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Notas del capitulo:

Hiiii!!!!

bueno ...acabo de terminar este capitulo..asi que espero que sea de su agrado ;)!

El invierno había llegado con mucha calma y con eso había congelado aún más los podridos corazones de los pobladores, los pequeños copos de nieve caían con extrema calma, mientras que viento soplaba con fuerza golpeando las ventanas de las casas.


El pequeño niño de cabellos dorados había salido corriendo de su pequeña casa de madera corroída, su corazón había empezado a palpitar desde muy temprano en la mañana y se sentía emocionado; había visto a su anciana abuela en la cocina, horneando el delicioso pavo.


El fuerte y delicioso olor a pavo horneado se podía percibir en todo el gélido viento, el vahó salía de las bocas de las pocas personas que salían a caminar por la pequeña plaza, donde había un viejo árbol de pino adornado con viejas esferas de cristales y las luces opacas que rodeaban al pequeño árbol.


Keishi corrió mostrando una hermosa sonrisa en su infantil rostro, giró su mirada a todos lados, observando si alguien le prestaba atención a sus movimientos, aspiró lentamente y con el aire aun en sus pulmones, ingresó al oscuro bosque.


Las desnudas ramas de los grandes árboles y los sonidos sordos que hacían los pequeños y salvajes animales le empezaron a causarle cierto temor, la oscuridad emanaba desde lo más alto, creando con las sombras de estos, formas tenebrosas.


Caminó lentamente, intentando normalizar su respiración y llevó su pequeña mano derecha hasta posarla en su pecho, sintiendo como su corazón latía rápidamente.


Recordó la leyenda de la bruja malvada que convertía a los niños traviesos en cerdos para luego comérselos, intentó despejar rápidamente aquellas horripilantes ideas y siguió caminando hasta llegar al más profundo del bosque.


Unos rápidos pasos se escucharon detrás de él y con el miedo que representaba a un niño, soltó un leve grito, llevo su mirada hasta uno de los frondosos matorrales y se acercó lentamente para mover cuidadosamente las espinosas ramas y esperar ver a algún animal.


-Vamos Keishi, solo es tu imaginación. –Su suave voz de niño resonó por todo el lugar y llevó sus manos para tapar sus oídos y retener sus estúpidas lágrimas que amenazaban con salir de sus hermosos ojos. –Será mejor regresar con la abuela.


Levanto suavemente su mirada para observar el camino por donde había llegado y frunció suavemente su ceño, sintiendo como toda la sangre se le bajaba hasta sus pies; todo el lugar se encontraba encerrado de frondosos matorrales, los robustos y desnudos troncos de los árboles se encontraban siendo divididos de una manera en la que antes no lo había notado.


Alzó rápidamente su cabeza y con sus ojos brillando con una intensidad llena de terror, observó como la luna brillaba alumbrando todo el centro del tenebroso lugar; no pudo evitar sentirse atraído por aquella hermosa luna y con la curiosidad de un niño, observó que la luz roja se reflejaba en el lago.


El menor caminó lentamente hacía aquel lugar y pudo observar como el agua no se movía ni siquiera por el viento que soplaba suave y jadeante, sus ojos color miel se quedaron prendados sobre aquella imagen, sintiéndose cada vez más atraído por aquello.


Soltó un fuerte grito al observar como en aquella agua turbia y oscura, casi de un color negro; tan negro como los pecados que profesaban todos los pobladores, empezaba a sobresalir un rostro cadavérico.


-Ve conmigo. Aquella horripilante voz resonó por todo su cerebro.


Quiso cerrar sus ojos, quiso alejarse de lo más rápido de aquel lugar, quiso correr y esconderse bajo las faldas de su anciana abuela. Agrando sus ojos al ver como una mano calaverita salía de aquel fangoso lago, su cuerpo, asustado, cayó al húmedo suelo y con una mano intentó aferrarse a una gruesa raíz.


