En seguida salieron ambos anfitriones sonriendo, Ryou aún no probaba bocado en cuanto ambos lo miraron y él sin que nada más le quedara, les regaló una sonrisa, Akefia la recibió cálidamente pero la reacción de Bakura fue distinta. Esa impresión lo dejó perplejo.
-Bueno, que aproveche- Akefia se sienta admirando su espectacular obra de arte.
-Buen provecho- Ryou dice un poco en voz baja, casi como un susurro. Bakura observó un poco al joven que solo picaba de nuevo la comida con los palillos y luego, sin intención alguna con un tenedor dejaba colgando pequeños pedazos y los rozaba por sus labios, la mirada de Ryou solo estaba enfocada en la comida y sus cubiertos. La incomodidad de la mirada del albino mayor hacia el menor, intrigó de nuevo a Akefia, llevándose varios bocados grandes a la boca para levantarse rápido de la mesa.
-Es, delicioso- Ryou dice dando uno de sus primeros bocados- así que ¿te gusta la cocina?- la mirada liviana de Ryou tuvo gran satisfacción para el moreno. Bakura no miró entonces al entusiasmo de ninguno de los otros dos acompañantes, digería sus alimentos con calma y procuraba no encolerizar, Ryou fingía demencia en ese momento y Bakura lo sabía y él también se apresuró un poco para levantarse con Akefia de la mesa.
-Me alegra que te haya gustado la comida- Akefia le sonríe a Ryou y él en seguida le devuelve el favor.
-Bien, gracias por la comida- Bakura se levanta de su lugar y Akefia le sigue después, dejando dolo en la mesa a Ryou. Lo poco que comía lo trataba de disfrutar aunque su apetito estaba en ceros.
Sentados en la sala, Akefia y Bakura esperaron a que Ryou terminara y así una nueva conversación empezó.
-¿mañana irás a tus clases?- Bakura se acomodó en el sillón y con un vaso de agua con hielos lo bebía poco a poco esperando a que el menor respindiera.
-Claro, no debo faltar por nada del mundo, mañana empezará el periodo de evaluación y…
-Bueno como sea, no puedes llegar después de las 11:00 pm, y o que vayas a hacer no nos importa, solo avisa si llegas a casa o no.
-Bakura, ¿tan duro tienes que ser?- Akefia lo mira un poco desconcertado.
-Son las mismas reglas, Akefia, no cambian.-Bakura tomó otro sorbo de su agua.
-No se preocupen, nunca suelo llegar a esa hora, no causaré ningún inconveniente, y si requiero de algún favor, lo pediré con mucha anticipación si es que puedo hacerlo.- Ryou abría sus sentimientos fríos como cuando estaba cerca de sus padres.
-Lo que quieras, Ryou, puedes pedírmelo- Akefia se acerca al menor que ya se había levantado y estaba a punto de agradecer por lo poco que había comido que creía que estaba muy bien cocinado. Akefia tomó sus manos e hizo que le brillara la mirada.
Bakura se indignó un poco por la reacción de ambos, un sonrojo se mostró en las mejillas de Ryou y a Akefia le fascinaba mirarlo así, entonces pone sus platos y cubiertos sobre la mesa, pasó su mano derecha por la mejilla de Ryou y con un tierno beso, calentó el momento.
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En otra parte de la ciudad, en una casa no muy pequeña, Yugi estaba en su sala mensajeándose con Malik, de lo que se haría en la escuela al día siguiente. De repente en la planta alta, escucha ruidos, su abuelo estaba en un viaje de expedición y solamente se había quedado con Yami, obviamente que el sonido que se producía venía de él dentro de su habitación.
Yugi quiso averiguar lo que su hermano mayo estaba haciendo, entonces guardó el teléfono en la sudadera y se levantó del sofá lentamente y caminó hacia las escaleras, las subió con delicadeza para no desconcentrar sus nervios y que lo traicionaran. No era estable la idea de interrumpir las actividades nocturnas del tricolor mayor pero era curioso que ahora desde su cueva, estuviese haciendo mucho ruido.
En cuanto llegó por completo al piso de arriba se acercó a la puerta de su hermano y tocó la perilla, la rotó un poco para poder abrir y ver el interior de la habitación. Yami estaba cargando unas pesas y empezó a hacer una pequeña rutina entre ambos brazos, también en el interior de la habitación había un saco de arena de tamaño mediano. Yugi observó con detenimiento y Yami estaba tan concentrado en lo que hacía que ni si quiera se pudo percatar de la presencia de su hermano. Yugi sonrojó entonces cuando miró el rostro de su hermano haciendo esfuerzo por ponerse en forma, llevando puesta su camisa interior gris(es una camisa sin mangas) y un pants negro.
Su cuerpo se marcó con la fuerza en la que aplicaba para levantar o golpear de repente al saco de arena. La vista de Yugi se iluminó y fue hipnotizado por la sensualidad de su hermano mayor. Yami de repente sacudía su cabellera tricolor para refrescarse un poco mientras todo ese sudor masculino corría por su frente, sus brazos y espalda. Yugi devoraba cada esquina de su cuerpo con las pequeñas miradas aunque aun así le temía al carácter de Yami. Para su mala suerte, su teléfono sonó con un mensaje nuevo, rápidamente se separó de la puerta y se recargó en la pared a un lado de la entrada de la habitación tapando la bocina del aparato con sus dedos apretó los ojos y luego los abrió rápido para ver el mensaje, una pequeña sombra se iba alargando en el rostro del pequeño Yugi en cuanto intentó responder para que no le molestaran durante ese tiempo pero fue inútil.
