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Solo es una etapa por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Traigo a ustedes la segunda entrega de este fanfic. Este cap es un poco más corto que el primero por que la situación del siguiente lo amerita. No se cuantos capitulos vaya a durar, hay tanto que quiero hacer de este fanfic que...!Ah! Espero que lo sigan leyendo y disfrutando. MIL Y UN GRACIAS POR SUS REVIEWS.

Disfruten [sufran] el cap

Apenas se animó a encender el móvil y ver el ataque de mensajes en el mismo de sus familiares que estaban muy molestos ante su actitud, entre ellos mensajes de sus hermanas preocupadas por él. Debía disculparse con ellas, les llevaría algún pastelillo, ellas también habían sido afectadas por toda esa locura de sus padres y no se había detenido a pensar un poco en las tres. Respondió algunos mensajes y miró a Rei.

 

—Estaban algo preocupados porque me dormí sin responderles…—Rei asintió entendiendo mientras iban camino a la escuela aunque no trotando como otras veces si no en el metrobus. Los paisajes mañaneros pasaban, algo atiborrado de gente, estudiantes, charlas y risas. Ambos iban de pie, para Nagisa era difícil alcanzar el barandal para no caer por lo que buscaba un asiento o como sostenerse y cuando no había de otra se sostenía de la mochila de Rei pese a la vergüenza del otro por ser observados, que les malinterpretasen.

 

Para Nagisa era la gloria ir sostenido aunque sea de su maletín, era un acto íntimo del cual solo él tenía privilegio y saber que otra persona les vería y diría “Que linda pareja” era una idea fantasiosa, obviamente la gente no pensaba que era lindo pero por ese instante poco importaba lo que pensaran los otros, en ese momento Rei era solo suyo. Se aferró a la bolsa esperando no soltarse, no dejarlo ir, quedarse así siempre.

 

Las clases normales, mirar su nuca, ver el tiempo pasar entre esos mechones. Se acercó furtivo a robarle un lápiz y en el proceso pudo oler su cabello, ese aroma delicado de él que tanto disfrutaba. Ahora que se había bañado en su casa y siendo él quien lavase su ropa sentía que su mundo, aun cuando este estuviese destruido, olía a Rei.

 

—Rei-chan ¿Quieres ir a comer helado? —dijo cuando llegó la hora de salida. El chico se extrañó un poco, es cierto que Nagisa pasaba mucho tiempo con él pero ahora tal vez estaba mucho más apegado que otros días. Tomó sus cosas, ese día no tendrían práctica así que estaba bien darse un respiro.

 

—Aunque no puedo estar mucho, los exámenes son pronto —señaló alzando un dedo al aire. Nagisa sonrió asintiendo.

 

—No importa, seguro Rei-chan aprobará todos. —entonces el peliazul ladeó la cabeza con preocupación. ¿No era mejor decir “aprobaremos”?. Ya preguntaría, ya lo sabría.

 

Un rico helado de vainilla acompañado de un agradable clima mientras la gente pasaba y ellos sentados en el parque esperaban a terminarse el cono. Había temas casuales, recuerdos de Haruka y Makoto, tantas historias que compartían. Rememorarlas le causaba dolor pero era una forma muy propia de expresar que han sido importantes, que siempre lo serán. Y entonces, viendo el perfil de Rei a través del atardecer pensó en decirle “Te amo y hasta siempre” pero entonces los orbes purpuras le miraron y toda esa tristeza y melancolía se volvió una felicidad absoluta.

 

Era hora de ir a casa, Nagisa bajó del vagón y alzó la mano diciendo adiós con esta. Rei respondió de la misma forma más se sintió diferente, esa vez fue diferente, esa vez se sintió triste.

 

Retornó a clases al día siguiente y el saber que el rubio no le había seguido en todo el camino le producía un sabor extraño en los labios.  Amargo. Sus sospechas fueron confirmadas al no sentir esa mirada incómoda en su nuca, saber que no estaba ahí. Durante el receso se sintió algo solitario, no lo había digerido de esa forma pero tras la partida de Haruka y Makoto solo tenía la compañía de Nagisa y ocasionalmente la de Gou. Ahora que no estaba el rubio jaloneándolo para merendar la comida tenía un mal sabor.

 

Tomó su móvil y marcó, si algo había pasado debió ser el primero en enterarse ¿No es así?. Se sorprendió ante la contestación rápida y escucho un ajetreo para dar paso a un silencio extraño.

 

—¿Na…Nagisa-kun?—susurró dudoso y entonces pudo escuchar su voz.

