-¿Cómo pudiste hacerle eso?- preguntó angustiada, no lo creía posible, Harry en estado amnésico y había ayudado a que aquello fuera posible ¿Cómo perdonárselo?
-Era necesario… él estaba enceguecido y yo le hice ver la realidad…-
-¿Borrándole la memoria? ¿Cómo eso le ayudaría? Creí que sería contra Malfoy…- dijo mordiéndose el labio nerviosamente, no podía dejar de caminar, sentía que su cerebro estallaría; cuando las cosas se revelaran les iría muy mal y sabía que se lo merecían…
-¡Ni siquiera digas su estúpido apellido que me repugna!- subió su normalmente dulzón tono de voz, pero al ver esos ojos aterrados se calló al instante sonriendo irónicamente -¿Qué no te das cuenta? ¿De qué serviría borrarle la memoria a ese insufrible niño mimado si Harry siendo tan noble como es no dudaría en socorrerlo?-
-Eso no lo sabes…-
-Claro que sí, ¡Yo los vi! ¡Revolcándose como perros en celo en las mazmorras!- chilló cubriendo sus ojos que sentía contaminados con semejante escena, no era posible, Harry, SU Harry siendo corrompido por esa ponzoñosa serpiente que seguro con algún hechizo le hipnotizó haciéndole perder la razón, eso era seguro –pero con esto todo se soluciona ¿Qué no lo vez? Ese cobarde jamás se le volverá a acercar…. Sin tu ayuda jamás lo había logrado- dijo con alegría dándole un fuerte abrazo a su cómplice, pues sabía que no podría decir ni una sola palabra, pues de hacerlo también se condenaría.
Sintiéndose terriblemente mal, quería gritar, jalarse de los cabellos hasta sangrar, pero eso no corregiría lo que hizo, ese terrible error que en su momento creyó conveniente… por amor…
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-Mione ¿estás ahí?- preguntó Harry buscándola con la vista, pues con Ron había estado meditando varias cosas que en su mente no le cuadraban, seguro que su inteligente amiga podría resolverlo. Seguía sintiéndose raro, por así decirlo; esa constante pesadumbre jamás lo abandonaba, era indoloro a veces, pero estaba enterrado como una aguja, diminuta pero constante, invisible para sus ojos y no podía sacarlo.
Su magia también se encontraba diferente y eso no le gustó, todo aquello que recordaba que le importaba era tan impalpable como si de un sueño se tratara…
-¿Qué sucede?- preguntó jadeante la leona que parecía que había salido corriendo de su habitación para recibirles y acomodándose su alborotada melena los miró inquisitiva a ambos, se estaban comportando muy sospechosos desde hacía varios días.
-Debes de ver esto Hermi, es tan bizarro- dijo intrigado Ron jugueteando con sus manos para después regresar a ver ansioso a su novia -¿recuerdas el patronus de Harry?- la castaña arqueó una ceja y asintió, era más que obvio.
-Claro, es un ciervo… igual que el de su padre y su madre…- dijo lo más natural que pudo. El pelirrojo negó.
-No vas a creer esto… vamos Harry muéstrale…- dijo algo entre emocionado y temeroso pues cuando vio la muestra no lo creyó, ni mucho menos el moreno que casi se desmaya al notar el cambio.
-Expecto Patronus- pronunció claramente invocando ese precioso “recuerdo” que siempre era felicidad pura para él; sus padres hablando y sonriéndole tiernamente como siempre debió de haber sido.
La castaña se quedó con la boca abierta sin creer lo que sus ojos veían, era simplemente imposible, no podía ser -¿Es una nutria?- preguntó Harry asombrado, pero no creía que fuera ese animal pues, viendo a la diminuta criatura plateada corretear de un lado a otro en lugar de “nadar” como el patronus de Hermione era extraño.
“No tiene sentido alguno” pensaba Harry sintiendo una extraña calidez con el animalito que se escondió tras una mesa como si no quisiera que lo vieran.
-No… no es una nutria Harry… es…- no podía completar la palabra, no sabía si sonreír o golpearse la frente; aquello carecía de lógica para ella, pero al ver la expectativa de sus amigos a una respuesta honesta, se mordió el labio y declaró lo obvio – más bien parece un… hurón…-
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Abrió los ojos con temor. Ese estresante cuarto bien acondicionado que no era su habitación de su antigua Malfoy Manor constreñía su alma, diciéndole con una burlona voz que todo ese dolor que le hizo sentir Harry era cierto, vaya que sí; ¿Cómo una simple acción, un simple gesto de odio puro cambia todo aquello por lo que valía la pena luchar?
Su madre estuvo al pendiente de él al igual que sus incondicionales amigos que para no dejarlo en su soledad con pensamientos nada sanos, oscuros y más oscuros se intercalaban en turnos para acompañarle, dándole dulces palabras de apoyo como “cuando se cierra una puerta, se abre una ventana”, “seguro una ventana se abriría… ¿para poder saltar?” se preguntaba apesadumbrado.
De vez en cuando acariciaba su vientre abultado, se detestaba por sucumbir ante los encantos del león que se inmiscuyó como nadie bajo su piel solo para después destruir todo a su paso, todo lo bueno, todo su amor dejándole solo la herida abierta donde lo albergó durante todo ese tiempo sin la posibilidad de un perdón.
-Tú no tienes la culpa de nada…- le decía en voz baja a la pequeña vida que crecía en su interior y a veces, sintiendo su dolor se movía inquieta –shh… no pasa nada… todo está bien…- le pasaba su mano con ternura casi pudiendo sentir el calor de su bebe.
