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Vestigia in mendacio por BellatrixBlack25

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Notas del capitulo:

Los personajes de Harry Potter no me pertenecen son de J.K Rowling.

Summary: Harry es un niño con una inteligencia, astucia y actitud que muchas personas no esperaban en él, además de que poco a poco se va dando cuenta que los hechos y las personas no son como se dan a conocer, dejando detrás de ellos rastros de mentiras que Harry va descubriendo. Luchando también contra las personas que quieren controlarlo y matarlo solo por ser quien es.

Parsel- "Hola"

Hechizos- Accio

Recuerdos- [Hola]

He reeditado los capis anteriores por lo que para las que no lo lean de nuevo le cambié el nombre a la serpiente de Harry quise darle un nombre original y Callidus me gusto porque significa Astucia o Inteligencia bueno eso es todo disfruten del capi.

Capítulo 9 La voz tenebrosa

Pov Harry

Las cosas han estado tranquilas, si no meto el hecho de que apenas llegue Weasley y Granger siguieron insistiendo con su estupidez de regresar a la casa que pertenezco, por lo que no pude disfrutar de la cena de bienvenida. Draco se puso irritado por eso. Suspire, mañana tenemos clases con Lockhart, se nota a leguas que es un farsante.

Al día siguiente, sin embargo, apenas sonreí ni una vez. Las cosas fueron de mal en peor desde el desayuno en el Gran Salón. Bajo el techo encantado, que aquel día estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon. Draco y yo nos sentamos en la mesa de Slytherin junto a Theo, que tenía su ejemplar de Encantamientosabierto y apoyado contra una taza de leche. Siento un terrible dolor de cabeza, no quería salir de la cama, pero Draco me obligo.

—El correo llegará en cualquier momento —comentó Pansy tranquilamente, mientras comía una tostada untada con mermelada.

—Espero que madre nos mande dulces, talvez eso te haga sentir mejor—solo pude gruñir, me siento fatal, creo que me dará gripe, lo odio rara vez me enfermo y cuando pasa me siento a morir.

—¿Te encuentras bien Harry? —pregunto Daphne pasándome una mano por el cabello, suspiré, pero no dije nada.

—Creo que esta por enfermarse—murmuro Draco, los escuche sin comentar nada, el año pasado Callidus memorizo la firma mágica de todos los alumnos ahora puedo encontrar a cualquier persona sin importar el lugar en el que este.

Al dirigirnos a los invernaderos, vimos al resto de la clase congregada en la puerta, esperando a la profesora Sprout. Draco, Blaise, Theo, Vin, Greg y yo acabamos de llegar, cuando la vimos acercarse con paso decidido a través de la explanada, acompañada por Gilderoy Lockhart. La profesora Sprout venia molesta y caminaba muy rápido como queriendo dejarlo atrás.

—Hola, ¡qué hay! Estaba explicando a la profesora Sprout la manera en que hay que curar a un sauce boxeador. ¡Pero no quiero que piensen que sé más que ella de botánica! Lo que pasa es que en mis viajes me he encontrado varias de estas especies exóticas y... —saludó Lockhart, sonriendo al grupo de estudiantes que nos encontrábamos frente a él.

—¡Hoy iremos al Invernadero 3, muchachos! —dijo la profesora Sprout, que parecía claramente disgustada, lo cual no concordaba en absoluto con el buen humor habitual en ella.

Se oyeron murmullos de interés. Hasta entonces, sólo habíamos trabajado en el Invernadero 1. En el Invernadero 3 había plantas mucho más interesantes y peligrosas. La profesora Sprout cogió una llave grande que llevaba en el cinto y abrió con ella la puerta. Me llegó el olor de la tierra húmeda y el abono mezclados con el perfume intenso de unas flores gigantes, del tamaño de un paraguas, que colgaban del techo, lo cual provoco que el estómago se me revolviera. Respire profundo y me disponía a entrar detrás de Draco y Blaise cuando Lockhart me detuvo sacando la mano rápidamente.

