Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RED STRING por AoiReitakun

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola gente~ 

Pues aquí llega la segunda parte del capítulo que espero no os decepcione... 

Mucho drama, lemon, y sobretodo Reituki ♥

Nos vemos en las notas finales.

 

Pasaron dos semanas, que se me hicieron eternas, hasta que volvimos a tener algún tipo de contacto.

De: Takanori ;)

¿Podemos hablar?

 

Me quedé mirando el mensaje una y otra vez hasta que me obligué a contestar.

 

Para: Takanori ;)

Está bien. Voy a terminar mi trabajo en breves.

 

Lo cierto era, que aunque me había dolido inmensamente lo que me había hecho, estar más tiempo alejado de él me ponía peor de lo que ya estaba. Lo necesitaba.

 

De: Takanori ;)

Lo sé, te estoy esperando fuera.

 

Miré por el cristal del escaparate notando que mi pulso se aceleraba, y vi que efectivamente allí había una figura apoyada. Me apresuré a terminar lo que me quedaba por hacer antes de salir al fin de la tienda.

Al encontrarme de nuevo frente a él, me dieron auténticas ganas de olvidar todo lo que había pasado y abrazarme a él como lo necesitaba. Pero sabía que no podía hacer eso.

_Hola –me dijo separándose del cristal y acercándose a mí. Lo miré durante unos instantes.

_Hola –dije al fin. La situación era cuanto menos incómoda. –Demos un paseo. –dije para al menos hacer algo mientras guardábamos silencio. Él asintió y comenzamos a caminar sin rumbo fijo. Después de un rato más en silencio, al fin habló.

_Siento mucho lo que pasó aquella noche. No pretendía que fuera de aquella forma. Es sólo que… Bebí más de la cuenta. De no haber tenido alcohol en vena no habría actuado de aquella manera. –de nuevo se hizo el silencio. Tenía gracia, pensé, que estaba disculpándose por los besos y forma de actuar que había tenido conmigo, cuando aquello era lo que menos me había disgustado, y no lo cambiaría por nada. –Di algo por favor. Estoy muy avergonzado y…

_No estoy molesto por cómo te comportaste conmigo aquella noche. –Dije cortante -¿Sabes? Me pareció perfecto hasta el momento en que apareció tu compañero de piso, que al parecer se te olvidó mencionar, era tu novio. –tan sólo guardó silencio, dejándome hablar. –Me sentí estúpido y ridiculizado en aquel momento. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

_Lo siento –dijo únicamente. Guardamos silencio un tiempo, hasta que habló de nuevo –Yutaka y yo llevamos siendo pareja desde hace años. Hace cosas que no me gustan, me duelen y a veces me perjudican, pero no puedo dejarle. Me ha ayudado mucho, y le quiero. –Dios, aquel dolor de nuevo se clavó en mi pecho dificultándome la respiración. –Después llegaste tú, y al principio no te conté sobre él porque pensé que no era necesario por el momento. Muchas almas gemelas tienen una relación de profunda amistad entre ellas, y después tienen sus respectivas parejas. Pensé que podíamos ser así. Pero para cuando quise darme cuenta, ya era tarde y en el fondo no quería contártelo.

_¿Y por qué no querías contármelo? –dije sin terminar de comprender.

_No… No lo sé… -retiró su mirada al suelo, señal de que se estaba avergonzando. –Supongo… que me gustaba cómo me mirabas y tratabas. No quería poner en peligro eso contándote que tenía pareja.

Asentí con la cabeza. Con el silencio empecé a darle vueltas a todo. Realmente, Takanori nunca me había mentido, pues nunca le había preguntado si tenía pareja o no. Simplemente me ocultó la verdad por miedo a que empezara a tratarle de otra forma. Sin embargo, quería estar con Yutaka y conmigo mantener una relación de amistad. Me dolía mucho acceder a aquello último. Algo dentro de mí se rebelaba ante la idea de “compartir” a aquella persona. Pero ¿qué remedio tenía? Si Takanori era feliz así… Yo no podía oponerme a ello.

_Está bien. Comprendo lo que dices, y acepto la idea de mantener una relación de amistad entre nosotros y tener nuestras parejas. –una sonrisa radiante se formó en sus labios.

_¿Entonces estoy perdonado? –dijo algo menos cohibido, volviendo poco a poco a ser el de siempre.

_Tal vez… si me llevas a casa en tu coche podría perdonarte del todo –dije bromeando. Me dio un codazo y riendo nos dirigimos a su coche para que me llevara a casa.

Si sólo podía tener a Takanori cerca como amigo y de aquel modo no perder momentos como aquel, así sería. Lo aceptaba sin dudarlo.

 

 

 

 

 

 

Durante la semana siguiente quedamos alguna tarde en mi casa para cenar. Al parecer Yutaka había estudiado medicina y ya estaba trabajando en un hospital. Esa semana se había ido a un congreso, del cual volvería para el fin de semana, y Taka se sentía solo y aburrido en su apartamento haciendo varios trabajos que tenía que entregar el viernes.

Fue la primera vez que le vi dibujar, y vaya, quedé maravillado. Estaba diseñando ropa totalmente especial, atrevida, pero también que podías usar en tu día a día. Dijo que si su colección se ganaba uno de las mejores puntuaciones la mandarían a hacer para un desfile que iba a haber en marzo. Estaba tan emocionado al respecto que no pude evitar sonreír mientras me lo contaba.

_Cuando hagan la ropa para chico te la haré probar –dijo mientras daba un bocado del sándwich que le había preparado y continuaba dibujando. Alcé la ceja ante lo dicho, extrañado y sorprendido.

_¿Por qué? –dije todavía con la boca llena del bocado de mi cena.

_Tienes el tipo de cuerpo al que le sienta todo bien –dijo dando otro mordisco, y trazando algunas líneas más. Tragué con dificultad la comida que tenía en la boca, y para disimular mi vergüenza ante el comentario cambié de tema.

_¿Quedaremos este fin de semana? –pregunté esperanzado, al ver que ya estaba llegando la hora de que volviera a su casa.

_Oh… -dijo dejando de dibujar para mirarme, con una mirada de disculpa que no me gustó nada. –Lo siento, este fin de semana no podrá ser. Es el cumpleaños de Yutaka.

Asentí con la cabeza, diciendo que no había problema y forzando una sonrisa, aunque por dentro me estaba muriendo al imaginármelos en una cena romántica, y Taka dándole los regalos que le había comprado desde hacía tiempo. “Somos amigos. Los amigos no sienten celos, así que ya vale” me reproché mentalmente.

Continuamos hablando mientras él trabajaba un rato más hasta que llegó la hora de irse. Como siempre nos dimos un abrazo, al que ninguno de los dos nos podíamos resistir.

 

 

 

 

 

 

El sábado por la noche, estaba tumbado en el sofá muerto del aburrimiento, hasta que noté mi móvil vibrar. Cuando vi que era demasiado insistente como para ser sólo un mensaje, lo cogí. Era la llamada de un número desconocido, pero contesté de todos modos.

_¿Sí? –dije curioso.