La estruendosa risa de aquella calavera se escuchó en todo el lugar, Keishi podía sentir las lágrimas acumularse en sus ojos; apoyó sus rodillas en la húmeda tierra y con sus manos intentó arrastrarse, sin importarle manchar sus ropas con el fangoso barro pero su cuerpo cayó con tal brusquedad y sintió como era jalado.


Podía sentir en su tobillo el frío y las marcas de aquellos delgados huesos que le jalaban, mientras las risas y las voces empezaban a acumularse en su pequeña cabeza; gritó aún más fuerte cuando el rostro deshecho de su padre se le vino a sus recuerdos.


Aquella suave sonrisa que siempre le dedicaban, ahora estaba llena de odio, un odio transmitido hacía él.


-Ve con él. –Y aquella voz que aun reconocía en sueños, tan suave y profunda, le habló, haciendo que resonara en toda la oscura cavidad. Volteo ligeramente su cabeza para observar varias cabezas llenas de huesos y gusanos.


-¡Aléjate de él!


El pequeño niño sintió como su corazón empezaba a latir tan fuerte que su pequeño pecho empezó a doler, sus lágrimas rebosaban en sus ojos color miel, las lágrimas se derramaban por sus tersas y blancas mejillas; sintió como unos delgados brazos le rodeaban protectoramente.


Su pequeño y menudo cuerpo se acurruco entre los delicados brazos de aquel doncel y con demasiado miedo cerro sus ojos, temiendo que aquellas voces volvieran a aparecer pero tan solo escucho los suaves latidos del corazón del aquella persona que le salvó.


 


Sentía como su pequeño y menudo cuerpecito se encontraba envuelto en unas cálidas y suaves mantas, se sentía completamente cansado, con su cuerpo pesado; quiso moverse al sentir como algo suave y húmedo se posaba sobre su frente, empezó a agitar sus cortas piernas y sus brazos, intentando tocar algo impalpable.


-Tranquilo. –Aquella voz sonó tan suave y arrulladora, calmando su sistema nervioso y como si le hubiesen dicho algo mágico su cuerpo volvió a sumirse en una exasperante paz.


El sonido de los troncos chirriando en la fogata le hizo estremecerse, el olor a arena húmeda le obligó a abrir en demasía sus ojos color miel y aun con su respiración agitada, observo con minuciosidad aquella pequeña habitación, palpó las suaves mantas percibiendo un dulce aroma.


Lentamente se puso de pie, recorriendo aquella cálida habitación y se acercó hacía la ventana para observar como aun la luna seguía en lo alto y vibrante, un suave sonido de unos platos le llamó la atención y con una curiosidad caminó lentamente sin importarle si aquella casa pertenecía a alguna bruja malvada.


 


Los cortos cabellos rubios caían desordenados por su joven rostro, pudo notar como sus mejillas se habían teñido de un suave carmín en aquella piel bronceada y sus labios semi abiertos y fuertemente sonrojados; entre las delicadas manos del doncel había una pequeña taza que desprendían el humo a sabor a cerezo y sintió como su piso vibraba al observar esos ojos tan azules y brillantes; aquella hermosa y fina sonrisa y aquellas tres marcas en cada una de sus tersas mejillas.


-¿Cómo te encuentras? –Sus pasos se detuvieron al escuchar aquella suave voz, su respiración se cortó de un momento a otro sintiendo sus pulmones arder con fuerza y se sintió como sus mejillas empezaban a calentarse.


El hermoso doncel le sonrió suavemente y colocando su pequeña taza de té humeante retiró la otra silla para que el pequeño se sentara.


 


Sus cortas piernas quedaban en el aire y no pudo evitar removerse algo incómodo en aquel lugar, sintiendo algo cálido en su pequeño pechito y llevó sus manos para envolver la taza de porcelana y sentir como el calor empezaba a llenarle todo su cuerpo.