—¡Harry! Quería hablar contigo... Profesora Sprout, no le importa si retengo a Harry un par de minutos, ¿verdad? — A juzgar por la cara que puso la profesora Sprout, sí le importaba.

—Sólo un momento —añadió Lockhart y le cerró la puerta del invernadero en las narices.

—Harry, Harry, Harry, Harry. —dijo Lockhart. Sus grandes dientes blancos brillaban al sol cuando movía la cabeza, yo me irritaba cada vez más, escuche a Callidus sisear furiosa, al darse cuenta del malestar que me ocasionaba este idiota. Ella también se encontraba mal y eso me preocupa.

—Nunca nada me había impresionado tanto como esto, escuche que eres el número uno de tu año y que incluso superas a otros alumnos de años superiores, seguro te enteraste que venía y quisiste llamar mi atención de esa forma—acaso cree que estudio solo para impresionarlo, si será idiota.

—Para su información profesor, no conocía de su existencia hasta que lo presentaron en Hogwarts, su vida me es irrelevante, si me disculpa tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo con usted—sisee molesto y con desprecio, mi cabeza me dolía cada vez más, el estómago lo tenía completamente revuelto y si eso no fuera poco me estoy mareando, sin dejarlo contestar entre al invernadero, camine hasta donde estaba Draco y me senté, justo cuando me dio otro mareo.

—Harry, ¿Estas bien? Te ves muy pálido—dijo Draco apartándome el cabello y poniéndomelo detrás de la oreja, solo pude negar. Porque si hablo temo vomitar y no me humillare de esa forma.

—Profesora, Harry no está bien—dijo Theo serio. La profesora Sprout, me toco la frente.

—Señor Malfoy, Zabini, lleven al señor Potter a la enfermería—ni siquiera recuerdo como, pero ya me encontraba acostado en la cama de la enfermería.

—Dígame algo señor Potter ¿Qué siente? —pregunto Poppy la enfermera de Hogwarts.

—Dolor de cabeza, mareos, ganas de vomitar y mi magia esta alterada—susurre muy bajo. Ella asintió y me hizo tragar una poción horrible, mi magia se empezó a salir de control, desde que desperté.

—Pueden irse chicos, no sé qué tiene, pero lo tendré en observación hasta que lo averigue—los chicos se despidieron diciéndome que me vendrían a ver después. Sentí a Callidus crecer y enrollarse en mí, por suerte Poppy no la vería ya que esta debajo de las sabanas, suspire aliviado y protegido, deje que Morfeo me reclamara.


Pov Draco

Después de dejar a Harry, regresamos a la clase y le dimos la nota que nos entregó Poppy a la profesora que solo asintió y nos pidió que nos sentáramos. Tengo que admitir que desde que conocí a Harry me siento relajado ya que no tengo que ocultar mi verdadera personalidad, si él no hubiera estado es muy probable que tuviera que usar mi mascara hasta que considerada que los chicos son de suficiente confianza. Por eso ahora que están enfermo me preocupa es como el hermano que nunca tuve y no quiero que nada le pase.

La profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras. Cuando ocupe mi sitio entre Theo y Blaise.

—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora? —pregunto con seriedad, justo cuando pensaba levantar la mano para contestar Granger se puso a dar saltos como loca, en su lugar. Y sin esperar a que la profesora le diera la palabra contesto.

—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz. Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada —dijo Granger en un tono que daba la impresión, como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto. Harry al menos dice las cosas a su manera, aunque se sepa el libro de memoria, ella es realmente molesta, supongo que su objetivo es superar a Harry y por sonrisa está feliz de no verlo aquí.

—Excelente, diez puntos para Gryffindor. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué? —dijo la profesora Sprout. Al levantar de nuevo velozmente la mano, Granger casi se lleva por delante al chico sapo.

—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo instantáneamente y sonriéndonos con superioridad, nosotros solo la miramos con desprecio quien se cree que nos vamos a rebajar a hacer lo mismo que ella.

—Exacto. Otros diez puntos, bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes—dijo la profesora Sprout. Mientras hablaba, señalaba una fila de bandejas hondas, y todos nos acercamos hacia delante para ver mejor. Un centenar de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo crecían en fila.

