-Dime si quieres que haga algo… lo que sea…- murmuró para cansancio de Draco que se limitó a rodar los ojos, parecía que por más que le decía a Harry que dejara las cosas por la paz, más se empeñaba en hacerle recordar. Frunció el ceño.
-Quiero que cierres el pico- demandó ofuscado haciendo reír a Peony que estaba muy ocupada haciendo un dibujo y prestando atención a las divertías rabietas de su papi –aunque…- Harry puso los ojos de plato esperando que le dijera lo que sea, él lo haría como el mismísimo infierno. Draco lo meditó unos segundos y sonrió mirando la nerviosa mano de Harry acariciar inconscientemente sus nudillos –quiero que uses tus gafas- dijo seriamente.
Tal vez Harry se veía mucho más juvenil con sin sus antiguas gafas redondas pues sus brillantes ojos resplandecían sin pudor, sin nada que los detuviera haciendo que fuera más difícil apartar sus ojos de esos espesos bosques tropicales tan verdes que le robaba el aliento en un santiamén, pero había algo que le emocionaba recordarlo con ellas y ansiaba recordar cómo era ser mirado por el Harry de antaño.
-¿Mis gafas?- preguntó cómo no pudiendo creerlo –pero creí que las odiaba- Draco bufó nuevamente.
-Son horribles, tienes que admitirlo, esos fierros torcidos pasados de moda- hizo una mueca fingiendo horror –pero, es un grato recuerdo para ti ¿no es así?-
Harry sintió todo su amor por ese hombre expandirse en su pecho ¿Cómo podía haber olivado un ser tan maravilloso y provocar tanto dolor en un corazón como él suyo? “Tal vez no sea suficiente una vida para enmendar el pasado” reflexionó mirando fijamente esos bellos ojos grises que lo traspasaban.
-Draco…- murmuró abalanzándose sobre él para atrapar sus labios entreabiertos que lo recibieron con sorpresa y ligera tensión.
-¡Potter! No en frente de…- exclamó entre dientes alejándolo con sus manos sobre su pecho. Aun no estaba listo para que su bebe se entera; pero Peony mas que avergonzada, comenzó a dar saltitos en su silla.
-¡Ahora uno a Peony! ¡Uno para mí!- exclamó brincando al regazo de Harry que la recibió risueño y comenzó a repartir pequeños besitos en la rozagante carilla de la niña que comenzó a reír divertida. “Mi pequeña” pensó con nostalgia cuando la vio de frente ¿Cómo no lo notó antes?
Dándole un último beso en la frente la bajó al suelo y comenzó a dar vueltas a su alrededor bailoteando tomada de su mano; el rubio no podía borrar su sonrisa que le parecía demasiado bobalicona para ser real.
-Y tu Peony ¿Qué vas a querer?- preguntó con sorna al ver la sorpresa en el semblante del moreno –el señor Harry se ofreció a gastar mucho en nosotros- le guiñó el ojo a su pequeña que comenzó a reír de lo lindo.
-¡Ir al cine! ¡Vamos al cine! ¡Buscando a Memo! ¡PansyBell quiere verla!- exclamó emocionada corriendo al sofá por su muñeca para que viera la “necesidad” que tenia la refinada muñeca por acompañarlos.
-Bien Potter ya escuchaste, espero que no tengas pendientes en la tarde- Harry sonrió tan radiante como siempre y acariciando su mejilla negó.
-Claro que no… será un placer llevarlos-
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Con los planes en la tarde con Harry, Draco trataba de mantener su mente que amenazaba con salir disparada a pleno cielo abierto si no se le contenía. No podía creer como las cose había resultado, eso iba más allá de lo que alguna vez pensó que pasaría. ¿Acaso por fin podría ser la familia que hace mucho debieron hacer? Se preguntaba observando a intervalos largos mientras escribía su nuevo artículo y regresaba a ver con anhelo ese anillo en su anular.
“No te hagas demasiadas ilusiones” dijo una voz muy parecida a Pansy en su cabeza y se mordió el labio. Realmente no quería emocionarse de mas por todo ese asunto, pues Harry aun no era enteramente suyo, a parte, aun no platicaban concienzudamente del como procederían las cosas entre ellos.
Aunque por el momento estaban bien, sería precipitado afirmar que podían dar el siguiente paso a una relación más formal, puesto que aun había dos cabos sueltos por solucionar. El primero: la pobretona Weasley que seguía siendo, hasta donde sabía, la novia de Harry. Esto como le recalentaba la cabeza hasta el punto de querer lazar algo contra la pared.
Y el segundo y el que él consideraba mucho más importante que el primero: era su pequeña. ¿Cómo decirle que su querido salvador era nada más y nada menos que su padre? ¿Cómo se lo tomaría? No lo sabía y eso le aterraba.
Esperaba que con el dulce y positivo ser de Peony se lo tomará de la mejor manera, pero, nadie podía asegurarle que así sería, pues una ínfima parte de él le decía que no podía resultar tan fácil ¿o sí?
“Maldición” mordió el interior de su mejilla tratando de controlar sus pensamientos que solo conseguían disgustarlo más.