-¿Tú… vives solo?


-No. –El niño se sonrojo tan solo por hacer aquella pregunta, agachó suavemente su rostro, sintiendo como el hermoso doncel colocaba la pequeña taza al frente de sus ojos. –Vivo con mi novio, pero él no se encuentra en estos momentos.


El pequeño alzó suavemente su rostro, viéndose reflejado en aquellos hermosos orbes azules, sonrió suavemente al ver aquella hermosa sonrisa tan característica del doncel.


-Y dime ¿Por qué un niño como tú se encuentra vagando en las profundidades del bosque?


El pequeño se mordió el labio inferior y agachó su rostro avergonzado, intentando dejar de removerse en aquella alta silla.


-Yo… mi abuela me contó una leyenda.


-¿La leyenda de la bruja? –El menor negó lentamente y alzó su rostro, mostrando sus gemas color ámbar brillar.


-No ¡La leyenda del doncel maldito! –Keishi no supo porque sintió un golpe en su pecho al ver el acongojado rostro de su nuevo amigo doncel.


-Vaya ¿Y qué has averiguado?


-No pareces maldito. –El pequeño sintió sus mejillas sonrojarse con fuerza al escuchar la suave risa del rubio mayor. –Eres hermoso.


Naruto sintió sus mejillas sonrosarse suavemente y acarició los sedosos cabellos del pequeño, mostrándole una pequeña pero sincera sonrisa.


-Muchas gracias pero aun así; un niño no puede vagar solo a tan altas horas de la noche.


-¡Lo sé! –Naruto vio como los ojos del menor brillaban emocionado y casi le pudo ver de pie saltando por toda su pequeña sala. –Pero era la única forma de poder encontrarlo.


-¿Y lo encontraste? –El menor negó lentamente, mientras bajaba su rostro algo dubitativo; jugó con sus dedos mordiéndose la carne del interior de su labio.


-¿La leyenda de la bruja es verdad? –El mayor negó lentamente, observando cada detalle del rostro hermoso del pequeño niño. –Yo… sentí como me jalaba.


-Es por eso que un niño no puede caminar solo por aquí. –Naruto se puso de pie lentamente, llevando la pequeña taza hasta el lavador, alzó lentamente su mirada para observó por la pequeña ventana como los cuervos con ojos rojos se posaban sobre las ramas desnudas.


-Pero tú estás solo.


El pequeño se puso de pie para acercarse al doncel, pasó lentamente sus pequeños brazos alrededor de la delgada cintura del rubio y cubrió su infantil rostro contra la espalda de este.


-Hay muchas cosas que yo no puedo hacer aquí; pequeño Keishi.


-¿¡Y por qué no regresas conmigo!?


Naruto se arrodillo al frente del pequeño y retirando suavemente algunos mechones de su frente, apoyó lentamente sus labios sobre la frente del pequeño.


-Debes regresar. –El doncel apresó fuertemente el cuerpo del pequeño entre sus brazos y ocultó su rostro en la curvatura del cuello del varoncito. –Además hoy es navidad.


-¡Pero y tú…! –El menor quiso desenvolverse entre los brazos del doncel; cerró sus ojos al sentir el helado viento soplar fuertemente sobre su rostro pero la mano del mayor se aferró fuertemente a la suya.


-Por nada tienes que mirar hacia atrás. –El doncel se arrodillo al frente del pequeño y nuevamente besó su frente. –Tienes que seguir aquel camino y por nada mires hacía atrás.


 


Naruto observó como la pequeña espalda del pequeño niño se iba alejando de su campo de visión, cerró lentamente sus ojos llevando su mano hasta su pecho, sintiendo como su agitado corazón golpeaba con fuerza su caja torácica.


Regresó por los mismos pasos hasta llegar a su casa, sin poder silenciar aquellos gritos desgarradores de las personas que habían sido tragadas por aquel agujero.


