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One Shorts por Ayumi Kuran

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Notas del capitulo:

¡Hola a todas y todos! Una vez más he vuelto con un nuevo short y esta vez para quedarme definitivamente y lo digo más en serio que nunca pues he estado trabajando y tengo prácticamente cubiertos los próximos dos meses en los shorts e incluso los tengo todos listos para el año que viene entero XD

Y si no lo consigo...pues ahí ya me daría la depresión pero como eso no va a pasar me vais a tener que aguantar cada semana a partir de ahora nwn.

Bueno, el short tan bonito que os he traído y con el que he querido regresar es un especial de halloween, y sip es un 1827. Los que me conocen bien saben que voy mucho más par las raras pero eso no significa que no os de la pareja favorita de todas siempre que s epueda aunque quizás sea la última vez que la haga, ¿por qué? En las notas finales lo dire, pero por aclarar, me refiero la última vez que la haga para especiales por un hermoso motivo que al final del todo diré.

Ahora, sobre este especial, ¿qué puedo decir? Solo tres cosas:

1.- Es 1827

2.- Lleva lemon

3.- Algo que nunca os habréis esperado

Y dicho esto, ¡disfrutadlo y nos vemos la final!

*se va de forma discreta a las notas finales*

Los habitantes de los pueblos podían decir que vivían con relativa calma, después de todo habían aprendido como convivir con algunos monstruos inofensivos, huyendo de los más peligrosos e incluso haciendo sacrificios para que estos los dejarán tranquilos, algo que no siempre llegaba a funcionar y por lo mismo existían los grandes cazadores de monstruos, quienes se encargaban de deshacerse de esas horribles criaturas que pretendían su muerte. Era una lástima que no fueran las cosas tan fáciles como ellos las deseaban.


Las noches del treinta y uno de octubre, las noches de Halloween, esos seres obtenían más poder que nunca, sus fuerzas sobrepasaban con creces las del resto del año convirtiéndolos en una potencial amenaza que ni si quiera el más valiente de todos podría contra ellos, viéndose obligado a huir como ratas al igual que el resto de sus congéneres, encerrándose en sus casas y rezando para poder vivir para ver el mañana.


Ese día estaba a solo unas horas de llegar, eso era algo que un castaño de mediana estatura conocido como Sawada Tsunayoshi, Dame-Tsuna o como algunos de ellos le llamaban, el lindo granjerito, estaba tan preocupado, ansioso por esto. Daba igual lo que hiciera, los nervios lo consumían y es que tenía un mal presentimiento, encima sus males presentimientos siempre se cumplían, lo que en verdad le llegaba a resultar todo un fastidio en muchas ocasiones.


Ese catastrófico pensamiento y lo cerca que estaba del día rojo, como él mismo lo llamaba, solo habían empeorado su situación por lo que con decisión empezó a buscar por todo su hogar e incluso fuera de él todo aquello que podría asegurarle que los monstruos se mantuvieran alejados de su persona. Creo varias barricadas, puso los alimentos más asquerosos para los “M” por toda su casa esperando que esto los alejara e incluso él mismo tomo el baño más repugnante posible para mantenerlos alejado, todo era perfecto, con ello debían mantenerse alejados de él.


Un suspiro de alivio escapó de sus labios, saliendo de su casa de forma cantarina empezó a trabajar en su amada granja, la misma que les dejaron sus padres cuando estos fallecieron, alegrándose de que al menos su hijo tuviera una forma de ganarse la vida cuando ellos se habían visto obligados a dejarlo solo en ese horrible mundo lleno de mal, dolor y sufrimiento. El castaño podría haberles tenido rencor a sus padres, después de todo ellos pudieron decidir tomar los tratamientos adecuados para continuar con vida a pesar de que los arruinarán pero no lo hacía por tener  un techo, sino porque sabía cuánto les había importado y cuantos sacrificios habían hecho por él, esos eran los detalles que siempre les hizo amarlos. Pronto sería el día de que los “M” se volvieran más poderosos y a pesar de su incertidumbre lo esperaba con ganas pues fue el día en que sus padres murieron, queriendo hacerles como cada año una hermosa ofrenda para desearles la paz eterna, sabiendo que a pesar de estar solo en ese día de oscuridad no lo estaría completamente ya que Nana Sawada e Iemitsu Sawada lo estaban cuidando.


