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El cielo está en tus ojos por Zeny

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Notas del capitulo:

A/N: Este capítulo es hermoso : D


Disclaimer: Naruto no me pertenece.

Anteriormente:

_Ahá…Así que nunca has probado un helado... – la voz de Naruto cesó por unos segundos, y cuando volvió a hablar, a Sasuke casi, CASI, se le resbala la jarra de las manos –…grande y cremoso, que cuando lo tienes dentro de tu boca se derrite y sientes aún más lo dulce que es?

Estaba más rígido que una cuerda de guitarra ajustada.

¿Por qué tenía que hablarle al oído? Y peor aún, ¿por qué le producía un escalofrío tan…absurdamente agradable… en todo su cuerpo?

Lo que Sasuke no sabía todavía, a su tierna edad de 13 años y con la pureza de su ser -  a pesar de que su cabeza estuviera llena de deseos de venganza - su cuerpo se estaba desarrollando y estaba también plagado de hormonas dormidas que Naruto estaba empezando a despertar poco a poco.

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Capítulo 5

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¿Qué demonios…? Porque lo que salía de la boca de ese rubio sonaba tan…

Tan… ¿tan qué?

Tragó saliva.

Sin preocuparse mucho por si estaba siendo educado o no, Sasuke terminó de lavar la vajilla que habían usado para comer y le dijo que tenía una sesión de entrenamiento con Kakashi.

_ ¡Te acompañaré!

_No. – contestó terminante el pelinegro.

_ ¿Por qué no?

_Porque quiero entrenar solo. – después de eso, Naruto se quedó en silencio. No se acostumbraba a los cambios de humor tan abruptos del chico. Era todo un enigma, confuso y misterioso. Pero supuso que quería pasar tiempo solo y por eso decidió no insistir más.

Oh, pero no se daría por vencido en su plan…¿Y cuál era su plan, de todos modos?

Ah, claro. Quería sacar de Sasuke una sonrisa de felicidad, convertirse en su amigo. Quería hacerle sentir que no estaba solo en el mundo.

Cuando Naruto salió por la puerta, Sasuke se recostó en su sofá, con el rostro enterrado entre sus manos, y exhaló un suspiro de alivio.

Lo del entrenamiento era una completa mentira. Era sábado. Y los sábados Kakashi gustaba de tomárselos libres, para la inmensa molestia de su alumno.

Maldición…

Ese Naruto…Ese Naruto… ¡Lo iba a volver loco! Ya no sabía ni qué pasaba con su cuerpo; ¿por qué  tenía esas reacciones tan extrañas?

Sacudió la cabeza. No. No podía ponerse a pensar en eso. Tal vez, tal vez sí debería ir a entrenar. Existía la desagradable –ehem – probabilidad de que ese idiota pasara por su casa otra vez, y sería un poco embarazoso que lo cachara con la farsa. No quería que se le ocurrieran otras locuras como las de lanzarlo a la laguna…

…pero me sentí tan bien ese día…

_Ugh.

Se pasó las manos por la cara y cuello, volvió a suspirar. Oh, maldita sea. Últimamente suspiraba demasiado.

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Después de irse de casa de Sasuke, Naruto no tuvo mucho que hacer en el día. Por el hecho de que Akatsuki andaba de parranda cazando bijuus,  que Sai estaba sumergido en una de sus “investigaciones”, y que Sakura  acababa de irse de Konoha para encontrarse con la oba-chan para entrenar extensivamente por un tiempo; resultaba que él era el único integrante del equipo que no tenía nada qué hacer. Y Yamato-taichou no era la clase de persona con la que pasas tu tiempo de ocio… El rubio sonrió como un pícaro zorrillo.

A menos que se para jugarle bromas-tebayo, hehehe.

Recordó su conversación con la Haruno y le entraron unas enormes ganas de abrir aquella caja envuelta en papel de regalos amarillo.

 

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_¿Qué querías decirme? – preguntó después de dar un sorbo a su chocolate caliente. Esa mañana estaba más fresca de lo normal, y nubes grisáceas se apostaban sobre el cielo, infundiendo la sensación de que una tormenta estaba a punto de aproximarse.

Sakura sonrió y sacó un paquete rectangular de su bolsa. Naruto no se había fijado en lo que cargaba Sakura en el camino de su apartamento al pequeño café, pero ahora le llamaba la atención.

_ Toma.

_ ¿Qué es-tebayo?

La chica de cabellos rosados amplió su sonrisa.

_ Tu regalo de cumpleaños.