Apoyó su espalda en la puerta de madera de caoba y cerró con fuerza sus ojos, intentando cubrir con sus manos sus finos oídos, su cuerpo cayó lentamente hasta el piso y alzó sus rodillas hasta tocarlas con su pecho, rodeó sus piernas con sus delgadas manos, ocultando su rostro en el hueco.


Sus pulmones ardían, mientras sus lágrimas resbalaban por sus tersas y morenas mejillas; nuevamente el rostro de su padre siendo carbonizado por las lenguas de fuego y el hermoso rostro de su madre, mientras que los huecos empezaban a invadir aquel rostro, mientras que los gusanos se alimentaba de aquella blanca carne.


Aquella oscuridad empezaban a cubrirlo nuevamente, su alma empezaba a caer en un pozo sin fin, sintiendo aquellas manos frías y huesudas jalar sus piernas, mientras él intentaba pedir perdón.


 


-¡Naruto! –Aquella fuerte voz, tan varonil, retumbó en la oscuridad, cerró lentamente sus ojos mientras dejaba que su cuerpo fuera llevado a un lugar más cálido y tranquilo, sintió como su alma empezaba a llenarse de color y vida.


Abrió lentamente sus azulejos para ver rodeado entre aquellas extremidades, tan grandes y fuertes; acarició suavemente los cabellos azabaches de su hermoso salvador y cerró nuevamente sus ojos dejándose llevar por el olor a tierra húmeda.


-Hueles a miel. –El doncel rió bajito al escuchar el tono enfadado del moreno y casi podía ver el ceño fruncido que opacaba su varonil rostro.


-Keishi estuvo aquí. –Más tranquilo, el moreno le soltó suavemente, dejando que el pequeño se acomodara entre sus piernas y en un momento volvió a aferrar al doncel por su cintura, sintiéndose liviano al sentir como el doncel apoyaba su cabeza sobre su pecho.


-Lo sé; lo ví


El menor cerró lentamente sus ojos, sin importarle y sin asustarse que la luz se haya ido de un momento a otro; lentamente una pequeña flama empezó a brillar en la cocina y el doncel pudo darse cuenta que era una pequeña vela que brillaba con fuerza.


El moreno soltó un suave suspiro y besó tiernamente los cabellos de su amante, sintiendo como aquella calidez empezaba a embargarle en su pecho.


-No puedo hacer nada. –El moreno soltó una suave risa al sentir como el pequeño empezaba a removerse entre sus brazos.


-Ya te he dicho que no me gusta que me leas la mente, Teme.


-Lo siento. –El mayor besó nuevamente sus rubios cabellos. –Pero eres tú, él que bajas la guardia.


 


El pequeño Keishi bajo corriendo la cuesta, sin importarle que las espinas se incrustaran en su delgada piel; había intentado cubrir sus oídos con sus pequeñas manitos cuando empezó a escuchar nuevamente aquellas voces pero haciéndole caso al doncel; nunca volteó.


Ni siquiera cuando aquel precio era conocer el rostro de su madre. Una que nunca vio.


Una de las pocas parejas jóvenes que quedaban, se encontraban sentados en una de las bancas de la desolada plaza, observaron como el pequeño cuerpo del niño corría con tanta rapidez y pasaba por el costado de ellos; los ojos verdes de la mujer observaron los cabellos rubios del niño, mientras el hombre se ponía de pie para escabullirse nuevamente en el calor de su hogar.


La anciana escuchó como la puerta de su casa era azotada con fuerza y con el corazón palpitando fuertemente caminó hasta la entrada, quedándose de pie y observar como el menudo cuerpo de su pequeño niño que se encontraba temblando fuertemente.


Su pequeño pecho subía y bajaba con demasiada rapidez, sintiendo como le quemaban los pulmones y sintiendo como las arcadas empezaban a aglomerarse en su garganta.


