[9] Día Seis
Furihata realmente dudaba si la persona con la cual habló el día de ayer era realmente Akashi.
Y tenía el derecho.
Para empezar, ¿Quien se tragaría eso de que Akashi Seijuuro le dijera tu eres lo que más adoro en el mundo a el? ¡A el!
Y luego viene se disculpa por no poder ir a Tokio y que lo quiere, que se cuide, que blah, blah, blah.
Estaba a punto de llamar a la policía por robo de identidad y secuestro.
Pero claro, realmente era el pelirrojo, porque, admitamoslo, ¿Que otra persona en el Universo puede provocar que Furihata se derrita con cuatro palabras?
-Ugh-masculló molesto aún en cama al recordar todo eso.
Y, para sumarle cosas a la lista de Akashi Seijuuro es alguien extremadamente raro, por culpa del dichoso mensajito super cursi, su mamá pensó que tenía fiebre por lo rojo que estaba y lo dejó en cama.
¿¡En que clase de mundo vivía!? Un pelirrojo psicotico amante de las tijeras se le confiesa e intenta gustarle, su hermano -la unica persona en la que confía lo suficiente para decirle todo eso- se burla del asunto cuando tiene la oportunidad, su madre se queja de que tiene 40 de Fiebre cuando solo esta sonrojado por la vergüenza -y el termometro lo apoya, que conste- y, para hacer todo aún peor, Kuroko insiste en que Akashi es un muy bien partido para el.
¿Que pasó con su deseo de ser un adolescente normal? ¿Será que Dios y el Destino lo odian?
Sus deseos de muerte se vieron interrumpidos al sentir su teléfono vibrar.
De: Kuroko
“Furihata-kun, ¿Pasó algo grave por lo que hoy no hayas venido a clase?” [16:35]
Furihata suspiró. ¿Qué le diría? ¿“Si, mi mamá me dejo en casa pensando que tenía fiebre porque ayer Akashi-san me dijo algo sumamente vergonzoso por mensaje de texto”?
Volvió a suspirar. Tanto caos no le dejaba tener siquiera una buena excusa en mente para decirle al chico sombra.
De: Furihata Kouki
“No, tan solo amanecí con un poco de fiebre. Pero todo bien c:” [16:40]
Suspiró una vez más y sobó su sien antes de quitarse las mantas de encima y sentarse en el borde de la cama. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir el frío piso contra su ya tibio cuerpo. Tomó el abrigo más cercano y se colocó, para luego pararse definitivamente e ir al piso de abajo por un café.
Sus padres habían salido a trabajar y su hermano estaba en la universidad. Estaba solo en casa, con “fiebre” y el tiempo daba 10 grados.
Volvió a suspirar.
Salió de la cocina ya con una taza con café calentito y se dirigió a la sala, tirándose en el sillón, tapándose con la manta más cercana a el y poniendo un canal de películas americanas dispuesto a ver hasta una de romance.
Y así lo hizo, se quedó divertido viendo la famosa película Titanic. Vio con un poquito de tristeza como ambos enamorados debían separarse y seguir su vida de maneras distintas, aunque ambos estaban reacios a dejar aquel fugaz y efímero primer amor que vivieron en el barco.
-Al final el amor no lo puede todo…-murmuró al aire tomando un sorbo de su segunda taza de café.
Y, sin saber porque, la imagen del pelirrojo de Rakuzan invadió su mente.
Negó con la cabeza, intentando sacar de su mente al Emperador, aunque tarde era. Su mente ya la ocupaba totalmente el joven.
-No, no, no, no-se repetía bajito intentando convencerse de que no era nada, pero el sonido del timbre lo interrumpió de sus pensamientos y, con calma fue a abrir la puerta.
-¿No deberías estar en cama?
La suave, aterciopelada y calma voz del chico frente a el lo derritió en seguida.
-H-hola-murmuró aún más rojo. Akashi abrió la reja y con paso lento camino hacia el. Depositó un beso en su mejilla, y murmurando un “con permiso” entró en la casa ajena-¿N-no se supone que usted no podría venir a Tokio?-preguntó siguiendo al pelirrojo, quien se sentó en el sofá en el que anteriormente estaba Kouki.
-He podido cambiar las tres horas diarias de las clases de Violín para el Sábado.-Su mirada se posó en el castaño-Tetsuya me ha dicho que tenías fiebre y me ha dado la dirección de tu casa para poder venir-el rostro del castaño se hizo aún más rojo.
<<Ah, eso explica el porque del mensaje>> se dijo mentalmente
-G-gracias por venir, Akashi-san-murmuró con una ligera sonrisa sentándose junto con el pelirrojo.
-Siempre haría lo que fuera por ti, Kouki-respondió con una ligera sonrisa cargada de dulzura.
Y Furihata jamás olvidaría lo que pasa a continuación.
Ambos ojos de Akashi, se veían tan rojos como su cabello