—Pónganse unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout. Hubo un forcejeo porque todos querían coger las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.

—Cuando les diga que se las pongan, asegúrense de que sus oídos quedan completamente tapados. Cuando se las puedan quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, pónganse las orejeras. —dijo la profesora Sprout, me las puse rápidamente. Insonorizaban completamente mis oídos. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se remangó, cogió firmemente una de las plantas y tiró de ella con fuerza.

En lugar de raíces, surgió de la tierra un niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.

La profesora Sprout cogió una maceta grande de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas, se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella también las orejeras.

—Como nuestras mandrágoras son sólo plantones pequeños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad, como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una begonia.

—Sin embargo, los dejarían inconscientes durante varias horas, y como estoy segura de que ninguno de ustedes quiere perderse su primer día de clase, asegúrense de que se ponen bien las orejeras para hacer el trabajo. Ya les avisaré cuando sea hora de recoger. Cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos. Y tengan mucho cuidado con las Tentácula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.

Mientras hablaba, dio un fuerte manotazo a una planta roja con espinas, haciéndole que retirara los largos tentáculos que se habían acercado a su hombro muy disimulada y lentamente.

La comadreja y la sabelotodo compartieron su bandeja con un muchacho de Hufflepuff, para nuestra desgracia están justo frente a nosotros y los muy idiotas hablan como si nos interesada su conversación. Aprovechare en escribirle una carta a padre, para que contrate al mejor Medimago, si la enfermera no sabe lo que tiene puede ser peligroso.

—Justin Finch-Fletchley —dijo alegremente.

—Tú eres Hermione Granger, siempre eres tercera en todo—Granger sonrió falsamente al estrecharle la mano. Le sonreí con burla, al ver la cara agria que Granger hizo, cuando le dijeron que siempre es la tercera. Se pusieron hablar de Harry, me di cuenta que cada vez que Finch-Fletchley menciona a Harry se sonroja como una colegiala. Me molesto que estuvieran diciendo que conseguirían que regresara a la casa a la que pertenece, el idiota que Finch-Fletchley, dijo que ayudaría encantando, para así poder hablarle sin el temor de acabar hechizado.

—Oye Draco, al parecer Harry tiene otro enamorado, además de la comadreja menor—dijo Daphne con burla y mirando con asco, al chico que estaba frente a nosotros.

—Pobres idiota como si nosotros fuéramos a dejar que se le sigan acercando—dijo Pansy con desprecio.

Las clases de la profesora McGonagall eran siempre muy duras, pero aquel primer día resultó especialmente difícil. Tenía que convertir un escarabajo en un botón, pero lo único que conseguía era cansar al escarabajo, porque cada vez que éste esquivaba la varita mágica, se me caía del pupitre. Lo cual me estaba resultando molesto. Extraño a Harry, las clases no son lo mismo sin él, además estoy seguro que ya lo habría conseguido y me hubiera enseñado.


Pov Nicholai (Tom)

He modificado todos mis planes, antes mi objetivo era exterminar a todos lo muggles, esclavizarlos, pero ahora que razono, me doy cuenta que era un idealismo estúpido. Ellos nos superan en número, además de eso cuenta con la tecnología y armas que pueden provocar que nuestro mundo sea destruido con facilidad, por lo que, en vez de exterminarlo, lo que hare es cortar toda relación con ellos. Los niños mágicos hijos de muggles serán separados de sus padres y entregados a magos, sería bueno contar con un orfanato mágico para colocar ahí a los que no puedan ser acogidos por magos.

—Mi lord, ya hice lo que me ordeno, contacte a todos los seguidores de los otros países, solo están esperando su retorno —murmuro Lucius.

—Como Dumbledore, pero Lord Voldemort dejara de existir—una sonrisa cruel se formó en mis labios, al pensar en que el estúpido vejete se quedara esperando a una persona que nunca aparecerá, esta vez hare las cosas desde otro enfoque después de todo si lo que hice antes no funciono hacerlo de nuevo, sería estúpido.

