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Depuis le début por girlutena

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Notas del capitulo:

Sí, sí; lo siento mucho.

Fue mi culpa y solo mi culpa pero....la semana pasada estuve de mudanza, ahora estoy viviendo sola...hasta que mi hermano llegue pero para eso faltan meses.

Yo sé que dije tambien que iba a actualizar minimo 10 paginas pero.... lo siento mucho aquí solo hay 7 T_T y bueno...

peor es nada.

waaaa bueno a leer

Podía sentir como poco a poco su cuerpo empezar a trasladarse a alguna parte de su cerebro en la que solo podía y necesitaba sentir placer, su cuerpo aún en el inconsciente no pudo evitar estremecer al sentir cierta corriente eléctrica atravesando todas las capas de su subconsciente.


Escuchaba el suave susurro de un niño hablándole desde lo más oculto de su ser, una parte de él quiso seguir aquella suave voz pero la otra parte de su subconsciente no pudo evitar silenciarlo y perderse en esas manos que solo trabajaban para darle placer.


Soltó un suave jadeo al sentir como unos suaves labios se posaban levemente sobre la piel tostada y desnuda de su cuello, soltó otro jadeo pero esta vez fue un poco más fuerte; mientras se removía lentamente, sintiéndose apresado en unos delicados y fuertes brazos; su cuerpo se estremeció fuertemente al sentir unas frías manos pasar por su vientre plano y bajar hasta su flácido miembro.


Soltó un jadeo al sentir como su miembro era apretado suavemente por una gran mano, mientras que uno de sus pezones era absorbido por la húmeda cavidad de su pareja para luego ser mordido levemente.


Abrió lentamente sus adormilados ojos y no pudo evitar soltar un gran bostezo, mientras que sus mejillas empezaban a tornarse de un fuerte rojo carmín, al ver su cuerpo y el de su amante, los dos desnudos,  mientras las sábanas yacían desordenadas cubriendo el suelo de madera de la habitación.


Mordió suavemente su labio inferior sin importarle los decoros ni las vergüenzas, apoyó sus manos sobre los fuertes hombros del mayor y lo tumbó lentamente hasta colocar esa ancha espalda sobre el mullido colchón.


El doncel se colocó a horcadas del varón y con su pequeña y delicada mano llevó el despierto y grueso miembro del varón hasta su pequeña entrada; sonrió suavemente al escuchar los gemidos frustrados que soltaba el varón al sentir su entrada aun húmeda y estrecha de la noche anterior.


Apoyó las palmas de sus manos sobre el fuerte pacho del contrario y empezó a cabalgar con sus mejillas teñidas de un fuerte carmín, escuchando aquel sonido morboso de las bolas llenas de semen chocando contra sus nalgas, mordió su labio inferior al sentir la boca del moreno en uno de sus pezones mientras el otro era apretado fuertemente, coloco sus manos entre los sedosos y desordenados cabellos y los jaló fuertemente mientras gemía en lo más alto al sentir su miembro palpitante y mojado, siendo apresado entre los largos y finos dedos del azabache.


Sintió una fuerte descargar atravesar su columna vertebral cuando aquel pedazo de carne tocó ese punto donde le hacía enloquecer, cerró fuertemente sus ojos cuando su esencia se derramo entre los dedos del varón, soltó un gruñido al sentir como el moreno había dejado de golpearlo y abrió sus ojos, sonrojándose al ver como el varón probada su esencia blanquecina.


Soltó un fuerte grito cuando Sasuke movió sus caderas, haciéndole saltar con fuerza, colocó sus manos sobre los fuertes hombros del varón, sintiendo la nariz del moreno pasar por el largo de su cuello, se sintió pleno al sentir como los dientes del mayor atravesaban la capa de piel de su cuello, mientras sus uñas se enterraban en la ancha espalda del moreno, cerró fuertemente sus azulejos brillantes, cargados de lujuria y amor, mientras escuchaba el fuerte gruñido del moreno cuando aquella fuerte descarga chocó contra sus paredes internas.


