La escuela era el único lugar donde Kid recibía atención.
Aprendía lecciones de vida muy importantes… como la del valor que él representaba para la sociedad… y también que era prohibido “multiplicarse” para los de su “denominación”…
Las bolas de papel volaban y se estrellaban en su cabeza.
Más de una tenían comida o pedazos de goma de mascar que se pegaban a su cabellera rojiza, pero sin importar todas esas cosas Kid no despegaba sus ojos de la pizarra que tenía enfrente.
Habían pasado seis años desde que la muerte visito su destino… y ahora no tenía nada excepto quizás su vida en el orfanato, donde era enviado a la escuela para que fuera de provecho a la misma sociedad que lo rechazaba constantemente.
Su uniforme gastado que seguramente era de otro niño en su momento, lo llevaba el lleno de parches y una que otra bolsa rota.
Pero pese a los constantes ataques de sus compañeros de clase que tenían padres, un estatus social que representar, le gastaban bromas de mal gusto por el solo hecho de ser diferente.
La maestra explicaba cómo es que la sociedad estaba regida por las posibilidades que tienen de alcanzar el éxito en una vida futura si es que se esforzaban… pero para Kid… no había esas posibilidades.
Todo se reducía a cero…
-Míralo… es un tonto…
-No sé cómo lo dejaron entrar a la escuela…
-Jajajaja su cabello parece el de un payaso, jajajaja…
Las constantes burlas de sus compañeros no le dejaban escuchar la sarta de basuras que incluso su maestra decía.
Ser catalogado por las personas para encajar en esa ilusa sociedad, no era más que la limitación de su realidad con respecto a la humanidad que se pavoneaban de poseer.
Los niños y las niñas por igual lo molestaban con todo lo que le arrogaban y no solo con sus insultos… lo metían en problemas para su absoluta diversión.
La maestra que era rubia y con unas elegantes gafas color negro escribía en la pizarra con el blanco gis, la conclusión de la guerra y como es que ahora estaba regida la sociedad, parecía ser una mujer plástica sacada de un aparador y forzada a dar clases a los niños que serían igual de vacía que ella.
Un avioncillo de papel empezó a flotar en el salón para estrellarse contra la pizarra verde donde ahora escribía la maestra con mucho cuidado de escribir bien su caligrafía.
Si no fue eso lo que la molesto, fue el hecho de preguntar solo con su fulminante mirada quien lo había hecho.
Y como toda respuesta… los niños señalaron al único que causaba problemas según la sociedad: Kid…
Enojada por el inapropiado comportamiento de su peor estudiante, sin siquiera justificarlo, camino con enojo con paso decidido hasta el lugar de Kid, que estaba en medio del salón, entre las filas de sus alumnos.
El pequeño niño pelirrojo la vio aproximarse para quedar justo detrás de él.
-Eso es acoso sexual… - dijo la rubia maestra para alzar el largo apuntador metálico que tenía en la mano y acomodar sus lentes con la otra.
El fuerte golpe que le dio en su espalda y parte de su nuca hicieron que la cabeza de Kid se estrellara contra la el pupitre donde estaba sentado, haciendo que su frente sufriera un pequeño corte del cual empezó a salir mucha sangre…
Su padecimiento era desconocido para muchos y a más de uno no le importaba verlo así, incluida la maestra.
La casi líquida sangre escurría por su frente para caer por su nariz y llegar hasta la madera del pupitre.
Kid jamás lloraba cuando le golpeaban o regañaban.
Había pasado mucho sufrimiento cuando era más chico y ahora ya no le importaba… Se había cansado de llorar.
Giro su cabeza para dejar que las risas de sus compañeros de clase y los regaños de la maestra, se perdieran en la visión en la que ahora sus ojos ambarinos se enfocaban.
Miraba la ventana y todo ese mundo que era mucho más tranquilo que su salón de clases… el parque de verdes prados y juegos para los niños.
Una hermosa sonrisa se dibujo en su rostro…
Buscaría su propio lugar en el mundo… aún tenía esperanza…