-Mister Malfoy, Hami lo espera en su oficina- llamó su efectiva secretaria desde el marco de su puerta jugueteando con su lápiz –dice que es urgente-
-Gracias Maybelle, voy enseguida- sonrió de lado acomodando perfectamente sus papeles y dio una gran bocanada de aire; no tenía ganas de ver a ese viejo barrigón, puesto que suponía que el hecho de mandarlo a llamar de ese modo, nada bueno presagiaba; las únicas veces que así de misterioso solicitó su presencia en su oficina, fue para llamarle la atención por creerse el todo poderoso de faltar cuando se le pegara la gana y salir temprano con goce de sueldo, siendo que las tres veces que recurrió a ello fue cuando Peony se enfermó. Bufó exasperado.
-Hey Drakis, buenas suerte- murmuró Christian desde su cubículo alzando sus pulgares ayudándole a pensar que todo estaría bien. Rodó los ojos y agradeció en voz baja encaminándose al estrecho pasillo lleno de cubículos hasta la puerta del jefe. Miró su reloj y faltaba media hora para la salida de clases de su pequeña, apretó levemente las hojas en sus manos y exhaló todo el aire que pudo “espero que no tarde demasiado”
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Como prometió en la mañana a Draco, tras dar sus consultas, regresó a ese cálido departamento en Cherry Street. Lo saludó con un beso en los labios y pidió permiso de tomar prestada la ducha, pues no le apetecía regresar a Grimmauld Place, al menos no después de todo lo ocurrido apenas el día anterior, Draco asintió casi sin regresarle a ver. Se veía más pálido de lo normal y acongojado le cuestionó que tenía.
“Nada” fue lo que le contestó sin dejar de ver un papel entre sus dedos mientras mordía una pluma dándole una descuidad sonrisa “todo está bien” aseguró sin convencerlo por completo; pero conociéndolo, no quiso indagar mas pues no quería que se enojara.
Dándole un beso en la mejilla salió disparado a bañarse y esperaba que cuando estuviera preparado le dijera que le ocurría.
-Qué bonita te vez Peony- dijo a la pequeña que estaba terminando de ponerse un moño rojo sobre su cabeza y sorprenda por su llegada le dedicó una linda sonrisa.
-¡Señor Harry!- corrió a recibirlo con un beso –¿verdad que mi vestido es muy bonito?- exclamó emocionada dando vueltas para que su vestidito se alzara. Harry asintió. Era un precioso vestido muy Gryfindor para el gusto de Draco, con sus tonos rojos y dorados -¿vamos a ir prontito al cine? ¡Peony ya terminó la tarea! Y PansyBell ya esta lista- Harry asintió para alegría de la pequeña.
-Solo tengo que darme un baño y creo que a tu papi le falta arreglarse, o eso parece, espero no equivocarme porque si no seguro y comienza a regañarme diciendo que no se de estilos y buen gusto- la niña rió.
-Descuide señor Harry, yo lo protejo de los berrinches de mi papi- dijo dando brinquitos y ganándose un beso en la frente de parte de Harry.
-Muchas gracias valiente princesita- la niña le dio un abrazo y siguió dando vueltas emocionándose de ver su cómo se movía su vestido –ve a jugar, que seguro en unos momentos nos vamos- le guiñó el ojo y la niña con asentimiento militar salió corriendo de regreso a su cuarto.
Se demoró un poco más de lo que pensaba pues no podía evitar sonreír al oler el jabón ahora en su cuerpo, olía como Draco y eso le encantaba, era como si le estuviera abrazando.
Al terminar demasiado emocionado para su gusto, se medio acomodó sus cabellos rebeldes, se colocó una suave camisa de manga corta de cuadros borgoñas mientras meditaba un poco las cosas que pasaron apenas hacia 24 horas. Realmente esperaba regaños, chillidos y golpes de parte de Draco, era lo justo y nadie podía rebatírselo; pero nada de eso ocurrió, solamente su innegable buena voluntad de darle una segunda oportunidad. Oportunidad que no desaprovecharía por nada del mundo y que estaba seguro que haría que no se arrepintiera.
“¿Qué le diré a Ginny?”refunfuñó molesto por su inexplicable acción de no decirle de buenas a primeras a ella la verdad, para poder pensar con plenitud compartir su vida a lado del Draco, hubiera sido lo primero que debió haber hecho, hablar claro, pero al fin de cuentas no lo hizo y lo peor de todo es que ni siquiera le había dedicado más de dos o tres pensamientos a ella… eso era muy vergonzoso, pero era la cruel realidad.
“Tal vez no es tan malo, Ginny es una chica dulce que seguro entendería…”pensó con ternura hacia la chica que durante esos cuatro años fue su apoyo incondicional pero que debido a ese vacío en su corazón nunca pudo llegar a amar “ese vacío que solo puede ser llenado con Draco” pensó con devoción.
Apartando solo un poco su vista del espejo, regresó a ver el lugar donde estaba el reloj que su aun novia le regaló antes de irse a Rumania. -Qué raro…- dijo por lo bajo, pues el reloj que le regaló permanecía ahí oculto como si ya hubiera anidado bajo su piel y para colmo parecía no querer regresar a la normalidad.
