¿Cuál era la probabilidad que precisamente en el instante que una verdad instaba por salir a plenitud, apareciera quien se supone que no debería de haber hecho acto de presencia? Hermione simplemente no lo podía creer. La veía con ojos desorbitados, incapaz de procesar adecuadamente la idea en su brillante mente. Harry se veía casi tan absorto como ella, pero más lucido; pues ignorando la insistencia de un par de brazos instando en estrecharlo y unos labios que buscaban los suyos, se mantuvo firme en alejarla.
-¿Qué sucede Harry?-preguntó Ginny con una radiante sonrisa desarmándolo al instante. “Maldición…” pensó la castaña juntando todo su valor dando un paso hacia la pelirroja quien la regresó a ver como si apenas y cayera en cuenta de su presencia que parecía más que indeseada en esos momentos.
-Ginny… no- la tomó de las manos cuando volvió a intentar besarlo –se que tenemos que hablar, sin embargo, quiero saber que era lo que Mione quiere decirme antes de que llegaras… sobre mis recuerdos- la solemnidad de Harry le provocó tenacidad.
La sonrisa de Ginny tembló escasos segundos.
-No creo que sea algo de demasiada importancia que no pueda posponerse ¿verdad Hermione?- le dedicó una punzante mirada que mas que bien sabía que significaba “no te atrevas a decirle nada. Si caigo yo, caerás tu por igual” pero aquello no podía importarle menos; ya no. Calló aquel secreto durante tantos años convencida de que lo hacía por algo mejor, pero tal había sido la ironía que Pansy Parkinson haya tenido que darle tremenda paliza para abrirle los ojos.
-Por supuesto que no puede posponerse, Ginebra- la mirada fiera de Hermione que se debatía con la de Ginny le provocó un escalofrió a Harry y más cuando esta se detuvo en sus ojos –Harry tiene que enterarse de lo que hicimos hace cinco años… algo que no estaba bien pero que me vi obligada a hacer…. Te borramos la memoria deliberadamente Harry… y Ginny usó un imperius contra ti… no sabes cuánto lo lamento por habértelo ocultado pero…-
-¡CALLATE!- vociferó clavándole las uñas a los hombros de del moreno apretando los ojos con una mueca en sus labios -¿Cómo te atreves a decir algo así? Harry ¿Vas a dejar que me hable así? ¿Levantándome falsos, sin pruebas?-
-¿Hermione?- preguntó esperando encontrar algo más que un gesto amargo de resignación a su total desprecio. “No es posible”. Los ojos verdes viajaban de una a otra. El dolor de la traición relampagueó ante él. No era posible. No quería creerlo, no podía.
Regresó a ver los castaños ojos de Ginny que brillaban como aquellos ojitos tan llenos de amor y ansiedad como cuando la conoció. “Mi dulce, dulce Ginny… tal vez no es tan dulce…” pensó sintiendo la tranquilidad de verla desvanecerse entre sus manos. Un pesado sentimiento se instaló en la boca de su estomago impidiéndole respirar.
-No me digas que le vas a hacer caso a algo tan disparatado como aquello- exclamó como una burla que la boca de Harry trazó una larga línea que se mantuvo estática para molestia de la Weasley.
-¿Realmente hiciste algo así?- la mirada afligida opacó esos ojos verdes que tanto amaba. ¿En serio se atrevía a preguntarle aquello?
–¡Harry!- chilló indignada -¿Cómo puedes dudar así de mi?-
-Contesta la pregunta- rebatió con firmeza.
-Harry, tu sabes lo mucho que te amo… eres el hombre de mi vida, lo supe desde la primera vez que te vi…- dijo tomándolo su rostro con ambas manos, tratando con ahincó convencerlo –se que tu también me amas Harry… y por ello… haría lo que fuera por ti, para que seamos felices…- su delicado rostro tan cerca del suyo, la familiaridad de sus rasgos y su seguridad le hacía dudar, pero había algo que no cuadraba. Era como si captara algo que antes no, pero no estaba seguro de que era.
-El jamás te amó…- declaró Hermione de viva voz siendo reprendida por una rápida cachetada de Ginny que la miraba con tremebunda furia. Jadeaba violentamente.