La anciana corrió y abrazó con fuerza el pequeño cuerpo de su niño, sintiéndolo temblar con fuerza, le escuchó gemir y soltar varias lágrimas.


 


-Yo le vi. –Keishi sintió como el cuerpo de su amada abuela se tensaba aun manteniéndolo entre sus brazos.


-¿A quién… a quien vistes?


-Al doncel maldito. –Los ojos grisáceos de la mayor se abrieron desmesuradamente, sintiendo como su corazón dejaba de palpitar; frunció su ceño al ver como su pequeño cerraba los ojos y volvía a negar fervientemente. -¡No! ¡Oba-chan, él no está maldito! ¡Yo le ví! ¡Hable con él!


La anciana tomó la temblorosa mano del pequeño y lo llevó hasta la vieja y empolvada sala, ahí le sentó y le entregó una taza tibia de jazmín.


-Naruto ya me dio té.


-¡Keishi! –El menor se estremeció con fuerza al escuchar el fuerte grito de la mujer, sintió como su cuerpo de niño, empezaba a volverse más y más chiquito al ver la furia emanando de aquel iris grisáceo. – ¿¡Cuantas veces te he dicho que está prohibido ir al bosque!?


-Pero Oba-chan; yo solo quería verlo. –La mujer se sentó en el sofá y soltó un suave suspiro al ver como las motas de polvo salían de los cojines. –Nunca me espere que él me salvara.


-¿¡Salvarte!? –La mujer observo como el rubio iba a empezar a contarle toda aquella travesía pero rápidamente coloco sus arrugadas manos sobre los delgados labios del niño. –No, no me cuentes nada.


Le niño sintió como está ordenaba sus rubios cabellos y entrecerró suavemente sus ojos.


-Solo prométeme que no volverás a ir. –El niño asintió suavemente pero nunca dijo nada, sintió los labios de la mayor y no pudo evitar compararlos con los labios de aquel hermoso doncel.


 


 


Aquella leyenda donde decía que  <Donde la luna de un rojo carmín brillara, aquella séptima noche, donde Dios obligó al hombre a descansar, le obligó a que se olvidara del trabajo duro, aquella misma noche nacerá el niño que derrumbará todo y a todos a su paso>


El pequeño Keishi yacía sentado en el suelo de piedras, escuchando como uno de los ancianos del lugar, empezaba a contar otra de esas historias de terror, llevo sus rodillas hacia su pequeño pecho y observó a los pocos niños que quedaban en el pueblo, observó cómo algunos se apegaban más y más hacía la pequeña fogata que alumbraba el lugar, cerró lentamente sus ojos y supo que aquello terminaría haciendo que todos ellos temieran y odiaran a ese hermoso doncel que él ya había conocido días atrás; abrió lentamente sus ojos al escuchar el sonido de unos cuervos; se puso de pie lentamente y se alejó de la pequeña fogata, sin que el anciano se diera cuenta.


Sus pasos eran cortos y el sonido casi se perdía en el profundo bosque; el suave sonido de las lechuzas se podía escuchar de una forma tenebrosa, los brillantes ojos rojos de los cuervos era lo único que se podía observar en aquella apacible oscuridad.


Su pequeño corazón saltó de improviso y no pudo evitar quedarse de pie observando embelesado al hermoso hombre que se encontrada de pie, al frente suyo; de pronto sus oídos perdieron toda la audición el viento helado soplo suave y con calma, removiendo los mechones rubios del pequeño, haciendo que el aroma a arena mojada se escondiera en lo más profundo de sus sentidos.


Y sin darse cuenta dio unos cortos pasos hacía aquel hombre, tan alto; sin importarle que este se mantuviera erguido ni con su ceño fuertemente pronunciado; el pequeño Keishi tan solo sentía como su cuerpo, su alma era llamada por aquel hermoso Ser.


-Tú no debes estar en este lugar. –Sus oídos se estremecieron con fuerza, aquella voz tan profunda y varonil; quiso volver a acercársele para tocar a aquel Ser tan perfecto.