Naruto parpadeó varias veces, como tratando de comprender la situación. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas.

_ La razón de porque te lo doy ahora-

_ Pero Sakura-chan, aún faltan algunos días para mi cumpleaños-

_ ¡No me interrumpas! – la chica suspiró, no quería perder su temperamento en ese momento. Afortunadamente, el rubio se quedó en silencio, temiendo la furia de los puños de su compañera de equipo – Me iré hoy.

Naruto se sorprendió.

_ ¿Ya?!  ¡Pero yo pensé que sería dentro de otro mes!

_ Al parecer algo ha cambiado en los planes de Tsunade-sama. Shizune vino ayer y me lo hizo saber.

_ Hmm…Ya veo. – el rubio contempló el líquido marrón por unos segundos, y luego alzó la cabeza - ¡Bueno! ¡Supongo que no se puede evitar-tebayo! – le mostró una enorme sonrisa, que Sakura pudo ver no era enteramente sincera – Dale un abrazo a la vieja de mi parte, hehe. ¡Hubiera venido ella en vez de Shizune! Seguro que anda jugando y perdiendo dinero por ahí.

Sakura sabía que a Naruto no le gustaba pasar sus cumpleaños solo. No era que Naruto fuera de los que se deprimieran; era algo que Sakura no podía entender muy bien, porque ella siempre había tenido a sus padres, y si bien cuando era pequeña los niños la habían molestado por lo de su frente,  el sufrimiento de su infancia estaba lejos de igualarse al de Naruto. Ese día del año, de alguna forma, las sonrisas de Naruto no llegaban a los azules ojos, y más de una vez lo había atrapado con la mirada perdida en la lejanía, como si buscara algo que no acababa de encontrar.

Por eso siempre sus amigos, y principalmente Iruka, que era como un hermano mayor para Naruto, le preparaban una fiesta y le daban regalos. Era lo único que podían hacer por su querido amigo. El rubio siempre se animaba y su alegría contagiosa llegaba a todos haciéndolos pasar uno de los mejores ratos en su compañía, comiendo pastel, jugando juegos de mesa o compitiendo en cualquier otra tontería. Pero-

Pero siempre estaba esa mirada anhelante perdida en el horizonte. ¿Qué buscaba Naruto?

_ ¿Puedo abrir mi regalo ya? – preguntó el rubio con emoción.

_ ¡Claro que no, baka! – le regañó la pelirosa - ¡Espera a que sea el día!

_ ¿Quéééé? – Parecía que le hubieran dicho que Ichiraku cerraba por un año. - ¡Eso es mucho tiempo, Sakura-chan!

_ Sé paciente, Naruto. – Aconsejó Sakura con tono burlón.

Naruto farfulló algo entre dientes y una venita saltó en la frente de la chica.

_¿Qué dijiste? –  Sakura se puso de pie y su puño se cerró cerca del rostro de Naruto de forma amenazante. Era muy temprano para estarse enojando.

Naruto alzó las manos en señal de paz, forzando una sonrisa tranquilizadora con la que esperaba apaciguar a su compañera.

_ ¡Na-Nada-tebayo! Lo guardaré hasta que llegue el día, hehe…hehe...

_ ¡Hum! Más te vale. – Se relajó, mas no se sentó otra vez, y sus claros ojos verdes se clavaron en el gracioso rostro del rubio. Una pequeña ola de nostalgia la hizo darse cuenta de que lo iba a extrañar, pero decidió no hacer caso, y sacudió la cabeza. Continuaría su entrenamiento con Tsunade-sama y se haría más fuerte.

_ Trata de no meterte en problemas, ¿me oyes?

_  ¡Mah, Sakura-chan! – el chico hizo un puchero infantil y se cruzó de brazos - ¡Yo no me meto en problemas, los problemas vienen a mí!

Sakura bufó una risa.

Los ojos azules le devolvieron la mirada, y Naruto sonrió de oreja a oreja.

 

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_¡Agh! ¡Yo no puedo sentarme a esperar! ¡Quiero saber qué hay adentro!

Sus manos hicieron ademanes en el aire como  si quisiera estrangular algo, y algunas personas vieron sus graciosas muecas al pasar. Naruto suspiró y resumió su caminar.