-¡No te atrevas a decirlo!- Harry la reprendió tomando la mano de su amiga a quien le temblaban las piernas por el impacto que recibió.
-Que tú no lo quieras ver no es mi problema- contestó vehemente. El moreno detuvo el siguiente ataque de la pelirroja. “¿Donde se ha ido la chica tierna que una vez conocí?” se preguntó al ver a esa Ginny irreconocible. –el siempre lo amó… tu lo sabías pero te niegas a admitirlo… al igual que yo solía hacer- las palabras de la castaña eran golpes bajos que no toleraría.
-¡NO ES CIERTO!- La pelirroja aulló como una fiera herida en los brazos de Harry atravesando a la castaña con los ojos.
-¡Claro que sí!- rebatió Hermione –yo tengo sus recuerdos…- dijo sacando un frasco de su toga que resplandecía con vetas plateadas.
Sus recuerdos, en manos de su mejor amiga… todo por lo que parecía un plan demasiado bien diseñado por dos de las personas más importantes de su vida. Todos los momentos de su pasado con Draco, todos aquellos preciados momentos de amor que tanto ansiaba recuperar. Sus piernas flaquearon. Era demasiado para digerir. Se sentía asqueado y traicionado como nunca.
-¡Por Merlín! ¿Cómo pudiste Ginny? ¿Cómo pudieron?- exclamó alejándose de ambas abrigándose con sus brazos. La inseguridad lo invadió. Todo el daño ocasionado a su dragón, a Peony y a él mismo, era inconcebible, terrible y no tenía perdón.
-Por favor, déjame explicártelo…- temerosa, Hermione se le acercó alargando su mano que Harry se negó a tomar.
-¡No! Tu sabias todo el tiempo, te dije de mis molestias, lo que me sucedía y no hiciste nada por evitarlo… creí que eras mi amiga-
-Claro que lo soy Harry… pero…-
-Por su culpa lastime a Draco de tal manera que dudo que alguna vez logre sanarse totalmente… ¿todo porque? ¿Por qué pensaron que era lo correcto?- la ironía en su voz era palpable. Hermione bajó la mirada avergonzada, pero Ginny no se inmutó por la queja, pues ese detestable nombre se quedó flotando en el aire golpeándole el rostro.
-¿Draco?- repitió como autómata esas cinco letras que tanto desprecio le producía, el cuidado que Harry tomaba al pronunciarlo, el cariño impreso en ello; le revolvía el estomago quebrándola por dentro. Esa fisura en su interior que jamás se borraría, que seguiría con ella hasta el final -¿nosotras lo lastimamos?- lo miró fijamente -¿enserio?- cargó todo su odio en la pregunta. Harry estrechó su varita contenida en su bolcillo. Sentía el peligro en la volátil magia irradiando del cuerpo de Ginny que parecía que en cualquier momento atacaría.
-¿Cuándo aprenderás Harry?- resaltó con melosa ironía –esa serpiente ponzoñosa te alejó de mi… engañándote con viles trucos dejándote susceptible… tu nobleza no te permite dejar de lado a los descarriados, hipócritas, malnacidos…-
-¡NO TE PERMITO QUE LE DIGAS ASI!- la mirada de Ginny se ensombreció con una mueca que rallaba en la locura. Sin preámbulos y con largas zancadas se aproximó hasta su lugar y sin siquiera preguntar le levantó la manga de la camisa para corroborar sus temidas sospechas. Su reloj ya no estaba, pero las manchas que se habían tornado violáceas prevalecían. Llevándose ambas manos a su boca comenzó a vociferar.
-¡No!- soltó un graznido ensordecedor; sus ojos se empañaron de lágrimas y desenfundó su varita amenazante –¡Te liaste con él! ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¡Confié en ti!- parecía una banshee encolerizada y tan letal como una.
Con un conjuro sin palabras, desmayó a Hermione y comenzó a atacar a Harry. Hechizos volaban siendo apenas desviados por Harry. Su varita no le respondía correctamente “¿Por qué?” se preguntó histérico. Como un clic, comenzó a hilar las manchas violáceas con el hechizo de magia oscura de su reloj y estas con su pobre manejo de varita. No podía hacer nada más que defenderse.
