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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola a todos y a todas, aquí dejo el capitulo dos de esta historia. Espero que les guste.


Sobre el capitulo, es el desenlace de esa tragica noche londinense y como la viven algunos de sus personajes.

Por cierto, cuando subi el primer capitulo, se me olvido ponerle nombre, sorry. Y ahora se lo he cambiado dos veces, aunque este es el definitivo.

 

Escena Segunda. Amanecer tras la tragedia


En las cercanías de la ciudad londinense, se encontraba situado en una isla el complejo militar de la armada inglesa, Ennies Lobby. La isla, que estaba bien fortificada con grandes murallas de acero, tenía un gran número de soldados preparados para la lucha. Pero la tragedia de la bomba mató a más de un centenar de efectivos, entre los cuales estaba el máximo responsable del cuartel, Sengoku u otros como el instructor Garp. A estas horas de la noche, los soldados coordinados por el capitán Aokiji tenían distintas misiones de salvamento y evacuación de civiles, por lo que el complejo estaba prácticamente vacío. A excepción de las personas que se encontraban en el despacho principal: el capitán Aokiji, que se encargaba de ser el general suplente, el capitán Smoker y la camarera del Big Mom Cabaret y espía secreta Hina.


-Acabo de informar a la familia real de la verdadera situación que está viviendo el país- dice el capitán Aokiji quien venía de la máquina telegráfica- Creo que lo mejor será marcharnos y ayudar con las labores de protección.


-Ha sido toda mi culpa. Si hubiese avisado antes, no se habrían perdido tantas vidas- interviene la chica de cabellos rosados tapándose el rostro con las manos para que se disiparan las lágrimas de culpa y arrepentimiento- Puse a mi hermana antes que al propio país, y seguro que ella se sentiría decepcionada.


-No te martirices más Hina. Tú lo único que hiciste es intentar proteger la vida de tu hermana Kalifa y eso te honra como persona- intenta consolar su instructor, el capitán Smoker, dándole un abrazo. Yo habría hecho lo mismo por una persona que quiero.


Al escuchar esas palabras tan sinceras provenientes del rudo capitán apodado como el “Cazador Blanco”, las mejillas del general suplente Aokiji se sonrojaron delicadamente. Pensar que ellos dos se conocían desde hace años y hasta hace poco no se habían dado cuenta de los sentimientos que tenían el uno por el otro. Que estúpida resultaba ser la rudeza o fuerza en temas relacionados con el amor. Pero el hombre de frio temperamento tuvo que despertar de su nube de amor primerizo al escuchar las duras palabras que su soldado se estaba echando a ella misma.


-Cómo no voy a culparme si fui yo quien le di la información a los enemigos- decía Hina rompiendo en un ensordecedor llanto y aferrándose a la chaqueta que olía a puro, aferrándose al único hombre que le había  roto su coraza de bruta y del cual se había enamorado. Yo he causado las muertes de la gente del cabaret y del resto de personas.


-Estaban amenazando con la vida de tu hermana y ni siquiera sabías como iban a utilizar esa simple información que les distes- interviene en la conversación Aokiji, intentando calmar la culpa de su subordinada- Además, si alguien es culpable somos nosotros, por dejar que tu hermana se encargue de esa difícil misión.


-Es verdad. Aokiji tiene razón, no te atormentes más. La culpa es nuestra por enviar a Kalifa a esa misión suicida- dice Smoker con mucho dolor por las malas decisiones tomadas hace años- En que narices pensábamos cuando le ofrecimos ser la secretaria del mismísimo Akainu, de  nuestro enemigo.


-Por favor ya basta de tantas lamentaciones y penas. No parecéis soldados de una armada- dice una voz sin que se mostrará ninguna persona en aquel oscuro despacho- Vuestra ciudad, vuestro país, vuestro hogar y vuestras familias están siendo atacadas en este momento por el enemigo, y vosotros no estáis haciendo nada para impedir su avance.


-¿Quien anda ahí? Muéstrate- pregunta algo desconcertado el general suplente Aokiji, ya que extrañamente reconocía esa voz en alguna persona de su entorno.