Pensó en regresar a casa de Sasuke; pero recordó las cortantes palabras del pelinegro y un ligero pinchazo pulsó en su pecho. ¿Tal vez debería dejarlo tranquilo por ese día? ¿O debía ir a verlo más tarde? No sabía qué hacer. Puede que se hubiera pasado un poco con lo de aparecerse en su casa, literalmente, de la nada, pero Sasuke no había parecido demasiado enojado. Su mueca de sorpresa y casi espanto había sido muy graciosa. Y además, ¡lo había convidado a almorzar! ¿Por qué se había molestado de repente Sasuke? El chico de ojos azabaches era como un péndulo con sus emociones; cuando Naruto pensaba que por fin había conseguido alegrarlo, se enfadaba y regresaba a su semblante distante.

Probablemente sería mejor dejarlo tranquilo por un tiempo. Además, Sasuke iba a entrenar, no era como si se fuera a pasar el día encerrado en su casa.

¿Qué hago entonces yo ahora? Pff, me aburriré sin misiones-tebayo…

Bueno, siempre podía encontrar algo que hacer.

_ ¡Naruto-nii-chan!

_ ¡Yoh, Konohamaru!

_ ¡¡Prepárate para ser derrotado!!

_¿Eh?

Pufff!

*inserte melodía sexy y sugerente aquí*

_N-no me mires así…

Cuando el humo desapareció, en el lugar de Konohamaru apareció una bella chica de opulento pecho y rostro delicado, que miraba a un lado avergonzada, al mismo tiempo que cubría con sus manos sus partes íntimas…Ni que eso hiciera mucho; de hecho, era un truquillo para aumentar el morbo—Naruto y Konohamaru sabían eso.

Naruto observó con los ojos en rendijas el cuerpo y el rostro de la chica, y luego sonrió.

_¿Eso es lo mejor que tienes, Konohamaru?? – en un instante aparecieron tres clones de Naruto.

Konohamaru volvió a su forma normal, en su rostro un puchero desafiante, obstinado, y, eh, infantil, por supuesto.

Tres pervertidos minutos después…

_ ¡HAHAHAHA, no hay quien me derrote en el arte de Sexy no Jutsu!

_ ¡Algún día te derrotaré, Naruto-nii-chan!

_ ¡Eso es más imposible que que yo deje de amar el ramen-tebayo! – exclamó con orgullo.

_ ¡Pues nunca me rendiré! – desafió tercamente el chico de trece años, mientras hacía un puchero testarudo y apuntaba al rubio.

Poco a poco niños de diferentes tamaños y edades empezaron a rodearlos. Todos se acercaron a Naruto y empezaron a hacerle preguntas, a invitarle a que jugaran con él. A pesar de que ya hacían tres años desde que los aldeanos habían empezado a cambiar su actitud, una parte de él todavía no se acostumbraba. Ser un héroe había transformado tanto su relación con la aldea, que hasta los niños que una vez habían sido alejados de él por sus madres, ahora le rogaban su atención y le pedían que le enseñara jutsus, y que les contara historias. Sus miradas eran de admiración y maravilla, y siempre le sonreían.

_ ¡Naruto-nichan!

_ ¡Juega con nosotros!

_ ¡Naruto-san!

_ ¡Cuéntanos una aventura!

El corazón de Naruto se sentía aliviado y, en cierta manera, como si se hubiera renovado. La oscuridad en su cabeza que guardaba rencor a los aldeanos como una reliquia del pasado seguía ahí, pero ya era algo que había aprendido a aceptar. Las personas cambiaban. Los que en el pasado lo habían despreciado debido a la ignorancia, ahora lo apreciaban y respetaban. ¡Lo trataban como a un héroe, casi una celebridad!

Su pecho se inundaba de pinchazos de alegría. Era un sentimiento agridulce, claro y bueno.

_ ¡Hehe, vengan, les contaré una historia-tebayo!

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Siempre tenía esos días en los que se levantaba con el pie equivocado y los demás sucesos de la jornada se condicionaban de manera que terminaba siendo un mal día. Sin embargo, ese día  no se despertó con el pie equivocado.

Uchiha Sasuke se despertó con una erección.

Su primera reacción fue el pánico.

_ ¿…Qué… demonios…?

Arrancó las sábanas de encima de sus piernas – que por alguna razón estaban más enredadas de lo normal -  y contempló con ojos muy abiertos y atónitos el cuestionable problema que había en sus short de dormir. El silencio que adornaba su habitación no se comparaba con el escándalo que había en su mente.

Sus pensamientos empezaron a estamparse los unos contra los otros, tratando de comprender la confusa y alarmante situación en la que se hallaba.

 ¡Mi pene se ha vuelto loco!

Esa no había sido la mejor de las conclusiones.

