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El paciente de la 212 por niky-cham

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Notas del capitulo:

Hulas!

¿Les asusto que no apareciera la semana pasada? 

Lo lamento mucho, me fui de viaje y debian haber sido dos o trs dias, pero se alargo y termine casi una semana fuera, asi que volvi a mi casa y pase un horrible, estres, pero qui estoy ;)

Gracias a todos los que me comentaron, ya les estare contestando a todos ustedes!

Capítulo 2: El tiempo es oro.

-¿Tu? –Musito incrédulo, su vecino de cuarto, eso quería decir que… “Paciente en estado terminal”.

-Hiro-san –la voz cálida inundo sus sentidos, el pelinegro acariciaba su mejilla con ternura, Hiroki tenía su vista desenfocada y su labio inferior temblaba levemente.

-¡Nowaki-kun! –La exclamación vino desde la puerta, ambos muchachos se giraron al instante, una enfermera joven y bastante bonita, respiraba agitada y nerviosa –¿Qué estás haciendo aquí? Casi llamamos a tus padres –La pobre avanzo medio desfallecida, agarro la mano del muchacho y observo aquellos tiernos ojos azules con seriedad –Sabes que va contra las reglas que te dejemos pasear tan libremente y tú además de eso te nos pierdes –Se quejó –Vámonos… Hiro-chan, lamento si te ha molestado, entiéndelo, lleva unos meses aquí y tú eres el primer vecino de su edad –Excuso la muchacha antes de sacar a Nowaki de su habitación.

-¡Piénsalo! –Escucho a Nowaki gritarle desde el pasillo, mientras que la enfermera aun le regañaba por haber roto las reglas y en especial, por haber asustado tanto a todo el personal.

-Tifón… Le queda bastante bien –Una leve sonrisa curvo sus labios. Ya había pasado tanto tiempo desde que su corazón latió con esa intensidad, con esa fuerza que le hacía recordar que estaba vivo, ahora llegaba un muchacho loco, extraño, hablándole de ese amor impensable. No había forma de que aceptara aquella propuesta, sin embargo soñar no cuesta nada, esa noche soñaría con aquel príncipe de ojos azules y una vida larga junto a él.

Nowaki no pareció por su cuarto en varios dias, ya llevaba casi una semana desaparecido y Hiroki sospechaba que era un castigo por desobediente…

-¿En qué piensas tanto hijo? Desde que has llegado aquí que parecer estar siempre en las nubes –Los ojos castaños de su madre se clavaban sobre su figura, tenía la naranja en sus manos, ya estaba sin cascara, la mujer con delicadeza separaba los gajos, mientras que su hijo llevaba casi diez minutos ignorándola.

-¿Qué? En nada mamá, son cosas tontas, ni vale la pena mencionarlas –Dijo restándole importancia.

-Mi Hiro-chan ya no confía en mi –Externo la mujer con dramatismo –No te tortures tanto cariño, pídeme ayuda si es necesario –La sonrisa dulzona de su madre provocaba casi tanto dolor como aquellas horribles jaquecas de la madrugada… No de hecho la pena de su madre dolía mucho más que cualquier otra cosa.

Su familia permanecía unida, pero él sabía que la felicidad se desmoronaba con cada paso que el daba hacia la muerte, su padre trabajaba como enajenado para comprarle un poquito más de vida, su madre intentaba hacerle feliz con todas sus fuerzas, intentaba verse tranquila, no quería que su hijo sufriera más con su dolor, tan solo deseaba ver a su Hiroki feliz y que luego descansara en paz-

-Sabes que puedes volver a casa cuando quieras –Menciono pensando que ese era el conflicto mental de su retoño –Deberíamos ir con Reiji y pedirle que te haga un nuevo corte de cabello –Añadió un poco más serena mientras agarraba uno de los largos mechones de su hijo y lo acomodaba tras la oreja de este.

-No es eso mamá, los extraño y me gusta estar en casa, pero aquí me… Siento mejor –Completo intranquilo, quizás su madre sufría por no tenerle cerca, pero sus dias en casa no eran más que una agonía y sus padres habían comprendido eso.

-Bien, bien, si mi Hiro-chan está bien, entonces yo soy feliz –Recito ella como un mantra propio, para sentirse calmada, para darse animo en aquella horrible situación –Tu papá ha pedido permiso en el trabajo para mañana, dice que quiere venir a verte y Akihiko también me dijo que te visitaría pronto –Le comento ella para cambiar un poco el tema.

-¡Qué bueno! –Exclamo fingiendo felicidad, como si su sonrisa moribunda fuera un bálsamo para los pesares de su madre –Dile a papá que me hace muy feliz y que no se esfuerce tanto, también tiene que descansar –Su madre suspiraba enternecida o al menos así fue hasta que una mueca de dolor cruzo el rostro de su retoño.