 

—Hey, Rei-chan…disculpa por dejarte solo hoy yo…amanecí algo enfermo —dijo pero con voz baja “Gripa tal vez” pensó Rei mientras aclaraba sus pensamientos y proseguía.

 

—Procure sacar un justificante médico y ni piense que se ha librado de sus tareas. Se las llevaré por la tarde y…

 

—Eh, no…no… no es necesario Rei-chan —contestó nervioso aunque aun usando ese tono bajo.

 

—Si teme a pegarme la gripe debe saber que yo  no me enfermo tan fácilmente —dijo ególatra, alzando el pecho como siempre.

 

—No, no es eso… —dijo aquello en tono suave y suspiró —iré después de clases por ellos.

 

—Si está enfermo no debería salir….—escuchó algo al oro lado de la línea, un ruido.

 

—Nos veremos ahí a la salida, adiós Rei-chan —entonces la llamada se cortó sin poder dar más explicaciones dejando un mundo de dudas en Ryuugazaki Rei.

 

Al otro lado de la línea Nagisa escondía el móvil bajo las almohadas y fingía seguir dormido entre las cobijas mientras su madre, con bolsa en mano, le veía desde el marco de la puerta. La noche en que Nagisa regresó después de haber desaparecido un día entero fue horrible, los gritos y discusiones, su padre iracundo ante la rebeldía del rubio y al final unas claras palabras “Ya no hay necesidad de que vayas a la escuela estos días…”.

 

Los tres días que tenía para convivir con Rei se esfumaron, ya no podría asistir a la escuela de Iwatobi. No pensó que sus padres serían tan extremistas pero tampoco debía subestimarlos, desde que le prohibieron nadar supo que las cosas no serían fáciles. Entonces se encerró a su habitación y quiso permanecer así hasta que los días y los años se disolvieran y olvidase poco a poco lo doloroso que era estar así, respirar.

 

Pero vio entre todo una pequeña esperanza, un hueco de la distracción de sus padres en el cual podía escabullirse y encontrarse con Rei justo a la hora de salida, solo serían unos instantes, más que suficiente para estar feliz el resto del día. Tomó su mochila, una gorra y se puso unos lentes oscuros para no llamar la atención más lograba el efecto contrario.  Subió al transporte mirando los paisajes de Iwatobi andar, debía ir contra el reloj, tenía el tiempo encima. No puso cuidado en nada ni en nadie, el atardecer amenazaba con caer, Rei ya debía haber acabado sus actividades del club y en un momento, seguramente él…

 

Se detuvo el transporte, las puertas y abrieron y lo vio ahí de pie. Su corazón latió con fuerza, no era legal amarlo tanto y sufrir de igual manera por sentirse así. Tomó aire y caminó fuera del transporte, se quitó las gafas mostrando sus ojos rosáceos y vio a Rei directamente.

 

—Nagisa-kun ¿Podría decirme que está pasando? —el rubio alzó los hombros y sonrió de la mejor forma que pudo.

 

—Me cayó mal la cena y debía estar en cama pero no quería que me vieras así y decidí dar un paseo…—Rei incrédulo alzó una ceja y se aproximó al más bajo sacando su libreta y poniéndosela en el pecho.

 

—Esas son las tareas del día, espero que mañana pueda presentarse…—Nagisa tomó la libreta con ambas manos y asintió entrecerrando los ojos.

 

—Espero mañana estar mejor y si no es así…—entrecerró los ojos— ¿Podríamos vernos el viernes, Rei-chan? —entonces el transporte de ambos se detuvo detrás de Nagisa moviendo sus cabellos que alcanzaban a colarse bajo el gorro. Rei tuvo una sensación melancólica en esas palabras, como si pudiese entender vagamente que algo no estaba bien con Nagisa. Solo sonrió y suavemente dijo.

 

—Si…

 

Más al día siguiente pese a la ausencia de Nagisa se sintió como si estuviese presente. Los mensajes de texto hacían vibrar su celular en plena clase y aun cuando quisiera cortarle el rollo le era difícil, estaba tan acostumbrado al rubio que repentinamente cortar comunicación era algo que no podía digerir fácilmente. Entonces furtivo revisaba un mensaje más y sonreía ladino. Durante la comida, parte del entrenamiento, hasta que estos no salieron más, hasta que la batería murió. Entonces subió al transporte y vio la tarde caer en Iwatobi como caen tantas cosas, como sentía caer a Nagisa. Al día siguiente sería viernes, el día en que se verían y es entonces, de la manera que fuera, que investigaría que le ocurría y solo había una manera.