_¿Akira? Hace tiempo que no nos vemos. Soy Kouyou –mi cara era un poema. ¿Por qué me estaba llamando el amigo de Taka y ligue de Yuu?

_¿Cómo tienes mi número? –dije extrañado.

_Me lo ha dado Yuu –eso tenía sentido, pensé con ironía. –Siento llamarte a estas horas, pero es sobre Takanori. –mi ceño se frunció al instante, y me incorporé en el sofá quedando sentado.

_¿Ha pasado algo? –dije preocupado.

_Bueno… Sí y no. -¿qué demonios significaba aquello? –Supongo que ya sabrás que hoy era el cumpleaños de Yutaka y que iban a celebrarlo. Me acaba de llamar diciendo que Yutaka no irá a casa, que al parecer el congreso duraba más tiempo de lo que había previsto. No es precisamente la primera vez que le hace algo así… Pero Taka no quiere verlo. ¿Quién no se entera de cuánto tiempo va a estar fuera? Por el amor de dios, tenía el billete de ida y vuelta pagado. –sonaba tan indignado y cabreado que estaba empezando a contagiarme su actitud.

_¿Por qué me has llamado a mí? –dije sin terminar de comprender. Si Takanori le había llamado a Kouyou se suponía que era a él a quien quería a su lado en aquellos momentos.

_Porque Taka habla mucho de ti. Cuando digo mucho, es MUCHO –recalcó la última palabra de manera exagerada. –Sé que se sentía mal por haberte dicho que no podía quedar contigo este sábado, y aunque no me lo haya dicho, sé que no se ha atrevido a llamarte a ti en vez de a mí precisamente por eso.

Asentí con la cabeza comprendiendo, aunque el otro no me viera. Di un largo suspiro, pensando en Takanori en su apartamento, esperando por algo que no iba a ocurrir, y no tuve que pensarlo dos veces.

_Voy a su casa. –dije levantándome y cogiendo mi cazadora, cartera y llaves mientras mantenía todavía la llamada.

_Gracias, Akira. Sabes cuanta ilusión le hacía celebrar el cumpleaños. Lo lleva preparando desde hace meses. –tragué saliva al recordar el día que entró en mi tienda buscando un regalo, que ahora seguía envuelto.

_Lo sé. Y gracias por llamarme Kouyou, te debo una –dije mientras me calzaba, el otro rió un poco, y nos despedimos.

Pedí un taxi, pues de noche no solía haber mucho transporte público, y sólo tuve que esperar unos minutos hasta que apareció.

En muy poco tiempo, estaba frente al portal de Taka. Justo salían dos señores, así que pude entrar sin llamar al timbre, y subí en ascensor hasta su piso. Me planté frente a la puerta, y respirando una vez para calmarme, toqué el timbre particular de la puerta.

Unos segundos después, alguien la abría de forma cautelosa. Cuando me vio, quedó petrificado en el sitio mirándome con incredulidad.

_Hola Taka, siento no ser quien esperabas –dije con una pequeña sonrisa de disculpa. No hubo más palabras antes de que se lanzara contra mi cuerpo, abrazándome de la cintura y enterrando su rostro en mi pecho. Lo abracé reteniéndolo allí, y repartiendo alguna caricia por su cabellera y espalda.

Estuvimos un rato así, sin decir nada, hasta que se apartó lentamente de mí.

_Vamos dentro – dijo con la voz algo ronca.

 Cuando entramos la luz tenue de los focos del salón le iluminaron mejor, y con un dolor en el pecho, aprecié que había estado llorando. Tenía los ojos rojizos, y algunas pestaña pegadas unas a otras por la humedad. Sobre la mesa del comedor estaba la mesa preparada para una cena con velas, y bolsas de regalos apiladas en una esquina. Oh mierda, aquello estaba mal. Taka se lo había currado demasiado, y le habían dejado tirado. Mis ganas de hacérselo pagar a aquel desgraciado crecían por momentos.

_¿Quieres tomar algo? –escuché que decía desde la cocina. Fui hasta allí y vi comida preparada y sin tocar todavía.

_¿No has cenado? –dije sin contestar su anterior pregunta.

_No tengo mucha hambre –dijo con una sonrisa forzada. No, esto no podía quedar así.

_Pero la comida tiene muy buena pinta… Y la mesa está decorada demasiado bien como para ignorarla –dije con una sonrisa. Apartó su mirada al suelo, todavía con tristeza rodeándole. Me acerqué hasta él, y agarrándole de la barbilla le obligué a mirarme. -¿Aceptas a cenar conmigo? Quiero probar tu comida. Hasta ahora sólo hemos comido de la mía desastrosa.

Eso último le sacó una risa sincera, y me alegró como un pequeño rayo de sol al verle sonreír de nuevo.

Preparamos la comida en los correspondientes platos de la cara vajilla y encendimos las velas para darles su función. Su comida estaba deliciosa, y así se lo hice saber, diciéndole que a partir de ahora cuando cenáramos juntos haría la cena él.

Después de cenar fuimos hasta el sofá, donde tomamos las últimas copas de vino para terminar la botella. Notaba el calor de la bebida en mi cuerpo, pero era placentero. Hacerle reír de nuevo y eliminar los malos pensamientos de su cabeza por aquella noche me hacía sentir bien. Era como si para estar yo tranquilo, necesitaba que él, mi otra mitad lo estuviera también. Ya no era suficiente sentirme bien sólo yo.

Comenzó a jugar con mis dedos, y empezó a reírse de ellos diciendo que eran raros y demasiado flexibles. Ofendido, comencé a hacerle cosquillas, y ante mi sorpresa tenía muchas.

_¡Te mato! –gritó entre risas. Esto me animó a hacerle más con una sonrisa satisfecha –Suzuki, ¡para ahora mismo! –me dijo en tono que debía ser amenazador, pero camuflado entre sus risas no sonó como esperaba.

En poco rato ya lo tenía bajo mi cuerpo, tumbado en el sofá pidiendo clemencia.

_Retira lo dicho sobre mis bonitas manos –dije bromeando. Él riendo bajo los efectos de las cosquillas (y tal vez del alcohol también), dijo que lo sentía, que mis manos eran perfectas, y sólo entonces dejé de atacarlo.

Fue entonces que me di cuenta de lo cerca que estábamos el uno del otro, y de la posición que manteníamos. Lo normal habría sido alejarme y separarnos de aquella situación, pero su rostro con unos mechones castaños cayendo sobre sus ojos y sus labios apetecibles entreabiertos me lo impidieron. Apoyándome con mis manos sobre el mullido sofá, me incliné más sobre él, acortando la distancia. Podía notar su respiración acelerada sobre mis labios, y sus manos viajar hasta mi pecho para retenerme, impidiéndome que descendiera la distancia que faltaba para tocarnos.

_Akira… Por favor…  No me hagas esto… -dijo cerrando los ojos, como si mantuviera una lucha interna. Humedecí mis labios que se secaban por momentos, y en un susurro le hablé cerca de su oído.

_Dime que no lo quieres y me apartaré –sus manos se cerraron en puños agarrando el frente de mi camiseta. Como sospechaba, no dijo nada. Solamente quedó con los ojos cerrados y su respiración y ritmo cardiaco acelerados.