-¿Será una falla?- se preguntó con curiosidad pero sus ojos captaron algo aun más extraño; eran cinco, tal vez seis manchas de mínimo tres centímetros de diámetro a lo largo de su brazo como si de moretones indoloros se trataran - ¿Qué demonios?- no recordaba haberse golpeado o cargado algo tan pesado como para hacerle esas marcas.
Draco entró al cuarto para que no estuviera indagando en sus cosas, porque Harry aun conservaba un poco de su curiosidad innata y sería muy vergonzoso si encontraba sus cuadros ya terminados que mantenía ocultos en su closet pues, aunque adoraba hacerlos, no se sentía que fueran lo suficientemente buenos para ser colgados. Pero esas curiosas manchas a lo largo del brazo de Harry le intrigaron desprendiéndose así de su idea original.
-¿Qué es eso?- preguntó acercándose a palpar la zona. Era algo raro y peculiar, estaba seguro haber visto algo así con anterioridad, pero ¿tal vez cuando estaba con los asquerosos mortifagos? no podía recordarlo –no me digas que te estás metiendo con artes oscuras Harry…- sintió el estremecimiento del azabache que negó efusivamente.
-Claro que no ¿Por qué lo haría?-
-Pues no sé, pero esto es claramente magia oscura pero de muy baja intensidad… sin embargo no estoy muy seguro su finalidad… ¿te duele algo? ¿Te sientes mal?- Harry negó. Draco se mordió el labio queriendo golpear su frente pues hacía tiempo que no hojeaba un libro relacionado con la magia que no sea para hacer pociones -¿y esto?-señaló el extraño tatuaje con forma de reloj en su muñeca.
-Me lo dio Ginny, pero creo que esta averiado- Draco sintió un peculiar hormigueo en su pecho cuando escuchó ese nombre y miró fijamente a Harry con desconfianza a lo que intentó persuadir negando con la cabeza –seguro es que lo encantaron antes de dárselo…-
-¿Cómo estás seguro?- arqueó una ceja inquisitivo. Nunca le cayó bien la comadrejita jr en la escuela con su insípido rostro de lleno de pecas y su pobre personalidad. Con el tiempo su juicio sobre ella no mejoró, mucho menos cuando se enteró que durante los años de separación con Harry se afianzó de su brazo autoproclamándose la novia del salvador del mundo mágico.
-Vamos Draco, conozco a Ginny desde hace mucho, ella es una buena chica incapaz de algo así-“aunque no entiendo como no noté esto” se dijo rodeando las circunferencias de los círculos, no sentía nada fuera de lo normal “tendré que leer uno de mis libros de medicina para encontrar la solución” se dijo con un suspiro.
Draco se apartó un poco y comenzó a darle vueltas al asunto ¿Cómo es posible que tuviera tanta confianza en ella? “aunque tal vez la comadrejita no tiene el intelecto para lanzar un hechizo oscuro pero… y que tal si…” se mordió la esquina de su uña y dio otro paso lejos de Harry.
-¿Draco?- se sorprendió al sentir el delgado cuerpo de su dragón alejarse.
No quería indagar en ello, pero no le daba buena espina, tal vez estaba siendo demasiado paranoico pero, si tuviera que señalar a alguien, ella era la más clara elección ¿Cómo no lo había visto antes? “tengo que preguntarle a Luna” se dijo.
-Draco- volvió a llamar para sobresalto del rubio –descuida, seguro y no es nada y solo es una consecuencia de la falla del reloj- el rubio entrecerró los ojos con desconfianza –vamos dragón estoy bien- jadeó al escuchar nuevamente esa dulce forma de que lo llamara y se dejó abrazar por sus tan reconfortantes brazos. “si de pura casualidad la causante de su amnesia es la Weasley esa…” apretó sus manos alrededor del torso de Harry. Se sentía tan cálido y agradable en ese lugar como si fuera hecho especialmente para él.
–Le mandaré carta a Ginny- dijo seguro, esbozando una sonrisa al ver la mueca del rubio – Tengo que terminar formalmente con ella-
-¡¿Qué-Que?!- se separó un poco de su cuerpo, no creía lo que sus oídos captaron; ¿podría ser verdad? -¿tu? Le…- no pudo terminar su frase. ¿Realmente estaba preparado para ello? No lo sabía y temía fuera cual fuera la respuesta. Aun quería indagar esperando que su suposición no fuera correcta.
-Claro que si Draco- dijo tomando sus manos entre las suyas y las besó –voy a hablar con ella-
-¿Estás seguro?-
-Nunca he estado más seguro que ahorita, Draco, contigo todo es mejor y lo correcto, me siento tan pleno, en paz como jamás creí sentirme… te amo como jamás creí amar a alguien… y sé que esto debí de haberlo hecho mucho antes… pero es mejor tarde que nunca…-
-Oh Harry…- dijo besándolo con fuerza, su corazón tembloroso, palpitaba frenético en su pecho, se aferraba a esas palabras pes volvía a creer ciegamente en ellas.
-Estoy seguro que ella entenderá…-