-Eres igual que en ese tiempo, tan desleal como entonces…- murmuró entre dientes –tanto te gusta enredarte con él siendo que cada vez que lo haces más bajo caes-
-¿Por qué haces esto? Yo también confié en ti-
-¿POR QUÉ? ¿Quieres saber porque? Porque tú me perteneces Harry ¡ERES MÍO! pero ¡Oh no, tu decidiste cogerte a ese mortifago de mierda! Me hiciste creer que lo nuestro iba enserio… ¿pero con que me encuentro? ¡Contigo gimiendo como animal en celo con tu zorra!- Harry apretó la mandíbula. No permitiría que le hablara así, no a Draco.
Una maldición cortante le arañó el pómulo izquierdo a Ginny. Lo regresó a ver con la boca entreabierta. Pero la sorpresa no duró mucho pues con una cínica mirada lamió la sangre que salía de ahí sin despegarle los ojos. Esas preciosas esmeraldas que resplandecían con ese fuego aun dentro de él eran como un afrodisiaco para ella.
-¿Así que así va a ser Harry? Descuida, ya te corregí una vez… estoy segura que podré volver a hacerlo…-
*~*~*En algún lugar de Rumania*~*~*
-¡No está! ¡¿Cómo jodidas que no está?!- vociferó Pansy por quinta vez dando pataletas en el piso –¡tanto tiempo planeando para caerle por sorpresa a la comadrejita traicionera y resulta que por sus cojones no está!- se dejó caer dramáticamente sobre la cama. Era inaudito.
Luna escuchaba a medias sus rabietas mientras revisaba entre sus cosas. Estaba segura que había equipado un traslador de regreso a Londres, no había tiempo que perder.
-¿Qué estás haciendo? ¿Qué no ves que las cosas por aquí pintan mal?- dijo con molestia echándose aire con una mano.
-Lo sé… una parte de mi sospechó que Ginny huiría… pero… tengo algo instalado en mi pecho…- la pelinegra arqueó la ceja despectivamente mirándola de arriba abajo.
-No creerás que…- cerró la boca siguiendo el hilo de su pensamiento.
-Si Pansy… tengo un muy, pero muy mal presentimiento….- dijo mirando por la ventana esperando que por primera vez en su vida fallara en una de sus predicciones.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Harry maldijo, ¿Cómo podía aturdir a Ginny con una varita que no le respondía?
-Descuida Harry, todo se solucionara en un instante- exclamó con una chillona risa que le erizó los vellos de la nuca al recordarle la demencial risa de Bellatrix Lestrange.
-¡No dejaré que manipules mis recuerdos de nuevo!- evadió un cruciatus por pocos centímetros volviendo a lanzar un desmaius que no atinó a su objetivo.
-¿Problemas con tu varita, querido?- preguntó con ironía -No puedes pelear por mucho tiempo Harry… el hechizo vinculante de mi reloj es infalible- esbozó una amplia sonrisa sin dejar de atacarlo.
-Con mi último aliento pelearé, ni tú con mil oblitus lograras que me olvide de mi amor por él, sé que mi vida volverá a cruzarse con la de Draco las veces que sean necesarias para poder por fin estar juntos-
-¡Cállate, cállate, cállate! ¡No es cierto!- exclamó lanzándole un everte statum que lo refundió contra la pared –Tu no volverás a verlo, te lo aseguro, no fallaré una segunda vez… me encargaré de él de una vez por todas…- Harry se quedó frío por un instante y apretó el agarre de su varita. Sin siquiera pensarlo y siendo presa de su instinto vengativo le lanzó incendio.
Gritos agónicos manaron de la pelirroja al sentir la laceración de su piel siendo chamuscada por fuego mágico. Verla rodeada de ese ardiente fuego rojo, le hizo sentir cierta satisfacción, que por muy incorrecta que fuera, su subconsciente le dictaba que era lo correcto; pero antes de poder reaccionar, algo se abalanzó contra él haciendo que cayera como roca contra el suelo.
-¡Aqua eructo!- gritó una voz conocida a la chica que ahora yacía en el suelo -¡¿Estas demente, o qué?!- vociferó taladrando en su oído Ron que jadeaba y se veía sucio como si apenas regresara de una misión.