- Hola Tsuna-kun.


- Kyoko-chan, hola.


La sonrisa angelical del castaño apareció en sus labios al ver a la peli naranja que lo miraba con dulzura, saludándolo con la mano mientras su vestido color pastel se movía al compás de sus pasos hasta estar junto al otro.


- ¿Qué haces aquí? No sueles venir mucho a esta parte.


- Venía a hacer un recado de mi madre.


- Ya veo, por un momento…pensé que viniste a verme.


Las mejillas del castaño se colorearon de carmín al decir esto, la chica sintiendo sus mejillas arder al igual que él mientras bajaba la mirada, jugando con nerviosismo con su vestido mientras buscaba las palabras adecuadas para hablar.


- Lo siento Tsuna-kun…sabes que yo no…


- No te preocupes por eso Kyoko-chan, como te dije aquella vez, solo quería que supieras mis sentimientos. Un pobre granjero no tiene nada que hacer contra un noble, mucho menos sabíamos que lo rechazarías siendo esta la oportunidad que siempre había esperado tu familia.


La pena invadió su tono mientras cogía el papel con los recados que le daba la persona que más amaba en este mundo, caminando con la mirada baja hasta la despensa donde guardaba todos sus productos, buscando los que ella le había pedido a pesar de saber que lo siguió.


- Lo siento…nunca quise hacerte daño, siempre te vi como mi gran amigo…como mi hermano.


- Lo sé. Como te dije antes siempre lo supe pero quería ser sincero, que supieras mis sentimientos, no ser un cobarde y tener algo en mi interior que me dijera en un futuro: “¿Qué hubiera pasado si…?” Solo quería asegurarme, que lo supieras.


- Lo siento…


- No lo hagas, yo no lo hago.


El silencio se instaló de forma repentina en el lugar, ninguno de los dos era capaz de decir nada para romper el tenso ambiente que de repente se había formado entre ambos y quizás era mejor mantenerlo de esa forma.


- Aquí tienes tu pedido. Puedes venir siempre que quieras, después de todo sigo siendo tu amigo, aunque quizás prefieras enviar en un futuro a uno de tus sirvientes.


- Gracias…


La de ojos claros le dio las monedas correspondientes por las verduras, huevos y leche, marchándose del lugar a un paso algo acelerado, no quería seguir viendo la mirada de dolor del castaño pero él tampoco deseaba seguir viéndola, el dolor era demasiado fuerte en ese momento, necesitaba tiempo para reponerse.


¿Tiempo? Sí, lo necesitaba pero….no tanto como él pensaba, eso fue en algo que empezó a pensar cuando recordó las palabras de su difunta madre.


“Tsu-kun quiero que recuerdes algo por siempre. El amor no es fácil, el mío con tu padre no lo es, pero al ser tan fuerte y puro, al apreciar algo en nuestro interior que nos hace sentir completos…que nos hace volar al sentir sus caricias, siendo felices cuando esa persona lo es, sintiendo que haríamos cualquier cosa por ella…entonces eso es amor. El amor no es dulce, tampoco salado, es agridulce pues está lleno de dolor y felicidad. Cuando encuentres a esa persona lo sabrás.”


- Madre… ojala estuvieras aquí.


Tsuna suspiro mientras veía al cielo, meneando su cabeza para sacar los pensamientos negativos de ella, animándose para volver a su trabajo, atendiendo los pedidos que le hacían y cuidando de sus preciados animales, la única compañía verdadera que tenía a lo largo del día.


La noche de a poco empezó a caer, su nerviosismo aumentaba al igual que el nudo que se le había formado en su estómago, decidiendo que al ver la puesta de sol llegar, era el momento de regresar a casa.


- Vamos chicas, es hora de irse a dormir.


Tsuna acaricio con ternura las pequeñas terneritas que se mantenían pastando, regresándolas a la vaqueriza, asegurándose de que todos sus animales estaban seguros y en su lugar para después ir corriendo hasta su casa, cerrando con cuidado la puerta después de asegurarse de que no había entrado nada ni nadie extraño a su hogar, algo que por fortuna no era el caso.