Tras realizar esa pregunta, aparece un hombre de la nada, un hombre conocido aunque había algo distinto en él, algo así como su aura. Se sitúa en medio de la sala y las tres personas se quedan con cara de asombro al descubrir la identidad de la voz.


-¡¡¡General Sengoku!!!- gritaron los tres al unísono y poniendo una cara de asombro.


-Por fin me reconocéis muchachos. Bueno, ahora debo hablaros de algo muy importante. Escuchar con atención- Sengoku cambia el tono familiar por uno más serio, de mayor alarma y responsabilidad.


-Espere un momento. ¿Usted no está muerto?- pregunta algo intrigado el capitán Smoker, aunque parecía conocer la respuesta y muy lógica no era.


-Sí, eso es verdad. Yo estoy muerto- contesto Sengoku sin ningún rodeo ante las caras estupefactas de los otros presentes. Ahora pregunto yo, ¿por qué se encuentra usted aquí, señorita Hina? Hoy no la he visto atender las mesas del Big Mom Cabaret.


-Bueno, la verdad... es que...- Smoker intentaba responder por su compañera pero ninguna idea buena le venía a la cabeza.


-General Sengoku, lo siento muchísimo. Yo soy la causante de su muerte y de la destrucción del país- al decir estas palabras, la chica de cabellos rosados vuelve a llorar desconsoladamente por sus actos cometidos.


-Pero que está diciendo usted, señorita- dice Sengoku perplejo por las palabras que acababa de escuchar provenientes de aquella bruta y parlanchina camarera.


-General, la verdad es que nosotros dos tenemos la culpa. Hace unos cinco años, nosotros instruimos a ella y a su hermana para convertirse en soldados de la armada. Pero como eran mujeres, la ley prohibía que se unieran y al final por una mala decisión las mandamos como espías. Hina, se infiltró de camarera en el cabaret para recaudar información de todas las personas influyentes que pasaban por ahí. Su hermana, Kalifa, recibió la misión más difícil: ser la secretaria del general enemigo, Akainu.  Hace poco Hina fue extorsionada por el enemigo y obligada a darles cierta información relacionada con el cabaret ya que sino matarían a su hermana- Aokiji, apenado, se encarga de explicarle la situación a su general fallecido.


-Por nuestra inexperiencia, hemos puesto en peligro a estas dos chicas y a todo el país- confiesa Smoker con una mirada de tristeza hacia su superior- Lo sentimos mucho.


-En verdad, todo esto ya lo sabía. Soy un espíritu y es muy fácil escuchar conversaciones. Pero en realidad quería oír vuestras palabras de arrepentimiento, desde vuestro corazón.  Y ya no hace falta que ninguno de los tres se lamente más. Todo pasa por fuerzas del destino que son imposibles de impedir. Lo importante es ahora- dice el espíritu de Sengoku.


-Gracias general- responde la chica con una cara más animada tras recibir esas palabras de su superior.


-Ahora tenemos otro problema por resolver. He visto cómo has organizado a los soldados para que ayuden al pueblo, capitán Aokiji. De verdad, estoy orgulloso de lo que has hecho. Durante muchos años he pensado que tu  trabajo es magnífico y que amas de corazón al pueblo y qué harías lo que fuera por él. Por tanto, quiero que aceptes el relevo y me sucedas como general- explica Sengoku mirando decidido al futuro general de la armada inglesa.


-Pero, creo que no estoy capacitado para asumir ese puesto, sobre todo después de lo ocurrido últimamente- intenta Aokiji persuadir a su general para que no le nombre general, ya que pensaba que no podría hacerlo.


-Kuzan, escucha, después de verte combatir codo con codo durante años, creo que eres el mejor candidato para ocupar ese cargo- interviene Smoker, que por primera vez le habla con su verdadero nombre, como si se tratara de una forma más tierna- Además, sería todo un honor estar bajo tus órdenes.


-Smoker...- dice Aokiji con un tono dulce y tierno por las palabras escuchadas del que era ahora su más fiel compañero y amante.


-Jajaja, creo que no lo podría haber persuadido mejor- dice Sengoku entre risas por la nueva forma de actuar que mostraban esos dos rudo capitanes- Que dices muchacho, ¿aceptas?