-¿Qué sucede? –Pregunto alarmada levantándose de su silla. Hiroki no dijo nada a duras penas apoyo las palmas sobre la camilla y comenzó a acomodarse con esfuerzo –Deja, te ayudo –Propuso la madre cogiéndolo de la espalda, con aquella maestría que le daba la misma experiencia, sostuvo con un brazo la espalda de su hijo mientras que con otro acomodo una almohada y lo dejo totalmente recostado –Voy a baja la camilla –Anuncio agarrando el costado de la cama y bajando el espaldar poco a poco hasta dejarlo recto, puesto que antes tenía a su hijo sema-sentado.

-Mejor –Dijo Hiroki para tranquilizarla girando un poco el cuerpo –No tienes que preocuparte tanto, solo es articular –Sonrió un poco y luego termino por soltar un suspiro con los ojos cerrados.

-¿Quieres descansar? –Pregunto su madre consciente del agotamiento que Hiroki podía sufrir.

-¿No te molesta? –Pregunto sintiéndose culpable.

-Duerme hijo, yo velare tus sueños hasta que acabe el horario de visitas. –

El muchacho solo asintió, movido por el cansancio se relajó sobre la camilla y cerro lentamente sus ojos, sintiendo la culpa de mostrar a su madre, tal patética escena.

Finalmente el descanso le había hecho muy bien, para cuando abrió sus ojos solo vio oscuridad en la habitación, supuso que ya era muy tarde, porque de hecho la intravenosa que antes tenía concertada había sido reemplazada por una completamente nueva. Un dolor suave, pero constante se instalaba en la parte derecha de su cadera, donde estaba apoyado, lentamente comenzó a girarse para dejar que su cadera descansara, pero al hacerlo…

-Hola. –

-¡Waw! –

-Shhhhh, nos vas a descubrir –Susurro Nowaki tapándole la boca con su palma izquierda –Duermes como un bebé Hiro-san –Sonrió encantadoramente, para luego ver como las mejillas del castaño se teñían de vergüenza.

-¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¿Qué hora es? –Pregunto molesto.

-Ya casi es media noche, me escape hace poco para verte dormir, había venido más temprano pero las enfermeras me corrieron porque debía tomar la cena –Murmuro molesto.

-Eres un acosador –Acuso Hiroki recargándose en sus brazos para levantar un poco el cuerpo –Tch. –

-¿Estas bien? –Nowaki le agarro por la espalda al ver la mueca de dolor en el rostro del castaño, Hiroki apenas asintió cogiendo aire, luego soltó todo lo que retenían sus pulmones y volvió a su posición de descanso, resignado a quedarse así.

-Deberías ir a descansar, tú también estas enfermo –Regaño el castaño sin mirarle al rostro.

-No me quería dormir sin antes saber tu respuesta –Le dijo ilusionado con que Hiroki respondiera en positivo.

-¿Qué respuesta? –Consulto el castaño contrariado.

-¡Sobre mi propuesta! No me digas que la has olvidado –Soltó con impresión, Hiroki pareció entenderle y giro el rostro con hastió. El insistente pelinegro solo cogió una de sus manos, acariciando en el acto la tersa piel de su dorso –Hiro-san yo quiero cuidarte, quiero hacerte feliz… Mírame por favor –Suplico sin dejar de sostener la mano temblorosa de Hiroki.

Un tiempo pasaron sin que el castaño cedería a la petición del menor, sin embargo de un momento a otro los ojos castaños se clavaron sobre aquellas gemas color cielo, los ojos de Nowaki brillaban con emoción y sentimiento, sus manos también temblaban con nerviosismo, pero sonreía como un bobo, el mayor de los tontos en ese hospital.

-Te voy a dejar solo –Externo el castaño –Tú no puedes querer estar conmigo, no sabes cuánto tiempo me queda –Justifico con fuerza.

-Tampoco se cuento tiempo me queda Hiroki –Contrarresto el pelinegro.

-No es lo mismo –Musito negando con la cabeza –Nowaki, yo estoy… –

-No digas nada –Le freno de pronto el pelinegro –No me importa nada de eso, yo solo quiero hacerte feliz, quiero que seamos felices, aun si me cedieras una hora de tu vida, te juro que valdría la pena –Asevero observándole con aquellos ojos azules y resplandecientes.

-No puedo –Negó Hiroki, no era tan egoísta como para poner su felicidad sobre la de Nowaki, no estaba listo para arrasar con la vida del pelinegro y luego dejarle solo y triste en el mundo, no podría, no sería capaz de descansar en paz, si supiera que por su culpa el brillo de aquellos ojos azules se apagó por completo.

-Claro que puedes, solo dame una oportunidad –Rogo el menor, no dispuesto a dar a su brazo a torcer.

-Basta Nowaki, no tengo tiempo para esto –Retiro sus manos del agarre y giro como pudo su cuerpo. Pero Nowaki no se dejaría vencer, se levantó de la silla y abrazo el cuerpo del castaño sobre las mantas.