La calma llegó en ese momento a él, estaba en su casa anti monstruos, estaba seguro pues ninguno de ellos iba a poder entrar y lo mejor de todo era… ¡el día acababa, podría descansar en paz sin esa horrible sensación encima de él! Tarareando una alegre canción a causa de esto comenzó a prepararse algo simple de comer, no tenía mucho apetito ya que llevaba días sin poder descansar bien, el agotamiento se hacían presentes en su cuerpo.


- Algo sencillo…hoy voy a comer algo simple.


Con cuidado vio en su despensa lo que había, muchas ganas no tenía de comer pero lo hacía por salud. Con cuidado saco algo de leche y se la calentó, dejando que esta se pusiera a hervir mientras se preparaba con algo de trabajo un baño de agua caliente, suspirando complacido cuando esta tocaba su piel y a la misma vez se tomaba su bebida caliente, después de todo era un adulto ya, un chico de quince años que buscaba la paz en su cuerpo y alma, algo que le sentaba realmente bien, un pequeño capricho que apenas podía cumplirse.


Cuando acabó se puso su ropa limpia, era del mismo tipo que la que había llevado anteriormente: un mono de trabajo y una camisa roja bajo este, era lo único que podía permitirse tener y lo sabía aprovechar bien. Cogió las prendas sucias y decidió usar el agua que anteriormente tenía para poder lavar esa ropa, ¿por qué? Porque no tenía más agua limpia, hacerlo al día siguiente no era una opción pues se pasaba el día entero trabajando, está acción sería imposible en la mañana y se vería obligado a estar desnudo, algo indecente que no podía consentir bajo ninguna circunstancia.


Sus manos se movían con suavidad pero con la confianza que te daba hacer esa acción por años, soltando una sonrisa orgullosa al ver su ropa recién lavada antes de ponerla a secar junto a unas escasas brasas del fuego, dejando que estas secaran la ropa y además calentaran su hogar, no dejando que se enfriara completamente hasta entrada la noche, donde él llevaría ya un rato cobijado entre algunas mantas que se pudo hacer gracias a la lana de sus ovejas, manteniendo el calor hasta la mañana siguiente donde a las cuatro volvería a continuar con su faena.


Los pasos resonaron con calma mientras subía hasta su tranquila habitación, cerrando la ventana mientras veía el territorio exterior, no había nada extraño en el valle y esperaba que el pueblo de Namimori, que se encontraba a solo diez yardas de distancia, no sufriría ningún tipo de accidente, rezando también para que él mismo se mantuviera a salvo. Tras acabar con sus oraciones continuo con su labor, cerrando la venta y asegurándose de cubrir con su persiana el lugar, acurrucándose en su cama y cubriendo su cuerpo con las sábanas, dejando que el cansancio de días anteriores se apoderará por completo de él.


 


Lejos de allí, en un castillo de aspecto sombrío y espeluznante al que nadie se atrevía acercarse, por varios motivos, uno de ellos era que la persona que se acercaba jamás regresaba, desaparecía sin explicación alguna… pero esa no era la cuestión, mucho menos el tema principal.


En los salones de ese castillo se encontraba un apuesto joven de alrededor de un metro setenta, su mirada de azul grisáceo se encontraba perdida en el paisaje ante él, sus lamios relamían con algo de impaciencia sus carnosos labios carmesí no obstante su rostro no reflejaba expresión alguna. Una de sus manos fue de forma desinteresada hasta su cabello azabache, posándose durante unos segundos en él para posteriormente retirarlo con fastidio.


Él era el gran Hibarin Kyoya, el vampiro más temible que alguna vez allá existido, uno que te destrozaba en cuestión de segundos y dueño del castillo en el que ahora se encontraba pero algo lo tenía ansioso, un apetito voraz, uno que había sido contenido durante varias semanas por culpa de un maldito cazador que lo acosaba día y noche, uno que para su mala fortuna sabía cómo dominarlo, haciendo que su lado más violento saliera a la luz. ¿Cómo podía alguien dominar al gran Hibarin, el temor de cualquier monstruo, cazador de vampiros o mortal? ¡Eso era imposible! Aunque no tanto pues tenía una debilidad, una que en este momento era sacada en su contra y eso solo lo hacía enfurecer.