El doncel abrió sus brazos para permitir que el varón cayera sobre él; besó suavemente la frente de su amante y mientras cerraba sus ojos, mostraba una pequeña pero plena sonrisa, sintiendo como su palpitante corazón latía con fuerza dentro de su cavidad.


Los cuerpos cayeron desnudos, agitados y sudorosos; el moreno sin intenciones de sacar su flácido miembro del interior del rubio doncel, le apresó con fuerza entre sus brazos, besando sus sedosos cabellos; Naruto sonrió suavemente y sintió como sus mejillas se tornaban de un suave rojo al sentir como el miembro del mayor seguía en su interior rodeado de todo aquel semen.


Naruto sonrió suavemente, mientras acariciaba suavemente con las yemas de sus dedos el fuerte pecho de su novio. Soltó un suave gruñido y escondió su rostro fuertemente sonrojado en el pecho del mayor al sentir como aquel mástil empezaba a hincharse y a palpitar, trastocando hasta aquel punto en el que le volvía loco.


Y sin esperarlo el azabache volvió a taladrar el interior del menor.


 


El suave y frío vendaval ingresaba por las pequeñas rendijas de la ventana de la habitación, moviendo sutilmente las lenguas de fuego que poco a poco iban consumiéndose en la chimenea y estremeciendo el pequeño cuerpo que se encontraba desnudo siendo rodeado de las blancas sábanas de seda.


El suave sonido de las aves empezaba a escucharse desde lo más profundo del bosque; los coposos árboles apenas dejaban que la tenue luz blanca de aquella fría mañana se colara por las delgadas y translúcidas cortinas, mientras que una pequeña ráfaga de viento las movía, jugando suavemente con ellas.


El pequeño joven movió apenas los dedos de su mano izquierda para que luego su menudo cuerpo empezara a removerse inquieto al sentir como su cómoda almohada empezaba a alejarse lentamente de él, haciendo que su cuerpo se consumiera de frío, rápidamente con su mano la apretó para ponerla en el mismo lugar y frunció suavemente su ceño al sentir como unos fríos labios se posaban suavemente sobre el ceño fruncido de su frente.


 


-No te vayas, Teme. –El varón acarició aquel pequeño y hermoso cuerpo y lo colocó encima del suyo, sintiendo un agudo dolor en su pecho al oír la voz dolida de su pequeño amado, con las yemas de sus dedos acarició suavemente aquellos cabellos dorados bajando por aquella piel desnuda, sensible y caliente del vientre del rubio.


-Esta vez no iré tan lejos. –El menor soltó un suave gemido, mientras intentaba separarse unos pocos centímetros del mayor y observó maravillado las gemas brillantes y negras de aquel hombre, mientras acariciaba su nívea mejilla. –Necesito irme.


Sasuke también acarició suavemente la tibia mejilla de su doncel y besó castamente sus labios, recibiendo los delgados brazos del menor alrededor de su cuello y sintió como ocultaba su rostro en la curvatura de su cuello.


-Déjame ir contigo. –Pero el moreno negó lentamente, haciendo que el pequeño doncel frunciera levemente sus labios. –Dime aunque sea ¿Cómo es él?


-Es hermoso. –El doncel cerró lentamente sus ojos y sintió como un calor empezaba a hondar dentro de su pecho, sintió como sus ojos empezaban a picarle pero se abstuvo a abrir sus ojos y limpiar sus lágrimas, aún deseaba quedarse a observar la bella imagen que le transmitía el mayor. –Es un niño tan parecido a su padre doncel.


-No dejes que le lastimen. –El moreno acarició suavemente la mejilla del doncel y besó suavemente la punta de su nariz tan respingada.


-Nadie los va a lastimar.


Los ojos de Naruto se abrieron mostrando aquel brillo tan resplandeciente y esa sonrisa tan perfecta, tan sincera y hermosa; Sasuke cerró lentamente sus orbes oscuras y sonrió al darse cuenta que desde antes que se diera cuenta, ya había caído en las garras de aquel hermoso doncel


 


El suave vendaval acarició su pálido rostro, moviendo sutilmente algunos de los mechones de sus brunos cabellos, cerró lentamente sus ojos para observar el pálido cielo que los frondosos árboles dejaban mostrar.


