedo sentir su chackra- No puedo sentirlo-

¡Tranquilízate!

El grito del zorro le silenció. Sus ojos abiertos de par en par, su boca cerrada en una línea de angustia.

Quienquiera que sea lo ha secuestrado debe haber usado algún jutsu para bloquear su chackra. – razonó el biju – Debes concentrarte en buscar su esencia. Usa mi chackra.

Naruto se forzó a respirar. Inspiraciones profundas. Una larga bocanada de aire. Se sentó con las piernas cruzadas en posición de meditación, y cerró los ojos.

Mente en blanco, modo sennin.

Las dos primeras veces no pudo hacerlo, y en la tercera estuvo a punto de perder la fusión de la energía natural con el poderoso chackra de Kurama. Los irises de sus ojos mutó a un amarillo ámbar, y sus pupilas cambiaron de forma, la combinación de los ojos de una rana y los del jinchuriki del Kyuubi.

Era como abrir un tercer ojo.

El mundo se convertía en un campo gris lleno de pequeñas luces – el color del chackra, la energía vital. Su mirada traspasaba el espacio y se movía de un lugar a otro a gran velocidad, buscando, buscando y buscando por todos lados.

Aquí no. Aquí tampoco. No, no es ahí.

En lo que pareció un milisegundo, un instante tan pequeño que casi no contaría – ahí fue donde sintió algo.

Kurama, tú…

Sí, yo también lo sentí.

Como un parpadeo muy rápido.

Frunció el ceño.

El peso en su pecho no disminuyó, pero ya podía respirar. Podía actuar. El pánico poco a poco se había taimado hasta convertirse en una tensa determinación imbuida de furia.

El viento volvió a azotar su cuerpo, pero ya no sentía como si cortara su piel.

Sus ojos regresaron volvieron a cambiar de color: hielo azul, refulgente en su dureza. Naruto saltó hacia la noche, y desapareció.

 

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Sasuke sí supo lo que pasó. Y su mente no tardó en conectar la información de Shikamaru con la aparición repentina de cuatro ninjas ANBU en su cocina.

Intentó defenderse, y se maldijo un mil veces por ser tan débil, por ser más inútil que de costumbre, por no haber entrenado más, por permitir que otras cosas lo distrajeran de su objetivo, por no haber prestado atención a la tarja del templo Uchiha, donde yacían el secreto del Sharingan. Se maldijo mil veces, y sus ojos lo último que vieron fue el cuerpo de Naruto tirado en el suelo azulejado.

Como una pesadilla familiar, todo regresó:

Oscuridad.

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Una luz potente perforó sus retinas cuando despertó.

No cualquier luz.

Un bombillo muy cerca de su rostro, y junto a este, en la periferia de su visión, manos anormalmente blancas.

Guantes.

_ Está consciente.

Dónde…

¿Dónde estoy?

Algo venenoso palpitó en su interior, algo que sin que se diera cuenta se había imbricado con su espíritu de supervivencia. Una presencia incomprensible reptaba en su mente, en las fronteras entre su alma y su cuerpo, a la espera del momento preciso para hacer lo que quería hacer.

Aquello era lo mismo que le había hecho abrir los ojos.

_ Eso es raro. Ese tipo de anestesia es casi imposible de anular.

Se dio cuenta de que no podía mover ni sus brazos ni sus piernas. Su cabeza también estaba atada a la cama metálica.

Terror sobrecogedor le arrancó el aliento, y su mente fue engullida por las oscuras redes del pánico.

“Quieren sacarte los ojos, Sasuke.”

Una voz desconocida se hizo paso por la bruma de su mente. Habló con tono impasible y autoritario.

_ Inyéctalo de nuevo. No tenemos tiempo que perder.

La luz fluorescente lo cegaba. Pero ya no necesitaba per para saber dónde estaba.

_ Como ordene, Danzou-sama.

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