Muchos se preguntarían, ¿qué es? Era su lindo hermanito, un adorable medio vampiro de nombre Hibird…sí, su padre nunca fue bueno para los nombres y sus madres peores pero en fin, ¿qué podían hacer ellos a parte de morderlos hasta la muerte? La cuestión era que su lindo hermanito estaba viviendo entre humanos que si sabían quién era realmente no dudarían en matarlo, daba igual que él los exterminará después, el miedo era lo más fuerte de todo. Podía cortar el problema de raíz, de varias formas.


1.- Podía traer a Hibird con él al castillo pero eso sería alejarlo de su vida con esos herbívoros que extrañamente lo hacían feliz, haciéndole vivir una vida de oscuridad. Por muy poco corazón que tuviera no quería ser él quien condenara a su hermano, a pesar de todo y aunque jamás lo fuera a decir en voz alta, lo quería.


2.- Podría matar al desgraciado de Mukuro y directamente acabar con el problema, era la mejor solución pero no podría hasta que no descubriera quien era el desgraciado que sabía el secreto de su hermano, el mismo que al no recibir noticas de la piña cada cierto tiempo iría pregonando la verdad a los cuatro vientos.


Soltó un gruñido de enojo, sus ojos coloreándose del color de la sangre, quería venganza, tomar la vida de ese maldito cazador hasta que esta se extinguiera en la nada, algo que no tardaría en ocurrir, era algo que tenía jurado.


Tomando aire para calmarse se colocó con maestría y finura su capa, delineando su cuerpo, haciéndolo ver más sexy de lo que normalmente era no obstante eso a él no le importaba, solo quería alimentarse. Sin muchas ganas de encontrarse a la maldita piña se transformo en murciélago, emprendiendo su vuelo hasta estar lo suficientemente alejado del lugar para volver a tomar su forma “humana”, caminando con calma por el sendero mientras pensaba devorar a uno de los desgraciados que acosaban a su hermano y solo quizás, ir a darle una visita posteriormente sin embargo no pudo cumplir con esto, no cuando algo llamó su atención.


Su fino olfato había sido capaz de captar un suave aroma, era delicado como a lavandas y rosas con un toque de miel, parecía empalagoso y sin embargo no lo era, lo atraía hacía él de forma inexplicable, despertando un apetito que nunca en sus ciento ochenta años había sentido antes. Relamiendo sus labios y decidiendo encontrar al dueño de ese aroma porque estaba convencido que era de un chico, una fragancia a la del trabajo duro le acompañaba y eso lo delataba, no obstante eso no importo, simplemente tomo la decisión de dejar a los herbívoros para más tarde, siguiendo el camino de ese aroma que lo llamaba.


Sin darle importancia al camino empezó a caminar por los distintos senderos, algunos más escalpados que otros pero no le importaba, para él era sencillo atravesar ese tipo de obstáculos, simplemente seguía a su olfato. Si se hubiera dedicado a mirar mejor su entorno y no darle una simple mirada se hubiera dado cuenta de la simpleza y belleza del lugar no obstante no lo hizo, viendo ante sí una casa con murallas que supuestamente los debía mantener alejados…patético, eso a ellos no les afectaba en absoluto. Decidiendo ignorar el hecho de que habían tratado de repelerlo subió por la casa, escalando la pared, abriendo con sus poderes la ventana para entrar por ella, viendo ante sus ojos una figura a la que se acercó, viendo su rostro.


Los ojos metálicos observaban el rostro delicado pero sin duda algo masculino de un chico de no más de quince años, acostado en la cama con delicadeza dormía en calma, sus cabellos castaños estaban esparcidos por las que en algún momento fueron blancas sábanas pero eso no le quitaba lo dulce, más bien lo hacía parecer un ángel caído del cielo.