Trató de calmar su sobresaltado corazón, y como el ninja que era, se concentró en analizar la situación. Tranquilo, se repitió. ¿Qué estaba sucediendo? Se sentía caliente, como si tuviera  fiebre. Se dio cuenta de que sus manos estaban húmedas por el sudor, y si su memoria no erraba, había despertado del lado contrario de la cama.

Efectivamente y contra todo pronóstico, Uchiha Sasuke había despertado con una erección. Lástima que no supiera qué diablos tenía que hacer con ella.

 

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Mientras tanto, Uzumaki Naruto abría los ojos a la mañana con una adormilada sonrisa. Había dormido una generosa cantidad de horas, y mientras se lavaba los dientes y procedía a desayunar, se dio cuenta de que estaba de muy buen humor. Al sorber tranquilamente su vaso de leche y comerse un par de bananas, pensó en qué podría hacer en ese esplendoroso día. Iría a comer ramen con Iruka-sensei a la hora del almuerzo, tendría una sesión de entrenamiento con Konohamaru, y le había prometido a los niños pasarse por el parque…

Una mirada a su refrigerador y a su despensa le dijo que tenía que comprar más alimentos o se moriría de hambre. Era una suerte que Kakashi-sensei, el una vez alumno de su padre, se dedicara a traerle una canasta con frutas y vegetales todas las semanas. Aunque los vegetales difícilmente se los comía.

…Supuso que podría ir a incordiar un poco al viejo Hokage, decir hola y preguntarle cómo le iba.

Frunció el ceño al subirse la cremallera de su chándal, su boca formando un gracioso mohín infantil.

Bueno, cuando termine de hacer todo lo que tengo que hacer hoy, iré a ver a ese mocoso amargado, afirmó para sí mismo mientras se ataba el protector a la frente y le sonreía a su propio reflejo.

_ ¡Yosh!

 

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A diez manzanas de ahí, el más joven de los Uchihas tenía un conflicto visual con su caprichoso y desobediente pene. Por mucho que le dijera mentalmente que volviera a su estado normal y que le ordenara usando el sharingan que dejara de estar así de duro y parado como un maltito palo, su pene no le hacía caso.

Sasuke había llegado al punto en que el que se había olvidado de lo ridículo que era tratar de convencer a esa parte de su cuerpo con palabras.

Estaba al borde de la histeria. Nunca en su vida se había pasado algo parecido. Era una experiencia totalmente nueva, alienígena.  Su cerebro se había calmado un poco, pero su enfebrecido cuerpo no. Le dolía. Su miembro mandaba pinchazos de dolor y de una sensación muy extraña que lo dejaba sin palabras.

Lo peor de todo había sido cuando había tratado de comprender el porqué de lo que le estaba sucediendo. Y fue entonces cuando recordó algo de lo que quería olvidarse preferiblemente para toda su vida. Sus sueños solían evaporarse si no se detenía a repasarlos en su cabeza estando consciente, pero al parecer su conciencia le había hecho caso a una parte de su maldito, descarado y desobediente subconsciente.

El sueño que había tenido se reprodujo casi por si solo en su memoria, como si fuera la respuesta a todas sus preguntas.

La imagen de una de las páginas del infame librillo que Kakashi siempre llevaba en su mano fue otra de las cosas que llegaron a su cabeza como solución a sus interrogantes.

El estado de su pene definitivamente tenía que ver con sexo.

Que me trague la tierra, pensó enterrando los dedos en su despeinado cabello oscuro. Soltó un quejido cuando otro pinchazo palpitó en su ingle y sintió la imperiosa necesidad de aliviar aquel mal que le estaba arruinando la mañana.

Meditó brevemente sus opciones.

Masajearlo tal vez ayude…

La incertidumbre se escuchaba en sus propios sentamientos, y la duda estaba escrita en su rostro. Con algo de reticencia, alargó su mano hasta rodear con sus pálidos dedos la extensión de su entrepierna.

Un gemido ahogado brotó de su garganta. Cayó sobre el colchón, en el reguero de sábanas y almohadas, arqueando su espalda: no vio nada mientras su cuerpo sufría algo semejante al caliente golpe de un relámpago. La tensión de todos sus músculos pareció liberarse de golpe. Estremeciendo pasearon sobre su piel y escalofríos recorrieron su columna.

Algo húmedo y tibio mojaba su mano.

La sensación había sido tan fuerte y sorprendente que lo había dejado sin aliento. Inhaló por la boca, agitado, buscando regular sus respiraciones. Se cubrió los ojos con el antebrazo, sin atreverse a mover la otra mano de su ingle.

Un jadeo casi inaudible abandonó sus labios.