-Bueno, si me lo pide el mismísimo Sengoku y tengo tal respaldo por mis compañeros, creo que aceptaré- responde el nuevo general de la armada inglesa- Acepto ser el nuevo general y defender a Inglaterra con mi vida.


-Así se dice muchacho- contesta el ex general con alegría al ver que dejaba la armada en buenas manos- Yo te nombro General de la armada inglesa Aokiji, el “Faisán Azul”.


-Será un gran jefe, y seguro que mi hermana Kalifa piensa lo mismo- contesta la chica de cabellos rosados alegrándose por el ascenso de su viejo instructor.


-Enhorabuena Kuzan, te lo mereces- responde el capitán de los puros cara a cara a su compañero.


-Gracias a los dos, y espero que me ayudéis con mis nuevas labores- contesta el agradecido Aokiji.


-Bueno, creo que es hora de irme al más allá- interviene Sengoku para finalizar las felicitaciones- Creo que dejo en buenas manos el futuro de la armada y del país.


-Gracias, general Sengoku. Aunque la verdad esta situación es un poco surrealista, siendo usted un espíritu- dice el nuevo general que no terminaba de entender el porqué de la visita de aquel espíritu fallecido.


-Muchachos, a veces en la vida hay cosas que no tienen explicación y es mejor dejarlas así- contestas con un tono misterioso y místico el antiguo general Sengoku- Es ahora de irme, cuidad al país, es hora de la nueva generación.


Antes de marcharse, el espíritu de Sengoku se colocó en posición como si estuviera meditando, con las piernas cruzadas y los brazos levantados. Ante el asombro de las otras tres figuras, su cuerpo se volvió dorado tal y como una figura de un Buda se tratara. Ya cuando estaba desapareciendo, dijo sus últimas palabras.


-Por cierto, casi se me olvida. Muchachos felicitaros por vuestra relación. La verdad ha sido toda una sorpresa, jajaja- dice riéndose Sengoku recordando las palabras que había escuchado antes de intervenir.


Finalmente, el antiguo general se evaporó en la noche sin dejar rastro. Mientras, los dos hombres e miraron con la cara sonrojada por las palabras que había dicho su antiguo general. Hina estaba a carcajadas por la reacción tan vergonzosa de los dos mejores combatientes de la armada inglesa. Y pensar que tenían ese lado tierno.


-Bueno... creo que... es hora de irnos y ayudar al pueblo- rompe el silencio incómodo Aokiji, aunque no terminaba de pronunciar una frase completa.


Los tres oficiales de la armada dispusieron su marcha hacia la ciudad. Bajaron de la torre principal y vieron que no había ni siquiera ningún guardia en la puerta de la entrada. Eso fue algo que les extrañó pero con todo el alboroto no le dieron importancia. Sin embargo, sucedió algo que no se lo esperaban. Justo cuando estaban a punto de abandonar el recinto, por la puerta entraba un grupo de militares enemigos de la Alianza, capitaneados por el coronel Kizaru, la mano derecha del general Akainu.


-Vaya, vaya si tengo el honor de encontrarme con los dos mejores guerreros de Inglaterra, “Cazador Blanco” y Faisán Azul”- interviene el hombre de cabellos oscuros y traje amarillo a rayas- Es una pena lo del general Sengoku.


-No me vengas con eso. Si para vosotros es un beneficio su muerte- contesta Aokiji encarando a su enemigo.


-Pues para que sepas, estás ante el nuevo general de la armada inglesa, Aokiji- responde Smoker como si estuviera fardando de pareja, o al menos aparentaba la misma actitud.


-Acaba de salir tu zorra a defenderte, general- Kizaru intenta utilizar sus artes de manipulación para enfadar a sus enemigos y que cometan un error- Aunque he tenido suerte, suerte de poder eliminar a dos generales en una noche.


-Que te lo crees tú. No puedes vencer a nuestro general. Él te pateara el trasero- contesta rabiosa Hina, ante la presencia de las personas que tenían cautiva a su hermana.


-Menudo carácter, chica- responde con el mismo nivel burlón el coronel Kizaru- ¿No te ha mandado el general Akainu la cabeza de tu querida hermana? La verdad es que tenía mucho valor, e incluso intentó mandar el aviso de la bomba aunque no lo consiguió y le costó la vida.


