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El mundo de luz y sombras por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Ya está el segundo capítulo, espero que les guste...

“Me he portado bien, se lo aseguro” dijo Deuteros en esa voz ronca y su oficial de libertad condicional lo miró con desconfianza. No creía que los criminales reincidentes como él, llamado el demonio de Kanon, se rehabilitaran.

“Entonces, ¿me dijiste que habían encontrado un trabajo?” preguntó él, en un afán de hacer bien su trabajo y ser comprensivo, aunque poco le faltaba para decirle que era un criminal y que debería volver a la cárcel.

“Sí, mi hermano me ayudó. Soy conserje en la secundaria donde solíamos estudiar… por las noches” o más bien en la escuela donde Aspros solía estudiar, porque sus padres nunca se preocuparon de matricularlo en ninguna. Para ellos ese hijo no querido era más bien un esclavo que hacía todas las labores de la casa y era el blanco de sus abusos.

“¿Has intentado comunicarte con tus padres?” dijo el agente de libertad condicional, escribiendo en un cuadernito toda la información que el otro le daba.

“No… ellos no quieren saber nada de mí. Hicieron lo mejor por criarme y yo les pague así” comenzó su monótono discurso Deuteros acerca de su santos padres y la decepción que era él como hijo mientras un vocecita en su cabeza lo llamaba mentiroso y le hizo un recuento de las veces en que lo apalearon  como un perro para descargar las tensiones del día a día y el estrés de sus trabajos. “Tengo que enmendarme antes de volver a aparecer ante ellos” terminó él.

“Veo en tu ficha que tienes antecedentes por posesión de drogas. No tendrás en tu poder alguna sustancia peligrosa, ¿verdad?”

“No, señor. Vivo con mi hermano y él me revisa todos los días para que no vuelva a recaer en las drogas” en ese momento la vocecita volvía a atormentarlo diciéndole lo embustero que era y que debería decir la verdad, que era Aspros quien consumía esas porquerías y que él nunca las tocó.

“Que buen hermano es el arquitecto Geminis”

“Mejor de lo que me merezco, señor, mucho mejor” eso sí se lo creía. Aspros era el único con el que contaba en esa vida y siempre lo había protegido. Incluso le daba sus libros escolares cuando eran pequeños para que aprendiera las cosas que sus padres le negaban. No sabía por qué lo hacía, el gemelo menor era un tonto de pacotilla… o eso le habían hecho creer los insultos, golpes y humillaciones de los padres.

“Creo que por hoy hemos terminado, pero voy a ir a visitarte de vez en cuando a la escuela para asegurarme de que no haces nada malo ahí” dijo el asistente, mirándolo directamente a los ojos como si le advirtiera que lo estaría vigilando.

“Ahí estaré” dijo Deuteros, levantándose para abandonar la estrecha oficina y dirigirse a casa en el viejo auto que Aspros le consiguió en una venta de usados. “No haré nada, en serio. No quiero volver a ese lugar”

“Eso espero, pero palabras se las lleva el viento, demonio” lo despidió el hombre.

“Entonces hasta la próxima” se despidió el joven de cabello azul, saliendo rápidamente. Posó la vista en sus pies y se fue de ahí agachando la cabeza sin el valor de mirar a los ojos a nadie. Porque él era un animal y ellos personas, como decían sus padres a cada rato. Llegó a su oscuro y cochambroso Chevi clásico, el cual no le gustaba realmente y no tenía nada que ver con el impresionante Ferrari rojo de su hermano, pero andaba y es lo que contaba. Se subió rápidamente y arrancó, llegando a casa en cuestión de minutos.

“¿Ya llegaste?” preguntó Aspros desde el baño, en el que estaba dándose una ducha para lucir presentable en su reunión de colegio.

“Si, hermano” respondió el gemelo menor, yendo rápidamente al pequeño cuarto de limpieza del departamento de lujo de su hermano y sacando la aspiradora para terminar con sus quehaceres antes de ir al trabajo.

“Qué bien. Antes de que te pongas a limpiar hay unos planos en la mesa del comedor, quiero que les des un vistazo” dijo el mayor de manera distraída, centrándose en lavar su perfecta cabellera con los caros acondicionadores que podía pagarse. Deuteros pasó sus dedos por la maraña que tenía en la cabeza, tan diferente a las suaves hebras sedosas de su hermano, y fue a cumplir su encargo.

“Ya veo el problema, lo arreglaré en un minuto” dijo él, cogiendo la escuadra y realizando trazos complicados, modificando las estructuras y añadiéndole más belleza al diseño que conocía como la palma de su mano.