 

Día viernes, aun cuando sus padres estuvieran en casa escaparía. Cerró la puerta de su cuarto con seguro, apiló almohadas dentro de su cama para hacer tiempo y miró la distancia de la ventana al suelo. Justo al frente de su ventana había un techo que daba a la cochera y después de llegar a ese solo quedaría saltar. Con mucho cuidado salió, solamente portaba su mochila por cualquier cosa y usando ropa casual para mayor comodidad dio un salto hacia el techo de la cochera, corrió a paso lento hacia una esquina y, calculando mentalmente, dio un salto para girar un par de veces por el césped hasta chocar con la pared y lanzar un quejido. Se puso de pie inmediatamente, se limpió las prendas y quitó las ramitas de la cabeza para a prisa huir trotando de casa. Sus sonidos no pasaron desapercibidos, alguien le observaba desde la ventana.

 

Corrió hacia la estación viendo que se hacía algo tarde pero esperaba encontrar a Rei esperando su tren. Subió al que iba a la escuela y sintió el peso en sus hombros pues sería la última vez que vería al chico de lentes.

 

El último día con Rei y él ni siquiera lo sabía.

 

Lo que Nagisa no sabía de igual forma es que tras la partida del transporte uno más llegaba, Rei descendía en la estación a las cercanías de la casa del rubio y tranquilo emprendía camino hacia la misma. Ya había ido un par de ocasiones, no lo hacía seguido puesto que los padres de Nagisa eran un tanto serios y sus hermanas le asustaban un poco pero la situación lo ameritaba. Tomó aire y tocó la puerta un par de veces esperando respuesta al otro lado pero solo escuchó un grito que le dejó sorprendido.

 

—…pero me va a escuchar…—el hombre abrió la puerta esperando encontrar a su hijo pero a quien vio en el marco era al joven de lentes que había distorsionado su camino, esa mala influencia para su hijo. Gruñó ante Rei quien le observaba confuso, un tanto intimidado —Tú….¿Dónde está mi hijo?

 

—¿Di…disculpe? —preguntó temeroso más el padre de Nagisa volvió a gritar.

 

—Tu eres el culpable de que mi hijo sea así, de que sea una vergüenza para la familia….

 

El hombre gritoneaba llamando la atención de los vecinos y haciendo temblar al joven de lentes que no sabía siquiera como huir por las acusaciones del padre de su mejor amigo.

 

Mientras, en la estación cercana a la escuela, el rubio bajaba buscando con la mirada a Rei esperando encontrarle. Un mensaje llamó su atención y lo hizo parpadear hasta que, leyendo línea por línea, empezó a temblar del miedo, de la impresión y retrocedió en sus pasos corriendo de vuelta al transporte de retorno a casa. Su hermana le había avisado que Rei estaba ahí y que su padre se estaba descargando con él.

 

Nagisa no dejó de temblar todo el camino, miraba e imploraba ir más rápido, llegar a tiempo antes de que su padre dijera a Rei lo que pasaba. Sus pies golpeaban e  piso del temblor mientras las estaciones pasaban, mientras el tiempo pasaba. Apenas se detuvo salió empujando gente, corriendo como nunca había hecho aun cuando sentía que sus pies flagelaban de rato, aun cuando su respiración no daba para más y entró sin cuidado alguno a su casa la cual estaba en silencio. Respiró agitado mirando a los lados y tras dar unos pasos escuchó a su padre caminar con paso voraz hacia él y levantarle la mano. Por instinto Nagisa se cubrió el rostro y retrocedió más el golpe nunca llegó.

 

—Suéltame, solo así aprenderá….—decía el padre.

 

—Déjalo ya…por favor —su madre sollozaba destrozada deteniendo el brazo de su padre mientras Nagisa temblaba preguntándose aún por Rei — Nagisa, a tu habitación ahora….

 

El rubio no tuvo oportunidad ni de chistar ni de quejarse y fue a prisa a su cuarto subiendo las escaleras mientras revisaba su móvil a ver si Rei se había comunicado pero nada. Empezó a girar de un lado a otro en su cuarto, se tallaba los cabellos consternado, se mordía las uñas y por último se tiraba contra la cama apretando la almohada. Su respiración desvariada, una ansiedad insuperable mientras las lágrimas querían salir, escapar al igual que un grito de frustración.