El vaho salió lentamente de su boca, formando inconsistentes imágenes, empuño con fuerza sus manos y abrió sus ojos con demasiada parsimonia, mostrando aquel brillo rojizo que siempre le había caracterizado.


Las suelas de sus zapatos apenas chocaban con el sucio suelo, su mirada carmesí brillaba con demasiada fuerza, mientras que bajaba lentamente aquella gran cuesta que le separaba de aquel pueblo; intentó quitarse aquel extraño sentimiento que empezaba a inquietarle; había dejado a su pequeño y joven amante bien resguardado en aquella pequeña cabaña.


Guardó sus manos en los anchos bolsillos de su pantalón y soltó un suave suspiro, soltando un gélido vaho del interior de su cuerpo, sus ojos se fueron cambiando a un rojo carmín, mientras que unas pequeñas flamas negras le rodeaban el iris.


Unos pasos más fueron incluyendo a su caminar; tres jóvenes de apariencia apacible, habían aparecido detrás del mayor.


Dos jóvenes de cabellos violetas al igual que sus ojos; el par de hermanos Hozuki, también conocidos como Los espadachines de la niebla, mientras que la única mujer de nombre Karin, con sus cabellos y el par de sus ojos tan rojos como la misma sangre.


El trío de chicos de apariencias apacibles, habían sufrido demasiado en su anterior vida, mientras que sus últimos deseos fueron concedidos y con ello sus almas le fueron entregadas al Rey de las tinieblas.


 


Un grito agudo y lleno de miedo se escuchó muy cerca de ellos, haciendo que los cuervos que cuidaban el frondoso bosque salieran despavoridos de su hogar; el mayor frunció fuertemente su ceño, mientras el brillo en sus ojos empezó a hacerse mucho más llamativo.


La energía había empezado a removerse bajo sus pies con demasiada rapidez, levantando pequeñas células de polvo de la tierra húmeda, el sonido de las aves empezaron a revolotear sobre los coposos árboles, mientras que poco a poco los fuertes gruñidos de los salvajes animales se empezaron a escuchar a lo lejos.


 


 


La nieve había estado cayendo toda la noche hasta altas horas de la madrugada, obligando que la neblina descendiera de los montes más altos; los pocos niños que quedaban no habían salido a jugar y los aldeanos más ancianos rodearon toda la plaza.


La anciana mujer había levantado muy temprano aquella mañana al  pequeño niño rubio y le había alistado con una de sus ropas más abrigadoras, el infante no entendía porque su querida abuela le sacaba de casa a tan tempranas horas, ni mucho menos por qué no le había dedo de desayunar.


El pequeño Keishi se vio atrapado por la revuelta que consistían a tan solo a los ancianos pobladores, sus ojos color miel se posaron sobre los cuerpos de los pocos niños que habían escapado de sus casa y su cuerpo no pudo evitar crisparse; aquellos niños que decían llamarse sus amigos, ahora, estos tan solo le miraban con miedo y con repugnancia.


Sin darse cuenta retrocedió unos cortos y temblorosos pasitos al ver como los ojos de los ancianos le miraban con odio y no pudo evitar cerrar fuertemente sus ojos y tapar sus oídos con sus pequeñas manitas; negó fuertemente al no entender ni una palabra que habían empezado a soltarle.


Imaginó el rostro apacible del único doncel que había conocido, aquel hermoso doncel que le dio cobijo, comida, con aquel al que extrañamente se podía sentir en calma y rápidamente se le vino a la cabeza los ojos negros, esos ojos carbones de aquel varón, que a pesar de mirarse vacío de sentimientos; se sentía pleno y feliz.


 


Soltó un pequeño grito lleno de miedo al sentir como le empujaban bruscamente de su brazo y cayó con fuerza al mojado suelo de piedras, lastimándose sus pequeñas y suaves manitos, cerró con fuerza sus ojos color ámbar y mordió la piel interior de su mejilla, al sentir con agudo dolor proveniente del interior de su cabeza.