“Luego puedes terminar de limpiar la casa” le ordenó Aspros desde su cómodo jacuzzi, disfrutando del baño de hidromasaje. Ni siquiera se le había ocurrido agradecerle a su gemelo.

“Claro” dijo Deuteros, dejando los implementos de dibujo en su sitio, guardando el plano y procediendo a aspirar todo el penthouse, pensando en que sin su hermano estaría completamente perdido. No tenía otro soporte emocional, otra persona que estuviera a su lado, que desafiara a sus padres para que él aprendiera, que le ayudara a salir de los líos, sólo Aspros… y Asmita. “Pero él no es real”

“¿Qué tanto murmuras?” preguntó el gemelo mayor, saliendo se su baño envuelto en toallas y mirando el plano que de seguro lo haría unos cuantos millones más rico.

“Sólo que… no podría vivir si tú no estuvieras aquí” dijo mansamente el menor.

“Es cierto, eres mi sombra y haces todo lo que te pido… porque me quieres” sonrió Aspros, pensando en las muchas veces en las que su hermanito había tenido que pagar las consecuencias por sus actos. De hecho, Deuteros nunca había consumido drogas ni cometido los actos por los que fue encarcelado. Todo era obra de Aspros, que pensaba que podía hacer lo que quisiera y salirse con la suya.

“Por supuesto” le dijo el otro, aplicando líquido limpiador a las ventanas y pasándoles trapo.

“Tengo que pedirte un favor. Si me quieres lo harás” dijo el gemelo mayor, ocultando su sonrisa malvada. Esta vez lo que lo obligaría a hacer sería aún peor que las anteriores, lo marcaría de por vida, aún más que la cárcel.

“¿De qué se trata?” inquirió Deuteros sin mirarlo.

“Resulta que mi jefe se ha estado propasando conmigo últimamente y… ahora ha amenazado con despedirme si no me acuesto con él” mintió Aspros, tratando de inspirar lástima. Ahora su hermano había dejado de lado su quehacer para mirarlo con pavor. “Entiende que no puedo perder este trabajo, lo necesito…”

“¿Qué quieres que haga?” preguntó el otro, algo temeroso de su respuesta. Él nunca había sido tocado por otro ser humano de esa manera, era 100% virgen.

“Quiero que lo hagas por mí” dijo directamente el gemelo mayor. “Escucha, entenderé si no quieres, es tu primera vez y… yo puedo encontrarme otro empleo” soltó algunas lagrimitas para que el efecto dramático convenciera al otro de hacerlo.

“No llores, no me importa. Por ti, puedo hacerlo” dijo el menor con plena seguridad, aunque por dentro temblaba. Todavía recordaba el sueño donde Asmita y él jugaban en un amplio jardín de jazmines y este le prometía volver por él para mostrarle el verdadero. Volver para llevárselo a un lugar donde conocería la verdadera felicidad… no que no la conociera ya, tenía a Aspros después de todo.

“¿Lo harías por mí?” dijo su hermano con una falsa expresión de felicidad. Por dentro, sólo pensaba en que se acababa de ganar un ascenso por entregarle su inocente hermanito a un viejo rabo verde. Todo había sido idea suya, desde que el jefe lo empezó a rondar la concibió, pero el hombre era feo con f de foca y quería a alguien virgen en su cama. Aspros no era puro, tenía incontables amantes, hombres y mujeres, así que le propuso el negocio que el viejo aceptó sin pensar. “Entonces te llevaré mañana a su apartamento y fingirás ser yo”

“Entiendo…” dijo Deuteros, simplemente y continuó haciendo sus labores hogareñas mientras su hermano se vestía en uno de sus mejores conjuntos sport elegantes.

“Avísame cuando toquen la puerta Sísifo, Dohko y Kardia; voy a ver la televisión por un rato” ordenó el mayor distraído, recostándose en su gran sofá de diseñador y encendiendo el aparato para ver el señor de los anillos mientras su hermano (a.k. sirviente) seguía con sus quehaceres. Terminó rápido con la casa y se fue a cambiar a su cuarto para estar listo para su turno, que comenzaba al mismo tiempo que la fiesta.

“Asmita… no sabes a veces cuanto te extraño” murmuró el gemelo menor, pensando en que sus momentos con aquel amigo imaginario eran los mejores de su vida. Porque él si te trataba bien, dijo la vocecita en su cabeza y él no pudo contradecirla. Prometió venir a buscarte, ¿no?, siguió la voz, puede que hoy sea el día en que lo vuelvas a ver.