 

El sonido de la puerta lo hizo salir de sus pensamientos y alzó la vista con los ojos llorosos, rojos. Una joven se apareció mirando al pequeño rubio con preocupación en el rostro más impulsivamente el rubio fue hacia ella tomándola de los hombros.

 

—Hermana….¿Qué pasó? ¿Dónde está Rei-chan? —preguntó en medio de todo su llanto. La chica lo separó un poco y bajó la cabeza —¿Lo…lo sabe? ¿Papá le dijo a Re-chan que yo….

 

La chica asintió un poco y entonces el mundo de Nagisa se vino abajo. Retrocedió varios pasos y cayó al suelo sujetándose la cabeza, los cabellos, temeroso, asustado totalmente. Empezó a negar diciéndose que todo era un mal sueño, que eso no le podía estar pasando, que Rei no debía enterarse y menos de esa manera. Su hermana tenía el corazón apretado de ver a su hermanito llorar de esa manera, le destrozaba.

 

—Escucha Nagi…dijo la joven acercándose a su hermano para acariciarle los cabellos —lo mejor era que se enterase así él no te buscará y papá estará más tranquilo…

 

—Rei-chan me odiará….le daré asco…no quiero, no quiero —dijo hundiendo su rostro entre las rodillas apretando los parpados, sollozando desesperado-

 

—Nagi… es mejor así….pronto le habrás olvidado…

 

Y si todo fuera tan fácil como decirlo Nagisa estaría aliviado más esa misma noche no pudo dormir, ni siquiera pudo llorar y se limitaba a ver hacia el mueble donde su celular reposaba. Suspiró con fuerza mientras se quedaba observando como el amanecer llegaba y un nuevo día de su tormentosa vida comenzaba.

 

Las maletas ya hechas y apiladas en la entrada de su casa, sus hermanas le despedían con tristeza pidiéndole que por favor se cuidase. Las tres le querían mucho, habían sentido el peso de los regaños de su padre, el hombre culpaba a todos de lo que pasaba con Nagisa como si fuese una enfermedad, como si vestirlo de niña a veces por bromear fuese una de las causas. Se equivocaba, totalmente, eso no tenía nada que ver más no escuchaba razones.

 

Llegaron a la central de trenes, el silencio entre él y sus padres era horrible, le dolía tanto que las cosas fuesen ahora así. Apretaba el mango de la maleta mientras un par más alrededor le acompañaban. Miraba a la silenciosa nada, al paisaje armonioso de Iwatobi por última vez. La gente que iba y venía, esos abrazos dulces de bienvenida y despedida, él no tenía nada de eso. Bajó la mirada al suelo mientras escuchaba a sus padres hablar de otras cosas sintiéndose excluido, como si no existiera ahí, como si solo fueran a deshacerse de él y fingir que nada había pasado ahí.

 

Unos pasos en la cercanía se escucharon, Nagisa alzó la vista y se encontró con esos ojos purpuras mirándole fijamente. Las cejas denotaban su preocupación y su mirada mucha tristeza. Nagisa estuvo por emitir su nombre pero acto seguido apretó los labios. Sus padres no habían notado la presencia del megane al otro lado de la estación, justo cruzando la línea de trenes, e imposibilitado para acercarse alzó el móvil al aire, el de Nagisa vibró en su bolsillo y este lo sacó mirando el texto que se desplegaba.

 

“Quisiera ir hacia usted pero parece que tendré problemas de hacerlo. Nagisa-kun, espero que todo esto pase. No quiero que se preocupe pensando que estoy molesto yo solo puedo preocuparme por su bienestar independientemente de las causas. Espero que ellos reconsideren… no podría seguir sin el vicecapitan de Iwatobi”

 

Rei siempre fue tan correcto y claro con sus palabras. Saber que no estaba molesto por sus sentimientos le producía cierta paz y verlo ahí sabía que significaba que era importante para él aunque no de la forma en que deseaba. Lo sabía a ver su porte, su actitud. Rei siempre fue así con todos, con sus amigos, actuando prudente y con preocupación si la ocasión lo ameritaba. Nagisa lo sabía, sabía qué lugar ocupaba en el corazón del de lentes.

 

“Gracias por entender, Rei-chan. Discúlpame por todo yo estoy bien y espero que estemos bien nosotros… ”

 

Tras escribir eso el tren arribó a la estación. Nagisa contuvo una lágrima y sonrió de esa forma que tiene para ocultar su tristeza. Alzó la vista y se encontró con la mirada de Rei, con sus labios que le sonreían en una confirmación de que todo estaba bien, con esa forma tan especial que tiene de tranquilizar sus nervios hasta que los vagones taparon la imagen del joven. Nagisa giró y se despidió de sus padres educadamente, sin mucho ánimo y tomó sus maletas para subir lentamente al transporte. Su móvil vibró y tras revisar el mensaje sus ojos enrojecieron.

