Bien, te hago esta pregunta: ¿Serias capaz de decirle tu número de teléfono a un completo extraño que te está preguntando si se lo puedes dar porque es para una tarea? Claro que, Yukkii cree que lo de la tarea es una completa farsa. Pero entonces, ¿para qué quiere su número de teléfono? Si después de todo llevan 5 horas de conocidos en la que solamente han intercambiado miradas, y las palabras ahora.
Tal vez empezar con un tema de conversación hará que lo conozca mejor.
– ¿C-cómo estás? – Claro, ese es un buen tema de conversación Yukiteru.
– ¿Cómo estoy? Umm, veamos… Pues, estoy en una situación incómoda y estoy muy feliz porque he descubierto algo que por mucho tiempo he intentado encontrar.
–W-wow- ¿Todo eso te ha pasado en este día? –Akise asiente– Pues… me alegro por ti –Sonríe a lo que Akise responde también con una sonrisa ladina.
–Sigo esperando tu respuesta, Yukiteru-kun.
–Está bien, tu ganas- Cedió mostrándole la pantalla de su teléfono donde estaba escrito su número de celular. Akise también saco el suyo y lo anoto, agendándolo como “Yukkii ♥”
Yukiteru lo guardo en la parte trasera de su pantalón y se fue de la sala dejando a un perplejo Akise, pero eso duro poco ya que Yukkii volvió con un libro en mano, guardándolo en su casillero, y Akise no podía perder cada detalle o gesto que el hacía. De seguro después lo anotaba en su diario.
Yukkii pudo sentir la fiera mirada clavada en él. Joder, volvía a sentir esa extraña sensación de malestar.
–Q-que tanto miras?
–¿Puedo acompañarte a tu casa? –Yukkii hizo una mueca – ¿Qué tiene de malo? No es bonito ir a tu casa solo. Además, ¿no es que “tus amigos” te iban a esperar? – Akise le señala la entrada donde deberían estar esperando sus amigos.
Nunca te metas con fujoshis/fundashis no sabes lo extremo que pueden llegar a hacer para que su pareja favorita este a solas…
–Bien. Dejare que me acompañes.
Akise no podría estar más feliz, emocionalmente, claro. Porque él tiene que mantener su tono serio y neutro porque si fuera físicamente estuviera gritando como una colegiala que está a punto de ir a una cita.
–Mmh, parece que va a llover. Sería mejor si usaras mi chaleco y lleguemos rápido a tu casa, no quiero que te de un resfriado.
Por alguna razón me recuerda a mama.
Akise se quitó su chaleco que le bien, muy bien diría Yukkii, y le tapo con sumo cuidado, como si de una joya se tratase. Si con el chaleco s eveia sexy, no pueden creer como se vería ahora.
El día nublado impactaban perfecto con Akise, tal vez los días nublosos sean lo suyo. Pero entonces eso le hace recordar, ¿Por qué Akise estaba haciendo esto? Es muy generoso de su parte y todo eso, pero, ¿entonces qué pasa con él? ¿Y si es a él a quien le da un resfriado? No, Yukkii no puede permitir eso.
–Akise, ¿Qué tal si es ti al que le pueda dar un resfriado? Porque mejor no te p-
Pero Yukkii fue interrumpido cuando sintió un cálido cuerpo apegado al suyo, muy apegado al suyo.
– ¿Q-que haces?
–Ha empezado a llover; no quieres que me dé un resfriado, ¿no? – Akise sonríe achinando los ojos. Y si, esa escena para los ojos de cualquier persona que esté pasando puede parecerle cursi e inclusive extraño, pero para Yukkii sentir ese cuerpo cálido era reconfortante y un poco adictivo… Si es que esa era la palabra adecuada, claro.
Se agradecieron mentalmente que la casa de Yukki quedara cerca, apurando el paso para así poder entra en el interior de ella. La casa era acogedora, pensaba Akise metido en sus pensamientos mientras recorría su mirada el interior de aquella casa, no perdiéndose de ningún rincón, era fascinante el poder espirar la misma burbuja donde vive Yukkii.
–Siéntete en casa. – Le hablo Yukkii mientras se quitaba los zapatos en la entrada, al igual que su gorro que siempre calgaba consigo. – Parece que la lluvia va a durar un poco más de lo normal aparenta – Yukkii se asoma por la ventana de la cocina y lo que puede divisar son las gotas que caen en ella y como le refresca el rostro, que tal vez este rojo por el repentino aparecimiento de Akise en su casa– P-pongámonos cómodos mientras.
Y quien no puede malpensar eso. Y Akise no es la excepción.
–Pongámonos cómodos, entonces.
Repentinamente, Akise jala a Yukkii hasta donde se encuentra la mesa de cocina y apaga la tele donde hace unos momentos se encontraba encendida pronosticando el tiempo. Akise le agarra de las muñecas contra la mesa, tirando todo todo objeto que estropéese en la mesa y la jugada del Aru.
– ¿Quieres saber que significa para mí “Ponernos cómodos”?