La sangre de sus manos empezó a emanar lentamente, cayendo gota por gota; el suave olor empezó a llenar todo el aire, cargándolo de aquel sutil aroma a acero.


Keishi dejó  de oír las crueles palabras de los pobladores, sentía como los golpes empezaban a llegar a su pequeño cuerpo, intentó cubrir su cabeza con sus manos lastimadas y rápidamente, sin saber cómo, su cerebro empezó a llenarse con imágenes borrosas de sus padres.


 


Una joven pareja le esperaba al final del oscuro túnel; su cuerpo empezó a sentirse mucho más calmado, mientras que una paz iba alojándose en el interior de su pequeño pecho, cerró lentamente sus ojos para volverlos a abrir.


No podía verles el rostro, pero sabía que aquel doncel, con los cabellos largos y dorados le estaba sonriendo; sintió como su corazón saltó de felicidad al ver como aquel hermoso doncel se arrodillaba al frente suyo extendiéndole los brazos y él; como todo niño pequeño; quiso correr y refugiarse en aquellos cálidos brazos, quiso tranquilizarse con ese suave aroma a miel y a tabaco; aquel aroma provenía de su padre; quien con su mano acarició sus cabellos dorados.


 


El pequeño niño abrió lentamente sus ojos, sintiendo como un líquido caliente recorría suavemente su frente, observó cómo los pobladores retrocedían lentamente, observó como el miedo podía atravesar aquellas crueles miradas, lentamente y sin importarle el dolor de sus manos ni el de su pequeño cuerpo, se puso de pie.


-¡Demonio! –Las mujeres cargaron a sus pequeños hijos para adentrarlos a sus casas; dejando que sus padres y sus esposos se encargaran de aquel niño que había venido a interrumpir sus vidas.


Los ojos del pequeño Keishi cayeron sobre el cuerpo envejecido y tembloroso de la mujer que le había cuidado por sus cortos siete años.


Aquella mujer llamada Akane ahora le mirada con miedo y pena; él no entendía porque su amable abuela ya no le ayudaba, más ahora le tenía miedo; quiso cerrar sus ojos al sentir como las lágrimas empezaban a emanar de ellos, no quería seguir viendo como esos hermosos y extraños ojos grises atravesaban su pecho como dagas; quería acercarle e inconscientemente sus pequeños pies se movieron tan solo unos milímetros pero su abuela tan solo negó rápidamente.


-Acabaremos contigo. –Uno de los hombres le agarró con fuerza su delgado brazo y le obligó a mirarle directamente a los ojos. –Así como hicimos con aquel doncel.


Su cuerpo se vio tumbado nuevamente, sus lágrimas cayeron, perdiéndose sobre la blanca nieve; no entendía que era lo que estaba sucediendo; sus manos lastimadas cayeron sobre la nieve, manchándolas de un rojo carmín, levantó lentamente su mirada para observar el reflejo de su rostro en los lentes de uno de los ancianos.


Su infantil rostro se encontraba manchado de sangre, un hilo de sangre que recorría desde su sien hasta todo el lado izquierdo de su rostro, lentamente llevó las yemas de sus dedos para palpar suavemente su adolorido rostro; sus ojos ahora eran de un negro, tan profundo, tan oscuros.


-No quiero. –El pequeño empuño la nieve entre sus manos, sin importarle que le quemaran las heridas. -¡No quiero!


Los pobladores retrocedieron con rapidez al observar como del pequeño niño empezaba a brotar una inmensa cantidad de energía, levantando con ella, una enorme cantidad de nieve, mientras que la lanzaba contra ellos mismo.


Sasuke se detuvo unos pasos antes de salir del bosque; los tres jóvenes que venían detrás de él también se detuvieron también, fijando sus orbes carmín sobre el punto exacto de aquella pequeña personita.


El aire empezó a tornarse pesado, la neblina empezó a bajar, cubriendo los pies de los chicos; mientras que el sonido de las pisadas rápidas de los animales salvajes se volvía escuchar; todos los animales empezaron a huir de sus escondites y el sonido de una voz escalofriante empezó a escucharse desde lo más profundo del bosque.