-Ya sé que no tenemos tiempo para esto, es por eso que debo insistir Hiroki, dame una oportunidad. –

El tiempo se detuvo por facciones de segundo que parecieron tan infinitas como efímeras. Los ojos castaños observaron con impresión a decidido pelinegro. Hiroki quisiera negar el cumulo se sensaciones aglomeradas en su pecho, quisiera negar con la cabeza y empujar muy lejos al menor, como si de esa forma disipara todas sus emociones.

Nadie se puede enamorar tan rápido, eso es una tontería. Hiroki sabía que el palpitar de su corazón no era más que su nerviosa reacción a las palabras del pelinegro, el no podría estar enamorado de Nowaki, ni en un millón de años.

-Somos hombres –Asevero, como si no supiera ya el mismo de su propia homosexualidad.

-Eso no tiene nada que ver Hiro-san –Contrarresto el pelinegro con toda seguridad –Yo me enamore de ti por quien eres y no por tu sexualidad. –

-¡Ni siquiera me conoces! –Exclamo exasperado –Vete de aquí, vete mocoso irrespetuoso y arrogante,  no tengo porque estar oyendo tus absurdas palabras –Soltó molesto, apuntando a la salida de la habitación.

Nowaki entristeció su mirada, aun si fueron locas y absurdas sus esperanzas, había confiado en que podría amar a Hiroki, en que podrían ser al menos felices el tiempo que les restaba de vida, pero no fue así, Hiroki había destruido y pisoteado sus sentimientos…

Bajo la cabeza acongojado, por su pecho se esparció ese dolor lacerante y profundo, los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no dejo escapar ni una sola de ellas. Estaba intentando agarrar valor, levantarse de esa silla y salir de la habitación con la frente en alto, aun después de haber sido humillado y destrozado bajo los pies del castaño. Sus manos se aferraron con fuerza a los mangos de la silla, pero antes de dar el impulso.

-Lo siento. –La voz cálida y dulce de Hiroki, se oyó cargada de culpa y tristeza –Lamento no poder…

-Corresponderme –Completo el pelinegro.

-Atreverme –Corrigió Hiroki –Tú no sabes cuánto… ¡Te voy a dejar solo Nowaki! –Exclamo.

-Tu tampoco sabes cuánto  me queda, eso es demasiado incierto Hiroki –El aludido alzo su vista, observo los ojos vibrantes de azul intenso y sonrió lastimado negando con la cabeza.

-Estas verdaderamente loco –Externo.

-De amor por ti –Volvió a tomar las manos de Hiroki, ese sería su último intento, si no lo conseguía, al menos trataría de mantenerse junto al castaño el tiempo que les quedase, como amigos, pero antes debía intentarlo una vez más –Dame una oportunidad –Insistió.

Nuevamente el rostro de Hiroki era un poema, podía leerse claramente en sus labios entre abiertos, la duda por dejar salir esa palabra que tanto esperaba el pelinegro. Hiroki ni siquiera sabía se estaba haciendo lo correcto, además dudaba tanto de sus sentimientos, que apenas podía articular palabra.

-No te vas arrepentir –Añadió Nowaki.

-¿Lo juras? –Sus ojos castaños brillaron con un poco de esperanza mal contenida. Pensó que había perdido todas sus posibilidades cuando fue diagnosticado, luego vinieron los síntomas, una tras otro, se aseguraron de hacerle la vida una total miseria, desde ese momento todo había ido de mal en peor. Pero llega este mocoso, arrogante, irrespetuoso, tonto y enamoradizo, le promete tantas cosas de las que estaba seguro no alcanzaría a vivir y entonces…

-Lo juro –Nowaki apretó su mano, pudo observar cómo se levantaba de apoco de la silla, lentamente su rostro fue reduciendo el espacio que había entre ellos y aun con lo osado que era Nowaki, se detuvo unos segundos antes de tocar sus labios, dando a Hiroki el tiempo suficiente como para alejarlo. Pero no lo hizo.

Suave, tierno, amoroso, cargado de sentimientos y dulzuras, fue breve el contacto de sus bocas, sin embargo el recuerdo que dejo aquel roce, les perseguiría el resto de su  existencia, aun si esta fuere acotada.

-¿Eso es un sí? –Consulto Nowaki antes de marcharse y Hiroki asintió, incapaz de decir algo con palabras. El pelinegro volvió a unir sus labios, esta vez fue muy mas fugaz y travieso –Debo irme, me van a descubrir si no me marcho ahora –Comento tierno guiñándole un ojo, un besito más y luego se marchó corriendo como un niño.

Sus labios conservaron el sabor de Nowaki durante horas, Hiroki no podía creer lo que estaba haciendo, se había repasado la escena unas mil veces y aunque no estaba seguro de todo lo que había pasado, de algo sí que no tenía dudas, Nowaki se lo había jurado, él no estaba arrepentido.

-Incierto… -Susurro antes de caer en la inconsciencia.

Notas finales:

¿Les gusto?

Esto se pone intedezante :D

Espero que me dejen algun comentario, estare atenta a ustedes, muchas gracias por acompañarme, ahora les dejo porque ando un poco ocupada u.u


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