-Pero...


-Vete. –El cuerpo del pequeño se estremeció fuertemente al escuchar aquella vibrante voz tan fuerte y profunda.


-Sasuke, no lo asustes-ttebayo. –El moreno frunció su ceño y soltó un suave soplido al ver como su joven y hermoso amante se acercaba hacía el pequeño niño y lo aferraba entre sus brazos. – ¿Qué haces aquí, pequeño?


-¿Por qué todos te odian? –No pudo evitar acariciar la morena mejilla del hermoso doncel, sintiendo como una extraña energía atravesaba su fina capa de piel. –Yo quiero quedarme contigo.


El único doncel se mordió el labio inferior y aún más nervioso quiso evitar los ojos amarillos del pequeño varoncito, alzó suavemente su rostro al sentir la fuerte mano sobre su hombro y observó los brillantes orbes negras de su amante, soltó un suave suspiro e intentó sonreír suavemente al ver como el ceño fruncido de su novio empezaba a incrementarse.


-Pequeño Keishi, tienes que volver a tu casa. –Naruto acarició suave y juguetonamente los sedosos rubios mechones del pequeño varoncito


El niño rubio quiso negarse, alzó su rostro para observar los ojos negros pero brillantes del moreno, empezó a sentirse incómodo al verlo directamente y se mordió el labio inferior para observar nuevamente los ojos azules del hermoso doncel.


-Vete.


El hermoso doncel volteo su rostro para mandarle una dolida mirada al varón pero este tan solo cerró lentamente sus brunos ojos y negó lentamente, haciendo que el doncel soltara un suave suspiro y le mandara una pequeña pero sincera sonrisa al más pequeño.


Keishi sintió unos horribles escalofríos al sentir la gran mano del varón sobre sus cabellos; un frio le recorrió toda su columna vertebral pero aun así no la retiró; cerró lentamente sus ojos, sin saber porque empezaba a sentirse calmado y libre.


La pareja dejó al pequeño Keishi en lo más cerca hacia el pequeño pueblo, el menor iba en medio de los dos, mientras sus pequeñas manos eran tomadas fuertemente por Naruto y Sasuke.


-¿Podré volver? –Naruto le dedico una mirada al mayor pero este negó suavemente y se colocó encuclillas para observar fijamente los ojos color miel del pequeño.


-Pequeño, esto es por tu bien. –Keishi cerró lentamente sus ojos al sentir la gélida caricia en su mejilla y luego de abrir nuevamente sus ojos; tan solo se quedó de pie observando fijamente como esos ojos azabaches se volvían de un vibrante rojo carmín.


Naruto soltó un suave y adolorido jadeo al ver como el pequeño se alejaba hacía a aquel pueblo que siempre le hizo daño y cerró lentamente sus ojos al sentir los fuertes brazos del moreno alrededor de su cintura.


 


Su cuerpo empezaba a removerse inquieto entre las suaves sábanas que intentaban cubrir su fino cuerpo; su corazón empezó a golpear con fuerza, sentía como el sudor empezaba a bajar por su frente y todo empezaba a llenarse de un olor a putrefacción; sus ojos aun fuertemente cerrados se llenaron de infinitas y finas lágrimas y un duro golpe empezó a alojarse en la zona baja de su vientre.


Quiso despertar, quiso gritar, deseó correr al sentir como la sangre emanaba de la parte baja de su vientre y como un flash la perfecta imagen del moreno junto con la de él cubierto de sangre le llegó a su turbia mente para luego todo volverse de un oscuro gris.


El sonido de las cascabeles sonaban como finas campanas, la luz de la luna brillaba en todo su esplendor, en aquella noche oscura, donde el piso empezaba a removerse debajo de sus pies, las manos calaveritas intentando coger con fuerza sus pies.