-¿Qué has dicho?- Hina acababa de saber la peor noticia que podía recibir del estado de su hermana.


-Lo que escuchas. Tu hermana Kalifa está muerta. El propio general Akainu se tuvo que manchar las manos para acabar con esa sucia espía- Kizaru intenta seguir haciendo perder el control a sus enemigos- Es una pena que todo lo que hiciste por salvarlas, incluso las muertes que has causado no hayan servido para nada.


-Pienso matarte, cabrón hijo de puta- contesta a las provocaciones Hina mientras saca su arma y le apunta directamente a la cabeza, aunque es detenida por la mano de su nuevo general.


-No te preocupes. Siento mucho lo de tu hermana- responde apenado Aokiji- Pero debo ser yo quien ponga entre rejas a este cabrón- Vosotros dos encargaos de los soldados.


-Madre mía, he enfadado al gran Aokiji, temo por mi vida- dice con un tono sarcástico el coronel Kizaru mientras se prepara para luchar- Estoy deseando matarte.


La conversación quedó finalizaba, y un viento se levantó justo en medio de las instalaciones, un viento de batalla. Cada bando se encontraba en un lateral del complejo, cuando los soldados aliados se abalanzaron con sus espadas y pistolas. Smoker y Aokiji esquivaban las balas con bastante facilidad, e incluso algunas las detenían con las espadas y los barrotes de acero que portaba Smoker como arma. Incluso Hina se escapaba de aquellos ataques sin ninguna dificultad. Se notaba que ella había sido entrenada por esos dos monstruos.


Pero cuando ambos bandos se encontraron, cruzando las armas, solamente Smoker y Hina respondían con ataques. Aokiji y Kizaru se miraban lentamente entre esa nube de polvo desatada por la batalla, quietos, mientras sus hombres luchaban. Smoker y Hina fueron eliminando a los soldados sin mayor dificultad. A  pesar de estar en desventaja numérica, iban venciendo a los enemigos sin mayor dificultad. Las habilidades del combate cuerpo a cuerpo de Smoker y el uso de sus bastones de hierro, destruían las armas enemigas e incluso destrozaban los huesos de los contrincantes. Eso sí, siempre luchaba portando un puro en la boca, era como su amuleto de lucha. Por otra parte, Hina había sido entrenada para acorralar y atrapar a sus presas. Primero esquivaba sus ataques hasta cansar al enemigo. Después de esto, los rodeaba en lugares con pocos lugares para huir, y les disparaba a sangre fría, con su buena puntería con la pistola.


En poco tiempo, todos los soldados enemigos estaban muertos o heridos de gravedad, y no podrían continuar atacando. Esto provocó una mueva de enfado en el rostro del coronel Kizaru y decidió que llegaba su momento. Empezó a correr con una espada de color dorado intenso hacia su enemigo, el general Aokiji. Varios golpes se cruzaron entre la espada dorada de Kizaru, y la espada plateada con un reflejo azul que portaba Aokiji. Se podía decir que era una intensa pelea y el ganador aún estaba por determinar.


Los chasquidos de las espadas resonaban con eco en todo el complejo, mientras el sudor del agotamiento caía por sus rostros. Smoker y Hina miraban como espectadores a su general, reposando sus fuerzas después de la pelea contra los soldados. Parecía que la batalla no tendría fin, porque ambos oficiales tenían casi el mismo poder. Pero Kizaru optó por la astucia y la manipulación, que era lo que mejor se le daba. En un despiste del general Aokiji, en el cual tuvo que retroceder, Kizaru se acercó a sus compañeros y atrapó a Hina entre sus brazos. Le puso el cuchillo en la garganta para evitar que escape y amenazar a Aokiji.


-¿Vas a dejar que mate a tu amiga?- dice Kizaru con un gran tono de superioridad y de victoria- Pronto se reunirán las dos hermanas en el cielo.


-Jajaja, acabas de cometer un grave error- dice entre risas Aokiji mientras recuperaba el aliento tras la batalla.