_Naruto.

Se tapó la boca con la mano. Abrió los ojos con espanto. ¿Qué acababa de decir?

¡¿Qué acabo de decir?!

Se ordenó no pensar. No recuerdes, no recuerdes. Olvida. Quería olvidarlo todo, desde el sueño que bordeaba su memoria a cada minuto hasta el vergonzoso suceso del que había sido protagonista. No necesitaba este tipo de cosas en su vida. No era algo que lo ayudara ni que lo hiciera fuerte, por lo tanto, estaba totalmente descartado. Pero necesitaba comprender a totalidad lo que le sucedía a su cuerpo – desde que había conocido a Naruto—

Lo que le sucedía a su cuerpo. Eso era lo único que debía hacer. Y una vez solucionado ese terrible inconveniente, seguiría con su rutina.                                                               

Sasuke volvió a sentarse, su mirada fija en el desastre entre sus piernas. La buena noticia era que finalmente su pene se había calmado.

La mala era que no las interrogantes se habían multiplicado.

 

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Era un adolescente, sabía eso. También sabía que a su edad, su cuerpo comenzaba a cambiar y a desarrollarse. Él era un chico informado, no era tonto.

Sasuke también sabía que el  hecho de ser una adolescente no le favorecía en nada. De ser posible, le gustaría crecer más rápido y acabar con esa etapa y hacerse más poderoso. Pero necesitaba aclararse. Necesitaba saber que cosas con las de esa mañana no iban a volver a suceder.

Sus ojos revisaron los títulos de los libros del estante al frente del cual estaba. Su rostro serio y casi impasible no dejaba entrever la vergüenza y el fastidio que sentía en su interior por verse en la necesidad de investigar sobre ese tipo de cosas.  Debería estar en su casa leyendo pergaminos sobre técnicas de su clan y estudiando más sobre el manejo de chakra, no meditando sobre tomar o no del estante un libro con el título “¿Qué nos pasa en la pubertad?”

Suspiró y estuvo casi a punto de tirarse de los pelos. Una voz desconocida interrumpió sus pensamientos.

_ Creo que este libro puede servirte.

Una mano más pálida que la suya le tendió un libro. Dicha mano pertenecía a un individuo que a ojos de cualquiera parecería una mala copia de Sasuke.

El chico sonríe de una forma que claramente era falsa, y Sasuke simplemente alzó una ceja de forma arrogante. ¿Quién se creía ese tipo para decirle lo que podía servirle o no? Ni que tuviera escrito su problema actual en la cara.

_ He leído que a tu edad los cambios físicos y hormonales son algo normal. Vas a comenzar a pensar sobre sexo y tendrás erecciones. Este libro te explica muchas cosas.

¿Erecciones? ¿Entonces aquello de la mañana…?

Al bajar su vista a la cubierta del libro casi da un brinco.

“¡No sufras por la pubertad!: Respuestas a todas las preguntas sobre tu cuerpo que no te atreves a plantear.”

Sus ojos se un poco más de lo normal, denotando sorpresa.

El desconocido continuó sonriendo, y pensando que tal vez el chico era mudo, no dijo una palabra más y le dio la espalda. Regresó a su mesa, que estaba a varios metros del estante donde Sasuke se debatía si devolver o no el libro que le habían caritativamente indicado que leyera.

Por otra parte, Sai se sentía satisfecho consigo mismo. A pesar de que ese chico no le había dicho las gracias, le gustaba hacer lo que  decían los libros sobre relacionarse con la gente. Ayudar al prójimo era una experiencia interesante.

 

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Leche, ramen, galletas. Ir al mercado para Naruto era una cosa sencilla. Una vez que compraba la comida de la semana, se iba a visitar todos los puestos de comida que su querida Gama-chan pudiera sustentar. Y como Naruto había aprendido desde niño el arte de ser ahorrativo, siempre se iba de ahí con el estómago lleno y una inmensa sonrisa.

 Era un esos momentos en los que entendía a su amigo Chouji.

En la tienda de dangos se encontró con cierto peliplateado.

_¡Kakashi-sensei!

El aludido levantó la cabeza y la sonrisa que se formó en su rostro cubierto hizo que su único ojo visible se curvara en un gesto jovial.

_ ¡Yoh, Naruto! – saludó con la mano desde la mesa en la que estaba sentado -  Comprando, por lo que veo. ¿Tienes vegetales?

Esa última oración la había dicho con voz de ultratumba. Naruto tragó saliva.