“Tráeme agua” gritó Aspros imperiosamente desde el sofá mientras ponía atención a cómo Légolas derribaba un elefante.

“Ya voy” dijo Deuteros, dejando su uniforme sobre su cama en el cuartucho del servicio y corriendo a la cocina a traerle un vaso a su hermano.

“Bien” dijo el mayor cuando lo tuvo en la mano. “Por fin has aprendido a servir agua”

“Perdona si me tomó mucho tiempo, no aprendo tan rápido como los seres humanos”

“Deuteros, ya hemos hablado sobre esto” dijo el otro gemelo, sentándose derecho para mirarlo a los ojos y ofrecerle la única gota de consuelo y aprecio que tenía en esa vida. “Tú eres humano, el que seas un poco lento no te quita eso”

“Lo sé, hermano” sonrió Deuteros, feliz de que alguien lo reconociera como humano. “Lo sé”

“Ahora, ve. Prepárate que va a ser tu primer día de trabajo. La escuela es mucho más grande que esto y créeme cuando te digo que será más difícil de limpiar por la cantidad de críos que andan pululando por ahí en el día”

“No te preocupes, soy bueno limpiando” dijo el otro, aún contento.

“Sí… Hoy te llevaré en mi auto, después de todo la reunión es en la escuela” dijo distraído Aspros. Aunque no lo demostrara a menudo, quería a su hermano. El que lo tratara como un esclavo era sólo por la crianza que habían tenido y las diferencias que sus padres se esforzaban en recalcar.

“Pero ¿Qué dirán tus compañeros? Recuerda que yo…”

“¿Importa? Todos saben que eres mi hermano y que te deje en la puerta de la escuela no va a molestar a nadie”

“Gracias” de repente un ruido interrumpió su conversación. “Deben ser tus amigos, voy a abrirles”

“¡Fíjate primero!”

“¡Hola, As…!” dijo Kardia feliz al entrar, deteniéndose en seco al ver que la figura en la puerta no tenía las mismas pintas que el gemelo mayor. “Demonio… ¿Cuándo saliste de la cárcel?”

“Hace unos meses” respondió Deuteros sin apartar la vista del piso. Los otros dos se lo quedaron mirando también antes de saludarlo por cortesía y pasar.

“¡Hola, Aspros!” escuchó desde su cuartito mientras se cambiaba el gemelo menor. Se concentró en sus propias actividades para no molestar a los demás ni espiar sus conversaciones… aunque tenía curiosidad. Nunca había tenido otro amigo además de Asmita y quería saber cómo era tener amigos reales.

“Muy bien” siguieron hablando de sus trabajos, de sus vidas y de muchos otros temas antes de estar listos para irse. Brevemente tocaron el tema de la permanencia de Deuteros, un convicto juzgado como peligroso, en la casa de su hermano, pero temas más banales pronto lo reemplazaron.

“Ya vamos que se nos va a hacer tarde” dijo Dohko mirando el reloj.

“Ah, sí. Deuteros, vamos” dijo Aspros, cogiendo las llaves de su Ferrari.

“¿Lo llevarás con nosotros? ¿Por qué?” preguntó Kardia extrañado.

“Porque va a trabajar ahí a partir de ahora, de conserje. Y que yo lo lleve hará las cosas más fáciles”

“De acuerdo”

Una vez en la escuela Deuteros fue por otro camino, sacó sus implementos de limpieza del armario y se puso a asear el lugar. Aspros tenía razón, estaba increíblemente sucio. Los niños parecían hacer un esfuerzo colectivo por ensuciar el lugar. Tras las primeras horas terminó con los pasillos  y salió al patio para sentarse unos minutos a la luz de la luna, descansando de su agotador día. Estaba disfrutando de la brisa nocturna cuando unas siluetas interrumpieron su tranquilidad.

“No es posible” se dijo a sí mismo, frotándose los ojos…

Pero sí lo era. Ahí, después de tantos años, estaba su amigo supuestamente imaginario, Asmita. Era real. Y la vocecita en su cabeza tenía razón, ese era el día que Asmita volvería para llevárselo lejos de ahí… a su jardín de jazmines.

“Aspros…” se dijo cuándo lo vio acompañado de grandes colosos de piedra, entrando en el salón de actos donde se estaba celebrando la reunión de su hermano. Recordaba la mirada desaprobatoria de su amigo cuando le contaba de su familia, incluyendo a su gemelo. Se levantó de la banca y salió corriendo para para su destino.

Notas finales:

Me ha dado bastante pena que nadie haya escrito reviews... ¡hasta los malos cuentan! ¡Así se mejora el fanfic!


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