Al escuchar esas palabras, Kizaru se quedó completamente desconcertado y Hina utilizó ese momento para liberarse. Ella tenía una gran habilidad en las piernas y por eso podía correr grandes longitudes. Pero esta vez, utilizó su fuerza de las piernas para pegarle una patada en las parte íntimas de Kizaru, dejándolo adolorido, y escapando. Aokiji utilizó ese instante para darle el golpe final, un tajo con la espada en todo el torso. Finalmente Kizaru quedo inconsciente.


-Será mejor que llevemos a estos tipos a los calabozos más profundos de Ennies Lobby- dice Smoker mientras pone las esposas a los enemigos.


Los tres militares vencieron por primera vez en la guerra, a los enemigos aliados. Pero aún había otros problemas en la ciudad. En el Palacio de Buckingham, acababa de aparecer un hombre que iba a poner en peligro la vida de la reina Vivi y de los presentes en palacio.


-Shirohige, ¿así tratas a un viejo amigo de batallas?- contesta Marshall D. Teach a su viejo amigo de peleas- Lo primero es saludar a los conocidos y tomarnos unos tragos.


-Mi pregunta es que narices hace aquí, en Londres, el gobernador de Alemania, con dos cadáveres en las manos- dice el conde de Glasgow perdiendo la paciencia por la aparición de este sujeto- Conmigo no te andes por rodeos, Teach.


-Jajaja, entonces vayamos al grano- contesta Teach con risa pícara a punto de desvelar los planes que dejarían anonadados a esas tres personas- Digamos que mi unión a la Alianza fue simplemente para propio beneficio, jajaja. El estúpido de Akainu se deja llevar por sus inútiles sueños de conquista global cuando no tiene el suficiente valor de enfrentarse cara a cara con sus enemigos y manda a sus soldados para destruir el mundo. Yo en cambio estoy aquí, con un simple objetivo.


-Habla rufián- expresa Ace desagrado ante aquel peligro que provenía de ese hombre.


-Simplemente, matar a la reina Victoria de Inglaterra, y debilitar al país- dice sin ningún miramiento Marshall D. Teach, quien era un hombre que carecía de escrúpulos en sus planes.


-¿Cómo? Eso no te lo permitiremos- responde el marqués Ace, queriendo proteger la vida de su amiga de la infancia- Protegeremos a la reina Vivi.


-Cálmate Ace- contesta su padre el conde para intentar analizar la situación que se les venía encima- ¿Qué beneficio sacaría un hombre como usted, con tal poder y ganancias, matando a una reina?


-Es todo muy sencillo según mis cálculos- dice Teach con una sonrisa sarcástica- El plan de conquistar el mundo de Akainu no va mal desencaminado, pero no es el momento idóneo. Primero hay que debilitar a las potencias enemigas.


-Entonces, si me matáis, el país se quedará sin gobernante y no podrá dirigirse con buen ritmo, y poco a poco, perderá influencia y poder, y quedará sumido en un gran pobreza- contesta la reina Vivi intentando averiguar los planes de quien dice querer ser su asesino.


-Muy perspicaz, como siempre, reina Victoria, jajaja. Eso es exactamente lo que planeo- dice Teach tras pensar que sus planes son infalibles y que el mundo sería suyo- ¿Qué mejor que destruir un país, matando a la cabeza de gobierno? En estos momentos, mis mejores soldados están repartidos por las grandes potencias del continente europeo para matar a sus dirigentes y sumir a Europa en un terrible caos.


-Eso es terrible- dice Ace tras escuchar los verdaderos planes de ese rufián- Pero, si matáis a la reina, su hermano mayor se encargará de sucederla.


-Jajaja, mientras mantenemos esta dichosa conversación, dos de mis hombres están recorriendo cada estancia del palacio en busca de vuestro querido hermano, reina Victoria- cada vez que Teach hablaba, uno de sus planes malvados salía a relucir.


-¡Qué!- responde asustada la reina Vivi, aunque en verdad estaba disimulando, ya que sabía que su hermano mayor había huido con Law del palacio, pero no quería que se enteraran los enemigos.