-No, Ron… ella… se lo merecía….- expresó Hermione tratando de ponerse en pie. La cabeza aun le dolía, pero estaba dispuesta en hacerle pagar a Ginny todo lo que debía.
Ron la regresó a ver como si viera un troll con tutú. Tan bizarro e improbable que aquellas palabras salieran de su esposa ¿En qué universo su dulce hermanita merecía ser quemada por su mejor amigo?
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Draco se mordía el costado de su uña sin importarle lo mal que se veía en un Malfoy. Regresaba a ver la chimenea con duda. Le aterraba la idea de ir a Grimmauld Place. ¿Realmente podrían recuperar los recuerdos de Harry? Lo dudaba. Pero ya le había prometido que iría. Claro que había rezongado y negado intensamente, pero aun así sabía que tenía que ir, de lo contrario Harry se lo tomaría muy mal y seguro y se entristecería.
Ansiaba hablar con Luna, tenía tantas cosas en su cabeza que le atormentaban y presisaba la intervención de su amiga, pero seguía sin contar con noticias de ella ¿Qué podía hacer más que esperarla? Luego la ausencia de Pansy tampoco era un consuelo “¿A dónde se fueron ahora que mas las necesito?” se preguntó consternado.
-¡Peony, deja de jugar con los polvos flu!- regañó a su pequeña impaciente que ya quería ir a conocer la casa de su héroe.
-Pero papi, vamos a llegar tarde- dijo haciendo un mohín –dijiste que llegar tarde es de mala educación y para un Malfoy el hacerlo es de muy mal gusto- Draco hizo una comisura. Odiaba que usara sus palabras en su contra.
Dando una profunda inhalación se acomodó sus pulcras ropas regresando a verse en el espejo de la entrada. Enfrentarse al pasado le aterraba, pero el consuelo de compartirlo con Harry le animaba a proseguir.
-Te ves bonito papi- dijo dándole confianza su pequeña. Con media sonrisa se aproximó a Peony para darle un beso en su frente.
-A un hombre no se le dice que esta bonito… es que es guapo- corrigió.
-Pero tú te vez bonito- exclamó con una alegre sonrisa. “Esta niña” puso los ojos en blanco ¿Qué podía hacerle? Nada más que darle por su lado.
-Bueno, como tu digas, pero tú te vez preciosa- comenzó a repartirle besitos en toda su carilla sacándole de paso dulces risitas –como ya estamos listos, vamos- dijo dándose valor. La niña asintió enérgicamente colgándosele a los brazos de su padre y procedieron a arrojar los polvos flu en la chimenea.
Ambos detestaban viajar por chimenea, sin embargo, era mucho mejor que la aparición. Cuando sus pies por fin tocaron el piso, Peony comenzó a sacudir su cuerpecito para deshacerse del hollín y con mirada curiosa exploró la estancia.
Era demasiado oscura para ser casa de su héroe, pero no le importaba, estaba segura que será mejor una vez estando en la sala principal o algo así. Con media sonrisa comenzó a corretear.
-¡Peony no corras!- demando Draco, pero su pequeña no escuchó pues había voces cerca “¡tal vez es una fiesta!” fue lo primero que pensó y quería averiguarlo.
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Todo sucedió en una fracción de segundo. La mirada trastornada de Ginny al ver a esa pequeña que era la viva imagen de Harry entrando en escena, con una rozagante sonrisa al divisar al moreno, no lo pudo dejar pasar y con un fuerte agarré la tomó del cuello.
Draco se puso pálido al ver a la demencial mujer sosteniendo a su pequeña. Las ropas chamuscadas y piel supurante le helaron la sangre. La mirada aterrada de Peony al ser inmovilizada le quebraba el alma.
-¡Devuelve a mi hija!- chilló Draco con un hilo de voz.
-Claro que te la devolveré Draco…- canturreó su nombre soltando a la pequeña que lloriqueaba y que en acto reflejó, corrió hacia su padre buscando su protección con sus ojitos húmedos -pero a tus brazos inertes y fríos una vez que termine de una vez por todas contigo… - Harry sentía su alma en vilo y más aun cuando una agonizante punzada se instaló en su interior cuando divisó aquel fatal rayo verde dirigido a quien tanto amaba -¡AVADA KEDABRA!-