Con el paso de las semanas aprendió que autocompadecerse día y noche de su mala fortuna no le hacía bien a nadie y Potter no estaba retorciéndose en algún rincón de Hogwarts por ello, así que con una calma que el mismo dudó al principio, comenzó a rehacer su vida.
Pansy lo mantenía al tanto de lo que pasaba en la escuela evitando a toda costa cualquier mención de Potter de su parte o de los demás, Theo con lo estudioso que era le enseñaba sus apuntes para que repasara, claro solo la teoría pues su condición no le permitía exagerar con su uso de magia.
-Deberías de quitarte esa cosa…- dijo severo Blaise con los brazos cruzados. Draco comprendió a que se refería y dejó de pintar su acuarela que recién Millicent le había conseguido, se llevó la mano a su collar resoplando.
-No… y antes de que me reproches te diré que no me lo quitaré porque es un recordatorio…-
-¿Un recordatorio?- repitió arqueando la ceja -¿y qué jodidas te recuerda? ¡Nada bueno!-
-No… me recuerda fuerte y claramente “no confíes en Harry Potter”- el moreno gruñó, eso solo le traería mas pesar –es algo que yo solo me entiendo Blaise… compréndeme…-
-Eso intentó pero Pansy dice que es obsesivo y destructivo… y estoy de acuerdo- Draco solo le dedicó una mirada afectada y ya no agregó nada más –Ojala tío Lucius estuviera aquí para poner a Potter en su lugar, ten por seguro que lo arrastraría por todo Hogwarts por haberse atrevido a levantar su varita contra ti…-
El rubio se cubrió el rostro y comenzó a sollozar “padre…” imploró sintiendo un nudo en su garganta; haberlo metido a Azkaban sin siquiera un juicio, solamente con la premisa de que era la mano derecha de Lord Voldemort nadie dudaba de su culpabilidad ni que realizó actos terribles en su nombre…
“¿De qué sirvió todo tu sacrificio padre?” se preguntó recargándose en el hombro de su amigo para llorar. Tal vez su madre se salvó porque ella no portaba la marca y porque el idiota que salvó al mundo mágico testificó a su favor, pero… ni siquiera se tocó el corazón con su padre… ¿y con él? Bueno, debido a su condición y que él con fervor se negó a hacer pública su condición; tanto su madre, con la ayuda de Mary y Pegasus Parkinson dieron más del 50% de sus cuentas bancarias y las escrituras de su Malfoy Manor, que ahora estaban a manos del Ministerio con tal de que Draco no pisara el Wizengamot…
-Estúpida, estúpida suerte…-
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Durante el último mes de gestación, se había puesto a pensar si era correcto conservar a su pequeño bebe, que, aunque sus amigos le insistieron que no cometiera la tontería de abandonarle él dudaba... no tenía nada material, ni techo a su nombre, a penas y tenía dinero; era más que obvio que no quería seguir abusando de la buena disposición de los Parkinson, pero, si ni siquiera tenía un lugar para caer muerto “¿Qué hacer?” pensaba angustiado “¿qué puedo ofrecerte, bebe?” le preguntaba.
-Si quieres me caso contigo Draquis… así la gente no sospecharía y podrías vivir formalmente aquí, sin necesidad de estarte escondiendo…- dijo acariciando maternalmente su mejilla. Al rubio se le llenaron los ojos de lágrimas al escuchar a su mejor amiga quien estaba dispuesta a todo por su seguridad, era un gesto tan desinteresado y dulce que no le quedó otra más que negar.
-No Pansy… no puedo dejarte que arruines tu felicidad a mi lado-
-Eres como mi hermanito Draco, haría lo que se por ti y por ese bebe que viene en camino, ten por seguro que le amaré como si fuera su madre y…-
-¿Y que pasara con Blaise?- preguntó con seriedad a lo que la chica se mordió el labio y bajó la mirada.
-El lo entenderá… y si no lo hace, yo me encargaré…- dijo con un nudo en la garganta.
-No Pans… debe haber otra solución y yo la encontraré, ya has hecho bastante por mi y te lo agradezco… no se que habría hecho sin ustedes…- la abrazó tiernamente –y ni se te vuelva a ocurrir plantar a Blaise antes de que te lo pida ¿eh? Que ayudarlo a decidir el anillo no fue tarea fácil…- dijo ofendido, pero a la chica se le iluminaron los ojos ante tal sorpresa y se abalanzó contra su amigo a darle un abrazo lo más suave posible pero no podía con la emoción –oye, bebe abordo ¿recuerdas?- arqueó una ceja divertido pues su amiga ya estaba llorando.
-Draki, mi amore…-
-Estará bien Pansy… un Malfoy siempre sobrevive…-
Y vaya que sobreviviría pues tras dar a luz y poder tener a su retoño entre sus brazos, tan bien acomodada como si ese lugar estuviera diseñado para ella, cualquier duda se disipó como una suave neblina después de una larga lluvia torrencial.
“es una niña, una niña” decían sus amigos emocionados abrazándose entre si y a la abuela más feliz del mundo por ese bello momento compartido. Besó con ternura su frentecita rosada sintiendo la pelusita negra que tenía en la cabeza.
-Eres perfecta…- dijo sitiando esa acompasada respiración contra su pecho tan frágil que temió que se tratara de un sueño y se sintió temblar cuando su niña apretó su dedo con su manita como queriendo llamar su atención para que estuviera muy atento a lo que haría a continuación. Abrió sus pequeños ojos solamente para él, eran tan bellos y tan verdes que le pareció imposible.
-¿Cómo le llamaras Draco?- preguntó con curiosidad Blaise colocándose a su lado. Tras una pausa Draco sonrió, era más que obvio cual sería el nombre de su niña, su pequeña flor...
-Peony-