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El juego de la seduccion por lotochoc

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Notas del capitulo:

Queria darle un real final. Ya que no lo actualizaba hace 4 años

Había sido una consecuencia de la golpiza. Ya había anochecido la madre de Osvaldo recién había partido. Yo estaba sentado en un sillón, junto a él, con su mano tomada. No podía dejar de pensar en aquella criatura, en Lizbeth, en todo lo que me había pasado. Lo único que quería era una vida tranquila con el valiente hombre que había decidido acompañarme. Besé su mano en señal de admiración y él abrió sus ojos lentamente dibujando una sonrisa. -Vladimir...-dijo casi en un susurro, débilmente. -Amor, estoy aquí-me acerqué aun mas para que sintiera mi calor. -No...entregues a la niña.-le miré desconcertado, aun en su estado pensaba en los problemas que nos rodeaban, le acaricie el rostro suavemente. -No pienses en eso ahora por favor. Tienes que recuperarte bien. -No lo hagas. Te arrepentirás luego.-me miró suplicante. -No tenemos nada estable. Nada que pueda asegurarle que estará bien a esa niña. -Nos amamos...y el amor puede todo. Di un suspiro pesado. No había una sola pisca en mi que no dudara de el paso que quería dar Osvaldo. -Aceptala. Está sola como lo estuviste alguna vez tu. Me recargué sobre el respaldo del sillón, mientras Osvaldo tomaba mi mano débilmente, llevé mi mano libre sobre mi frente, cerrando mis ojos busqué una pequeña luz entre tanta tiniebla, sentía que Osvaldo seguía dándome razones, pero ya no le entendía bien. Mis pensamientos se llenaron de la retumbante pregunta ¿Que era lo correcto? Pero entonces entre esa niebla las estrellas comenzaron a brillar. Toda la tormenta que estaba viviendo, era porque había dejado de hacer lo "Correcto" y comencé a escuchar a mi corazón, lo que me había traído ante el ser mas maravilloso que pude conocer. Abrí mis ojos, miré a Osvaldo quien tenia los ojos llorosos, me acerqué para besarlo profundamente. ... Apenas amaneció me contacté con Leo. Llegué lo mas rápido que pude a nuestra cita. En la sala estaban mis tíos, Leo y una mujer bastante seria. Leo sonrió y yo le hice un gesto para que saliéramos para conversar. El me siguió bastante desconcertado. -¿Ocurrió algo?-me miró preocupado -A habido un cambio de planes Leo.-traté de musitar siendo lo mas suave posible. -Dime.-dijo serio, supongo que ya sospechaba a que venia, respiré dándome aliento. ... Estaba en el auto camino a la casa de la madre de Osvaldo, en mis brazos aquella criatura que me había robado el corazón apenas la había visto. No me atrevía ni siquiera a tocarla. Solo la observaba, tan tranquila, tan confiada, tan inmaculada. Dormía plácidamente y yo hipnotizado con su paz. El chofer me anunció el arribo a la mansión. Me ayudó a bajar y en la puerta me estaba esperando la madre de Osvaldo tan seria como siempre. Me acerqué mostrándole a la criatura, a mi hija. Ella sonrió y brillaron sus ojos. Con un gesto me insinuó que la siguiera. Subimos a la segunda planta y llegamos a una habitación angelicalmente iluminada por el sol, filtrado por un visillo muy fino y seguramente caro. -Es lo que mas pudimos hacer en un par de hora-dijo calmadamente Miré a mi alrededor y el dormitorio parecía de alguien heredero que alguna corona de la realeza. -Es realmente perfecto. Muchas gracias. -No lo hago por ti. Es por la pequeña, que no tiene la culpa que su padre sea un plebeyo. Me acerqué a la cuna blanca, besé la pequeña en la frente y la coloqué suavemente en la cuna. -Tendrá a su merced tres mucamas solo para ella. No te preocupes-sonrió amable -Gracias otra vez.-miré la cuna de nueva-Voy por Osvaldo. Debe estar muy preocupado. Fui rápidamente hasta la clínica y entre tratando de no demostrar ninguna expresión. Él estaba terminando de vestirse y su rostro desbordó la preocupación. -¿Que ocurrió? ¿Donde está la niña?-se acercó tomándome de los hombros-¡Dime algo por favor! Me tienes con el alma en un hilo No pude ocultar mas mi felicidad y declaré la verdad. Osvaldo gritaba y saltaba de la felicidad. Al momento de volver estuvo aun mas impaciente que yo y cuando al fin la sostuvo entre sus brazos, el mirar aquella escena hizo que mi corazón rebalsara en felicidad. Las dos personas mas importantes de mi vida estaban aquí, conmigo, y haría hasta lo imposible para que no dejara de ser así. Nos quedamos a vivir en la mansión de los padres de Osvaldo. Me sentía mas seguro allí, aunque Osvaldo creía que no teníamos mucha privacidad. Me llevaba muy bien con el padre de Osvaldo, a tal punto que luego de un mes me invitó a trabajar con él. Los negocios y todo ese mundo se me hizo realmente fascinante. Cada día me enamoraba mas de Osvaldo y nuestra pequeña hija. Al recibir mi primer sueldo siendo ejecutivo, compré el juego de anillos con el que le pedí matrimonio a Osvaldo, quien aceptó sin dudarlo. Al terminar el juicio de mi padre lo condenaron a ocho años de prisión. A pesar que los abogado de nosotros habían pedido mucho mas, nos quedamos conformes. Solo queríamos cerrar aquel capitulo de nuestras vidas. Nos casamos un día de primavera exactamente a los tres años de habernos conocido. Osvaldo lo recordaba bien y lo mencionó en la boda. Decidimos irnos a vivir a otro país para dejar todo lo malo atrás. Llevaba los negocios de mi suegro en este país exitosamente obviamente acompañado de mi perfecto esposo y nuestra hija era extremadamente feliz, creciendo inteligente, hermosa y libre. Sin abrir mis ojos busqué el tibio cuerpo de mi esposo en la cama, al sentirlo lo cobijé en mi pecho. -Amor...