-¿qué crees que haces, Yugi?-Atemu estaba cruzado de brazos mirando fríamente a su hermano.
-¿Atemu?... pe…pero.. yo…- yo..-Yugi tragó duro, yai colocó su mano sobre la del menor y cerró su teléfono para intentar quitárselo.
-¿a qué estabas jugando?- Atemu lentamente y sin percepción de Yugi se acercó al menor robando espacio personal.
-No, yo… yo no jugaba a nada, creí que te había pasado… pasado algo y fui a revisar lo que hacías- Yugi se escondió entre sus brazos, Yami sonrió con placer del temor de su hermano y se acercó hasta casi asfixiarlo.
-MMM veo que… te gusta verme en camisa interior, porque noté un sonrojo en tu cara querido hermano.- Tomó las muñecas de Yugi y las puso contra la pared, desprotegiendo el rubor del mismo, con las cejas temblándole y los ojos muy abiertos, movió su rostro haciéndolo a un lado, pero era inevitable no ver esos ojos rubís que lo amenazaban. Con un poco de lujuria invadió los labios de Yugi, primero con un poco de sutileza, hasta que el pequeño inexperto abriese la boca e introdujese su lengua y se cruzara con la del menor. Al separarse, un pequeño hilo de saliva mantenía su conexión. Yami quería continuar y yugi paralizado solo tenía la mirada perdida en su hermano.-¿por qué no dices algo?... ambos sabemos que… nos gustamos, nos atraemos, nos sentimos unidos, ¿por qué no lo dejas fluir como lo he hecho yo?
-¿Que por qué no lo hago?, porque eres mi hermano y estas cosas están mal- se llenaron sus ojos amatistas de un poco de lágrimas- te he considerado mi ejemplo, Atemu, pero con esto matas mis consideraciones y el poco respeto que te tenía…
-Bueno, si tan orgulloso eres y no sientes lo mismo, ¿por qué me correspondiste?- Yami interrogó a Yugi para confundir sus ideas y cayera en su pequeño enredo.
-Yo… yo no, tengo por qué explicarte nada- Un poco tímido responde a la pregunta. Atemu se separa un poco de su hermano y mira hacia otro lado decepcionado, ahora para provocar a Yugi, se retira la camisa interior mueve el cuello para tronarlo un poco y sin mirar de nuevo ese rostro angelical se encierra en su habitación. Yugi quedó helado unos segundos, as lágrimas ya caían por sus mejillas y la yema de sus dedos apenas podían tocar los labios que habían sido invadidos anteriormente.
Corrió entonces escaleras abajo y se sentó en la sala, encendió el televisor y subió el volumen para que Atemu no escuchara sus pequeños gemidos por su llanto. En el sofá individual que estaba delante del aparato, Yugi estaba hecho bolita, escondiendo du cabeza entre las rodillas y sus brazos se ataron en ellas. Su teléfono volvió a sonar pero él no lo revisó en toda la noche.
Malik en casa, se preparó una merienda muy dulce, entre pastelillos y una taza de batido de chocolate y rollos rellenos de vainilla, las llevó a su habitación y mientras ocupaba la computadora para terminar la tarea de química escuchó que alguien había llegado a casa.
Su hermano, Marik estaba en la cocina buscando en la alacena los vasos y la botella de wiski que siempre se escondía en distintas partes para que él nunca la encontrara pero siempre la encontraba a la primera y esa ocasión no fue una excepción.
En cuanto Malik escucha un grito de victoria, le sale unas cuantas gotitas de la cabeza y piensa “Ishizu se molestará otra vez conmigo por culpa de este tipo”. Marik subió al cuarto de baño y se encerró un buen rato ahí, Malik pudo escuchar como la regadera estaba siendo utilizada, pero prefirió no molestar hasta que acabara completamente la tarea. Mientras escribía le daba sorbos a su batido y unas pequeñas mordidas a sus rollos rellenos y a sus pastelillos. Por fin dieron las 12:45 am del día lunes y el peli cenizo menos ya había concluido sus deberes que aún estaban pendientes, revisó después su teléfono para ver si Yugi le contestaría los mensajes. A penas pudo escuchar que Marik abre la puerta del baño y luego la puerta de su habitación. Malik temía ir al cuarto de baño y ver los horrores que su hermano había dejado después de asearse, entonces respiró hondo y salió de su habitación. Se asomó, abriendo la puerta lentamente, lo que vio fue lo más horrible y asqueroso que alguien pudiese hacer en un cuarto de baño. Furioso, Malik tocó bruscamente la puerta de su hermano y gritándole para que saliera, él salió con un cigarrillo encendido y sobándose la cabeza.
-Malik, ¿puedes callarte? Eres fastidioso- Marik observa al menor un poco indiferente.
-Y tú eres desagradable, si Ishizu ve lo que hiciste….- Marik agarró de la cintura a Malik y lo atrajo hacia él.
-Ishizu no me hará nada, pero tal vez sí pase algo contigo…
-¿qué? ¡¡Suéltame!!, no me harás nada.- Marik sonrió macabramente y forzó a Malik a entrar a su habitación, en cuanto está adentro lo avienta hacia la cama y se coloca encima de él acorralándolo desde la cintura con sus piernas, tomó sus muñecas y con cuidado comenzó a besarlo en el cuello, Malik quería escapar, pero Marik utilizó un poco su rodilla cerca del miembro de Malik para que no lograra zafarse.