Mientras mantenían esa conversación, en una de las estancias del palacio, los dos hombres del Marshall D. Teach, se encontraban en la búsqueda del príncipe inglés, aunque sin ningún resultado. Sin embargo, eran unas personas sádicas y malvadas que mataban a cualquiera que se les pusiera delante. En esa estancia que parecía ser un pequeño salón para los mayordomos y sirvientas de palacio, se encontraba dos chicas del servicio. Para su desgracia, ninguna de ellas sobrevivió al ataque, y ahora estaban sus cadáveres sangrientos sobre el suelo. Las sirvientas personales de la reina, Kaya y Conis, murieron a manos de esos terribles.


-Estoy harto de buscar a ese estúpido crio- dice uno de los hombres mientras se dejaba caer sobre un sillón, ya que este tenía una actitud mucho más temperamental que el otro- Joder, ¿dónde se ha metido ese maldito príncipe?


-Tranquilízate Burgess, te pones terriblemente pesado con esa actitud cansina- contesta la otra persona mientras se enciende un puro para calmar sus nervios, o más bien, sus ansias de destrucción.


-No soporte esa actitud calculadora y fría tuya, Shiliew- responde con su acostumbrada arrogancia, Jesús Burgess, el hombre con más fuerza de la armada alemana.


-Cállate. Será mejor que regresemos con Teach y reportemos que no hemos encontrado al príncipe en palacio- responde el espadachín Shiliew, apodado como Shiliew de la Lluvia.


De vuelta al salón donde se encontraban la reina, el conde y el marqués de Glasgow, y el enemigo principal, el gobernador alemán, las cosas estaban a punto de ponerse peligrosas. La tensión se palpaba en el ambiente, y parecía que la charla estaba a punto de acabar para dar paso a las armas y los puños.


-No te dejaremos que pongas tus manos en la reina ni en el príncipe, maldito cabrón- dice Ace enfadado por los planes de matar a dos de sus mejores amigos.


-Basta ya de tonterías, es momento de dejar de hablar y pasar a la acción- responde Teach a las provocaciones del joven marqués- Estoy deseando degollar ese precioso cuello, mi reina.


-Ace, coge a la reina y vete. Huye del palacio y ponla a salvo- dice el conde de Glasgow, Edward Newgate, confiando la vida de la reina a su amado hijo- Yo me encargo de este tipo.


- Pero padre...- contesta Ace a las palabras de su padre, el conde.


-Hazlo, y ponla a salvo- contesta Edward Newgate con una decisión tomada que le podría traer problemas- Confío en ti, hijo.


-Sí, padre. Cuídese, nos veremos pronto- responde Ace a las órdenes de su padre.


-Conde Shirohige...- contesta la reina Vivi apenada por las palabras del conde.


El marqués Ace, coge de la mano a la reina para darle confianza y se encaminan a la salida trasera de la habitación para huir. Mientras ve como huyen, el conde de Glasgow muestra una sonrisa en su rostro, que afirmaba que había tomado la mejor decisión, aunque le costara la vida. Cuando ya se habían marchado, el conde se encara frente a su enemigo para comenzar la pelea.


-Estaba deseando poder enfrentarte a usted de nuevo, maestro- responde Marshall D. Teach preparando sus armas para la batalla.


-Es una deshonra para mí, haber entrenado a alguien como tú. Me arrepiento durante todos los días de haberte dado una vida, y luego tú me traicionaste aliándote con los enemigos- contesta Shirohige recordando momentos de su pasado como instructor de la armada inglesa, cuando entrenaba al joven Teach para ser soldado inglés.


-Y mira donde he llegado. Ha liderar toda una nación y ser el próximo dueño del mundo- contesta el rufián con su tono sarcástico que sacaba de sus casillas al calmado conde- ¿no estás orgulloso de mi, maestro?


-¿Orgulloso? Arrepentido de criarte como a un hijo y ser tratado de esta manera ahora. Y ni se te ocurra llamarme de nuevo maestro- dice enfadado el conde de Glasgow.


-Hacía tiempo que no veía ese duro carácter, maestro Shirohige- contesta Teach para terminar de cabrear al conde.