Ignorando este pensamiento, Hibarin relamió sus labios mientras sus colmillos crecían fuera de los mismos, ansioso de saborear la sangre que se le presentaba, su cuerpo no era capaz de esperar y él no era alguien dado a la paciencia.


Hibarin retiró con cuidado las sábanas, dejando ver el cuello del castaño, lamiéndolo un poco antes de incrustar sus dientes en esa canela y suave piel. Sus sentidos se agudizaron al momento, sintiendo su corazón latir con más fuerza de la que alguna vez creyó posible, su sangre le resultaba increíblemente adictiva.


- Umght….


Removiéndose el castaño abrió sus ojos, sentía una extraña pero placentera sensación de origen desconocido y eso de alguna forma le hizo despertar, sobresaltándose al sentir una succión en su cuello, a alguien o algo sobre su cuerpo…el miedo entró de un golpe.


- ¡Hiiii!


Aterrorizado el castaño le dio un empujón a quién fuera que se encontraba sobre él, viendo como se apartaba y un escalofrío de terror lo recorría por completo, Hibarin era quien se encontraba frente a él, sus labios estaban manchados por la sangre del castaño, misma que el otro lamía con gula, sus ojos carmesí estaban fijos en su cuerpo. En ese momento comprendió que sus esfuerzos por estar a salvo fueron en vano, estaba a merced del ser más violento y horrible de todos…no dudo en huir del lugar.


El azabache vio con diversión lo que pretendía hacer el otro, una sonrisa maliciosa en sus labios mientras terminaba de pasar su lengua por ellos. Nunca había probado una sangre tan deliciosa como esa y ahora no estaba dispuesto a dejarlo ir sin más. Dando unos pasos uso su rapidez para colocarse frente a la puerta, bloqueando el paso del castaño quien tembló y se alejo de él, retrocediendo unos pasos mientras buscaba con su mirada, misma que la de una presa antes de ser cazada, una posible salida sin éxito alguno.


- Kamikorosu


Ante esas palabras tembló más, sintiendo un ataque de pánico llegarle cuando el otro se le acercó, siendo incapaz de dar un solo paso cuando ya se encontraba entre los brazos del otro, sus manos fijas en las pequeñas caderas del castaño que mostraba horror para fastidio del otro, quien se cansaba de que el otro le temiera a cada movimiento.


- ¡Socorro, auxilio!


- Nadie te escuchará…estás a diez yardas del pueblo.


Una sonrisa triunfal se posó en sus labios, su propia voz se empezaba a endurecer al pensar lo que le iba a hacer ahora a ese chico, iba a ser algo realmente bueno.


- ¡Ayuda por favor, quien sea!


Sus gritos siguieron resonando, resistiéndose al contacto del otro cuando una voz decidida se hizo notar entre ese tumulto de voces, un rayo de luz plateada se hizo presente en la habitación haciendo llamar la atención de los únicos habitantes del lugar, quienes dejaron su discusión por unos instantes para ver como de ahí aparecía la figura de una chica menuda, su cabello era castaño, unos grandes ojos del mismo color y una hermosa sonrisa se le hicieron presentes, su tutú se movió con alegría mientras movía su barita de un lado a otro.


- ¡Hahi! Soy Haru-san desu, y yo, te prohíbo Hibarin que te acerques a Tsuna-san o Haru-san se verá en la obligación de detenerte.


Su voz salió con decisión, no dejando lugar a replicas, lástima que el azabache la hubiera ignorado, solo prestándole atención al nombre del chico entre sus brazos….Tsuna…quizás no fuera un nombre tan herbívoro como la persona que estaba tratando de resistirse entre sus brazos.


- ¡Hahi! ¡No ignore a Haru, desu!


- ¡Ayúdeme Haru-chan!


La castaña sintió como su corazón latía la ver la mueca llorosa del castaño, casi sentía que podía enamorarse de él…casi, si no fuera porque ella ya tenía a una linda y sexy zombie como novia, una a la que jamás iba a dejar por nada ni nadie en el mundo.


- ¡Taskete!


Haru salió de su ensoñación y con decisión cogió su barita, las palabras mágicas apareciendo su mente mientras empezaba a recitar el hechizo con voz clara y fuerte.