 

“Nosotros estamos bien. Por favor regrese pronto, Nagisa.-kun”

 

El rubio apretó el móvil contra el pecho y miró por la ventana del tren que empezaba a avanzar, pudo verlo en la lejanía dejando la estación. Que impotencia era no poder detener en esta ocasión las decisiones de sus padres, que triste era no poder ser aceptado por su propia sangre y alejado de una de las pocas personas importantes de su vida aunque ahora sentía entre la paz de saber que Rei aún le consideraba y la tristeza de alejarse de él dejando un nudo en la garganta en ambos. Mientras Rei caminaba por Iwatobi apretando el móvil con una mano, sosteniendo sus gafas con la otra y tallándose los ojos con el antebrazo. En él solo había un sentimiento de culpa.

 

Ahora Nagisa se había ido, no todo iba a ser fácil, no todo era como los cuentos donde las cosas podían resolverse de la noche a la mañana, no todo estaba bien siempre. Nagisa lo supo, desde que empezó a sentir ese temblor en sus manos al ver a Rei entendió que las cosas serían complicadas sobre todo porque su amigo no le consideraba de igual forma y veía en el amor una estupidez aunque, pensándolo mejor ahora, podría haber sido peor…podría haberlo odiado.

 

“Gracias por ser mi mejor amigo, Rei-chan…”

 

Escribió por última vez hundiendo la cabeza en el respaldo mientras los paisajes se borraban a los costados, mientras el peliazul miraba el móvil estando en esas calles y sonreía mientras suspiraba con los orbes cristalinos mirando al cielo. ¿Habrá hecho lo correcto al dejarle partir?

 

Pero, siendo sinceros, no podía haber hecho más que eso.

 

Habían pasado los días y las noches, las prácticas y las clases una tras otras de una forma tan soporífera y común que le recordaba a los días en que estaba en el club de atletismo. Su único apoyo cercano era Gou quien no tenía muy en claro la repentina partida de Nagisa y el por qué, a diferencia de otras ocasiones, Rei no había hecho nada para detenerlo.

 

Si se lo preguntaba a si mismo podía decir que era simplemente por miedo ¿A qué? Eso no podía saberlo.

 

Y es que aun cuando pensara  en que podía temer a los sentimientos de Nagisa hacia él la realidad es que no era así. No podía corresponderlos, es cierto, para Rei Ryuugazaki el tema del amor era algo que no cabía dentro de su ecuación de la vida, una irregularidad en el camino pero no por ello juzgaba a quienes lo sentían y ni que decir que se sentía halagado de que su amigo sintiera algo por él.

 

Pero ese mismo sentimiento le hacía sentir culpable…sentía que era su culpa que Nagisa confundiera las cosas y por ello no le había retenido por que estaba tan ocupado diciendo que fue su causa como para pensar en algo más.

 

Gou claro que lo había notado, desde los sentimientos de Nagisa hasta la reacción de Rei con respecto a su partida pero no había dicho nada. Todo desde aquella vez que creyeron que Rei salía con su antiguo excompañero de atletismo, Nagisa había reaccionado de una forma más tranquila que de costumbre y eso, en alguien tan hiperactivo, era extraño. Nagisa solo había fruncido el ceño suavemente y puesto una cara triste. El instinto femenino y leer tantas historias de amor le dieron la respuesta.

 

Tal vez ella debió haberse acercado más a su amigo, tal vez ella debió decirle a Rei, tal vez ahora todo estaría mejor.

 

Pero entre tantos tal vez las risas e ideas locas del grupo se borraron, los éxitos se volvieron un puñado de “por poco” y las glorias que llegaron a tener no sabían dulces, estaban tan vacías. Con un nuevo vicecapitan Rei siguió liderando al equipo, tardó mucho tiempo entre mirar el teléfono y pensar en cómo informarle a Haruka y Makoto lo ocurrido, ese par tal vez estaba demasiado ocupado con otras cosas como para darles una preocupación más, es entonces que Rei volvía a colgar el teléfono y hundirse en la cama.

 

Rei se sentía solo en ese dilema, en esa situación.

 

Rei se sentía algo solo en la vida misma. 

Notas finales:

Espero que les gustase. Muchas gracias por leer y nos leemos en el próximo cap

 

-Yisus


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