 Acorté de nuevo la distancia entre nosotros, y esta vez no lo dudé dos veces. Acerqué mis labios hasta los suyos, y al fin el contacto entre ellos se produjo, al principio como simples caricias, aprendiendo la textura y sensación de los labios contrarios sobre los propios, mientras la sensación de que algo se removía en mi pecho era más fuerte que nunca, como si vibrara de alegría y me forzara a continuar.

Después de unos segundos así, noté que abría sus labios delicadamente, dándome paso para profundizar el beso. Nuestras lenguas se encontraron, y noté como si mi lado salvaje se desatara, de repente queriendo más, queriéndolo todo de aquel ser que estaba bajo mi cuerpo. Grabé en mi memoria su sabor, leves gemidos y sensación a la que me había vuelto adicto. Si un abrazo me había forzado a necesitar más contacto con Takanori, aquel beso me había convertido en un total dependiente de su persona.

Cuando nos separamos para recobrar el aire perdido en nuestros pulmones, junté nuestras frentes mientras estábamos con los ojos cerrados, mezclando nuestras respiraciones y abrazándonos. No sabía en qué momento exacto, pero había pasado sus brazos por mi cuello para atraerme hacia él.

Cuando abrí los ojos, él me miraba en parte con temor, en parte con culpa, y eso no me gustó nada.

_Esto no debería haber pasado… -dijo deshaciendo su agarre sobre mi cuello, e incorporándose lentamente obligándome a retirarme de encima suya, sentándome a un lado. Cuando estuvo sentado, enterró su rostro en sus manos, y me sentí estúpido por haberle puesto en una situación como aquella. Había ido para librarle de su tristeza, y había conseguido sustituirla por culpabilidad. ¿Cómo le había hecho eso?

_Taka, lo siento, ha sido culpa mía –dije tratando de buscar las palabras adecuadas.

_También ha sido mía, no te detuve –dijo sonando débil y derrotado.

_Nadie tiene que enterarse, esto quedará entre nosotros –le dije tratando de tranquilizarlo. Separó su rostro de sus manos para mirarme de forma casi fulminante.

_Lo sé YO, y con eso basta para que me sienta culpable. –dijo con un tono helador.

Me dolía tanto que algo que se había sentido tan bien, tan correcto, fuera tan sólo un error. Que estuviera mal desde el punto de vista de Takanori.

_Lo siento. –dije levantándome y caminando hacia el hall dispuesto a marcharme. No quería ver más su cara de dolor y culpabilidad con lo que para mí había sido la mejor sensación de mi vida.

Me estaba calzando, y ya me estaba poniendo mi cazadora, cuando escuché su voz desde mi espalda.

_Akira –me volví al momento, y vi que se acercaba hasta mí. –Lo que ha pasado no puede volver a ocurrir. Pero no me arrepiento. –sus últimas palabras me cortaron la respiración, mientras su mirada me atravesaba el alma, con miles de significados difíciles de descifrar. Le dediqué una media sonrisa antes de despedirme.

_Buenas noches, Takanori.

 

De camino a casa, mientras estaba sentado en otro taxi, no pude evitar sacar el móvil y observar su contacto en mi agenda. Le di a editar, y cambié su nombre por el de “Taka <3”, sintiendo que en mis labios se formaba una sonrisa.

 

 

 

 

 

 

 

A principios de Diciembre, salimos a celebrar que a Takanori le habían puesto de las notas más altas en su proyecto, y por tanto sus diseños irían a una pasarela por primera vez, junto al fin de exámenes de Taka, Kouyou y Yuu.

Habría sido una noche perfecta, de no ser porque también estaba Yutaka con nosotros, pasándole el brazo por los hombros a Takanori y dándole algún que otro beso que me quemaban de rabia por dentro. Notaba que en circunstancias como aquellas Taka evitaba mirarme, y eso en parte me cabreaba más.

Después de ir por un par de bares para ponernos a tono con varias copas, fuimos a una discoteca. Noté que Takanori no estaba muy cómodo, y recordé el primer día que nos conocimos cuando me confesó que no le gustaban las aglomeraciones. Iba a acercarme a él para distraerlo, pero su fastidioso novio se puso en marcha para destrozarme el plan, colocándose a su lado de nuevo. Al menos tuvo la decencia de invitar a una ronda de chupitos.

Bebí algún cubata más, y de repente noté que Yuu me tocaba el brazo para llamar mi atención. Traté de entender lo que decía, pero entre la música y el alcohol se me hizo muy complicado.

_Hay una chica que no te quita el ojo de encima –me guiñó un ojo, y movió la cabeza en dirección a donde debía mirar. Era cierto, una chica, bastante guapa, me miraba desde unos metros en la lejanía. En otro momento de mi vida me habría lanzado sin dudarlo, pero en aquellos momentos, realmente no me apetecía ligar con nadie.

_No gracias. No tengo intenciones de buscarme a nadie –le dije removiendo el contenido del cubata que me quedaba.

_Oh venga, no seas aguafiestas –me dijo empujándome en dirección a la chica. Iba a volverme y pegarle al estúpido de mi amigo cuando noté una mano en mi brazo. Me giré y vi que era la chica que se había acercado hasta mí. Me cago en ti Yuu.

_Hola guapo ¿cómo te llamas? -¿en serio me estaba pasando esto? Suspiré antes de contestar.

_Akira –no pregunté por su nombre pues no me interesaba realmente. Me lo dijo igualmente, pero no lo escuché por la música tan alta. Tampoco me pareció una gran pérdida.

_¿Vamos a bailar? –me dio una sonrisa seductora. Me bebí lo que me quedaba en el vaso antes de dejarlo en una barra en una columna donde se amontonaban más vidrios, y la seguí hasta la pista de baile.

El alcohol me hizo olvidarme de con quien estaba en realidad, y comencé a acercarme al otro cuerpo hasta tenerlo pegado al mío. Busqué el calor que siempre me invadía en mi pecho cuando tocaba a Takanori, pero por alguna razón sólo con roces, o con tenerlo contra mí restregándose no era suficiente. No aparecía esa sensación en mi interior. Me sentía vacío.

Decidí besarle, así no había forma de que no se provocara la sensación placentera dentro de mí, pero al juntar mis labios con los suyos no sentí nada. Desesperado empecé a besarle con más fiereza, pero una sensación angustiosa me invadió por completo.

De repente una mano me agarró del hombro forzándome a separarme de aquel beso tan poco placentero, y vi que en la mano que me agarraba todavía, estaba atado el hilo rojo. Miré confundido atrás y vi que con quien me había besado era la chica que me había invitado a bailar. Noté que Takanori me arrastraba entre la multitud y pronto la perdí de vista, hasta que entramos en el baño y el sonido dejó de taladrarme la cabeza, permitiéndome pensar algo más claro. Aunque con todo aquel alcohol en mis venas era muy difícil.

_¿Qué demonios hacías con esa? –la voz masculina y grave de Takanori me recorrió al instante el cerebro, calmándome. Aunque su tono no era para nada amable.