Tu alma oscura es


A este pobre chico quieres morder.


Como hada madrina


Yo te hechizo


Para que un viaje-tiempo hagas


Donde del futuro vayas, Hibarin


 


Su varita comenzó a brillar, dejando a los presentes ciegos por unos segundos para dejar ver ante ellos a un Hibarin de veinticinco años de forma humana.


….


Haru se altero al ver esto, repasando sus palabras cuando se percato del pequeño error cometido…había dicho “del” en lugar de “al”, eso solo había ocasionado que hubiera dos en lugar de uno…upps, pequeño error.


- ¡Lo siento, desu! Haru-chan solo es una principiante p-pero se irá… ¡t-tengo que irme!


- ¡Espera!


Tsuna vio con alarma como el hada madrina huía dejándole a solas con dos vampiros, siendo una sola persona realmente pero a distintas edades. Siendo optimista y rezando en su fuero interno rezo para que el Hibarin de dentro de cien años le dejara ir. Unas esperanzas que desaparecieron cuando el mayor soltó una sonrisa maliciosa y un “Kamikorosu”.


Esto encendió las alarmas del castaño que se sentía en un abismo donde en cualquier momento sería dominado por el pánico, tratando de soltarse de los brazos del menor Hibarin sin éxito alguno pero las cosas fueron a peor cuando el mayor coloco sus manos también en su cintura, pegándose por completo a su espalda…estaba completamente atrapado.


Ambos azabaches se miraron de forma retadora a los ojos, a ninguno le gustaba compartir aunque fuera con su propia versión por muy extraño que parezca…pero pronto ambos comprendieron que esto iba a ser mucho mejor, una sonrisa malvada instalada en ambos rostros de facciones idénticas, decidiendo hacer como si no importará que estuvieran repetidos.


De una forma mucho más animal que humana e incluso vampírica, empujaron al castaño a la cama, haciendo que se desequilibrara para al segundo siguiente colocarse sobre su cuerpo el menor mientras el más alto de los tres se encontraba tras el castaño, relamiendo sus labios, pasando sus manos por el pecho del otro chico que lo hizo temblar por la caricia, una que le dio miedo y de alguna forma le gustaba…eso solo alteraba aún más sus miedos.


El azabache más joven empezó a devorar la boca del de ojos miel, sintiendo la sorpresa de este pero no le importaba esto, simplemente disfrutaba del contacto con el menor de todos, su sangre le parecía deliciosa y sus labios…le resultaban adictivos. Una pequeña mordida en ellos le hizo sangrar levemente, haciendo sus sentidos ponerse a mil cuando la sangre se entremezclo en sus bocas.


El mayor veía la escena con atención, sus pálidas manos desbrocharon el mono del otro, dejando que los tirantes cayeran por los brazos del tembloroso chico, su lengua paseándose por ese cuello canela que tanto le llamaba, tentado a clavarle los dientes en esa hermosa y cremosa piel. El Hibarin del presente empezó a pasar sus manos con rapidez e impaciencia por el cuerpo del muchacho, arrancándole toda la ropa que le impedía disfrutar de su más reciente deseo a pesar de los gritos contrarios, admirando la desnudez del otro que trataba de cubrirse en vano gracias a las grandes manos del Yo futuro del azabache.


Un gruñido salió de los labios del vampiro más joven, relamiéndolos con una sonrisa ladeada y completamente depredadora haciendo temblar al otro que sentía como las caricias que se le proporcionaban a su cuerpo comenzaban a subir de tono, las manos expertas acariciando de forma suave su miembro con la intención de hacerlo despertar, sonrojado y tembloroso por los movimientos que hacía el visitante del futuro, unos que hacían chocar su parte baja contra el trasero del otro, obligando estos estímulos a que de a poco comenzará a soltar algunos gemidos que trataba por todos los medios evitar dejar salir.


- N-No…d-deténganse…p-por favor…


Su cuerpo y voz estaban temblorosos, rehusándose a dejar salir esos vergonzosos sonidos, en su lugar dejando que fuera un grito de puro deseo, apretando sus puños en las manos del mayor de los tres quien a cada momento movía sus caderas a un ritmo distinto, ansioso por adentrarse en el cuerpo que se le ofrecía a la vez que miraba a su Yo del pasado devorar la reciente erección que el otro poseía.


