-Tetsu ¡Baja a desayunar que se enfriará!-gritó Aomine desde la cocina-
El día anterior no había visto a su hijo. Pensó que no había bajado debido a la inesperada llamada de su madre.
No se lo estaba poniendo fácil. Durante todo el día trató de comunicarse con ella sin mucho éxito.
Momoi prácticamente se estaba desligando de su responsabilidad como madre “alegando” que el deber del moreno era cuidarlo. No parecía tener remordimiento alguno.
Ni siquiera sabía si hacía un buen trabajo cuidando de Tetsu.
-Tch. Bajará después-no quería amargarse tan temprano.
Era su día libre y necesitaba alejar todos esos problemas de su mente reparando su vieja motocicleta. Cuando entró a la cochera y prendió la luz se encontró a su hijo durmiendo en una esquina abrazando un balón de básquet.
-¿Qué rayos?- se dirigió hacia él, para cargarlo en su espalda y llevarlo a su cuarto.
El niño comenzó a despertarse. Tenía todo el cuerpo entumido y adolorido por la posición fetal en la que estaba.
-¿Qué hacías ahí?
-Jugaba básquet.
Aomine empezó a reír a carcajadas. ¿Qué mosca le picó a su hijo?
-Muy bien, juguemos. Tengamos un partido.
Instaló el tablero de juego en el jardín para no verse limitado en sus movimientos, hace mucho tiempo que no jugaba y esperaba emoción de parte de su hijo cuando lo viera jugar.
Tetsu perdió de una forma patética, al igual que su primer encuentro con el pelirrojo, el partido no duró más de cinco minutos.
-Es todo. Fue demasiado. – Aomine no estaba sorprendido de la poca destreza de su hijo.
Con un marcador aplastante a favor de su padre, el pequeño decidió pedirle que lo entrenara.
*~*~*~*
Apenas Tatsuya dio el primer paso para entrar a su departamento, se sintió libre.
-He vuelto.-habló a la nada-
Unos brazos gigantes, cubrieron su cuerpo como tentáculos. Atsushi le recibió desnudo, con una cara de cachorro abandonado que le decían cuánto lo había extrañado.
-Te he extrañado mucho
-Yo también Atsushi.*
Era de esperar que se le lanzara para tener sexo con él. Su cuerpo lo pedía a gritos. Lo necesitaba tanto...
Al moreno no le importó romper los adornos de la casa, ni tirar una mesita, tampoco su equipaje por volver a sentir el calor de su adorado novio.
*~*~*~*
Nunca consideró a Taiga como un novio, un amigo o conocido.
Taiga en realidad era el sustituto del deseo frustrado de Tatsuya por el padre del pelirrojo.
Nunca se fijaría en un chiquillo como él.
El padre de Tatsuya se lo presentó en una fiesta familiar. De inmediato quedó prendado de ese hombre. El señor era tan guapo, caballeroso, recto, seguro de sí mismo, buen porte… y casado (o hasta donde sabía tenía pareja estable).
¡Qué desengaño!
Se preguntaba cómo es que ese señor tan distinguido podía ser amigo de su padre, un hombre transexual. Le daba vergüenza ir con él por las calles o tan siquiera que lo ligaran a él. Por ese motivo nunca lo acompañaba a reuniones, por primera vez se alegraba de estar ahí.
Trató por todos los medios de seducir al hombre. No lo logró. Buscó otras medidas para acercarse a él. Su hijo era la primera opción. De nombre Taiga. Era un chico tosco y tonto rayando en la inocencia, glotón, poco más alto que él, de cabellera llamativa y cuerpo fornido.
Si no podía tener al padre, Tatsuya se daría el gusto de corromper a su hijo. Moldearlo a su antojo.
Así lo hizo.
Muy pronto perdió el interés, mientras el joven se volvía loco por él. No podía desecharlo tan rápido, levantaría sospechas, y por fin la oportunidad de sacarle provecho apareció.
Si bien sabía que una relación con el padre de su “novio” sería imposible, quería probar su teoría respecto a ese hombre que lo volvía loco.
Todo resultó ser más sencillo de lo planeado.
Tatsuya estaba satisfecho. Si bien no se arrepentía de nada se veía obligado a seguir con Taiga para no levantar sospechas y para cumplir con el trato que había hecho con el padre del chico.
En ese momento se vio acorralado: no podía estar con quien quería y estaba obligado a cumplir con el trato.
Taiga no lo satisfacía (no como su padre). En ningún sentido.
Por problemas ajenos que desconocía, los padres de Taiga se separaron, a partir de ese suceso el moreno planeó su propia ruptura. No lo haría en medio de esa tormentosa pelea… nuevamente debía ser paciente para dejarlo en el momento adecuado.
Taiga quedó al cuidado de Kise, lo cual era muy provechoso, aunque no era necesario pues ya tenía la edad suficiente para vivir por su cuenta.
El pobre idiota era demasiado ‘dependiente’ a Kise, eligió vivir con él para evitarle un disgusto por la separación. Ni siquiera era su padre biológico. Todo un niño mimado.
Necesitaba madurar y debía hacerlo con un golpe de realidad que el mismo Tatsuya le daría.
Muy en el fondo, aunque no lo admitiera, Tatsuya tenía envidia de Taiga. Todo lo que Taiga tenía. Tatsuya lo quería.
Aun si sus padres se habían separado seguían velando por él. Le proveían de cualquier cosa que llegara a necesitar. Como si su familia nunca se hubiera separado.
Él quien padeció de tantas cadencias, de hambre, de dolor, de tristeza… decidió cambiar todo eso a costa de lastimar a los demás. Por ese entonces conoció al chico que sería su amante y posteriormente su pareja formal.
Murasakibara Atsushi.