—¿Qué hará mi lord? —pregunto Lucius confundido.

—Simple Lucius, atacare de forma diferente, ya que todo se da desde el Ministerio pienso infiltrarme, que hare ahí, aun no te lo diré, pero necesito que el Ministro acepte mi presencia ahí, encárgate de eso—asintió, justo cuando iba hablar de nuevo, entro una lechuza, al terminar de leer, Lucius me paso la nota.

Padre

Harry enfermo de repente, la enfermera no sabe la que tiene, podrías mandar un Medimago para que lo revise.

Draco

Eso es raro, el niño estaba sano cuando se fue, él es una pieza clave para mis planes, sé que no lo puedo controlar, ni siquiera lo intentare. Es un niño inteligente y por lo poco que lo he tratado sé que me apoyara. Lo único que me preocupa es que se entere de quien era antes, aun no estoy seguro si se lo diré, pero es muy probable que lo haga, me he dado cuenta que no le gustan que le mientan ni le oculten las cosas, espero que comprenda que en ese tiempo no era yo mismo. Ya veré como resuelvo eso, ahora tenemos que ver como se encuentra.

—Vamos por el Medimago, quiero saber que tiene el niño—suerte que, entre mis seguidores, hay Medimagos, no niego que me preocupa un poco, es algo que no estoy acostumbrado sentir, es la primera persona por la que siento algún tipo de emoción. Además sería un excelente discípulo.

—Como diga mi Lord—estoy ansioso por empezar a poner a funcionar mis planes, si todo sale como quiero, tendré a alguien en cada Ministerio del mundo, seré yo quien los gobierne a todos.


Pov Harry

Cuando abrí de nuevo los ojos me topé con la mirada de Nicholai y Lucius. Aun me siento mal, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Había otro hombre en la habitación quien tenía la varita frente a mí y murmuraba.

—Ya encontré el problema, al parecer el chico esta enlazado, su relación con su familiar debe ser muy buena, provocándole estos síntomas, ambos deben de estarse acoplando a un nuevo nivel. Esto hará que incluso la magia de ambos llegue a darles habilidades que deberán de descubrir poco a poco. Necesito ver a la criatura con quien se enlazo, debe de estar igual que el—suspiré aliviado por un momento pensé que algo malo me pasaba.

—Harry, llámala—dijo Nicholai, no quería hacerlo, pero no quiero ser negligente y que por mi culpa mi querida Callidus este enferma.

—"Callidus, sal y deja que te revise"—sisee levantando las sabanas para que saliera, cuando lo hizo el Medimago retorció un poco, respiro profundo tratándose de calmar.

—Es impresionante, podrías decirle que no me ataque mientras la reviso—murmuro preocupado.

—Ya lo hice—tengo mucho sueño, solo quiero que acabe para dormirme de nuevo.

Después de revisarla, me dio una poción para que se la diera y me entrego otra para mí, me siento cansado solo quiero dormir.

—Duerme mi niño—murmuro Nicholai, besándome la frente, lo miré extrañado y sorprendido, él se apartó rápido e igual de sorprendido por lo que hizo, le hice caso y me dormí, abrazado a Callidus.

Ya ha pasado una semana, mi malestar acabo después de tomarme la poción que el Medimago me dio ese día. Hoy tenemos clase con el farsante, el cual está molesto porque lo llame insignificante, no es como si me importara lo que el sienta. Draco me dijo que la clase fue horrible solo hablaba de sí mismo y de las supuestas cosas que hizo.

Habíamos alcanzado el aula de Lockhart, íbamos burlándonos de lo que haría ahora en la clase.

—Ya se nos preguntara su color preferido—dijo Blaise con burla.

—Apuesto que hablara de nuevo de lo que supuestamente hizo, claro que, si le preguntamos detalles, cambia el tema, que conveniente—dijo Theo sonriendo.

—Ahh yo creo que dirá lo guapo que es y que quiere que lo retratemos—dijo Pansy pestañando y posando. Todos nos reímos de la ocurrencia, justo en ese momento Granger toda roja se puso frente de nosotros.