Los temblores y gemidos se hacían más visibles mientras dejaba de resistirse al contacto contrario, gimoteando al sentir esa deliciosa sensación que hacía su cuerpo arder en deseo y lujuria.


- Esto solo empieza.


Hibarin retiró su boca de la erección del otro justo antes de que llegará al orgasmo, arqueando una ceja cuando vio la expresión temblorosa y sonrojada del otro, como si disfrutara en enorme medida algo que en ese momento no era capaz de comprender hasta que se vio a sí mismo en unos años, preparando al tembloroso castaño.


- Es mío.


- Mío.


Ambos se gruñeron y es que no importaban que fueran una misma persona en unos años, lo que les interesaba era el deseo de adentrarse en esa virginal entrada que sin duda les haría enloquecer, ninguno de los dos dando marcha atrás…ni si quiera eran capaces de percatarse de cómo el lindo castaño movía sus caderas contra esos dedos que lo ensanchaban, sus suspiros saliendo de sus labios como si nada más importará, algo que ciertamente pasaba, solo quería sentirlo aún más.


- M-Más…por favor…


Tsuna los vio suplicante, haciendo a sus propias hombrías dar unos saltos ansiosos, queriendo ver ese rostro empañado en lágrimas de placer. Hibarin mayor se relamió los labios con ansiedad, desvistiéndose mientras veía al otro hipnotizado ante esa imagen.


- Relájate.


Al decir esto el azabache más joven sabía lo que el otro pretendía pero no hizo nada por evitarlo, una mejor idea en su mente. Se coloco frente al castaño y le hizo tragar por completo su pene a la vez que el otro lo penetrará.


- ¡Ah!


- Umght…


Tsuna gimió sobre la erección que se hallaba en su boca, unas lágrimas de placer cayendo de sus ojos al sentir es dureza tan grande invadir su cuerpo, temblando ante la sensación de ambos pares de manos sobre su cuerpo, unas acariciando sus caderas y las otras empezando a marcarle un ritmo sobre la felación de forma ansiosa. El castaño empezó a mover su boca sobre el falo que le presentaba con entusiasmo, sintiendo de a poco la incomodidad volverse placer, moviendo sus caderas contra las contrarias en busca de más contacto.-


- Hump.


El mayor dio una sonrisa ladeada moviendo sus caderas en una profunda embestida contra ese cuerpo que se encontraba bajo el suyo, sacándole un gemido que le hizo vibrar, el menor gruñendo al sentir la caliente saliva que pertenecía a esos adictivos labios caer sobre su hombría.


Ambos azabaches tomaron aire para controlarse y ser suaves con el chico que se encontraba bajo su cuerpo, las caricias suaves y discretas se hacían presentes, viendo como este temblaba y les permitía tomar de su sangre que incluso sin que lo deseará lo harían, viendo como se alejaba de la erección del otro para gemir más libremente.


- No me dejarás así, ¿verdad?


Tsuna tembló cuando el Hibarin de su tiempo se lo dijo a su oído, sus manos acariciando sus pezones mientras absorbía parte de su líquido vital.


- N-No…


Los espasmos de su cuerpo eran tales que le costaba hasta hablar, su mano viajando hasta la dureza que hacía escasos segundos se encontraba en su boca, acariciándola y masturbándola a la misma vez que se besaba con el menor pero pronto fue jalado para besar a la versión futura del azabache quien reclamaba con gruñidos sus labios, haciendo más rápidas y profundas las estocadas, sacándole gritos llenos de placer y deseo que solo encendían al par, dándole aún mayor placer al otro para ver pronto como este llegaba al orgasmo y poco después ambos en su cuerpo, el mayor dentro mientras que su versión pasada sobre el cuerpo contrario pero la acción no acabó, no señor, después de todo tenían toda la noche.


Con cuidado el azabache de más edad se tumbo en la cama ladeado sin salir del otro, abriendo las piernas acaneladas para permitirle el acceso a su versión pasada que gimió como nunca, moviendo prácticamente al momento sus caderas contra ambos deseoso de sentirlos.