-dijo apretándose contra mi-...recuerda que hoy... -No...hoy es domingo...quiero dormir un poco mas-nos tapé con la colchas -Sabes que día es hoy-se desabrigó y buscó en la mesita de noche el control de la persianas abriéndolas para que entrara la luz del día Abrí mis ojos costandome acostumbrarme a la luz. Osvaldo estaba sentado en la orilla mostrando su rostro al sol respirando profundo, me incorporé abrazándolo por detrás y comenzando a besar su cuello.-Siento que cada mañana te deseo mas-susurré en su oído.-sentí su risa y luego se separó de mi abrazo levantándose -Hay que comenzar el día ya-me miró sonriente y se dirigió a tomar la bata, yo admiré su cuerpo desnudo iluminado por los rayos del sol y sentí celos de él, me apresuré para tomarlo y comenzar a besarlo -Es una calamidad que quieras tapar ese cuerpo esculpido por los dioses-nos miramos -Bien vamos en la ducha y solo una vez-rió y dejó caer la bata sujetándose a mi cuello comenzamos a besarnos caminando a la ducha. Mi pequeña hija daba saltitos de emoción-Ya papá Vladi date prisa quiero que nos vayamos ya. -Si no te estás tranquila no puedo terminar de peinarte.-di una ultima vuelta a la coleta y la dejé libre para correr donde Osvaldo a la cocina yo la seguí embobado -¡Papi, papi mira mis trenzas!-dijo dándose una vuelta mientras sujetaba su vestido. -Te ves hermosa mi princesa-le lanzó un beso mientras terminaba de servir los huevos. -Ya tenemos que irnos. Vamos a llegar tarde-dijo muy emocionada. -Nadie sale a ningún lado si no desayunamos y nos nutrimos bien. Lo sabes cariño. -Si papi. Entonces vamos. Vamos a desayunar.-corrió Me acerqué a darle un beso en la mejilla tomando los platos, nos acercamos a la terraza. Desayunamos y partimos. Era la tercera marcha del orgullo a la que íbamos. Nos íbamos en la parte mas familiar. A pesar de que llevábamos poco yendo Analía ya se había echo amiga de hijos de otras parejas. Íbamos caminando de la mano.Yo preocupado por Analía y Osvaldo calmándome. -Me tranquilizaré cuando esté a nuestro lado. -Bien-le hizo un gesto para que se acercara y corrió a sus brazos. Comenzaron a hablar, mientras yo lo admiraba y me pareció reconocer a alguien, me lo negué en la cabeza, pero quedó dándome vueltas. -¿Ocurre algo amor?- el ya lo había notado -Presiento algo malo.-sonrió besándome suavemente en los labios -Ya no te pongas así. Es lo mismo en cada marcha. Nunca ha pasado nada. -Quizas en este país no, pero en otros... -Tranquilo amor ya va a terminar.-traté de pensar con la mente fría, suspiré y sonreí. -Tienes razón son solo ideas mías-lo abracé y al momento de abrir los ojos, vi que mi padre venia en nuestra dirección con los ojos hinchados de rabia. En un movimiento que no pensé mucho. Agaché a Osvaldo junto a nuestra hija y grité que todos se agacharan al ver el arma que tenia entre sus manos. Me parecía que todo iba en cámara lenta, corrí hacia él forcejeando con el arma hasta que se escucharon tres disparos. Sentí que mi corazón se detuvo, caí junto con él. Solo escuchaba mi respiración y el latido de mi corazón. Osvaldo se acercó, lo vi llorando, pero no oía nada, me pareció que gritaba, entonces todo se volvió negro. Desperté en una sala blanca, poyado junto a la cama estaba Osvaldo, lo removí suavemente y el abrió sus ojos sonriendo. -Amor. Que bueno que despertaste.-se acercó dándome un suave beso en los labios. -¿Donde está Analía?-dije recordando lo que habia pasado. -Ella está bien-tomó mis manos-Está con mis padres. Segura.-le tomé la cara y revisé superficialmente su cuerpo.-Estoy bien amor. Estamos bien gracias a ti. -¿Que pasó con el bastardo infeliz? -Él murió-dijo sin sentimiento alguno-Dos de las balas entraron en su cuerpo afectando el corazón y los pulmones. Me apoyé en el respaldo de la camilla cerrando mis ojos comenzaron a caer lagrimas por mis mejillas.Sentí el cálido abrazo de mi esposo, del amor de mi vida.-Ahora voy a tener paz. -Al fin amor. Vamos a ser realmente felices. La herida que había provocado la bala en mi cuerpo había sido sumamente superficial. Aquella misma tarde me dieron de alta y pude volver con mi pequeña hija y estar con mi amado esposo Osvaldo. Mis dos amores al fin podía sentir que estaríamos realmente tranquilos sin ese fantasma que nos acechaba. -Te amos Osvaldo. Te amo mi gruñon.-el sonrió abrazándome para juntar nuestras bocas en un apasionado beso -Tambien te amo Vladimir.

 
Notas finales:

Gracias a todos los que le dieron oportunidad a esta historia.


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