—Pues yo creo que es un excelente profesor y ustedes son solo un grupo de envidiosos y arrogantes—dijo molesta.

—Draco sostenme, creo que me desmayare del dolor que me provocan sus palabras—dije con sarcasmo dejándome caer en los brazos de Draco. Todos reímos y ella se puso más roja, nos miró con desprecio y se fue. Estoy seguro de que el abuelo estará feliz de los amigos que he hecho y que, por fin, me comporto como un niño, aunque sigo prefiriendo estar con los adultos, como Nicholai y Lucius, conversar con ellos es realmente interesante.

Vimos como Lockhart se arregló la túnica, al entrar nos sentamos esperando, para saber cuál de los chicos acertó. El resto de la clase entró en el aula ruidosamente.

Cuando todos estuvimos sentados, Lockhart se aclaró sonoramente la garganta y se hizo el silencio. Se acercó a Neville Longbottom, cogió el ejemplar de Recorridos con los trols y lo levantó para enseñar la portada, con su propia fotografía que guiñaba un ojo.

—Yo —dijo, señalando la foto y guiñando el ojo él también, su narcisismo no tiene límite.

—Soy Gilderoy Lockhart, Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No fue con mi sonrisa con lo que me libré de la banshee que presagiaba la muerte! —Esperó que se rieran todos, pero sólo hubo alguna sonrisa y de parte de los Gryffindor.

—Veo que todos han comprado mis obras completas; bien hecho. He pensado que podíamos comenzar hoy con un pequeño cuestionario. No se preocupen, sólo es para comprobar si los han leído bien, cuánto han asimilado...

Cuando terminó de repartir los folios con el cuestionario, volvió a la cabecera de la clase y dijo:

—Disponen de treinta minutos. Pueden comenzar... ¡ya! miré el papel y leí, ni siquiera me he leído los libros de este idiota, pero de igual forma no pienso hacerlo es estúpido y con solo ver sus preguntas.

1. ¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart?

2. ¿Cuál es la ambición secreta de Gilderoy Lockhart?

3. ¿Cuál es, en tu opinión, el mayor logro hasta la fecha de Gilderoy Lockhart?

Así seguía y seguía, a lo largo de tres páginas, hasta:

54. ¿Qué día es el cumpleaños de Gilderoy Lockhart, y cuál sería su regalo ideal?

—Gane—grito Blaise, nosotros nos reímos, Blaise si le atino a una de las preguntas, Granger nos vio furiosa. Media hora después, Lockhart recogió los folios y los hojeó delante de la clase.

—Vaya, vaya. Muy pocos recuerdan que mi color favorito es el lila. Lo digo en Un año con el Yeti. Y algunos tienen que volver a leer con mayor detenimiento Paseos con los hombres lobo. En el capítulo doce afirmo con claridad que mi regalo de cumpleaños ideal sería la armonía entre las comunidades mágica y no mágica. ¡Aunque tampoco le haría ascos a una botella mágnum de whisky envejecido de Ogden! — En serio piensa que los muggles y los magos alguna vez viviremos en armonía, por favor los Dudley son una clara muestra de lo que pasaría si los magos y muggles nos relacionáramos, solo causaríamos nuestra propia destrucción, lo mejor sería que nos desligáramos por completo de los muggles.

Volvió a guiñarnos un ojo pícaramente. Weasley miraba a Lockhart con una expresión de incredulidad en el rostro; Seamus Finnigan y Dean Thomas, que se sentaban delante, se convulsionaban en una risa silenciosa. Granger, por el contrario, escuchaba a Lockhart con embelesada atención y dio un respingo cuando éste mencionó su nombre.

—... pero la señorita Hermione Granger sí conoce mi ambición secreta, que es librar al mundo del mal y comercializar mi propia gama de productos para el cuidado del cabello, ¡buena chica! De hecho ¡está perfecto! ¿Dónde está la señorita Hermione Granger? —dio la vuelta al papel, Granger alzó una mano temblorosa. Da asco ver como personas que se creen inteligentes creerse las patrañas de este tipo, supongo que, por primera vez, Granger será la primera en una clase.