Pero el dolor era mucho más fuerte que el miedo a hacer llevado a aquella oscuridad que tanto había escapado; abrió en demasía sus zafiros y observó como de su cuerpo empezaba a emanar un líquido rojo, aquel líquido que es vital para el ser vivo, sus manos estaban cubiertas de sangre mientras las risas escalofriantes de esos seres empezaban a escucharse desde lo lejos.


El suave tintineo de las campanas y el sonido de una corriente de agua, se empezó a escuchar con suma calma, intento caminar sin hacer caso a aquellas voces que traspasaban sus oídos; observó el agua turbia pasar suave y calmada, mientras una pequeña barca era movida por el suave soplido del  viento.


El doncel no pudo evitar fruncir levemente su ceño al sentir el olor a carne putrefacta, tuvo la necesidad de retirar su rostro al sentir como las náuseas empezaban a acumularse en su garganta.


-Doncel maldito -Tan solo fue un suave susurro que llegó a sus oídos gracias al suave vendaval pero aun así su cuerpo se estremeció con fuerza.


A lo lejos se escuchaba a una voz varonil, una voz de un niño, un pequeño niño de cabellos rubios; su cuerpo se estremeció al ver como una mano pequeña pero cadavérica tan solo con un poco de carne viva y quemada se mostraba por el borde del bote.


-Keishi. –No quiso, no quería creer, él no era un doncel maldito, él amaba a un hombre y tan solo quería y soñaba con ser feliz.


-Fue tu culpa. -Su cuerpo se estremeció al escuchar aquella pequeña frase, sintió como la  poca fuerza abandonaba su cuerpo y caía de rodillas en aquel mohoso lugar.


-Naruto. –Intento volver a escuchar aquella voz, intentó abrir sus ojos pero de pronto empezó a sentir calor, un calor sofocante empezaban a invadir su cuerpo, llevó su mano hacía la zona izquierda de su cabeza, soltando un leve frito al sentir una fuerte punzada, un fuerte martilleo. – ¡Naruto, despierta!


 


No sabía cómo había acabado en medio del bosque, ahí donde conoció al pequeño Keishi, su cuerpo encontraba de rodillas, reflejando su cansado rostro en el agua turbia, mientras que sus manos se aferraban con fuerza a la tierra húmeda y sus lágrimas resbalaban con libertad por sus mejillas; su cuerpo se encontraba siendo aferrado fuertemente entre los brazos de aquel hermoso Ser.


-¿Qué me está pasando?


Sasuke cerró lentamente sus ojos, sintiendo por primera vez, un nudo formarse en su garganta, tomó suavemente el delicado cuerpo del doncel entre sus brazos y con pasos calmados se encaminó hasta la pequeña cabaña.


Ya ahí le cambió de ropas y tan solo y le coloco una de sus camisas, los cuales les quedaba como bata en el cuerpo del rubio, lo volvió a acostar sobre el mullido colchón y lo abrazo con fuerza, acariciando sutilmente el vientre plano del pequeño, sintió una agradable paz cuando la pequeña mano de su doncel se posó sobre la suya, una pequeña pero cálida energía empezaba a emanar de aquel menudo cuerpo.


Besó sutilmente los cabellos del rubio y cerró sus ojos cuando escucho su calmado respirar.


-Todo va a estar bien. –El doncel se removió suavemente entre esos fuertes y protectores brazos, sintiendo sus suaves caricias. –Yo me encargaré de asesinar a todos, quienes se osen a lastimarlos.


Naruto soltó un suave suspiro y escondió su rostro en el pecho del varón, mientras que Sasuke apresaba fuertemente sus brazos alrededor de la fina cintura del doncel, besó suavemente sus sedosos cabellos, sintiendo el dulce aroma de aquel pequeño niño.


 


Ahora sus sueños eran mucho más calmados y llenos de vida; se vio de pie, en un lugar lleno de hermosas y coloridas Higanbanas, la luna brillaba en lo más alto del cielo negro y con su fuerte escarlata alumbraba todo el lugar.