_¿A ti que te parece…? –dije con una sonrisa burlesca en mis labios, y apoyándome en uno de los lavabos para no caer, pues el mareo cada vez era mayor.

_No puedes ir por ahí liándote con la primera que pasa delante de ti –solté una carcajada irónica.

_¿No puedo? ¿Quién me lo impide? –dije empezando a enfadarme de verdad.

_Lo digo yo –me dijo con voz autoritaria. Mi ceño se frunció al momento.

_¿Cómo puedes ser tan hipócrita? Yo tengo que soportar durante toda la noche verte con Yutaka sin poder decir nada al respecto, y yo no puedo morrearme con una tía. –resoplé sin comprender su egoísmo.

_Es diferente, Yutaka y yo estamos saliendo. –como un puño contra mi estómago fueron aquellas palabras.

_Tienes razón. –dije mirándole dolido. –Lo tuyo duele más.

Abrió los ojos sorprendido por mis palabras, pero no me quedé más tiempo esperando a que me dijera nada más. Salí del baño, y cuando me encontré con los demás me despedí diciendo como excusa que estaba cansado, y que al día siguiente tenía que trabajar. Aunque aquello no era mentira.

Salí a la calle en busca de algún taxi que me llevara a casa, abrazándome para intentar entrar en calor pues hacía mucho frío en la calle.

_¡Akira! –su voz sonó a mis espaldas, obligándome a girarme y mirarlo de frente. Cuando me alcanzó, vi su mirada desesperada y cómo se mordía el labio inferior con nerviosismo. –Perdona…  Me he comportado como un imbécil y egoísta. Fui yo quién te pidió que no fuéramos nada más que amigos, que pudiéramos tener las parejas que nos dé la gana.

Su aliento al hablar hacía pequeñas nubes de vaho por el frío. Iba a decirle que estaba bien. Que durmiendo se me pasaría el cabreo, ya que al fin y al cabo, desde el principio yo no había querido estar con aquella tipa. Pero su voz me silenció de nuevo.

_Pero no he podido evitarlo. –Parecía que decir todo aquello le estaba costando horrores, y probablemente así fuera. -No…  No quiero verte con otras personas tocándote y menos besándote. –Su voz mostraba disgusto de sólo pensarlo. -He sentido lo que probablemente sientes tú cada vez que me ves con Yutaka, y no es nada agradable. –suspiró, mirando al suelo, y yo me quedé petrificado con sus palabras. Sin embargo, yo no podía acceder a lo que me pedía sin algo a cambio.

_¿Y qué propones que hagamos, Taka? No tienes intenciones de dejar a Yutaka, y yo no puedo mantenerme encerrado en casa esperando a que vengas tú, sin relacionarme con nadie.

_Dame tiempo, por favor. –me dijo con mirada suplicante. –Yutaka es muy importante para mí, fue la primera persona en aceptarme tal y como soy, y no quiero hacerle daño. Pero tampoco quiero dañarte a ti, así que por favor, espérame. Quiero hacer las cosas bien.

Su voz era temblorosa y suplicante. Necesitaba saber muchas cosas, pero sabía que Takanori no me proporcionaría la información que quería, así que decidí llamar a Kouyou al día siguiente. Por el momento, necesitaba saber una cosa más.

_¿Cuánto tiempo? –dije firme. Su mirada se retiró al suelo, y supe que no había un tiempo definido. Podían ser días, semanas o tal vez meses. Reí internamente con amargor. –Buenas noches Taka.

Me despedí y me monté en el taxi que estaba más cerca, dejándole allí en la calle mirándome, irónicamente, como un cachorro abandonado.

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente después del trabajo llamé a Kouyou y le pedí que quedáramos en algún sitio donde ambos conociéramos para hablar. No esperé mucho sentado en una mesa de un café hasta que apareció. Me saludó con la mano antes de sentarse frente a mí.

Después de pedir algo para tomar, abordé el tema que quería tratar sin rodeos.

_Aquella noche, en el cumpleaños de Yutaka, cuando me llamaste por teléfono me dijiste que no era la primera vez que le hacía algo así, y que Takanori no quiere verlo. ¿A qué te referías? –suspiró apoyándose en el respaldo de su silla, y pareció meditar unos instantes antes de responderme.

_Verás, cuando conocí a Taka, en primero de carrera, él ya salía con Yutaka. En realidad fuimos al mismo instituto y preparatoria, pero Takanori era un chico reservado. Había sido dedesde pequeño marginado por la obviedad de que era homosexual. Nadie lo apoyó nunca, hasta que llegó Yutaka. Comenzó a decirle que estaba bien tal y como era, que no tenía que cambiar para gustar a los demás, y eso le dio fuerzas para abandonar su casa donde recibía malos comentarios continuamente y hacer frente a los días del instituto. Por esa parte le estoy muy agradecido, pues no sé qué habría sido de Taka sin él.

Escuché la historia con atención aprendiendo cosas nuevas de su pasado. No podía creer que una persona tan fuerte como parecía Takanori hubiera sufrido de aquella forma en el pasado. Me dolía saber que había sufrido tanto durante años, y me dolía más no haberle conocido en aquel entonces para estar a su lado y apoyarle.

_Pero durante los últimos años, hay cosas que hace Yutaka que no son para nada normales. Desaparece en fechas importantes, vuelve tarde del trabajo incluso cuando no le tocan guardias, se enfada con Taka cuando no está en casa cuando vuelve, desprecia cosas que le regala o hace por él, y por alguna razón Takanori sólo lo acepta, y no se rebela contra él más allá de simples discusiones.  Si fuera cualquier otra persona, Takanori le habría mandado a la mierda hacía ya tiempo.

_¿Por qué no le deja? –dije sin comprender la situación.

_Lo intentó. Hace un año. Le hice ver que algo estaba mal, que una relación así no tenía sentido, y le apoyé para que le dejara. Fue imposible. Yutaka le hizo sentirse mucho peor, diciéndole cosas como que después de todo lo que había hecho por él, pensaba abandonarlo, que era una mala persona y que sólo conseguía dañar a los que le rodeaban. –Me quedé mirándole atónito. –Desde entonces, Taka no ha vuelto a debatirle nada. Quiere mucho a Yutaka, y no quiere dañarle.

Me quedé mirando la mesa fijamente, sin saber qué decir.

_No lo entiendo.  En parte por lo que me has contado al principio, parece que Yutaka quiere apartar a Takanori de su lado, pero después cuando intentó dejarle no le dejó hacerlo. ¿Qué pretende exactamente? –Kouyou suspiró agotado, y negando con la cabeza habló de nuevo.

_Sólo tengo teorías. Tener a Taka cerca es algo muy positivo y cómodo, ya que viene de una gran familia, le deja utilizar su dinero cuando quiere, y hace todo lo que le pide, a cambio de alguna cita al mes y poco más que Yutaka le da como pareja. Puede divertirse con otros fuera de casa, y cuando vuelve tiene la “esposa perfecta” esperándole. -Fruncí el ceño molesto, notando un peso en mi pecho que me hacía sentir incómodo. –También estoy seguro de que Yutaka quiere a Takanori, pero probablemente no como pareja y no se da cuenta de ello. Se han acostumbrado el uno al otro y no quiere soltar lo que conoce. –hizo una pausa mirando por la ventana del local, y después volvió la vista hacia mí y continuó hablando.