—¡Excelente! ¡excelente! ¡Diez puntos para Gryffindor! Y en cuanto a... —dijo Lockhart con una sonrisa, debajo de la mesa sacó una jaula grande, cubierta por una funda, y la puso encima de la mesa, para que todos la vieran.

—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotarlos de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula los tengan que encarar a las cosas que más temen. Pero saben que no les ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que les pido es que conserven la calma—apuesto a que busco a una criatura que hasta él puede controlar, es tan inútil. Lockhart puso una mano sobre la funda.

—Tengo que pedirles que no griten, podrían enfurecerse —dijo Lockhart en voz baja.

—Sí, duendecillos de Cornualles recién cogidos—dijo con entonación teatral, si será idiota, mire con burla y curiosidad a las criaturitas. Seamus Finnigan no pudo controlarse y soltó una carcajada que ni siquiera Lockhart pudo interpretar como un grito de terror.

—¿Sí? —Lockhart sonrió a Seamus.

—Bueno, es que no son... muy peligrosos, ¿verdad? —se explicó Finnigan con dificultad.

—¡No estés tan seguro! ¡Pueden ser unos seres endemoniadamente engañosos! —dijo Lockhart, apuntando a Seamus con un dedo acusador.

Los duendecillos eran de color azul eléctrico y medían unos veinte centímetros de altura, con rostros afilados y voces tan agudas y estridentes que era como oír a un montón de periquitos discutiendo. En el instante en que había levantado la funda, se habían puesto a parlotear y a moverse como locos, golpeando los barrotes para meter ruido y haciendo muecas a los que tenían más cerca.

—Está bien ¡Veamos qué hacen con ellos! —dijo Lockhart en voz alta. Y abrió la jaula.

Se armó un pandemónium. Los duendecillos salieron disparados como cohetes en todas direcciones. Dos cogieron a Longbottom por las orejas y lo alzaron en el aire. Algunos salieron volando y atravesaron las ventanas, llenando de cristales rotos a los de la fila de atrás. El resto se dedicó a destruir la clase más rápidamente que un rinoceronte en estampida. Cogían los tinteros y rociaban de tinta la clase, hacían trizas los libros y los folios, rasgaban los carteles de las paredes, le daban vuelta a la papelera y cogían bolsas y libros y los arrojaban por las ventanas rotas. Por mi parte junto con los chicos inmovilizábamos a todo aquel que se nos acercaban. Al cabo de unos minutos, la mitad de la clase se había refugiado debajo de los pupitres y Longbottom se balanceaba colgando de la lámpara del techo.

—Vamos ya, rodéenlo, rodéenlo, sólo son duendecillos... —gritaba Lockhart. Se remangó, blandió su varita mágica y gritó.

Peskipiski PestenomiNo sirvió absolutamente de nada; uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana. Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por Longbottom, que cayó al suelo un segundo más tarde, al ceder la lámpara.

Sonó la campana y todos corrimos hacia la salida. No pensábamos limpiar su desastre, solo eso faltaba tener que ayudar a ese inútil. Más tarde nos enteramos que tanto Granger como Weasley tuvieron que quedarse a ayudarlo. Hoy iríamos hacer las pruebas para ser miembros del equipo de quidditch, las chicas fueron solo para apoyarnos, coger la snitch me resulto sumamente fácil, sin dudar Marcus Flint, me incluyo en el equipo. También Theo, Draco, Blaise fueron nombrados cazadores, Vin y Greg serían los nuevos golpeadores y Flint que es el guardián y capitán del equipo, quedo oficialmente completo.

Durante los días siguientes, pase bastante tiempo esquivando a Gilderoy Lockhart cada vez que lo veía acercarse por un corredor e intentaba hablarme lo ignoraba o hacia como si no lo escuchara. Pero más difícil aún era evitar a Colin Creevey, que parecía saberse de memoria el horario de mis clases, ese chico esta perturbado, no se me acerca solo se la pasa tomándome fotos de lejos, pero ya me esta molestando.

