[17] Día Trece
Kouki miró ansioso a todos lados mientras sujetaba el teléfono con fuerza.
-Furihata-kun-le llamó Kuroko a su lado-Deberías calmarte. Akashi-kun ya va a llegar-el castaño asintió, pero los nervios no lo abandonaban.
-¿No has pensado que simplemente no va a venir?-preguntó Kagami, con su característico poco tacto. Kuroko le dio un golpe en las costillas provocando un gritito de dolor del más alto.
Furihata suspiró-Akashi nunca faltaría sin decírmelo…-murmuró, jugando con un mechón de su pelo mientras una expresión de tristeza tomaba su rostro.
Kuroko le miró por un par de segundos, con sus grandes ojos celestes analizando por un momento todo.
-¿Por qué no pasas con nosotros al Maji Burguer por hoy?-preguntó-Quizá Akashi-kun tuvo una junta de ultimo minuto, o tenía clases de violín-dijo.
-¡Ah no!-gritó Kagami-¡Si el enano se entera que nos llevamos a Furi aunque sea por cinco minutos, viene y nos entierra sus tijeras locas a todos!-Furihata no pudo evitar esbozar una sonrisa.
-Si ese es el caso, usaremos a Kagami-kun como escudo para que sea el único dañado por las tijeras-respondió Kuroko. Su vista se desvío al castaño y esbozo una de esas sonrisas pequeñas que solo él podía hacer-Vamos, Furihata-kun-dijo, y Furihata sonrió.
-Vamos
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Los ojos dispares de Akashi miraban con frialdad la situación.
Furihata tenía miedo, claro que tenía miedo. Akashi absoluto Seijuurou le encontró comiendo hamburguesas con sus amigos el día en qué tenían que reunirse. Pero, a pesar del miedo, la felicidad porque hubiera llegado a Tokio a verle había sido mayor, y le embargó con una fuerza increíble.
-¡Akashi-san!-exclamó contento, levantándose y quedando justo en frente de él-¡Me alegra mucho que haya venido!
Kagami deseó advertirle sobre que él pelirrojo se lo iba a comer vivo, pero se sorprendió completamente al notar que, en vez de enterrarle un par de tijeras, Akashi sonrió con una dulzura simplemente imposible de parte él. Tanto se sorprendió, que se atragantó con su hamburguesa.
-Lamento todo esto, Kouki-respondió-Tetsuya me dijo que estaban en la entrada de su escuela, pero cuando fui, no se encontraban-el capitán de Rakuzan miró con algo parecido al enojo a Kuroko, quién solo volvió a sonreír mientras ayudaba a Kagami.
-¡Eso no importa!-dijo, sonriente-¿Por qué no se sienta con nosotros?-Akashi volvió a sonreír.
Furihata tomó de la mano a Akashi y lo llevó a la mesa donde estaban sentados todos. No se soltaron las manos en todo lo que pasó.
-Furi-había dicho Kagami al cabo de unos minutos-Acompáñame-le dijo haciendo señas raras, como para señalarle algo. Furihata miró a Kuroko, quién seguía con su expresión indescifrable, mientras, Akashi miraba la situación tan sereno como siempre.
-Claro-murmuró al cabo de unos segundos. Se levantó de la mesa junto con el as de Seirin, quién lo arrastró hacia la parte de los baños.
-¿Qué pasa, Kagami?-dijo, confundido
-¡¿Es que no te parece raro que él este aquí!?-gritó en murmullos, como temeroso de alguien le escuche.
-¿Qué tiene de raro, Kagami?-preguntó el castaño incrédulo.
-¡Es Akashi!-exclamó, esta vez más fuerte.
-¿Y?-Furihata levantó una ceja.
-¿Por qué lo traes?-Y Kouki sonrió.
-Porque me gusta
Kagami le miró de arriba a abajo, sin creerlo, pero luego esbozó una de esas sonrisas grandes, llenas de confianza y amistad, para luego murmuras esas palabras que siempre se necesitan oír de vez en cuando.
-Da lo mejor.