Tras escuchar de nuevo la palabra “maestro”, Edward Newgate  se lanza contra su enemigo intentando acabar con su vida. Pero el solo empezar y dejarse llevar por sus emociones, fue su perdición. Sus reflejos y sus sentidos ya no eran los de cuando era joven y no se percató de la aparición de los dos hombres, posibles enemigos que se encontraban detrás de Teach y dispararon sus armas a muerte. El conde de Glasgow cayó desplomado al suelo, pero apoyando sus manos en sus rodillas, intentando no rendirse y luchar.


Marshall D. Teach se burló de la falta de habilidad que tenía su maestro tras la edad, y le miró con una risa burlona y de superioridad. Finalmente, le da el último golpe, un disparo en la frente, cayendo muerto el conde. Aunque sus últimos pensamientos fueron de alegría, ya que al menos le había dado el tiempo suficiente para que su hijo y la reina se salvaran. Shirohige murió con una sonrisa en el rostro, mientras que Teach celebraba su muerte con una botella de sake.


Al otro lado de la ciudad londinense, los dos chicos que buscaban huir del país, acababan de llegar a la zona portuaria. El puerto estaba rodeado de astilleros en los que se construían majestuosos barcos mercantiles y de batallas. Pero ahora, prácticamente estaba abandonado. Tras el cierre de la constructora La Galley-La Company, a causa de la muerte del líder el señor Iceburg, los jornaleros habían perdido su trabajo y ya no se había visto más vida en aquel lugar. La estrategia del general Akainu de mandar asesinar al señor Iceburg y destruir a la compañía fue todo un éxito y ahora se veían afectadas las consecuencias. Los ciudadanos que huían despavoridos de la guerra no podían zarpar a un barco ya que no había tripulación que lo manejara. Pero eso no detuvo a Law, ya que había escuchado que aún quedaba un hombre en el puerto, la mano derecha de Iceburg y se hermano, el señor Franky.


Estaban justo en el muelle, donde se escuchaban los crujidos de los barcos abandonados, y el ruido que del viento al mover las velas. Al final del muelle, una pequeña luz de un fuego iluminaba el camino. Ambos jóvenes se acercaron con el fin de encontrar a la persona que buscaban. En aquel lugar había un barco, algo viejo y maltrecho, cosa que no alegraba mucho al joven Law, pero sabía que era la única solución.


Desde el muelle, Law intentó ponerse en contacto con el hombre que había en el barco.


-Señor Franky, ¿está usted ahí?- pregunta con cierta cortesía el joven Law, tal y como le habían educado para ser un buen sirviente, y para causar una buena primera impresión.


Pero Law no recibió respuesta, aunque si se escuchaban ciertos ruidos en la cubierta, y además estaba la llama de luz causada por el fuego. Por tanto, volvió a insistir.


-Señor Franky, necesitamos su ayuda- casi suplica Law para que el hombre le escuchara- Es cuestión de vida o muerte.


-Marchaos, y no molestéis a un hombre que intenta ahogar sus penas con una botella de alcohol en las manos- dice Franky quien se había dignado a contestar, aunque no era la respuesta que esperaban los chicos- ¿Qué valor tiene la vida ahora que he perdido a la única persona que me quería? Al final de la vida solo hay muerte. Lo único que hay que hacer es esperar a que llegue.


-Sentimos mucho la pérdida de su hermano Iceburg- dice Law para intentar consolar a aquel hombre que había perdido las ganas de vivir- Pero no le pediría ayuda en un momento así, si no fuera por algo realmente importante.


-¿Qué lo sientes? Qué lo diga un perro de la realeza, quien además son los culpables de la muerte de mi hermano, no tiene valor para mí- contesta fríamente Franky mientras da otro trago al vaso con bebida- Por culpa de vuestro dichoso encargo por la construcción de barcos de guerra, metisteis a mi hermano en medio. Y ahora él ha sido asesinado y la compañía ha cerrado. No quiero escuchar ninguna palabra de alguien de ese entorno.


Law estaba desconcertado del porqué Franky había averiguado que pertenecía al entorno de la realeza. Y además veía que las cosas no andaban bien y no sacarían mucha ayuda de esa persona. Pero al estar tan metido en la conversación no vio como Luffy desaparecía de su vista. Al percatarse, Law entre en pánico porque ni siquiera había podido cumplir su misión ni unas horas.