_Ehh… ¡Por- por  supuesto-tebayo! Pero los dejé en el apartamento, hehe-he…

Kakashi no le creyó su descarada mentira, pero decidió dejarlo pasar. Después de todo, se había autonombrado de “abastecedor de vegetales de Naruto”, y no era un deber que planeara abandonar en ningún momento.

El rubio se sentó en la mesa que ocupaba Kakashi y ordenó un plato de dangos para él mismo. Conversaron brevemente de cosas banales, la marcha de Sakura y Naruto le preguntó a su antiguo sensei si había sabido de Jiraiya, quien le contestó, casi con agonía, que no había oído nada del infame escrito. Era la novena vez que Kakashi releía la última entrega de Icha Icha y deseaba con toda la fuerza de su espíritu tener en sus manos el próximo libro.

Naruto estaba muy pendiente de la boca del peliplateado y de la mano que la cubría, pues misteriosamente los dangos de su plato desaparecían hasta dejarlo vacío, y no había podido ver nada! Estaba seguro de que Kakashi tenía un jutsu secreto para mantener su boca tapada a la vista de la gente, o alguna súper técnica para comer a la velocidad de la luz. Las posibilidades que Naruto se imaginaba eran incontables.

_ Por cierto, sensei, ¿no debería estar entrenando a Sasuke?

Kakashi parpadeó un par de veces.

_ Los fines de semana no hay entrenamiento, Naruto.

Naruto parpadeó varias veces. Se quedó en blanco. Una chispa se prendió en su cerebro.

_ ¿Ah?... ¿HAAH?

¡¿Entonces-entonces me mintió?! ¡Sasuke me mintió!

_ ¿Sucede algo? – preguntó Kakashi ladeando la cabeza.

Naruto gruñó, enfurruñado. ¡Ese mocoso! ¡Descaradamente le había mentido! ¡¿Cómo se atrevía?!

¿Podría ser…que no quisiera la compañía de Naruto?

No le gustó la sensación que se cayó en su pecho ante ese pensamiento. Una presión en su garganta lo forzó a carraspear, y tuvo que sonreírle a su sensei. No quería preocuparlo con sus cosas. Además, era un asunto entre él y Sasuke.

_ ¡Hehe, no pasa nada! Solo tenía curiosidad-tebayo.

_Hum…

Más dangos desaparecieron de la mesa.

Era imposible no pensar en que Sasuke tal vez no lo quería cerca. Eso despertaba un dolor conocido al que Naruto no quería prestarle atención. Sus ojos azules brillaron determinados. Si a ese mocoso le molestaba que Naruto se acercara a él y quisiera ser su amigo, iba a tener que decírselo a la cara.

 

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Cargaba una bolsa en cada una de sus manos. Las calles resonaban y vibraban con la vida que le daban las decenas de personas que caminaban de un lado al otro, en todas direcciones.

Con el tema de la pubertad fuera de su cerebro – ni siquiera le gustaba como sonaba esa palabra; leer el dichoso libro se le había hecho ligeramente traumático, pero al menos había dejado atrás todas sus ignorancias – había retomado su rutina, y tal como había planeado,  se había dispuesto a hacer un par de compras.

La mayoría de las veces que atravesaba el mercado y las calles principales de Konoha, se distraía, inmiscuido solamente en sus pensamientos. A veces un evento o una tienda llamaba su atención, pero generalmente la vida de la aldea le importaba un comino.

Recordó una época en que solía pasear con su hermano por esas mismas calles. El sentimiento era completamente diferente: en ese entonces, era como si su pequeño cuerpo fuera una bola de curiosidad que Itachi se veía en el deber de contener. Su cabeza infante se giraba en la dirección de todas las cosas que exponían y pregonaban los vendedores.

Le pedía a su hermano mayor que lo llevara allí, que lo llevara allá; y, la mayoría de las veces, con una sonrisa que ahora le apuñalaba el corazón de manera casi insoportable, su hermano lo complacía en alguna de sus peticiones. Pero nunca duraban mucho esos agradables paseos, porque Itachi siempre tenía algo más importante que hacer.

El asco le trepó por la garganta como un frío y húmedo reptil.

De seguro era demasiado importante planear una masacre que pasar tiempo con su hermano menor.

Cerró los ojos y suspiró. Esos sentimientos tan corrosivos eran la fuerza que le hacía levantarse cada día con un propósito en su mente. Su objetivo estaba claro, y lo cumpliría, a costa de cualquier cosa.

Nada ni nadie le impediría llevar a cabo su venganza.

El eco de una voz conocida interrumpió sus sombríos pensamientos.