_Por supuesto, como he dicho son sólo teorías. Pero me duele ver que cada vez que Yutaka se marcha a un congreso o se queda de guardias, Taka espera mirando la pantalla del móvil a recibir aunque sea un mensaje que no llega nunca. Creo que se merece algo mucho mejor que todo eso, y sé quién se lo podría dar. –dijo sonriéndome, dejándome sorprendido. –Sé que sois algo especial el uno para el otro, aunque él no me lo ha dicho. –hizo una pausa antes de seguir. –Dime una cosa Akira, ¿os une el hilo del destino? –lo miré atónito durante unos instantes. ¿No se suponía que aquel chico era un empanado? ¿Por qué sabía tanto de repente?

No sabía qué contarle. Si Takanori no le había dicho nada, no quería traicionarlo contándoselo yo. Pero supuse que nada iba a salir de aquella conversación en aquella cafetería.

_Sí –dije simplemente. Se formó una sonrisa radiante en sus peculiares labios.

_¡Lo sabía! La forma en que os miráis y por cómo actúa Taka a tu alrededor son pistas demasiado obvias. –dijo satisfecho con su descubrimiento.

_De todos modos quedamos en ser amigos. Como otras almas gemelas que mantienen relación de amistad. –le aclaré para que no se hiciera ideas equivocadas. Enarcó una ceja y me miró de una forma que parecía despectiva.

_¿Sois idiotas o qué? –Vale, sí, su mirada era despectiva. –Eso no es algo que se elige. Cada unión entre almas gemelas es única y funciona de diferentes formas. No es como si puedes elegir ser sólo amigo con la otra persona porque sí. –Me quedé escuchándole con atención tratando de comprender lo que me explicaba –Si habéis tenido impulsos de besaros, o si sentís algo más por el otro, significa que vuestro destino es ese, y no podéis cambiarlo.

Le di vueltas en mi cabeza a lo que me había dicho, y realmente tenía sentido. Por mucho que tratara de ver a Taka como un amigo, algo en mi interior cada vez que estaba con él me forzaba a ir más allá. Como una fuerza invisible que me atraía hacia su persona sin remedio.

Después, estuvimos un rato más hablando sobre temas sin importancia, y llegó la hora de despedirnos.

_Gracias por ayudarme con todo esto. Y gracias por contarme lo que sabes Kouyou. Quiero ayudar a Takanori. –asintió con la cabeza y movió una mano restándole importancia.

_Espero que lo consigas –me dijo con una sonrisa sincera

 

 

 

 

 

 

Era Navidad, y caía nieve por todo Tokyo. Estar en casa solo durante las vacaciones era aburrido, así que había decidido dar una vuelta, envolviéndome en una bufanda hasta la nariz y poniéndome mi abrigo de invierno.

Las luces eran bonitas, y la decoración de todos los locales me hacían sentirme como un niño. Caminé largo rato rodeado de gente hasta que decidí comprarme un café para llevar. Iba a entrar en un local, cuando justo la puerta se abrió y de él salió Takanori con un vaso de cartón en la mano. Me quedé petrificado en el sitio y él también en cuanto me vio.

Iba con un abrigo negro, bufanda y gorro a juego que le hacían verse adorable y más pequeño de lo que era. No habíamos hablado desde la noche de la discoteca, y no me había dado cuenta de cuanto le echaba realmente de menos hasta que no lo tuve enfrente.

Pero justo en ese momento apareció Yutaka por la puerta.

_Taka ¿me dejas dinero? Se me ha olvidado sacar del banco. –el castaño no aparto su vista de mí, y Yutaka al ver que no le respondía miró en mi dirección. -¡Oh! Akira, cuanto tiempo. Menuda coincidencia encontrarte aquí –dijo con una sonrisa. Yo traté de dibujar otra en mi rostro, pero me costó horrores.

_Salí a dar un paseo. –dije restándole importancia al asunto. En aquel momento Takanori sacó su cartera y le dio el dinero que le había pedido el mayor. Suspiré creando una nube de vaho frente a mí. De nuevo cuando quedamos a solas, se quedó mirándome, al parecer buscando las palabras apropiadas.

_Siento no haberte escrito. He estado ocupado. –dijo al fin. Yo afirmé con la cabeza.

_No te preocupes, yo también he estado liado. –mentí, mirándolo fijamente. Necesitaba escuchar algo, cualquier cosa relacionada con la ruptura con Yutaka, pero no tenía pinta de que hubiera cambiado nada entre ellos dos. Yo quería decirle que le echaba de menos, que por favor quería quedar con él un día, que tenía un regalo para él comprado y todavía envuelto en casa, pero justo en aquel momento salió de nuevo el susodicho novio.

_Bueno, nosotros ya nos íbamos, ¿verdad Taka? –Takanori no hizo señal de responder. –Feliz Navidad Akira –me dijo obligándole al menor a avanzar pasando un brazo por sus hombros. Ninguno de nosotros dijimos nada, manteniendo la mirada puesta uno en el otro hasta que marcharon entre la gente. Los vi perderse en la lejanía, con Takanori girando su cabeza para mirarme una última vez por encima de su hombro, mientras el hilo rojo se burlaba de mí haciéndose cada vez más largo.

 

 

 

 

 

 

No tuve que esperar mucho más para saber de nuevo sobre él. La noche del día 27, recibí una llamada que me despertó de mi profundo sueño. Cuando vi “Taka <3” en el contacto de la pantalla, contesté sin dudarlo.

_¿Sí…? –dije tratando de sonar lo menos dormido posible. Hubo un silencio en la línea, que casi provocó que me durmiera de nuevo, pero entonces su voz temblorosa me despejó del todo.

_Aki… ¿puedo pasar la noche en tu casa? –Me incorporé al momento mirando mi reloj de mesilla. Eran las 2 de la mañana.

_Claro… ¿ha pasado algo? –pregunté preocupado. No respondió a mi pregunta.

_¿Puedes abrirme? Estoy abajo. –le dije que iba y colgué. Me levanté al momento de mi cama poniéndome un pantalón ancho y largo de pijama para no recibirlo en bóxers, y abrí la puerta desde el timbre.

Esperé a que sonara mi puerta, y entonces le abrí para darle paso a mi apartamento. Sus ojos me miraron y estaban vidriosos, como si estuviera a punto de echarse a llorar, mientras se mordía el labio inferior para impedir que le temblara. Su nariz y mejillas estaban rojas, probablemente del frío, pues no llevaba nada muy abrigado para la temperatura que hace fuera, sólo una chaqueta no muy gorda por encima de su ropa habitual.

Alargué una mano hasta acariciar su cara, y cerró los ojos dejando escapar una lágrima que sequé al momento.