Pero todo fue una falsa alarma. En la cubierta del barco, donde Franky seguía bebiendo sake sin dejar caer ni una lágrima, un joven príncipe se acercaba a él. Sin darse cuenta, Luffy le dio un fuerte abrazo de consuelo a Franky, mientras le hablaba.


-Siento, mucho lo de tu hermano, Franky. Debe haber sido terrible. Si necesitas a alguien con quien desahogarte, aquí me tienes- decía Luffy mientras abrazaba fuertemente a aquel hombre- Ahora somos amigos y no quiero verte triste. Pero necesitamos que no saques del país, por favor. Yo también he sufrido mucho por separarme de mi hermana.


Franky estaba atónito por las palabras de aquel joven, ya que desde la muerte de su hermano no confiaba en nadie. Pero ahora quien lo abrazaba era amable y se preocupaba, incluso quería ser su amigo. Franky explotó en un rio de lágrimas que salían desde sus ojos. Y pensar que una persona de alta clase, a quien odiaba tanto, le estaba diciendo esas palabras. Por otra parte, Law no podía creer la actitud de madurez que había adoptado el joven príncipe. Realmente estaba perplejo. Pero en los pensamientos de Luffy, solo se había pasado por la cabeza hacer a Franky lo que Law hizo con él, abrazarle y tranquilizarle. Cuando Franky pudo calmar sus lágrimas, volvió a hablar.


-Os llevaré donde deseéis. Creo que es hora de empezar una nueva vida, ¿no crees Iceburg?- pregunta Franky mientras mira al cielo- Además este país se está derrumbando, será mejor que zarpemos pronto.


-Gracias por su ayuda, Franky- contestas Law con cortesía tras haber logrado su objetivo y cuando ya había subido a cubierta- Pero aunque este país se esté derrumbando, se salvará.


-Gracias Franky, ahora seremos amigos en este nuevo viaje- dice el risueño Luffy volviendo a su carácter de normal- Por cierto, este es Law, y yo me llamo Luffy, y ¡voy a ser el rey de los piratas!


-Chico, que vitalidad tienes. A mí ya me conocéis, soy Franky y aunque no lo parezca, con mis habilidades conseguiré llevaros a vuestro destino- dice Franky riendo por la actitud de Luffy, del cual se había dado cuenta que era el príncipe de Inglaterra, por el nombre, aunque no le daba importancia- ¿Cuál es nuestro destino?


-Un país lejano a Inglaterra- responde Law sin saber un destino concreto.


-Hace tiempo que quería visitar Estados Unidos- contesta Franky ofreciendo un posible destino- Ya está, decidido. Nos vamos a la ciudad de Nueva York.


-¡Sí! Nos vamos de viaje- contesta Luffy emocionado mientras Franky fija el destino con el timón y parten del puerto.


Una vez en alta mar, cuando veían de lejos la ciudad de Londres y el fuego rojo de las llamas que la consumían y el humo negro que cubría el cielo, Law y Luffy se sentían melancólicos por partir de su hogar.


-Law, prométeme que nunca me dejaras solo- dice Luffy preocupado por lo que pueda pasar en el futuro.


-Te lo prometo. Jamás te abandonaré y siempre estaré a tu lado- responde Law con una sonrisa en la cara ya que le gustaba que su príncipe dependiera de él.


Cuando estaban mirando hacia su hogar, inocentemente se cogieron de las manos para aliviar la pena que cada uno tenía. Por primera vez, las llamas rojas y el humo negro se disipo dejando ver el amanecer soleado por encima de la ciudad de Londres. El amanecer tras la tragedia.

Notas finales:

Gracias por leer el capitulo. Me haría mucha ilusión recibir review sobre lo que opinais de la historia, de si hay algo que no os gusta( por si se puede cambiar, dando un giro extraño) y además porque me animan a seguir escribiendo y teniendo ideas.

Siento si estoy matando a muchos personajes, pero eso es algo que conocen sobretodo los lectores que siguen la historia desde el anterior fic. Me gusta introducir nuevos personajes, y Nueva York estara plagado de personajes nuevos.

TO BE CONTINUED =)

 


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