Los dos azabaches se mantuvieron por horas haciendo suyo al menor, tomando de su sangre con gula y deseo, hasta que era casi el amanecer, dejando sobre la cama a un casi muerto oji miel, su piel comenzaba a perder su brillo a causa de la pérdida de sangre, sus muslos derramaban el semen con el que había sido llenado por horas, su cuerpo siendo ocultado por esa blanquecina esencia que se le acumulaba.


Ninguno de los dos vampiros presentes dijo nada, uno ya sabía lo que iba a ocurrir, el otro pensaba lo que haría ahora. Había disfrutado del cuerpo del otro, su sangre lo había vuelto loco y por primera vez en sus ciento ochenta años se  había dejado envenenar y caer ante el pecado de la lujuria. ¿Ahora qué haría? Todo esto era nuevo para él, las sensaciones que ese chico le hacía sentir le resultaban extrañas e incomprensibles, ¿valía la pena mantenerlo con vida o solo era alimento que debía ser desechado?


Miró de reojo a su yo del futuro que con calma contemplaba al castaño, segundos que pasaban mientras se mantenían así hasta que el menor tomo una decisión. Con calma cogió el brazo del casi difunto Sawada, sus dientes crecían para después morderlo en la muñeca, dejando su veneno fluir para convertirlo en uno de los suyos instantes antes de que el sol del nuevo día apareciera, viendo como su versión futura desaparecía con una pequeña mueca complacida, como dándole la razón de que lo echo había sido realmente lo correcto.


Unos minutos después pudo ver esa canela piel volverse pálida y brillante, los colmillos crecer a través de esos rosados y suaves labios, sus ojos de un carmesí que indicaban muerte al igual que el de cualquier vampiro, debería de ser aterrador pero a Hibari esto le atraía, después de todo lo había escogido a él como su pareja en la eternidad.


 

Notas finales:

*Salta de repente saludando con la mano*

¡Hola! Bueno, ya estoy aquí de nuevo, ¿qué os pareció? Es una idea hermosa que se me ocurrió hace algunos días que quizás no os allá gustado o quizás sí e incluso os puede haber inspirado XD.

Bueno ahora viene el "¿por qué no vas a hacer más especiales de 1827?" Porque lo he estado pensando y si siempre lo hago de la pareja más votada, de las otras no hay muchas probabilidades de que se consiga por lo que he decidido soltear los especiales.

¿Cómo lo voy a hacer? Pues abría muchas maneras y ahora mismo estoy pensando en la más sencilla de todas: todos aquellos que comenten en las próximas dos semanas podrán tener una papeleta para participar en el especial "Nochebuena". ¿Cómo se participa? Sencillo, os pondré un ejemplo.

Ejemplo:


(La L es de lector)

L: Hola me ha encantado/odiado tu short y quiero pedir mis parejas que son (las que quiera) y quiero participar en el especial NocheBuena, me gustaría participar con mi OTP que es (ponéis la pareja con la que os gustaría participar)

Espero que el ejemplo se allá entendido y solo por aclarar solo podrá ponerse UNA pareja para el especial que se hará a sorteo, en este caso NO se aceptan tramas para los especiales ya que no sabemos cuál será la pareja ganadora. El día 14 de noviembre diré la pareja que ha ganado en el sorteo, si nadie participa en ese caso será la pareja que yo quiera pero es preferible que participéis más que nada porque pienso que de esa formás es más divertido, repito, es voluntario y aunque vuestra pareja no ganará habría más sorteos para días especiales o que yo quisiera celebrar que serán varios por lo que os animo a participar, sobretodo si tenéis una pareja favorita y queréis ver pronto una historia de esta.

Ahora quiero comentar sobre el próximo short que publicaré, pues bien, es un XS que será publicado el 7 de noviembre. Cada semana diré el short que publicaré a la siguiente.

Bueno eso ha sido todo, sí, sé que ha sido un largo discurso pero era algo que consideraba que debíais saber, ¡nos vemos el próximo lunes! ¡Yanne!


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