_Estás helado, ven entra. –cerré la puerta tras él, y después de descalzarse le agarré de la mano para llevarlo hasta mi cama. Me senté bajo el edredón de plumas, y tiré de su brazo para que se sentara entre mis piernas, tapándonos a ambos para hacerle entrar en calor lo antes posible.

Lo abracé desde atrás y él apoyó su cabeza entre mi hombro y mi cuello. Noté que empezaba a dar algún espasmo, y supe que estaba llorando, pero le dejé desahogarse. Sabía que lo necesitaba.

Después de un buen rato cuando ya estaba más calmado, se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta y quedamos en silencio, sólo escuchando nuestras respiraciones, mientras yo repartía alguna caricia en patrones circulares por su pecho, que era donde quedaban mis manos al abrazarlo.  Esperé un poco más para asegurarme de que estaba mejor, y entonces me atreví a preguntar.

_¿Qué ha pasado? –mi voz sonó extraña después de haber estado en silencio por tan largo tiempo. Noté que suspiraba entrecortadamente, y después habló.

_No podía más. –su voz sonaba ronca y más grave de lo habitual. –Se lo he contado todo.

Miré hacia abajo tratando de ver su rostro, aunque sólo fui capaz de alcanzar parte de su perfil.

_Después de encontrarnos contigo anteayer, no pude evitar comportarme diferente. Él lo notó, y por supuesto me preguntó varias veces qué me sucedía. Traté de ignorarlo, de pensar que lo que estaba sintiendo cambiaría pronto a mejor, pero me estaba engañando. –agarró una de mis manos sobre su pecho para entrelazar nuestros dedos. –Duele Akira. Cada día que me obligo a no sentir nada por ti me duele físicamente. Aquí. –noté cómo llevaba su otra mano hasta su pecho y agarraba de su camiseta.

Sabía que no mentía. Yo también había sufrido auténtico daño en distintos episodios, y eso me hacía pensar qué tan fuerte podía ser nuestra unión para causar dolor físico, además conociéndonos desde hacía relativamente poco tiempo.

_No pude guardármelo más tiempo, y le dije que te había besado. –suspiró –Todavía recuerdo su cara de incredulidad al decírselo. Me dijo que no pasaba nada, que a veces cometemos errores, que había sido algo pasajero. –Soltó una pequeña risa irónica –Pero entonces, le dije que lo que menos había sido aquello era “pasajero”. Que realmente me gustas y te quiero. Que no puedo seguir con él. –Llevó sus piernas flexionadas hacia su pecho y posicionó su cara entre sus rodillas, provocando que su voz sonara ahogada. –Realmente soy una mala persona. –Aquellas palabras me dolieron y lo miré con los ojos abiertos de par en par. –He dañado y engañado a una de las pocas personas importantes en mi vida.

No podía seguir escuchándole decir aquellas cosas sobre sí mismo, por lo que me acerqué y pegándome a su espalda en un abrazo más profundo, apoyé mi barbilla en su hombro y susurré.

_Basta por favor… -dije enterrando mi rostro en su cuello. –Eres una persona maravillosa, y no pienses lo contrario. Yutaka te ha estado haciendo daño y tú no se lo has reprochado nunca. Sé que intentaste dejarle hace un tiempo y no te dejó abandonarlo. Aunque quieras a una persona no tienes que hacer todo lo que te diga Taka… Y Yutaka tiene que darse cuenta de esto. –Desenterró su rostro de sus piernas incorporándose para mirarme a los ojos. –No quiero que sufras más. –dije apartando unos mechones castaños de sus ojos.

_¿Cómo estás tan seguro de que no soy yo el malo aquí? –dijo con duda en su voz. No pude evitar sonreírle.

_Porque eres mi otra mitad, Taka. –Cerró con fuerza el agarre en nuestras manos todavía entrelazadas, y se acercó hasta mis labios provocando el contacto entre nosotros que tantas sensaciones me provocaba en mi interior.

Correspondí al beso al instante, notando como los días sin hablar con él se borraban de mi memoria siendo reemplazados por aquel contacto tan adictivo, con las corrientes de calor que recorrían todo mi cuerpo hasta la punta de mis dedos.

Se giró por completo posicionando sus manos sobre mi pecho, obligándome a tumbarme y colocándome bajo él en el colchón, profundizando el beso, mientras pasaba una mano por mis cabellos, y yo le agarraba de la cintura para atraerlo más hacia mí. De repente se juntaron nuestras pelvis, y no pude evitar soltar un gemido en medio de nuestro beso, que poco a poco tomaba una dirección nueva. No pensaba que era posible sentir más calor dentro de mi cuerpo, pero me equivocaba. Empezaba a quemarme internamente, desesperándome poco a poco por calmar aquello que se removía inquieto en mi pecho, junto a mi pulso acelerado.

Tiró de los cabellos de mi nuca provocando que echara mi cabeza hacia atrás con un leve quejido cortando el beso, y me retuvo allí mientras acercaba sus carnosos labios hasta la piel de mi cuello, provocándome un escalofrío. Notaba su aliento y respiración recorriendo mi piel, hasta que decidió detenerse en un punto cerca de mi nuez, y allí dio la primera lamida que me obligó a retorcerme bajo él. Continuó lamiendo la piel sensible de mi cuello, bajando hasta mi clavícula, dejándome con la única posibilidad de gemir y agarrarme fuerte de su espalda.

_Eres demasiado bueno para tu propio bien… -susurró en una voz ronca que me hacía volverme loco.

_Taka… -susurré subiendo una mano por su espalda hasta su nuca, y le obligué a volver hasta mis labios que lo devoraron desesperados.

Noté que juntaba nuestras pelvis de nuevo, con pequeñas embestidas y provocando un roce entre nuestros miembros que empezaba a hacerme jadear.

Conseguí en medio de nuestro beso y el movimiento de nuestras caderas intercambiar puestos dejándolo bajo mi cuerpo, a mi merced. Y fue en aquel momento cuando supe que ya no había marcha atrás. No podía apartarme de aquel cuerpo sin hacerlo mío, sin hacernos uno.

_No has estado nunca con un chico, ¿verdad? –me dijo. Negué con la cabeza algo avergonzado por el hecho de que haber estado con mujeres en un momento como aquel no contaba, y empecé a ponerme algo nervioso porque no quería hacerlo mal, aunque no dejé que aquello se reflejara en mi rostro. Sin embargo, Takanori estaba ahí para calmarme sin siquiera saberlo. –No querrás volver a estar con una mujer. –me dijo en tono descarado y sonriéndome de forma juguetona. Negué con la cabeza mientras soltaba alguna risa y le besaba de nuevo, demandante y esta vez siendo yo quien repartía alguna embestida para provocar más roce entre nuestros miembros ya despiertos.

Bajé una mano hasta el extremo de su camiseta, y le obligué a quitársela, regalándome la vista de su pecho desnudo, con una piel blanca y suave cubriéndolo. Sin apartar la vista de aquella piel tan limpia, me lancé como un depredador deseoso de marcarla, de dejar evidencia de que me pertenecía. Succioné la piel de su clavícula, haciéndole soltar un bajo gemido, agarrándome de nuevo de mi nuca y dándome leves tirones cuando recibía leves mordiscos de mi parte. Una vez satisfecho vi que había dejado dos marcas visibles y rojizas, les di una última lamida como despedida y bajé hasta uno de sus pezones, succionándolo al momento y provocando que me agarrara más fuerte del pelo, como si quisiera retenerme allí, mientras daba pequeñas envestidas con sus caderas y entrelazaba sus piernas sobre las mías, buscando cualquier tipo de contacto que le ayudara a recibir más placer.