-Ya viene.


El humo negro empezó a cubrir el opaco cielo gris, la bandada de aves pasaron volando a toda prisa, mientras el suelo empezaba a removerse con fuerza; las personas que se encontraban dentro de sus casas salieron despavoridas, los niños se aferraron con fuerza a las faldas de sus madres, llorando y gritando.


Sasuke se acercó lentamente hasta la línea que le separaba de aquel mundo, aspiró suavemente, conteniendo todo el aire en sus pulmones y mostrando una sonrisa de superioridad, observó detalladamente como el pequeño niño se ponía de pie, con algo de dificultad pero mostrando ese brillo carmín en sus cuencas brillantes.


Las pequeñas palmas de las manos de Keishi volvieron a tocar el frio suelo; su cuerpo se estremeció al sentir la nieve caer sobre su lastimado cuerpo, quiso cerrar sus ojos al sentir como el suelo empezaba a temblar, su rojiza mirada se alzó y observó a los cuervos volar a toda prisa en lo más alto del cielo.


Lentamente una pequeña pero perfecta pluma negra cayó hasta la palma de su mano, sintiéndola tan suave y tibia; sus oídos pudieron percibir el agudo grito de los pobladores; las maldiciones empezaron a escucharse con más fuerza pero los golpes no volvieron a llegar; el suelo volvió a temblar debajo de su cuerpo y su respiración empezó a hacerse mucho más pesada.


Despegó su vista de aquella pluma que empezaba a enfriarse para observar con anhelo como aquellas cuatro presencias, bajaban con cierta calma y parsimonia; viéndose tan imponentes.


Sin darse cuenta se arrodilló observando como sus pisadas eran cortas pero decididas, sus mejillas se tiñeron de un suave carmín al observar al mismo hombre que acompañaba al hermoso doncel; su cuerpo se estremeció al sentir aquella rojiza mirada sobre sí mismo.


De pronto todo a su alrededor desapareció, la nieve seguía cayendo con cierta calma, mientras su cuerpo empezaba a tornarse pesado, cerró tan solo por unos segundos sus ojos y pudo observar como aquella mano cadavérica empezaba a jalarle de los pies, quiso huir al ver como aquel cráneo empezaba a mover su mandíbula.


 


Rápidamente abrió sus ojos para darse cuenta que se encontraba en el mismo lugar, en medio de la plaza, rodeado de todos los pobladores pero ahora ellos se encontraban rodeándole en forma de media luna, mientras que todas las miradas caían sobre las cuatro nuevas presencias que ya se habían detenido a unos metros de ellos.


Lentamente se puso de pie, no pudo evitar hacer una mueca al sentir como su rodilla empezaba a arderle pero eso no le impidió dejar que una pequeña y hermosa sonrisa se clavara en su infantil rostro.


Su corazón palpito con fuerza dentro de su caja torácica al ver como aquel hombre que siempre vestía de negro y casi nunca mostraba su brillo carmín, le miraba con calidez, una calidez que siempre quiso sentir.


Quiso correr, quiso aferrarse en esos fuertes brazos y esconder su rostro lloroso en la curvatura del cuello de aquel hombre, sentir sus grandes manos sobre su pequeña cabecita, mientras se tranquilizaba al sentir el aroma a tabaco; quería que le llevaran con él, con aquel doncel, tan hermoso, quería sentirse en familia pero la tan conocida mano de su abuela le atrapo en el proceso.


-No irás, Keishi. –Fue lo único que escucho de aquella rasposa y cansada voz pero su mirada llena de anhelo y desesperación nunca se despegó de aquel hombre que con sus ojos tan negros observaba la mancha de sangre, su sangre seca sobre la nieve.

Notas finales:

Cierto me olvide de decir pero... muy MUY probablemente estare actualizando todos los domingos.

T_T

BESOS

y ....cierto sus comentarios!!!! espero muchos comentarios !!!!! T_T

aunque no reciba muchos sé que leen este fic *-*!

Gracias, muchas gracias


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