Así que, entre unas cosas y otras, me alegre muchísimo cuando llegó el fin de semana, todos estábamos emocionado por nuestra primera practica oficial, a lo lejos vimos al equipo de quidditchde Gryffindor, Oliver Wood, su capitán a la cabeza. Venían con el pequeño acosador y la pelirroja hermana de Weasley.

—Flint, es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya se pueden largar! —gritó Wood totalmente rojo. Marcus Flint aún era más corpulento que Wood. Con una expresión de astucia y burla.

—Hay bastante sitio para todos, Wood—las tres chicas del equipo de Gryffindor también se habían acercado. No había chicas entre los del equipo de Slytherin, que estábamos frente a los de Gryffindor y mirábamos burlonamente a Wood.

—¡Pero yo he reservado el campo! ¡Lo he reservado! —dijo Wood, escupiendo la rabia, en serio tiene que ser tan escandaloso.

—¡Ah!, pero nosotros traemos una hoja firmada por el profesor Snape. «Yo, el profesor S. Snape, concedo permiso al equipo de Slytherin para entrenar hoy en el campo de quidditchdebido a su necesidad de dar entrenamiento de sus nuevos jugadores.» —dijo Flint

—¿Tienes jugadores nuevos? —preguntó Wood, preocupado, para luego mirarnos con sorpresa, más precisamente a las escobas que todos teníamos cortesía de Lucius por haber conseguido entrar. Los siete presentábamos nuestras escobas. Siete mangos muy pulidos, completamente nuevos, y siete placas de oro que decían «Nimbus 2.001» brillaron ante las narices de los de Gryffindor al temprano sol de la mañana.

—¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy y Harry Potter? —preguntó Fred, mirando a Malfoy con desagrado y a mi neutralmente.

—Es curioso que menciones al padre de Malfoy. Déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin. —dijo Flint, mientras el conjunto de Slytherin sonreía aún más.

—Ultimísimo modelo. Salió el mes pasado, creo que deja muy atrás la vieja serie 2.000. En cuanto a las viejas Barredoras, mejor que las utilicen para borrar la pizarra—dijo Flint con un ademán de desprecio, quitando una mota de polvo del extremo de la suya, sonrió mirando desdeñosamente a los gemelos Weasley, que sujetaban sendas Barredora 5.

Durante un momento, a ningún jugador de Gryffindor se le ocurrió qué decir. Draco sonreía con orgullo, no lo culpo todos nos matamos todo el verano practicando para conseguir entrar.

—Miren, invaden el campo —dijo Flint, Weasley y Granger cruzaban el césped para enterarse de qué pasaba.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué no juegan? ¿Y qué están haciendo ellos aquí? —preguntó Weasley a sus hermanos, mirándonos vestido con nuestra túnica del equipo de quidditchde Slytherin.

—Somos los nuevos jugadores de Slytherin, Weasley. Estamos admirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo. —dijo Draco, con petulancia. Weasley miró boquiabierto las siete soberbias escobas que tenía delante.

—Son buenas, ¿eh? Pero quizás el equipo de Gryffindor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas. Podríais subastar las Barredora 5. Cualquier museo pujaría por ellas—dijo Blaise con sorna, todos nos reímos al escucharlo, no me gusta ser cruel innecesariamente, pero los que vinieron buscando pelea fueron ellos. Las chicas también se acercaron viendo que no practicábamos.

—Pero en el equipo de Gryffindor nadie ha tenido que comprar su acceso. Todos entraron por su valía—observó Granger agudamente. La mire con desprecio quien se cree esta idiota para menospreciarnos de esa manera.

—Nadie ha pedido tu opinión, asquerosa sangre sucia —Daphne con desprecio, me lanzo una mirada de disculpa luego de decirlo, al recordar que mi madre es hija de muggle, claro que nadie que no es Gryffindor se daría cuenta, ya que los Slytherin nos entendemos a nuestra manera, le sonreí tranquilizándola, no puedo borrar toda una niñez de enseñanza, además sé que ella lo dijo porque le dio rabia, después de todo vio como nos esforzamos.