_...y justo cuando pensaron que me habían derrotado, ¡ta chán! ¡Entré en el modo bijuu y los derroté a todos! Aunque más tarde los convencí para que dejaran de hacer cosas malas-tebayo.

Sus pies adquirieron vida propia sin su consentimiento. Siguió la voz, esa voz que, a pesar de atormentarlo en sus sueños y en sus pensamientos, y que lo hacía distraerse de sus prioridades, le atraía con la fatalidad que atrae un agujero oscuro a todo lo que le rodea.

Sí, esa era la visión tan negativa que tenía Sasuke de su relación con Naruto.

_  ¡Por eso deben de entrenar mucho, y nunca darse por vencidos! No has perdido hasta que tú mismo decidas que es tu derrota.

_ ¡¡Ooooh!! - el coro de varias voces jóvenes sorprendió a Sasuke. ¿Con quién estaba hablando ese idiota?

Llegó hasta un sencillo y conocido parque en el que había varios columpios, canales y otros aparatos para el divertimento de los infantes. Una pequeña multitud de niños rodeaba al rubio mientras este permanecía sentado en uno de los columpios.

Sasuke lo escuchó hablar, sin acercarse mucho. No quería que lo descubriera...No quería tener que estar cerca de Naruto otra vez. Imágenes de aquel sueño que renegaba más que cualquier cosa, de los sucesos de su desastrosa mañana y de lo que había leído en aquel maldito libro asaltaron su mente.

 No, no quería.

Aunque la ansiedad de ver sus ojos y escucharle hablar cerca le estuviera cosquilleando el estómago como una colmena de hormigas.

_… ¡Heh!, eso fue hace años. ¡Y me caí un montón de veces! Pero siempre me levanté, y nunca me rendí. Creo que pasé toda la noche tratando de dominar ese jutsu, ¡y al final lo conseguí!

_Naruto-ni-chan, ¡tienes que enseñarme más sobre el rasengan! - demandó un chico de su edad, que Sasuke conocía como el nieto del Hokage.

_Konohamaru, ¡ya te dije que primero debes dominar la fase dos! Cuando lo hagas, puedes ir a buscarme y te enseñaré la fase tres. - aseguró el rubio con una sonrisa.

_ Ni-chan, ¿eres el sensei de Konohamaru? - preguntó una niña de ojos grandes e inocentes.

_ ¡Claro que no! - negó enfurruñado el castaño, con las mejillas algo sonrojadas - ¡Naruto-nichan es mi rival! Y planeo vencerlo algún día y ser Hokage!

_Hahaha, no es que vaya a dejarte derrotarme, ¡Konohamaru! - dijo determinado y retador el rubio, con su típica sonrisa zorruna.

_ ¡Ya lo verás! - replicó más enfurruñado que antes, sobre todo porque los demás niños  se estaban riendo por lo gracioso de la escena.

Las farolas de las calles y del parque ya estaban encendidas a pesar de que aún no había anochecido completamente. La luz anaranjada del ocaso iluminaba las copas de los árboles  el suelo de cemento. A la mirada de cualquiera, era una de las escenas más enternecedoras que pudieran ver.

_Naruto-nichan es muy fuerte, Konohamaru, ¡no te será fácil! - dijo otra niñita, quien rodeó con sus cortos bracitos uno de los de Naruto. Al parecer una que admiraba mucho al rubio.

_ ¡Pues yo lo haré! - al pobre Konohamaru ya se la iban a gastar los labios de hacer tanto puchero, y Naruto rompió a reír, conmovido y entretenido por la escena.

_ ¡Claro, claro! - le sonrió al chico castaño - Pero ahora, ¡entrena todo lo que puedas!

_ ¡Ossu! - asintió Konohamaru orgulloso.

_Hehe, así se hace-tebayo. - y con la sonrisa aun prendada en los labios, le revolvió los cabellos como solía hacer siempre. El castaño se llenaba de felicidad con el gesto tan familiar y se motivaba a cumplir con lo que había dicho que haría.

Una voz ajena y reprendedora interrumpió el ameno ambiente.

_ ¡Konohamaru-kun! ¡Te he estado buscando por todos lados! ¡Ya es de noche!

_ ¡Buaaaah! ¡¡Es Ebisu-sensei, corran!!

_ ¡Corran, corran! - gritaron los niños.

_ ¡Corran del profesor feo!

_ ¿Pro-profesor feo!?

_ ¡HAHAHAHAHAHA!