De repente noté que soltaba mi pelo, y sus manos viajaban a mi camiseta tironeando de ella hasta que me incorporé para quitármela, cumpliendo su demanda silenciosa. Me observó y se mordió el labio inferior, desatando la lujuria que había en mi interior, mientras alargaba un brazo hasta que su mano recorrió mi pecho de forma descendente hasta llegar a la goma elástica de mis pantalones de pijama. Retiró sus piernas de mi cadera, y se incorporó hasta quedar de rodillas frente a mí, besando en el medio de mi pecho sin esperar más tiempo, y descendiendo con caricias por mis costados hasta empezar a bajarme el pantalón y los bóxers hasta mis rodillas, agarrando mi miembro totalmente duro sin ningún pudor, y yo soltando un gemido sin remedio. Me masturbó lentamente, como una pequeña tortura, sin dejar de morderse el labio y sin apartar su mirada cargada de deseo de mi entrepierna. Iba a suplicarle que acelerara el ritmo de su mano, pues necesitaba más, pero justo en aquel momento mis palabras se ahogaron al verlo inclinarse y llevar su preciosa boca hasta mi miembro, enterrándolo en su húmeda y caliente cavidad de una sola vez.

Gemí. Gemí desesperado, echando mi peso hacia atrás, sentándome en mis talones con el único apoyo de una de mis manos en el colchón, mientras la otra viajaba hasta su cabeza, entrelazando mis dedos en sus cabellos. Aquello se sentía demasiado bien y mi cordura amenazaba con desaparecer. Traté de no envestir con mis caderas, pero cuando las succiones de su boca eran especialmente intensas las movía de forma inconsciente. Como para acabar conmigo, empezó a gemir repartiendo vibraciones desde su garganta, haciéndome enloquecer, y cuando miré hacia su cuerpo, vi que había abierto sus pantalones y estaba masturbándose.

_Joder… -gemí con voz ronca y grave, humedeciendo mis labios que se secaban por momentos. Eché mi cabeza hacia atrás atrapado por el placer, y cerré los ojos, notando que mi orgasmo se acercaba peligrosamente. –Taka… Mh… No puedo…. –con mis palabras entrecortadas comenzó a ralentizar el ritmo, y me miró directamente a los ojos, con recelo por haberle detenido de su tarea, y lentamente sacó mi miembro totalmente húmedo y rojizo de su boca, secándose cualquier rastro de saliva de sus gorditos y ahora hinchados labios con el dorso de su mano.

Había dejado de masturbarse, y ahora se desvistió del todo, tirando su ropa al suelo, y yo hice lo mismo tirando mi pantalón y ropa interior junto a la suya. Se tumbó boca arriba, esperando a lo evidente. Mordiéndome el labio, alargué mi mano hasta abrir el cajón de la mesilla, y de allí cogí un botecito de lubricante, que le hizo incorporarse sobre sus codos y  levantar una ceja incrédulo.

_¿No eras el señor hetero que no se ha acostado con hombres? –me dijo algo mosqueado. Sonreí por la clara molestia que le causaba la idea de que pudiera haber estado con otro chico antes que él.

_Ya te lo dije, tú eres el primero –le aseguré besando sus labios de forma superficial.

_¿Entonces? –dijo mirando el botecito sin comprender.

_Fue una broma de Yuu –dije recordando la cara que se me había quedado cuando me regaló aquello por mi cumpleaños, diciéndome que tenía que probar con un hombre. –Por una vez una de sus estupideces va a servir para algo –dije sonriéndole y sacando una sonrisa también de sus labios. No pude evitarlo y le besé de nuevo, queriendo hacer mía aquella sonrisa, y le obligué a tumbarse de nuevo sobre el colchón, abriéndole las piernas para permitirme acceso a aquella zona que deseaba como nada en aquellos instantes.

Comencé a repartir besos por el interior de su muslo, descendiendo hasta su ingle y notando que su respiración se agitaba, y sus piernas se cerraban involuntariamente apresándome entre ellas, pero le obligué a abrirlas de nuevo. Acaricié con mis manos sus nalgas, y las separé deleitándome con la vista de su pequeña entrada. Dios, me estaba volviendo loco. Descendí hasta una de sus níveas nalgas y le propiné un mordisco que le hizo gemir y estremecerse. Sonreí complacido, y decidí no esperar más.

Impregné tres de mis dedos con el gel transparente y frío del botecito que había cogido, y llevé el primero hasta su ansiosa entrada. Comencé a introducirlo despacio, y con satisfacción vi que su entrada tragaba mi dedo sin apenas resistencia, deseosa de tener más, mientras de la boca de Taka salían gemidos leves. Introduje el segundo dedo, abriéndome paso con algo más de dificultad, y obligando a aquellas estrechas paredes a relajarse y prepararse para lo que iba a venir después. Llegó el momento de introducir el tercero, y supe que había rozado algo en su interior por cómo arqueó su espalda, suplicando con mi nombre que continuara. En aquel momento, ya no pensé más de forma razonada. Puse algo más de la sustancia transparente en mi miembro que palpitaba ansioso de recibir atención y me coloqué frente a su entrada, empezando a introducirme lentamente en él, y tuve que poner todas mis fuerzas en mi autocontrol para no correrme en aquel instante.

Un calor y una estrechez que nunca había sentido me invadió de placer, dejándome con los labios entreabiertos jadeando, mis ojos abiertos sorprendidos, y mi cuerpo vibrando por la excitación y el orgasmo que me había negado a mí mismo. Permanecí unos segundos así, tratando de reponerme del impacto de aquella sensación, y noté que Takanori acariciaba mi rostro, apartándome unos mechones que caían lacios sobre mis ojos, y bajando por mi chata nariz hasta mis labios entreabiertos, mirándome como con adoración. Sin dudarlo atrapé entre estos su dedo índice, lamiéndolo y mordisqueándolo con cariño, mientras empezaba a mover mis caderas lentamente, y acelerando poco a poco el ritmo, hasta que lo único que se oía en la habitación era nuestra piel chocando y gemidos que a veces formaban el nombre del otro.

Cuando noté que no iba a aguantar mucho más, llevé mi mano hasta su erección y la masturbé con el ritmo que me introducía en su interior, una y otra vez, haciéndole perder la cordura mientras me agarraba con fuerza del pelo llevándome hasta sus labios, y yo tenía el mejor orgasmo de mi vida, notando que el hilo rojo se ceñía con más fuerza sobre mi dedo, y al poco rato notando que Takanori descargaba su esencia en mi mano que seguía masturbándolo.

Enterré mi rostro en su pecho, y aspiré su aroma, que me envolvía con un manto placentero, y después de reponerme de aquella increíble sensación, me retiré a un lado, y abracé su cuerpo para acercarlo al mío, cogiendo postura bajo las sábanas para dormir.