Flint tuvo que ponerse rápidamente delante de Daphne al igual que nosotros para evitar que las chicas de Gryffindor saltaran sobre ella. Una de ella gritó «¡Cómo te atreves!», Weasley se metió la mano en la túnica y sacando su varita mágica, la amenazó por debajo del brazo de Flint, la dirigió al rostro de Daphne lo mire con furia, saque rápidamente mi varita, pero él ya había lanzado el hechizo.

Un estruendo resonó en todo el estadio, y del extremo roto de la varita de Weasley surgió un rayo de luz verde que, dándole en el estómago, lo derribó sobre el césped.

—¡Ron! ¡Ron! ¿Estás bien? —chilló Granger. Weasley abrió la boca para decir algo, pero no salió ninguna palabra. Por el contrario, emitió un tremendo eructo y le salieron de la boca varias babosas que le cayeron en el regazo.

Todo el equipo de Slytherin nos partimos de risa. Flint se desternillaba, apoyado en su escoba nueva. Los de Gryffindor rodeaban a Weasley, que seguía vomitando babosas grandes y brillantes. Nadie se atrevía a tocarlo.

—Lo mejor es que lo llevemos a la cabaña de Hagrid, que está más cerca —dijo Granger, molesta.

—¿Qué ha ocurrido, Hermione? ¿Qué ha ocurrido? ¿Está enfermo? Pero podrán curarlo, ¿no? —el pequeño acosador había bajado corriendo de su puesto e iba dando saltos.

— ¡Ah! —exclamó Colin, fascinado y levantando la cámara y tomando una foto.

—Oye chico, me regalas esa foto—dije con burla, el asintió y me entrego la foto de lo más feliz, se la di a Draco y aun riendo nos fuimos a entrenar mientras que los Gryffindor se fueron molestos. Ha pasado una semana de lo ocurrido en el entrenamiento, íbamos caminando tranquilamente por los pasillos, cuando escuche algo que me paralizo.

—"Ven..., ven a mí... Deja que te desgarre... Deja que te despedace... Déjame matarte..." —esa voz es escalofriante, mire a los chicos quienes iban platicando alegre, que es lo que me pasa, porque solo yo la escuche.

—"Callidus, escuchaste esa voz"—pregunte preocupado.

—"Si maestro, proviene de los muros"respire aliviado al saber que no fue mi imaginación.

Desde ese entonces, me el paso precavido, le mande una carta a Nicholai, quería saber su opinión, sé que él me creerá estoy esperando su respuesta, solo espero que no sea nada malo sino tendré que idear algo para mantenernos a salvo.


Pov Nicholai (Tom)

Estaba tranquilamente leyendo unos documentos, cuando la lechuza de Harry entro y se detuvo justo frente a mí, tome la carta extrañado y al abrirla, lo escrito ahí me paralizo, es imposible que eso este sucediendo, nadie más que yo puede abrir la cámara de los secretos.

Querido Nicholai

Te escribo porque necesito tu consejo con respecto a algo que sucedió mientras iba por los pasillos. Escuche una voz malévola, diciendo esta frase "Ven..., ven a mí... Deja que te desgarre... Deja que te despedace... Déjame matarte..." me preocupa ya que al parecer soy el único que la escucho, bueno Callidus dice que ella también y que siente una presencia detrás de los muros, conoces de alguna criatura o ser que pueda ser la responsable de esto.

Harry

Tengo que ir a Hogwarts y comprobarlo, pero será hasta dentro de un mes, lo único que puedo hacer es advertirle que se mantenga atento, por desgracia tengo que irme a visitar a mis seguidores más fieles, es hora de que mi plan se ponga en marcha.

Notas finales:

Hola chicas, espero que les haya gustado, gracias a todas por su reviews, desde ya les informo que a pesar de cómo se está relacionando Harry con Tom y Draco, aún no decido la pareja, eso se empezara a ver hasta el cuarto libro.

Nos seguimos leyendo

Bella.


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