Los niños se dispersaron como hojas de otoño en todas direcciones, y Naruto se carcajeaba de lo lindo viendo como Ebisu perdía la paciencia - que poca era - y perseguía  como loco a Konohamaru.

_Hah - suspiró - Qué graciosos son.

Se levantó del columpio, y se giró hacia la derecha.

Y se quedó petrificado.

Ahí estaba Sasuke, mirándolo con una expresión que no había visto nunca en su rostro de facciones finas. Ahí estaba, con los ojos perdidos en una mirada que Naruto no supo identificar.

Fue por eso que se quedó quieto, su cuerpo sin saber qué hacer; ni siquiera sabía que pasaba exactamente. Había estado pensando en si ir a ver a Sasuke o no, si en vez de aparecerse en su casa como la última vez, lo visitaba como hacían las personas normales, tocando la puerta. Invitarlo a comer ramen, tal vez, o dar una vuelta por Konoha. Quería saber si de verdad Sasuke estaba harto de él o si solo era una especie de malentendido o cualquier otra cosa. Mas todos esos planes se esfumaron sin que se diera cuenta.

¿Por qué Sasuke lo estaba mirando así...?

Como si...Como si...

El pelinegro se dio la vuelta con premura, asió en puños las bolsas de sus manos y salió del parque a pasos de elefante, tan rápidos como si estuviera conteniéndose de echarse a correr.

Naruto parpadeó un par de veces. La espalda de Sasuke se alejaba a cada paso, y no sabía qué demonios sucedía. Pero, por alguna razón, desde su punto de vista descabellado, sentía que había cometido algún error...

_ ¡Sasuke!

Sasuke no dejó de caminar. Hizo oídos sordos, con la mirada clavada en lo que tenía enfrente. Sus ojos oscuros se habían endurecido como una roca, sin rastro de luz. Tenía las comisuras de su boca torcidas hacia abajo y la mandíbula apretada.

Una parte de su ser quería comenzar a gritar como un demonio poseído. Otra quería patearse mentalmente, ¡por haber sido tan idiota!

¿Cómo pudo dejarse llevar? Cómo pudo pensar que...que...

_ ¡Sasuke! ¡Sasuke, espera! ¿Qué sucede!?

¿Cómo pudo dejar que la situación, que esas sonrisas y esos ojos jugaran con su destrozado corazón, con su alma, tan lastimada y maldita por la traición y la pérdida?

¡¿Por qué había sido tan tonto como para dejarse llevar!?

Y la realidad era tan cruel, tan lógica.

¿Cómo se había dejado llevar por siquiera el pensamiento de que podía ser...especial...?

Especial para...

_ ¡Sasuke!

Ahora estaba frente a él, con el rostro bañado en preocupación. Sasuke desvió la mirada al instante. No. No caería otra vez en ese encanto barato.

Estrechó los ojos y compuso una expresión fría, seria, tan vacía de emociones como deseaba estar en ese momento.

_Hey, ¿qué pasa? – preguntó, inclinándose ligeramente para estar a su altura, en un tono suave y bajo.

Sasuke frunció el ceño con fuerza. Su pecho se sentía pesado. Se sentía doloroso simplemente respirar.

Al ver que no contestaba, Naruto posó una mano en su hombro. Y eso fue incluso peor que antes. Su mano fue apartada violentamente de un manotazo, como si su contacto quemara y fuera despreciable.

Los ojos azules observaron el rostro pálido con sorpresa y shock.

_... ¿Sasuke? ¿...Estás...bien?

Oh, esa mirada. Esos ojos oscuros como puñales, filosos, y mortales; tan cargados de emociones, de tantas que Naruto no fue capaz  otra vez de descifrarlas.

No pudo dejar de contemplarlo, mudo, con el cerebro en blanco. Había olvidado lo que iba decir. Su mente estaba solo absorbiendo la imagen de ese rostro, de esa delicada máscara a punto de romperse que era la cara de Sasuke.

_...No quiero volver a verte en mi vida. Piérdete y déjame en paz.

Escondiendo su mirada, el pelinegro pasó a su lado, sin decir ni una palabra más.

Sasuke iba a su casa, como siempre. Pero esta vez, Naruto no lo detuvo.

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Notas finales:

A/N: …Véanle el lado positivo, ¡fue un capítulo más largo! : D


Gracias a todos los nuevos seguidores de este fic x3 ¡De verdad me hace feliz que lean y les guste.


Un millón de abrazos a aquellos que decidieron comentarme su opinión del capítulo anterior en un review!


¡Muchas gracias! : 3


¡Nos leemos!


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