Me di cuenta de que tenía razón. Después de aquella noche, mientras lo tenía desnudo, durmiendo en mi pecho y yo acariciaba sus cabellos con el hilo rojo resplandeciendo más fuerte que nunca, supe que no volvería a estar con una chica. Supe que no volvería a estar con nadie que no fuera Takanori.

 

 

 

 

 

 

Ya era el último día de enero, y estaba saliendo de la tienda de ropa donde trabajo, despidiéndome de mis compañeros, cuando di unos pasos y me encontré con una figura que no me esperaba allí.

_Hola Akira –me dijo la voz suave de Yutaka. Tragué saliva algo nervioso por aquel encuentro tan repentino, pero saludé con una inclinación de cabeza de todos modos. -¿Podríamos hablar? Será solo un momento. –Fruncí el ceño extrañado, pero diciendo un “claro”, empezamos a caminar hombro con hombro, guardando un silencio un tanto incómodo hasta que el otro habló.

_Quería disculparme. –dijo con voz sincera y arrepentida. Yo volví mi vista hacia él atónito. –Llevo sin hablar con Takanori desde aquella noche, y sé que fui de lo peor diciéndole las cosas que dije. Pero no quiero que me odie. Le quiero como a un hermano, así que espero poder arreglar con él las cosas pronto… -dijo mirando el suelo como pensativo. –Sin embargo, te debo una disculpa a ti también. Podía ver que entre vosotros pasaba algo, pero me negaba a aceptarlo. Por eso siempre que estabas cerca, tenía el impulso de actuar más cariñoso con Takanori de lo que acostumbro. Realmente llevo ignorando tanto tiempo a Taka que no sé cómo he podido estar tan ciego. Pero abrí los ojos hace poco, cuando le conocí a él, mi alma gemela. –Abrí los ojos de par en par, tratando de asimilar lo que me estaba contando. –En seguida empecé a comprender por qué os mirabais de aquel modo, y por qué Taka parecía atesorar cada día que quedaba contigo. Y no me imagino el daño que te hice al besar tantas veces a Takanori frente a ti, ni el daño que le he causado a él obligándole a permanecer a mi lado este tiempo sabiendo que con quien quería estar es contigo. Lo siento de verdad.

Mi cabeza era un remolino de pensamientos, pero podía encontrar uno por encima de todo, y era que las cosas se podían arreglar y hacer que Takanori dejara de sentirse culpable. Porque aunque lo negaba, sabía que en el fondo lo seguía haciendo.

_Mañana es su cumpleaños y lo vamos a celebrar yendo a tomar algo con Kouyou y Yuu. –dije tranquilamente. Su mirada era algo esperanzada. –Puedes venir y hablar con él. Sé que Takanori está deseando arreglar las cosas contigo. –Me dedicó una de sus resplandecientes sonrisas, y dijo que iría sin falta.

Nos despedimos, y comencé a ir a casa, no sin antes pasarme por una tienda y recoger un pedido con una sonrisa en mi cara que no se borraba por la sensación de que al parecer las cosas realmente empezaban a ir bien.

 

 

 

 

 

 

Llegué a casa y me descalcé sin soltar la caja con un lazo rojo que había recogido momentos antes de la tienda.

_Tadaima –dije alegre de al fin tener a alguien en casa esperándome. Era una buena sensación.

Takanori estaba en el salón sentado en el suelo de espaldas a la entrada, y mirando alguna página de internet para buscar un nuevo piso. El mío realmente era pequeño y no quería volver al que tuvo con Yutaka, para evitar rememorar recuerdos allí enjaulados.

_Llegas muy tarde… Casi ceno sin ti. –me dijo todavía sin mirarme. Sonreí de medio lado dejando la caja de regalo bajo mi brazo, y acercándome a él por detrás para susurrarle.

_Tenía que pasarme a por tu regalo. –dije ampliando mi sonrisa cuando se volvió al instante por mis palabras.

_Akira, ni siquiera han dado las 12 todavía. –dijo sonriéndome, pero eso no lo detuvo para alargar sus manos hasta la caja que le ofrecía. Su cara fue de sorpresa al ver que la caja pesaba un poco más de lo que esperaba. Me miró con inseguridad y yo sólo le dediqué una sonrisa.

Cuando abrió la tapa con una mano, su rostro cambió a uno de auténtico asombro, mirando incrédulo su contenido.

_No puede ser… -murmuró apoyando la caja en el sofá con cuidado, y llevando una mano hasta el cachorro de chihuahua que había en su interior, durmiendo plácidamente como una bolita entre unas pequeñas prendas para mantenerse caliente. Me miró todavía incrédulo, sin palabras que salieran de su boca.

_Me contaste una vez que siempre habías querido tener un perro, pero que tus padres no te dejaron y que a Yutaka no le gustaban. –dije encogiéndome de hombros. Se incorporó de nuevo, y se lanzó contra mí, colgándose de mi cuello en un abrazo asfixiante, pero que para mí fue perfecto.

_Akira… No sé qué decir…. –susurró contra mi oído. Sonreí de nuevo agarrándole de la cintura para retenerlo en el abrazo por más tiempo.

_Con un gracias es suficiente –dije divertido. Se separó unos centímetros para agarrarme del rostro con las dos manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares.

_Eres la persona más perfecta del mundo, ¿lo sabías? –me dijo con una seriedad absoluta, haciéndome estremecer bajo sus palabras. Lo miré a los ojos juguetón.

_¿Sólo porque te he traído un perro? –dije con una media sonrisa. Esto le hizo sonreírme con una de esas sonrisas sinceras que me cortan el aliento.

_Sólo porque eres tú –su respuesta me aceleró el pulso, y se acercó hasta mis labios para besarlos como si fueran caricias de agradecimiento, siendo una de las mejores recompensas que me podía dar, sin soltarme el rostro en ningún momento. Cuando dejamos de besarnos, juntamos nuestras frentes con los ojos cerrados, simplemente disfrutando de la sensación de estar juntos, de sentirnos completos uno junto al otro.

_Te quiero –susurré contra sus labios.

Noté que de nuevo acariciaba mis mejillas, y su mano derecha descendía hasta la mía izquierda, entrelazando nuestros meñiques, donde estaba la evidencia de que nuestras almas estaban unidas por el destino.

Notas finales:

Espero que os haya gustado ;; Me he comido mucho la cabeza con este capítulo... Muchas cosas no me convencían, pero bueno, al final he decidido no darle más vueltas y publicar.

Quiero decir también, que aunque voy a marcar el fic como finalizado, puede que en un futuro suba la historia narrada desde el punto de vista de Ruki. Creo que sería interesante ver sus debates mentales y problemas con sentimientos JOJOJO Pero de momento, lo dejo como finalizado porque tengo otros fics que actualizar y no es plan de ponerme uno más a la lista.

Dejadme vuestras opiniones por favor, es mi única recompensa al fin y al cabo (?)

 

Y gracias por leer este pequeño fic. 

 

Un abrazo a todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).