-¡Auch! Con cuidado, joder… ¡Duele! – el menor se quejaba con ansias mientras que su idéntico lo miraba con rabia. El golpe que había recibido por parte de su hermano había causado un hematoma y una suspensión por ambos lados.
-Espero que te siga doliendo por mucho tiempo. – el mayor lo fulminó con la mirada. – Tengo hambre. – le dijo a una de las sirvientas gemelas la cual sólo se limitó a asentir levemente la cabeza.
El mayor se levantó con seriedad y se dirigió hacia la habitación.
Al terminar el menor de ser curado por parte de la gemela, se dirigió junto con Hikaru a su habitación. Los pasos eran lentos y pesados, algo lógico para alguien que quedó completamente inconsciente después del golpe recibido.
Al llegar a la habitación quedó sorprendido, Hikaru estaba empacando sus cosas en una maleta.
-¿Te largas? – preguntó el menor.
-No, para tu jodida desgracia no me voy. Sólo creí conveniente alejarme de tu maldita cara, no quiero terminar deformándola.
-De verdad, eres un maldito cabrón, deberías madurar, Hikaru.
-¿Madurar? Todo esto es tu culpa, si hubieses entendido que ya no quería ser como tú estaríamos de lo más feliz.
-No, creo que te equivocas, el de la culpa eres tú, maldita sea Hikaru, pareces un niño pequeño, todo esto pasa porque simplemente quieres todo, pero como ves que no lo consigues te la pasas golpeándome.
-En fin, no tengo razones de escuchar tu voz molesta. – el mayor alzó la maleta y se dispuso a salir de la habitación.
La noche se alzaba por toda la casa, Kaoru veía la cama grande con nostalgia, no quería dormir sólo, las pesadillas que lo acogían cada vez que estaba solo eran un completo desastre. Al día siguiente terminaba con ojeras, pálido, ansioso y con los nervios de punta.
Maldita sea, Hikaru lo tenía con los jodidos nervios de punta y ansioso hasta más no poder. No estaba acostumbrado a estar sin su hermano tanto tiempo, a no cogerse la mano cada vez que podían, y a decir la misma frase al mismo tiempo o incluso terminar la frase del otro. Ambos podían interrumpir en la mente del otro muy fácil, pero por cosas de la privacidad habían decidido hacerlo sólo cuando fuese muy, pero MUY necesario. Esa noche tal vez fuese necesario, tanto para el uno como para el otro. Querían, definitivamente, saber lo que el otro pensaba de esa situación, y posiblemente todo se arreglaría, pero ese no iba a ser el caso de estos gemelos, muy pronto némesis.
A media noche, exactamente se levantaron los dos, salieron de la cama, abrieron la puerta y se dieron el lujo de salir al pasillo, caminaron hacia el otro.
-No puedo creer que de verdad pienses todo eso…eres un jodido demonio.
-¿Por qué no dejas tus malditos discursos para después? Mejor explícame cómo es eso de que sólo pintaste tu cabello por Haruhi.
-No, explícame tú por qué sólo hiciste ese show en frente de la sirvienta para que me sintiera mal conmigo mismo.
-Okay, muy fácil, te detesto.
-No me sorprende porque yo también te detesto, fui tan estúpido de no darme cuenta de eso todos estos años…arruinaste mi vida.
-¿Yo? Jamás hice algo como eso, tú solo la arruinaste, te ves tan patético con ese color…el negro nunca fue tu color.
-A ti qué cojones te importa. Hago lo que se me dé la gana con mi cabello, sea negro o no.
-De verdad, sabes cómo acabar con mi paciencia.
-¿Si quiera tienes?
-¡Basta ya! – el menor alzó su mano y con fuerza toco la mejilla del mayor, no se sentía arrepentido, incluso también se había dado cuenta de algo…lo deseaba hacer desde hace mucho tiempo.
-¡Soy mayor que tú, deberías tenerme respeto! – Hikaru alzó su voz a más no poder, no le importaba que los que dormían en la casa lo escuchasen gritándole a su hermano.
-¡Demonios, DEBERÍA, pero no va a pasar! He dejado de tenerte respeto desde hoy, Hikaru y no me arrepiento de nada.
-Bien, si así deseas que sea.
Hikaru agarró las muñecas de su doble, sabía reconocer la mirada de sorpresa de su hermano, aprovechándose de esto, lo cogió con más fuerza y lo embistió contra la pared provocando un ruido ensordecedor.
-Entonces…dijiste que no me ibas a respetar. – puso las manos del menor detrás de su espalda, lo apretó más contra la pared y con una de sus manos cogió el mentón de su gemelo subiéndolo delicadamente para que lo mirase a los ojos.
-Suéltame...Hikaru. – Kaoru cerró sus ojos, apretándolos con fuerza para no mirar los ojos magenta, tirando a naranja, de su hermano.
-Te diré por qué me tienes que tener respeto… - su mano subió lentamente por al abdomen de Kaoru, haciendo presión. –Porque sólo yo…y nadie más puede hacerte sentir de esta forma…y acabando con eso…explica por qué sientes celos con respecto a mi amor hacia Haruhi.
El corazón de Kaoru se detuvo al oír esas palabras saliendo de la boca de su hermano, ambos habían invadido sus pensamientos, pero Hikaru había llegado a lo más profundo de su mente, sabía algo que ni Kaoru estaba consciente de que pasara.
-No tengo que darte explicaciones de nada… -sus ojos se abrieron lentamente, mirando a Hikaru.
El rostro de su hermano mayor se acercó lentamente, dejando a milímetros sus labios de los de Kaoru…ambos querían saber qué se sentiría besar a su doble…un pensamiento…Kaoru y Hikaru invadieron la mente del otro enterándose de ese pensamiento que muy pronto haría que todo su universo se derrumbase.