Caminó lentamente hacia donde escuchaba las risas de unos pequeños niños, quienes corrían llenos de vida y riendo fuertemente; sintió como su cuerpo se quedaba estático al observar los cabellos rubios de aquellos hermosos gemelos y sus ojos de un negro casi azulado.


Los pequeños se detuvieron casi a diez metros lejos de él y con sus hermosos ojos escrudiñaron el menudo cuerpo del doncel; los pequeños sonrieron abiertamente y empezaron a hablarles pero él no escuchaba sus voces y frunció el ceño.


Quiso acercarse pero uno de los niños, negó suavemente y mientras que el suave vendaval soplara y removiera sus cabellos rubios, se dieron el lujo de sonreírle suavemente.


Unos pasos fuertes y seguros se dejaron escuchar, rompiendo aquella agradable armonía y llevo su azulina mirada para observar el cuerpo de la persona que había interrumpido su extraña charla con los gemelos.


Sus cabellos brunos se veían más largos y sedosos; su cuerpo alto y fuerte se veía cubierto por unas ropas holgadas y negras, mientras que dejaba libres sus esplendorosas alas negras; el par de niños corrió hacía aquel hermoso hombre y se colgaron en cada brazo del mayor, riendo emocionados al ver el brillo escarlata que resaltaba en esos profundos ojos negros.


Su cuerpo se estremeció al sentirse observado por aquel hombre, por aquella mirada; le vio sonreírle suavemente, mientras sus miradas se cruzaban.


Los pequeños niños de no más de tres años, levantaron sus pequeñas manitos para despedirse de él; quiso acercarse pero una fuerte fuerza se lo impidió, sintió como su cuerpo cambiaba rápidamente de temperatura y sus ojos añiles se llenaban de copiosas lágrimas.


Pero extrañamente cuando despertó, no se sentía aturdido, no sentía dolor ni mucho menos sentía culpa; se dio el lujo de sonreír suavemente al ver el cuerpo de aquel hombre que cada vez que podía le acompañaba sumergiéndose en un profundo sueño.


Acarició con ternura los cabellos azabaches de aquel fuerte hombre, pasó delicadamente las yemas de sus dedos por el ceño suavemente fruncido y por aquella piel tan pálida y suave al tacto; acarició la nariz fuerte y respingada y esos labios tan perfectos, que eran capaces de llevarle a la inmensa gloria.


Sus mejillas se sonrojaron fuertemente al observar como esos ojos tan negros con ese hermoso brillo escarlata le miraban fijamente, no cerró sus ojos cuando el mayor le acarició delicadamente su mejilla y una perfecta sonrisa se instaló en sus labios cuando entendió el mensaje de aquel sueño, el mensaje de aquellas pesadillas.


El moreno tan solo le sonrió suavemente y volvió a atraer el pequeño y menudo cuerpo de su amante hacía su pecho, acarició los cabellos de su rubio, sintiendo como el menor empezaba a removerse inquieto.


-Quiero hacerlo. –El moreno cerró lentamente sus ojos al sentir el suave aliento del doncel en su oído y esas pequeñas manos acariciar su fuerte y desnudo pecho, con una pequeña y malévola sonrisa llevó sus grandes manos para cerrarlas entre las nalgas del menor, escuchándole gemir suavemente.

Notas finales:

¿y bien?

¿aun no se entiende? nada!!! pero poco a poco 

¿quien es keishi!!??? ...no pense darle ningun papel a ese niño pero ya ven...esta historia se escribe sola 

waaa estoy mal de la cabeza (?)! 

espero sus lindos comentarios y pues si no.... solo lean!!! ;)!

PD: he leido sus comentarios pero no he podido responderlos T_T lo hare inmediatamente, despues que termine de hacer algunas cosillas >..<!!!!


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