[12] Día Ocho
-¡Te dije!-gritó Hikan. Kouki rió avergonzado y se rascó nervioso la mejilla.
-En realidad tenía un poco de miedo, Hikan. Pensé que después pasaría algo súper horrendo-confesó. Hikan rodó los ojos.
-Bah, exagerado-Kouki volvió a reír.
Cuando el castaño menor llegó del encuentro con Akashi a su casa, corrió hacia la habitación de su hermano y le grito todo lo que había pasado. Hikan quedó sorprendido y Kouki sin aire, aunque pronto el mayor se tiró a reír como si no hubiera mañana.
-¡No te rías!-le había gritado el menor pateándole la entrepierna. Al final del día, tuvieron que decirle a su madre que Hikan lloraba por haber visto Siempre a tu lado, alegando que Hikan es un llorón.
Pero eso ya pasó.
-¿Así que ahora sales con el enano loco?-preguntó su hermano metiendo un dulce en su boca. Era como su manía. Cada vez que Kouki le decía que tenía que contarle algo de suma importancia, compraba algo dulce. “Para animar el ambiente” según el.
-¡N-no!-chilló avergonzado. El mayor río
-¿Y por que no? ¿No que te gusta?-preguntó alzando una ceja.
-N-no es taaanto eso-desvió la vista-es que, n-no, y ¿Ya?-dijo sin siquiera el entender lo que dijo.
-Mm-Hikan se metió otro dulce a la boca-Mis padre debieron haberte llevado a una escuela de lenguaje cuando pequeño. Así quizá sacabas personalidad y no te trababas tanto con todo
-¡Hikan!-la discusión fue interrumpida al escuchar el sonido del timbre. El menor se levantó y le tiró una almohada a la cara a su hermano, provocando que cayera de la silla del escritorio al piso-Me voy. No te comas todos los dulces y no hagas desastres-el mayor río
-Bien, bien. Saluda al enano de mi parte.-respondió levantándose del piso-Suerte hermanito
Kouki asintió, sonriendo, y salió de la habitación.
-¿A dónde iremos hoy?-preguntó el castaño arreglándose el gorro. Akashi cerró los ojos por un segundo, como meditando, y su fría –y para calma del castaño, bicolor- mirada se posó sobre él.
-¿A dónde quieres ir, Kouki?-preguntó. El aludido sonrió avergonzado.
-Huum…bueno, no lo sé. Me da igual-se encogió de hombros. Akashi sonrió de esa forma efímera propia solamente de el.
-Bien, entonces hoy no vayamos a ningún lado-Furihata le miró son entender.
-¿No?-Akashi negó con la cabeza
-No-dijo-Mejor, te compraré un helado y nos sentamos en un banco del parque y solo, hablamos-los ojos del castaño se iluminaron.-¿Te parece?
-¡Si, si, si, si!-exclamó cuan niño pequeño al oír que su madre le compraría el juguete que quería.
<> Comparó mentalmente el pelirrojo. No pudo evitar reír.
-Bien, ¿De qué sabor lo querrás?-preguntó mientras seguían caminando. Poco a poco sus dedos se fueron colando entre los dedos de su acompañante.
-Uh…-miró al cielo, pensando-No sé, ¿Chocolate?-preguntó más a si mismo que al chico junto a el.-Si, chocolate-repitió asintiendo con la cabeza.
-Bien, de chocolate será-consintió el más alto-¿No quieres otra cosa más? ¿Dulces? ¿O quizá cosas como ropas, zapatos, un nuevo teléfono?-El castaño negó efusivamente, seguro que si no lo callaba ahora, terminaría ofreciéndole una casa en Europa y la Monalisa con aquella.
-Esta bien, Akashi, esta bien-dijo-Con solo tu presencia me basta, y me sobra-sonrió. El Pelirrojo le devolvió el gesto.
-Es bastante grato oír eso, Kouki-el aludido sonrió, encogiéndose de hombros.
-Es solo la verdad-respondió en un susurro, enredando gustoso sus dedos con los contrarios, apegándose al cuerpo del chico junto a el.